Diario de una puta esclava (4)
Mi amo sigue utilizándome para sacar dinero. Me ha hecho trabajar en un puticlub desnuda y encadenada.
Son ya las 8 de la mañana. Dios mió, me he dormido...espero que no pase nada.
Pues desgraciadamente si pasó. Acaba de dejarme mi amo, y ha tenido la infinita bondad de dejarme con las manos encadenadas por delante. Gracias a ello puedo escribir lo que me ha sucedido a lo largo de estos últimos días. Son casi las 4 de la madrugada y tengo todo el cuerpo tan dolorido y cansado que me cuesta bastante escribir sin caer rendida. Pero lo voy a intentar para seguir siendo fiel a este diario. Son demasiados días sin estar con el.
Mi amo se presento a las 8.30 de la mañana del Martes y me sorprendió descalza y con una bata puesta- No puedo estar en su presencia vestida y sin unas sandias de enorme tacón, ósea que tenia merecido lo que paso- Nada mas entrar me miro de arriba abajo, torció el gesto en señas de desagrado y se sentó para que le sirviese el desayuno. Al instante me di cuenta de mi error y me dirigí al dormitorio donde me calcé y me desnude. Este tiempo precioso que perdí hizo que tardara más de la cuenta y lo tuviese esperando al menos 5 minutos las tostadas y la leche caliente. Con motivos labrados me volvió a mirar con cara de enorme desagrado.
Terminó el desayuno tranquilamente, mientras yo esperaba a su lado arrodillada y con la cabeza agachada cual seria su veredicto.
Sin esperarlo el primer bofetón me hizo caer al suelo y sonó como un aperitivo de lo que me vendría después.
Me quede acurrucad en el suelo mientras me hablaba.
-Sucia perra y vaga. Además de Puta eres guarra y gandula hasta extremos increíbles ¿Todavía no sabes cuales son tus obligaciones con tu amo? ¿Has visto el aspecto que tienes, sin lavar, sin asearte, sin peinarte siquiera? Ya no se que voy ha hacer contigo.
Marcó un número de teléfono y esta fue más o menos su conversación. Lo que escuche me heló la sangra de pánico
No tiene remedio. Creo que me voy a deshacer de ella. No no, de verdad, es un caso perdido. ¿Sabes de alguien que pueda pagarme un precio razonable?....si, vale No, no, lo que sea, solo quiero encontrar algo que me agrade minimamente. ¿y tú crees que querrá por lo menos mirarla? Vale vale. A la hora del almuerzo mas o menos. Si, estaré allí. En el restaurante Don Benito. ¿Tú puedes venir? Vale, te lo agradezco de verdad. Allí nos vemos. ¿Qué tipo de hombre es? Si, si. Vale. ¿Algo especial que deba saber? Si, efectivamente, es un detalle. De acuerdo, nos vemos para comer. Tú le llamas y le pones en antecedente. Vale, hasta luego.
Vístete que vamos a salir. Tienes 5 minutos.
Con ese tiempo poco pude hacer. Como un rayo me levante y me fue al baño. Me aseé lo más rápido que puede las partes mas sensibles de mi cuerpo y en menos de un minuto intente que el pelo pareciese decente. En mi vida me he maquillado más rápido. Labios, ojos, pómulos todo en poco mas de 3 minutos. Mientras corría por el pasillo en dirección al dormitorio y habría el armario, intentaba recordar algunas cosas. Nada de ropa interior, y siempre intentando afrentar lo que era: Una puta barata y asquerosa.
Una pequeñísima minifalda de cuero rojo apenas un dedo por debajo de mi culo y un suéter apretado que marcaba exageradamente mis pechos y pezones, y que llegaba hasta muy por encima del ombligo, fue suficiente.
Cuando me presente en el comedor 10 minutos después, mi amo fumaba su segundo o tercer cigarrillo, y el bofetón fue tan sonoro como el otro, pero sin conseguir esta vez tirarme al suelo pues me lo esperaba, y pude mantener el equilibrio.
-Gracias amo, lo tengo merecido.
Me miro con desprecio. Yo sabia que su decepción hacia mi era total.
Salimos a la calle y como siempre me situé dos pasos detrás de el.
Y como siempre también nos dirigimos a la parada del autobús. Sabía que todas las miradas se volvían hacia mí, y ere consciente también de sus pensamientos. ¿Qué hacia una puta en aquel barrio y a aquella hora tan temprana?
Me dispuse a soportar mi tortura cada vez que nos subíamos al autobús y me ordenaba que me sentara. Si no había gente era aceptable, pero cuando estaba lleno e intentaba taparme con aquella falda era imposible, terminaba por enseñarlo todo.
Pero sorpresa, su coche estaba aparcado cerca y hacia el nos dirigimos. Tranquilamente abrió el maletero, y yo me tire dentro para que cerrase rápido. Siempre que iba en su coche, esta era mi sitio, acurrucada en el maletero.
Calculo que a los 20 minutos nos paramos y nos dirigimos a una pequeña tienda de antigüedades. Aquí, además de objetos antiguos, mi amo encontró lo que buscaba. Grilletes, cadenas, garfios, pinchos, y todo un arsenal de artículos que por supuesto probaría conmigo, no hacia falta ser muy lista para deducirlo. De vuelta al maletero, pero esta vez el viaje fue mas largo. Casi una hora, calcule yo, porque ya me dolía todo y no sabia en que postura ponerme. Además me costo acostumbrarme a la luz cuando abrió el portón. Nueva tienda, pero esta vez de artículos tales como collares electrónicos, consoladores con mandos a distancia, pinchos magnéticos. No me quise fijar demasiado, seguramente por el pánico que me entro cuando pensé en el memento de su utilización. En ese momento no sabía lo poco que faltaba para ello. De todas formas lo que mas me asusto fue la mirada de lastima que me dirigió el dependiente cuando pagaba mi amo.
Era ya casi medio dia y nuevo desplazamiento, tan largo como el anterior. Empezaba ya a tener hambre. Y acerté, paramos en la puerta del Restaurante Don Benito. Por supuesto no me hice muchas ilusiones. Sabía perfectamente que mi amo entraría, y que yo debía esperarle en la puerta y rogar para que se acordase de traerme las sobras.
Entro decidido, y espere con toda mi alma que no tardase demasiado. Los tacones me torturaban los pies, el sol me abrasaba la cara, y lo peor de todo, la gente pasaba y me miraba sin compasión. Siempre que lo esperaba en la puerta de cualquier sitio me ocurría lo mismo. Intentaba poner cara de circunstancia, pero no podía evitar que los hombres se me quedasen mirando, y que más de uno- en esta ocasión creo recordar que fueron por lo menos seis o siete- pidieran precio para venirse conmigo. Yo siempre callaba y miraba para otro lado.
Creo que habían pasado unas dos horas cuando salió acompañado de dos hombres de mediana edad, uno de ellos con gafas y barba casi blanca. Barrigudo y bastante desaliñado. El otro era un armario con piernas, enorme y musculoso, con unas gafas de sol enormes y oscuras.
Se acercaron a mí, y empezaron a hablar.
-¿Es esta?
-Si. Como ve es muy atractiva.
Se situaron a mí alrededor dejándome como centro de atención.
-Si, es cierto, bastante atractiva. Pero esa cara de vicio la delata.-comento el hombre barrigudo-
-Como le comentaba antes es un producto en bruto. No quiero engañarle caballero. Esta hembra necesita bastante entrenamiento.
Yo intentaba parecer lo mas tranquila posible y mis ojos clavados en el suelo y las manos en la espalda demostraban mi docilidad en aquella situación, aunque no creo que fuera capaz de ocultar mi pánico y nerviosismo ante lo que estaba escuchando.
El dialogo entre mi amo y el barrigudo no hizo otra cosa que aumenta mi pánico.
-Me gustaría que pudiese usted mismo comprobar las cualidades de esta hembra. Le aseguro que no se defraudaría en absoluto.
-Por supuesto creo en su palabra, y viniendo de nuestro amigo común más todavía. Pero estamos hablando de mucho dinero. Necesitaría alguna prueba contundente que reforzase su afirmación.
-¿Quiere usted una prueba? A ver esto que le parece. Mejor que imaginar es ver. Desnúdate Puta.
No sabia si había escuchado bien, si estaba en una pesadilla, o aquello era un mundo irreal al que yo no pertenecía. ¿Pretendía mi amo que me desnudase allí, en medio de la calle, al medio dia, con la calle llena de gente? En décimas de segundos reaccione de forma que apenas se noto mi inquietud e indecisión. Tenía que hacerlo, y hacerlo ya. Mi amo había sido claro y tajante. Deje caer la minúscula falda a mis pies y me saque en un segundo la blusa que cubría mis tetas.
La reacción inicial fue cubrirme con las dos manos, y así lo hice durante un segundo, pero la mirada de mi amo fue contundente. No necesitó palabras para hablarme. Saque pecho, baje mas la cabeza y situé mis manos a la espalada.
No veía la reacción de la gente al pasar, pero me la imaginaba y me resultaba insoportable la vergüenza tan atroz que me hacia sentirme el ser mas inferior y despreciable del mundo.
La conversación entre los tres hombres continuo, sin que pareciera importarles mucho los comentarios y miradas descaradas de los transeúntes.
-Realmente es una hembra impresionante. Pocas veces vera usted unas piernas y unas tetas tan grandes y tan perfectas como estas.
-Ya lo veo. No obstante pienso que
-Me sigue pareciendo usted algo dubitativo.
-Es que lo estoy. No puedo comprarle a esta hembra sin estar completamente seguro.
No podía dar crédito a lo que estaba escuchando. De pronto el suelo pareció abrirse a mis pies. ¿Cómo era posible que mi amo estuviera pensando en venderme? Realmente no lo esperaba. Como en un sueño escuche al amigo de mi amo que hablo por primera vez.
-Si me permitís, os diere una cosa. Podéis llegar a una solución intermedia. Usted no necesita comprar nada, ni tu tienes porque venderla.
-No entiendo nada. Como quieres entonces que nos entendamos
-Es muy sencillo. ¿Porque no se la alquilas? Durante un periodo de tiempo el te pagara un alquiler. Si pasado ese tiempo, las cosas van bien, te la comprara, y si no, pues que te la devuelva.
Mientras lo tres quedaban mirándome en silencio yo me preguntaba el motivo por el que aquella conversación no hubieran podido tenerla en una casa en vez de en medio de la calle. Yo seguía desnuda y expuesta a la vista de los sorprendidos peatones.
-No es mala idea. De hecho es una idea excelente. Además quiero a esta puta para una cosa determinada y no se si será capaz de adaptarse.
-Perfecto. Hablemos entonces de dinero. Cuento quieres tu por el alquiler y cuanto esta dispuesto usted a ofrecer.
-Quiero 2.000
-Yo no puedo ofrecer más de 1.000
-Hablamos de 1.000 mensuales o semanales.
-Semanales por supuesto.
- Me parece bien. Seria 4.000 al mes, en pago por adelantado y por un periodo mínimo de medio año.
-¿Qué os parece si entramos al restaurante y firmamos los papeles con una copa mientras pulimos algunos detalles?
Allí seguía yo, plantada en medio de la calle, completamente desnuda y sin saber que hacer. Mi amo y sus dos acompañantes habían entrado muy satisfechos al restaurante, pero yo no sabia que hacer. Sabia perfectamente que mi amo no me había ordenado que me vistiese, ósea que podía llevar un castigo si volvía y no me encontraba como el me dejo. Sin embargo la situación empezaba a ser insostenible. La gente ya no solo pasaba a mi lado y me insultaban, sino que algunos se paraban y ya se había formado un pequeño corro a mí alrededor. Asumiendo los riesgos recogí la ropa que había a mis pies, me la puse y decido dar un pequeño paseo de unos metros para ver si el círculo de curiosos se deshacía.
Me salio bien. Se disolvieron. De forma que seguí a la entrada del restaurante, con mi aspecto habitual de puta callejera barata, pero por lo menos ya no era el centro absoluto de atención de toda la calle.
Creo que serian pasadas las 5 de la tarde cuando se presentaron de nuevo mi amo y sus amigos. Los tres sonreían y el brillante de sus ojos delataba que bastante alcohol había pasado por sus gargantas. Mi hambre era atroz, mi cansancio muy grande y mis pies ya ni los sentía. Nunca me acostumbraría a aquellos zapatos que me hacia poner, y a su tacón tan alto.
-Nos vemos entonces el viernes.
-Perfecto. Que todo valla bien.
-Escuche bien Puta. Tengo la infinita suerte de haber topado con un caballero que me asegura poder hacer de ti una esclava mejor. Solo te diré una cosa, si para el viernes decide devolverte, te arrepentirás de haber nacido.
Mientras el hombre barrigudo me cogia del brazo y me empujaba para que entrase al lujoso vehiculo que había aparcado justo a la entrada del restaurante, cruce una ultima mirada con mi amo. Fue suficiente para entender que aquella semana era una especie de prueba de la que el esperaba mucho, y yo también me jugaba mucho.
Desde el mismo momento en que entré en el coche con aquel hombre desconocido me propuse ser una perfecta esclava.
Cuando estuve sentada el hombre se acomodó a mi lado y me di cuenta que el vehiculo tenia chofer. No me había dado cuenta de aquel detalle. Tampoco de que no era un chofer, sino una chofer. De pronto caí en la cuenta de que aquella mujer no había salido ni entrado del coche en todo el tiempo que estuve en la puerta del restaurante. O al menos yo no me había dado cuenta. De pronto, y en la primera curva entendí el porque. Tenía las manos enganchadas con unas esposas al volante. Seguramente estaba acostumbrada porque se manejaba bien conduciendo.
Llegamos a una lujosa mansión de una urbanización a las afueras y cuando bajamos dos hombres nos estaban esperando. Abrieron la puerta de mi acompañante. Yo me disponía a bajar por el otro lado cuando unas enormes manos me cogieron del brazo y me llevaron al interior de la casa, concretamente a una habitación en la que esperaban tres mujeres de una edad adulta, que me situaron en un sillón de peluquería. Comenzó entonces un proceso largo y tedioso que acabo después de hacerme un nuevo peinado, arreglaron las uñas, el maquillaje se alargo por un buen rato, la depilación fue escrupulosa, etc, etc.
Entró otra mujer, que deduje era la jefa de las otras, y me examino detenidamente.
Las cuatro salieron de la habitación y tras esperar solo un poco entraron otras dos mujeres. Traían con ellas dos maletines que abrieron y aquí empezó mi suplicio.
Encadenaron mis manos a la espalda con las muñecas pegadas, y juntaron los codos con otra cadena de forma que mis ya de por si grandes tetas, sobresalían de forma provocativa. Parecía que los pezones mirasen al techo y estuviesen esperando que alguien los apretujase. Con unos grilletes trabaron mis pies de forma que la cadena que los unía me permitía andar, pero dando saltitos. Tras probarme varios zapatos, se decidieron por unos muy brillantes, pero incomodísimos con un enorme y fino tacón.
Sin haber dicho ni una palabra se marcharon por donde habían entrado y me dejaron a mí en medio de la habitación desnuda y encadenada esperando no sabia que.
Pasaron los minutos y en vista que no pasaba nada me decido a dar unos cuantos pasos. Que horror, mis tetas se movían de forma provocativa, y mis glúteos empinados por los tacones saltaban cada vez que me movía.
Estaba empezando a excitarme cuando entró mi amo de alquiler. Quede quieta completamente donde estaba mientras el se acercaba y dando vueltas a mi alrededor examinaba su nueva adquisición.
-Bien. Pareces realmente una puta callejera. No lo necesitas, pero te voy a explicar en que consiste tu labor. Como sabrás un producto es necesario promocionarlo antes de venderlo. Tú serás en los dos o tres días que siguen mi carta de presentación para posibles nuevos clientes. Como estas en promoción tus servicios serán gratuitos. Pero tu saber hacer es tan importante que depende de ello mi resultado posterior. Pórtate como una autentica puta y no te arrepentirás.
Se marchó y los dos hombres que antes le habían abierto la puerta entraron y sin miramientos me cogieron de nuevo del brazo apretando exageradamente y me llevaron a la entrada. Aquí un coche viejo y pequeño nos esperaba. Cuando abrieron el maletero yo ya sabia cual era mi lugar. Salté como pude y me introduje en el encogiendo todo lo que pude mi espalda y piernas, pues apenas cabía dentro.
El maletero se cerró y al poco rato empezó a moverse el coche. No habría pasado media hora y cuando salí estábamos en medio de una especie de confluencia de avenidas. Todavía era de dia y las farolas no se habían encendido.
Empezaba a temerme lo peor, y eso fue precisamente lo que ocurrió. Fui llevada a una esquina donde confluían tres calles. El hombre que me llevo allí fue tajante antes de marcharse.
- Esta es tu esquina. Los trabajos que hagas en los coches los haces aquí. Si alguien quiere algo mas tienes un colchón justo detrás de esta esquina. Por esa calle no pasa mucho la policía. Si apareciesen los guardias te tumbas en el colchón mirando a la pared. Te dejaran en paz. Nosotros estaremos por esta zona y pasaremos cada cierto tiempo para comprobar que todo valla bien. ¿Has comprendido?
Asentí con la cabeza. No había comprendido nada de lo que pasaba, pero empecé a ver las cosas mas claras cuando sacaron un rotulo con letras brillantes y fosforescentes. En él podía leerse: "Puta gratis. Todos los servicios. Tiempo máximo por persona: 10 minutos.
- Si aparece la policía le das una patada al letrero para que no se vea. Cuando pasen lo vuelves a poner. No hables mucho con los clientes. Eso es perder el tiempo. Haces todo lo que te pidan, y rápido.
Me da miedo confesar que a pesar del miedo, no sabia quien podía venir, la vergüenza, estaba encadenada y completamente desnuda en medio de la calle, y la incertidumbre, me sentía muy excitada y deseando empezar a follarme a todos los clientes.
Con mucha vergüenza voy a confesar también que como siempre mi amo tiene razón. Soy mas puta de lo que imaginé, pues desde el primer momento me situé al lado de la carretera y cada vez que pasaba un coche movía las tetas, el culo, me habría de piernas, lamía mis labios y provocaba todo lo que se pueda imaginar. Y es que estaba tan caliente como una olla a presión. Perdí la cuenta de las mamadas que hice y todo el semen que trague. Tampoco soy capaz de saber las veces que me corrí cada vez que algún cliente me follaba por delante o por detrás. A pesar de que no podía utilizar la manos, pues las tenia encadenadas a la espalda, me movía con tanto ardor que siempre tenia que apresurarme el corredme pues los clientes me duraban poco. Aquella noche me folle a jóvenes, a viejos, a tríos, a cinco a la vez. No puedo decir lo que paso, pero cada vez que un orgasmo me convulsionaba tenía mas ganas.
La policía no se presentó, y cuando terminaba con un cliente me faltaba tiempo para situarme al lado de la carretera, incluso en midió de ella, y mover las tetas, darme la vuelta para que viesen mi excitante culo, y si el cliente dudaba agacharme y abrir todo lo que podía las piernas, para que comprobasen mi chorreante coño deseoso de follar sin limite.
Creo que empezaba a salir el sol del dia siguiente cuento los dos empleados de mi nuevo amo se presentaron. Debieron ver mi cara de disgusto al abrir el maletero, porque ambos sonrieron y se miraron con sonrisa cómplice. Evidentemente no quería irme. Quería seguir follando.
-Vamos puta. Hora de recogerse.
Mientras estaba dentro encogida al máximo por el espacio de que disponía intente relamerme con la lengua los restos de semen que todavía tenia. Solo llegaba a los labios. El resto de mi cara y pelo estaban totalmente empapados de las últimas corridas. Había intentado beberlo todo, pero resultó imposible. Algunos preferían corredse en mi cara, o en el pelo, o en las tetas, que se yo. Lo único que recuerdo de aquella noche son oleadas de placer sin límites y la pérdida absoluta de pudor o algo parecido al recato o la decencia. Llego un momento en que solo quería más y hacia cualquier cosa por conseguirlo. Dejé la acera y me plante directamente en medio de la calle. Movía las tetas, el culo, mis piernas no se cerraron por un solo momento, y los clientes terminaban creo yo que sorprendidos de mi ardor.
Que poco sabía yo entonces que todo aquello terminaría pronto.
Cuando llegamos a la casa y entramos al cobertizo me rociaron con mangueras a presión y el jabón corrió abundante por todo mi cuerpo. El agua fría, casi helada, me hizo bien. Por lo menos aplaco mi calentura y me hizo volver al mundo real.
En un cuenco tirado en el suelo comí una especia de papilla dulzona, y bebí abundante agua. Me metieron entonces en una pequeña jaula y se marcharon.
Seguía manteniendo los pies encogidos, y tanto estos como las manos seguían encadenados. En condiciones normales no hubiese podido descansar, pero mi agotamiento era tan extremo que a los pocos minutos de apoyar la cabeza en el frió suelo metálico de la jaula ya me había quedado dormida.
Lo que esperaba al día siguiente no podía ni imaginarlo cuando bien entrada la tarde desperté con un dolor enorme en los pies y el cuello. Seguía teniendo los zapatos puestos y el collar de metal me apretaba hasta casi ahogarme.
No tuve tiempo de lamentarme porque entraron las mujeres que el día anterior me había maquillado y arreglado el pelo. Misma operación y casi el mismo tiempo. Primero nueva ducha con más jabón. Después depilación a conciencia, luego peluquería. Pude adivinar que me habían recogido el pelo en un moño apretado- no podía saberlo con certeza pues no tenia espejo donde mirarme- Y por ultimo sesión de maquillaje.
Cuando casi habíamos terminado entro el nuevo amo. Las caras de las cuidadoras cambió, y en menos de un minuto estaba finalizado todo. Con una reverencia, que a mi me sorprendió, dejaron el cobertizo y nos dejaron solos.
Me levante no sin dificultad del sillón y quede frente a el con la mirada baja, esperando su veredicto. No dijo nada. Se limito a dar una par de vueltas a mí alrededor, y a comentar, más para el que para mí, lo siguiente.
Me informan los cuidadores que tu rendimiento ha sido bastante aceptable. Sinceramente tengo muchas dudas. Comprar una nueva puta no esta entre mis planes próximos, pero esta oportunidad no la voy a dejar escapar. Bueno ..ya veré lo que hago de aquí a unos días. Quiero que conozcas algunas cosas que es necesario rectificar. Seria una lastima tener que castigarte. Lo más importante es tu actitud. Que eres una puta incorregible ya lo sabia, y de hecho me gusta que axial sea. Pero por otra parte hay una norma en esta casa que no podemos saltarnos. Esta completamente prohibido que las esclavas se corran sin mi expreso permiso. Por tanto a partir de este momento lo tiñes prohibido. Para que no te sorprendas te diré que la ultima puta que lo hizo lo lamentó bastante. Bueno de hecho todavía creo que lo esta lamentando.
Unos gritos desesperados de alguna habitación cercana, y la sonrisa de aquel hombre me hicieron entender a que se refería.
En la puerta de la casa esperaba el maletero del pequeño coche, y en el nos dirigimos a no se que sitio.
No tardamos demasiado tiempo en llegar. Era un oscuro y sórdido callejón lleno de cubos de basura y puertas atrancadas. Precisamente por una de ellas entramos. Bueno, mejor dicho, entre yo solamente, porque otro corpulento hombre nos estaba esperando, me cogio con fuerza del brazo y me introdujo por unos pasillos angostos y con las luces mortecinas y semiapagadas. En la habitación que entramos, que supuse yo se trataba del almacén de un restaurante o un bar, por la gran cantidad de cajas de bebidas, alimentos, aperitivos y demás que había por todas partes, una corpulenta y oscura mujer se hizo cargo de sustituir al hombre que tiraba de mi. Si limito a mirarme con profundidad. En unos segundos hizo su diagnostico, y decidida abrió un armario del que saco una cadena de metal brillante y súper reluciente que unió con un enganche no menos glamoroso a mi collar. La cadena tendría por lo menos dos metros más o menos porque quedo arrastrando en el suelo. Del mismo lugar saco unas medias negras con encajes y fantasías. Se agacho y me las coloco y estiro con bastante eficacia. Se trataba desde luego de un material de primera, pues eran suaves y no costo trabajo que entrasen y me quedaran bastante bien. Previamente había soltado con una llave que tena en el bolsillo las cadenas que unían mis tobillos y muñecas. Mis manos y pies por fin podían moverse sin restricciones. Los zapatos de plataforma, altísimos y preciosos que me puso a continuación me encantaron. Eran de tacón muy alto, pero valía la pena soportarlos porque me quedaban espectaculares. Cuando nos disponíamos a salir y vi mi figura en un espejo viejo que estaba apoyado en una pared, me sobresalto y me excito al mismo tiempo al ver reflejado mi cuerpo. Era sencillamente espectacular. Aquel peinado recogido, con un maquillaje contundente y fuerte, resaltando las facciones bien proporcionadas de mi bonito rostro. El bamboleo de las tetas, esas redondas, grandes y contundentes tetas que tanto resaltaban mi figura y espalda grande y estilizada. Las piernas largas, esbeltas, perfectas, luciendo de forma totalmente erótica y sensual las medias negras que la mujer me había puesto. Ensalzando y resaltando mi vientre perfecto y mi sexo sonrosado y jugoso.
Sentí que me humedecía al instante. La mujer debió darse cuenta porque espero a que terminase mi gesto de coquetería al darme la vuelta y levantar la barbilla. Sonrió y me dejo tiempo para recrearme. Realmente era una mujer espectacular y totalmente sensual tal y como me encontraba en ese momento, totalmente desnuda, con unos grandes zapatos realzando mi cuerpo y una cadena reprimiendo mi excitación y calentura.
Volvimos al pasillo y continuamos avanzando por él hasta llegar a una puerta cerrada tras la que se escullaba murmullo de mucha gente divirtiéndose, con el sonido de fondo de la música.
--Quédate aquí un momento sin moverte. Empiezas a trabajar en unos momentos. Voy a salir a preguntar cual es tu sitio.
Quede con más curiosidad que miedo. Me temía algo bastante desagradable para mí por el ruido, las risas, las palmas y la música que se escuchaba fuera. Debía haber bastante gente, y gente con bastantes ganas de juerga y diversión. Aquello no podía ser nada bueno. ¿Que habría querido decir con eso de cual era mi lugar? ¿Mi lugar en donde y para que? Mi excitación se estaba transformando en inquietud.
Pero no tuve tiempo para nada más. La mujer llego casi corriendo, cogio la cadena que colgaba de mi collar y estaba esparcida por el suelo, y me dijo con tono bastante rudo y con un tono que no daba lugar a dudas.
--Tu lugar va a estar en el diván del centro. Te ha tocado estar cuatro putas con alguna experiencia. Es fundamental que te fijes en ellas para hacerlo bien. Imita y no te equivocaras. Básicamente consiste en lo siguiente: No puedes dejar que se escape ningún cliente sin que folle contigo. Cada hombre que se marcha sin hacerlo es una perdida que tu amo no esta dispuesto a permitir, y por tanto tu recibirás un castigo. Lo que hagas cuando estés en el diván para conseguir enganchar al cliente es cosa tuya. Puedes montártelo como quieras. Yo estaré de guardia detrás de una puerta con luces fosforescentes que veras al fondo. Cuando un cliente decide follar contigo yo le entrego la llave de tu collar, y los dos os dirigís a aquella puerta. Lo que hagas dentro de la habitación para que el cliente quede contento es cosa tuya. Recuerda también que si alguien se queja de tus servicios lo pasaras bastante mal.
Al entrar en la sala nos enfocaron directamente dos focos con lo cual no pude ver nada absolutamente. Me deje guiar y cuando los focos se retiraron también lo había hecho mi acompañante. Fui recuperando la vista y lo que descubría mí alrededor fue una sala no demasiado grande, con una semipenumbra agradable a la vista con una gran bola de colores en el centro. Encadenadas a la bola, igual que yo, había otras mujeres. Todas completamente desnudas excepto los zapatos y alguna con medias o ligeros, y todas con unos grandes consoladores insertados en su culo o su coño.
No supe que hacer hasta que una de ellas se me acerco discretamente y me hablo al oído, mirando hacia el techo, imagine que a la cámara que nos vigilaba constantemente.
-Coge rápidamente ese consolador y métetelo donde quieras. Si te ven sin utilizarlo te castigaran.
Supe de inmediato que aquello era verdad. Aquella gente no gastaba bromas.
Y allí estábamos las cinco putas, solas, no había ningún hombre en el local, encadenadas por el cuello y metiéndonos el consolador por donde podíamos. Supe rápidamente por propia experiencia que las convulsiones, los cuerpos torcidos o extasiados de todas aquellas mujeres era debido a la impotencia que pronto me ataco a mí también. Por un lado nos obligaban a excitarnos constantemente con el gran juguete que nos obligaban a meternos sin parar, pero por otro también nos prohibían corrernos.
De esta forma lo que había en aquel diván no eran cinco putas esperando clientes, eran cinco hembras sedientas, excitadas y fuera de si tras horas y horas de constante masturbación.
Y no tarde en darme cuenta de lo duro que podía resultar aquello. Solo habían pasado cinco minutos y el consolador ya había recorrido varias veces todos mis orificios. Primero me dedique a lamerlo hasta que prácticamente no me quedo saliva. Después intente metérmelo en el coño y resultaba imposible, me hubiese corrido al instante, y cuando lo tuve en el culo no podía moverme, porque el mas mínimo roce me llevaba al borde del orgasmo. Primero intente meter solo la puntita, era peor con el roce del clítoris, después lo intente insertándolo hasta el final, a ver si doliéndome se me calmaba la excitación. Imposible. Ya digo, a los cinco minutos estaba como el resto, retorciéndome, gimiendo y en un alarido constante de excitación sin límite.
Por eso no me extraño cuando entraron tres hombres trajeados y serios, que todas nos abriéramos de piernas, otras a cuatro patas, otras directamente se arrodillaron frente a los clientes y lamieron sus braguetas ansiosamente.
Después entraron más hombres, y más y más. La mayoría se dedicaba a mirarnos cuando entraba y disfrutaba mientras se tomaba una copa y observaba nuestra calentura e impotencia mientras nos metíamos los consoladores por todas partes y dejábamos los ojos en blanco y luego les mirábamos con expresión suplicante.
No puedo decir con cuantos hombres folle aquella noche, pero fueron muchos. Tampoco puedo decir que no me corriera, seria mentira, creo que goce con todos ellos. Se que dentro de las habitaciones no había cámaras, pero también se que cuando nos volvían a encadenar al diván del centro nos observaban minuciosamente para ver nuestro comportamiento. De manera que más de una y más de dos cuando salio de follarse a algún cliente tuvo que fingir que seguía sin correrse.
De madrugada cerraron el local y nos llevaron a todas a un sótano donde nos encadenaron las manos y los pies dentro de unas jaulas pequeñas. Dormimos lo que se pudo y cuando despertamos, tras comer fruta y pescado, de nuevo al diván y de nuevo el martirio del consolador.
Otra noche igual, solo que con tan mala suerte para mí que bien avanzada la madrugada se presento en el local un señor mayor y se me acerco directamente. Mis compañeras estaban en las habitaciones o con otros clientes. De dijo que solo quería charlar conmigo. Para charlas estaba yo, con un gran consolador metido en el culo y otro en el coño. Antes no conté una cosa. Estaba prohibido que los consoladores estuviesen sobre el diván sueltos, de manera que cuando una compañera se marchaba a follar con algún cliente, le dejaba su instrumento a la compañera que estuviese libre a su derecha, y esta tenia que darle uso junto con el suyo. Esto provocaba a veces situaciones desesperadas como la que me abrumaba a mí en aquel momento. Como dije antes se me acerco un señor mayor que empezó a mirarme y ha hablarme no se de que historias, mientras yo tenia un consolador en el culo y el otro en el coño y me convulsionaba y retorcía sin poder remediarlo. Y claro, ocurrió lo inevitable, la compañera de al lado se marcho y yo tuve que hacerme cargo de su instrumento. Apenas me cabía en la boca, y ya no sabía como ponerme. Y el señor frente a mí mirando con la cara perpleja y el pantalón abultado. Pero las desgracias nunca vienen solas. Otra compañera que se marcha y otro consolador del que tengo que ocuparme. Dios que comprometida me vi. No tenía mas manos ni agujeros sonde meterlo. Mi mente además estaba completamente embotada por la excitación reprimida que intentaba contener.
La necesidad aguda el ingenio. Saque el consolador que tenia metido en el coño, lo junte con el que había quedado libre, y si bien me costo, al final entraron los dos cuando me tumbe en el sofá y deje el culo fuera para que las piernas estuviesen completamente abiertas.
El señor no aguanto más. Por la cara que puso deduje que se había corrido. Me miro con cara inquisitiva y se marcho.
Tuve que hacer malabarismos con los consoladores hasta casi media hora después, que se presento mi amo, hablo con el encargado y nos marchamos. Antes de meterme en el maletero me advirtió.
-No sirves ni para puta. Esta noche se te han escapado dos clientes. El dueño esta muy descontento. Me vas ha hacer perder un montón de dinero. Veremos a ver si consigo convencerle.
No se ha ocupado en vestirme siquiera. Hemos llegado a casa, me ha encadenado las manos por delante y se ha marchado. Se que algún castigo me espera, y eso me inquieta. Igual que me inquieta tener que volver a aquel lugar. No podría aguantar otra noche más completamente e3xcitada sin poder correrme.
Realmente mi amo tiene razón, soy tan puta y tan inútil que no se lo que vamos hacer. Estoy realmente preocupada.
Aquí lo dejo. A ver que pasa mañana. Necesito correrme y dormir con urgencia.