Diario de un viajero: Sevilla.

Atrapé el clítoris entre los dientes y le metí un dedo hasta el fondo. Lo doblé un poco buscando el punto G y empecé a agitarlo. En ese momento se la sacó de la boca para lanzar un gemido que me confirmó que iba por el buen camino ¿No dicen las mujeres que pueden hacer más de una cosa a la vez?

¡No me lo puedo creer! Me está diciendo que jamás nadie la ha hecho gozar como yo. Estamos desnudos los dos sobre la cama y no paramos de acariciarnos entre sonrisas y susurros. Me veo bien. Muy alto, con los músculos marcados en su justa medida. Muy guapo de cara, un pelo precioso y una sonrisa magnética. Vuelvo a mirarla a la cara y sí, es ella ¡Estoy en la cama con la Top Model más guapa del momento! La de hijos potenciales que he dejado en los kleenex pensando en ella.

-¡Paco, quiero más! ¡Vuelve a hacerme tuya!

-Tranquila preciosa, tenemos toda la noche.

-Vuelve a meterme eso tan largo y grueso que tienes ¡Me vuelve loca!

Estoy a punto de meterla de nuevo, soy un toro bravo, soy una máquina perfecta para follar, soy… “Pipipí, Pipipipí, pipipipí, …” ¡¡¡Soy un gilipollaaaaaas!!! ¡¡¡mecaaaagüen el despertador de los cojonessssss!!!

Son las 6:30 de la madrugada. Miro hacia el techo y no reconozco esa lámpara, ni ese mueble, ni a ese señor que está saliendo en la tele ¿la tele? Noto como mi neurona está desperezándose y empieza a  funcionar. Según los neurólogos las neuronas actúan con impulsos eléctricos, pero estoy convencido de que la mía es diesel. Ya veo que tendré que acabar dando mi cerebro a la ciencia, que igual acaban dándome el Nobel a título póstumo por contribuir en el estudio del eslabón perdido.

Ya voy tomando consciencia. Estoy en un hotel de Sevilla y me llamo Paco. Llegué a este mundo hace 35 años y follo menos que Paquirrín en una fiesta de París Hilton. Después de este detallado resumen de mi vida voy acordándome de más. Llevo dos días en Sevilla, soy el director comercial de una multinacional de lubricantes industriales y estoy dando un curso al equipo de ventas de Andalucía. Todavía me quedan dos días más y me vuelvo para casa. No es que me espere nadie allí pero por lo menos reconozco la lámpara cuando me despierto y no le pido un sobreesfuerzo a mi querida neurona. Eso siempre que la resaca de la borrachera de la noche anterior no sobrepase el nivel 12 de la escala Richter. Sí, ya sé que la escala llega a un nivel técnico máximo de 10, pero eso es porque “Rich” no tuvo el placer de conocerme en el estado de post-embriaguez.

Me levanto de la cama. Estoy desnudo. Siempre duermo desnudo. No es que me moleste el pijama, pero sí que me molestaría tener algo más que lavar. Me miro en el espejo de la habitación y vuelvo a la realidad. No soy alto, no tengo un puñetero músculo marcado y a simple vista parece que no tenga ni músculos. Tengo el pelo graso y unas entradas que amenazan con encontrarse en la coronilla, no soy guapo y lo peor es que no hay el menor signo de que “eso” pueda ser largo y grueso.

En ese momento es cuando utilizo mi frase de automotivación que desarrollé tras un master de dirección de equipos en una prestigiosa universidad española: ¡Venga Paquete, que hoy no va a haber chichi que se te resista! Ya sé que pensaréis que es una frase de nivel “básico primate”, y que es poco jugo el que saqué a un master de 3.000€, pero a mí me funciona. Supongo que mi nivel debe de estar ahí.

Después de la ducha y el aseo, bajo a desayunar. El buffet del hotel Plaza de Armas es de los que más me gustan y eso que podría escribir un catálogo sobre los buffets de los hoteles de España, pero un jamón como este junto a un mollete tostado y aliñado con aceite virgen extra hacen que veas el día de otra manera.

Empiezan a bajar las comerciales, y digo “las” porque son 4 chicas. Creo que el mamón del director comercial hizo un casting en lugar de  un proceso de selección. Parecían miss Sevilla, miss Málaga, miss Granada y miss Almería. Son todas jóvenes, entre 28 y 33 años, y digo jóvenes siguiendo la regla que escuché a Santiago Carrillo cuando tenía cerca de 90 años: “ Joven es toda persona que tiene mi edad o menos” . Al director regional tuvimos que despedirlo. Por los pasillos le llamaban Berlusconi. Creo que no hace falta dar muchas explicaciones de los motivos del despido después de daros este par de datos. Uno de los motivos de organizar este curso es ver si alguna de las 4 comerciales tiene las capacidades suficientes para promocionar a ese puesto vacante o si por el contrario hay que hacer un proceso exterior. No se ha hecho pública esta circunstancia pero todas lo saben ya que mi empresa apuesta frecuentemente por las promociones internas.

Acabamos desayunando los 5 juntos. La verdad es que son todas muy guapas, bueno, que están bastante buenas. Cada una tiene su estilo con el que saben sacarse provecho. Si a esto le sumamos un desparpajo propio de su profesión y la gracia andaluza tenemos un coctel bastante explosivo. Soy consciente de que han entablado una guerra abierta entre ellas para demostrarme sus capacidades y acabar siendo miss Andalucía. Si alguno de vosotros ha trabajado con mujeres, sabe que en estos casos su capacidad estratégica se multiplica y sus escrúpulos desaparecen.

Uno de mis lemas es “donde tengas la olla no metas la polla” , pero claro, en caso de duda hay que volver al lema “tiran más 2 tetas que 2 carretas” . Me pasé la mañana intentando apaciguar la guerra de guerrillas en la que se había convertido la reunión. Lo mejor es que pude sacar mi peor repertorio de chistes y anécdotas, que por malos que fueran provocaban las risas y halagos de las chicas. Sabía que no eran sinceras y que formaba parte de su plan, pero me deje llevar y decidí disfrutar del momento.

Durante la comida siguió el ambiente tenso entre ellas. Hubo un momento en el que pensé pedirle al maître que cambiara los cuchillos por unos de plástico para evitar males mayores. Al terminar teníamos media hora para airearnos y yo me subí a la habitación. Al llegar a la puerta saqué la tarjeta y la introduje en la cerradura. Luz roja ¿Será al revés? Luz roja ¡Joder, ya se ha desactivado! Lo probé varias veces y de pronto abren la puerta por dentro ¡Qué susto! Era una chica con el albornoz y una toalla envuelta en la cabeza. En los muchos hoteles que he visitado me habían dejado como obsequio de cortesía alguna cesta de frutas, bombones o incluso una botella de cava, pero esto superaba mis expectativas. Lo que me confundió fue la cara de pocos amigos que tenía la chica.

-¿Qué estás haciendo?

-Esto… yo…

En eso que miro el nº de la habitación y era la 207. La mía era la 208.

-¡Uy, perdón!

-¡Capullo!

Y cerró la puerta de un empujón. Tras esta simpática y extensa conversación entré en mi habitación y me despejé un poco para aguantar la tarde que me esperaba. Tenía entrevistas personales con cada una de las cuatro mises. Como sólo habíamos contratado una sala, las entrevistas las hicimos en la cafetería que está justo al lado del hall y que es bastante acogedora.

La primera fue miss Málaga. Marta es una pelirroja que me daría miedo encontrármela sola en algún pub. Su simpatía y desparpajo mezclado con un cuerpazo y una sonrisa pícara eran armas suficientes para conseguir lo que se propusiera. En un par de momentos de la reunión me dijo que había diseñado un plan estratégico para aumentar la rentabilidad de la zona y que me proponía quedar por la noche para explicármelo. Por su sonrisa y su mirada chispeante supuse que su estrategia no era precisamente explicarme su plan. No es que sea un lince ni un pitoniso pero es que no dejó de usar frases con doble sentido y vino a la entrevista con algún botón de su camisa desabrochado de más. La verdad es que me llegó a calentar de tal manera que confundí varias cifras que tenía en mis apuntes. Es lo que pasa cuando la sangre se mueve de un lado a otro de tu cuerpo.

Las dos entrevistas siguientes pasaron sin nada destacable. “Creo que soy la persona indicada para el puesto”, “yo sé cómo sacar esto adelante”, “soy rubia pero no tonta”, … En definitiva, frases de manual que no me aportaban nada.

La última reunión era con Carmen. ¡Qué peligro! Sevillana de cuerpo y alma, morena, ojos azabache y cuerpo sinuoso. Siempre que la veo me pregunto cómo hace para meter unas tetas de talla 90 en un sujetador de talla 85 ¿Hay calzadores para tetas? ¿Eso es bueno para la respiración?

-Antes de empezar la entrevista quiero decirte que vengo a esta reunión dispuesta a todo para llevarme esta plaza.

Mi respuesta fue abrir los ojos interrogante

-Todo es T O D O

En ese momento no sé si el sujetador se encogió o sus tetas crecieron, pero mis ojos fueron derechos a ese escote.

-No tengo pareja, ni hijos. Puedo entregarme en cuerpo y alma a mi trabajo… y a mis jefes .

Mi respuesta fue la de un profesional… hombre, ponerme rojo, cruzar las piernas para que no se notara mi empalme y empezar a toser al acumularse la faena de respirar y tragar saliva a la vez.

-Ya sabrás que el anterior director regional era un viejo verde. Un montón de veces me tiró los tejos y me propuso sutilmente que si pasaba por la piedra igual mis informes podrían mejorar mucho ¡Qué pena de hombre! No me hubiera ido a la cama con él ni aunque me hubiera propuesto la silla del presidente.

-Ese fue uno de los motivos de su despido, pero tranquila, yo no soy él.

-Ya lo sé, tú no me has tirado los tejos. Igual la respuesta….. no sería la misma.

Si fuera una mujer quizá diría que mi cara pasó de rojo fresa a rojo cereza, pero como soy un hombre, el melón, el kiwi y la manzana son frutas y no colores. Por eso digo que pasé de rojo a más rojo.

Llevábamos media hora de entrevista y ya no sabía dónde esconderme, sólo le faltó preguntar quién de los dos compraba los condones. Hay estudios que dicen que la expresión verbal es sólo un 7% de un mensaje, y que el 93% se basa en la expresión no verbal. Pues el resumen del mensaje que me llegó fue “Fóllame”. Menos mal que estábamos en un lugar público porque si no creo que no hubiéramos acabado sentados.

Decidí dar por acabada la reunión. El ser el jefe me daba la ventaja de tener el mando de la campana y la utilicé en cuanto me sentí acorralado y sin escapatoria.

En cuanto me quedé solo llamé al camarero y le pedí una cerveza. Lo necesitaba. Tenía que hacer el informe de las reuniones pero primero debía de ordenar mis conclusiones. En definitiva, la parte que creo que os interesa y que lógicamente no debía de incluir es que si quería esa noche me lo montaba con miss Málaga o con miss Sevilla.

Estaba en plana discusión interna cuando veo que la chica que está en la mesa de al lado me está mirando. Rubia, pelo largo, traje chaqueta color pistacho (mierda, me estoy volviendo mujer) y el portátil delante.

-Hola, perdona que te moleste.

-No tranquila.

-Perdona por lo de antes.

-¿Lo de antes? No sé de qué me hablas.

-Soy la de la 207

Claro que no la conocía, con el albornoz y la toalla en la cabeza…

-¡Ah! No te había reconocido. En absoluto, perdóname tú.

- No tranquilo, nos puede pasar a cualquiera, pero no me has pillado en un buen momento.

-Ya vi. Si a mí me pillan en la ducha y oigo toquetear la puerta…

-No era sólo eso. Estaba en plena discusión telefónica.

-Vaya, lo siento.

-No importa. En cualquier caso no tenía que haberte contestado así de mal, yo no soy así. Por cierto, me llamo Clara.

-Yo Paco.

Se acercó y me dio dos besos. Olía muy bien, a agua fresca.

-¿Puedo invitarte a esa cerveza para que me perdones?

-Sólo si me acompañas con otra.

Ahí estuve bien. En el fondo soy un tipo ocurrente y simpático y eso me sirve tanto para el trato profesional como para mis fechorías personales. Mis amigas dicen que soy un bicho y que no soy un adonis, pero tengo mi qué. Por otro lado, mi hoja de reclamaciones en el apartado sexual está totalmente en blanco, y el de dedicatorias y agradecimientos bastante completa. La verdad es que si le pusiera más ganas al asunto, me iría mejor en asuntos de ligoteo, pero me da miedo que alguna de las historias se pueda convertir en algo serio. Soy un alma solitaria.

Me senté en la mesa de Clara y charlamos un ratito. Era auditora interna de un banco y viajaba por las sucursales de toda España. Le expliqué que yo también viajaba mucho. Es sorprendente que cuando encuentras a alguien que comparte algún aspecto diferencial de tu vida se crea un nexo que hace que superes de golpe varias etapas del proceso establecido de acercamiento hacia el otro.

Clara era… simpática. Cara simpática, sonrisa simpática, trato simpático, cuerpo simpático, … hasta sus gafas eran simpáticas. Estuvimos hablando unos 20 minutos y nos despedimos.

-Bueno Paco, al menos si oigo ronquidos esta noche podré ponerles cara.

-Uff, pues creo que te puedes pasar toda la noche poniéndome cara.

-Jajajaja. Bueno, encantada.

Eran ya las siete de la tarde y entré en la sala donde estaban las chicas. Comentamos cuatro cosas y en media hora acabamos. Subí a mi habitación, me di una ducha y bajé con la intención de salir a dar una vuelta por Sevilla.

Me encanta Sevilla, y más en primavera. Las albas están perfumadas por los galanes de noche y los jazmineros, y los crepúsculos por las flores de azahar de los naranjos amargos.

Al llegar al hall del hotel vi a mi “vecina” hablando por teléfono. Por su expresión parecía que estaba discutiendo. También estaban las chicas que me preguntaron si me apuntaba con ellas, pero preferí distanciarme para relajar a mi neurona. De pronto se escuchó: ¡Capullo! Nos giramos todos y vimos a Clara guardando el móvil en el bolso y salir a paso ligero hacia la puerta que da a la Plaza de Armas con la cara descompuesta. Lo primero que pensé es que esta chica se pasaba todo el día con el “capullo” en la boca. Bueno, quiero decir… vale, que ya me entendéis.

Charlé unos minutos más con las mises y me despedí de ellas hasta el día siguiente. Cuando estaba cruzando la plaza vi a Clara sentada en un banco. Parecía que estaba llorando. Como tenía que pasar por delante de ella no tuve más remedio que interesarme.

-Hola Clara, perdona ¿Estás bien?

-Sí, sí, no te preocupes.

-¿Seguro?

Y al hacerle la pregunta estalló en un llanto que me dolió hasta a mí.

-¿Te puedo ayudar en algo Clara?

-No, tranquilo.

- Perdona que me meta donde no debo, pero muy tranquilo no me dejas viéndote llorar así.

-Tranquilo, se me pasará. Cosas de pareja.

-Uy, lo siento, ahí no te puedo ayudar. Mi segundo apellido es solterón.

En ese momento a Clara se le escapó un carcallanto. Es verdad, esa palabra no existe, pero ¿a que me habéis entendido?

-Pues que suerte tienes chico, todo eso que te ahorras.

-Bueno, es posible, pero supongo que me perderé otras muchas cosas. En serio ¿Te puedo ayudar en algo?

-Puede ¿Tienes algún contacto con la mafia para enviar a unos matones a pegarle una paliza a alguien?

-Claro, pero son tan legales que pasan factura y hay que pagar el IVA.

La respuesta de Clara fue ya más parecida a una carcajada que a un sollozo.

-Clara, soy bueno escuchando ¿Quieres que demos un paseo?

-Quizá sí, pero nos acabamos de conocer y no quiero darte la paliza de mis penas.

-Querida, después de estar todo el día con cuatro lobas, tus penas me sonarán a cuento de hadas. Además, me debes una cerveza.

-¡Qué capullo eres! Dijo ella sonriendo.

Sí, ya, lo dijo sonriendo, pero no sé qué pensaría Freud de esta fijación capullil.

Empezamos a bajar por la calle Torneo en dirección al Paseo Colón. No hablábamos pero Clara parecía un poco más calmada.

-Soy una tonta. Está jugando conmigo.

-¿Es tu pareja?

-Pues no lo sé. Yo estoy enganchada, pero él está jugando. Cuando ve que me alejo tira de mí, y cuando me tiene a sus pies se aleja. Dice que le encantaría una relación abierta, pero yo no paso por ahí. Eso me suena a que sólo me llamará cuando tenga ganas de guerra y no encuentre a nadie más.

-Bueno, una relación abierta no tiene por qué ser así.

Clara se paró en seco, y se me quedó mirando.

-¿Encima lo defiendes? ¡Todos los hombres sois iguales! Siempre pensando con la entrepierna y protegiéndoos entre vosotros.

-No, no ¡Es un CAPULLO!

-Jajajajaja, eso está mejor. Esa cerveza que te debo será con tapa.

-Pues vamos a la calle Betis que conozco un mesón donde ponen unas gordales violadas “que quitan el sentío”.

-Uy, con ese nombre no sé si me gustarán.

-Si no te gustan te pago una ración de “Joselito”

Ya en el mesón nos zampamos las gordales violadas, el “Joselito”, una de pluma ibérica, una de “pescaito” y una torrija a medias. Bueno, una y media. La una estaba buena a llorar y la otra media torrija la pillamos con 2 cañas y una jarra de rebujito ¿Os había dicho ya que Clara era simpática? valeeeeeee, no es para ponerse así. Pues en esa cena lo fue mucho más. Su sonrisa era luminosa y su risa contagiosa. No parábamos de reírnos de todo, de nada. Cuando me hablaba ponía su mano sobre la mía, me daba azotes en el hombro cuando yo decía alguna burrada y me llamó “capullo” más de una docena de veces.

En este momento voy a deciros algo que a partir de ahora negaré incluso sometido a las más terribles torturas: Durante la hora y media que estuvimos en el mesón no tuve ni un solo pensamiento sexual hacia ella. Paco, el gran Paquete cenando con una chica encantadora y de muy buen ver y sin pensar en cómo tirársela ¡Qué decepción Paquete!

En eso miro mi móvil y veo varios mensajes. Uno de mi jefe preguntando si ya tenía una decisión ¡Que le den! Otro del dentista recordándome la próxima visita ¡Que le den 2 veces! El tercero era de Marta, la malagueña, que si no quería que me explicara su estrategia de crecimiento. Yo creo que el crecimiento que buscaba era otro. Y el último…

-Soy Carmen y te escribo desde mi número personal. Cuando digo todo es TODO ¿me llamas?

Supongo que mi mente rebuscada se alió con las cañas y el rebujito y se me apareció la imagen de Carmen desnuda con un látigo en una mano, el móvil en la otra y escribiendo el mensaje con los pezones. Me entró una risa tonta que no paraba. Clara no dejaba de preguntarme qué me pasaba mientras me seguía azotando el hombro. Le expliqué un poco lo que me había pasado durante el día.

-Pues no sé Paco, igual te imaginas cosas que no son.

-¿Encima las defiendes? ¡Todas las mujeres sois iguales! Siempre pensando con la cabeza i protegiéndoos entre vosotras.

-No, no ¡Son unas CAPULLAS!

Todo el mesón se quedó mirando extrañado como una pareja que parecía elegante y formal al entrar, podía estar dando el espectáculo descojonándose de risa. Hacía muchos años que no me reía tanto. No hacía ni medio día que nos conocíamos y se había creado una complicidad difícil de explicar.

-Pues ahora te voy a ser franca. Cuando he llegado a la cafetería os he visto, y lo primero que se me ha pasado por la cabeza es que la tetona te estaba tirando los tejos descaradamente. Lo que me ha sorprendido es que te he visto a ti rojo como un tomate. Al verte así de rojo te he reconocido. Es como te has quedado cuando he abierto la puerta.

-Pues muy mal hecho, para estar en igualdad te podías haber puesto la servilleta en la cabeza como llevabas la toalla.

Oooootra vez todo el mesón mirándonos. No sólo nos descojonábamos, nos destetábamos, nos descoñábamos y nos des todo lo que se os pueda ocurrir.

-Paco, eres un bicho.

-¡Joder! ¿Has hablado con mis amigas o qué?

-Eres de lo más peligroso que me he encontrado últimamente, y sin embargo estoy muy a gusto contigo y lo estoy pasando genial ¡Gracias!

Y me besó en la mejilla. Pero fue un beso especial. Sus ojos se humedecieron al hacerlo. Pero repentinamente se recompuso, alisó su falda con la mano y se enhebró sus cabellos con los dedos.

-¿Qué vas a hacer? ¿Vas a llamar a la malagueña o a la sevillana? ¿Cuál es la elección de esta noche? Por mí no te preocupes, yo pido un taxi y me voy al hotel.

-Pues ni una ni otra. Tengo una cita con una vieja amiga desconocida a la que tenía muchas ganas de ver.

Los ojos de Clara volvieron a humedecerse y esa sonrisa luminosa se convirtió en agradecida.

-Muchas gracias Paco, de verdad. No sabes lo que necesitaba esto, pero no quiero que por quedarte escuchando a una pesada te pierdas otras cosas.

-No me pierdo nada, gano mucho.

-¿Un bicho como tú despreciando la oferta de sacar al pájaro a pasear?

-Hoy al pájaro le toca jaula.

-Bueno, no guardes mucho la llave de la puerta de la jaula. La noche no ha terminado.

¡Joder! ¿Eso era una indirecta? ¿Una directa? Me dejó descolocado. Justo en ese momento “el pájaro” dijo pío, y empecé a verla con otros ojos. Esos ojos se dieron cuenta de que debajo de la chaqueta pistacho había una camisa blanca, y que esa camisa blanca tenía un escote, y que ese escote dejaba ver parte de un sujetador de encaje, y que ese sujetador de encaje… Bueno, para resumir, que tenía un buen par.

-Si es que no puedo beber. Acabo diciendo locuras, y peor aun, haciéndolas. Mi pareja, bueno, mi ex pareja desde esta noche dice que después de un   gin-tonic hace conmigo lo que quiere.

-¿Te apetece un gin-tonic?

-Mmmmmm, lo estoy deseando.

¡Paqueteeeeeee, que esta noche triunfas! Tampoco quería hacerme muchas ilusiones que después cómo bajo “eso”, pero todo había dado un giro. Clara me seducía, y mucho. Es difícil de explicar cómo una sonrisa simpática te puede excitar.

-¿Te gusta el flamenco?

-¡Claro!

-¿Has oído hablar de “la Anselma”?

-No.

Salimos del mesón y fuimos dando un paseo. Son 10 minutos. La noche había refrescado y a ella le dio un escalofrío. La abracé sobre sus hombros y ella se acurrucó. Llegamos a “la Anselma” y estaba lleno, como siempre. En la barra estaba Anselma sirviendo copas y metiéndose con todos, como siempre. Me acerqué a saludarla.

-¡Hola “pishica”, Hace tiempo que no te veía!

-Ya lo ves Anselma, mucho trabajo.

-Anda ladrón, que cada vez las traes más guapas ¿Qué os pongo?

Miré a Clara y me respondió con la sonrisa más pícara de toda la noche.

-Dos gin-tonics.

Encontramos una mesa pegada a la pared y cerca de los artistas. Estábamos muy pegados., pierna con pierna, hombro con hombro. La primera fue una sevillana, después una balada “aflamencada” y ya salió Anselma a cantar. Después de soltar el típico “estoy viendo vasos vacíos y hay que pagar facturas” empezó con su repertorio. Clara reía, cantaba, bebía y volvía a cantar, a reír. Al terminar una sevillana me miró a los ojos, sonrió me dijo “gracias” y me besó. No fue un beso sexual, fue sensual. Si existen besos castos en los labios este lo fue. Me transmitió cariño, ternura. Me entraron unas ganas tremendas de abrazarla, casi de fundirla en mi pecho. En eso que veo que llama al camarero.

-Dos gin-tonics para pagar facturas.

Y Anselma que la oyó dijo:

-¡Niñooooooo, tráete más a ésta que además de ser la más guapa es la más lista!

Y con el segundo gin-tonic se desmadró. Bailaba hasta en las pausas, reía, me besaba, bebía. Los besos dejaron de ser sensuales y se convirtieron en morbosos, pasionales.

En este peculiar “tablao” el momento cumbre es cuando llegan las 12 de la noche. Anselma apaga las luces, y queda sólo el reflejo de las velas de un pequeño altar con la Virgen del Rocío. Se hace el silencio y empiezan a sonar las notas de la guitarra entonando “la Salve Rociera”. Anselma empieza a cantar y notas como el bello se te eriza hasta casi dolerte apretado por la ropa. Cierras los ojos intentando amplificar el sentido del oído. Justo ahí es cuando Clara me cogió la mano y la apretó con fuerza. Fueron unos minutos eternos en los que las sensaciones entraban en caída libre. Cuando acabó la salve la miré y unas lágrimas seguían brotando de sus ojos. Me volvió a besar dulcemente.

-¡Gracias! Está siendo una de las noches más mágicas de mi vida.

Salimos abrazados y pedimos un taxi. Se acercó a mi oído y me dijo en un susurro:

-Ahora voy a darte yo una noche mágica.

Y fue subiendo muy suavemente su mano desde mi rodilla hasta el bulto que se había creado de golpe.

-Dile a tu pajarito que esta noche va a encontrar un nido.

Alarmas, bocinas, sirenas, todo se activó en mi interior. No sé si tenía más ilusión que excitación. No era un deseo físico lo que sentía, era algo químico. Con otras chicas ya te vas imaginando cómo le lames los pezones o en qué postura lo harás, pero con Clara sólo me venía la imagen de besarla y abrazarla.

Llegamos al hotel, subimos las dos plantas en el ascensor y al abrirse ya llevaba yo el cinturón colgando y ella dos botones de su camisa desabrochados. Me dio la llave de su habitación y me miró en modo “pasión”

-A ver si ahora la sabes meter bien.

Pues claro que la metí bien. La puerta se abrió y justo pasar el cambio de color de la moqueta Clara empezó a cumplir su promesa de una noche mágica. Nos empezamos a quitar la ropa el uno al otro, mirándonos a los ojos. Apareció un sujetador negro precioso y sugerente. Su piel era tan suave y sensible que veía perfectamente cómo se erizaba el camino que trazaban mis caricias. No teníamos prisa. Disfrutábamos y saboreábamos cada beso, cada caricia, cada susurro.

Cuando le quité la falda me retiré hacia atrás. Quería esculpir esa imagen y guardarla para siempre. No era una imagen sexual, ni tan siquiera morbosa. Era la clara definición visual de la feminidad y la sensualidad. Prefiero millones de veces ver una mujer en lencería que desnuda. Voy a cometer la torpeza de intentar describirlo: Melena rubia, mirada chispeante, sonrisa mitad tímida mitad pícara, clavículas sensuales, sujetador de blonda negro, vientre de guitarra, braguitas negras tipo tanga con bordados, medias negras al muslo y zapatos de tacón negros. Si alguno de vosotros sabe dibujar bien ¿puede inmortalizar esa imagen y hacérmela llegar? Tengo miedo de que el tiempo la difumine.

Cuando se dio cuenta que la estaba observando se recogió el pelo con las manos y se dio la vuelta suavemente sin dejar de mirarme. Si el frontal era digno la trasera era preciosa. Sus líneas de la espalda parecían diseñadas por Pininfarina y el culo, el culo, …¡Qué culo!

Ella se me quedó mirando y empezó a reírse. No era para menos. Me había quedado embobado mirando, con la camisa abierta estilo Esteso en la playa, con los boxers negros puestos y con los pantalones en los tobillos. Si me ha costado definir la imagen de ella ahora me resultará más fácil diciendo que era justo la antítesis.

Se acercó y empezó a besarme el cuello mientras me quitaba la camisa. Con una mano me acariciaba la nuca y con la otra llegaba a la cinta del bóxer, jugaba con ella …. la bajó un poco más y pasó toda la palma desde el perineo hasta la punta por encima del boxer. Esa caricia completa y total me puso muy muy burro. Me quité los pantalones en un movimiento a lo Bruce Lee, la cogí por los brazos y la miré encendido. No dijo nada pero me respondió con una expresión abrasadora. La levanté en vilo y la eché en la cama, le di la vuelta y quedó boca abajo con la ropa interior, las medias y las piernas entreabiertas.

En otras circunstancias ahí le habría dado el primer azote en el culo, pero ni se me pasó por la cabeza. La situación no lo merecía. Me lancé a besarle y lamerle la nuca, por detrás de las orejas, por las cervicales. Mientras, le solté el sujetador y le acariciaba la espalda a mano abierta. Ella extendió los brazos y las piernas y empezó a mover el cuerpo al son de sus ronroneos como si fuera una danza evocando a los dioses del placer. Seguí llenándola de besos dibujando con la lengua sobre su espalda mientras le bajaba la mano a su culo. Lo acaricié, bueno, más bien lo amasé durante un buen rato. Bajé más la mano guiada por el calor de su sexo y cuando llegué me encontré el tanga mojado, muy mojado. Lo acaricié suave seguro que el tacto de la blonda multiplicaba las sensaciones sobre su clítoris y sus ronroneos se fuero convirtiendo en gemidos. Levantó el culo buscando mi mano y con la yema del dedo mayor le presioné el clítoris moviéndolo de lado a lado rápido y fuerte. Noté como arqueó su espalda, dejó de respirar y se corrió en mis manos. Fueron unos segundos donde literalmente se paró el tiempo. Su cuerpo se quedó agarrotado y sólo temblaba su pelvis. Aprovechando un largo y profundo gemido sacó todo el aire de sus pulmones y pareció un globo deshinchándose.

Me quedé mirándola. Puede parecer que ese momento bajaría mi excitación pero fue una caricia más a mi vista en el camino de la excitación.

-Uff ¿No era yo la que te tenía que dar la noche mágica?

-Me la estás dando.

Me sonrió, se incorporó y me besó muy suavemente, me tumbó en la cama y se acabó de quitar el sujetador. Tenía las tetas como me gustan: ligeramente caídas hacia arriba y con unos pezones largos y rosados. Me las puso en la boca y yo lamía los pezones dando pequeños mordiscos. Me volvió a besar, un beso lascivo y morboso. Fue lamiendo mi cara, mi cuello, mi pecho. Bajó a los pezones y los lamió y mordió hasta ponerlos duros como no pensaba yo que pudieran ponerse. Siguió bajando hasta llegar al boxer y empezó a lamer por encima donde se juntaron mis líquidos y su saliva, Me mordisqueaba los huevos mientras me miraba a los ojos.

Se incorporó un poco, me sacó el boxer, me cogió la polla con la mano y empezó a jugar con su lengua por toda la punta. Después la bajaba por todo el tronco hasta llegar a mis huevos con los que jugaba, volvió a subir y se la metió entera en la boca, hasta el fondo. La chupaba con movimientos lentos pero en toda su extensión. Yo notaba que cuando la tenía dentro la abrazaba con su lengua. Con la otra mano empezó a acariciarme los huevos con las uñas y de vez en cuando me las clavaba un poco. Volvía a sacársela de la boca  y volvía a bajar por el tronco dejando una estela brillante hasta llegar de nuevo a mis huevos. Trazaba círculos en ellos, los ponía en su boca, primero uno y luego el otro. Era una traca de sensaciones que no te dejaba saborear la anterior cuando ya empezaba la siguiente.

Le hice dar la vuelta mientras la seguía mamando y me quedó ante mis ojos el tanga negro mojado y con perfume a mujer, a sexo, a lujuria. Lo aparté a un lado y aparecieron sus labios abriéndose. Pasé mi lengua por el contorno exterior de los labios y seguidamente por dentro desde la parte inferior hasta el clítoris. Lo atrapé entre los dientes suavemente y le metí un dedo hasta el fondo, lo doblé un poco buscando el punto G y empecé a agitarlo. En ese momento se la sacó de la boca para lanzar un gemido que me confirmó que iba por el buen camino ¿No dicen las mujeres que pueden hacer más de una cosa a la vez?

Volvió a bajar la cabeza para seguir chupando pero la paré.

-Para, para, que no podré aguantarme.

-No me importaría, pero mejor lo dejamos para otro momento.

Se dio la vuelta y se subió sobre mí.

-Vamos a meter el pájaro en el nido.

Ya sé que así, fuera de contexto suena cursi pero en ese momento me pareció lo más morboso que me habían dicho. Se apartó el tanga y colocó la punta entre sus labios menores. Ese momento que notas como va entrando milímetro a milímetro es el sexo por definición. Notaba como iba bajando suavemente mientras cruzábamos las miradas. Clara tenía la boca abierta pero no salía ni el aire y sus ojos semicerrados transmitían el placer que sentía. Cuando llegó al final se quedó quieta y respiró profundamente. Empezó a mover su pelvis en círculos, cogió mis manos y las llevó a sus tetas pidiendo que le pellizcara fuerte los pezones. El ritmo de sus movimientos fue subiendo y pasó a un sube y baja bien medido que hacía que cada vez que subía notara en la punta sus labios menores. A clara le empezó a cambiar la cara, ya no podía abrir los ojos y sus gemidos eran casi gritos. Finalmente se tensó y noté unas contracciones en la vagina que casi hacen que me corra. Echó la cabeza atrás disfrutando del orgasmo. Su respiración era rápida y profunda. Cuando volvió en sí, se levantó, se quitó el tanga, se tumbó en la cama boca arriba y se cogió los tobillos subiéndolos hacia arriba abriendo las piernas.

-Paco, sin compasión ¡Fóllame!

Si los hombres somos borricos de por sí, sólo hace falta que le den carta blanca al animal que llevamos dentro. Del primer empujón que pegue estuve a punto de meter hasta el codo. Éramos dos animales follando y lo racional se quedó a los pies de la cama. Recuerdo que chillamos, gritamos, gemimos,… nos dijimos cosas que sonrojarían al mismo Nacho Vidal. Fue un polvo salvaje con el único fin de gozar.

-¡Paco, me voy a correr!

Y nos corrimos a la vez. Menos mal que el vecino de la 208 no estaba porque si no nos denuncia. Por su expresión creo que gritó pero mi grito no me dejó escuchar el suyo. Fue un orgasmo de esos que sientes que se te va la vida, que no hay ni un solo músculo que no tiemble, ni una sola emoción que no grite. Noté como la física y la química se unían y explotaban.

Salí de ella y la abracé, y quedó así, en mis brazos, y los dos en los de Morfeo.

“Pipipipí, Pipipipí, pipipipí, …”

¡Mierda! ¿Qué es eso? ¿El despertador? ¡No puede ser! Extendí los brazos y en la cama estaba sólo yo. No me atrevía a abrir los ojos. De pronto oigo que se abre la puerta del baño y sale una chica en albornoz y una toalla en la cabeza.

-Buenos días vecino.

¿Os había dicho que Clara era una chica muy simpática?

Gracias por dedicar unos minutos a leer mis fantasías. Del mismo modo agradezco vuestros amables comentarios a mis anteriores relatos. Me encantaría que me siguierais transmitiendo vuestras opiniones en la página o al correo viajero_bcn@hotmail.com

Un beso.