Diario del vicio III: Mi primera vez de cruising

Un señor de 60 años "abusa" de mi en los baños de una estación de autobuses, aunque me abrió todo un mundo.

Buenas a todos, queridos lectores.

A pesar de estar de cuarentena, he tenido que dejar de escribir, pero ya estoy de vuelta. Muchos os preguntáis por el primer capítulo de "Diario del vicio", debido a problemas con las normas, se ha tenido que borrar. Pero seguiré con la esta serie de relatos, sobre mi vida real.

Después de mi experiencia con aquel chico de ojos azules, exprimenté por primera vez el cruising en mis propias carnes. Estaba cursando tercero de la ESO (Educación Secundaria), por lo que aún era un pollito poco experimentado, a pesar de que ya me rompieron el culo por primera vez.

Un fin de semana, fui al pueblo de unos amigos para visitarles, por lo que me dirigí a la estación de autobuses de mi ciudad. Sentí algo raro al entrar, ya que había demasiados hombres rondando la entrada, algunos eran árabes de unos 18-30 años, bastante morbosos, marcando paquete y hablando con señores de 50-70 años en adelante. Sin embargo, yo no presté demasiada atención, porque desconocía totalmente lo que era el cruising y lo que podría llegar a pasar ene ste tipo de sitios.

Siempre he sido muy precavido, así que llegué casi 30 minutos antes de que saliera el autobús a la estación y no me quedaba otra que esperar sentado. Me entraron ganas de mear, así que fui a los baños de la estación y me puse en uno de los urinarios en los que no hay vitrina. Cuando estaba terminando la meada, la puerta de unos de los baños privados se abrió y flipé con lo que me encontré...

Un señor de unos 60 años, que mediría 1.70, con una barriga prominente, pelo canoso, vestido con pantalones cortos y camiseta de mangas cortas y llevaba a cuestas una mochilita. El señor estaba con el rabo fuera, bastante gordo y muy colorado. Yo me quedé sin saber muy bien como reaccionar, mi polla empezó a ponerse dura por la situación, tenía una mezcla entre morbo y miedo, porque no sabía si el hombre se me estaba insinuando realmente o es que era todo producto de mi calenturrienta imaginación.

Entró al momento otro chico, esta vez de unos 30 años, que simplemente orinó a mi lado y se fue rápidamente, seguramente ya sabía lo que estaba ocurriendo. Otra vez nos quedamos solos el señor y yo. Para mi sorpresa, se acercó a mi y cogió mi mano para ponérmela en su rabo. Por instinto quité la mano e intenté decirle que no, pero no me salía la voz. Ahora si que estaba asustado.

Él me susurró algo que no entendí al momento, pero me agarró nuevamente con fuerza y me empujó a unos los urinarios privados, cerró la puerta con el pestillo y empezó a sobarme el paquete. Sonrió al ver que la tenía durísima. Otra vez me puso la mano sobre su rabo, que parecía que iba a explotar (comoe el mío) y empezó a moverme la mano haciendo el movimiento de pajeo.

Sinceramente, yo estaba en shock, simplemente seguí con el movimiento, pero ya hubo algo que me hizo salir corriendo literalmente. Me dio la vuelta con agresividad y rozó su polla con mi recién estrenado culito. Por un segundo pensé en dejarme follar ahí mismo, pero la conciencia me decía que debía salir corriendo de allí, así que me di la vuelta rápidamente, le di un empujón y salí corriendo de los baños.

Estaba entre excitado y asustado al mismo tiempo, porque el señor me siguió y se quedó a unos metros esperando que yo me subiera al bus, y seguía sobándose el paquete. Hasta que llegó su autobús con destino a Alemania, así que no era español y lo mejor, no vivía en la ciudad. Se montó en su bus y siguió mirándome de lejos. Yo desconecté y me monté en el mio, dirección al pueblo de mis amigos, pero seguía cachondo y muy nervioso al mismo tiempo.

Después de pasar el día con mis amigos, regresé a mi ciudad, así que volvía a pasar por la estación de autobuses. Recordé lo que pasó con el viejo y mi rabo se puso duro de nuevo, y pensé si habría más gente en los baños como él, pero más jóvenes y atractivos. Así que volví al mismo baño y me sorprendí al pasar por ahí, porque seguía estando la misma gente (árabes y señores mayores) que al principio. Esta vez me miraron descaradamente y observaron cómo entraba al baño.

Me puse en el urinal y me saqué la polla, que ya la tenía durísima por el morbo de la situación. No tenía mucho tiempo, eran las 20.00 horas y mi padre me recogería en unos minutos. Justo cuando iba a irme, entró un chico de unos 27-30 años. Mediría alrededor de 1.60, cuerpo normal, algo de barriguita, barbita y pelo corto, no estaba mal comparado con lo que había rondando por ahí. Se puso a mi lado en el otro urinal y empezó a pajearse descaradamente. Yo miré su polla tímidamente y él se separó dle urinal para que la viera perfectamente.

No era muy grande, era pequeña y cabezona, además de muy peluda, pero no me faltó tiempo para agarrarlay empezar  a pajearle. Él me hizo la señal para ir al baño privado y le seguí hasta allí. Empezamos a pajearnos mutuamente y él se agachó y empezó a comérmela. Lo hacía increíblemente bien, nunca me la habían mamado de esa forma, con tanta ansia. Supongo que para él yo era un caramelito por mi edad y la inocencia que desprendía. Cuando estaba a punto de correrme escuchamos que entró una señora de la limpieza (malditas,siempre estropean el cruising en baños, aunque mil respetos por ellas, pero es así). Nos quedamos quietos en silencio y salí del baño rápidamente.

Aún no me había corrido y nunca había estado tan excitado y cachondo en mi vida. Mi padre me envió un mensaje y me dijo que le quedaban cinco minutos para llegar, así que me fui ràpidamente al otro extremo de la estación, porque allí había otros baños y al entrar vi que dos tios habían entrado al mismo cubículo juntos, me quedé enfrente del cubículo para escuchar qué hacían, cuando para mi sorpresa, abrieron la puerta y ahí estaba el mismo chaval que me la había comido antes, mamándosela a un tío de unos 40 años con un buen pollón. El chaval mamaba como si no hubiera mañana y ví como el cuarentón se corrió en su boca. Yo de mientras me pajeaba delante de ellos y también eché una buena corrida, que el chaval no desaprovechó, porque cuando vio que me iba a correr, se puso delante de mi de rodillas y se tragó toda mi lefa.

Al correrme me sentí bastante mal, había sido una experiencia entre oscura, morbosa y peligrosa. Mi padre me llamó y me dijo que ya estaba esperándome, así que fui dónde él y me monté en el coche bastante serio. Él me hizo algunas preguntas, si me lo había pasado bien y tal, intenté disimular para que no se preocupara, pero yo solamente estaba pensando en una cosa:

En volver a los baños de la estación y en descubrir nuevos lugares de cruising en la ciudad.

Así se me abrió la puerta a un nuevo mundo lleno de vicio, que continuaré relatando.

GRACIAS por haber llegado hasta el final, si te ha gustado puntúame y déjame comentarios por aquí y también emails, me hacen ilusión.

Un beso a todos y ahora toca pajote.