Diario íntimo de un joven incestuoso (2)
Continuando con mi diario íntimo trascribo aquí la segunda parte de lo que sucedió con mami...
Día 8.
De madrugada...
Imagínense la flor de paja que le dediqué a mi dulce mamita ni bien llegué a mi habitación rememorando, a manera de flashbacks cinematográficos, los muchos sucesos, confusos y excitantes, que acontecieron entre nosotros -desde aquellos que la llevaron a desvirgarme en la cocina hace ya siete días hasta el de esta misma noche cuando la sorprendí en su cama masturbándose en sueños reviviendo aquel maravilloso primer encuentro conmigo, mientras mi padre dormía profundamente a su lado- que caí rendido en mi cama, empapado por las leches que me eché y con mi miembro viril herido de muerte por tanto traqueteo.
En algún momento de la madrugada, no supe la hora exacta, me desperté inquieto y traspirado. Hacía calor. Me revolví molesto en la cama intentando conciliar el sueño, pero no pude. No había caso, estaba desvelado. La luna aún filtraba su luz azulina a través del vidrio de la puerta de mi habitación. Fui hasta el baño, que había dentro del lavadero, a mojarme la cara con agua fría. Aproveché para orinar. Mi slip, la única prenda que llevaba, estaba muy pegoteado. Me lo tenía que cambiar. Cuando recorría el patio para hacerlo, de regreso a mi habitación, me detuve atraído por unos extraños aunque lejanos murmullos. Silencio. Dudé un instante.
Volví sobre mis pasos y agucé el oído. Otra vez, murmullos. Parecían provenir del dormitorio de mis padres. Tal vez alguno de ellos, desvelado como yo, había encendido la TV. Decidí husmear. Abrí con sigilo la puerta que separaba el patio del interior de la casa. Me introduje curioso, y sin hacer ningún ruido, en el hall del baño. Silencio. Luego susurros más cercanos. No, no era la TV, era un rumor diferente. Silencio nuevamente. Luego otro murmullo. Me acerqué más hasta atravesar el dintel de la puerta de la habitación contigua a la de ellos. Aquella en la que yo había dormido y en la que me había masturbado hasta los 14 años, como les conté en "Recuerdos de mi primera vez I". Un ligero estremecimiento me recorrió el cuerpo al apreciar que lo que a la distancia parecían murmullos indeterminados, no eran otra cosa que... ¡gemidos!
-Mmmm... ¡Asssí! ¡Asssí!...
¡Era mi dulce madre gimiendo!... ¡Guau!, pensé excitado, mamita estaba teniendo otro de sus sueños eróticos como el de anoche, reviviendo lo nuestro... Una lenta erección de mi miembro viril me sorprendió de repente abultando algo mi slip pegoteado... Decidí acercarme aún más. Percibí de pronto un segundo gemido, confuso e indefinido... Me detuve en seco, perturbado. Silencio. Habrá sido mi imaginación, pensé... Seguí acercándome. Otro gemido de mamá. Me moría por espiar lo que sucedía ahí dentro... La luz de luna que se colaba por la ventana del dormitorio de mis padres me permitió ver que la puerta, que separaba ambas habitaciones, estaba entreabierta... Silencio. Aproveché el hueco que quedaba entre el marco de la puerta y la puerta, tomé valor, me puse en cuatro patas y como un perrito asomé apenas mi cabeza para olisquear lo que ocurría allí. Solo se veía una masa informe sacudiéndose bajo las sábanas. Imaginé a mi dulce mamacita recostada y con las piernas flexionadas, toqueteándose la entrepierna húmeda y caliente, repitiendo la misma escena de anoche. Pensé también en lo sordo o en lo profundamente dormido que debía estar mi padre, otra vez, para no escucharla masturbarse. Aproveché otro gemido para introducirme gateando, sigilosa y lentamente, en el dormitorio de mis padres hasta ubicarme en un rincón desde el que pudiese ver una parte de lo que sucedía sobre el lecho matrimonial, sin ser visto. Silencio otra vez y otra vez, gemidos... De golpe -como en un teatro se descorre el telón- se descorrió la sábana sorpresivamente descubriendo una escena que me dejó perplejo. ¡Qué digo perplejo! ¡Anonadado!... ¡No podía creer lo que estaba viendo!
El alma se me fue de golpe al piso al ver a la que creí mi insatisfecha madre, aquella que con tanta dulzura me había desvirgado, totalmente desnuda, recostada de espaldas en su cama y con sus piernas bien abiertas y flexionadas, así como bien la imaginé, pero en vez estar masturbándose como parte de un sueño húmedo conmigo estaba siendo fuertemente penetrada por... ¡Mi padre! Aquel que yo creí, según ella me confesó con lágrimas en los ojos, impotente padre... ¡Qué hija de puta! ¡Cómo me engañó la muy turra! Silencio. Gemidos de mamá. Mugidos de papá. Aquel dormitorio se impregnó, de pronto, de un fuerte olor a sexo... ¡Qué odio me daba verlos cojer! Me puse como loco, quería huir de ahí. Y sin embargo... mi miembro viril no pensaba lo mismo dentro de aquel slip pegoteado que llevaba puesto, ya que contradictoriamente se endurecía excitadísimo al ver y escuchar como la rojísima boca de mi puta madre, esa boca que yo besé desaforadamente en la cocina cuando me desvirgó hace tan solo siete días, se abría desmesurada cual leona en celo lanzando una andanada de gemidos orgásmicos al sentir ese pedazo de carne paterno clavándosele en su sexo... Aquel pedazo de carne que yo creí, ¡Ay, pobre iluso de mí!, una inútil e inofensiva cosa muerta desde hacia un año y medio cuando lo habían operado de la próstata... ¡Cómo me hubiese gustado que fuese mía la verga que tenía mamá enterrada en sus concha! ¡Cómo hubiese deseado ser yo quien la hiciese gozar así! De tan solo pensarlo mi bulto reaccionó bajo mi slip, creciendo desmesuradamente. Llevé mi derecha ahí, queriéndolo contener. Pero ardíamos, tanto él como yo, conmocionados por lo que veíamos. ¡Qué compleja era la mente humana! Pensé en las veces que había fantaseado con espiar a mis padres cojiendo en su dormitorio y en el delicioso placer, entre infantil y adolescente, que imaginé me provocaría descubrirlos Y sin embargo, ahora, que aquella fantasía se hacía de golpe realidad me provocaba una perturbadora mezcla de sentimientos encontrados: asco, irritación, rechazo, traición, celos, morbo, placer, excitación, desconcierto pero sobre todo desilusión
¡Qué digo desilusión! ¡Humillación! Si, me sentía humillado por mi puta madre, aquella a la que había creído tan sincera cuando me contó de sus desdichas sexuales con papá desde hacia un año y pico, aquella que me había conmovido por su honestidad al confesarme que nunca le sería infiel por ello ¡Claro, si fueron todas mentiras! ¡Que hija de puta! ¡Cómo la odiaba!... y así y todo no podía despegar los ojos de ella gozando sobre esa cama.... ¡Cómo la deseaba!... Me comencé a tocar, agazapado en aquel rincón, mientras veía a mi madre morir de placer con los ojos bien cerrados y la boca desmesuradamente roja y abierta, gimiendo y jadeando al ser bombeada por mi padre de aquella forma tan salvaje Jadeaba voluptuosamente, con sus lindas piernas bien abiertas apuntando ahora hacia el cielo, cuando -al toquetearme- golpee sin querer la estufa con mi codo... ¡Qué boludo! Me quise morir... Por suerte, mi padre no percibió el ruido ya que estaba enfrascado en un meta y pone enloquecido, pero mi madre... la muy guacha de mi madre, ¡Si lo escuchó!... Sin dejar de sacudirse frenéticamente, bajo el peludo cuerpo de mi padre, volteó su rostro hacia el lugar exacto en donde yo me escondía. De golpe, su cuerpo pareció petrificarse por una milésima de segundo al verme ahí agazapado... Abrió desmesuradamente los ojos... Miró asustada a mi padre, luego a mi Su boca rojo carmesí, de pronto, demudó en una mueca desconcertada Sus gemidos se atragantaron Me quedé inmóvil Temí lo peor.... Creí que mamá iba a gritar, alarmada Pensé que al ser descubierto ahí, masturbándome mientras ellos cojían, iba a generar un revuelo tremendo... Pero no, no ocurrió nada de eso Los gemidos entrecortados de mamá se fueron normalizando al ver con un cierto placer perverso que mi padre no se había dado cuenta de nada. Su mueca nerviosa mutó, de pronto y para mi sorpresa, en una sonrisa pícara de labios rojos al descubrir que la cabeza y el tronco de mi verga ya asomaban endurecidos por fuera del slip... Disimuladamente, sin dejar sacudirse y jadear, agarró la bombacha negra que estaba hecha un bollo cerca de su almohada y se la colocó a mi padre como una venda alrededor de los ojos. Eso lo excitó tanto a papá que empezó a mugir y a bramar como una fiera. La perversita de mamá acercó ambas manos al rostro vendado de mi padre atrayéndolo para besarlo, mientras no dejaba de mirar lascivamente como yo volvía a masturbarme viéndola...
Papá balbuceó un te acabooo, en la boca de mamá, que fue interrumpido por ella con un sensual y suplicante esperá... Sin separar sus sexos, mi madre volteó a mi temporalmente no- vidente padre hacia un lado de la cama hasta ponerlo boca arriba y con las manos bajo su propia cabeza. Acomodó su desnudo y transpirado cuerpo de hembra caliente sobre el de él hasta que ambas caderas se pusieron a la par, y comenzó lubricadísima a cabalgárselo, primero despacio y luego desenfrenadamente... A mi padre eso lo volvió loco. Qué digo loco, loquísimo Quiso quitar sus manos entumecidas de debajo de su propia cabeza, pero mamá se lo impidió sujetándoselas más fuerte, hasta que él cedió Mientras que lo jineteaba de manera lujuriosa mi madrecita giró su rostro convulsionado para mirar como mi verga se iba poniendo, furiosamente roja y a punto de estallar Se relamió de placer al descubrir como yo le miraba fijo su hermosísimo culo flamear hacia el cielo y hacia la tierra, abriendo y cerrando las nalgas blancas, mostrando y ocultando un ano oscurísimo y desconocido para mí, mientras se lo cabalgaba a mi padre que seguía bramando como un toro a punto de acabar viendo que yo deseaba poseer su enorme y caliente culo, la muy guacha de mi madre llevó su dedo índice hacia su roja boca y tras empaparlo con toda su lengua, se lo fue introduciendo en su propio ano hasta que entró completamente para quitárselo luego e invitarme, ¡con aquel mismo dedo!, a que me acercase en silencio Sin soltar mi verga endurecida, me paré temblando y como pude Caminé obnubilado y como un zombi hacia ella Los movimientos de mi puta madre se hicieron cada vez más frenéticos a medida que miraba lujuriosamente y por sobre su hombro, como yo me acercaba por el costado de la cama blandiendo mi pija enhiesta hacia su enorme culo Mordió sus labios, para contener aquel orgasmo que la estaba por invadir quería que aquello durase una eternidad Cuando estuve a escasos centímetros de ella, me sorprendió inclinándose para agarrar mi verga con su mano y llevándosela directamente hacia su anhelante y rojísima boca la lamió de un modo voraz y desesperado Mi padre, sin percatarse de nada de lo que allí sucedía y enloquecido por aquella fenomenal cabalgada, liberó sus manos para aferrarlas como garras a las traspiradas y movedizas caderas de mi madre Ninguno aguantó un segundo más Mientras me la chupaba, mi madre se estremeció de placer por partida doble al sentir como mi padre y yo, su propio hijo, gemíamos nuestro orgasmo llenándole a la vez su concha y su boca de fuertes chorros de leche tibia Jadeando, sin dejar de moverse ni de chupar, mi puta madre se vio invadida de golpe por un profundo orgasmo que la sacudió desde lo más íntimo de su ser haciéndola tan feliz como nunca antes la había visto Nos sacudimos temblando en aquel "menage a tríos" hasta que mi madre se nutrió de todas nuestras leches, exprimiendo y tragándose hasta la última gota Silencio.
Conmocionado por lo que había ocurrido, saqué mi verga entumecida de la boca de mi puta madre con cierta irritación ella, aún estremecida por aquel orgasmo, se sorprendió de mi extraño comportamiento. Sin desmontarse de mi exhaustísimo padre y sujetando la venda sobre sus ojos, acercó su rostro para besarme la mejilla suplicándome al oído:- no te enojes, bebé, por favor mañana te explico todo...
Dicho esto me hizo señas para que me fuese, rápido y en silencio. Mientras me estaba yendo en puntas de pies, al trasponer la puerta que separaba aquel dormitorio de la habitación contigua, alcancé a escuchar a mi putísima madre diciéndole a mi padre lo mucho que la había hecho gozar esta noche ¡Qué reventada! Silencio. Luego nada más que murmullos