Diario del vicio II: Mi primera vez dando culo
Un par de años después de las experiencias con mi primo quería mucho más. Contacté con un chico de 27 años que se ofreció a romperme mi virginal culito
Muy buenas. Primero tengo que daros las gracias por venir a leer mi segundo relato y mil gracias por vuestros comentarios e emails, me han alentado a ponerme delante del ordenador otra vez y escribir otra de las experiencias que marcaron mi infancia.
Después de las experiencias con mi primo, mi cuerpo me pedía más y más. Llevaba un año sin comerme el rabo de él, por lo que necesitaba sentir una polla gorda y venosa dentro de mi garganta. Como os comenté en el anterior relato, siempre he sido un niño muy tímido y con pocos amigos, normalmente me he juntado con chicas, por lo que eso de pajas con colegas lo tenía más difícil.
Intenté acercarme a algún tio mayor que yo cuando iba a la piscina en verano y me quedaba solo en los vestuarios. Siempre fantaseaba con la idea de acercarme directamente a uno de los nadadores con cuerpor esculturales de los vestuarios, ponerme de rodillas y comerme sus rabos sin avisar, pero nunca tuve el valor de hacerlo...
Sin embargo, en el verano de los 18 años, mis padres me compraron mi primer ordenador y lo instalaron en mi habitación. Esto fue un arma de doble filo, porque me proporcionaba todo el porno que quería, pero aprendí rápidamente a quedar con desconocidos siendo tan joven, algo de lo que me he arrepentido en contadas ocasiones, pero ese es otro tema aparte.
Con el ordenador e Internet instalado me dediqué a hacerme más de tres pajas diarias. Directamente me pasé al porno gay. Me encantaba imaginarme siendo la putita de todos los machos con rabazos que follaban culos y bocas y especialmente me ponía muy cachono la categoría "maduros" de todas las páginas porno.
Un día, navegando por la web, di con el mítico Chat Terra. ¿Quién no se ha metido ahí alguna vez antes de que existieran las aplicaciones para el móvil? Pues eso fue mi bendición o mi perdición, mires por donde lo mire.
Mi nik solía ser Morenito15 porque siempre me ponía un par de años más de los que tenía, para así tener mayores posibilidades con más tios.
Hablaba con varios tios, la mayoría de 30-40 años. Solíamos hacer cibersexo a través de las webcam, pero ninguno se animaba a quedar. Hasta que conocí a Juan.
27 años, cuerpo atlético, pinta de hetero, ojos azules, pelo corto castaño... Era guapísimo y con una sonrisa arrebatadora a través de la webcam. Me dijo que tenía novia y que solo había estado con un par de chicos. Yo le comenté que nunca me la habían metido y que me daba mucho miedo hacerlo. Estuvo dos semanas chateando conmigo por messenger, calentándome a más no poder, pero también me estaba pillando un poco por él. Tengamos en cuenta que tenía 18 años y estaba siendo mi rpimera vez hablando con un chico adulto... Era normal que me enganchara de esa forma.
Tras esas dos semanas accedí a quedar con él, pero tuve que crearme varias coartadas. Le dije a mis padres que había quedado con dos amigas en el centro comercial de al lado de casa, que solo serían un par de horas. Por lo que me dejaron en el centro comercial y una evz que se fueron me di la vuelta y me dirigí caminando hacia el punto de quedada, que estaba a diez minutos a pie.
Tengo que decir que los 13 me habían sentado muy bien, apenas me sobraban un par de kilos, estaba alto para mi edad, no era afeminado y tenía una carita de gitano de barrio (porque soy gitano por parte de padre).
Y ahí llegó Juan. Madre mía, era aún más guapo en persona. Unos ojazos azules que me dejaron enamoradísimo. Me saludó con la mano y bastante nervioso me pidió que le siguiera hasta llegar a casa, que estaba muy cerca. Me comentó que no teníamos demasiado tiempo porque su madre llegaría de trabajar en una hora, algo que me puso un poco nervioso, pero sin problemas.
Llegamos a su casa y tenía la habitación preparada. Sobre la cama había unas toallas, un bote de lubricante y un condón.
Mi primer impulso fue besarle, pero se retiró y me dijo que los besos no le iba, lo que me dejó un poco cortado porque me apetecía besar por primera vez a un tio ya que solo había besado a una chica en el cole. Juan me hizo ponerme de rodillas y se sacó un rabo bastante grande. No lo recuerdo con exactitud pero era blanquito y venoso. y con bastante vello. Me lo metí directamente en la boca y ¡PUF! qué ganas tenía de volver a esa sensación.
Empecé a lamer el glande con timidez, pero Juan era un macho bastante bestia y me agarró la cabeza para que me la metiera en la boca hasta el fondo. Me folló literalmente la boca. No dejaba de jadear y mover sus caderas para seguir dándome arcadas con su polla.
Ni siquiera me dejaba que me pajeara. Si intentaba hacer otra cosa que no fuera chupar, me daba un guantazo en la cara. Así que fui obediente y descubrí que eso me ponía aún más caliente. Me encantaba ser una putita sumisa.
Juan empezó a jadear muchísimo y creí que se iba a correr, pero sacó su rabo de mi boca y me puso de pie.
-¿Quieres que hagamos lo siguiente?
Me gustó que me preguntara si quería que me follara el culo. Sabía perfectamente que era la primera vez. De repente cambió su forma y me trató con bastante cariño. Me tumbó boca abajo sobre la cama y me bajó el pantaloncito vaquero. Empezó a darme besos por la espalda y mis nalgas, creo que se imaginó que era una chica. Me echó lubricante y empezó a empujar su rabo contra mi ano. Fue sorprendente cómo entró. Yo estaba tan cachondo que mi culo se abrió ante el rabo de mi machote de ojos azules.
Una nueva sensación... Sentí que me estaba desvirgando a cada momento que su polla entraba más en mi interior.
-Uffffff qué culazo tienes, como succiona mi polla hacia dentro...- Nunca se me olvidaron esas palabras de Juan porque me hicieron sentí que había nacido para ser una putita pasiva.
Estuvo follándome durante menos de tres minutos. No me dolió nada. Lo estaba haciendo con tanto cuidado y tan bien que no hacía más que ponerme más y más cahondo. Mi rabo no dejaba de babear, sentía que con cada embestida me iba a correr. El chaval estaba tan caliente que no tardó en correrse y gritar como un loco con su corrida.
Me dio un par de toallitas para que me limpiara y, efectivamente, hubo un poco de sangre. Se lo comenté y esbozó ua sonrisa... uff esa pícara y sonrisa canalla, como me pone recordarla. Me dijo que era normal, que ya me acostumbraré.
Solamente había pasado una hora y su madre estuvo a punto de venir así que me pidió si no le importaba acompañarle a mirar unos móviles al centro comercial. Yo me sorprendí, porque creía que directamente pasaría de mi. Accedí y fui con él al centro comercial y estuvo contándome diversas anécdotas de su adolescencia, además de problemas que tenía con su madre y que nunca le diría que le gustaban los tios y que por eso prefería tener novia.
-¿Y qué edad tiene tu novia? Le pregunté.
- Tiene 18 años- Me respondió. Eso si que me chocó. Llegué a ciertas conclusiones que me guardo para mi.
La cuestión es que después de pasar la tarde con él, me gustaba más y más y él era super cariñoso. Me daba abrazos, algún beso en la mejilla... lo que me sorprendió cuando no quería besarme en el sexo.
Me acompañó a donde me recogían mis padres y con esa sonrisa pícara me dijo:
- Gracias, gitanillo. Me has gustado mucho.
Nunca más volví a ver a Juan.
MUCHÍSIMAS GRACIAS por llegr hasta aquí, epsero habértela puesto bien dura. Me encantaría que me enviaras a mi email fotos de cómo te has puesto con este relato. No tengas miedo a escribirme por email y en dejar comentarios.
Mil gracias
Un beso
Bruno.