Diario de Una Universitaria
Mi abuelo no perdió el tiempo y comenzó a meterme sus dedos por mi coño al tiempo que yo...
Capítulo III
07 Noviembre
¡¡¡Querido diario hoy me ha pasado una cosa terrible!!! Escribo estas notas mientras mis lágrimas corren desconsoladas por mis mejillas, pero tengo que contarlo, aunque sea a un trozo de papel como tú, tengo que desahogarme
Hoy en clase he recibido un mensaje de mi amiga Marta, me decía: “Estoy muy afectada por lo de la otra noche, tenemos que hablar, ¿nos vemos hoy a las 20h en el centro comercial? Te espero, por favor no falles”. Y claro como en el fondo yo también me sentía algo culpable, pues como mujer, no supe leer las señas que me hacía Marta aquella noche en el cine y otros días cuando nos quedábamos solas, pues no supe pararla a tiempo. De modo que he aceptado y allí me he ido.
Ella estaba muy afligida, o al menos eso me pareció y he sentido empatía por ella, por sentimiento de culpa, por lo que intentó, por todo un poco. Hemos tomado café en el centro comercial y hablado largo y tendido.
Casi sin darnos cuenta nos han dado las 12 de la noche. Me ha invitado a una pizza y hemos continuado hablando, en el fondo sentía que era la mejor amiga que había tenido, pero luego, de camino a casa... me cuesta escribir mis palabras pues el sólo hecho de recordarlo hace que el mar de lágrimas aguardan bajo mis párpados nublen mi visión, me las seco e intento serenarme.
Ella conducía su coche y ha decidido parar un momento junto a la carretera, con la excusa del bonito cielo estrellado que según ella sólo existe en las islas. Y tenía razón, ya lo creo que era precioso, aparcadas junto al acantilado, con el mar al fondo y el sonido de las olas. Hemos salido y nos hemos sentado a unos metros del vehículo.
Allí ella me hablaba de sus sentimientos hacia mí, de lo que que se identificaba conmigo, de lo buena amiga que era en definitiva. Me acariciaba el pelo y sentada junto a mi me cogía por los hombros y tonta de mi no he sabido identificar “las señales”, bueno si, pero en el fondo pensaba que ella me respetaría.
No ha sido así, en un momento dado sus labios estaban tan cerca de los míos que podía sentir golpes de aire provocados por sus susurros y ha ocurrido. Me ha besado, pero yo estaba como hipnotizada, no he sabido reaccionar y creo que me dejé llevar. Sentí sus labios sobre los míos, sentí su abrazo apasionado y sentí su lengua caliente y húmeda cruzar la frontera de mi boca y explorar más allá.
Y creo que me gustó, pues no fui capaz de pararla. Marta se ha echado encima mío y me ha aprisionado con su cuerpo encima e mí, besándome el cuello, besándome la oreja, me ha provocado un sin fin de escalofríos. Luego ha bajado y deshaciéndose de los botones de mi blusa me ha comido los pezones, chupándolos tan dulcemente y mordisqueándolos tan sensualmente que me he rendido a sus caricias.
Así ha sido capaz de llegar hasta mis bragas y comiéndome el coño a través de la tela me ha hecho desfallecer. En un último intento por no seguir y caer en el abismo de la homosexualidad me he levantado y le he dicho que parase. Entonces ella me ha empujado, me ha empujado bruscamente y he caído sobre la hierba. Luego me ha susurrado pidiéndome perdón y diciéndome que me me deseaba, que me estuviese quieta, que me iba a gustar mucho. Luego me ha bajado las bragas con brusquedad, y ha enterrado su cara en mi chochito, lamiéndomelo y comiéndose hasta la última gota de mis jugos.
Las estrellas han brillado por unos instantes en mis ojos cerrados y el orgasmo me ha venido de improviso. Me he corrido como pocas veces, sufriendo espasmos y apretando las piernas, aprisionando su cabeza entre mis muslos.
Luego ha llegado la desesperación, el inconsciente, los prejuicios, los tabúes o qué se yo. He estallado en llantos y le he gritado que me llevase a casa. Por suerte no quedaba mucho y enseguida hemos llegado, he salido corriendo sin darle tiempo a más explicaciones, sin darle tiempo a despedirse, no quería verla, quería huir a toda costa y eso he hecho.
Menos mal que mi abuelo no estaba levantado y he podido llegar a mi habitación sin ser descubierta.
¡Maldita seas Marta, maldita seas! ¡Tú me has robado algo muy precioso, tú me has robado mi inocencia, por eso yo te maldigo!
08 Noviembre
Hoy no he sido capaz de ir a clase, no quería cruzarme con Marta ni estar junto a ella. Encima el resto de amigas iban a notarlo pues siempre nos sentamos juntas en clase y no he querido ir, le he dicho a mi abuelo que no me encontraba bien y no me apetecía ir a la Universidad. ¡Qué bueno es!, no me ha dicho nada ni siquiera me ha preguntado. Luego me ha invitado a acompañarlo a la playa y hemos paseado junto a las barcas de los pescadores que se afanaban en preparar sus redes para la faena nocturna.
Él me los ha presentado, todos eran viejecitos muy amables y me han tratado muy bien. Luego hemos vuelto y hemos cenado, como siempre él ha preparado la cena y yo he puesto la mesa. La verdad es que me siento super a gusto con mi abuelito querido. Sin que él lo esperase le he dado un beso en la mejilla y le he dicho: ¡gracias! Luego me he marchado corriendo escaleras arriba para irme a la cama. Ya se me ha pasado un poco el disgusto, menos mal que el sol, o en este caso la luna, vuelve a brillar. Contemplo la luna llena desde mi habitación. Su visión me relaja y atempera mis nervios. Cansada, finalmente decido acostarme.
09 noviembre
Hoy tampoco me apetece ir a clase. Total, en la universidad una se puede permitir el lujo de faltar y luego pedir los apuntes. Mi abuelo me pregunta si voy a ir a clase y yo le contesto que no me encuentro animada. Él se preocupa mucho y entonces le explico que el miércoles me enfadé con una amiga y no me apetece volver a verla. Se muestra muy comprensivo, y tras volver de la compra me dice que me anime que tiene planes.
Sin comerlo ni beberlo me propone salir a navegar a una de las islas, acamparemos en la playa y pasaremos allí el fin de semana. Ya viene preparado con todas las provisiones así que muy animada me preparo y partimos al medio día.
Como las tardes son ya muy cortas apenas nos da tiempo a llegar y desembarcar en una cala recóndita rodeada de acantilados y apenas unos metros de playa, pero está muy tranquila y apacible. Mientras montamos la tienda de campaña vemos el atardecer en el atlántico. Ya hasta se me ha olvidado todo. Encendemos una hoguera y nos disponemos a cenar cuando las primeras estrellas hacen su aparición en este cielo maravilloso, me lo estoy pasando fenomenal.
10 noviembre
Querido diario anoche lo pasé super bien. Después de la cena estuvimos hablando mucho rato al calor de la lumbre y mi abuelo se sinceró conmigo hasta el punto que me empezó ha hablar de sus primeras relaciones sexuales con mi abuela cuando eran jóvenes. La verdad es que me excitaba oírlo relatar cómo se besaban a escondidas en los cines o en los parques y que les daba mucho miedo que los pillasen, pues en aquellos tiempos de dictadura hasta podían encarcelarlos por escándalo público. Pero al parecer el cuerpo no entendía de represiones y aún así se arriesgaban. Me contó la primera vez que le metió la mano a mi abuela bajo la falda y lo nervioso que estaba tanto él como ella. También me contó lo que le costó que mi abuela le metiera la mano en la bragueta para tocarle el pene.
Lo cierto es que yo lo escuchaba con avidez y me excitaba imaginándomelos en las situaciones que él relataba. Luego me preguntó si yo ya había tenido mis relaciones con otros chicos. La verdad es que me dio algo de reparo al principio, pero luego no me importó contarle que ya lo había hecho con un novio que tuve un verano y que había tenido algún escarceo más. Él no se sorprendió mucho y se limitó a decirme que en sus tiempos era impensable y que con mi abuela lo único que conseguía era que lo masturbase con un pañuelo, vamos que llegaron vírgenes al matrimonio.
Me sentía tan bien que le conté lo que me pasó el miércoles con mi amiga Marta y se quedó bastante sorprendido. Luego me aconsejó que no me torturase con pensamientos de culpa y que le diese un poco de tiempo a mi amiga, que seguramente me pediría disculpas por lo sucedido, pues a lo mejor pensó que a mi me podría gustar ella también.
Al acostarnos decidimos abrir los sacos de dormir y ponernos encima de uno de ellos y poner el otro como edredón encima de los dos, ya que no hacía mucho frío. Yo dormía con un pijama de pantalón corto y mi abuelo con una camiseta y calzoncillos tipo boxer. Lo cierto es que no podía dormir, sin duda porque tanta conversación sexual me había excitado y no podía parar de pensar en mi amiga Marta comiéndome el coño.
Casi sin pensarlo acerqué mi culito a mi abuelo que parecía dormir a juzgar por su respiración profunda. Entonces comencé a restregarme contra sus calzoncillos, pero claro a través del pijama como que no me enteraba, así que decidí quitármelo y pasarle mi culo desnudo. De esta forma comencé también a acariciarme mi chochito bajo el edredón y poco a poco noté como la polla de mi abuelo se ponía morcillona en contacto con mi culito. ¡Pero entonces despertó!
Como ya estaba metida en faena la verdad es que continué insinuándome con mi culito desnudo y él entre sueños aún me acaricio las caderas advirtiendo mi desnudez. Al principio retiró la mano pero ante mis contoneos volvió a posarla en mis caderas, acariciándome mi culito después, entonces fue cuando creo que gemí muy bajito y le pedí que: “me acariciase”. Él obedeció y continuo deleitándose con mi culito, yo me atreví y echando mi mano para atrás palpé sus calzoncillos y busque su polla tras la abertura de los mismos, encontrándola aún algo morcillona pero bueno era cuestión de trabajársela un poco y eso hice.
Mi abuelo no perdió el tiempo y comenzó a meterme sus dedos por mi coño al tiempo que yo le meneaba la polla ya fuera del calzoncillo. Hasta llegué a posarla en mi culito y acercarla a mi raja, en ese momento rozó mi chochito y él la tomó en sus manos y me la paseo a lo largo de la vagina. ¡Estaba tán excitada que le rogué que me la metiera!
Pero algo le pasó y me dijo que mejor no, que lo dejásemos. Yo protesté y le dije que no pasaba nada, que me la metiese sólo un poquito que estaba super cachonda, hasta se lo rogué empujando mi culo y mi coño contra su polla. Pero él se mantuvo en sus trece y entonces hizo que me tumbase boca arriba y se arrodilló ante mi, enterrando su cara entre mis muslos para comerme el coño, como días atrás hizo Marta. Yo lo dejé, la verdad, estaba a punto de correrme y en efecto mi orgasmo no tardó en llegar. Mi abuelo lo hizo muy bien y me proporcionó un intenso placer. Yo estaba tan agradecida que decidí recompensarlo tras unos minutos de descanso y me coloqué entre sus piernas y le chupé la polla.
Al principio estaba flácida, pero en mi boca la hice crecer hasta que se puso a un buen nivel, no estaba del todo dura pero el tema funcionaba. Hice otro intento e intenté metérmela en mi chochito pero él me rogó que no lo hiciera, que no estaba bien, así que seguí chupándosela hasta que se corrió. Fue muy considerado pues no se atrevió a correrse en mi boca, lo cierto es que no me hubiese importado pues con mi primer novio ya había probado el sabor del semen y estaba preparada. En su lugar decidió correrse en sus calzoncillos.
Ya es por la mañana y al despertarme él ya no estaba así que me he quedado remoloneando y actualizando mi querido diario...
Diario de una Universitaria es otra de las obras que nunca llegué a terminar, y mira que me extendí en esta nueva forma de contar un relato, a través del diario íntimo de una chica joven. Quién sabe, tal vez algún día la retome y le ponga el final que se merece... Mientras tanto, tal vez te guste Náufragos , otra obra contada en forma de diario, similar a esta donde una madre se verá abandonada a su suerte en una isla desierta con sus hijos, con quienes se entregará al placer prohibido del incesto, pero pronto descubrirán que no están tan solos como ellos pensaban...