Diario de una divorciada 1: engañada y casi violad
El primer día del resto de mi vida, comienza y termina de una manera salvaje
DIARIO DE UNA DIVORCIADA 1: ENGAÑADA Y CASI VIOLADA
Ella gemía de placer con la cara del hombre enterrada entre sus piernas. Después de varios minutos comiéndole el coño, el hombre la pone a cuatro patas en la cama y colocándose detrás de ella la penetra… se la está follando como a una perra, azotándola, tirándola del pelo…le dice lo puta que es, ella le pide más, le pide que no pare… El hombre le saca la polla de su húmedo coño para metérsela por el culo…ella grita, gime, jadea pidiendo más. El se la está follando salvajemente…cada vez más duro, poniendo todo el peso de su cuerpo sobre ella. Hundiendo su cara en las almohadas y su polla en lo más profundo de su culo…hasta que entre gritos y espasmos se corre dentro, preñando ese culo dolorido, vaciándose dentro de su perra. El hombre se queda inmóvil sobre la mujer, sin salir de su interior, impregnándola. Ambos ya satisfechos y relajados…
Lo he observado todo con toda la definición que la pantalla de mi móvil de última generación es capaz de darme, sentada en un banco de un parque, desierto a estas horas de la noche. La cama donde han follado es la mía. Y el hombre es mi marido.
Después de años de sospechas me había cansado de repetirme a mi misma que estaba loca, me había cansado de mentirme a mi misma y había puesto cámaras ocultas en nuestra habitación. Había simulado un viaje de trabajo y me había ido a pasar el fin de semana a un pequeño hotel de las afueras. Y ahora estaba comprobando que no me había equivocado.
Nuestra historia no es muy diferente a la de muchos matrimonios…25 años casados, desde los 20, los hijos ya independizados, una vida sexual cada vez más esporádica y aburrida. Yo a mi s 45 años había intentado mantenerme atractiva y sana y a juzgar por los halagos y las miradas de deseo que aún recibía lo había conseguido aunque solo fuera en parte…pero nunca había engañado a Luis, mi marido. Mi culo aún prieto gracias a horas de gimnasio había estado únicamente reservado a él, mientras yo acababa de ver como su culo flácido se movía como un flan mientras se follaba a su secretaria veinte años menor.
Me quede en el banco sin reaccionar, sin saber exactamente qué hacer. Que hacer en ese momento, qué hacer con esta información y qué hacer con mi vida. Tan absorta estaba en mis pensamientos que no me percate de que un hombre de unos 20 años se acercaba a mi banco.
- ¿Tía, tienes un cigarro?
Levante la mirada desconcertada aún. Era un chaval de la edad de mi hijo, con unos vaqueros desgastados y una camiseta blanca algo sucia. Era corpulento y parecía algo borracho o fumado.
- No fumo lo siento- conteste algo asustada levantándome para irme.
- Pues dame algo para comprarme tía
- No, lo siento.
Me aleje rápidamente buscando la forma más rápida de salir de esa zona solitaria del parque donde había ido para poder ver las imagines de mi dormitorio con tranquilidad.
Pero el chico vino rápidamente detrás de mí y me agarró por detrás, sujetándome con fuerza por la cintura con un brazo y tapándome la boca con su otra mano.
- No tengas tanta prisa zorrita.
Intente gritar pero me tapaba toda la boca con su manaza. Trate de zafarme pero era demasiado fuerte. Apretó mi cuerpo contra el suyo, restregando su paquete contra mi. Notaba su polla dura contra mi culo. Me empujo tirándome de cara al césped para acto seguido desabrocharse los vaqueros y sacarse su enorme rabo erecto.
- Te voy a reventar ese culo de zorra hija de puta.- amenazó
En ese momento y con una rapidez y fuerza que aún no me consigo explicar me incorpore de rodillas y le lance un puñetazo directo a las pelotas. El muy cabrón cayó de rodillas en el césped agarrándose sus machacados huevos, momento que aproveche para darle una patada en la cara y salir corriendo como una loca. No sé si me llego a seguir o no, solo escuchaba sus gritos e insultos por suerte cada vez más lejos. Conseguí salir del parque a una calle iluminada y con algunos transeúntes a pesar de lo tarde de la hora. Para mi alivio vi a lo lejos una parada de taxis con uno esperando y me apresuré a llegar el.
Apoyado en la puerta del taxi, fumando, el conductor, un hombre de unos 30 años, alto, moreno y de hombros anchos y pectorales marcados ojeaba distraído un periódico gratuito.
- ¿Está libre? – pregunté aún jadeando un poco.
- Si lo está – respondió – se encuentra bien señora?
- Si, un borracho ha intentado…robarme – conteste mirando hacia atrás asegurándome de que no estaba a la vista ese malnacido.
- ¿Quiere que la lleve a una comisaria?
Dude, pero no me sentía con fuerzas para pasar el resto de la noche en una fría comisaria explicándole a un policía una y otra vez lo que había pasado.
- Gracias pero prefiero irme al hotel – respondí entrando en la parte de atrás del coche.
Los primeros minutos del trayecto transcurrieron en silencio mientras iba recuperando el aliento y tranquilizándome.
- Gracias por preocuparse – le dije al taxista cuando me hube tranquilizado. – no fue buena idea meterme sola a estas horas en ese parque. No conozco esta zona.
- Este barrio lo están echando a perder la droga. A mí me han intentado robar dos noches ya este mes. No es buena idea por esta zona para una mujer joven y atractiva ir sola.
Me chocó ese intento de ligar si es que eso lo era, y me vinieron a la mente las escenas en el móvil que con todo este follón se me había olvidado momentáneamente. Algo en mi expresión debió cambiar porque el conductor me dijo mirándome por el retrovisor:
- Disculpe mi estúpido comentario.
- No se preocupe – respondí – Es solo esta locura de noche – gracias por lo de atractiva, supongo. No todo el mundo parece pensar igual- Le contesté.
- Eso es lo de menos. Lo importante es que usted lo sienta. ¿Cómo se siente ahora?
- Vieja y fea la verdad.
- Pues eso es culpa solo suya.
Le mire entre sorprendida y molesta.
- Creo que es la conversación más extraña que he tenido en un semáforo – Le intente cortar.
- Perdóneme si de nuevo la incomodo. Pero me encantaría poder animarle el día.
- ¿Y porque piensas que puedes hacer eso? – le tutee por el mismo enfado.
- Yo no puedo, usted.
- ¿A si? ¿Y cómo?
- Quiérase
- Ammm gracias Paulo Coehlo – conteste riéndome y dándome cuenta que no me había reído en meses.
- No- dijo – No metafóricamente – quiérase ahora- acaríciese.
- ¿Perdón? ¿Qué coño te has creído tío?
- No lo haga aquí delante de mí. Vaya a su hotel, desnúdese ante el espejo. Mire todas las cosas que le gustan de usted en lugar de las que no. Dedíquese toda la noche a darse amor y placer hasta que caiga rendida de sueño.
Me quede callada mientras el coche avanzaba por un par de calles más. Desde hace años después de los embarazos intentaba mirarme al espejo lo menos posible, y cuando lo hacía siempre terminaba encontrando mil defectos a mi cuerpo.
- Y si se tocase aquí mismo – continuo el taxista- lo debería hacer como un símbolo de su poder sobre mí, de su capacidad de excitarme, de enamorarme, de cautivarme no como algo que hace para que yo lo disfrute sino para disfrutarlo usted. Pruebe. Acaríciese simplemente la nuca.
Este hombre estaba loco. No sabía a qué distancia estábamos aún de mi hotel para poder seguir andando. Pero de pronto se me vino la imagen de la secretaria de mi marido. Tan segura de sí misma, tan confiada, tan desinhibida…quizás eso era lo que Luis había buscado…
Hecha un lio y casi sin pensar me lleve la mano a la nuca y la deslice suavemente por mi cuello.
- Eso es. Solo relájese, deje que el estrés salga. Tiene usted un cuello muy elegante. Y unos pechos hermosos y poderosos. Porque no prueba a acariciarlos como a usted le gustaría que lo hiciera un hombre…
Llegado a este punto me di cuenta de que tenía que bajarme del taxi. Era lo único sensato que podía hacer. Pero algo en mi cabeza se reveló, algo dentro de mí estaba harta de ser sensata al menos hoy. Dándome cuenta de que ya no podría ir marcha atrás…comencé a acariciarme los pechos por encima de la camisa, rozando suavemente los pezones por encima de la tela, con firmeza y delicadeza a la vez, no apretándolos como hacia siempre mi marido.
- Muy bien. ¿Ve? Solo tiene que permitirse fluir y disfrutar de su maravilloso cuerpo. Dedíquese tiempo a usted. Esta tan hermosa ahora mismo.
Sus palabras estaban empezando a excitarme mucho dentro de toda esta situación absurda. Buscaba su mirada en el reflejo del retrovisor. El me lanzaba miradas pero estaba más pendiente del tráfico. El hecho de que actuase como si nada me excitaba muchísimo. Empezando a estar ya fuera de mí comencé con una mano a buscar mi coño dentro de mis bragas mientras con la otra mano me pellizcaba un pezón aun oculto por la camisa pero ya muy duro. Cuando mis manos empezaron a acariciar mi clítoris deje escapar un pequeño gemido.
- Creo que ya que ha conseguido comenzar a relajarse deberíamos parar para que pueda usted dedicarse todo el tiempo que quiera.
Debíamos estar cerca de otro parque. Paro el coche a un lado de la calzada lejos de las pocas farolas que había encendidas.
- Esta usted maravillosa.
Ahora sí que me miraba fijamente. Me sentí poderosa, me sentí bella. Me desabroche la blusa despacio y saque mis pechos. Me los apreté y pellizque los pezones.
- Divino – dijo él.
Se había girado hacia la parte de atrás y me miraba directamente. Me sorprendió que no se tocó la polla en ningún momento.
- ¿No la tienes dura? – pregunte con algo de miedo a la respuesta.
- Como una piedra – contesto. – Pero esto no va sobre mí sino sobre usted. ¿Qué quiere ahora? ¿Qué necesita para disfrutar?
Yo solo había tenido un par de novios antes de mi marido, y nunca le había sido infiel. Ahora estaba ahí en un taxi con un desconocido, masturbándome delante suya, mas cachonda que nunca en mi vida.
- Quiero que me comas el coño – conteste.
Sin mediar palabra salió del coche y abrió la puerta de atrás. Me hizo tumbarme con delicadeza en el asiento. Con sus manos calientes y algo ásperas acaricio mis muslos por su cara interior subiendo hacia mi pubis. Me bajo las bragas ya chorreando y metió su cabeza entre mis piernas. Un escalofrió me recorrió todo el cuerpo y solté un gemido largo y profundo. Comenzó a comerme el coño con avidez. Hace años que no me lo comían y mucho menos con esa entrega. Me deje llevar. Solo gemía y gemía cada vez mas fuerte sin importarme nada. Pronto note que me iba a correr y entre gritos agarre su cabeza apretándola con fuerza contra mi coño y me corrí en su boca. Me desplomé totalmente en el asiento de atrás agotada, pero él no paro, siguió lamiendo con delicadeza. Pronto empecé a excitarme nuevamente. Lo noto y empezó a acariciarme el clítoris y a meterme los dedos.
- Aggg!!! Siii!!!! SIIII!!! NO PARESSSS!!!!
No tarde en correrme por segunda vez. Agotada y con las piernas temblorosas permanecí tumbada al menos diez minutos sin poder moverme ni articular palabra.
- Estas tan hermosa ahora – rompió el silencio. – ¿quieres que te lleve a tu hotel?.
- No – conteste – quiero…quiero…
- Vamos preciosa, recuerda que aquí importas solo tu hoy – me urgió.
- Quiero que…que me folles. Quiero que me folles muy duro. Quiero sentirme una perra, una puta…
No me podía creer lo que estaba diciéndole, pero era la verdad. Era lo que quería en ese momento.
Salió del coche y me ofreció la mano para poder salir yo también
- ¿De verdad es eso lo que quieres princesa?
- Si, lo quiero. Y lo quiero ya.
Me cogió y me llevo a la parte delantera del coche. Me hizo inclinarme bruscamente sobre el capo que aun estaba caliente. Ese calor puso mis pezones aun más duros. Mientras con una mano me apretaba la cabeza contra el capo, con la otra se desabrochaba los vaqueros y se los bajaba. Ya me había quitado las bragas así que solo tuvo que subirme la falda de tubo que llevaba. No pude ver su polla pero si que la sentí entrar entera de golpe dentro de mí y debía ser de muy buen tamaño. Empezó a culear con fuerza, follandome sin piedad y comencé a gemir ante los espasmos de placer que recorrían mi cuerpo.
- Cállate zorra que vas a despertar a todo el barrio. – me dio dos fuertes azotes en el culo y siguió follandome contra el capo del taxi. Mi coño estaba al rojo vivo.
Después de un rato me cogió del pelo y me hizo incorporarme. Andamos unos pasos hasta el césped del parque al lado del que habíamos aparcado. Me tiro al suelo y se echo encima de mi metiéndomela rápidamente y follandome el coño con fuerza.
- Joder qué coño tan rico tienes perra…uffff
Me escupió un par de veces en la cara y yo hice todo lo que pude por alcanzar el escupitajo con mi lengua.
Me corrí por tercera vez mientras sus huevos revotaban contra mi culo.
- No voy a aguantar mucho mas zorra…¿donde quieres la leche?
- Córrete en mi cara…
Se puso de pie y me hizo incorporarme de rodillas tirándome del pelo. Solo con un par de sacudidas de su polla comenzó a descargar varios disparos de leche caliente y espesa sobre mi cara. Me lance a mamarle la polla para saborear todo lo que pudiera esa lefada y efectivamente pude comprobar que su polla era bastante grande y gorda. Una vez empezó a ponerse flácida me ayudo a levantarme. Se subió los pantalones y fue al coche a buscar unos pañuelos para que pudiera limpiarme.
- Eres maravillosa cielo. ¿Te sientes mejor?
Asentí sonriendo, y para mi sorpresa no me sentía ni culpable ni avergonzada, soy muy relajada y llena de vida a la vez.
- Ahora te llevare a tu hotel y vas a dormir estupendamente.
Efectivamente esa noche dormí mejor que en toda mi vida. Y de hecho mi vida no había hecho más que comenzar aunque aún no lo sabía.