Diario íntimo
Diario de un chapero en el que cuenta su relación especial con un cliente especial.
Lunes, 17 de septiembre
Esta tarde estaba en el bar de La Momo y se me ha acercado un tío que, sin más preámbulo, me ha dicho que sabía que yo podía proporcionarle el tipo de compañía que buscaba.
Le he mentido diciéndole que esperaba a alguien, porqué no he querido explicarle que no trabajo los Lunes.
Luego, al verlo marcharse, me he arrepentido: Tenía un cuerpo fantástico y un culo de ensueño.
Martes, 18 de septiembre
El de ayer ha vuelto otra vez al bar, ha aceptado mis tarifas sin regatear y me ha llevado a su casa. Si lo llego a saber le pido más dinero, tiene un piso de la ostia, debe estar forrado de pasta. Bueno en el fondo, desde que lo vi ayer, que tengo ganas de tirármelo.
Me ha invitado a una copa y nos hemos sentado uno junto al otro en un sofá de piel cojonudo. Se ha abalanzado sobre mí y me ha besado y sobado todo el cuerpo. Le he respondido de igual manera y al echar mano a su entrepierna, me encontrado con una tranca durísima.
He hecho que se levantará y le he bajado los pantalones y los calzoncillos. Un pollón enorme ha saltado como un resorte, congestionado, con todas las venas hinchadas como si fuera a reventar.
Le he comido los huevos, le he lamido el grueso capullo y casi no me ha dado tiempo ni a metérmela en la boca. Se ha corrido como si no lo hubiera hecho en meses, me ha dejado la cara, el pelo y la ropa perdidos de leche.
Se ha disculpado y me ha ofrecido tomar una ducha, que he aceptado. Al ir a entrar en el baño, me he equivocado de puerta y he intentado abrir la de al lado, que estaba cerrada con llave. He encontrado muy extraño que alguien tenga una habitación cerrada en su propia casa, pero no le he dicho nada.
Al salir de la ducha, me encontrado con otra sorpresa. Me había puesto la ropa a lavar en su lavadora y he tenido que aceptar que me prestara alguna cosa para salir a la calle.
Me ha pagado generosamente. Es un tipo muy extraño, pero me atrae de una manera tremenda.
Miércoles, 19 de septiembre
Ha venido a devolverme la ropa lavada y planchada. Me ha pedido que le reserve un rato el lunes por la tarde. No le he dicho que es mi día de descanso, he roto mi norma de no trabajar los lunes, la curiosidad me ha vencido y he aceptado.
Al llegar a casa me encontrado que me en la ropa me faltan los calzoncillos.
Lunes, 24 de septiembre
He acudido a la cita algo nervioso y llamándome estúpido a mí mismo por ello. No paro de decirme que es un cliente más; pero de verdad sé que no lo es.
Me ha recibido vestido con un batín escarlata de seda bordada, me ha pedido que me pusiera cómodo y me ha ofrecido otro igual.
Hoy se la he podido mamar con tranquilidad y sin que se corriera. No entiendo como alguien con ese cuerpo y esa polla, paga por follar. Le bastaría con ir a cualquier sitio del ambiente y tendría jovencitos a puñados; incluso podría hacerme la competencia.
Sólo tengo un cliente parecido, un militar cachas, un paraca que no quiere ir a locales gay para que no lo puedan reconocer. También tiene una polla y un cuerpo de campeonato; pero tiene sus motivos. ¿Los tendrá él también?.
Cuando la ha tenido bien dura, me ha pedido que le folle. ¡Que delicia de culo, que prieto y como se mueve el desgraciado!; por poco hace que me corra. El también ha gozado como un animal; gemía y gritaba de placer como un energúmeno.
Yo siempre digo que la veracidad de las películas de porno gay se mide por las corridas de los enculados. Si escupen leche a borbotones con la polla bien dura mientras les follan, es que la están disfrutando; si apenas se les mantiene tiesa y se la han de cascar como locos, es que se dejan dar por culo por dinero. Pues bien, a éste mi cipote entrando y saliendo del recto no le ha disminuido un ápice la trempada que llevaba por la mamada. Al contrario, he sentido entre mis dedos como se le ponía aún más dura, me ha pedido que dejara de meneársela y se ha corrido al cabo del rato, sin tocársela, con la polla manando lefa como una fuente y vibrando ella sola en el aire por efecto de la enculada.
Me ha invitado a cenar, ofreciéndome pagarme el tiempo, y nuevamente he roto mis reglas. Esta vez, dos simultáneamente: He aceptado y sin cobrar; pero es que quiero saber más sobre él.
Mientras cocinaba he intentado entrar de nuevo en la habitación del otro día; pero continúa cerrada. La curiosidad me corroe.
Ha preparado una cena magnífica. ¡Además es buen cocinero el cabrón!, ¡Que joya de hombre!. Desnudo, con sólo el delantal de cocina, está más que apetitoso. Hemos comido desnudos y no he podido dejar de mirarlo. Me parece que se ha dado cuenta.
He intentado tirarle de la lengua; pero no he conseguido que me explique nada de su vida, sólo sé que dice llamarse Santi, en cambio yo he sido un libro abierto. Estoy enfadado conmigo mismo por mi torpeza.
Al acabar, mientras tomábamos el café en el sofá, ha vuelto a besarme. Sus labios y su lengua han recorrido todo mi cuerpo y ha acabado mamándomela. Tiene una boca endiablada y he roto una tercera regla: Me he abandonado y me he corrido en su boca. ¡Que orgasmo!. Me había olvidado de que el sexo es placer además de trabajo.
Me ha pedido que le reserve todos los lunes para él. No he querido comprometer mis días de asueto y no he aceptado. En realidad, tampoco le he dicho que no; le he dado el número de mi móvil para que me llame.
Se ha empeñado en pagarme al menos dos servicios y he aceptado el dinero de mala gana. No me reconozco a mí mismo.
Lunes, 1 de octubre
Me ha llamado, y al notar que dudaba me ha confesado que ya sabía que los lunes no trabajo y que sólo quería invitarme al cine. Su tono era suave pero a la vez imperativo, como diciendo que no admitía negativas. Finalmente y sin resistirme demasiado, he aceptado.
Al salir del cine me ha propuesto ir a cenar. He rechazado su oferta, alegando que no podía invitarme continuamente. "Sólo a unos bocatas", me ha dicho. Me he vuelto a dejar convencer y me ha engañado. Me ha llevado a una bocadillería donde sirven unos sandwiches estupendos, enormes, y acompañados de guarnición y ensalada. Los precios son también descomunales y la invitación le ha costado una pasta.
Me ha vuelto a hacer dudar cuando ha propuesto ir a su casa a tomar café. "He dicho café, no café con leche", ha aclarado con segunda intención, riéndose ante mi evidente indecisión.
No se me ha acercado, ni me ha hecho ninguna insinuación sexual. Ha sido una velada magnífica, es un estupendo conversador; pero sigo sin saber nada de su vida.
Al irme a despedir me he dado cuenta de un detalle: Tanto de mis amigos como de mis clientes me despido con un beso, de bien distinto sentido. De Santi, no he sabido como hacerlo.
Lunes, 8 de octubre
No he sabido nada Santi en todo el día. No sé porque me pongo así; en realidad, no tiene ninguna obligación conmigo.
Jueves, 11 de octubre
Su llamada, me ha sorprendido agradablemente. Creía que no volvería a saber nada de él. Ha tenido que salir de viaje de negocios y ha estado fuera todos estos días. Nuevamente me intriga el no saber a que se dedica. ¿Un viaje de negocios?. Me suena a extraño.
Hemos quedado para vernos el lunes en su casa.
Lunes, 15 de octubre
He llamado a su puerta, ansioso de volver a verlo. Me ha abierto en ropa de calle. Me esperaba algo más provocativo; pero con un holgado pantalón blanco inmaculado y una camisa negra, estaba muy atractivo. Esta vez, le he besado delicadamente los labios con un hola casi inaudible.
Sentado junto a él, he sido yo quién se ha insinuado, poniendo la mano sobre su muslo y desplazándola lentamente hacia su entrepierna. Mis dedos han tocado su controlada excitación y mi boca se ha fundido con la suya.
No tienes que hacer nada. - Me ha dicho.
Los lunes no trabajo. Le he respondido, desabrochándole la camisa y mordisqueando sus pezones.
Me ha penetrado cara a cara, de hombre a hombre, con mis piernas sobre sus hombros y viendo el placer dibujado en su rostro. Vi verga, apuntando al cielo al que mi ser quería acceder, oscilaba al ritmo del vaivén de sus caderas. Había olvidado el gozo que proporciona el sentirse ensartado por un miembro viril duro y potente que busca el placer de ambos y para el que eres algo más que un culo alquilado.
Sus manos pellizcaban mis pectorales y se aferraban a mi polla, frotándola con frenesí. He perdido la noción del tiempo, no se cuanto tiempo he estado gozando de su sexo entrando y saliendo de mi culo. Al borde del éxtasis, le he pedido que se corriera de una vez.
He sentido un cálido río que llenaba mis entrañas y como Santí se contraía gimiendo y jadeando en un espasmo y como ha clavado hasta el fondo su estoque. Ya, más calmado, se ha retirado y sin sacar totalmente la polla de mi culo, se ha inclinado hacia delante hasta que mi glande ha entrado entre sus labios y he sentido el contacto de su lengua.
Ha sido como una descarga eléctrica, a la que he respondido llenando su cara de blancuzca y viscosa esperma. Hacía mucho tiempo que no tenía un orgasmo como éste.
Hablando con él me siento muy bien. Hoy se le ha escapado que había estudiado Económicas; pero que, como no encontró trabajo de economista en ninguna empresa, montó su propio negocio. Al intentar saber algo más, rápidamente ha cambiado de tema.
Martes, 16 de octubre
He anulado todas mis citas para seguirlo. Le he esperado apostado frente al portal de su casa desde primera hora de la mañana. Por fin ha salido; pero ha desparecido en una moto y no he podido seguirlo.
Sigo muy intrigado por el secreto con que Santi lleva su vida. He decidido hacer algo drástico.
He hablado con "El Bocas"; es un genio abriendo puertas y le he pedido que me ayude a entrar en casa de Santi en su ausencia. Me ha dicho que estoy loco; pero es un amigo.
Miércoles, 17 de octubre
Hemos esperado bajo la lluvia a que se saliera. Cuando la moto a doblado la esquina, nos hemos metido en el portal de la casa aprovechando la salida de una señora de edad.
La puerta se le ha resistido y han estado a punto de cogernos in fraganti. Finalmente ha cedido la cerradura. El Bocas se ha quedado con la boca abierta al ver el piso por dentro y le he avisado que no se le ocurra quedarse con nada.
La misteriosa puerta estaba también cerrada; pero nada se resiste a las manos de mi amigo. Nos hemos quedado de piedra con lo que hemos visto: La habitación tiene en el centro una amplia cama con sábanas de raso; la cabecera de la misma, una pared lateral y el techo cubiertos de espejos; en una estantería, consoladores de todas las formas y tamaños, vibradores y estimuladores eléctricos, correas, pinzas, cock-rings, etc., se muestran como en una vasta exposición de juguetes eróticos y sexuales propia de una sex-shop; fotos de modelos mostrando sus enormes sexos erectos decoran las paredes; una gran pantalla ocupa el testero frente a la cama; y una luz tenue y acogedora y un colchón de agua, completan el equipamiento de aquel palacio del sexo.
En eso hemos escuchamos pasos y hemos oímos voces; Santí ha regresado antes de lo que esperaba. Nos hemos mirado fijamente a los ojos y yo he roto el fuego:
¿Qué es esto?
No te lo imaginas. Soy un chapero, un chapero de lujo y este es mi lugar de trabajo. Te hago la competencia. Bueno, en realidad no, tenemos una clientela muy diferente. - Ha respondido con sorna.
¿Por qué no me lo has dicho?. He preguntado dolido.
Sin esperar respuesta me he marchado arrastrando al Bocas.
Lunes, 29 de octubre
Hace más de diez días que no he visto a Santi, ni se nada de él y he llegado a la conclusión que no puedo vivir sin él. Estoy frente a su casa con el único propósito de verlo, aunque sea de lejos. Ha anochecido y hace frío; pero no pienso moverme hasta que no lo consiga.
La humedad me iba calando y mi nariz goteaba; cuando he sentido que me abrazaban por detrás y la reconfortante calidez de un aliento.
Epílogo
Dos cuerpos jóvenes, hermosos y tremendamente masculinos se mueven sudorosos y jadeantes, entrelazados sobre una cama. En sus ojos brilla la pasión y en las marmóreas columnas de sus sexos, el deseo. Son dos machos en celo que hacen desaparecer una y otra vez en sus fauces el placentero órgano del compañero y que con sus lenguas liban las gotas que van perlando la sabrosa fruta. La lúbrica imagen se repite hasta el infinito en los espejos que los observan.
Después del incruento combate sin vencedores ni vencidos, los guerreros descansan uno frente al otro. Como en un espejo, sus varoniles manos acarician el rostro del oponente y sus labios depositan delicados besos en el mentón, la boca, la nariz y los ojos; mientras, sus vergas erectas se cruzan como en un combate de esgrima. Ambos desean capturar en su interior al compañero, al amigo, al amante. Más allá de los roles sexuales, quieren ser activamente penetrados como modo de sentirse propietarios del cuerpo del otro. De igual a igual, ambos igualmente activos y receptivos, quieren ser uno solo.
Uno de ellos se vuelve dando la espalda al otro e inmediatamente siente como su amante le abraza y le penetra hasta sentir el contacto de su vientre sobre sus glúteos. Inicialmente inmóviles, respirando profundamente en silencio, comparten la comunión de sus cuerpos. Leves movimientos de sus caderas son amplificados por el ondulante colchón de agua, disparando las sensaciones de placer que recorren sus cuerpos, fundidos como si fueran uno por este acto carnal, como descargar eléctricas.
De rodillas, con la cara sobre el colchón, ofrece la entrada a sus entrañas para el infinito placer de ambos. La maravillosa experiencia de vivir como tu amanta traspasa con su sexo el umbral de tu cuerpo y se abraza al cuerpo que adora, no puede comprenderse si no se conoce. Ambos se miran reflejados en la superficie que les devuelve la imagen de dos atléticos cuerpos masculinos gozando sin papeles preestablecidos, dando y recibiendo el placer que buscan y sin preocuparse de otra cosa que de ellos mismos.
Una y otra vez intercambian sus posiciones en un carrusel lúbrico. Cuando penetran en su compañero y aferrados a él toman entre sus dedos su ya húmedo sexo, perciben sobre su verga las contracciones de gozo de su musculatura anal, que les devuelve así el placer que están proporcionando. Cuando son penetrados, viven una virilidad diferente recibiendo la ternura y el placer que el otro macho es capaz de darles.
Nuevamente están uno frente al otro, tiernamente abrazados; mientras, sus pollas, imitando a sus dueños, una junta otra, cobijadas entre sus vientres, se acariciaban una a la otra, como una pareja de amantes. Una mirada es suficiente para ponerse de acuerdo y confirmar su deseo. Una oleada caliente, húmeda y viscosa inunda sus cuerpos desde el pecho hasta el vientre, a la vez que sus bocas se fundían en un profundo beso y el orgasmo contenido hasta el límite estallaba en sus cuerpos convulsos.
Exhaustos, tendidos sobre la cama, con sus piernas y brazos aún entrelazados, los dos jóvenes descansan relajadamente.
Santi, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?.
Te vi captando clientela en el bar de La Momo, me quedé colgado de ti y me propuse llevarte a la cama. Eso lo tenía fácil, no tenía más que pagarte lo que me pidieras; pero quería lago más que alquilar tu cuerpo. Me hice pasar por alguien que buscaba tus servicios con el propósito de hacer valer mis encantos. El resto ya lo conoces.
Yo también me quede colgado te tu cuerpo desde el primer día que te rechacé. No sabes lo que me arrepentí de no haberme ido contigo. Cuando volviste al día siguiente, seguí en mi papel de profesional; pero estaba loco por acostarme contigo.
No lo hice mal, ¿verdad?.
No, que va. Hiciste conmigo lo que te dio la gana y supiste mantener mi interés por ti.
Profesional que es uno.