Diario de una adúltera

El encontrar los viejos diarios de mi madre me hacen abrirme a la posibilidad de escribir mis memorías como mujer adúltera

Querida Madre:

Hoy después de leer varias veces los diarios que dejaste tras tu partida, me atrevo a compartir mis experiencias tal como tú lo hiciste. Aún no se si los diarios que ahora poseo estaban destinados a ser leídos por mí o simplemente fue un accidente que cayeran en mis manos.

Debo confesarte que me impresionó mucho saber de tus infidelidades y de cómo referías cuidadosamente los encuentros con tus amantes en estás páginas llenas de recuerdos y de tiempo

Al igual que tú, mis deseos sexuales son amplios y muy variados y ahora me doy cuenta que además  tener el mismo nombre compartimos el ser las primogénitas de la familia y por sobre todo tenemos en común la infidelidad como un medio de satisfacción a nuestros impulsos sexuales

Creo que te gustaría conocer la historia de la primera vez que fui infiel…

Primero debo contarte del periodo escolar que estuve en Italia. El primer  mes fui acostumbrándome a la escuela y al idioma, también conocí a Johanna una tejana dos o tres años mayor que yo y quien compartía la habitación.

Johana estaba decidida a ser pintora y estaba muy entusiasmada con el arte y por supuesto con los italianos. Durante sus anteriores dos años se había regocijado en los brazos de varios chicos de los alrededores de Roma

Johana me señaló tiempo después a Andreas un muy apuesto camarero de un café cercano al instituto,  con el que rápidamente entable buena amistad.

Salimos un par de semanas al término de las cuales terminamos en su modesto piso amándonos por primera vez. Andreas me inició en las delicias del sexo adulto, es decir aún cuando no era virgen, él fue el primero en enseñarme lo que significa el buen sexo.

Fue el primer hombre que me guió al cien por ciento y que me llevo a hacer cuanto le placiera. Me encantaba que sabía el momento exacto de tocar mi cuerpo y que identificó el ritmo adecuado de las caricias y movimientos. Parecía tener un termómetro que le indicaba la temperatura exacta para introducir sus dedos en mi coño, en mi ano o en mi boca.

Sabía el momento exacto para cambiar la legua por el pene o los dedos y me hacía explotar de una excepcional manera a su voluntad.

Gracias a él aprendí también como enloquecer a un hombre ya sea oral, vaginal e incluso analmente. En fin  Andreas fue mi primer gran amante

Como podrás imaginarte madre, empezaba a enamorarme de él y en ese aspecto también me enseño una gran lección ya que en el momento en el que más segura me sentía respecto a él comprobé que no era la única mujer con quien el se acostaba. La misma Joahana disfrutaba eventualmente de mi semental.

No te negaré que al principio fue difícil y la decepción fue sin duda una de las más grandes de mi vida. Sin embargo al analizar la situación con detenimiento entendí que no tenía que alejarme de los placeres de mi amante en cuanto no me enamorara de él

Pero me estoy desviando del tema central de mi relato…

Mi primera infidelidad se remonta a unos días antes de mi boda con Alfredo. Fue verdaderamente fortuita la manera en que sucedió. Alfredo no conoce la historia con Andreas y siempre ha pensado que solo somos amigos. He visto en sus ojos la duda y estoy segura que él se pregunta si lo habremos hecho alguna vez

Como recuerdas invité a Andreas a la boda y él aceptó y además trajo a Flavia su novia en turno. Dentro de mis planes estaba solo pasar por ellos al aeropuerto junto con Alfredo sin embargo el destino dictó que el encuentro sucediera de una manera muy diferente.

Flavia tuvo un inconveniente en el trabajo y saldría por la noche y no por la mañana junto con Andreas y Alfredo fue de viaje también de trabajo.

Cuando llegué al aeropuerto me sorprendí de encontrar solo a mi antiguo amante y el a su vez no esperaba encontrarme sola.

Después de los saludos necesarios. Maneje hacia su hotel y tras registrarse subimos a la habitación. Mi intención era llevarlo a cenar tal como habíamos pensado originalmente sin embargo dentro de la habitación nuestra plática giró entorno a los recuerdos de mis años en Italia.

Mi anfitrión ordeno una botella de vino tinto que vaciamos en cuestión de una hora, para entonces y con la influencia de las copas las risas se incrementaron y los recuerdos siguieron cobrando vida en nuestras palabras.

Fue cuando sucedió: Andreas se acercó a mí  y me abrazó al principio fue un abrazo de amigos, sin embargo él aprovechó para acercarme a su cuerpo haciéndome notar su incipiente erección. Mi  reflejo inmediato fue alejarme un poco a lo que el reaccionó sujetándome con más fuerza y luego  restregándome su inhiesto miembro

Eso inició una ligera humedad en mí que cobró más fuerza cuando sus labios se encontraron con los míos. Ya no lo evité me abracé de él y correspondí a su beso abriendo apenas los labios. Comencé a acercarlo más hacia mí recordando el tamaño de su bien proporcionado miembro.

Mi lengua empezó furiosa a batallar con la suya mientras que sus manos subían hacia mis pechos. Andreas se aferró a ellos mientras yo bajaba una de mis manos hacía su entrepierna.

Al encontrar la bragueta interrumpí el beso y me hinqué para hacerme de su polla

Mientras él desabonaba la blusa. Engullí el  ya conocido glande y degusté su verga como hace 8 años. Parecía que solo ayer este adonis me hacía correrme en su modesto piso mientras el último rayo de sol se extinguía en el horizonte

Mientras nos dirigimos a la cama retiró el sujetador. Yo bajé sus pantalones y calzoncillos y el arrancó la falda dejándome solo con las bragas

Nos recostamos en posición de 69 mientras me desnudaba por completo y yo volvía a engullir su falo intensamente. Le masajeaba los huevos y lo pajeaba al mismo tiempo usando las dos manos mientras su legua se abría camino hasta mi clítoris. Una mano atendía mi coño y la otra el orificio del culo mientras su lengua humedecía mis labios inferiores.

A toda costa intenté hacerlo venir y él a mí. Creo que ambos queríamos demostrar al otro que recordábamos como hacernos gozar y como el mapa de  nuestros cuerpos seguía íntegro en nuestras manos y lenguas. Mis gemidos se incrementaron en un esfuerzo por contener mi orgasmo.

Andreas maldijo al momento de desbordar abundante semen en mi boca y satisfecha por haberle hecho terminar antes que yo me dejé levar a mi primer clímax

No nos interrumpimos para descansar después de haber terminado. Nos abalanzamos a  besarnos nuevamente  degustando la mezcla de nuestros sabores. La noche apenas empezaba. Me hizo darle la espalda para sujetar firmemente mis senos mientras dirigía su miembro nuevamente erecto hacia mi coño. Se ayudó con una de sus manos para encontrar el camino, tal como hacíamos años atrás y me la metió lentamente mientras me magreaba las tetas y me comentaba al oído cuanto había deseado follarme nuevamente

Una vez dentro toda su largura comenzó moverse cada vez más rápido sin soltarme las tetas y presionando suavemente mis pezones siguió mordiéndome los lóbulos de las orejas y el cuello, se movía cada vez más rápido tal como cuando estábamos juntos vinieron varios orgasmos más tanto míos como de él.

Nos metimos a bañar juntos donde nuevamente disfrutamos de nuestros cuerpos. Esta vez lo hice terminar en mis pechos y en mi boca, alimentándome de su semen. El bebió de mis jugos y me culeó un par de veces. Tal vez la parte más excitante para mí fue pajearlo hasta hacerlo venir, para luego percatarme de haber ensuciado el anillo de compromiso que Alfredo me había entregado

Vimos juntos el nacimiento de un nuevo día y nos pusimos de acuerdo para contestar en caso de que alguien preguntara por la supuesta cena. Para Flavia habríamos cenado con Alfredo, para él Andreas y Flavia habrían estado en esa velada conmigo.

Fue el mejor regalo de bodas que tuve. No me imaginé que el primer amante en mi vida sería el primer amante en mi vida matrimonial. Hasta hace poco pensé que ese habría sido el mejor sexo en mi vida. Ya te contaré  como afortunadamente solo fue uno de los mejores polvos en mi aún agitada vida sexual.

Como  sabes la boda se llevó a término sin contratiempos. Ni Flavia ni Alfredo preguntaron sobre la velada donde Andreas y yo nos encontramos y nos despedimos y donde conocí por primera vez el gran placer del sexo adúltero.

Me arrepiento no haberte contado esta historia mientras aún podías darme tu opinión. Ahora se que no me habrías juzgado.

Ana.