Diarios de Zolst 13 - Epílogo.

Nuestra protagonista nos dedica unas últimas líneas explicando como es su vida como mascota.

Como siempre, se recomienda encarecidamente leer los episodios anteriores pues estos relatos se continúan de manera directa y se hacen menciones constantes a personajes y eventos que se presentaron o sucedieron en partes previas. Y también como siempre, muchísimas gracias por vuestras opiniones tanto por acá en los comentarios como por correo. Me son de gran ayuda a la hora de plasmar todo lo que tengo en mente.


Querido diario:

Mi nombre es Emily Simmons, tengo 34 años y soy una esclava. Esclava sexual, para ser mas precisos.

Resulta un poco raro volver a retomar este diario después de tantos años, especialmente si tenemos en cuenta todo lo que ha pasado en mi vida desde la última entrada que redacté. 16 años nada menos en los que no he escrito una sola letra en mi diario. Lo encontré hace unos meses entre un montón de ropa pasada de moda y tenía el gusanillo de al menos darle un final; pero las circunstancias no siempre acompañan. Hoy finalmente he podido rescatar un par de horas para dedicarme a ello tranquilamente mientras mi Ama se baña y se prepara para dormir.

Comencemos de nuevo, esta vez como corresponde. Mi nombre es Emily Simmons, tengo 34 años y soy una esclava del Imperio Global de Zolst, sistema de régimen político que se aplica en todo el planeta y que permite que sus habitantes vivan en paz y armonía desde hace más de 300 años. Dicho sistema establece que estamos gobernados por una serie de partidos políticos que se van alternando según sufragio universal mientras que el Emperador ejerce como figura de árbitro y, en caso de ser necesario, intervenir como poder absoluto para evitar que nuestra sociedad se desestabilice. Una de las características fundamentales de nuestro modo de vida y costumbres es que las mujeres deben ejercer como esclavas sexuales desde que cumplen los 18 años hasta los 55, siendo esta su única labor remunerada y pasando sus cuerpos a ser de uso público general. Hace 400 o 500 años esto se veía como una práctica inhumana pero hoy en día se reconoce ampliamente su valor para mantener a la sociedad feliz, próspera y productiva. Mi abuela era una esclava prostituta ejemplar y mi madre era la puta más prestigiosa en el prostíbulo público de Reinford, mi ciudad natal en la provincia norteña de Kronn. Todas mis amigas de la infancia hoy ejercen su esclavitud de manera voluntaria y encuentran en ella tanto un gran placer como una profunda realización personal y profesional.

¿Y Yo? Mi caso es un poco más extraño.

No voy a repetir todo lo que me ha pasado desde que cumplí los 18, comencé mis estudios sexuales en la escuela Santa Margarita y, por azares del destino, terminé como mascota sexual de un ser prácticamente mitológico íntimamente relacionado con la Familia Imperial y protegida por todos los poderes del Estado. Todo eso ya está escrito en estas páginas desde hace unos años. Por cierto, un ser mitológico de orejas ligeramente puntiagudas, exquisito gusto por la lencería de encaje, muy mal perder en videojuegos y una afición tremenda por encular de manera salvaje a jovencitas de todo tipo y pelaje. Debo decir que Shia siempre ha sido un ama encantadora y muy cariñosa y nuestra relación podría pasar perfectamente por la de dos mujeres lesbianas casadas si no fuese por mi voluntaria sumisión incondicional a su voluntad y deseo.

Estaría mintiendo si dijese que mi vida es infeliz. En el fondo mi función en el sistema social no es muy distinto al de cualquier otra mujer del imperio. La única diferencia radica en que en vez de abrirme de piernas por cualquier hombre que me lo solicite solo sirvo a mi Ama y a quien me indique. Ninguna queja por mi parte pues es un Ama de una personalidad increíble a la que sirvo con total devoción. Cierto es que es una persona sometida en ocasiones a un nivel de responsabilidad y stress increíble. Es algo que va asociado al ser la responsable de la supervivencia de los últimos integrantes femeninas de la raza de los elfos. Por eso cuando de vez en cuando me baja a la mazmorra y me ata a la cruz de San Andrés o me cuelga con los brazos por encima de mi cabeza y saca la fusta yo en vez de gritar, llorar y suplicar piedad lo único que puedo hacer es cerrar los ojos y tratar de controlar lo muy mojada que me pongo. Sé perfectamente que después de los fustazos llegará el sexo duro y me cuesta controlar las ansias que me invaden.

Ese es otro tema sobre el que podría hablar largo y tendido: las ansias sexuales. Mi Ama Shia está chapada a la antigua, no podría ser de otra manera teniendo en cuenta que tiene más de 500 años. En su época a las esclavas humanas se les ponía un bonito tatuaje encima del pubis para señalarlas como esclavas ya que aún quedaban muchas mujeres independientes. Pero además ese tatuaje tenía incorporadas en sus tintas una gran cantidad de afrodisíacos y anticonceptivos que volvían a la esclava mucho más deseosa de cumplir sus nuevas obligaciones. Shia me ha impuesto dos: uno encima del pubis y otro justo encima del culo, para que tampoco me falten ganas de follar analmente. Decir que estos tatuajes me provocan ganas de ser usada sería como decir que el diluvio universal fueron cuatro gotitas de verano. Estoy tan hipersensibilizada que los primeros días mi Ama podía hacer que me corriese simplemente moviendo un poco el piercing de mi pezón derecho. Con el tiempo una se acostumbra a estos niveles de excitación constante y aprende a disfrutar de este estado de celo eterno y a las continuas llamadas al placer que recibe desde sus bajos. Además, se entiende porqué a las esclavas se las obliga a estar desnudas o a asumir posturas de rodillas en el suelo o sentada sobre sus talones. Estando siempre tan mojada como estoy sería una tontería que usase bragas pues a los diez minutos estarían empapadas y si usase sillas simplemente la mancharía. Son cosas que una simplemente termina asumiendo y la verdad, no las echo de menos. Disfruto demasiado del sexo y los enloquecedores orgasmos que me provoca mi Ama como para quejarme.

El tema de la vida diaria con Shia es harina de parecido costal. Mis jornadas comienzan y terminan besando sus pies ya que es tan magnánima que me permite dormir a sus pies en su cama. Pero una cosa he que reconocer y es que tengo una vida mucho más distinta y excitante de lo que suele ser la de una mujer zolstiana normal. Con mi Ama he viajado por todo el planeta, he visitado los sitios más insólitos y he follado en las situaciones más absurdas. Lo malo es que, tal y como suele decirnos Kirika (una de sus confidentes élficas y una auténtica belleza), al final los viajes no los aprovechamos. Pondré un ejemplo: hace tres años visitamos la capital del imperio por unos asuntos que mi Ama tenía que supervisar. Montamos en un avión privado y pasamos las seis horas de viaje follando. Llegamos al hotel más lujoso de toda la ciudad, entramos en la suite imperial y seguimos follando durante tres días seguidos. Fuimos invitadas a ver la Ópera Imperial en uno de los palcos más exclusivos del recinto y pasamos toda la obra meneando el culo en furiosas embestidas. No puedo decir que fuesen unas vacaciones desagradables pero la altísima libido de mi Ama es complicada de asumir en ciertas situaciones. Aún recuerdo aquella semana en la que Shia decidió que hacía mucho tiempo que no la follaban bien e hizo uso de sus poderosísimas influencias. Al día siguiente se nos colaba en el dormitorio un pelotón entero de Lanceros Aerotransportados de Novorogodov. Cincuenta adonis de dos metros de alto, músculos de culturista, resistencia sin igual y unas pollas tan duras que habría podido grabar mi nombre en el cristal con ellas. Pasamos follando cinco días sin parar ni para dormir. Juro que jamás me he sentido tan usada como durante aquellos días, se encargaron a base de bien de llenarme como un pavo relleno de Navidad. 120 horas durante las cuales fui permanentemente penetrada por coño, culo y boca junto a mi ama que disfrutaba de idénticas atenciones. Me sentía como si cada agujero me lo estuviesen follando con un martillo neumático de tan vigorosas eran las embestidas. Luego nos tiramos un fin de semana entero sin salir de la cama vagueando y haciendo el tonto. No nos hizo falta levantarnos a comer. Recordad que la base nutricional de la dieta de una mujer zolstiana se basa en el semen así que imaginad lo satisfechas que estábamos.

Hablando de hacer el tonto: también me he convertido en escritora. Bajo seudónimo masculino, por supuesto. Ninguna mujer puede realizar una actividad laboral que no sea el servicio sexual a los hombres pero ser la mascota de alguien como Shia tiene sus ventajas. Hace unos años decidí enfocar mi juvenil pasión por la historia con la impresionante posibilidad de recabar relatos, anécdotas y confesiones tanto de mi Ama como de las demás elfas que conforman su comunidad por lo que en poco tiempo reuní una cantidad considerable de material de una fidelidad extrema. Material que he tenido que reunir a base de comidas de coño pues estas orejas puntiagudas insisten en hablar en élfico a no ser que la mascota de turno les esté lamiendo los bajos. Nada que me importe especialmente pues es un verdadero placer para mí recorrer con mi lengua toda esa variedad de coños argollados y bien depilados a cambio de recabar relatos a cada cual más interesante. Un par de arreglos de estilo y he podido publicar toda una serie de libros describiendo la vida de las esclavas zolstianas en el siglo XV y XVI con gran detalle. Para mi sorpresa, mis libros han resultado todo un éxito comercial y han despertado un interés renovado por como se usaba a las esclavas por aquellos años ya que mis detalladas descripciones sobre los cepos, las celdas de húmedas paredes o la abstinencia sexual como castigo resultan de lo más sugestivo para los lectores. ¿Queréis saber lo más divertido? Algunos críticos consideran mi obra de talante peligrosamente feminista al narrar todas las aventuras y desventuras desde el punto de vista femenino o que muchas de mis protagonistas eran mujeres libres antes de ser esclavizadas. Las dos novelas que dediqué a la princesa Clalaclan Phillias de Astoria, como guiaron a una horda rebelde contra el Imperio Zolstiano y como supuestamente ella y su séquito acabaron sus días atadas a un cepo en una casa de consuelo siendo folladas 16 horas al día fue catalogada como “una obra que rozaba peligrosamente la anarquía antiimperial”. Así que supuestamente también soy una peligrosa activista antisistema pro-derechos de las mujeres. Ironías del destino: Shia encuentra delicioso susurrarme en la oreja que soy una rebelde que propaga la discordia en el Imperio y lucha por la emancipación feminista mientras me tiene a cuatro patas en su cama, gimiendo como una loca y follándome el culo sin compasión. Quiero pensar que Clalaclan aprueba la visión que describí de ella pues su retrato sonriente cuelga en las paredes de nuestro dormitorio y nos observa copular salvajemente cada noche.

¿Algún inconveniente que tenga mi vida? Bueno, no puedo decir que eche de menos la libertad que sí poseen los hombres pues ninguna mujer zolstiana ha disfrutado de ella en los últimos 300 años. No puedo lamentar haber perdido lo que nunca he poseído. Quizás sí me entristece un poco el tema de los problemas derivados de convivir con Shia. El más evidente de ellos es que no envejezco. Tengo 34 años y sigo aparentando tener 18 recién cumplidos. He tenido que ir cortando progresivamente el contacto con mis padres y antiguas amistades pues empezaba a resultar evidente lo extraño de mi juventud. La última vez que hablé con mi amiga y antigua vecina Mari me contaba que estaba embarazada de su Amo y que en el prostíbulo donde trabajaba se había hecho muy popular aderezar el café de la sobremesa con la leche de sus tetas. Resultaba algo violento para ambas verla con sus tetas hinchadas y su vientre albergando vida mientras yo seguía aparentando un aspecto juvenil y casi adolescente. Así que poco a poco he ido dejando que familia y amistades se olviden de mí y ahora mi Ama es lo único que define mi vida actual. Tampoco necesito más.

Pues creo que eso es todo. Realmente el hecho de dar una conclusión a estos diarios que empecé a escribir cuando aún era virgen me ha supuesto un encantador ejercicio de nostalgia bien entendida. Puedo decir con una mano en el corazón y otra martilleando mi clítoris anillado que concluyo este diario sintiéndome satisfecha, realizada y feliz. Pienso que tengo una vida más interesante que la mujer zolstiana media y eso no es algo de lo que muchas puedan presumir ¿verdad?

Puedo oír la voz de Shia desde el otro cuarto. Me está indicando muy amablemente que sus hermosas tetas no van a chuparse solas y que cree recordar que tenía por ahí a una rubia de culo firme y con gafas que solía ocuparse de ello. Creo que será mejor que vaya para allá antes de que decida que le apetece más usar conmigo una fusta antes que su lengua. ¡Hasta siempre!


Pues eso ha sido todo. Creo que con esta serie he explorado ya suficientemente el mundo de Zolst y su particular sociedad donde todas las mujeres son educadas para ser esclavas sexuales desde niñas y donde se considera lo más normal del mundo. Habiendo cubierto 3 periodos temporales (pasado tardomedieval, presente y futuro lejano) no se ya donde podría explorar más. Ya había pensado en dejarlo la última vez pero la verdad es que los comentarios de los lectores me provocaron una tormenta de ideas realmente inesperada y que os agradezco de todo corazón. ¿Qué opináis? ¿Nos quedamos en Zolst o exploramos otras temáticas?