Diario de una puta esclava (2)
Enséñanos bien el coño. Vale, ábrelo bien, así. A ver el culo, date la vuelta. Separa el culo con las manos.
10-5-1994
Son las 4.30 de la madrugada y mi amo acaba de dejarme en casa. La verdad es que no voy a ser capaz de dormir después de todo lo que ha pasado hoy.
Todavía no eran las 10 cuando llego esta mañana. Traía una pequeña bolsa en la mano. Le prepare el desayuno, y después de mirarme detenidamente mientras se tomaba el café, saco de su bolsillo las llaves y me soltó las cadenas.
-Coge lo que hay en esa bolsa, vete al baño y prepárate. Vamos a salir.
En la bolsa venia un pintalabios brillante de color rojo intenso, una sombra de ojos negro muy fuerte y un pintauñas también rojo. Unos zapatos preciosos de plataforma transparentes acompañaban al maquillaje, y poco más, porque cuando me puse la faldita roja corta y apretada, solo me llegaba un centímetro por debajo de mi depilado coño. Cuando me mire en el espejo por detrás, intente en varias posturas que no se me viese algo el culo, imposible. Lo mismo ocurrió cuando me puse el top fucsia. Yo tengo unos pechos bastante exuberantes, y aquel mini trapito solo los echaba a los lados, salían por todas partes. Estuve cuando había terminado buscando en el fondo de la bolsa el tanga, o la braguita, o algo, pero no, temí lo peor, y desde luego hubiera sido un error preguntarle. Una ultima mirada al espejo, y se confirmaron mis sospechas, con aquel maquillaje y aquel atuendo era realmente una puta callejera barata. Y me da un poco de vergüenza solo pensarlo, pero mientras me pintaba los labios el roce del pintalabios me ha erizado la piel, y cuando he terminado de vestirme, y me he visto en el espejo de aquella manera, rozando mis muslos sin bragas, enseñando un poco el culo, he notado que se me humedecía de una forma especial el coño.
Sabia que estaba tardando demasiado para la poca paciencia de mi amo, pero por más que me miraba no era capaz de asimilar que tuviera que salir así a la calle, y seguía excitándome la idea.
-La próxima vez mas rapidez joder, llevas cinco minutos para nada. Cuando salgamos iras detrás de mi, no quiero que me vean con una puta.
Estuvimos caminando un rato, hasta que nos subimos a un autobús Como temía llamaba tanto la atención que toda la gente se fijaba en mi. Cuando miró hacia atrás para indicarme con la mirada que me sentara, todos los colores acudieron a mi cara. ¿Cómo quería que me sentara, si apenas podía mantener la falda en su sitio para que no se me viera todo, había olvidado que no llevaba bragas? No se si sentía mas miedo a tener que enseñar descaradamente mis partes intimas, o que se viese como mi coñito cada vez estaba mas empapado, de hecho temí mojar el asiento.
Nos dirigíamos a un piso donde nos abrió un hombre bastante mayor, con cara de pocos amigos. Cuando se sentaron y comenzaron a hablar se me vino el mundo encima. No podía creer lo que estaba pasando. Yo creía que pertenecía a mi amo, pero a nadie más. Quizá había olvidado que yo no era nada, solo un objeto, que el utilizaba a su antojo.
Con los dos hombres allí sentados, mientras yo permanecía a un lado, de pie, escuchando su conversación, me sentí lo mas insignificante del mundo.
-¿Esta es la puta?
-Es perfecta para lo que usted la necesita.
-Quiero ver el género.
-Ponte aquí y desnúdate, no tenemos todo el día. Bien. Levanta los brazos. Enséñanos bien el coño. Vale, ábrelo bien, así. A ver el culo, date la vuelta. Separa el culo con las manos. Vale. Agachate, si, no, no, con las piernas abiertas. Así. Arriba, abajo. Pon las manos detrás de la nuca. Bien. Arriba, abajo, arriba, abajo. Levantate. Salta un poco. Ve usted lo que le digo, unas tetas perfectas. Vale. Es suficiente. Quédate agachada y con las piernas abiertas donde estas.
-Mire usted, no le voy a mentir, la quiero para una fiesta que vamos a dar los colegas, somos los antiguos alumnos de la facultad de psiquiatría, y yo quiero que este año sea algo diferente. ¿Cuánto me va a costar?
-¿Para todo el día? 1.300 euros
-Se me va del presupuesto. Muy caro.
-Yo creo que no. Enséñale al señor tu especialidad con la lengua.
Después de la exhibición de antes, ya no me sentía persona. Era simplemente un objeto que estaba siendo mostrado y ahora procedían a degustar antes de la compra. Mi amo quería que le hiciera una mamada a aquel hombre mayor, que no sabia quien era, que no conocía de nada, que era totalmente ajeno a mí. Por momentos temí que se dieran cuenta que todo aquello me estaba excitando de tal manera, que yo misma desconocía los limites a donde podia llegar. Cuando mi amo me pidió que me agachase abriendo mis labios, estos estaban ya mojados, y cuando me dijo que me los separase con las manos, mis dedos al rozarme me hicieron excitarme aun más. Por ultimo me pedía que se la chupara a un desconocido. Y seguía excitándome, me ponía supercachonda la idea.
No me duro ni 3 minutos. Sabia perfectamente como introducírmela hasta la garganta, haciendo con la lengua círculos concéntricos alrededor de la punta, succionando lo justo en el momento que noto con los labios la dureza que me indica que están a punto de correrse. Los ojos en blanco del hombre se transformaron cuando vio como tragaba hasta la última gota de su semen, y relamía los restos de su poya.
Mi amo me conoce muy bien, tan bien que tuvo que ser el quien pusiera fin.
-Ya esta bien. Como te gusta sucia zorra. Eres más puta de lo que pensaba.
Mientras el hombre se subía los pantalones, mi amo daba por finalizada la conversación.
-El precio siguen siendo 1.300 euros por todo el día. Si le sigue pareciendo caro, bueno, no pasa nada. Ha sido un placer conocerlo.
-No no, espere, haremos un esfuerzo. No puedo negar a mis colegas este manjar. Necesito que esté en esta dirección a las 5.30 horas. Terminaremos a las 2 o las 3.
-El pago es por adelantado.
-Por supuesto.
-Y en metálico.
Terminando se subirse la cremallera de la bragueta, nos dejo solos.
Yo seguía en cuclillas, desnuda, con los labios todavía húmedos y el sabor que me había dejado el recién tragado semen del desconocido. No me atrevía a moverme.
-Vístete rápido que nos vamos.
Mientras el hombre le daba a mi amo el dinero acordado, yo me fui vistiendo. Bueno, tapando un poco mis vergüenzas con aquellos ridículos trapos que llevaba por vestidura.
Era casi medio día, y estábamos en el centro de la ciudad. Imaginaba que nos dirigíamos a algún restaurante. Tenia muchísima hambre, pero tampoco me hacia demasiadas ilusiones, seguía caminando dos o tres pasos detrás de el, comprobando las miradas lascivas de los hombres, y de reproche o de desaprobación de algunas mujeres. Intentando cada 3 segundos bajar la faldita, y que no se subiera tanto. Efectivamente se confirmaron mis sospechas. A las puertas de un conocido, y carísimo, restaurante, se paro y me llamo con un gesto.
-Es hora de almorzar. Espérame aquí. Y procura no llamar demasiado la atención.
Pase más de una hora en una zozobra continua. Intente buscar una sombra y esperar allí. En dos minutos se me acercaron tres hombres preguntando el precio de mis servicios. ¿Y que esperaba con aquella pinta? Probé entonces a sentarme. Imposible, aquella faldita no daba para más. Al final me acerque a la entrada del restaurante, que afortunadamente no tenia portero, y pase una hora leyendo el menú. Las tripas empezaron a sonarme. Tenía un hambre canina.
-Que mierda haces aquí. No te dije que me esperaras en la puerta? Te vas a enterar. Sigues haciendo lo que te da la gana. Toma, come algo, aunque no mereces ni eso.
Y ese fue mi almuerzo, un pequeño bocadillo de mortadela, que comí en unos minutos mientras le seguía por la calle, y una botellita de agua. Imagine que iba a alguna cafetería, a tomar una copa. No me equivocaba, ni tampoco en que no me dejo entrar.
Cuando llego la hora cogimos un taxi y llegamos a la dirección que le dio el hombre.
Llamo a la puerta y antes de irse me dijo.
-Espero quedar bien con estos amigos. Si tengo la más mínima queja no será nada bueno para ti. Otra cosa antes de irme. Se que estas caliente, muy cochonda. Me da igual. Tu no puedes correrte si no es con mi permiso. ¿Esta Claro?
-Si amo.
Lo que ocurrió dentro de la casa fue desde el principio algo que me resulta difícil de contar. Se trataba de un chalet a las afueras, con un amplio jardín, y una habitación donde se guardaban los trastos de jardinería. Los habían quitado y acondicionado con una cama y una pequeña lámpara. Nada más. En aquel cuartucho no había nada más.
-Atención compañeros, ha llegado la puta.
El hombre me agarro del brazo y me condujo al trastero de jardinería.
-Entra en esa habitación y desnúdate. Nosotros iremos llegando según veamos. Solo te pido una cosa. Procura ser amable con mis amigos. Con lo que he pagado por ti es lo mínimo. Si tengo una sola queja, se lo diré a.......como se llama tu chulo? Bueno guapa, pórtate bien.
Naturalmente hice lo que me dijo. Tenía más miedo que voluntad. Me desnude y espere de pie al lado de la cama. No tardo en aparecer el primer hombre. Era un señor con barba muy bien cuidada y apariencia atlética. Muy bien parecido.
-Quiero que me la chupes. Después te follare por el culo.
Creo que me apliqué demasiado en la tarea, porque el pobre señor se había corrido casi nada más empezar. Se quedo parado cuando se subía los pantalones y vio como lamía dos o tres gotas que se habían caído al suelo. Me dijo que volvería en un rato.
A los cinco minutos entro otro caballero cincuentón. Este no dijo nada. Me indico que me tumbara en la cama y abriera bien las piernas. Me penetro sin dificultad- a estas alturas mi coño emanaba fluidos a "chorros". En su época debió ser muy buen amante, ahora desgraciadamente terminaba demasiado pronto. El siguiente no se hizo esperar, de hecho estaba junto a la puerta. Me sorprendió su juventud.
-Soy alumno de algunos profesores y he podido entrar en el juego. Espero que no te importe si lo hacemos a mi manera por favor.
Le mostré con la cabeza mi disposición a que procediese, y en que maldita hora. Empezó por acariciar con sus labios mi oreja, y nunca he podido resistirme a eso. Cuando con su legua fue bajando despacio, muy despacio, por el cuello, los pezones-los dos, y muy lentamente- el ombligo, y por ultimo mi coño, tuve que retirarle la cabeza de entre mis piernas, pensando que tendría un orgasmo en ese momento. Me miró con cara de asombro y me susurró al oído.
-Disculpa mi torpeza. Intentare ser más delicado, te lo prometo.
Y joder si era delicado. Apoyó la punta de su polla a la entrada de mi cueva, pero no entro, se estuvo recreando, acariciando con ella, palpando mi excitación. Me agarre al colchón y mordí mi lengua intentando que el dolor me distrajese del placer tan grande que aquello me producía. Cuando por fin me la metió fue peor. Entraba y salía de tal manera, con tal goce en cada roce y movimiento, que no pude aguantar más. Le di un fuerte empujón que cayo de la cama.
-Otra vez e sido demasiado brusco. Lo siento, ya me voy.
En ese momento hubiera llorado de rabia, de impotencia, de desconsuelo. Pero no me dio tiempo. Otro señor, de la misma edad que el resto, estaba ya en la puerta.
-Me encanta follarme a las putas, puedo hacer lo que quiera con vosotras.
Se quito los pantalones, sentándose al borde de la cama.
-Quiero que me la chupes sin manos. Bien, bastante bien.
Cuando la tuvo completamente tiesa, y la tenia bastante grande, me engancho de la cintura y dándome la vuelta casi en el aire me puso a cuatro patas en el suelo. Podría decir que me la metió por el culo, pero seria más cierto si digo que me la insertó. Se me quedaron los ojos en blanco, primero de dolor y después, con el movimiento, de placer. Era fuerte el condenado, y aguantaba bastante. Quien estaba ya casi llegando al orgasmo era yo. Y a este señor no me atrevía a darle un empujón. Decido colaborar con él y ayudarle a terminar. Acompase mis movimientos a los suyos, y mis gemidos, que no eran fingidos, parece que le excitaban especialmente. Si tarde tres segundos más me hubiera corrido con él.
Paso un buen rato, yo diría que más de dos horas, y nadie aparecía por el cuartucho.
Pensé que seguramente estaban cenando. Yo seguía con un hambre atroz, pero no me atrevía a salir de allí, y mucho menos a pedirles algo de comer. Supongo que a ninguno se le ocurrió que la puta también tenía que cenar.
Cuando ya pensaba que me habían olvidado llego la que yo supuse era la criada, por su uniforme. Creía que venia a decirme que me fuera, pero no. Cuando vio que empezaba a vestirme, sonriendo me dijo.
-No te vistas todavía que no hemos terminado. Soy la mujer del dueño. Esto que ves es el uniforme que me ha tocado esta noche. Estamos jugando a un juego que mi marido invento para sus amigos, pero en el que a mi me gusta también participar. No he ganado esta noche todavía, así que no me corresponde disfrutar de ti, pero como han salido a dar una vuelta aprovechare porque tú no le vas a decir nada.
Mientras me iba diciendo esto se desnudaba. Descubrí el cuerpo de una señora bastante atractiva para su edad, entre 45 a 50- guapa, y muy caliente como pude comprobar.
A mi no me gustan las mujeres, pero después de anoche ya no estoy tan segura.
Cuando estaba completamente desnuda y tumbada en la cama me dijo que le lamiera el coño. Pensé que seria igual que chupársela a un hombre. Pero no. Aquello fue una sensación distinta. Estaba suave, muy suave. A mi me resulto apetitoso. Empecé tímidamente, rozando apenas con mi lengua el sonrosado clítoris de la señora. Pero cuando note su entrega y los espasmos que mi hábil lengua producían, me integre completamente y no solo lamía, sino que chupaba, introducía la lengua, acariciaba sus tetas. Me contagio en un minuto todo su ardor, y cuando me dijo que quería probarme, abrí mis piernas con desesperación todo lo que pude para que la señora entrase con su lengua lo mas adentro posible. Nos abrazamos, nuestras lenguas se mezclaron de tal forma que yo nunca había besado a nadie de aquella manera. Cuando nuestros ardientes coños estaban a punto de explotar juntamos nuestros clítoris abiertos restregándolos frenéticamente y mezclando al mismo tiempo nuestras lenguas y saliva.
Me corrí. No pude evitarlo. Y mi primer pensamiento es que mi amo no se enterase.
-Señora me gustaría que no comentase nada de esto a su marido.
-Por Dios. Que puta más remilgada. ¿Y se puede saber porque no se puede enterar mi marido?
Tendría que explicarle a la señora tantas cosas. Decidí que era mejor agachar la cabeza y callar.
11-5-1994
Como ya imaginaba mi amo no ha tardado en aparecer esta mañana. Casi me coge todavía en la cama.
Es evidente que algo va mal. Ha entrado, ha desayunado, y sin mirarme siquiera se ha vuelto marchar.
12-5-1994
Efectivamente algo malo se estaba preparando ayer. Cuando se marcho pensé que no aparecería hasta el almuerzo. Pues no. Al poco rato llego a la casa con otro hombre que llevaba un maletín mediano de cuero negro en la mano. Desde que entraron su aspecto me dio mala sensación, y cuando rozamos apenas nuestras miradas, un escalofrío me sacudió.
Como me tenía enseñado mi amo, entré a la cocina y con rapidez prepare dos copas frías. Las serví y espere frente a ellos una nueva orden.
-Como veras no esta ni mucho menos educada.
-Eso lo corregiremos más tarde. Acércate.
Sentí un nuevo escalofrió. Aquello no era una petición, ni una orden. Era sencillamente la afirmación de quien sabe va a ser obedecido. Su voz ronca, seca, con aquella contundencia, no daba margen de error.
- Tu amo me ha contratado para que le enseñe como ha de educarte y así poder hacer de ti alguien digno. Eso será más adelante. Por lo pronto hoy vamos a castigar las innumerables faltas que cometiste ayer. Por ser la primera vez, solo castigare la mas grave y te diré cual es. A partir de ahora serás tu misma quien sepa las faltas cometidas y pidas el castigo correspondiente. Gozaste del sexo sin permiso de tu amo, desobedeciéndole expresamente. Acércame aquel maletín que ves en la entrada del salón, y desnúdate después.
Cuando estaba desnuda y el hombre abrió el maletín, sentí tanto miedo que me quede paralizada, sin ser capaz de controlar mis sentidos. Mas que miedo sentir pavor, autentico terror por lo que me sucedería.