Diarios de Juliana (2) tarde en casa.

Juliana llega a desahogarse con furia. Pero no se esperaba esa sorpresa.

Llegué corriendo a mi casa, cerré la puerta de entrada y me lancé con ganas a mi cuarto. Caí en la cama ya con las piernas abiertas y me faltó poco para arrancarme mis pantys. Mandé mi mano debajo de mi blusa, justo como Juan lo había hecho más temprano y empecé a repasar mis labios vaginales intentando imitar la torpeza con la que Juan me había tocado. Fueron solo segundos y de pronto estaba ahí, en la banca del colegio y Juan me tocaba mis senos y mi conchita mientras yo gemía y movía mis caderas respondiendo a sus caricias. Sonaba la campana y yo intentaba irme, pero Juan me tomaba con fuerza, me decía que no y me recostaba en la banca. “Tenemos que irnos” le dije con vocecita débil, pero el dominante Juan se negaba, me decía que no me iba a ningun lado, me arrancaba mis pantys y comenzaba a penetrarme con un dedo, no, con dos dedos. Y me desnudaba. No, no le importaba desnudarme. Solo usarme mientras me acariciaba los pechos, no, me acariciaba las tetas; no, me apretaba las tetas, o mejor aún, me pellizcaba los pezones. Se me acercaba al oído y me decía que me amaba. No, me decía perra. No, me preguntaba si era su putita y yo le decía que si mientras seguía con su penetración manual. Yo le rogaba que metiera su pene, no, su verga bien adentro, que me hiciera el amor. No, que me follara como putita.

Entonces abrí los ojos. No paré de masturbarme al ver sus zapatos, o su pantalón, o su camisa, paré cuando vi la sonrisa de Ramiro y sus ojos clavados en mi. En mi afán por apagar mi fuego no había cerrado la puerta de mi cuarto y le había mostrado a Ramiro perfectamente como me follaba furiosa con mis dedos.

Pegué un grito y me cubrí con la primera manta que encontré. Ramiro no se movía ni un centímetro, lo sé porque miraba sus zapatos, era incapaz de mirar su cara.

-Sigue.

-¿Qué?

-Que sigas o le cuento a mis padres y no creo que les guste mucho lo que estabas haciendo.

-Lo niego.

-También tengo capturas de tu historial, pervertida. Ponte de pie o se los muestro.

Sabía, en el fondo sabía muy bien que a mis tíos no les importaría conocer de mis vicios, y a mi tampoco me mataría que lo supieran. Pero era Ramiro después de todo. Los gemidos que le sacaba a su novia de noche en noche me habían servido como material para mis propias fantasías. Era parte de mi cada vez que me masturbaba.

Me puse de pie.

-Quítate la blusa.

Me quité la blusa despacio y mirando al piso.

-El sostén también.

Hice lo propio y tape mis pechos con mis brazos. Ramiro se quedó unos segundos en silencio.

-Abajo los brazos, quiero verte las tetas.

Bajé los brazos dejándolo admirar mis tetas. Años atrás Iván, su hermano menor, las había visto en pleno desarrollo. Ahora Ramiro, el hermano mayor, las miraba en todo su esplendor después de haberme visto masturbandome con furia.

-Hermosas. Vale, ahora la falda, ya vi que no llevas ropa interior, primita pervertida.

Las últimas palabras me recorrieron toda la columna mientras me quitaba la falda dejando que Ramiro me viera desnuda. Mi mirada seguía en sus zapatos.

-Mirame.

Lo hice.

-Vale, estás bastante tímida comparada a la pornografía que ves. Relajémonos un poco - agregó mientras se sentaba en mi cama -Quiero que te acuestes y abras las piernas bastante sin tapar nada, quiero verte toda.

Hice caso mirando hacia el costado opuesto a donde se había sentado.

-Tocate un poco, a ver si así te relajas.

Empecé a pasar mis dedos por mis labios, todavía mojados y palpitantes, siempre mirando a otro lado.

-Mirame.

Solo pude mantener la mirada en sus ojos unos segundos, después pasé a mirar sus labios, como forma de evitar el contacto directo mientras seguía tocandome.

-¿Quién es Juan? Ya sabes, por el que gritabas.

-Mi novio

-¿Tienes novio?

-Si

-No lo has traído a casa.

-No.

-Empieza a meterte un dedo, suavecito. ¿Ya te ha follado?

-No

-¿Te ha tocado?

-Si

-Hazlo un poco más rápido, Julianita. Cuéntame cómo te tocó

-Hoy fue la primera vez, en el recreo, estábamos solos y me tocó los senos y la conchita

-Muéstrame cómo lo hizo.

Me agarré un seno con una mano mientras que saqué el dedo con el que me follaba y lo pasé entre mis labios. No aguanté más y solté un gemido que sacó una sonrisa de Ramiro.

-Metete de nuevo el dedo. ¿Por qué no te folló ahí mismo?

-Sonó la campana, y dijo que quería que yo estuviera cómoda.

-Que tierno -dijo con sarcasmo -Metelo más rápido. ¿Eres virgen?

-Si.

-¿Y te masturbas mucho pensando en tu novio?

-Es la primera vez.

-¿Que te masturbas o pensando en tu novio?

-Pensando en mi novio.

-Metete otro dedito primita. ¿Entonces te masturbas mucho?

-Si!

-¿Qué tanto?

-Una vez al día, por lo menos.

-Esa es mi pervertida! date más duro primita, quiero oirte gemir.

Empecé a gemir mientras me masturbaba con dos dedos. y pude de nuevo mirarlo a los ojos con lujuria.

-¿En qué piensas cuando te masturbas?

-En el porno, y…

-¿Y que más, primita?

-En ti

Eso lo sorprendió un poco, pero luego regresó a su sonrisa.

-¿En mi?

-Si, en ti, por como te follas a tu novia.

-¿Y qué imaginas?

-Que soy yo a la que follas.

-Quieres follar conmigo entonces.

-Si

-¿Quieres que te quite la virginidad?

-Si

-Ruégame que te folle, dime que serás mi perrita.

-Seré tu perrita Ramiro, siempre, por favor, follame.

Me quitó la mano y se lanzó a chuparme haciendo gritar de placer. Mientras lo hacía se quitaba su pantalón. Se detuvo y se quitó su camisa quedando desnudo ante mi. Me agarró del pelo y me puso a su lado, me besó, haciéndome probar mis propios jugos. Se puso de pie frente a mi.

-Chupalo.

Tomé entre mis manos su pene grande, grueso y erecto. Imitando las porno que veía me lo metí a la boca y lo miré a los ojos mientras bajaba y subía mi boca por su tronco.

-Masturbate mientras lo haces.

Así hice. Ramiro me tomaba de la nuca con suavidad y apretaba con su otra manos mis senos.

-Así primita, que buena perrita eres. Quien iba a saber que eras así de perrita. Dale Juli, lo haces muy bien.

Cuando tuvo suficiente me empujó de los hombros dejandome acostada. Se ubicó encima mío y el miedo me recorrió el cuerpo, instintivamente intenté cerrar las piernas, pero Ramiro estaba entre ellas, apuntando a mi entrada con su pene.

-No tengas miedo. No va a doler.

Entro suave y con tacto. Sentí cada centímetro suyo recorriendo mis inexplorados adentros. Tenía razón, no dolía. Llegó entonces a mi barrera. Tomó mi rostro en sus manos y me miró a los ojos.

-Te quiero primita.

Acto seguido empujó y me quitó mi virginidad. Me dió un beso en la mejilla mientras yo me recuperaba del choque eléctrico. Apenas dolió un poco. Ramiro empezó a moverse lentamente y cada vez más rápido. Ya me tenía gimiendo de nuevo al poco tiempo y moviendo mis caderas instintivamente buscando que llegara más adentro mío.

Siguió bombeando con fuerza haciendome gritar de placer.

-Si Ramiro, dame, folláme, hazme tu perra. Soy tu prima perra, dame duro.

Al poco tiempo el primer orgasmo me sacudió haciendo que me agarrara de Ramiro buscando auxilio a la oleada de placer. Ramiro entonces salió de mi y me puso en cuatro para de nuevo meterlo con fuerza.

-¿esto es lo que querías?

-Si

-Querías que te follara

-Si

-Estabas celosa de mi novia

-Si, mucho

-¿Te gusta ser una perrita follada?

Si, me encanta.

De pronto me soltó una nalgada que me hizo dar un saltito. Me agarró de las caderas con fuerza y siguió follandome cada vez más fuerte. El dolor se perdía entre el placer. Mis gemidos salían solos de mi boca y mi cuerpo ya estaba entregado, moviéndose solo buscando que le follaran más y más a fondo. Así recibí el segundo orgasmo y en seguida un empujón que me hizo quedar de nuevo acostada. Ramiro agarró mis senos y puso su pene entre ellos, empezó a follarme las tetas. Yo las sostuve para él mientras chupaba la punta que entraba y salía de mis tetas. Él me tomó de la cabeza para guiar mis movimientos mientras yo bajé una mano para masturbarme. El la reemplazó para seguir con la rusa hasta que logramos llegar al unísono. El sostuvo mi cabeza indicandome que no escupiera. Tenía un sabor salado y una textura arenosa en la lengua; no era gustoso, pero tampoco insoportable. Lo fui tragando sintiendo como bajaba por mi garganta. Ramiro me dio un beso en la cabeza antes de que yo quedara dormida.