Diarios de Juliana (3) El amor

Juliana pasa los días y sigue descubriendo nuevos placeres en su habitación antes del encuentro pactado con su novio.

Los días que vinieron fueron algo extraños. Ramiro pasaba con su novia y de vez en cuando me lanzaba una mirada que yo no podía mantener, inmediatamente miraba a otro lado, pero juro que podía sentir su sonrisa burlona. Mi novio, Juan, esperaba con ansias el viernes y no paraba de hablarme de eso. Que ya había comprado un vino, que ya tenía la música, que si las velas olían a cereza o a no sé qué.

No pude esconder lo ocurrido a Luciana, aunque me ahorré un par de detalles para mi. No paraba de felicitarme diciendo que mi primo estaba buenísimo y que se moría de la envidia.

Realmente sentía algo de culpa cuando estaba con Juan, pero cada vez que llegaba a casa empezaba primero a reventarme la cabeza pensando en que lo había engañado y que no iba a tener mi primera vez con él, pero enseguida me excitaba y, claro, no podía evitar darme un toquecito recordando lo ocurrido.

Los jueves mis tíos solían salir solos, antes dejaban una niñera, pero ya estando grandes nos dejaban solos. A mi lo mismo me daba, y de hecho prefería las noches en que nos dejaban absolutamente solos. Pero esa semana un pensamiento me giraba en la mente y me hacía agitar la respiración; como solían volver tarde, mis primos aprovechaban para salir y regresar también tarde. Ya a Ramiro no le ponían problema por sus salidas nocturnas, por lo que le daba lo mismo salir cualquier día y mejor aprovechaba para traer a su novia y hacerla aullar de placer en su cuarto contiguo al mío. Pero sin que se hubiera dicho nada yo guardaba la esperanza de que Ramiro decidiera pasar una noche con su nuevo placer prohibido y que Iván se fuera a cualquier sitio dejando la casa toda para nosotros.

El jueves regresé a casa llena de expectativa, con la esperanza de revivir los momentos vividos el Lunes. Cerré la puerta de mi cuarto con llave y me dispuse a cambiarme. En mi cama encontré un paquete que me aceleró el corazón.

Deja la llave de tu cuarto en el mostrador, ponte todo lo que hay en el paquete y espera así a la noche, cuando mis padres se hayan ido.

Ramiro

El corazón reventó en mi pecho y una mano se deslizó por sí sola hacia abajo y empezó a acariciarme. Pocos segundos después me detuve y revisé la tarjeta. ¿Esperar así a la noche? quería que lo hiciera ya mismo. Tomé la llave de mi cuarto y obediente la dejé en el mostrador de la cocina. Volví corriendo a mi cuarto y me desnudé pensando en lo que se venía. Abrí el paquete excitada y desnuda. Primero un conjunto de lencería negro, un hilo negro que apenas me cubría y un sostén de encaje preciosos. Me los puse mirándome al espejo. Arreglandome como el quería, su perrita preparándose para la noche.

Un par de esposas, o algo parecido, no eran metálicas, sino de cuero, se abrochaban en cada muñeca como un cinturón, con una tela de peluche que evitaba que se me lastimaran las manos. Podía ponerme cada una y luego por medio de una cadena unirlas. Un collar como de perro que me hizo sentir un corrientazo eléctrico en todo el cuerpo, venía con un dije decorativo en forma de hueso que decía “perrita” me lo puse inmediatamente y me admiré en el espejo. Enseguida me maquillé lo mejor que pude y continué con el paquete preguntándome si ya Ramiro tendría en su poder la llave de mi cuarto. Finalmente un tapaojos también negro que me colgué en el cuello. Al final una nota nueva.

Póntelo todo, las manos a la espalda, con tu cara pegada al colchón y la colita bien parada, y ahí te quedas sin importar qué, perrita.

Miré la hora en el reloj, aún faltaban horas para que mis tíos salieran. me miré al espejo y me admiré unos minutos. Parecía una chica de los tantos videos que yo veía. La tanga apenas me tapaba y el sostén parecía que fuera a reventar. Me excitaba estar haciendo esto por él y esperar por horas como él me decía solo porque él lo decía. Asumí la posición, me miré al espejo una última vez  y como pude abroche mis manos en mi espalda. Las horas pasaban lento y mi calentura no paraba, quería que ya fuera de noche, pero por el tapa ojos no podía decir que hora era. Mi teléfono sonó un par de veces. No lo contesté. Finalmente mis tíos se despidieron en la entrada y empecé a vibrar de expectación.

Escuché una puerta abrirse, era la del cuarto de Ramiro, esperé y nada sucedió; me pregunté si estaba buscando excitarme haciéndome esperar. Después escuché voces que se acercaban. Era su novia. En medio de mi desconcierto me planteé si ella había llegado de imprevisto, o si era Ramiro quién me llamaba al teléfono a cancelar.

Escuché la puerta cerrarse y el inicio de un ritual que yo conocía bien. Jadeos luego los resortes del colchón y luego sus gemidos que normalmente eran música para mis oídos y para mis fantasías, pero que en este momento me desconcertaban. Quizá Ramiro quería que yo los escuchara así, o que cuando se marchara tenía pensado venir, sabiendo que iba a estar caliente y mojada para él después de escucharlo follarse a su novia. Incluso creí detectar que esta vez lo hacían más fuerte que siempre. Oía cada grito suyo y cada una de sus penetraciones. Imaginaba a su novia siendo follada salvajemente. Y sabía que mientras Ramiro lo hacía, tenía muy presente que yo estaba en el cuarto de al lado, esposada, con los ojos tapados y totalmente ofrecida. Me tenía en su poder y eso lo excitaba, y me excitaba a mí, decidí quedarme así quieta, escuchando y excitandome con él.

Entonces mi puerta se abrió y yo dí un salto de sorpresa. La había dejado con llave. ¿Alguien más tenía la llave? Como reflejo alcé la cabeza e intenté liberarme de mis esposas, sin tener la menor idea de que ocurría en la entrada de mi cuarto.

Escuché la puerta cerrarse y un “shh” que me indicaba guardar silencio, pero yo tenía la cabeza bloqueada. De fondo, la novia de Ramiro pedía más y más, y Ramiro le cumplía con creces. Los gritos de su chica podrían reventar los vidrios. Sentí el aliento en la nuca y pronto unas manos en mis pechos, como reflejo me moví para zafarme de ellos, pero ante la insistencia me quedé quieta, casi paralizada, sin saber qué hacer.

-Hace rato quería tenerte así, primita.

De mi garganta salió un gritico de sorpresa, sabiendo que la voz era la de Iván. Mi cuerpo se tensó en todos lados y sus manos seguían explorando por encima de mi lencería nueva.

-No puedes hacer mucho ruido, o se dan cuenta los de al lado.

No respondí, de ninguna manera. Sentí como empujaba mi cabeza hacía abajo, dejándome en mi posición inicial. Pasó sus manos por mi espalda mientras yo reaccionaba de todas las maneras al tiempo, intentaba quitarme, y al mismo tiempo que me tocará más, intentaba huir y al tiempo recibirle. Pasó sus manos por encima de mi tanga y me alejé de su contacto. En ese momento no tenía mente, hacía cualquier cosa por reflejo, sin pensarlo, todavía no asimilaba lo que estaba pasando, no podía conectar un pensamiento con el siguiente. Y los aullidos de al lado llegaban a mis oídos haciendo más difícil la tarea de pensar. Sus manos se posaron en mis caderas y me obligaron a volver a mi posición. Sus manos entraron en mi sostén y sacaron mis tetas dejándolas colgando.

-Hace rato no las veía, han crecido mucho. -dijo su suspiro en mi oído. Si no tuviera el tapa ojos puesto, Iván hubiera visto mis ojos desorbitados sin entender mucho.

Su aliento fue pasando por toda mi espalda hasta llegar a mi conchita, sentí sus dedos apartando el tanga y su boca empezó a chupar. Un gemido escapó de mi boca e inmediatamente puse mi cara hacia el colchón intentando calmarlo.

Su lengua empezó a entrar en mi y yo a moverme rítmicamente mientras el desconcierto y el placer se unían en una sola nube indescifrable. Escuché mi móvil y un nuevo electronazo me recorrió el cuerpo.

Iván se salió de mi, el móvil dejó de sonar, con sus manos giró mi cabeza y empezó a recorrerme con sus dedos y sentí un contacto en mi oreja.

-

¿Hola? … ¿Hola?... ¿Juliana?

  • Se escuchaba la voz de Juan al otro lado. Un nuevo resoplido de sorpresa salió de mi boca.

-

¿Si, Hola? ¿Juliana?

-Si… Hola

-

¿Hola? ¿Juliana?

-

Si, si … -Solté de mi garganta, aunque no parecían palabras que yo quisiera pronunciar, solo salían, mecánicamente.

-

¿Me oyes? ¿Estás bien?

-Si, hola amor. Perdona, estaba, esto...  concentrada en otra cosa.

Iván fue un paso más allá y la punta de su dedo entró en mí obligándome a arquear mi espalda para evitar el gemido inminente.

-

Estaba preocupado, no me contestaste en todo el día.

-Si, claro, ya. Es que, pues, hacía la tarea. Y… y tenía el móvil en silencio.

El dedo de Iván exploró aún más adentro mío, el móvil se retiró de mi oreja y escuché la voz de Juan en altavoz.

-

Ah. Vale. No hay problema. ¿Estás en eso ahora?

Sentí el contacto de la boca de Iván en mi clítoris mientras su dedo se revolcaba en mis adentros.

-Si amor, en eso estoy.

-Si, mejor, así estás sin preocupaciones mañana.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, un nudo en la garganta me impidió decir más, pero al mismo tiempo me excitaba el contacto de Iván, que no cesaba y cada vez subía más de velocidad. Mis caderas empezaron a moverse como si me estuvieran follando, buscando más de la mano de Iván que me exploraba a conciencia mientras se recreaba probando mi conchita.

-Jeje, Si, claro. Por eso estoy así. Adelantó lo del Lunes.

-

Se te oye a bajo volúmen.

-Emm. Ah. Si. Es. Que están dormidos todos.

Después de llegar a una velocidad que me hacía casi imposible no gemir, todo contacto de Iván se detuvo. Sus manos, al tiempo que hablaba con Juan se posaron en mis caderas, sentí lo que iba a hacer.

-

Ah vale, te dejo estudiar

-

Si, eso. Gracias. Te quiero Juan.

La punta de su pene se puso entre mis labios vaginales y yo instintivamente paré mas la cola, facilitando su entrada.

-

Juli… esto… Te amo.

Iván, casi con malicia apretó y el pene empezó a entrar en mí. Enterré mi cara en el colchón soltando un gemido que no pude reprimir.

-Yo a ti Juan. También te amo.

Dije al tiempo que el pene de Iván entrada por completo.

Solté mi cabeza y me fui dejando hacer por Iván, justo al lado del teléfono móvil.

Iván me folló con ganas, excitado y yo alcancé a recibir un orgasmo que pude expresar en un suspiro largo y sostenido, en vez de los gritos que quería sacar de mi garganta.

-¿Te proteges primita?

-No.

Sentí como su líquido cayó en mi espalda. momentos después su pene entró en contacto con mis labios y yo abrí la boca y pasé mi lengua por su cabeza, empecé a chupar su pene flácido. Me excitaba cada vez más. Iván liberó mis manos, una se fue a su pene, para ayudar a la chupada que le hacía y la otra a mi conchita emparamada.

Pensaba en Ramiro, que aún hacía gemir a su novia; pensaba en Iván a quién le chupaba el pene en ese momento. Pensaba en mí, que estaba más excitada que nunca en mi vida y pensaba en Juan, con quien nos habíamos dicho “Te amo” por primera vez hacía minutos.

El pene de Iván volvió a su erección y me acostó de espaldas. Lo abracé con pasión mientras entraba de nuevo y volvía a bombearme, arrancando un par de orgasmos más.

Los gemidos de la otra habitación cesaron e Iván salió de mi cuarto, cerrando con llave, sin decirme más palabras que “Estás deliciosa”

Me quité el tapa ojos y me miré al espejo. Tenía la ropa desacomodada, el maquillaje corrido, parecía una puta recién follada.

Me desnudé, me quité el maquillaje y me acosté a dormir.

Sus caricias me despertaron.

-¿Lo gozaste?

Ramiro me miraba fijo y sonriente mientras pasaba sus dedos por mi usada conchita.

-Si…