Diario de una adicta. 4.-Aventura con Manny (1)

Tras iniciarme secualmente con Roberto, conocí a un chico en la playa. Roberto era muy soso en la cama y me dejé llevar hacía un pequeño lío con Manny

Voy a contaros el cuarto capítulo de mi historia sexual, tras otro retraso enorme por mi parte. Sigo con la promesa de escribir más asiduamente, a ver si algún día la cumplo. Lo que empezó con un bocadillo y un día de hambre, pasó a un festín de felaciones con Roberto, el chico con el que me inicié sexualmente. Yo antes era muy modosita, y pese a la gran cantidad de mamadas que le practique por el gustazo que me daba su semen en mi boca, no le dejaba que me tocara más allá de lo necesario. Todo eso cambió con el tiempo, cuando mi cuerpo me pedía ir a más, y pese a que la personalidad de Roberto no me fascinaba, mi interior me decía que avanzara. Así, llegamos a perder mi virginidad, en una torpe tarde de sexo.

Roberto fue mejorando, no lo voy a negar. Durante el siguiente mes que acontecía después del anterior relato (http://www.todorelatos.com/relato/90527/) él y yo quedábamos a la mínima oportunidad para practicar. Pese a que su duración y su intensidad fueron aumentando, y yo disfrutaba cada vez más en la cama con él, me dejaba aún un poco fría. Seguía prefiriendo una buena ración de su leche en mi boca. La mayoría de las veces le obligaba a terminar dentro de mi boca para poder saborear su fruto, pese a que el muchas veces él prefería acabar sobre mi espalda, mis pechos o mi cara.

Era verano, y mi ciudad es muy costera. Las vacaciones y la edad hacía que me pasara el día en la playa y ya contaba con una piel tostada que contrastaba con mi rubio natural. Muchos fueron los días que Roberto y yo los pasábamos tirados en la arena, y cada día que pasaba, su personalidad me iba gustando menos. Además de su chulería, era bastante simple, pero era la forma más fácil de tener sexo. La mayoría de esos días acababan escondidos en un callejón haciéndole una mamada, que por lo menos me dejaba un sabor agridulce de la tarde.

Un día me bajé sola a la playa porque Roberto tenía compromisos familiares. Me puse a tomar el sol con mi bikini rosa, mientras me leía uno de los libros que me regalaron por mi cumpleaños allá por marzo. Nos solíamos ir bastante hacia adentro de la zona de playa, en un sitio al que los coches acceden muy difícilmente y como hay que andar bastante, queda muy poca gente en la arena.

El día pasó rápido. Casi me devoré el libro, pero a las siete de la tarde me quedé un poco dormida. Me desperté cerca de las nueve, justo para ver como estaba sola en la playa, con la excepción de un chico negro que se acercaba hacia mí. Era un tipo bastante musculoso, rapado, de unos 21 años de edad. Para mi sorpresa, veo que estira la toalla justo al lado de la mía y se tumba.

-¿Veo que hoy te has dejado al piltrafa de tu novio en casita, no?

-No es mi novio. Es sólo un amigo... ¿y tu qué, me espías o qué? -le contesté-

-¿No es tu novio? Pues las cosas que hacéis cuando venís de la playa no es que sean muy de amigos...

-Espera... ¿Nos has visto?

-Sí... un día viniendo de la playa vi que os metíais en un callejón... y me sonaban vuestras caras. Me acerqué a curiosear... y os vi dándole al asunto.

-Bueno... no te miento, no es mi novio... simplemente tiene algunos privilegios.

-Pues vaya suerte. Llevaba ya una semana por aquí esperando para poder hablar contigo.

Pese a lo atrevido de su presentación, empezamos a hablar y nos lo pasamos muy bien. Se llamaba Manuel pero me dijo que le llamaban Manny. Se nos hizo de noche y apenas podíamos vernos ya las caras. Cuando estaba a punto de recoger e irme, Manny volvió a la carga.

-Oye, ¿Y para tener privilegios contigo que hay que hacer?

-Uhm... pues que se den una serie de circunstancias...

-¿Cuáles? Que yo las busco...

-Jajajajajajaja, ¡eso no se puede planear!

-Anda... mira, no te pido que me la chupes... simplemente que me hagas una pajilla. Me la haces, me corro en la arena, y cada uno se va para su casa.

-¿Pero tu quién te crees que soy?

-Mira... con la edad que tienes y viendo que TODOS los días acabáis detrás del callejón para que se la chupes a tu no novio... eso es porque te gusta demasiado el sexo... y bueno, una pajilla no es nada.

-Pero me sabría mal por Roberto....

-¿Pero no era sólo un amigo?

Manny tenía razón. En todo. A mi me gustaba demasiado el sexo, el estaba de muy buen ver, y estaba cansada de Roberto... Así que por una pajilla no pasaría nada.

-Está bien. Pero ni te bajes los pantalones. Ya meto yo la mano.

Manny se tumbó de costado mirando hacia a mí. Yo me acerqué y metí me mano por debajo de su bañador. Tenía el miembro viril aún en relajación, pero mi cara de sorpresa le reveló a Manny que el tamaño de su pene me parecía grande. Empecé a agitarlo suavecito, para que fuera creciendo.

-¿Te podrías quitar la parte de arriba del bikini? Eso aceleraría mucho las cosas

-No te pases eh...

Su miembro ya erecto era muy grande. Dejaba al de Roberto a la altura del betún. La verdad que con la masturbación me estaba poniendo bastante caliente. Al poco tiempo, Manny me preguntó si podía correrse en mi mano para no cambiar la posición y después yo me podía lavar en el mar. Viendo el razonamiento acepté sin problemas, ya que lo veía lógico. Manny me avisó de que ya se iba a correr, por lo que le baje un poco el bañador y mientras le seguía masturbando con una mano, con la otra hacía las veces de recipiente para recoger su semen. Tras un grave gemido, Manny empezó a descargar, y vaya si descargó. Dejó mi mano totalmente impregnada de su leche.

-Joder, ibas cargado ehhh, me has puesto la mano perdida

-Es mucho tiempo viéndote chupársela a ese amigo tuyo... tenía ya ganas de descargarme... y viendo tu mano como aliciente...

La situación me empezaba a superar. Me acerqué la mano a la cara y empecé a oler el resultado de aquella masturbación... y no me resistí. Allí mismo, y delante de Manny, empecé a lamérmela con ímpetu. No iba a dejar que se desperdiciara lo que para mi es un manjar.

-Vaya vaya... parece que tu vínculo con tu amiguito se ha roto eh... ¿está bueno?

-Joder, es que tu polla es enorme... me has puesto a cien. ¿Sabes? Está oscuro... deberíamos entrar al agua y ya sabes...

-Mírala ahora que lanzada... pero primero quiero comerte esas tetas que tienes.

Me saqué los pechos sin quitarme el bikini y me abracé al cuello de Manny. Él acercó su boca hacia uno de mis pezones y empezó a besarlo. Los besos se convirtieron un succiones, mientra una de sus manos se iba acercando a mi otro pecho, para ir acariciándolo.

-No sabes cuanto deseaba cogerte estas tetas que tienes

-Ya se ve... tu polla parece que está volviendo a la carga.

-Sí... vamos para el agua que te vas a enterar.

Así lo hicimos. Sin guardarme las tetas dentro del bikini, nos incorporamos y fuimos hacia el interior del mar. El agua estaba un poco fría, pero ni eso me quitó el calentón a mi ni la erección a Manny. Anduvimos hasta que el nivel del mar casi llegaba a mis pechos. Recordando que aún tenía el sabor de Manny en mi boca al lamer su leche, cogí un poco de agua con mi boca y me la enjuagué. Entonces me acerqué a él y le planté un beso que según el movimiento de su lengua fue muy bien recibido. Él empezó a besarme desde la boca hacia abajo, pasando por mi barbilla, mi garganta y mis tetas, mientras sus manos acompañaban el descenso de su cabeza. Se zambulló en el agua siguiendo con el movimiento de sus manos hacia abajo. Cuando llegó a la altura de mi braga me la fue deslizando hacia abajo, dejando libre mi raja, a la cual le dedicó unos cuantos lametazos. Tras ello, me quitó la parte inferior del bikini y salió del agua.

  • Ni el salado del agua le quita el buen sabor de tu coño.

  • Eso es que está esperando que entres dentro.

Con gran habilidad terminó de quitarme el top del bañador. Allí estaba yo, desnuda y lista para probar al segundo hombre de mi vida. Puse mis brazos alrededor del cuello de Manny, y de un brinco busqué su polla con mi coño. Allí la noté, erecta y dispuesta a entrar en mi vagina. Con una mano, Manny me agarró de una pierna, y con la otra se agarró el miembro guiándolo hacia mí. La sensación de notar su gran polla entrando en mí debajo del agua nunca la olvidaré. Sus primeros movimientos fueron lentos, tanteadores. Mi vagina se iba amoldando al pene de Manny, y cuando él se iba encontrando más cómodo, iba aumentando el ritmo, aumentando a su vez mi gozo. Uno de mis brazos bajó hacia mi sexo, para acariciar mi clítoris, multiplicando así aquel momento.

La boca de Manny se metía en la mía, e iba intercalando esa lengua con mis pezones. En esos momentos, yo no podía hacer otra cosa que gemir, dejando que mi cabeza fuera un peso muerto que iba hacia atrás. Nuestras pelvis iban acompasadas. Los dos cogimos el ritmo a nuestros movimientos, coordinándonos para darnos el mayor placer posible, algo que con Roberto era incapaz. Tras un buen rato de buen sexo, Manny aceleró el ritmo brutalmente, haciendo que mi sexo se convulsionara. Era mi primer orgasmo coital y yo sólo podía gritar de placer. En ese momento, Manny sacó su polla de dentro de mí y empezó a eyacular, allí dentro del agua. Los dos estábamos exhaustos por aquel grandísimo momento.

-Joder Silvia. Vaya polvazo... y pensar que te lo querías perder...

-Madre mía Manny... te juro que las piernas me tiemblan aún... había tenido orgasmos mastubándome... pero nunca así...

-Pues algo me dice que no será el primero.

-Quien sabe quien sabe.... bueno, ¿me das mi bikini para ponérmelo? Que ya es algo tarde.

-¿Que te lo de? Yo te lo he quitado, pero me creía que lo tenías controlado

-¿Y dónde me lo guardo? ¿En el coño? Anda que... bueno, da igual, me visto allí y voy sin ropa interior, que no sería la primera vez.

Cuando salimos del agua, nos llevamos la gran sorpresa. Nuestras cosas habían desaparecido. Ni toallas, ni mi bolsa con la ropa ni nada. Simplemente un chico también de color, algo más delgado que Manny, con el pelo corto y más feucho, estaba sentado .en el lugar en que hacía unos momentos, había masturbado al chico que me acababa de follar.

Mi cara era un poema. Me quede en la orilla tapándome con mis manos para que no me viera desnuda, pero me tranquilicé al ver que Manny se acercaba a él, le chocaba la mano y le daba un cariñoso abrazo. Tras eso, el chico se acercó seguido por Manny. Mi cara se encendió como un tomate, pero pensé que me ayudaría a salir de allí con algo de ropa. Cuando llego a mi altura, se dirigió a mí:

-Hola Silvia. Siento decirte con tus cosas están confiscadas.

-¿Cómo? Mira, quiero irme a mi casa y necesito mi ropa, que mi bikini se ha perdido en el mar... ¿Me puedes dar mis cosas, por favor?

  • Por supuesto que te las devolveré, pero he visto lo que ha pasado...

Tras esas palabras, Manny se metió las manos en los bolsillos del bañador. Del izquierdo sacó el top de mi bikini, y del derecho sacó mi braga rosa. Los dos estaban sonriendo.

(Continuará)