Diario de una niñata reprimida (8)

San Valentín...

14-02-2006

Todo esto que me está pasando es muy importante para mí. A pesar de ello no consigo dejar de pensar en Raquel. Aunque soy la comecoños de Sonia, lo cierto es que cuando fantaseo siempre lo hago con las turgentes tetas marrones de esa perra del infierno que me tiene encoñada. Por no hablar de las pollas. Vale que me ponga a tope comiéndole el chocho a la calientapollas, pero sigo queriendo macho. Ojalá Sonia tuviera polla. Me casaría con ella. Y ella me pondría los cuernos con Raquel. Claro. C’est la vie. Ojalá.

Hoy es el día de los enamorados. Ha vuelto por la tienda el tipo que me gusta. Apenas me he acordado de él en los últimos días, pero mi instinto ante su presencia sigue igual. Traía botas y una cazadora de aviador. Le he atendido unos quince minutos y me he tropezado como cinco veces con mi padre tras el mostrador. Me he confundido dos con las cosas que me iba pidiendo y le he cobrado tres euros de menos. Me he empitonado otras tres escuchándole decir mi nombre y al hacerle la cuenta me he imaginado esta escena: vestida sólo con su cazadora, acurrucada a sus pies y chupándole las botas, alzaba mi cabeza, le miraba con respeto y le preguntaba ¿quiere que le haga una paja?. Un euro por cada vez que me ha empalmado los pezones, esas cuentas sí que salen. Al irse he caído en mi error y he puesto el dinero de mi bolsillo. Me he sentido bien pagando su compra. ¿Cuánto me cobraría por follarme?...

Han pasado otras mil personas por la tienda. Tanto amor y tanta hostia, cojones. Entre esas mil, Raquel. Se ha llevado una bagatela. Qué raro. Que yo recuerde es la primera vez que compra algo aquí. Bueno, que coge algo de aquí, porque la he pagado también yo de mi bolsillo cuando se fue. Medio euro. La conversación ha sido más o menos así: "Hola, cariño". Hola. "Felicidades". ¿Felicidades por qué? "Mira que eres tonta tú: hoy es san valentín, ¿no lo sabías?". Sí, claro, he envuelto por lo menos cincuenta regalos. "Pues eso, felicidades". Pero yo no estoy enamorada. Al decirlo me he quedado pensativa; por mi cabeza han pasado las imágenes de antes cuando lamía las botas de mi aviador, la del sueño en que Raquel me regaba con la leche de su pollón, he visualizado sus tetazas morenas, he actualizado la sensación de tener el mango de un martillo en el culo, me he visto sorbiendo flujos en el coño de Sonia (qué bueno, de verdad, qué maravilla... ¿Es esto amor?). "No sé, eso es cosa tuya, que no cuentas nada, pero igual alguien sí está enamorado de ti, ¿no?". Me parece que no, y me he ruborizado evitando su mirada. "Y quien dice enamorado... lo mismo dice enamorada... Yo te quiero mucho, eso sí lo sabes, ¿verdad?". No creo, sí, bueno, lo sé, gracias, esto... no creo que haya ninguna enamorada... quiero decir que... "Joder, nena, deja de farfullar, que no te explicas, coño". Ya, pero tú me entiendes. "Pues no, no te entiendo". Y se ha girado, ha cogido su bagatela y ha caminado hacia la calle meneando su culazo imponente. Cuando ya no podía oirme he musitado: "te la regalo... cariño".

He decidido celebrar mi san valentín en el pajódromo, al salir de trabajar a las ocho. Me he apañado para dejar vertical la polla de goma en el suelo, con cinta adhesiva de la tienda, y he estado mamándola un buen rato a cuatro patas. Después he querido sentarme encima agachándome, para empetármela, pero qué va, me falta flexibilidad y equilibrio. Esto de follar requiere hacer más gimnasia. Frustrada por mi torpeza he intentado enculármela, dejándome caer despacio sobre ella apoyada en los talones y las manos. Joder, se ha deshecho todo el amasijo de cinta adhesiva, la polla se ha tumbado y he terminado con la cinta pegada por el culo. Me ha puesto cachonda de nuevo la dolorosa sensación de despegármela. Entonces me he pegado un trozo en cada pezón, tapándomelos. Y lo he intentado para empaquetarme el coño también, pero no cogía porque lo tenía muy chorreoso. Ahora lo llevo rapado entero y me lo repaso dos veces cada día, igual que hace Raquel. Me he metido las bragas dentro y me he sentado en pelotas a escribir mi diario. Ahora estoy así, escribiendo y mirando un video de una recopilación de mamadas. Me encantan las pollas. Esa carne potente es poderosa. Quiero que me azoten la cara con un buen trozo de esa carne caliente. Me doy un bofetón en la cara. Hostia puta. Me ha dolido. Azótame, pégame, cabrón, castígame con tu cipote, que soy muy guarra. Isabel se lo hacía ella sola con la verga de Nacho. Me jode que haya escondido su diario.

Ya me he corrido. Pidiendo polla me he dado palmadas en el chocho, sin sacarme las bragas de dentro, y cuando estaba a punto me he arrancado de un tirón cada trozo de cinta adhesiva de los pezones. Joder, qué bueno. Es una putada no llegar a ellos con mi boca. Para terminar me he paseado por la habitación afilándome la pollita con dos dedos, pensando en Sonia, en su almeja empapada, donde yo quiero follar como se lo hacen los machos. Te quiero mucho, calientapollas. Otras bragas al cesto. Cómo huelen a fulana. Un día me van a pillar.

La cena. Papi, mami, Antonio y yo. Isabel currando otra vez. La tele. Un novelón romántico. Menestra de verduras. Agua. Qué soso es todo esto, hostias. Recuerdo una peli donde un tío se comía un huevo duro después de metérselo en la vagina a su amante. Recuerdo que Isabel escribió que en un desayuno Nacho le untó la tostada con lefa. Y se la tragó entera. Así da gusto comer, me cago en la puta. Seguro que san valentín prefiere eso antes que ramos de rosas y corazoncitos y capulladas por el estilo. Seguro que san valentín se frota el cipote con las cartas de amor y se corre en las cajas de bombones. Bombones rellenos de leche. Je. Yo quiero. De postre mami ha sacado... una caja de bombones, toma ya. Se los ha regalado mi padre, qué bonito. Antonio ha masticado dos. Mi papi no los prueba, es diabético. Mamá se va a poner mala si alguien no le quita la caja. Yo he comido tres, derritiéndolos en mi lengua y dejando fluir el relleno, repartiéndolo por la boca, manchándome los dientes. Crema de polla. Me he guardado uno. Mami, voy al pub. "Es muy tarde, nena". Ya, es un rato nada más. "Abrígate, llévate un bombón". Ya he cogido, mira. "Qué golosa, anda, corre". Pues sí, qué golosa es la nena, mami, mañana quiero pastel de coño y polla en bizcocho. Esto no lo he dicho, claro.

Lo sabía. Raquel y Sonia estaban en un rincón, solas. Me he puesto celosa inmediatamente. Pero no sé de cuál. Joder, estoy hecha un lío. Raquel es una zorra promiscua, chula y creída. Sonia es una capulla calientapollas, pelota y distante. El coño de Sonia es lo que más me gusta del mundo ahora. Pero el coño de Raquel es lo que más quiero del mundo desde hace mucho tiempo. Y sus tetas gordas. Y su culo duro. Me dijo que se la ha follado. Pero también me dijo que no son novias. Así que no han quedado para hacerse regalitos pastelosos. Hostias, ¡han quedado para follar!.

Hay un montón de gente en el pub, muchas parejitas y mucho humo. Me voy a mi rincón de la barra. El señor huevazos no está. Hay una chica nueva atendiendo. Parece una jenny barriobajera. Le van a estallar las mallas blancas y se le van a salir las tetas del top plateado. Botas militares. Lleva una gorrita de una marca de ron, y muchas pulseras doradas. Se ha maquillado como una puta. Habla con acento sudamericano. La verdad es que es un pivón. "¿Qué le pongo?". Nada, gracias. "Lo siento, aquí no puede estar sin consumir". Pero yo lo hago muchas veces. "A mí el jefe no me ha dicho nada de eso, de verdad que lo siento, le pongo un ron con maracuyá, ¿sí?, venga, que sí, le va a gustar, rubita". Es la primera vez que me hablan de usted. Qué incómoda me ha hecho sentir: vale. "Ahá, buena elección, señorita". Me ha servido enseguida, resulta que era un compuesto preparado que traen en barril, está de promoción. Sabía a... ni idea, raro, desagradable. He arrugado la nariz al probarlo. "Huy, huy, tiene que beber más para apreciarlo, luego le pongo otro; me llamo Gisela". Vale, gracias. (Gisela, qué culo tienes, cabrona). ¿Eres la novia de Pepe?. "Nah, por eso don Pepe no está, hoy cena con su prometida", pasando la bayeta por la barra. Se va a atender a un grupo de hombres mayores, enchaquetados. Entre ellos, el padre de las calientapollas.

"Mi padre te invita". Me ha abordado por la espalda, poniendo sus manos en mi cintura: hola. "¿Te vienes? Estamos allí". ¿Que si me voy? Es la primera vez que Sonia me invita a su mesa. "Venga, tía, no le hagas el feo a mi padre". Raquel, Pedro, Sonia y yo. Esto no puede ser. Pedro se folla a Raquel y Sonia no lo sabe, Raquel se folla a Sonia e ignora que yo lo sé, yo le como el coño y el culo a Sonia y los demás no se lo imaginan. ¿Así son las relaciones sociales? El ron extraño éste se me está subiendo a la cabeza. Ellos hablan y ríen divertidos, programan no se qué viaje a no se dónde. "¿Tú quieres venir?". No, don Pedro, yo no puedo. "¿Cómo no vas a poder, criatura? Será en Semana Santa...". Es que yo trabajo. "Anda, a ver si tomáis ejemplo, en vez de perder el tiempo, chicas". Raquel me mira chispeante y me saca la lengua; Sonia me da un empujoncito con el hombro: "sí, la nena es muy aplicada en todo". Qué ganas tengo de comerle el coño, joder.

Sus amigos vienen a rescatar a don Pedro del peligro de estas lindas sirenas, o eso dijeron. Despedidas: besitos, miraditas, bravuconadas entre ellos, forzadas alegrías y mucha polla morcillona. Las tres solas de nuevo. Minutos de aburridos comentarios. Mensajito de móvil para Raquel. Excusa tonta: "anda, que mi hermana se ha dejado las llaves dentro, tías, me tengo que ir". Huída precipitada. Sonia huele a vainilla. Me la quiero comer a mordiscones. Huele a vainilla pero tiene cara de vinagre. Está enfadada. "No tienes idea de lo hijaputa que es Raquel". Me lo imagino. "No, no tienes ni puta idea". Jugueteo con el bombón sobre la mesa sin contestarle. "¿Eso qué es? ¿es para mí?". Sí. Me lo arranca de los dedos, lo desenvuelve sin cuidado y lo engulle. Lo mastica. "Agh, no me gusta". Lo deja en el envoltorio sobre la mesa, masticado, ensalivado. A mí sí: lo cojo y me lo meto en la boca. Lo paladeo, con sus babas. Es delicioso. Necesitaba quitarme el sabor del ron. No la miro. "¡Eh, tú!". Me ofrece sus dedos sucios de chocolate. Miro a ambos lados, nadie parece observarnos: abro la boca, Sonia los frota en mi lengua. Siento el coño cómo me palpita. Me suben los colores. "Je, je, te tengo comiendo de mi mano". Y de tu coño, le digo. "¿Has visto a la camarera? Está más buena que Raquel, ¿eh?". No sé, voy al baño. Me escapo. ¿Qué estoy haciendo? Me siento a mear. Alguien ha escrito en la puerta: M. LE COME EL CULO A S. Pepe se va a mosquear. Adopto la misma postura que tenía Sonia cuando me dio a comer su coño la primera vez y acaricio el mío mientras leo y releo la pintada, suave, despacio. Completo la frase: Y EL COÑO.

Al volver, Sonia está en la barra con Gisela, ligando. Escribe en su móvil, seguramente intercambian números. Me acerco: bueno, que me voy. "¿A dónde vas?" "Sí, ¿a dónde va a estas horas, señorita? Precisamente ahora que empieza la hora feliz. Ande, quédese". No, no, me tengo que ir. "Espera un segundo", y me atrapa de un brazo, me saca a la calle, me lleva a la oscura parte de atrás del pub, me desabrocha la bragueta, mete una mano en mis bragas, me palpa el chumino, me lo toma entero con su palma, lo amasa un poquito: "¿A dónde vas tú?". A mi casa. "¿Seguro?". No... sí... no sé... "Si te largas me la follo, si te vas y ella se deja, me la follo". ¿A quién? "A Gisela". Me da igual. Arranca la mano de mi chocho y empieza a caminar: "Que te den mucho por el culo, niñata". Mi primera pelea de... ¿novias?. Con la bragueta abierta y el chumino caliente me echo a llorar. Me cago en tu puta madre, san valentín.