Diario intimo de mi vida sexual. Parte 6

Después de pensar en lo que había hecho con mi mascota, reflexioné bastante al punto que había llegado, debía de suspender esa experiencia.

Diario intimo de mi vida sexual. Parte 6

MI EMBARAZO (2da  parte)

Después de pensar en lo que había hecho con mi mascota, reflexioné bastante al punto que había llegado, debía de suspender esa experiencia,  a pesar que me atraía, pero era algo aberrante, casada y en mi estado. Por suerte mi esposo regresaba esa tarde, así que opté por darlo por terminado, aunque inconscientemente no dejaba de girar en mi loca cabecita.

Esa noche tuve sexo con mi esposo, si bien fui muy complacida, no dudé que los  lengüetazos de Kim eran mucho más estimulantes, por su velocidad, su tamaño, la aspereza de ese órgano, que abarcaban desde mi ano a mi vagina.

Esta vez mi esposo se quedó bastante tiempo sin viajar, que en parte me ayudaba a no continuar con esa descabellada y muy  seductora idea.

Ya estaba en el 6to mes, mi esposo por temor de poder dañar a la criatura trataba de no tener sexo, hasta que le propuse colocarme en cuatro para evitar cualquier problema, a lo que le gusto la idea. La primera vez que lo hicimos tuve un pensamiento bastante incontable, desee por un momento que estuviese el perro en su lugar. Traté de borrar esa imagen y a pesar de eso llegue a tener un confortable orgasmo.

Me había mantenida bastante aislada de tener algún tipo de contacto con Kim, en dos o tres oportunidades trató de meter su hocico entre mis piernas, con gran fuerza de voluntad lo hice desistir de ese hábito. Ya llevaba casi siete meses, entre las relaciones con mi esposo y matizando con algún placer solitario que me proporcionaba, fui como superando lo del perro.

Una tarde saqué a Kim a pasear, cuando llegamos a la plaza, había una perra en celo, que estaba apareada con un perro, entre que tuve que retener al mío, pues al verlos se alboroto, a duras penas intenté alejarnos de la escena. Si bien mi mascota estaba algo alterado, a pesar de haber visto poco, algo pasaba dentro de mí.

Al llegar a casa, Kim estaba como loco, se me acercaba intentando descargarse conmigo, mi cuerpo estaba bastante convulsionado, traté de distraerme haciendo alguna cosa, pero mi mascota me rondaba insistentemente.

Creo que me fue transmitiendo su excitación, porque sin pensarlo demasiado me acerqué a él, me arrodillé a su lado y manosee su bulto, lo hice lentamente mientras le hablaba y acariciaba su lomo. En escasos minutos surgió su roja verga, con suma delicadeza lo fui masturbando, si bien lo hacía para calmarlo, en el fondo era una excusa para intentar disfrutarla.

Al cabo de un rato escupió ese liquido previo, lubricando su verga, la tentación fue inmediata, la lamí suavemente, rosando su punta con mi lengua, ese contacto me provocó bastante, al sonar el timbre salí de ese estado de estimulación.

Unos días antes de estar en el séptimo mes, mi esposo tuvo que viajar de urgencia por varios días, me propuso que su madre viniese a hacerme compañía, idea que por supuesto descarte con bastante diplomacia, es una buena mujer pero quiere imponer su manera de cuidar un hogar, y lo primero que haría sería sacar al perro de la casa, además la idea aun perduraba en mi mente.

A la tarde del segundo día de estar sola en casa, todo me molestaba, me sentía fastidiosa, sabía lo que deseaba pero me contenía de hacerlo, opté por darme un baño de inmersión para relajarme, estuve más de media hora en la bañera, al salir bastante más tranquila, me tiré sobre la cama, abriendo mi bata. Empecé a tocar mi abdomen, mis tetas hasta que llegué a mi sexo.

Me agradaba esa tranquilidad e ir explorando mi cuerpo abultado, sin demasiada prisa mis dedos retomaron mi vagina, a la que en pocos minutos comenzó a segregar, seguí plácidamente ese contacto, abriendo bien mis piernas, para una mejor y mayor incursión. Me fui dedicando a ese placer solitario, introduciendo lentamente mis dedos en mi grieta, apretando mis pezones y friccionar mi clítoris, creando poco a poco un clima de excitación interior. Mientras mis pensamientos recorrían mis encuentros más apasionados.

Cuando estaba bastante estimulada, vi que Kim de una manera entrometida, con sus orejas levantadas me observaba curiosamente, como algo instintivo dejé de tocarme y hasta me tapé, cerrando mis piernas, como si me hubiese dado retraimiento, al descubrirme practicando una estimulación sexual.

Instintivamente  acerqué mis dedos húmedos por mi secreción, a su boca, para percibir su legua entre mis dedos. Volví a repetir la maniobra como iniciando un juego de estimulación entre ambos.

Súbitamente me levanté de la cama, quitándome la bata, desnudando mi cuerpo, sentía que la sangre que circulaba por mis venas me producían un cosquilleo tan terrible que aceleraban mi agitada respiración.

Estaba como poseída mientras mi perro me observaba atentamente a la espera muy factible de saciar su deseo con mi cuerpo. Comencé a refregar mi sexo como para ejecutar una masturbación, arrodillándome frente a la bestia, sin parar de tocar mi sexo, me dio la impresión de que me estaba entregando, a una especie de rito

en donde ofrecía plenamente..

El perro acerco su hocico húmedo y frio a mi entrepierna, como para captar los olores que emanaba producido por esa loca masturbación. Abrace al perro y me volqué sobre la cama, golpeando sobre la colcha para invitarlo a subirse. Tendió a lamer mi cara, y yo acaricie su cabeza, juguetee un rato con él, percatándome que era la primera vez que estaba totalmente desnuda frente a mi perro, eso me excitó. Lo noté que estaba algo inquieto, pasando de un lado a otro

de mi cuerpo, como esperando algo, abrí mis piernas sin llegar a ofrecerle mi intimidad, pero su olfato algo le incitaba, su hocico no tardó en meterlo entre mis muslos, para iniciar una rápida lamida, mientras lo hacía, apretujé mis pezones logrando extraer algo de mi leche materna, mientras arqueaba mi cuerpo ante esa excitación.

Me senté sobre la cama, y se la ofrecí a Kim, que inmediatamente, lamio mis pezones, para elevar mi excitación, en ese instante me desenfrené, manoteando el bulto de Kim, estaba poseída por la lujuria, como una ninfómana, si, esa era la palabra adecuada.

Apenas asomó su pene, se lo chupé con total desesperación, pero el perro intentaba acomodarme para copularme, no tenía dudas, me resistí aunque me apetecía, llegué a besarlo y poner en contacto nuestras lenguas.

Por último terminé bajándome de la cama y colocarme en posición, en cuatro patas, Kim me deseaba tanto como yo a él, mi cuerpo temblaba por la emoción y mi corazón parecía saltarse, a los pocos instantes de estar en esa posición, su lengua lubricaba mis orificios, o los estimulaba no sé, pero como una sumisa hembra me quedé estática en la espera de su decisión. Me monto más de un par de veces intentando introducirme su aparato, pegando en mis cachetes y en la zona intima. Por último traté de acomodarlo, hasta que sentí como se introducía en mi vagina, el calor de mi útero, parecía enardecerlo, cuando sus patas delanteras se incrustaron sobre mis entrepiernas

Apenas aprecié la punta de su verga rozar mis labios vaginales levante mas mi culo, en instantes la había introducido en mi vulva, y de manera enérgica y tenaz me aprisionó  con sus patas, a la vez que su verga entraba y salía de mi abertura de una manera muy vertiginosa e intensa, comenzó a cabalgarme con toda su energía, cada vez que acedia con su aparato sexual a  mi sexo parecía chocar contra la cavidad de mi matriz. Inconscientemente me fui entregando a su voraz apetito sexual, me sentía ultrajada por una bestia, que no dejaba de excitarme esa situación tan obscena y morbosa. Kim no tenia reparos en fornicarme, era una maquina canina, desesperada, que me penetraba sin piedad,  mi vulva sedienta de sexo.

Mis tetas se bamboleaban al compas de cada uno de sus feroces empellones, rozando mis pezones la aspereza de la alfombra.

Trataba de proteger mi feto, aunque no dejaba de gozar de esa manera violenta con que me estaba fornicando. Me sentí en un estado salvaje me consideraba totalmente complacida, ese macho bestial aplacaba su ansia sexual en mi cuerpo, a lo que de manera muy sumisa y hasta sometida, se lo entregaba sin condicionamientos.  Percibía como su verga, crecía dentro de mi útero, y sus patas se incrustaban en mi piel, ante cada impulsivo empellón que me efectuaba, parecía introducir más su aparato en mi cavidad vaginal, mientras mis tetas se vapuleaban al unísono de esas impactantes sacudidas. Gritaba y gemía ante ese despiadado acoso, nunca había sido penetrada con esa intensidad y devoción, me encantaba esa manera tan arrebatada de ser apareada, al percibir su verga frotando las paredes de mi útero.

Mis tetas parecían a punto de estallar, por la excitación que me embargaba, hasta percibí que emanaban algo de mi leche materna, nunca me había sentido de ser copulada de esa forma, ni mi cuerpo tan alterado.

Mientras un violento e instintivo de entrar y salir de su aparato reproductor, me sentí poseída y hasta dominada por este animal. Su verga debía de haber adquirido su mayor tamaño, cuando sentí un atascamiento en la entrada de mi matriz, e inmediatamente su semen fue vertido en mi seno. Fue un orgasmo imponente, el atascamiento duro unos cuantos minutos, percibiendo como su erecto miembro palpitaba en mi interior.

En un espejo pude observar nuestro apareamiento, me pareció algo morboso, al verme en cuatro, con mi panza de embarazada, mis tetas colgando, y al perro jadeando con su cuerpo apoyado sobre el mío, con un cierto aire de dominio. Era una copulación llena de morbosidad y a su vez de un extraño  sensualismo.

En un rudo y rápido esfuerzo, desarraigó  su verga de mi interior, fue algo doloroso, relamió  un poco mi vagina y se fue a un rincón a lamer su miembro, aun erecto. Mientras sentía verter su leche de mi matriz, me sentí ridícula, como abandonada y hasta usada, a pesar de haberlo permitido, mi cabeza daba vueltas, a pesar de haber tenido un placentero encuentro, me sentía mal, sudorosa, sucia por dentro y por fuera, no comprendía bien como había llegado a ese punto de haber permitido ser apareada  por mi mascota, pero comprendí que había caído en la trampa del placer, sin apenas darme cuenta, por una parte sentía remordimientos, pero por otra recordaba con el gusto que había soportado y había merecido la pena, al menos como una nueva experiencia.

Después de  limpiar, me fui a bañar,  comí algo rápido y me fui a acostar, estaba algo cansada por lo que me quedé dormida enseguida. No sé a qué hora de la madrugada me desperté, mis pensamientos recayeron en  lo ocurrido con Kim, algo me llevó a levantarme e irlo a buscar.

Dormía, al verme se levantó de inmediato. Me arrodillé para acariciarlo y tocar sus partes intimas, su reacción fue la esperada intentó lamerme, me quité mis bragas para ofrecerle mi ardoroso sexo. Sus lamidas fueron acrecentando mi adrenalina, sin esperar demasiado me quité el camisón, ofreciéndole mí desnudo cuerpo.

Tomé la posición de mujer-perrita, lamiendo intensamente mis cavidades, como para acrecentar mi excitación, en pocos segundos ya estaba sobre mí intentando introducir su erecta verga, hasta lograr introducirla con todo su ímpetu, sus garras se incrustaron en mis nalgas, para iniciar su frenético bombeo.

Mis gemidos se fueron mezclando con los jadeos de mi perro, mientras sentía su miembro hacerse dueño de mi intimidad, en ese momento no me cabían dudas que me había transformado de ser su dueña a pasar a ser su sumisa hembra. mientras su voluminosa verga haciendose duena de mi intimidad, chocaba abruptamente contra las paredes de mi membrana, mis senos se bamboleaban a unísono de cada uno de esos empellones salvajes y furiosos.

Sentía como su verga crecía en mi interior, conjuntamente con su bola, me dolía pero era todo muy placentero. Jamás pensé que pasaría por una situación de esta índole, y no me arrepiento de hacerlo, en determinado momento se produzco una quietud, su aparato bien atascado en mi interior, cuando su esperma cálida y algo acido, comenzó a llenar mi claustro, mientras permanecíamos totalmente abotonados.. Un poderoso orgasmo me invadió, exhalando un gemido de placer, cuando el perro como en una demostración de poder, aprovechando que mi cabeza descansaba sobre la alfombra, tratando de recuperarme de tremendo apareamiento, coloco sus patas delanteras sobre mi espalda. Después de un rato llegamos a separarnos, el lamio mi vagina y posteriormente su miembro, como una necesidad o por un loco deseo me acerque a mamar su verga aun tiesa, roja y húmeda. Con desesperacion y un alocado encantamiento mi boca, con total avidez tragaba ese aparato hasta lo mas profundo de mi garganta.

Entregue mi cuerpo a un animal, quien de manera digamos salvaje me cogió, pensé mucho en lo que había hecho, no sé  si era lo correcto o no, pero esa noche lo volvimos a hacer, y en los días subsiguientes, era como una droga lo deseaba con desesperacion, con la llegada de mi esposo corté momentaneamente con esa morbosa relacion.

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