Diario del sumiso cornudo yoli (viernes)
Hoy te he despertado como siempre, lamiéndote el coñito para que tengas un bonito despertar lleno de placer. Y luego te he ayudado a ducharte, a vestirte, te he preparado el desayuno y te he acompañado a la puerta para despedirte, recibir tus últimas órdenes y que tú compruebes que está bien cerrado el cinturón de castidad.
Y cuando estabas a punto de irte te he dicho que no te olvides, por favor, de que te amo, de que estoy muy enamorado de ti, que te necesito para vivir, para respirar porque soy feliz respirando el mismo aire que tú respiras, estando en la misma habitación que tú estás o esperando a que llegues para entregarme a ti y amarte.
Amarte sin fin, sin límite, sin obstáculos porque ninguna ley o norma podrá impedir que sea tu más sumiso esclavo cornudo. Tú eres mi ley, mi reglamento, mi Constitución y mi vida. Toda mi vida depende de ti y por eso quiero ser cada día más tuyo. mi Ama.
Y tú te has agachado para darme un tierno beso en los labios y decirme que también me quieres, aunque de otra manera.
Te quiero yoli, pero como sumiso, como puta zorra, como esclavo y como cornudo.
Lo sé, mi Ama
No puedo amarte de otra forma y si dejaras de serlo, dejaría de quererte. ¿Lo sabes verdad?
Sí, Ama, lo sé, lo comprendo y lo acepto.
Pues entonces aplícate, yoli, mi princesita, porque esta tarde tienes que ir a casa de mi madre a limpiarle la casa, que ya sabes que vive sólo con mi hermana lesbiana, con Patricia. Y cuando hayas terminado vente pronto a casa porque vienen mis amigas a cenar.
Y me he echado a temblar porque sé que su hermana Patricia es lesbiana y odia a los hombres y siempre que voy allí, su madre, es decir, mi suegra, me feminiza por completo para no molestar a la hermana, para que no haya ningún hombre cerca de ella y que no se moleste. Así que me he dado prisa para terminar con las labores de la casa, he comido rápido unos sándwiches y me he vestido con los pantalones por encima de la braguita, aunque sabía que eso era poco y que cuando llegara a casa de mi suegra y mi cuñada, iba a recibir otro tratamiento de feminización más severo. Porque mi cuñada Patricia, que es lesbiana, no puede ver a los hombres, los odia y la única forma de que yo les limpie la casa es pasar por mujer, es decir, feminizarme completamente para no molestarla.
De eso se encarga mi suegra que cuando llego me lleva a su cuarto y comienza la labor de transformarme. Y me arrodilla entre sus muslos, me pinta los ojos como una zorra, me maquilla la cara con polvos y me pinta los labios y los pezones de color rojo brillante como si fuea un putón verbenero. A mí no me gusta mucho que me feminicen tanto, la verdad, porque lo que de verdad me hace sentir tu puta sumisa es llevar tus bragas que es lo que de verdad me vuelve loco. Y además me has pro,metido que las llevaré siempre por el resto de mi vida. E incluso me enterarás con ellas, con la mortaja.
Sólo con llevar tus bragas ya me siento tu puta y zorra, pero he de dejarme feminizar y al pensar en que lo hago por ti, porque soy tu sumiso cornudo y te amo con locura, se me pone el pito duro. Así que tu madre, mi suegra, me ha dejado como una putita zorra porque me ha vestido con minifalda, ligueros y medias.
- Así estás más guapa yoli, créme. Estás preciosa. Pareces una princesita, aunque muy zorra, eso también.
Y de esta guisa he podido limpiar la casa por todos los cuartos, aunque tu madre, es decir, mi suegra, me ha cogido varias veces para doblarme sobre sus muslos y darme unos zapatillazos en el culo cuando veía que no lo dejaba todo bien limpio. !Y Dios, cómo pega mi suegra!. Tiene un arte con la zapatilla que te deja el culo rojo con maestría. Y también da unas leches que te voltean la cara y ahora sé de dónde te viene a ti ese arte de abofetear a tus sumisos. Eso te viene de familia.
Y luego he seguido con la limpieza de los cuartos, incluida la habitación de tu hermana Patricia que cuando me ha visto, me ha llamado y me ha llevado al cuarto de baño para depilarme completamente el cuerpo a la cera. Me ha depilado desde las cejas hasta las piernas y he quedado limpio como el culo de un bebé, sufriendo los tirones de la cera, mientras ella se reía y me daba alguna hostia.
- Para que aprendas, yoli, me ha dicho y seas más puta, más princesita zorra.
Y luego, cuando he llegado a casa y tú me has visto, te ha gustado y me has dicho que a partir de ahora tendré que ir completamente depilada, excepto las cejas, claro, pero limpio en todo el cuerpo. Siempre depilado completamente porque los pelos, según dices, son cosa de macho, de hombres con pelo en pecho y yo sólo soy una puta zorra femenina.
Completamente depilado como un niño. O como una puta, has dicho tú sarcástica cuando he vuelto a casa, y te he encontrado sentada en el sofá leyendo una revista. Y me has dicho que no, que no me duchara, porque querías que permaneciera así cuando vinieran tus amigas. Querías que estuviera así de femenina. Y luego me has dicho que vas a salir con ellas de copas y con unos amigos. Lo de "amigos" lo has remarcado mucho para que lo oyera mientras te duchaba, te preparaba la ropa, te ponía la ropa interior y veía como te maquillabas ante el espejo con brillo en los labios y algún retoque en los ojos.
Pero como no quieres que ande por la casa alborotando me has dejado acostado desnudo a los pies de tu cama con mi cuello atado a la pata de la cama. Y has traído a la habitación el ordenador portátil con la webcam y has orientado la cámara hacia donde estoy echado para poder espiar y comprobar si me muevo, si abandono el lugar donde me ha dejado.
Vamos a casa de unas amigas. Y "amigos" (has vuelto a insistir en lo de "amigos"), y desde allí me conectaré a la webcam y podré ver si te mueves, si te has movido. Así que tú sabrás lo que haces. Luego vendremos a cenar y tendrás que tener la cena preparada. Algo ligero, porque tú no sabes cocinar, eres una puta torpe y ellas no quieren comer mucho. Prepara sándwiches, cervezas y copas.
Y me has dejado unas braguita usadas que te acababas de quitar para que me consuele con ellas en su ausencia y el cinturón de castidad bien cerrado con la llave que tú siempre luces colgando de una cadenita de tu cuello o de tu muñeca, y que sólo te quitas de vez en cuando para dármela a besar: "Yoli: Besa la llave que encierra tu placer", me sueles decir, antes de volver a colgártela del cuello. Y te has marchado vestida muy sexy, con zapatos de alto tacón, una falda muy corta y la blusa blanca sin sujetador que deja que se trasluzcan tus hermosos pezones.
Pero antes de que salieras por la puerta de la calle para ir a divertirte, te he llamado y te he dicho que te amo, que estoy muy enamorado de ti, que amo el suelo que pisas y las cosas que te acarician; que te doy las gracias por dejar que te ame, por permitir compartir el mismo aire que respiras, por poder estar en la habitación que tú estás, por poder lamer la polla que te folla.
Por ser tuyo, por pertenecer, por saber que mi vida es tuya y que tu voluntad ya es la mía porque yo no existo sin ti, soy tú misma y mis pensamientos te pertenecen porque sólo pienso por ti y para ti; sólo siento por ti y para ti y sólo vivo en ti, siendo tuyo y sintiéndome tu puta sumisa. Tu cornudo sumiso que te ama más que a mi vida.
Y tú te has vuelto y me has besado tiernamente en los labios.
Los besos de pasión son para mi amante, ¿verdad yoli?
Lo sé, mi Ama; sé que los besos apasionados, los morreos de verdad, los dejas para tu amante.
Y me has vuelto a besar con ternura, te has marchado y he permanecido allí echado oliendo tus braguitas, consolándome con el olor y el sabor de su hermoso coño. Y cuando de vez en cuando miraba a la cámara web que tú habías apuntado hacia mí para vigilarme a distancia y veía el piloto verde encendido, sabía que me verías, que era la señal inequívoca de que estabas en algún ordenador de tus amigos espiándome, viendo si permanecía allí donde me habías dejado.
Y horas después he oído tus tacones y un murmullo de personas que entraban en el salón, pero tú te has acercado a la habitación, has entrado, te has inclinado, me has acariciado el pelo, me has dado un tierno beso en los labios, me has dicho que me quieres. Y que salga para atender a tus amigas.
- Y a mi madre. También ha venido mi madre.
Y he asentido y me he esmerado más todavía porque tu madre, que es más joven que yo pues tiene 45 años y yo rozo los 50, es muy severa y estricta y también me domina cuando tú no estás. Me da morbo ser también sumiso de mi suegra. Y lo soy, vaya que sí, porque le limpio la casa y además sabe que soy tu sumiso cornudo y que su hija me pone los cuernos con un amante fijo, con un negro con una hermosa pollaque la vuelve loca en la cama.
- Porque nunca me dejaré a mi negrito -me advertiste al poco de conocernos.
Y he ido a la cocina a por las bandejas con los sándwiches y las cervezas que había preparado antes de que te marcharas y he salido al salón para pasar entre tus amigas vestido sólo con las braguitas, el sujetador que ya no usas y un delantalito de doncella francesa que apenas tapa mi mi sexo y deja el culo libre. Y además lucía mi cara maquillada pues todavía me duraba el maquillaje de tu madre. Tus amigas sonreían al verme, aunque no me decían nada porque saben que tú no permites que me humillen o me toquen, sin tu permiso.
- Eres mío, yoli. Exclusivamente mío, mi princesita, yoli, y ninguna mujer u hombre te va a tocar o humillar sin que yo lo consienta me dijiste un día.
Así que tus amigas se miraban cómplices entre ellas al verme pasar con la bandeja y en realidad yo creo que te envidiaban porque me barrunto que desearían tener un marido como yo; un marido sumiso, cornudo, puta y criada. Pero que no puedan hacer nada conmigo sin tu permiso, no significa que no participen de tus juegos porque ya me tienes adiestrado y cuando alguna necesita ir al cuarto de baño, te lo dice a ti, tú me haces un gesto y ya sé lo que tengo que hacer.
Así que la acompaño al cuarto de baño, me arrodillo delante de ella, espero que se baje las bragas, que orine y cuando termina, en vez de coger papel higiénico para limpiarse, se espera para que yo meta la cabeza en su coño y le limpie con mi lengua las últimas gotitas que quedan. Es lo que siempre hago contigo porque mi lengua es tu bidé y lo que te gusta que también haga con tus amigas cuando vienen y tú quieres demostrarles cuán sumiso y puta cornuda soy. Cuál es tu poder sobre mí. Tu poder total y absoluto.
Y luego, cuando se sentaron en el sofá para hablar de sus cosas, tuve que lamerte a ti los sobacos delante de ellas para dejártelos lustrosos mientras ellas se miraban entre ellas lanzándose miraditas cómplices y hablabais del macho que tú te habías ligado en un pub; un chico cachas y fuerte, guapo y alto, con el que has coqueteado. Y algo más por las risas de tus amigas.
Creo que el cornudo debería saber si has follado con él, María
Sí, no sería mala idea le has contestado tú-. Ven aquí, yoli, y lame; déjame el coño bien limpio con tu lengua. Lámelo y límpiamelo bien, que he tenido una noche agitada.
Y he lamido con devoción y fruición tu coño que he notado muy mojado, pero no he podido averiguar si habías follado con ese chico, aunque creo que no porque sé que me eres fiel y sólo follas con tu amante fijo, con el negro que es tu amante y que viene todos los martes. Y mientras te lamía el coño te daba las gracias por hacerme tu sumiso cornudo porque ese es mi mayor placer: que tú tengas libertad absolutamente para todo y que yo no tenga libertad absolutamente para nada. Y así he estado, hasta que te has corrido sobre mi cara y tus amigas han aplaudido tu explosión de placer que me ha llenado la cara.
Pero tu madre me ha cogido de la mano, me ha arrodillado delante de ella y me ha preguntado cómo me siento, qué tal estoy, si soy feliz.
Lo soy, señora. Soy un cornudo feliz.
Estás muy enamorado de mi hija, ¿verdad yoli? -me ha vuelto a preguntar tu madre, mi suegra, mientras me arreglaba el delantalito y la braga, para que estuviera recto y estuviera guapa.
Sí, señora. Estoy loco por ella.
Eso me gusta, que hagas feliz a mi hija.
Lo hago, doña Laura, porque la quiero más que a mí vida y ya no sé qué más hacer para demostrárselo.
Lo sé, yoli, y eso me gusta. Sólo tienes que obedecerla en todo y la harás feliz, muy feliz. Y a mí también -ha añadido dándome una fuerte palmada en el culo para que siguiera con mi tarea de doncella, de puta sumisa.
Y cuando se han ido tus amigas (y tu madre), me has llevado a la cama y hemos dormido abrazados, porque sé que me quieres, que me amas y que todo lo que haces lo haces por mi bien, por mi felicidad.
Yoli: mi madre es viuda, está sola y estoy pensando que quizás debas ir algunos días a su casa a comerle el coño, a darle placer co tu lengua de puta para que esté contenta. Me lo estoy pensando.
Te obedeceré en todo, mi Ama.
Y me he pegado más a ti por detrás, a lo "cucharita", con mi pito pegado a tu culo. Y he olido tu pelo, he besado tu cuello y te he dicho al oído que te amo, que estoy muy enamorado de ti y que después de conocerte mi vida jamás podrá volver a ser igual porque una vez que se te ha conocido y que se ha sido tu sumiso, ya es imposible dar marcha atrás o huir, querer huir de ti, de tus caprichos, de tu poder sobre mí.
Es imposible. Yo lo he intentado, he querido huir y siempre he vuelto y volveré a ti con la cabeza gacha para ser sometido de nuevo a tu voluntad, porque fuera de ti no hay vida. Una vez que uno te ha conocido sabe que fuera de ti, de tus dominios, de tu mundo, no hay nada. Todo es vacío. Tristeza.
Sin ti sólo hay tristeza porque el ser tu esclavo te trae la alegría, aunque no lo sepas. Bueno sí, lo averiguas cuando huyes y comprendes que no hay felicidad posible sin ti, sin tu poder, sin tus antojos, sin tu voluntad sometiendo a la mía. Cuando comprendes que vivir sin amarte no es vida. Que nada tiene sentido sin estar subyugado a ti. Que tus caprichos y órdenes son deliciosas manjares y el sufrimiento que tú provocas un licor que al principio es fuerte, pero después emborracha de unos placeres inenarrables.
Y uno comprende que una vez que se te ha conocido y que se te ama, es imposible la huida, que no hay escapatoria porque siempre vuelvo a suplicar que tú me pongas de nuevo la correa de tu poder sobre mí. Que vuelvas a uncirme con el honor de ser tu esclavo, tu instrumento de placer. Que no tengas piedad y hagas conmigo lo que te venga en gana. A tu capricho.
Porque quiero amarte más allá del bien y del mal, más allá de dolor, más allá de los límites que cualquier persona razonable se impone para no caer al vacío. Contigo el abismo es el cielo en el que el dolor es un placer y servirte y humillarse ante ti un orgullo que sólo unos pocos pueden disfrutar y apreciar. Y te suplico que no tengas piedad y me lleves más allá de todos los límites racionales, que los traspases todos y me conviertas en tu más sumiso y humillado esclavo que sólo piensa por ti, que sólo vive por ti, que sólo está vivo cuando tú lo humillas y sometes con esa severidad dulce e inteligente que denota amor, mucho amor. Porque sé que pese a todo me amas tanto como yo a ti.
Y tú me dijiste que también me amabas, que te gustaba mucho lo que te decía y pasamos la noche besándonos tiernos como dos adolescentes, diciéndonos muchos "te quieros" y amándonos tiernamente hasta que te quedaste dormida y yo vele tu sueño junto a ti. Te amo, te dije antes de quedarme por fin dormido lleno de dicha y de felicidad.