Diarios de Zolst 05 - Visita escolar al prostíbulo
Emily nos describe la visita que han hecho en su clase a uno de los prostíbulos de la ciudad para ir conociendo su probable destino futuro.
Como siempre, se recomienda encarecidamente leer los episodios anteriores pues estos relatos se continúan de manera directa y se hacen menciones constantes a personajes y eventos que se presentaron o sucedieron en partes previas. Como siempre, muchísimas gracias por vuestras opiniones y comentarios. Son de gran ayuda para progresar la historia sin volverme loco del todo.
Querido diario:
Estamos ya casi a finales de año y hoy hemos tenido un evento bastante inusual dentro de nuestro currículum educativo así que te lo voy a contar. Acabo de llegar a casa y hace un frío terrible, estoy aún tiritando. Recuerda que vivimos en la ciudad de Reinford, provincia de Kronn y en todo el norte del Imperio Zolstiano. En diciembre es muy fácil estar bajo cero todo el día y ponerse en dobles dígitos de noches. Imagina lo que es pasear por las calles donde la nieve empieza a acumularse con un abrigo por encima pero las piernas y la cintura completamente desnudas a excepción del calzado, los agujeros al aire y como única fuente de calor un vibrador insertado en el coño. Según nuestro tutor, esta carencia de ropa es para que no nos entretengamos haciendo el tonto por el camino y volvamos directas desde clase a casa. Nada sutil, por otra parte.
Bueno, ya me he cambiado, me he puesto cómoda y estoy entrando en calor gracias a que mi escritorio está al lado del radiador y también gracias a los efectos de los dos vibradores que tengo funcionando en coño y culo. Benditas bragas de estar por casa recomendadas por la escuela, el único inconveniente que les encuentro es que me tengo que sentar sobre una toalla para no dejar empapada la silla. Una cosa es que a papá le encante que su hija haya salido estudiosa y otra muy distinta no ganar para muebles de oficina.
Como te contaba al principio, hoy hemos tenido un evento algo distinto de lo habitual, cosa
que se agradece bastante pues las clases estaban siendo ya un poco monótonas. De hecho, últimamente me resulta mucho más entretenido e instructivo las horas extra en el club de S&M que las clases en sí. Cierto es que
las alumnas inscritas en el club de S&M gozamos de
bastante ventaja al tener Amos de tercer curso que nos adelantan cosas pero aun así
los profesores normales podrían estirarse un poco con los temarios. Te acepto que mi cometido principal en la vida va a ser abrirme de piernas, pero algo tendré que hacer entre follada y follada ¿verdad? Y aclaro una cosa: recalco mucho lo de que las inscritas en el club “gozamos”.
La semana pasada mi Amo Peter ha comenzado a iniciarme en la restricción de orgasmos y estoy haciendo cosas que no creía posibles ni en el más salvaje de mis sueños húmedos.
Aquella que diga que jamás sería capaz de soportar el ser paseada completamente desnuda por un parque a las seis de la tarde, a cuatro patas y orinando como un perro en un árbol… que se espere a sufrir una semana con mucho sexo y ningún orgasmo. Hasta ladrará y dará la patita si es necesario. Puedo dar fe de ello.
Pero me estoy yendo por las ramas. Hoy tenía que contarte lo que hemos hecho y ha sido nada más y nada menos que una excursión a un centro de trabajo
para que podamos observar en qué consiste el día a día de una jornada normal de un ciudadano zolstiano
.
Tenemos varias excursiones de este tipo preparadas para este año pero como tampoco andamos sobrados de tiempo han decidido comenzar por la más importante. Hablando sin rodeos: como en la sociedad zolstiana todas las mujeres trabajan en lo mismo, hemos ido a visitar el centro de trabajo femenino estándar en todo el Imperio. Por supuesto, lo que hemos visitado es un prostíbulo o como se llamaban antiguamente, una Casa de Placer.
En concreto hemos visitado el local más cercano a nuestra escuela, un antiguo y prestigioso establecimiento llamado El Edén, situado a escasas tres manzanas de mi casa.
Se ha notado que era una visita algo fuera de lo común pues en vez de acompañarnos algún profesor normal quien nos ha acompañado ha sido el señor Viktor Stronheim, nuestro fornido, rotundo e intimidante profesor de educación física que tantos temblores en el clítoris despierta en mi amiga Mari. Nos ha avisado antes de salir que, por una rara coincidencia, nos iba a guiar por las instalaciones el propio señor Klov: el director del centro y al parecer un miembro muy importante y respetado de nuestra comunidad. Don Viktor no se ha andado con chiquitas y ha amenazado
con aplastar los huevos o tronchar las tetas al imprudente que se atreviese a soltar una impertinencia o una grosería al señor Klov y lo hemos creído a pies juntillas.
A las 11 de la mañana y después de un breve pero muy frío paseo (¡especialmente para nosotras!), los treinta alumnos de primero nos encontrábamos en la entrada de servicio de El Edén, en una de sus fachadas laterales. La planta del edificio era inconfundible ya que establecimientos como este pueden encontrarse por doquier en todos los confines del Imperio. Pueden ser más llamativos, grandiosos o humildes, pero el inconfundible emblema de
l círculo de rosas que identificaba a los establecimientos de placer era tan inconfundible como el de la cruz roja para los centros de salud o el trazo blanco sobre fondo rojo de prohibido el paso.
En escasos minutos salió a recibirnos el mencionado señor Klov, quien era un caballero ya mayor y cuyas sienes empezaban a lucir alguna canas. El profesor Stronheim nos lo presentó indicando que
era uno de los funcionarios del Estado más prestigiosos y de mayores conocimientos y experiencia de todo el continente. La verdad, a mí me causó la impresión de ser un señor amable y afable, muy capaz de mantener organizado un negocio y con la suficiente mano izquierda para sortear inconvenientes tanto con la Administración General como con los parroquianos.
Hablaba con voz suave, pero no le hacía falta levantarla para que todos pudiésemos escucharlo claramente.
Al ser temprano el señor Klov nos comentó que eran las horas donde el local estaba más vacío, lo que nos permitiría echar una buena ojeada a las instalaciones sin molestar. El recinto
principal
nada más entrar no era muy distinto a lo que podríamos encontrar en cualquier discoteca o bar de copas.
Una barra circular se situaba en su zona central y en ese momento dos señoritas servían y cobraban bebidas a los escasos clientes que trataban de entrar en calor. En los alrededores había multitud de grupos de sillones y sofás formando reservados de distintos tamaños donde también algunas chicas charlaban
o
revisaban sus teléfonos móviles.
En las paredes había instalados algunos televisores de gran tamaño, la mayoría de ellos ahora apagados.
Obviamente todas las mujeres iban desnudas y lucían sus reglamentarios piercings en pezones y clítoris así como sus llamativos tatuajes de esclavitud en el pubis.
El señor Klov nos explicó que
donde nos encontrábamos
era la zona más común y frecuentada.
Cualquier ciudadano podía pasar, buscar algún asiento libre y solicitar alguna chica para follársela allí mismo o que le realizara una buena mamada mientras disfrutaba de una cerveza y veía jugar a su equipo preferido. Se pretendía crear un entorno amigable donde acudir todos los días, verse con los amigos, tomar algo después de un día de trabajo y disfrutar de alivio sexual todo en uno.
Únicamente se cobraban las bebidas y no se podía solicitar para ser usadas las chicas que en ese momento estuviesen en la barra. Con bastante guasa remarcó que cualquier chica inútil podía abrirse de piernas pero había pocas con la habilidad suficiente para preparar un buen Dry Martini sin pringarlo con la aceituna. Una manera poco sutil de animarnos a esforzarnos en nuestros años de estudio.
A
bandonamos esa zona por uno de los pasillos laterales y pasamos por un ala
recorrida por pasillos que se asemejaban a los de un hotel. Cada escasos pasos había una puerta que comunicaba a una habitación en apariencia idéntica a la de al lado. Todas las habitaciones contaban con una cama de matrimonio, un sofá y un cuarto de baño adjunto. El señor Klov nos explicó que a pesar de lo instaurado que estaba el sexo en nuestra sociedad había muchos hombres que se sentían algo intimidados a la hora de follarse a una esclava delante de medio barrio incluyendo probablemente más de un compañero de trabajo o familiar. Esa gente, o aquellos que preferían tomarse las cosas con más calma, eran asiduos clientes de aquellas habitaciones tipo hotel. Se reservaban previamente por teléfono o aplicación de móvil indicando la hora de llegada, de salida y
la chica deseada dentro de las que estarán de turno ese día. El importe cobrado, que siempre es muy bajo al estar subvencionado por el Estado, normalmente se destinaba al mantenimiento del local y mejora de las instalaciones. Nos contó la pequeña anécdota de que contaba tantos años de veteranía en aquel establecimiento porque habían cesado al anterior director por desviar dichos importes a su cuenta personal. Se había visto convertido en director con apenas un mes de prácticas como administrativo del Estado y había salido adelante gracias a la ayuda de una de las esclavas que ayudaba en la contabilidad al ahora exdirector. Con los años, aquella esclava voluntariosa se convirtió en su esposa y tras el matrimonio había solicitado su traslado a otro burdel para que no hubiese sospechas de favoritismos. Tal era la integridad de aquel caballero a la hora de gestionar las pasiones humanas.
L
a zona más al fondo del edificio contiguo contenía también habitaciones pero estaban tematizadas por lo que podíamos encontrar habitaciones que se asemejaban a baños públicos, consultas médicas con una camilla de examen, clases con sus pupitres y pizarras o, lo que sin duda era más demandado, gabinetes de sadomaso bien equipados. Pasamos por delante de una sala que acababa de usarse y pude ver a la esclava que acababa su servicio aplicándose un poco de crema analgésica por los pechos enrojecidos por palmetazos recientes. Una de mis compañeras preguntó si había muchas dificultades para
cubrir las guardias de aquella sección ya que lógicamente ninguna esclava querría ser asignada a una zona de práctica de S&M. El señor Klov se rió con educación antes de comentar que se notaba que aún éramos alumnas de primero. Por sorprendente que pudiese parecernos, había
muchas esclavas que encontraban placer mientras recibían castigos y era una de sus prácticas preferidas pues aspiraban a realizarse personalmente mediante el continuo perfeccionamiento de sus habilidades y actitudes. Señaló además que algunas de nosotras parecíamos haber mostrado ya interés por ese camino y, para mi consternación, creo que se refería a mí porque estaba visible y evidentemente mojada después de ver los completos equipamientos de los que disponían para uso diario. No eran tan exahustivos como los de la escuela, pero el simple pensamiento de encontrarme allí atada en una de sus cruces de San Andrés y a disposición de cualquiera que pasara por enfrente me había puesto a cien en un instante.
Por último el señor Klov nos llevó por unas escaleras a una zona dos pisos más arriba, que parecía ocupar todo el último piso. Mientras subíamos nos comentó que esa zona era un reservado que se alquilaba para eventos especiales como cumpleaños, fiestas privadas, banquetes o convenciones. Dado que era aún horario de mañana el recinto estaba alquilado a un conocido bufete de abogados de la región, quienes estaban celebrando por todo lo alto un complicado juicio que acababan de ganar. Obviamente los servicios de las esclavas eran gratuitos pero habían entregado una generosa donación por no ser molestados y por contar con las mejores mujeres posibles así que tendríamos ocasión de echar una ojeada a través de los espejos falsos de una galería lateral pero siempre en completo silencio y sin escándalos. Fuimos pasando en grupos de seis y siete casi de puntillas ya que aunque ellos no pudiesen vernos el sonido podía ser muy traicionero. El recinto en sí no difería mucho de la primera zona visitada aunque obviamente las calidades eran mejores y supuse que las bebidas serían más caras. Desde luego, las esclavas que eran visibles eran las más impresionantes y habilidosas que se habían visto hasta el momento. Desde jovencitas que no tendrían más allá de 21 o 22 años recién terminada la escuela y que restregaban sus culos en la entrepierna de los machos a rotundas mujeres capaces de tragarse una polla detrás de otra sin esfuerzo. Ellos desde luego se estaban empleando a fondo porque se follaban con energía y sin miramientos a todo lo que se ponía a tiro. Destacaba entre todo aquel atletismo sexual una zona elevada parecida a un escenario, sin duda pensada para realizar espectáculos de striptease. Allí estaban tres machos usando a una esclava por sus tres agujeros de manera simultánea. No estaban muy lejos pero con la fuerza de los movimientos al principio pude distinguir pocos detalles: los más que respetables tamaños de las pollas de los amos, el generoso busto de la esclava que se bamboleaba con las embestidas y el microbikini de hilo dental que llevaba puesto. No es que le dificultase nada a la hora de las penetraciones pero al parecer tenía otra función algo más morbosa. El amo que la estaba follando por el culo se corrió con un audible rugido y acto seguido sacó su polla del interior de la esclava, se retiró con cuidado el condón que llevaba puesto y que ahora contenía una buena cantidad de semen, lo anudó de manera que no se saliese y por último lo colgó de una de las tiras del bikini que rodeaba la cintura de la esclava. Ésta ya llevaba tres preservativos colgados en la cadera izquierda y dos en la derecha por lo que supuse que era una especie de competición entre esclavas para ver cuál era capaz de satisfacer a más amos. Para mi sorpresa infinita el amo que se estaba follando su boca se apartó y pude ver claramente el rostro de tan habilidosa esclava ¡Era mi propia madre! Yo sabía que mamá estaba muy bien considerada en el barrio pero jamás se me habría ocurrido visualizarla allí, como el alma de la fiesta, devorando machos de tres en tres sin pausa y además gozando como la magnífica perra que es. No pude ver mucho más de su servicio porque el que estaba usando su boca intercambió puestos con el de atrás y se puso a encularla mientras el que acababa de correrse le daba la espalda y se inclinada un poco para que mi madre le devolviese el favor proporcionándole una estupenda comida de ojete. Mi amiga Mari también pudo captar el momento y me susurró que tenía motivos para estar orgullosa de ella. También me pareció que el señor Klov había notado nuestra agitación pues me miró fijamente y pareció reconocer nuestro parecido. Media hora más tarde, cuando nos estábamos despidiendo ya, el director del burdel me dijo en voz bajita que aún le faltaban unos años para jubilarse por lo que si completaba mis estudios y quería seguir los pasos de mi mamá, en El Edén tenía las puertas abiertas. Me hizo muchísima ilusión, la verdad.
Y eso ha sido todo lo de hoy. Son las siete de la tarde y sigue haciendo un frío terrible. Mamá ha llegado hace un rato y lógicamente está muy cansada porque se ha tirado follando sin parar desde las 10 hasta las 18 así que se va a dar una ducha y va a acostarse. Pero date cuenta de lo mucho que me quiere que me ha traído un par de preservativos bien llenos de semen recién extraído para la cena. Mamá es una gran puta, pero también es un amor.
Mañana tenemos el debate para ver qué es lo que va a hacer nuestra clase para el próximo festival cultural así que ya te contaré. ¡Hasta luego!