Diarios secretos

Relato hecho a medias con mi amigo Santiago. En ellos habrá fundamentalmente azotes, disciplina doméstica, y alguna que otra sorpresa más como filial.

Diario de Santiago 09/01/2020:

Hoy he conocido a Alicia. Ha sido amor a primera vista. Nunca en mi vida hubiera pensado que iba a enamorarme de esta manera de una mujer que es bastante mayor que yo, está recién divorciada y tiene un hijo de 13 años. ¡Todo son inconvenientes! Yo solo tengo 23 años y ella acaba de cumplir 42. Esto es una locura, no puede funcionar. Pero me siento irresistiblemente atraído hacia ella. Casi podría ser mi madre.

Trabajamos en la misma empresa desde hace tiempo y, aunque yo ya me había fijado en ella, hasta ahora nunca habíamos cruzado ni una palabra. Pero hoy hemos bajado juntos en el ascensor y, para mi sorpresa, me ha preguntado si me apetecía tomar un café. Yo odio el café, pero he dicho que sí. Al final han sido tres los cafés que me he tomado, está noche no podré dormir.

Hemos hablado de todo, salvo de trabajo. Yo la he contado algunas cosas de mi vida y ella a mí de la suya. Cuando me ha dicho que tenía un hijo de 13 años yo he puesto mala cara y creo que ella lo ha notado. Supongo que es por eso por lo que, inmediatamente, ha hecho varios comentarios acerca de lo buen muchacho que es Jaime, su hijo. Me ha dicho que tiene un comportamiento extraordinario, tanto en el colegio donde estudia como fuera de él, que jamás ha dado ningún problema y que ella piensa que esa buena conducta es debida a que, tanto ella misma como su ex-marido, han sido siempre partidarios de una educación muy estricta y severa con el chico.

Esto que voy a escribir ahora nadie lo sabe, pero toda mi vida he fantaseado con ser azotado por una mujer como Alicia y, justo cuando ella ha sacado el tema de la educción estricta he sentido un escalofrío interior. Me ha parecido una coincidencia asombrosa. Ahora mismo, mientras escribo esto en mi diario, no puedo dejar de pensar en el placer que sentiría si Alicia se encargara de mi educación de la misma manera que supongo que ha hecho con su hijo. No puedo dormir. Estoy desvelado. Sé que voy a estar un buen rato dándole vueltas a este tema.

Diario de Alicia. 09/01/2020:

Hoy por fin me he decidido a abordar a Santiago, es un compañero de trabajo que no se muy bien porqué, pero me atrae de una forma un poco irracional.

Podría ser casi mi hijo, está a punto de cumplir 24 años y yo cumplí la semana pasada los 42, pero me gusta me gusta y me gusta, y cuando algo me gusta lo tomo.

Después de la conversación que hemos tenido creo que no tardaremos en vivir juntos, obviamente no le ha gustado que tenga un hijo, y encima con 13 años ya, pero le he notado un brillo especial en los ojos, y un punto de nerviosismo cuando le he dicho que gracias a la mano dura, Jaime es un muchacho extraordinario. Con un poco de suerte es como mi ex, Eduardo, y le gusta que le calienten el trasero, la verdad es que lo que más echo de menos de él es dominarlo, y castigarlo como a un colegial, a ambos nos gustaba tanto... pero el muy capullo me tuvo que engañar con esa zorra, y a Alicia Pedreño no ha nacido el tío que la engañe todavía...

A ver si mañana Santiago me invita a comer, tengo tantas ganas de... todo.

Diario de Jaime. 09/01/2020:

Esta noche, mientras cenábamos, mamá me ha dicho que ha conocido a un compañero en el trabajo y que quizá el próximo fin de semana quedemos para que yo le conozca.

He sido sincero con ella. No me gusta que meta a otro hombre en casa. Le he dicho que se ahorre presentármelo.

La cosa debe ir en serio, porque me ha dicho que soy un egoísta por no pensar en que ella tiene derecho a rehacer su vida.

Yo me he pasado y, con muy malos modales, le he dicho que la egoísta era ella. Se ha puesto roja de ira y me ha dicho; “¡Ya sabes lo que tienes que hacer!”.

Yo he subido a mi habitación. Me he desnudado del todo. Me he puesto la parte de arriba del pijama y he esperado a que subiera. Eso es lo que tenía que hacer. En efecto, yo lo sabía muy bien.

Ha tardado media hora en subir. Eso es muy mala señal, cuanto más tiempo tarde más enfadada está y más severo será el castigo.

Cuando ha subido se ha sentado sobre mi propia cama, y he visto como se descalzaba su zapatilla, las zapatillas que calza esta noche son las que yo llamo de castigo, son verde oscuro, de felpa, y tienen una suela amarilla de goma que duele a rabiar, y más con los zapatillazos que me sacude mi madre, nunca le ha temblado el pulso para castigarme, y ahora tampoco lo iba a hacer, menuda azotaina me dió, vi todas las estrellas del firmamento, y hasta que ella no consideró que mi llanto eran de verdadero dolor, no cesó en sus castigo. Esta vez no la tuve que descalzar y darle la zapatilla en mano, al principio me parecía humillante, pero ahora me gusta ver como se va quedando su pie desnudo a medida que la desacalzo, y con un poco de suerte puedo atisbar ese maravilloso olor que emana de su perfecto pie.

Me ha pegado muy fuerte. Me ha hecho llorar. Y eso que estoy acostumbrado y solo lloró cuando los azotes son muchos y muy fuetes. Cuando ya pensaba que había terminado me ha dado otra tanda de azotes justo en la zona donde se unen los muslos con el culo. Ella y yo sabemos que esa zona duele mucho. Si lo ha hecho es porque estaba realmente enfadada conmigo.

Cuando ha terminado me ha dicho que piense en lo que hoy ha pasado y que lo tenga en cuenta para el día en que me presente a su nuevo amigo.

Cómo de costumbre, después del castigo, he ido al espejo para ver el estado en que han quedado mis nalgas. Estaban más rojas que nunca, un poco hinchadas y con bastantes zonas amoratadas. Ha sido un castigo muy serio, con apenas rozarme, me he empalmado como un burro.

Ahora estoy escribiendo esto tumbado boca abajo, con un intenso dolor en el culo y, a la vez, sintiendo un enorme placer. En el fragor de “la batalla”, a mi madre se le ha abierto la bata y he podido sentir el fresco y suave tacto de sus muslos rozando sobre los míos, mientras mi pene se ponía erecto.

¡No quiero ni pensarlo! ¿Por qué no pueden seguir las cosas como están? ¡Que me azote ella todo lo que quiera, pero que no traiga a nadie a casa!

Diario de Pedro. 10/01/2020:

Hoy me ha dicho mi amigo Jaime que anoche cobró otra vez. Se lo he notado en cuanto lo visto entrar a clase, ese renqueo casi imperceptible le ha delatado, hacía tiempo que no se le notaba al andar, así que supe enseguida que había sido una buena paliza, nada más sentarse junto a mí, lo abordé.

-Buenos días

-Hola Pedro, que tal.

-Yo bien, aunque no tanto como tú.

-Tanto se me nota?

-Te dio una buena verdad?

-Pues sí , anoche probé las verdes, y además probadas

-Cuenta cuenta

-En el recreo te cuento, no quiero que la profe le mande una nota a mi madre, no lo resistiría.

Jaime y yo somos amigos desde que teniamos 6 años, y desde siempre he visto y oido como sus padres, sobre todo su madre le calentaba el trasero a base de bien. Eso a mi por alguna extraña razón me fascinaba, y un día se lo confesé, fue entonces cuando me dijo que a él también le gustaba, no sólo le gustaba, sino que había días en los que no pensaba en otra cosa... Pensamos que eramos los dos chicos más raros y más tontos del mundo por anhelar lo que todo el mundo odiaba, pero esa "rareza" nos hacía tener un vínculo muy especial, eramos más que hermanos.

Llegó el recreo y Jaime empezó a hablar.

  • Pues resulta que quiere que conozca a un compañero de trabajo, y de la forma que me lo dijo, es que lo quiere como pareja, mi madre necesita a un hombre, la conozco... El caso es que le dije que no me apetecía nada, y le grité diciendole que era una egoista, y claro, me dijo su temida frase.

-Ya sabes lo que tienes que hacer

-Exacto

-¿Entonces dices que fue con las verdes?

-Pues sí, odio esas zapatillas, duelen como ningunas, ya sabes ... sin embargo, las que me gustan son las de tu madre, las granate mmmmmmmmmmmmmm son perfectas, con esas florecitas blancas que llevan en el empeine, y esa felpa aterciopelada tan suave al tacto, y además esa suela amarilla que encima tu madre lleva siempre tan limpia, no se como lo hace.

-Todo eso está muy bien Jaime, pero no me pega, mi madre no me pega ni con la zapatilla ni con nada, y estoy desesperado, ya no se que hacer, ojalá fuera como mi abuela, como echo de menos, las vacaciones que paso en su casa, ella si que me zumba en cuanto me pongo tonto, despues me consuela un poco mientras lloro y los dos tan felices.

-¿Tú crees que a tu abuela le gusta pegar?

-Yo creo que sí, por lo que hace conmigo, y sobre todo por lo que me cuenta mi madre que hacía con ella y con mis tíos, estoy seguro de que le gusta y mucho.

-Y crees que ella sabe que a tí te gusta?

-Eso si que no lo se, pero lo averiguaré...

CONTINUARÁ...