DIARIO INTIMO DE MI VIDA SEXUAL Parte 2

Continuo relatando las etapas de mi vida sexual.

DIARIO INTIMO DE MI VIDA SEXUAL

Parte 2

Mi cuñada Anabel

Unos meses después de haber cumplido mis 15 años, mi hermano se puso de novio, nuestra relación fue acortándose o más bien rompiendo, era algo evidente, aunque no puedo negar que sentía celos a su nueva pareja, se llamaba Anabel, unos años mayos que él, realmente una mujer atractiva, alta y muy buen físico. Le sentía bastante envidia, y a pesar que ella aspiraba

tener una

amistad, trataba en lo posible de negarme a su intención. Me venía a buscar para salir, o ir de compras, me obsequiaba cosas, trataba por todos los medios de obtener mi amistad.

Fui un par de veces a su departamento muy amplio, sus padres se lo habían obsequiado al recibirse de médica traumatóloga. Por supuestos mis padres estaban embobados con ella, a pesar de ser 3 años mayor

que mi hermano.

Por mi parte tenía un noviecito, que si bien en un principio me atraía, con los meses fui perdiendo interés hacia él, y a pesar de su esfuerzo por seguir conquistándome, un buen día rompí con esa relación.

Si bien que desde los 13 años que había tenido relaciones con mi hermano y posterior con este ultimo chico, inicie un periodo de abstinencia, no porque me lo impusiera,

simplemente que carecía de pareja, y con mi hermano ya no se ocasionaba.

Mi humor no era de lo mejor, aunque trataba de disimularlo, solía contestar mal y enojarme por cualquier motivo. Creo que fundamentalmente era de carecer de una pareja que me complaciese, a pesar que salía con otros, pero no eran de mi atracción.

Mi hermano fue bastante persistente en que tratase de ser más amigable con Anabel, que realmente era muy agradable. Así que para conformarlo, un día opté por ir a visitarla, sacando toda mi mejor voluntad, la llamé y quedamos que iría un viernes después de clase a almorzara su departamento.

Llegue para el mediodía, y había preparado una rica comida, que me encanto, la charla, la atención me hicieron, ir comenzando a agradarme, o por lo menos a no rechazarla.

Llevaba un vestido blanco algo ceñido, que remarcaba muy bien sus curvas, realmente era una bella mujer, debo felicitar a mi hermano por su elección.

En la charla me fui abriendo y hasta le conté que estaba algo nerviosa y que tenia reacciones bastantes

agresivas. Por supuesto no hablé sobre mi escases de sexo en ese último tiempo, pero de manera muy sutil me dio a entender que el hecho de estar sin pareja podría traer

aparejado esa crisis momentánea.

Le pregunte que se podía hacer, y me dijo que con una serie de masajes terapéuticos, podía bajar muchísimo la tensión, y que ella estaría dispuesta a proporcionármelo. No sabria si eso sería efectivo, pero los masajes son algo muy estimulantes.

No me desagrado la idea, “Me encantaría que me los puedas hacer” le dije.

“Cuando quieras, amor, buscamos un día y lo hacemos”

Concretamos para la semana entrante, después de regresar del colegio iría a su casa.

El día previsto llegué a su casa, me recibió de lo más amable, llevaba puesta una bata corta blanca, me sentí algo cohibida al verla, aunque una especie de atracción me invadió hacia ella.

Comimos algo fugazmente, y después me invito a pasar a su consultorio en una parte apartada de la casa.

Algo tímida me saqué los zapatos, medias y el sweater, cuando llego Anabel, veo que no te has preparado totalmente, desnúdate o quédate con tu ropa interior, si lo prefieres. Opté por lo segundo, así que con el sostén y mis bragas puesto, me acosté sobre la camilla.

Previo a ungir mi cuerpo con un gel, inicio un ágil y delicado frotación en mi cuello, hombros, brazos, piernas y pies. Inmediatamente me desabrocho mi sostén para dejar liberada mi espalda, realmente era muy gratificante, llevándome a un relax total.

Sus manos frotaban mis piernas, iban subiendo hasta llegar a mis glúteos, que apretaba de una manera dinámica, separándolos, no solo me relajaba sino me comenzó a producir una cierta excitación.

En ese instante, sus manos parecían

adueñarse de mi cuerpo, dejándome llevar por esas vivificantes manos.

Mi fantasía me dejó llevar, disfrutando cada vez más de esos alucinantes masajes,

dejándome transportar, ya no pensaba, me regocijaba de esa formidable y sensual frote, amasando mis glúteos, oprimiendo su dedo por mí raya hasta detenerse muy cerca de mi orificio. Mis piernas estaban pegadas, pero con gran habilidad y sutileza, las fue separando, para deslizar su mano por la entrepierna. Pensé que me llevaría a un estado de total éxtasis, como para

llegar a tener

sexo con ella, al que creo que en el fondo no me incomodaba.

Cada musculo de mi cuerpo se iba relajando a la espera de repetir ese contacto, de manera muy habilidosa me estaba llevando a un campo totalmente insidioso y apasionante, al que me iba entregando irremediablemente. Sentí que mi vagina estaba comenzando a emanar mis mis flujos, producto de esa excitación que me producía, cada

vez que llegaba a mi cintura, deseaba que fuese bajando hasta llegar a la unión de mis piernas.

Así continuo, hasta que en un momento dado, lo dio por finalizado, produciéndome sensación de desilusión, a pesar que estaba bastante relajada.

Al sentarme sobre la camilla, se me cayó el sostén, quedando mis pechos al descubierto, a los que Anabel al verlos me los elogio, acariciándolos suavemente rozando el pezón. Si bien nunca había estado en contacto con una mujer, me dieron ganas de besarla. Evidentemente en ese corto tiempo mis sentimientos hacia ella habían cambiado, tuvimos una corta charla y como tenía una paciente, decidí retornar a casa. Camino a mi hogar, algo excitada, pensaba en sus masajes, pero también en que estaba equivocada en que podría haberme llevado a un estado, como para tener sexo. Pero eso no evitó, que al llegar a mi alcoba me desnude y me masturbe ávidamente.

A la semana siguiente me llamó, que como mi hermano estaba de viaje si quería ir a su casa, para salir y conocernos mejor. Acepté gustosa y al comentarle a mis padres su ofrecimiento, les encantó muchísimo

la propuesta.

El día previsto, me vestí de manera algo provocativa, una pollera bastante corta tableada, blusa abotonada, y una medias hasta cubrir mis muslos, y me hice trenzas, creo que mi aspecto representaba menos años de los reales.

No me quedaron dudas que le impacté con mi vestimenta, pues al llegar, me miro de una manera algo inquietante y me dice “Que preciosa que estas, pareces una bebota”, lo que me causo gracia y me sentí muy alagada.

“Que deseas hacer, quieres que salgamos

u otra cosa?” me comenta,

“No,

prefiero quedarme” mientras me tomo el cuello.

“Que te sucede, estas tensionada?” me pregunta

“Si un poco” Respondo sin dejar de tocar mi cuello.

“Hummm, creo nuevamente tu cuerpo está necesitando nuevas estimulaciones”, me sonrío ante su comentario, invitándome a pasar a su consultorio, me siento sobre el borde de la camilla, mientras me dice que enseguida regresa, al volver, tenia puesta una bata corta atada por un cinto.

Comencé a sacarme la ropa y le pregunto “Quieres que me desnude?”,

“Haz lo que te haga sentir más cómoda”

Como preparándome para una ceremonia, lo fui haciendo lentamente, mientras le hacia ciertos comentarios, hasta quedarme solo con mi tanga.

“Tienes un hermoso cuerpo, muy atrayente y sensual” sus palabras me impactaron, sabía que algo ocurriría, mientras me acostaba boca abajo en la camilla.

Esta vez, con una toalla húmeda, me fue como limpiando mi piel, pasándola por cada poro y intersticio de mi cuerpo. Mi corazón latía apresuradamente ante ese contacto tan sistemático e incesante. Después de eso me coloco una toalla sobre mis glúteos para comenzar a masajear mis hombros, brazos, piernas espalda. Mi agitación se pronunciaba, a pesar de intentar no demostrarlo, ambas manteníamos la calma, en el sentido de no ser demasiadas evidentes de lo que deseábamos.

Siguió masajeando mi cuerpo hasta que tomó mi pie, para introducir su lengua entre mis dedos, eso fue como una descarga eléctrica, al punto de exhalar una exclamación bastante prolongada, que no hizo más que delatar la alteración de mi estado. Abocándose más a ese punto, hasta lograr provocarme

otra serie de gemidos y movimientos de mi cuerpo.

Fue subiendo su mano por mi entrepierna, sin dejar de lamer entre mis dedos, abriendo mis piernas a la espera de su contacto entre ellas, cuando comenzó a desplazar mi tanga, hasta quedar completamente sin nada, sentí un poco de retraimiento, pero sus manos asediaron más mi despojado cuerpo, penetrando con el canto de sus manos en mi raja, rozándola hasta lograr humedecerla. Abrió mis glúteos, para descubrir mi ano, introduciendo la punta de su lengua, eso fue otra nueva descarga eléctrica, era el sumun, eleve mi cola instintivamente para sentir a fondo ese acercamiento. Cuando su dedo lo introduzco en mi ano, lugar que hasta el momento no había sido alterado, haciéndome girar abruptamente, su violencia avivaba mi calor interno en el momento que lo penetraba totalmente. Sin quitarlo, me beso, a lo que no me resistí, sintiendo su lengua dentro de mi garganta, mientras vino a mi mente mi hermano, que debía de disfrutar muchísimo con esa novia.

Transpiraba a pesar del aire acondicionado, disfrutando al máximo con mis ojos cerrados, mientras mi cuerpo estaba totalmente entregado a su voluptuosa energía.

Al girarme su boca comenzó a devorar mi cuerpo, mis pezones erectos, rápidamente fueron succionados y hasta mordidos con bastante frenesí, yo solo gemía y me arqueaba, ante esa

mujer que me hacia estremecer de

satisfacción. Mi vagina emanaba flujo constantemente, cuando su boca se apodero de ella, mientras su lengua se insertaba, avivando mi clítoris, y su índice incursionando en mi recto, entrando y saliendo persistentemente, hizo que me vine como nunca. En ese instante me sentí esclavizada, era como que se había apoderado de mi cuerpo, a lo que cada vez mas sumisa lo iba entregando.

El final fue estremecedor, apenas terminaba algo exhausta con uno de los orgasmos, cuando sus dedos los introduzco en mi sexo, y de una manera infernal los agitaba, y oprimía contra las paredes de mi membrana vaginal, eso me producía unas convulsiones fascinantes, hasta ese momento

mi cuerpo nunca había sentido algo tan estremecedor.

La cantidad de orgasmo que me produzco, me llevó a un estado de extenuación, cerré los ojos, como para reponer mis fuerzas mientras Anabel me acariciaba y me besaba con ternura. Se había hecho tarde, así que traté de vestirme para irme, pero la novia de mi hermano no lo permitió.

Le dije “Debo irme, Anabel’’

“Es una pena, ahora que venía lo más divertido, llama a tu casa y dile a tus padres que te quedas acá”

Fue tan tajante y deliberante su respuesta, que no opté en contradecirla, por otro lado me agradaba de quedarme a dormir, solo que no sabía si me lo consintiesen, no era costumbre de mis padres que durmiera fuera de casa, pero el poder de convencimiento de Anabel y el aprecio que mis padres sentían por ella, permitió que pasara la noche con mi flamante amante.

El solo hecho de saber que me quedaba, hizo que mi vagina comenzase a humedecerme nuevamente, imaginándome a repetir todo lo hecho, detalle que omití de contárselo a mi cuñadita.

Había prometido a mis padres que regresaría cerca del mediodía a casa, promesa que no fue así. Si bien creo que lo narre, lo reitero, Anabel era una mujer de casi 1,75 m, muy lindo físico y unas hermosas lolas, si bien la envidiaba por eso, el hecho de disfrutar con ella hizo de que desapareciese esa sensación.

Esa noche descubrí otra cara de Anabel, si bien era simpática, atractiva y sabia llevar a la gente, pero en el sexo era bastante depravada, aunque no sé si ese es el calificativo real, pero sobre lo que no me cabe dudas es que era muy dominante.

Relatare lo que sucedió esa noche, que de alguna manera mostraron esa faceta de su persona. Lo primero que me propuso fue que fuese su esclava y ella sería mi ama, conocía poco sobre eso pero me atrajo la idea, el hecho de ser más de 9 años mayor y su fuerte personalidad fueron los elementos suficientes para aceptarlo, además que otra cosa nueva podría aplicar.

Me había colocado una camisola que me prestó, y mis bragas, esa era todo lo que tenia puesto, nos sentamos a la mesa y me dijo que quería que me sacase la ropa, si bien ya había estado desnuda ante ella, me sentí algo incomoda, además estaba totalmente iluminado el lugar, mientras que en su consultorio estaba en tinieblas, pero a pesar de eso accedí a su pedido. Con la charla fui perdiendo esa sensación, hasta que llego su perro y empezó a olerme, soy miedosa a ellos, así que trate de sacarlo, sin alterarlo, pero era bastante insistente, y a cada

tanto, buscaba entre mis piernas meter su hocico. Anabel siguió comiendo y hablando, si hacer caso omiso a las intenciones del animal.

No paso a mayores, así que después de levantarnos, todo nos fuimos a su dormitorio, era una cama de doble plaza, donde haría el amor con mi hermano. Iniciamos una serie de besos y caricias, previo a lo que acontecía, por supuesto seguía siendo su esclava. El juego sexual se fue acrecentando, Anabel era especial para estimularme, al punto de acceder a todos sus antojos. Lo primero que me dijo fue

“Tírate en la cama que te atare”

“Si, hazme lo que quieras” respondí. Por mi lado pensaba, como había cambiado mi actitud con respeto a mi futura cuñada.

’” Mi ama “me respondió

“Si mi ama, lo que tu digas” respondí, algo risueña como siguiendo el juego.

Obedecí como una niña buena, me acosté sobre la cama, abrí bien mis piernas todo lo que pude, y deje que me atase.

No solo me ato de pies y manos, que vendo mis ojos, colocándome una pelota en la boca sostenida por un elástico que paso a través de mi cabeza. A partir de ese momento, inmóvil, sin ver y sin poder hablar, me fue dotando de una serie de estímulos, hielo por mi cuerpo, en mis pezones y en mi vagina, jugo, crema, y otras cosas que no recuerdo, pero lo más doloroso, fue unos broches en mis pezones, y en mis labios vaginales. A pesar de que intentaba pedirle que no continuase, me era imposible disuadirla, y aunque pudiese, no creo que se habría detenido.

El dolor y el placer se fueron fusionando, a la vez que sus dedos me estimulaban, por otro lado me provocaba más dolor, esa unificación de provocaciones, termina llevándote a un placer mayor. Cada tanto nuevos broches eran adheridos a mis pechos, a eso se sumo cuando me introdujo en mi ano, una serie de bolitas unidas por una fina cuerda. Un vibrador comenzó a rozar mi clítoris, mi cuerpo empezó a vibrar, los dolores se sumaron a mis convulsiones, mientras introducía cada vez más las bolitas. Estaba experimentando algo distinto, el dolor, la sumisión, la aceptación de lo que me estaba haciendo, no solo me babeaba por la pelota en mi boca, sino que emanaba mi flujo vaginal. Era donde me metía sus dedos y me decía:

“Eres una puta, estas toda mojada, deberías ser castiga”.

Asentía con la cabeza, era un juego alocado, que terminé

disfrutándolo, había tomado el rol de esclava o dominada, era un travesura que poco a poco me fue atrapando, luego con una varilla bastante flexible, castigaba mis partes más sensibles, mi vagina, mis tetas, mientras cada tanto continuaba introduciendo más bolitas.

En determinado momento, creo que me dejo sola, no lo podía determinar, en ese instante recapacite, a lo que estaba permitiendo, me sentí bastante humillada, debieron haber pasado 10 o 15 minutos. Cuando nuevamente inicio los mismos juegos, acariciando mi cuerpo, estimulando mi sexo, a lo que segregaba flujo, producto de mi excitación, motivo suficiente para dar a mi cuerpo una nueva dosis de dolor, el que aprecio que fue bastante prolongado, con momentos pocos agradables. Ya casi al final, me quitó los broches de mi vagina, para copularme con su consolador, fue violento y extenso, pero a pesar de eso, me llevo a varios orgasmos. Saco los broches de mis tetas, y mientras las mamaba, lentamente quitó lentamente las bolitas de mi recto.

Desato mis amarres, la pelota de la boca, me beso y acaricio, hasta que llevo su vagina a mi boca, comencé a lamerla, y chuparla con frenesí, estaba muy húmeda, su sabor me encanto, era la primera vez que lo hacía, traté de esmerarme, sentí que era mi dueña, y debía complacerla, mi lengua hurgaba todos los pliegues de su sexo, metí mi dedo en su ano hasta que la lleve a un clímax intenso, produciéndole una ráfaga de gemidos.

Después de dar por finalizado ese encuentro, me llevo para darme un hermoso baño, con espuma, me secó, encalcó mis zonas privadas, y me vistió. Todo eso terminó, finalizando mas de las 2 de la tarde,

Por primer vez en mi vida, me encontré en una coexistencia en que fui

sometida, a la que aun

no comprendo, como fui

aceptando esa situación, lo que sé, es que ese vinculo se había convertido en un sentimiento erótico,

una unión o fusión intensa dictatoriales, donde me había transformado en su fiel esclava.

A medida que esa relación se iba acrecentando mi obediencia era mayor, al punto de sentirme denigrada, en lo que me producía una impresión de libertad y plenitud.

Me fue dilatando el retorno a su casa, que descubrí que con el pasar del tiempo, sentía mas deseo de ir a su casa y entregarme a todas sus intensiones y proposiciones, sentía cada dia que lo necesitaba mas.No fue inmediato el retorna a casa de Anabel, por un motivo u otro se fue aplazando, hasta que después de una espera algo angustiante, retorné. Apenas llegaba a su casa debía desnudarme, lo que le encantaba observarme, tocarme y decidir cuándo se iniciaban los juegos

sexuales.

Esta vez el perro fue el nuevo integrante, recordé en ese momento mi experiencia de hacia unos años con mi hermano en aquel lugar que concurríamos, junto al arroyo.

Anabel nos observaba, mientras el animal se acercaba y me olía intentando ir conociéndome, no me hacía sentir bien esa situación, aunque había algo de morbosidad que me producía una cierta excitación, mi cuerpo desnudo, los rodeos del perro frente a mí, su pelaje rozando mi piel, su hocico oliendo mi sexo, y yo acariciando su cabeza, era el encuentro de dos seres totalmente distintos en una intencionalidad de reconocimiento. En un momento me senté en la alfombra mientras el perro ya más amigable me lamio la cara y una teta.

Después de un rato de mirarnos Anabel, se sumo a nosotros, sin desvestirse comenzó a besarme, metiendo su mano en mi vagina, inmediatamente me excitación se hizo sentir, mi sexo no tardó en segregar flujo, olor percibido inmediatamente por el animal, que comenzó a buscar la zona para lamerme intensamente, no tardé en caer en ese clima de sexualidad, mi cuerpo comenzó a convulsionarse, en donde un par de lenguas al unísono saciaban su apetito. Fueron varios minutos que me llevaron a un clímax totalmente delirante, que no desistieron hasta producirme una serie de orgasmos inusitados.

Mientras permanecía acostada sobre la alfombra, tratando de recuperarme, la mano de Anabel embardunaba mi cuerpo con una crema con sabor a fresas, que si bien no terminaba de aceptarlo, dejé que continuase, no sé por qué.

Por supuesto, que el perro al sentir el aroma de ese producto, empezó a lamer mi cuerpo, al hacerlo de una manera abrupta, mis pezones comenzaron a erguirse rápidamente,  mas la intervención de Anabel, friccionando y besándome en todas partes, termine; con otro orgasmo, que realmente me extenuó.

El paso siguiente fue la intención de hacerme copular con el perro, me hizo colocar en cuatro mientras continuaba colocándome esa crema en mi sexo, para relamer hasta lo más profundo de mi intimidad, como preparándome para ser penetrada. En el momento que el perro me monto llegándose a aferrar a mi cintura, cuando decidí terminar con ese juego. No fue del agrado de mi cuñada, mi actitud, que de buena manera trataba de convencerme, pero me negué rotundamente. Bastante molesta, me vestí y con lágrimas en los ojos regrese a mi casa, mientras desde la puerta me gritaba diciéndome:

“Cuando desees continuar siendo mi esclava, me avisas, adiós”’

Era muy clara en sus palabras, me fui odiándola, y a su vez triste por cortar con esa relación, dispuesta a no regresar jamás.

Al poco tiempo rompió relaciones con mi hermano, y en el fondo me alegré muchísimo, por otro lado retomamos por un tiempo, nuestra dependencia filial.