Diario (Parte 10 Final)

Por fin las cosas claras...

Tuve que desistir de la ‘’venganza’’ que tenía planeada, era una mierda de plan y al final siempre acababa follando con alguna de las victimas. Por suerte no me voy a dedicar a planear venganzas ni nada por el estilo, no tendría el mínimo futuro en ese ‘’campo’’. Al final siempre caía en sus trampas una y otra vez, no eran ellas las que caían, era yo con mi estupidez y por supuesto por gustarme tanto el sexo y, a su vez, las mujeres.

Ellas sabían como era en todos los sentidos, decían justo la palabra que yo necesitaba escuchar para caer una y otra y otra vez en sus garras. Al final va a ser verdad que las chicas si que tienen un sexto sentido que nosotros nunca tendremos, por mas que lo soñemos jamás les llegaremos a la suela de sus zapatos, nunca.

¿Cómo he llegado a esta conclusión?, fácil, decidí zanjar todo y fui a hablar con Patricia, si los tenía de corbata, no era para menos… la tía ha hecho conmigo lo que le ha dado la gana. Creo que desde el principio ha hecho todo lo que le ha dado la gana, además que todo le ha salido de maravilla. Pronto se iba a acabar toda esta historia.

Tras estar toda la tarde follando como bestias con Nerea y Belén nos fuimos a casa dejando a la segunda durmiendo como un bebé, subimos a un taxi y directo a casita los dos juntitos, Nerea de lo mas cariñosa dándome de vez en cuando un piquito o una caricia. Por supuesto que no me disgustó ninguna caricia de ella, creo que me gustó sentirme querido por ella. Siempre que he estado con alguna chica era follar y adiós, tanto por la chica como por mi. Jamás me he quedado con alguna en plan caricias ni historias, Belén si, pero no de esa forma en la que lo hacía Nerea. Con esto no quiero decir que estuviese enamorada de mi ni yo de ella, solo que se sentía bien estar así de ‘’románticos’’.

En el ascensor nuestras manos estaban entrelazadas, su cabecita en mi pecho, quien nos viera pensaría que éramos una pareja de enamorados. Al llegar nos despedimos con un besito sin que nadie nos viera, estaba cansada y quería dormir, yo iba por el mismo camino. Con la sesión que nos habíamos dado no era para menos, me dejaron seco y sin exagerar.

Por suerte no había rastro de Carmen por ningún lado, lo que menos necesitaba para poder sobrevivir era tenerla cerca con sus roces e insinuaciones. Que no es por que no quisiera, si no porque no podía, toda rojita y ‘’muerta’’ o eso es lo que parecía. Tuve que echarme pomadita y todo… cosa que nunca he hecho… y mira que con Belén en nuestros mejores tiempos éramos como conejos desatados.

No se a que hora me acabé dejando llevar por los brazos de Morfeo, solo desperté tumbado de mala manera  en la cama y con dolor de cuello. Como dolía el jodido cuello de las narices, solo con moverlo unos centímetros a la derecha aullé de dolor. Al entrar en la cocina para hacerme el desayuno me encontré con toda la familia reunida al completo, nada de las ‘’locas’’, mis tíos, mi primo Fer y Nerea. A la ultima cuando la miré tenía carita de niña buena y terminó por guiñarme un ojito, la odié, teníamos que disimular lo máximos posible, no quería que nadie se enterara de que me follé a mi primastra, ¿se dice así?

Se me notó el dolor de cuello que tenía desde que me levanté, todos se preocuparon al verme buscando algo para que se me calmase el dolor. Entre unos y otros me terminaron obligando a ir al médico, tuve que hacerles caso si no me mataban allí mismo por negarme. Me organizaron la mañana y yo sin rechistar mirando como un imbécil de un lado a otro, y lo gracioso es que tenía que mover el cuerpo entero para que no me doliera el cuello.  Primero iría al ambulatorio, me dejarían de camino a la escuela ya que pillaba de camino, después, como me dijo tío Jacinto, tenía que llevar mi culo a casa y descansar para que se me quitara el dolor.

Hice todo a rajatabla exceptuando que pasé por la farmacia para comprar el remedio que me mandó una doctora bastante guapa, por cierto, morenita con pelo rizado. En la farmacia también me encontré con una mujer entrada en carnes y además mas pintada que una puerta, tendría por lo menos veinte kilos de maquillaje, por lo menos….

Al llegar a casa me tomé la patilla y decidí darme una ducha con agua caliente, suele funcionar para los dolores musculares… a mí me sirvió por suerte. Me dormí profundamente aunque me costó un poquito relajarme del todo. No sé cuanto tiempo pasó hasta que me desperté al sentir a alguien acostarse a lado mío debajo de las sabanas y pegarse a mi como una lapa, incluso sus piernas se entrelazaron con las mías. Con sus brazos rodeaba mi cintura con poca fuerza, sus pechos se clavaban en mi espalda notándolos erectos, y sus labios se posaban en mi cuello dándome pequeños besitos en el cuello.

Carmen: ¿Estas mejor? –dándome un beso mas.

Yo: Eso creo… veremos cuando comience a moverme –dije dándome la vuelta para quedar cara con cara.

Nos sonreímos como tontos sin decir nada;

Yo: Ahora me vas a decir como supiste lo del coche… ¿no? –pregunté.

Carmen: Era bastante obvio –rió- la cara de Merche era un poema pero a ti no se te notaba tanto, la verdad es que vi en tus labios una sonrisa malévola –volvió a reír.

Me acerqué a sus labios y la besé con un leve piquito, con un poco de miedo esperé hasta que ella me diera carta blanca y dejar salir todo mi ‘’ímpetu’’;

Carmen: Solo un piquito, me extraña de ti que solo me des un beso tan casto –me miró con cara traviesa-  ¿y si nos dejamos de tonterías?

Estuvimos un rato besándonos con furia, su lengua sabía a menta y piña muy dulce, besaba de maravilla. Se sentó a horcajadas sobre mi frotándose con la ropa aún puesta, bajó hasta mi entrepierna para quitarme la parte de abajo del pijama y comenzó una mamada de escándalo. Lamía como toda una experta mamadora, la mejor mamada de la historia… por supuesto que no aguanté nada en correrme como un loco. Ella por su parte se tragó toda mi leche y subió de nuevo a besarme, no me dio asco en ningún momento, al revé, creo que tragué yo también un poco de mi semen. Quise levantarme para hacerle un poco de sexo oral mientras me volvía a poner duro;

Carmen: No, ven… vamos a la ducha. –dijo cogiendo de mi mano y llevándome a su cuarto.

Nos levantamos y la seguí hasta el cuarto de baño que tenía ella en su habitación, tenía el jacuzzi preparado con espuma y agua caliente. Primero entró ella tras despojarse de toda su ropa. No me sorprendió el cuerpazo que se gasta Carmen con su edad, decir que tenía un cuerpazo era quedarse corto, muy, muy corto. Lo que mas me gustó fueron sus preciosos pechos con la aureola clarita, pezones gorditos, y un volumen perfecto para sus curvas. Una colita que no tenía nada que envidiar a su pecho, culazo, culazo que me hacía la boca agua.

Al estar los dos rodeados de la espuma y el agua cálida comenzamos de nuevo a besarnos, mis manos abarcaban su culo, masajeada un rato y subía mis manos a sus pechos. Dejé de besarla para por primera vez lamer uno de sus pezones, los besé y mordí sin llegar a hacerle daño, se pusieron duros con las primeras caricias y soltó algunos gemidos leves. Su mano se apoderó de mi pene y con agilidad se lo clavó, no se movió ni un ápice, mi pene apretado en su sexo deseando que comenzara a subir y bajar ese precioso coño..

Después de suplicarle con la mirada durante un rato empezó a moverse lentamente pero a la vez poderosamente, sus gemidos eran cada vez mas altos, los míos también se hacían notar. Era una experta, no tardé en correrme. Era como si fuera mi primera vez con una mujer, me corrí increíblemente rápido para mi vergüenza.

Carmen no se enfadó en lo más mínimo, al contrario, me volvió a besar la boca, me sumergí bajo el agua para comenzar a darle sexo oral. Era difícil, tenía que aguantar la respiración, ella para facilitarme las cosas se sentó en el borde del jacuzzi y abrió las piernas de par en par. Durante un rato lamí su bultito sacándole gemidos bastante altos, pellizcaba sus pezones para que su orgasmo llegara mas rápido, que no tardase mas de lo necesario. Mi pene volvió a la vida de nuevo entre lametón y mordisco en su sexo, no tardó mucho en llegar al orgasmo, le encantaba que le pellizcara los pezones, facilitó el trabajo.

Volví a ensartarla con mi pene duro, ahora yo llevaba el ritmo, rápido, duro, quería que gritara mi nombre cada vez que le embestía;

Carmen: AHH… JODER… SIGUE… SIGUE CABRON…. FOLLAME ASI DE RICO –gritaba como loca.

Seguí metiendo y sacando, ahora duraba mas después de eyacular por primera vez, costaba mucho mas. Me abrazaba arañándome todos el cuerpo, sus piernas me retenían para que siguiera dándole placer. Volvimos a llegar al orgasmo casi al mismo tiempo, todo mi semen se escondió en su vagina, todo, ni una gota quedó fuera.

Carmen: Valla… me esperaba algo parecido pero no tanto- rió- El coño me palpita cabrón, ya veo por que las tienes a todas tramando cosas…- volvió a reír- Como no tengas cuidado con las zorras esas, te comerán vivito. –dijo secándose el cuerpo.

Yo: Me tienen echo un lío, no se por donde cogerlas… creo que tendré que hablar con Patricia para saber todo. –salí para secarme- No entiendo por que esa fijación en mi…

Carmen: Bueno, eres guapo, no un adonis pero si bastante guapo. Tus ojos son lo mejor de ti… -guiñó un ojo- Me han hablado mucho de ti, Patricia me contó todo lo que se traía entre manos, y siempre has caído en las trampas que ha puesto, una tras otra.

Yo: ¿A ti te ha contado todo?  El único que no sabe nada soy yo… y eso que soy el mas implicado –resoplé.

Carmen: Yo no te voy a decir nada de lo que me ha comentado, lo tienes que hablar con ella, es cierto que eres especial para ella. Tu seguramente no te acuerdes de nada y por eso ella se ha tomado esta ‘’venganza’’ si quieres llamarlo así, lo mejor es que hables con ella y dejéis todo claro.

Nos volvimos a vestir y Carmen se fue a trabajar, yo a la cama. Del dolor ya no había rastro, casi, el jacuzzi tuvo la culpa…. Es mentira fue Carmen. Se despidió con un beso, un morreo de dos pares de huevos, casi me ahogo con su lengua. Me dijo que nada de lo que pasó lo tiene que saber nadie, pero que no se me olvide que tenemos que repetir todas las veces que sean necesarias.

Creo que me desperté a la hora de la merienda, estaban todos en casa, incluidas el trío la la la, cada una me dio un beso en la boca, ninguna se cortó en acariciarme la polla, que no daba signos de vida. Me comentaron sobre el día que habían tenido, me pasaron los apuntes, y terminador por acostarse todas en mi cama. ¿yo?, creo que respiré con los pies, por que si debería de haber respirado por la nariz o la boca no estaría contando todo esto. Menudas salvajes que son.

Tuvimos una conversación para dejar las cosas claras, todo lo que hice ella ya sabían que lo iba a hacer, lo tenían previsto. Bueno, menos lo de Merche, eso sí que no se lo esperaban nunca. También ella me dijeron que todo lo planeó Patricia, que tenía que hablar con ella hoy mismo sin falta. Sin falta por que se iba al otro día de viaje para dejarnos de tonterías los dos, según ellas por que las teníamos hasta el coño. Ellas sabían todo desde el principio, con eso quiero decir que cuando Merche hizo el papel de no saber nada sobre la gritona a la que me follé en el baño de la discoteca, esa conversación que tuvimos en el pueblo, pues ella sabía perfectamente quien era, incluso me preguntó por ordenes de la malvada Patricia. De esto no tenía ni idea como es lógico, me sorprendió pero no quise ahondar en esa parte de la historia, bueno, en ninguna parte de toda la historia ahondé, ellas no daban su brazo a torcer.

Intenté descifrar todo sin suerte, que cojones le había hecho a Patricia para que jugase así, tampoco es que yo me acordara de nada. Eso de que fue mi primera mujer, la que me desvirgó, no lo tenía claro. La primera chica con la que me acosté fue morenita, pelo ondulado, con gafitas y no tenía el cuerpazo de Patricia, valla lío… Decidí termina todo y subir a hablar con Patricia, dejar las cositas cristalinas como el agua.

No se que hora era, era de noche pero no sabía la hora con exactitud. Toqué el timbre dos veces, estaba bastante nervioso, muy nervioso. Abrió la puerta Patricia con su dulce sonrisa, iba vestida con ropa ‘’normal’’, sin ninguna bata como la última vez. Dándome un cálido beso en los labios me hizo pasar, nos sentamos en el sillón;

Patricia: No es una sorpresa que te hayas presentado en mi casa, pero si es una sorpresa que sea tan pronto. –dijo.

Yo: Sabes perfectamente por que he venido y lo que quiero saber, hablemos en serio, sin tonterías ni sin tus planes de follarme a toda tía que se me ponga delante –al decir esto ella rió y comenzó a hablar.

Todo comenzó al poco de haber cumplido años, toda su familia quería pasar el fin de semana en una ciudad cerca de la suya, iba a ser en familia. Por aquella época ella era bastante insegura, se ponía nerviosa al hablar con chicos, y por supuesto era virgen. Resulta que dando un paseo conoció a un chico muy alegre y conectaron al instante o ella así lo pensó, comenzaron a hablar de muchas cosas dándole las tantas de la noche. Decidieron quedar al otro día en el mismo lugar para seguir hablando, estaba muy entusiasmada, era como una cita. Por primera vez no se puso nerviosa al hablar con alguien del sexo opuesto, daba igual que fuera menos que ella, se sentía a gusto con ese chico.

Casi no pegó el ojo pensando en que haría al día siguiente, tenía ganas de que fuera la hora para poder verle de nuevo. Cuando por fin llegó el momento salió del hotel donde se hospedaba a la carrera, se maquilló un poco, los labios, un poco de colorete en sus mejillas… quería estar radiante. Al llegar el chico le esperaba sentado en el mimo banco donde se sentaron, con dos latas de refresco, una en cada mano. Se dieron dos besos al llegar ella, el chico no la dejó sentarse, la agarró de una mano y la arrastró a un río que había cerca, estaba entusiasmada. Se sentaron mojándose los pies y volvieron de nuevo a hablar, como el día anterior se le pasó el tiempo volando, se despidieron para volver a verse al día siguiente. Esta vez ella dejó la vergüenza a un lado y le besó en la boca, un piquito, suave y rápido. El chico se quedó con cara de ‘’tonto’’ y ella echó a correr en dirección al hotel.

Esa noche fue peor que la anterior, aún mas nerviosa ni quiera pudo estar acostada en la cama, andaba de un lado a otro nerviosa perdida. No sabía como iba a reaccionar el chico después de su osadía, quizás no lo volvería a ver, ¿le habrá gustado?... sus mente hacía pregunta tras pregunta sin obtener respuesta.

Al siguiente día el chico la esperaba en el mismo banco y con los mismos refrescos, lo veía nervioso, miraba al suelo y levantaba el cuello esperando verla. Eso la hizo feliz, no se había cabreado, o por lo menos no la había dejado plantada. Volvieron al mismo río pero esta vez fue ella la que lo agarró de la mano, sus dedos jugaban entrelazándose continuamente. Al llegar había una mantita en el suelo con una cesta, era un picnic, una verdadera cita. Comieron felices, rieron, pero esta vez no hablaron, se besaron una y otra vez, sin despegar sus bocas.

Una cosa llevo a la otra y acabaron desnudos y haciendo el amor, fue pura magia, besos y caricias, totalmente placentero. Fue el mejor sexo que tuvo en su vida, con la persona indicada, jamás se arrepintió de haberlo echo con el chico que había conocido apenas 48 horas antes. Desde ese día su corazón tenía dueño, el era su dueño, siempre pensó en el día sí y día también.

Cuando por fin se iba olvidando de ese chico, cuando levantaba la cabeza, por cosas del destino se lo volvió a encontrar. Todos esos sentimientos volvieron a aflorar en su corazón, lo malo, es que ese chico no se acordaba de ella. Por eso decidió vengarse de el, ¿como pudo ser que ese encuentro fuera tan poca cosa para el? Le dolió mucho que su primer ‘’hombre’’ no reconociera, que la haya olvidado tan fácil cuando ella soñaba cada noche con el.

Al contarme toda la historia comencé a recordar todo, era ella, la chica con la que se estrenó, en aquel río. Ahora era muy distinta, no se parecía en nada, por lo menos en el físico. De morena a rubia, nada de anteojos, cuerpo diez, antes era hermosa pero ahora era una Diosa. Me avergoncé, como no me pude dar cuenta que era ella, era una persona muy importante para mi, la tenía delante y no supe que era ella. Le pedí disculpas, le dije que me acordaba de esa chica, no con claridad pero por supuesto que me acordaba de ella.

Hablamos durante mucho tiempo, recordando todo ese fin de semana, cada minuto de lo que sucedió. Al recordar el momento en el que comenzamos a desnudarnos se subió encima mía;

Patricia: Recuerdo que te besaba en la oreja –besó mi oreja- luego el cuello –bajó para besar mi cuello.

Yo: Acaricié tu cuello, bebí de tus labios. –la cogí en brazos llevándomela a su cuarto.

Me empujó y caí sobre su cama, boca arriba. Volvió a besarme en los labios, desabrochó mis pantalones y los bajó de un tirón, luego los calzoncillos quedando al descubierto mi pene. Ella quitándose prenda por prenda me miraba, no con ojos de lujuria, con ojos de amor. Esos ojos que me cautivaron aquel día en el río y que no me había vuelto a mostrar hasta ese momento.

Guió mi pene hasta la entrada de su sexo y bajó despacio hasta que entró toda, gimió y su cuerpo se pegó al mío. Con un rito lento comenzamos a besarnos, besos castos y dulces, nuestros cuerpos apretados intentando que fuesen uno, queríamos ser unos.

La puse debajo mía entre besos y caricias, y penetré, penetré con fuerza pero sin dejar el cariño de lado, nuestra respiración era cada vez mas agitada y los gemidos mas altos. En cada penetración ella gritaba mas, me agarraba con sus brazos rodeando mi espalda, no quería separarse de mi;

Patricia: No… AHH.. sabes l..lo mucho que …MMMM.. he esperado esto… -volviéndonos a besar.

No se si ella llegó al orgasmo, pero durante toda la noche intenté por todos los medios que llegara a cientos de ellos. No hubo en ningún momento sexo oral, solo penetraciones y caricias, muchas caricias. Dormimos abrazados, yo acurrucado en sus brazos, sus pechos debajo de mi cabeza y ella sonriendo.

Desde ese día lo hacíamos cada vez que volvía de algún viaje, nos quedábamos todos los fines de semana en la cama sin que nadie nos molestara. No siempre fueron caricia, no, le encanta que le diga guarradas y a ella decirlas. Hacerlo en Publio es su fetiche mas oculto, hemos probado el anal, me masturbó con los pies… Cuando comíamos en familia era raro que estuviera con sus pies masajeado mi pene.

¿Las chicas? Menudas orgías nos montábamos entre los cinco. Dicen que ellas son mis dueñas y yo soy el dueño de cada una de ellas. Cuando Patri se va de viaje tengo al trío esperando en mi cama con las patas abiertas deseando polla. No me dejan ni a sol ni a sombra.

Tía Carmen y yo seguimos con los roces, nadie sabe que nos acostamos y tampoco se lo voy a decir a Patricia, somos como una especie de ‘’amantes.

Quise hacer una venganza y me salió todo al revés. Podemos estar separados por todo un mar pero sabemos que siempre nos tendremos en uno al otro, sin importar las circunstancias.

Ahora voy a dejar de escribir esta parte de mi vida, una de la mas importante a pesar de mi corta edad. Desde la cama están todas gritando para que ponga eso de ‘’fin’’… bueno… ellas son las que mandan.

Quizás nos volvamos a leer, adiós.

FIN.