Diarios de Zolst 12 - Aceptación.

Donde Emily acepta ser la nueva mascota de la señora de la casa y secretos centenarios son revelados.

Como siempre, se recomienda encarecidamente leer los episodios anteriores pues estos relatos se continúan de manera directa y se hacen menciones constantes a personajes y eventos que se presentaron o sucedieron en partes previas. Y también como siempre, muchísimas gracias por vuestras opiniones tanto por acá en los comentarios como por corre, me son de gran ayuda a la hora de plasmar todo lo que tengo en mente.


Querido diario.

Hoy he tomado la que probablemente sea la decisión más importante que todas las que he tomado en mis años de vida. Tampoco descarto que sea la más importante que vaya a tomar de aquí hasta que me muera de vieja así que puedes imaginarte lo nerviosa que estaba. Será mejor que te describa un poco la situación completa porque la cascada de información ha sido brutal.

Aún me encuentro en las instalaciones secretas del Imperio Zolstiano en la provincia de Avery, instalaciones que conforman una pequeña reserva donde al parecer viven algunas de las últimas integrantes de la raza elfa que hace siglos rechazaban al Imperio y sus costumbres. Supuestamente dicha raza estaba extinguida según anunciaban todos nuestros libros de historia, pero no hacía muchos días había descubierto que mi instituto estaba dirigido por una exhuberante elfa de puntiagudas orejas y unas tetas que quitaban el hipo. Claro que estas elfas que vivían acá no dejaban de ser mujeres y como dictaban las leyes y las costumbres zolstianas las mujeres eran inferiores a los hombres y debían dedicar sus esfuerzos a satisfacerlos en todo, con especial atención para sus necesidades sexuales. Esto no era ninguna sorpresa para mí, Emily Simmons, chica vulgar de barrio cuyas únicas virtudes eran su afición a la historia y una lengua bastante hábil a la hora de chupar pollas. Tampoco era ninguna sorpresa pues tenía una madre que trabajaba seis horas al día en el burdel del barrio y yo misma estaba atendiendo diariamente clases de formación y educación sexual en la escuela como cualquier otra joven zolstiana que debe aprender a ser una buena puta y un miembro productivo de nuestra sociedad.

Lo que no me esperaba es que la directora de mi centro de formación pertenecía a una raza mítica supuestamente extinta. Ni que me iba a llevar de fin de semana a una casa donde convivía con otras elfas. Ni que iba a conocer a una existencia aun más insólita como era Shia, una mestiza entre elfa y humana que contaba cinco siglos de vida y que había vivido los acontecimientos más importantes en la formación de nuestra nación y nuestra sociedad moderna. Y desde luego, lo que jamás en el más loco de mis sueños habría imaginado es que Shia iba a proponerme el quedarme con ella de por vida como mascota y mostrarme las maravillas de su mundo olvidado.

Así que allí estaba yo, delante de Shia quien esperaba mi respuesta con evidente impaciencia aunque fingía indiferencia de manera bastante mala. Yo estaba hecha un manojo de nervios ante todo lo que podía venirse encima, pero quería salir de dudas antes de lanzarme a lo desconocido. Así que comencé mi tanda de cuestiones:

-          Shia, tengo un par de preguntas y no sé si vas a poder responderlas, pero necesito hacerlas para que no haya ninguna confusión.

-          Vale, dispara. – Más bien parecía ella la que quería dispararme, se paseaba por la sala como una tigresa encerrada o más bien como un tiburón rodeando a su presa. Carraspeé un poco antes de comenzar.

-          ¿Esto sería como un trabajo o hablaríamos de una dedicación absoluta?

-          No conozco ninguna perra que fiche por las mañanas cuando se levanta su amo. Mientras estés a mi lado exijo una dedicación completa. Si te portas bien puedo concederte una semana de vacaciones o dos al año, con condiciones.

-          ¿Qué condiciones?

-          Te acompañará una de las elfas de la casa, bien sea Kirika o cualquier otra. Tendrán una coartada impecable para acompañarte y no te molestarán si vas a ver a tu familia o a alguna amiga o familiar. Ella se asegurará que no hagas ninguna tontería como ponerte a hacer parapente o submarinismo en apnea. Para mí eres preciosa e irreemplazable, eso no admite discusión. Ah, y mientras no estés a mi lado tienes prohibido el sexo, especialmente con hombres. Soy magnánima pero no me gusta que me pongan los cuernos.

-          Me parece comprensible y justo, pero ambas sabemos que cualquier mujer zolstiana que pase una semana sin ser usada se volvería loca.

-          Así volverás a mí con más ganas de marcha. Como mucho te permito que te metas un vibrador. También puedes follar con tu acompañante élfica, esa no cuenta.

-          Espero no parecer una cerda materialista pero… ¿tendré algún tipo de sueldo?

-          Te puedo hacer sentir cerda de muchas maneras, pero materialista no es una de ellas. Todas nosotras tenemos una tarjeta de crédito imperial con fondos ilimitados, pero si te hace ilusión una nómina algo podremos pensar…

-          Me escama un poco eso de olvidarme de los hombres. Shia, no te voy a engañar: soy completamente bisexual, pero me gustan las pollas. Me gustan con locura. Me encanta sentirlas en mi boca y en mis agujeros entrando y saliendo sin clemencia. Me preocupa el ceñirme solo a ti y terminar decepcionándote porque no me sienta sexualmente satisfecha.

-          Sobre eso no puedo decirte nada aún, pero créeme que no lo vas a echar en falta. Te tengo que pedir que confíes en mí. Si algo me enseñó el Amo Valentin es que una relación de dominio y sumisión solo funciona si hay confianza y sinceridad entre ambos. Pienso honrar esa lección.

Pues eso era todo. Blanco o negro. Lo tomaba o lo dejaba. Bien, pues lo tenía muy claro.

-          Muy bien Shia. Acepto. Soy tuya, haz de mí tu voluntad y deseo.

Como aprendería con el paso de los meses y años, Shia era una persona que disfrutaba con las palabras, pero en ciertas ocasiones muy puntuales dejaba que sus actos e impulsos la manejasen. Esta fue una de esas raras ocasiones. Sin mediar palabra se abalanzó sobre mí y me plantó un ardiente morreo como pocos me han dado. Se entretuvo explorando el interior de mi boca y los contornos de mi lengua sus buenos treinta segundos antes de separarse de mí dejando un hilo de babas entre nuestras bocas. Saltaba a la vista la lujuria en sus ojos aunque logró controlarla y rápidamente sacó un móvil que marcó con ganas. Parecía poseída por una gran impaciencia. Tras dos toques exactos descolgaron su llamada.

-          ¿Kirika? Agarra esas ubres de vaca que tienes y vente corriendo a la casa, Emily ha dicho que se queda. Trae todo el papeleo necesario, quiero que esté cerrado lo antes posible. Maldita sea, como tardes más de cinco minutos te voy a colgar seis ladrillos de cada piercing. Si tienes que sacarte el dildo del culo para poder correr tienes mi permiso.

Amenazas infundadas pues en menos de dos minutos la elfa que había conocido como la respetable directora de la escuela Santa Margarita hacía acto de presencia en el salón. Como era la costumbre entre las mujeres que residían allí vestía un impecable traje de criada con una minifalda mínima y unos tacones que solo podía clasificar como acrobáticos. Efectivamente debía haber retirado de su culo el monstruoso vibrador que parecía ser la norma allá pues se movía de manera bastante menos envarada de como la había visto esta mañana. Venía cargada con unas carpetas, un ordenador portátil y un par de teléfonos móviles y únicamente se detuvo para sonreírme y felicitarme por mi decisión antes de ocupar por completo una mesa cercana y empezar a efectuar trámites legales con una eficiencia totalmente desconocida para mí. En menos de cinco minutos habíamos rellenado los papeles que me certificaban como propiedad de Shia, todos en un tipo de documento plagado con rimbombantes sellos de ALTO SECRETO en sus esquinas. Después rellenamos los papeles que darían forma a mi coartada explicando que pasaba a trabajar como alta funcionaria del Imperio en una remota pero importantísima base militar a medio planeta de distancia. Incluso describían mis quehaceres diarios repartidos al 50% entre la administración burocrática y el alivio sexual de los científicos y tropa allá destinados. Todo rápidamente firmado por mi parte, para alivio de ambas orejas puntiagudas allí presentes. A continuación, llamó directamente a mis padres presentándose como la directora de mi escuela y explicándoles la grandísima oportunidad que el Imperio Zolstiano le estaba dando a su hija y lo muy orgullosos que tenían que estar de ella. Me pasó el teléfono y estuve hablando un rato con ellos diciéndoles que en un par de meses volvería a por algunas cosas pero que no se preocupasen porque todo me iba a ir genial. Mi madre estaba que no cabía en sí de alegría viendo que su hija llegaría más lejos de lo que había llegado ella chupando pollas en el burdel. Mi padre parecía un poco menos contento, quizás porque lamentaba no poder cumplir estas navidades el viejo sueño masculino de follarse a una madre y a una hija consecutivamente. Bueno, estoy segura de que si eso era lo que le preocupaba no tardaría mucho en encontrar otro par de agujeros dispuestos sin mucho esfuerzo. Mi querida amiga Mari y su madre, por ejemplo.

Después de colgar aún me encontraba anonadada por los acontecimientos. En escasos 30 minutos había dejado de ser propiedad de todo el género masculino para meterme de cabeza en toda aquella trama mitológica de la que aún no sabía ni la mitad. Kirika cerró de manera profesional el portátil y se levantó recogiendo la multitud de papeles desperdigados por la mesa.

-          Ya está todo hecho. El papeleo será aprobado sin falta mañana a primera hora y lo único que podría impedir el traspaso de propiedades sería el expreso deseo del Emperador quien probablemente nos envíe un mensaje mañana felicitándonos por el feliz suceso. Informaré a todas mis hermanas de la noticia y no descarto que durante las próximas semanas esta casa esté más bulliciosa de lo habitual. ¿Puedo servirle en alguna otra cosa más, señorita?

-          Dos cosas. La primera: que todas esas orejas largas se sujeten. Emily no va a ir a ningún lado durante mínimo tres meses y vamos a hacernos muy íntimas así que necesitaremos un tiempo para nosotras. Y segunda: ve preparando la mazmorra porque dentro de un par de horas la necesitaremos.

-          Respecto a mis hermanas la información se les hará llegar raudamente. Me he tomado la libertad de tener la mazmorra ya preparada por lo que si desean usarla de inmediato pueden hacerlo. De no ser así, la mantendré a punto hasta que decidan pasarse por allá.

Y sin más dilación terminó de recoger las cosas y se marchó dejándonos a las dos solas. Shia me abrazó y cogiéndome de las manos me indicó que nos sentáramos en aquel sofá donde nos habíamos conocido. No sabía aún como debía comportarme como mascota así que permanecí en silencio un rato más bien incómodo hasta que al final ambas empezamos a reír. Fue Shia la que rompió el hielo finalmente.

-          Bueno Emily ¿qué crees que viene a continuación?

-          Por la cara que tenías antes me parece que voy a pasar un par de horas con la cabeza entre tus piernas, aunque estoy abierta a todo tipo de sugerencias. Me preocupa un poco eso que has comentado antes sobre la mazmorra, pero no creo que sea buena idea empezar con remilgos desde el minuto uno.

-          Eso ya vendrá, no te preocupes. Ahora voy a explicarte cosas que no podía contarte antes por tema de secreto de estado pues es mi deseo que me conozcas y el por qué eres tan importante para mí.

-          Eso sería un buen comienzo, sí. Sigo sin tener ni idea de lo que hago acá ni de donde ha salido todo este tinglado.

-          Iremos un poco sobre la marcha así que disculpa si todo parece un desbarajuste de información atropellada. ¿Por dónde podría empezar? Por ejemplo ¿qué es lo que sabes de los poderes mágicos de la raza elfa?

-          Pues muy poquito, apenas lo que sale en los libros de historia. Supuestamente eran capaces de convocar grandes portentos de la naturaleza, pero la habilidad de conducir todas esas energías mágicas se pierde cuando se les imponen los piercings de esclavitud en las orejas. Piercings que además les provocan un estado de celo permanente. Que yo sepa únicamente conservan su eterna juventud y longevidad, como bien nos muestran Kirika o Altina aquí presentes.

-          Pero eso es en el caso de los elfos de sangre pura. Sin embargo, yo soy una medio elfa medio humana. Ahora ya puedo ser sincera porque no te vas a ir de la lengua: yo sí conservo ciertos poderes mágicos que los piercings no han anulado… aunque también he de confesar que no los controlo mucho. Simplemente pasan, sin más.

-          ¿Y esa es la razón por la que vives aquí en secreto mantenida por el Imperio?

-          Más o menos. Uno de los poderes que tengo es que el sexo conmigo tiene propiedades geriátricas. En otras palabras: si me follo a un humano éste envejece de manera más lenta. Eso es un verdadero comodín para la Familia Imperial ya que en caso de que la descendencia muera por accidente yo puedo alargar la vida del actual Emperador hasta que engendre un nuevo heredero sano. He tenido que hacerlo ya un par de veces y por eso me tienen entre algodones.

-          ¿Y cómo es que nunca se ha sabido nada? Caray, eso que me cuentas es algo importantísimo a nivel histórico y político.

-          ¿Qué crees que queda mejor en tus libros de historia? ¿Una cita sobre el gran sentido de Estado del Emperador de turno? ¿O una foto mía sonriendo con pegotes de semen en la cara mientras narran como las guerras dinásticas de 1739 se evitaron gracias a lo bien que chupo pollas canosas? Créeme cuando te digo que si pudieran quitarme de en medio lo harían. Tienen muestras mías de sangre, de médula, de cabello, de tejidos, de saliva… y no son capaces de repetir un mestizaje como el mío. Han intentado clonarme varias veces y lo único que consiguen son niñas humanas respondonas. Así que esa es la razón principal por la que todo esto está tan oculto y protegido.

-          Madre mía, Shia, eso es increíble, un poder maravilloso. ¿Cómo averiguaste algo así?

-          ¿Sabes el cuadro que te enseñé donde salimos el Amo, mis hermanas y yo? En ese momento la más joven era yo y ya había cumplido los 80. En aquel siglo la gente que llegaba a 60 años se consideraba afortunada. Mi amo murió con 168 años y porque el amor que sentía por mí hacía que no quisiera verme acostándome con un anciano como era él ya.

-          ¿Algún otro poder increíble más del que tenga que estar avisada?

-          Mierdecitas que apenas puedo controlar: el pelo no me crece más de lo que lo llevo, pero si me lo corto a las 12 horas vuelve a su largo original. Me pasa lo mismo con los piercings o tatuajes: si me quitase uno de los aretes de los pezones al día siguiente ya no tendría agujero. Los tatuajes simplemente se me borran. Y luego está el tema que te hace tan importante y preciosa para mí, Emily.

-          Llegamos al quid de la cuestión, entonces.

-          En ocasiones, he llegado a sincronizar mis sentidos con las de mi pareja durante el coito. Yo siento lo que ella y ella siente lo que yo, lo que significa que ambas disfrutamos el doble. Es algo realmente increíble, adictivo y que no puede experimentarse de otra manera. Como te decía, es algo que no controlo, sino que simplemente ocurre. Las personas con las que he conseguido sincronizarme son extremadamente raras, una entre cien millones como mucho. Tú, Emily, eres la primera persona con la que consigo sincronizar en casi 300 años. Solo eso ya te convierte en algo precioso para mí y, por extensión, para toda la comunidad élfica que quedamos vivas. El que además seas una chica guapa, simpática, inteligente y amante del sexo simplemente te hace perfecta. Quiero que sepas que seré tu Ama, pero eres lo más importante para mí en estos momentos. Quien ose ponerte un dedo encima sin mi consentimiento y el tuyo tendrá que enfrentarse a la ira del Emperador Zolstiano y te aseguro que es terrible.

-          Espera… ¿Dices que podemos sincronizarnos mentalmente? ¿Eso significa que cuando me estaban follando ayer con medio cuerpo en otra habitación eras tú la que me estaba usando? Aquello fue de locos, el último tercio perdí completamente el control.

-          ¡Pues claro que lo perdiste! ¡Si hasta te orinaste encima del gusto que llevabas y me hiciste orinar a mí! No te exagero, hacía siglos que no disfrutaba tanto y orgasmaba tantas veces. Como información: de igual manera que se me curan rápido las perforaciones soy incapaz de mantener el esfínter anal dilatado. Jamás he podido disfrutar del placer de una buena enculada. Sin embargo sincronicé contigo y disfruté como no disfrutaba desde que era una niña inexperta y mis hermanas me enseñaban en la cama. Me dejaste seca, pequeña golosa.

-          Y yo llorando en el otro lado porque pensaba que como no notaba eyaculación no era lo bastante buena y no te había satisfecho. Un momento… si ambas somos mujeres ¿Cómo demonios estuviste follándome tantas horas? Aquello que noté no era un dildo de plástico, de eso estoy segura.

Shia me miró con ojos pícaros. Se notaba que se estaba divirtiendo a lo grande con mis sucesivos estados de confusión. Se removió un poco en el sofá mientras recorría con su mano sus bronceadas piernas.

-          ¿De verdad quieres saberlo, Emily? ¿Aquí y ahora?

-          Demonios ¡sí! Se supone que soy tu mascota y tu esclava sexual, hace veinte horas que nadie me folla y no haces más que verteme encima misterio de locos tras misterio de locos. Y me encanta, pero ahora me gustaría algo más simple en mi vida. Las cosas eran más sencillas cuando mi única preocupación era que el compañero al que se la iba a chupar esa mañana se hubiese duchado antes de ir a clase.

Sin dejar de mirarme Shia se bajó las exquisitas bragas de encaje que llevaba, las tiró al fondo de la habitación y se levantó colocándose enfrente mía. Con suavidad, comenzó a frotar su pequeño clítoris con movimientos circulares. Tenía su coñito a escasos dos palmos de la cara y exhalaba un olor delicioso que me estaba haciendo la boca agua. En escasos segundos y para mi completa sorpresa su clítoris empezó a aumentar de tamaño, a crecer de manera insólita y totalmente antinatural. En menos de un minuto había alcanzado un tamaño más que impresionante y un grosor muy generoso. Aquello se alzaba erecto delante de mi atónita cara. Con voz entrecortada, Shia comenzó a explicarme:

-          Esto sí lo puedo controlar un poco mejor. Puedo aumentar el tamaño de mi clítoris a voluntad para convertirlo en un apéndice más que apto para follarme cualquier agujero. No tiene glande ni puede eyacular porque no poseo testículos que puedan generar semen, pero si es por eso no te preocupes que no nos va a faltar. Con esto pasé ayer dieciséis horas jodiéndote coño y culo mientras ambas nos corríamos como gatas en celo. ¿Qué te parece?

-          Shia, eres lo más bello que he visto en toda mi vida. Realmente eres única en este mundo y pensar que soy tuya me llena de felicidad. Así que solo queda la pregunta pertinente: ¿sus órdenes… Ama?

-          Pues estoy pensando en que ya que estamos así las dos me podías hacer una buena limpieza de bajos con esa lengua tan juguetona que tienes. Coño y culo al completo, si eres tan amable. Luego puede que te folle un par de veces, así como preliminares. Y luego, bajaremos a la mazmorra. Contigo hay mucho trabajo por delante.

-          ¿Me vas a disciplinar antes siquiera de haberte puesto la lengua encima? No me desagradan la fusta o los electrodos, pero hasta a mí me parece un poco prematuro.

-          Que va, yo solo te azotaré cuando te lo merezcas o cuando me plazca. Lo que hay que hacer es adecentarte un poco ya que pareces lo que eras: una esclava prostituta en prácticas. Nos desharemos de esos horribles piercings en los pezones y buscaremos algo más bonito, quizás unidos por una cadena dorada. Te anillaré también el clítoris, queda estupendo para enganchar ahí una cadena y sacarte de paseo sin que te duermas en los laureles. En la cara interior de tu muslo derecho tenemos que tatuar el emblema de armas de Valentin Kronor: un libro rodeado por una cadena la mar de sensual. Para que cada vez que te abras de piernas sea evidente a quién perteneces. Y pienso ponerte en el pubis un tatuaje de esclavitud como los que se ponían en mi época: justo encima del útero y bien cargados de anticonceptivos y afrodisíacos. Vas a experimentar en tus propias carnes lo que era el celo eterno que sentíamos todas en el siglo XV. No descarto ponerte otro justo encima del culo para inducirte idéntico furor sexual también por detrás ¿Qué tal te parece?

-          Shia, eso no se pregunta. El Ama ordena y la esclava obedece ya que es un ser inferior a su servicio. Lo que pueda pensar o desear no tiene importancia. Si te llega a escuchar Valentin Kronor ahora mismo estarías de rodillas y recibiendo azotes en ese culito que estoy deseando empezar a comerme.

-          Llevas razón, el Amo Kronor siempre me tuvo un poco consentida. Así que te contestaré con esa inmortal frase que desde tiempos del emperador Justino IV lleva definiendo las relaciones entre amos y esclavas en nuestro bienamado imperio y que él mismo pronunciaría durante la noche tras la conquista de la hoy provincia de Garmentil. ¿Sabes que frase es esa?

-          Ahí sí que me has pillado, Shia. Mi horquilla de conocimientos empieza en el siglo XIV y Justino es del IX.

-          La frase es “a callar y a chupar, puta”, lógicamente. ¿Qué otra cosa hemos hecho las mujeres zolstianas en toda nuestra historia?

Y eso fue lo que hice, con gran deleite y mientras un charco de mi propio flujo vaginal comenzaba a formarse entre mis piernas.


Pues el próximo capítulo es el final. Espero tardar menos en acabarlo que este y meter alguna escena sorprendente y sugestiva.