Diario (Parte 7)

Fue pestañear y ya había pasado un mes desde la ‘’pelea’’ que tuve con las chicas, con lo de chicas me refiero a Belén y Merche, todo iba fenomenal en todo este tiempo que ha pasado desde mi llegada.

Fue pestañear y ya había pasado un mes desde la ‘’pelea’’ que tuve con las chicas, con lo de chicas me refiero a Belén y Merche, todo iba fenomenal en todo este tiempo que ha pasado desde mi llegada. He descubierto muchas cosas referente a la fijación que tienen conmigo desde que las conocí, también sé muchas cosas sobre ellas, secretos en lo que estoy involucrado pero que para nada estaba enterado, Patricia era todo un pendiente para mí, Nerea sacó bastante armas seductoras…

Digamos que me puse el sombrero de Sherlock Holmes para investigar a las susodichas, cada vez que me acercaba mas lío había en mi cabeza, lo primero que descubrí es que yo conocía a Patricia desde mucho antes de la escena sexual en el baño. Me quedé a cuadros cuando lo descubrí pero primero iremos por partes.

Un domingo en plan relax tirado en la cama sin hacer nada tocándome los cataplines entró tía Carmen para pedirme un favor, no me mosqueé mas bien me alegré de hacer algo por la patria, como se dice. Patricia tenía un problema con el grifo del cuarto de baño, goteaba o no se que historia que me contó casi sin enterarme, como pude subí hasta la casa de Patricia acompañado de Nerea que tenía una cara bastante sonriente para mi gusto. Bueno pues nada mas entrar me encontré con Patricia acompañada de Merche, Belén, pero no solo eso es que además estaban vestidas con lencería muy provocativa. Mi amigo el de abajo se puso en pie de guerra, un vistazo de arriba abajo y pum, mas dura que una piedra.

Como pude me templé todo lo que pude para hacer el trabajillo que me habían encomendado, ellas al principio cuando vieron mi primera impresión se rieron por lo bajo, creo que puse una carita de cabreo y Patricia saltó rauda y veloz;

Patricia: Perdón por abrirte así pero es que son los nuevos productos de una gran marca con la que trabajo, espero que no te sientas incomodo… -dijo al ver mi cara.

Yo por toda contestación hice una risa irónica y caminé hasta el cuarto de baño al que Patricia me guiaba moviendo, eso si, su precioso culo adornado por un tanga color negro. Al explicarme lo que ocurría no pude apartar mi vista de sus curvas, está endiabladamente guapa, pensaba cada vez que ella se colocaba bien su precioso pelo rubio tras la oreja. Solo con mirarla era pura lujuria descontrolada, creo que si se pusiera un hábito de monja estaría igual de buena que desnudita esperándome en la cama.

Ella no era tonta y sabía lo buena que está con solo mirarse en el espejo, con esto no quiero decir que fuese una creída ni nada por el estilo, si tenia que sacarse partido para que le dejasen un vestidito mas barato lo hacía sin inmutarse, sabía jugar sus cartas perfectamente. Otra cosa sería que se acostase para ganar algo a cambio, con algún jefe de publicidad para sacar un contrato, mas dinero por el trabajo o simplemente para ser su modelo favorita. No la veía haciendo eso por lo poco que la conocía en ese tiempo, no me la imaginaba en plan trepadora por un contrato, ya se sabe que hay muchas que lo son y que además lo disfrutan haciendo.

No voy a ser hipócrita respecto a ese tema en concreto, si lo hace un tío es un crack que sabe jugar sus cartas muy bien, otra cosa es cuando lo hace una mujer, apaga y vamonos, lo mas bonito que le dirían es puta como mínimo. Por desgracia así son las cosas en este mundo podrido por la envidia que se tienen unas personas a otras, increíblemente casi siempre son las chicas las que tiran la primera piedra en ese aspecto, no quiero parecer machista pero es que es así.

Durante todo el tiempo que estuve arreglando el grifo las chicas no paraban de pasar por si necesitaba algo en todo momento, rezaba para que no estuvieran tan pendientes de mi ya que cada vez que venía mas cachondo me ponía. Media hora me llevó dejar todo perfecto, era una tontería lo que le pasaba al grifo, estaba un poco suelto así que lo apreté. Empecé a pensar que fueron ellas a propósito las que habían aflojado la historia, no es muy normal que me recibieran con esos conjuntos la mar de ‘’tapaditos’’ sabiendo que yo subía en ese momento para arreglar el baño, ahí fue cuando empecé a desconfiar de todas y cada una de ellas.

Al terminar mi trabajo me encontré otra estampita tipo película erótica ochentena, todas y cada una de las chicas vestían simplemente un tanguita dejando sus pechos al aire, al aire según se mire por que no se de donde aparecieron cuatro chicos que se estaban esmerando en lamer los pechos de cada una de ellas con bastante ahínco. Con toda la frialdad posible miré a cada una de las parejas con cara de pocos amigos que, por otra parte, ellas vieron perfectamente que no me hizo ni media gracia la escena. ¿Celos? Posiblemente si, pero también sentí que aquello era una falta de respeto hacia mi persona, si queréis haceros una orgia la hacéis cuando yo me haya ido por la puerta ya que no me apetece ver como folláis.

No se lo dije por respeto, cada uno en su casa hace lo que le da la gana y yo no soy nadie para aconsejarle nada a nadie, no soy el típico ‘’vendo consejos que para mi no tengo’’.

Yo: Ya está arreglado…. –dije.

Patricia: mmm… gra.. gracias… allí tienes el dinero… aahh.. –respondió a la vez que gemía por el trabajito que le estaban haciendo en sus pechos.

Por toda contestación reí irónicamente mientras me largaba de esa casa que se había convertido en puro vicio. Al ver Patricia que no había cogido el dinero se levantó dejando a su amiguito con dos pares de narices y se acercó por detrás a mi, casi como una orden intentó darme el dinero cosa que yo volví a rechazar con la misma mala leche que ella puso al decirme otra vez lo del dinero. Cerrando la puerta me fui de vuelta a casa para despejarme e intentar bajarme la erección que se escondí en mis pantalones, eso parecía una tienda de campaña xxl por lo menos. Casi al instante bajaron tres de ellas la mar de serias, ninguna de ellas era Patricia, me pillaron justo cuando me tumbé en mi cama para relajarme las partes bajas, como Pedro por su casa entraron sin llamar siquiera, eso me hinchó aún mas los cojones.

Yo: ¿Que narices hacéis aquí si se puede saber? –dije muy serio levantandome de la cama.

Nerea: Eres un irrespetuoso de pantalones, no le debes cerrar la puerta en las narices a nadie y mas si es mayor que tú… te exijo que vallas a disculparte.

Yo: ¿Me exiges? ¿Tu a mi? –solté una gran carcajada- Y después os lavo el coño de las babas que os dejen vuestros amiguitos….

Entró por la puerta ti Carmen después de escuchar a su hija gritar, en ningún momento yo le devolví el grito a Nerea, no iba a caer en su juego de haber quien grita mas, si tu o yo.

Carmen: ¿Que está pasando aquí? –gritó enfadada.

Nerea le explicó a su modo lo que había pasado, en ese momento la creí tonta de remate, chica ¿no sabes que le puedo contar a tu madre lo que estabais haciendo en ese momento?, lo pensé pero no dije nada, no soy un chivato. Acabé por tener que subir y disculparme con la pobre Patricia, supongo que tal vez si que fui un poco borde pero joder, ellas eran las que tenían montada una película x en mi presencia.

Al llegar toqué el timbre dos veces hasta que me abrió Patricia que por suerte para mí se había puesto una batita color negra encima, tampoco sé como pasó pero al subir vi que las chicas me seguían y de repente habían desaparecido como por arte me magia. Acepté la invitación de Patricia para entrar en su casa, en ningún momento vi en su cara ningún síntoma de cabreo o de estar dolida conmigo, por como puso la situación Nerea creí que la vería por lo menos con mala leche. Pues no, me encontré con una Patricia sonriente que además me invitó a un refresco cuando nos sentamos en el sillón para conversar, me pareció raro pero tal vez es que la chica era así, ¿no?.

Yo: Quería pedirte disculpas por como me porté antes… me comporté como un idiota así que te doy mis mas sinceras disculpas –no sé ni cómo pude decir toda la frase sin ahogarme, estaba nervioso, esa mujer me pone muy nervioso.

Patricia: No te preocupes Lucas, de verdad, no tenías que haber visto lo que estaba pasando antes, tal vez tengas preguntas sobre lo que viste, si quieres te las responderé con toda la verdad que pueda. Es cierto que a lo mejor no lo veas normal en tu caso, pero… -la corté.

Yo: Cada uno hace lo que le da la gana con su vida y su cuerpo, no soy nadie para decirte si está bien o mal, es tu vida no la mía. Igual con las otras tres, son sus vidas y yo no me voy a meter. Cada una folla con quien le sale del coño. Perdón por ser tan claro pero es así.

Patricia: No hay nada que perdonar, pero si es verdad que me tendría que haber esperado a que te hayas ido para seguir con lo nuestro… realmente espero que me perdones. –dijo muy seria.

Yo: Da igual todo está olvidad –sonreí- bueno yo ya me voy, hasta luego Patricia. –levantándome.

Patricia: Ahora se me aceptaras el dinero ¿no? –entregándome el billete.

Yo: No, prefiero que me invites a un café algún día. –sonreí viendo su cara de sorpresa- ya nos veremos Patricia, ciao.

Patricia: ¿Prefieres esto? –dijo haciéndome dar la vuelta.

Me dí la vuelta y lo que me encontré hizo que mis ojos casi se salieran de su sitio disparados, se había quitado la bata quedándose totalmente desnuda, como su madre la trajo al mundo. Me volvió loco ver su figura desnuda sin ningún tipo de tela que la tapase aunque sea un poco de su piel, preciosa era lo mas leve que se le podía decir a semejante mujer, tiene que ser un delito tener ese cuerpo tan perfecto.

Yo: Q.. que.. –fue lo único que pude decir al verla.

Patricia: Ven… -dijo alzando su mano para que me agarrara a ella.

No se como pude ni siquiera pensar en irme cuando la vi desnuda sorprendiéndome, pero como se dice; la carne es débil y mi cuerpo no hizo caso a mi cabeza pero si a la otra que, por, otra parte, estaba mas dura que el mismo hierro. Sabía que si me dejaba llevar por sus encantos prohibidos sería malo y a la vez muy bueno, bueno por que iba a disfrutar de esa preciosidad y malo por que acostarme con la hija de los mejores amigos de mis tíos me llevaría a grandes problemas si alguien se llegase a enterar.

La cosa es que mientras mi mente hacía toda esa reflexión yo ya estaba tumbado en la cama de Patricia con ella besándome con nuestras lenguas luchando a vida o muerte, nuestros sexos se restregaban con fuerza, mis manos abarcaban sus pechos apretando sus pezones duros. Cogiendo de su cintura estrechita posé su espalda en el colchón, besé todo su cuerpo desde el cuello pasando por sus pechos hasta que llegué al sexo húmedo tirándome a lamer con furia. Lamí como si fuera un helado poniendo mucha atención en el clítoris hinchado, mordí levemente sacándole gemidos bastantes altos, cada gemido me volvían loco de excitación que me costaba controlar cada vez mas.

Patricia no paraba de gozar con cada lametón que le daba. Cuándo vi que estaba lista para llegar a su primer orgasmo le metí un dedo haciendo que gritara aún mas, enseguida metí dos dedos mas. Lamí a la vez que la seguía penetrando con mis dos dedos, sus piernas se tensaron apretando mi cuello con dureza, las agarré para no morir asfixiado por ellas. Su cuerpo convulsionaba de forma terrible asustándome incluso, terminó por desplomarse en la cama semi inconsciente por el trabajito que la había echo minutos antes.

Tardó en reponerse del orgasmo al que había llegado haciéndola disfrutar como una niña pequeña, mientras se reponía la besé los labios y la cara dulcemente. Me sonrió cuando volvió en sí y yo me levanté desabrochándome los vaqueros, al llegar a mis tobillos Patricia se levantó rápido con cara de interrogación;

Patricia: ¿Que se supone que estas haciendo? –dijo mirándome de arriba abajo.

Yo: Está bastante claro –señalando mi pene- esto no se a acabado todavía.

Pues lo que sucedió después no lo habría imaginado en la vida, Patricia con toda la tranquilidad del mundo se levantó de la cama lentamente, se arrodilló frente a mi sexo que deseaba entrar en su boquita. En ningún momento tocó mi pene, cogió los pantalones y subiéndolos me los colocó perfectamente en su sitio, sus labio rozaron los míos y cuando se despegó dijo;

Patricia: Ya sabes donde esta la puerta –dijo con cara de felicidad- gracias por el trabajito. –finalizó con un guiño de ojo.

Mi cara era para verla, si quieres llevarte bien con un tío mejor no lo dejes con el calentón encima, pues ella lo había echo sin importarle lo mas mínimo. Con toda la cara de cabreo cogí la puerta y me fui, no la insulté sólo la eché una mirada de cabreo largándome de su casa. Bajando las escalera no se por que pero empecé a reír pensando;

¡VENGANZA!