Diario de una ninfómana: Secreto familiar
Después de la boda de mi tía, su nuevo marido y yo acabamos juntos en el baño. No hay penetración en este relato, solo sexo oral.
Esta experiencia se divide en dos partes, que han ocurrido con varios años de diferencia. Hoy os contaré la primera.
Mi tía Gloria empezó a salir con Ramón. Ramón tenía 39 años y se amoldó muy bien a nuestra familia, a mi padre no le caía demasiado bien porque decía que era un borracho, pero quitando ese detalle era muy buen tipo. Él comenzó a criar a mi prima pequeña como si fuese su propia hija y parecía que mi tía y él estaban muy enamorados, tanto que no tardaron ni un año en casarse. A mi familia no le gustó esto, ya que pensaban que era muy pronto, pero mi tía ya tenía 30 años así que podía tomar decisiones por su cuenta.
El día de la boda llegó.
Decidí llevar un vestido corto gris, unos tacones del mismo color y bastante altos y el pelo liso que me llegaba hasta la parte baja de la espalda. Llevaba los labios pintados y un maquillaje natural, durante toda la ceremonia mis tías y las amigas de mi tía no paraban de decirme lo guapa que era y lo mona que me había puesto para la boda. En el fondo estaba muy contenta ya que parecía que había robado todo el protagonismo a la mujer que se iba a casar, y ya sabéis que me encanta estar por encima del resto. Incluso los hombres me lanzaban cumplidos y podía notar como todos me miraban las piernas y el culo, que lucía genial en el vestido. Me encantaba.
La ceremonia fue muy aburrida, pero eché el ojo a uno o dos amigos de Ramón y tenía la intención de acostarme con ellos aquella noche. Tenía el cuerpo de una chica de 20. Siempre tuve más cuerpo que edad, ya que desarrollé muy pronto, y aquel vestido lo lucía todo genial. Mi culo y mis tetas quedaban de lujo abrazadas por la tela del vestido, y mi pecho y mis piernas morenas invitaban a que todo el mundo las mirase, las mujeres porque querían tener mis piernas y los hombres porque querían tener la cabeza entre mis piernas.
Llegó el convite y cenamos y bebimos mucho. Como aparentaba más edad, en la barra me dejaban beber lo que quisiera, y mi tía se enrollaba y me dejaba beber alcohol. Mis padres se fueron pronto a casa y quedaron con mis abuelos en que dormiría en su casa, pero al irse mis abuelos todavía era muy temprano, por lo que decidí quedarme a dormir en casa de una de mis primas mayores.
El resto de la noche fue genial, y hubo un momento en el que subieron la música al máximo y todo el mundo estaba bailando. Uno de los amigos de Ramón se acercó a mí y empezamos a bailar. Pasé los brazos por encima de sus hombros y él puso sus manos en mi culo y, muy disimuladamente, comenzamos a restregarnos. Notaba cómo su polla crecía bajo el traje y la rozaba contra mi estómago. Había tanta gente en la boda que, en medio de la pista de baile, nadie nos podía ver metiéndonos mano, excepto Ramón.
Notaba como, mientras estaba en la barra bebiendose una copa, no paraba de mirarnos a su amigo y a mí, y notaba que la mirada era de pocos amigos. A pesar de llevar poco tiempo en la familia, me trataba como si fuese su sobrina desde siempre, y supongo que no le haría gracia verme bailando tan pegada a uno de sus mejores amigos. Pero su mirada no era de protección, sino más bien de celos.
Iba muy borracha, y su amigo se estaba aprovechando. Sin poder pararlo, comenzó q subirme el vestido hasta que lo tenía casi totalmente por encima de la cintura, y me seguía metiendo mano. Me estaba comiendo la boca y el cuello mientras me apretaba y pellizcaba el culo. Menos mal que nadie podía vernos excepto Ramón.
A pesar de haber bebido tanto, el agobio pudo conmigo y conseguí separar a aquel tío de mi culo y lo empujé. Me miró con asco y se fue a buscar a otra tía. Me sentí aliviada pero como ya sabéis el acohol, que me metan mano y yo no somos una buena mezcla, así que estaba cachonda. Decidí ir al baño a echarme agua para que se me pasara un poco la borrachera y el calentón, así que dejé la pista de baile para el resto de invitados y fui al baño.
El baño había cambiado, no era como lo recordaba cuando entré a retocarme el maquillaje horas antes, pero me acerqué al lavabo y me lavé las manos, el cuello y las muñecas. Me encontraba mucho mejor, pero seguía caliente y borracha. Mientras me pintaba los labios escuché a alguien entrar pero no presté atención.
-Estarás contenta, ¿no? -dijo una voz familiar.
Me giré y era mi tío Ramón. Tenía cara de enfado y cuando lo miré me di cuenta de los urinales detrás de él, había entrado sin querer al baño de hombres.
-¿No te da vergüenza? Dejar que Jose te meta mano delante de todo el mundo -su tono aumentaba poco a poco.
-Deja que me divierta -me giré para seguir con el pintalabios.
-Puedes divertirte, pero no ser una guarra.
-¿Cómo sabes que me estaba metiendo mano? ¿No deberías estar mirando a tu mujer en vez de a su sobrina?
Esto le enfadó y se acercó a mí. Me cogió de la muñeca y empezó a susurrar pero con tono amenazante.
-Mira, que no te acerques más a ningún tío -me dijo al oído.
-Escucha -el alcohol me estaba controlando la lengua y ya no sabía ni lo que decía-, si estás frustrado porque mi tía no te folla te jodes, pero a mí déjame.
-¡¿Cómo dices?!
Podía oler el alcohol en su aliento. Mi padre al final tenía razón, era un borracho, pero si me viese a mí en mi estado también diría lo mismo.
-¿Qué pasa? ¿Querías ser tú el que me metiese mano? -dije sonriendo.
Con el calentón controlandome y el alcohol tomando decisiones por mí, cogí sus manos y las llevé a mi culo, donde antes habían estado las manos de su mejor amigo. Sin perder ni un segundo comenzó a agarrarme cada cachete como si estuviese amasando pan y empezó a comerme la boca. Notaba el sabor a whiskey en mi lengua y recorría cada centímetro de su boca con mi lengua húmeda.
De repente me cogió entre sus brazos y me subió al lavabo, que hizo que me estremeciese al notarlo frío contra mi piel, me bajó la parte superior del vestido y dejó mis tetas al aire; comenzó a lamerlas, saboreándolas, succionándolas, jugueteando con mis pezones duros y morenos. Como siempre, no llevaba sujetador y esto le facilitó el trabajo.
-Que buena estás joder -me decía entre lametón y lametón.
Yo no acertaba de momento a más que unos gemidos entrecortados y tal vez demasiado fuertes, pero me controlaba el alcohol. Mientras me los lamía aprovechó para deslizar su mano y examinar mi coño húmedo, que estaba empapado, y pareció gustarle mucho lo que tocó, porque no pudo evitar mirarme a los ojos con cara de deseo, así que yo no dudé en mirarlo y usar mis armas de mujer, esas que me encanta utilizar para poner a los hombres más cachondos si cabe. Lo miré con carita de niña buena.
Cogió sus dedos y se los llevó a la boca, saboreando mis jugos.
-¿Mejor que mi tía? -pregunté aún sonriendo.
-Mucho mejor -se lamió los labios.
Me encantó que me dijera eso, y a continuación, se deslizó hasta mi coño depilado y comenzó a comérselo, y madre como me lo comió; lo empezó lamiendo lentamente de arriba abajo, rozando levemente mi clítoris sabiendo que ahí estaba el volcán de toda excitación. Cada vez subía más la marcha y yo mientras acariciaba mis pezones y me relamía los labios. Él continuaba lamiendo y succionando cada vez más rápido, yo no podía contener mis gemidos y cada vez me sentía más suya.
-Mmmm sigue -dije gimiendo y tirando de su pelo.
-¿Te gusta zorrita? Pues ya verás.
Bajé mi mano hacia mi coño y metí un dedo en mi agujero; puede comprobar que estaba empapado y que meterme el dedo no me costó lo más mínimo. Pareció gustarle el gesto y me pidió que me masturbara un poquito delante de él, encima del lavabo con el vestido por la cintura, las tetas fuera y mi tanga por la rodilla. Solo de recordar aquella imagen me estremezco. No dudó en bajarse la cremallera, pero le paré y le dije que esperase su turno, que él conmigo aún no había acabado. Así que prosiguió con su tarea y me estuvo comiendo el coño hasta que un orgasmo inundó mi ser, fue maravilloso el sentir su lengua mientras todo aquel placer me invadía. Mordí mis labios para no gritar demasiado pero crea que algo se escuchó, porque fue inevitable. Le empapé la boca al correrme y siguió un buen rato, dejandolo limpio y sin ningún rastro de lo que había hecho.
Respiré por un instante, recuperando la energía que me había arrebatado el orgasmo y me bajé del lavabo.
-Tu turno.
Lo empujé contra el lavabo y le bajé la cremallera del pantalón del traje. Se la iba a chupar al hombre que se acababa de casar con mi tía y a tragarme la lefa que le pertenecía a ella. Saqué la polla y empecé a pajearle mientras él gemía, pero en ese momento se abrió la puerta del baño.
-Joder Ramón -dijo Jose.
-¡Cierra coño! -gritó Ramón
Jose intercambió un par de miradas conmigo y con Ramón, pensando si unirse o no, pero algo hizo que se negase a participar.
-Sal, que te está buscando tu mujer -dijo el amigo de mi tío.
-Hostia, hostia.
Ramón se guardó la polla, se lavó la cara y salió del baño tan rápido como pudo. Jose me guiñó un ojo y acompañó a su amigo, y yo me quedé de rodillas en el baño, borracha y queriendo comerme una polla, pero no pudo ser.
Me puse bien el vestido, me quité el tanga y lo guardé en mi bolso, y salí del baño también. Me reuní con mi prima, la que me iba a llevar a su casa a dormir, y despidiendonos de la pareja de recien casados, nos marchamos de aquel sitio. Ramón me echó una mirada cómplice pero evitó mantenerla por demasiado tiempo. No volvimos a coincidir hasta meses después, y parecía que había olvidado todo lo ocurrido debido a la borrachera, pero hace unos meses me demostró que no.
¡Espero que os haya gustado! Si queréis que os cuente la segunda parte dejadme vuestras opiniones en los correos y los comentarios ;)