Diario de un vampiro (5)

Sigue la noche de sexo con mi novia vampiresa y su amiga hermafrodita, a la que le voy a desvirgar el culo.

Hola a todos:

Les recomiendo que lean los capítulos anteriores para una perfecta comprensión de este texto; al menos, la primera parte, para poder entender algunas cosas que os parecerán extrañas. Espero sus comentarios y críticas.

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Después de llevarse todo el semen que bañaba su cara a su boca, mi novia se levantó hacia nosotros. Isil seguía recostada de espaldas sobre mí, aún penetrada y semi-inconsciente por el tremendo orgasmo que acababa de tener. Selena llegó junto a nosotros y mientras se puso a pellizcar los pezones de su pequeña amiga hermafrodita, me plantó un beso en la boca, donde aún mantenía el semen recién eyaculado de Selena. Nuestras ruedas se enredaron en una lucha sin tregua por hacerle al otro tragar toda la leche. Era tal el desenfreno del beso que el semen se nos escurría totalmente mezclado con nuestra saliva, hasta que uno de los dos lo rescataba de la cara y el cuello del otro para reintroducirlo en la boca.

De repente mi novia se dejó en su boca todo el líquido que habíamos formado y se lo escupió en la cara a Selena, diciéndole:

-Toma, guarra. Para que aprendas... ¿Así que quieres que mi novio te desvirgue el culo, no? Pues para eso me tienes que pedir permiso a mí, zorra. ¿O que te crees? ¿que puedes hacer lo que te dé la gana? ¡Aquí mando yo! Esa polla agrandable es mía y yo soy quien decide dónde se puede o no se puede meter.

A mí este discurso de mi novia no me hizo ninguna gracia. Yo quería estrenarle el culito a la lolita hermafrodita, pero no quería hacerla sufrir innecesariamente, cosa que estaba seguro que mi novia pretendía hacer. Por más que, por su condición de vampiro haya vivido más de cien años, no deja de ser una niña, con la mente de una niña, aunque su cuerpo invite a pensar lo contrario. Prefería llevar la desvirgación con cuidado y cariño; puestos a romperle el culo que fuera lo mínimo, porque siendo tan apretadito como era y con el tamaño de mi polla...

Sin embargo, antes de poder decir nada, Isil reaccionó por mí. Se levantó bruscamente, dejando mi polla súbitamente rebotando en el aire, y le soltó un tremendo bofetón en toda la cara a Selena. Ésta intentó devolvérselo, pero Isil le paró la mano y, con el dorso de la suya, volvió a abofetearla, con tal fuerza que la hizo caer al suelo.

-¿Pero tú que te crees, zorra? Aquí ya no mandas nada. ¡Eres una simple putita que recibe mucho más de lo que da! Aquí hay dos seres especiales: Murat con su increíble polla y yo con mi hermafroditismo. Tú, sin embargo, eres una simple putita a la que no le queda otra que servirnos a nosotros dos.

Selena se quejó levemente:

-¿Pero qué dices? ¡Murat, dile algo!

-¡A él no lo metas en esto! –le respondió Isil-. Esto es entre nosotras dos. No te equivoques: a Murat tampoco le han gustado tus palabras y, como ves, está loco por follarme el culito. A partir de ahora harás lo que él y yo digamos. Una sola queja y serás castigada. Desobedece y te dejamos fuera. Y ahora, zorra, nos la vas a chupar a los dos.

Mi novia, sorprendentemente, no emitió ni una sola queja y, totalmente sumisa, se acercó al sillón a gatas y con la cabeza gacha. Al llegar a mí, se situó entre mis piernas y justo antes de rozar mi polla con sus dedos, me dijo mirándome tímidamente a los ojos:

-¿Puedo?

"¡Joder, estoy alucinando", pensé. Mi novia, toda una vampiresa-guerrera, que llevaba toda su larga vida dominando todo a su alrededor, asumiendo un papel totalmente sumiso. No era una oportunidad que podía dejar escapar. Me levanté del sillón y, agarrándola por su inmensa cabellera azabache, la forcé a tragarse toda mi polla. Ella aguantaba como podía e intentaba lidiar con semejante pedazo de carne en su boca, generando una ingente cantidad de saliva para poder resistirlo. Tendí mi mano hacia la pequeña hermafrodita, invitándola a ponerse de pie. Se situó a mi lado, mirándome sonriente a los ojos, para acto seguido ponerse de puntillas para besarme en los labios. Cogí la cabeza de Selena y llevé su boca a la polla de Isil, que ya volvía a estar en un estado de semi-erección. Mientras la lolita recibía los cuidados orales de mi novia, se acercó a mi oído y me susurró:

-Eres un campeón. Aguantaste toda la follada anterior sin correrte, para poder hacerlo en mi culito, ¿verdad? Eres un sol. Un amante totalmente entregado al placer de los demás. No tienes precio, pero intentaré recompensarte tanto como pueda. Te vuelvo a repetir que mi culo es tuyo. Haz con él lo que te venga en gana. Si quieres hacérmelo con brusquedad, no hay problema. Rómpeme el culo, si es lo que quieres. Sólo te pido una cosa: quiero que te corras dentro y me inundes con toda la leche que tengas guardada. Tengo la intuición de que me va a encantar.

Al sentir que Selena había bajado el ritmo de su mamada para poder escucharnos, Isil no dudó en reñirle:

-¿A qué juegas, cerda? ¡Chúpamela en condiciones! Quiero sentir como mi delgada y larga polla te viola la garganta –y a la par que le gritaba, la forzaba a tragar con su mano en su nuca.

Así tuvimos a mi novia durante un buen rato: arrodillada, chupando dos pollas intermitentemente. La lolita, mientras Selena me la comía a mí, le daba pollazos en la cara y me agarraba las nalgas con fuerza, clavándome sus uñas. Llegó un momento en que me empezó a hacer tanto daño con sus uñas que, sin lubricar ni nada, le metí un dedo en el culo. Isil dio un pequeño respingo y me sonrió complacidamente. Tras unos segundos, decidió llevar el juego un poco más allá y me metió uno de sus dedos en mi ano. Mi reacción le sorprendió:

-¡Qué cabrón! Aguantas lo que te echen, eh...

Y tras sacar su dedito y utilizar otro para penetrarme, una vez lubricado, me metió los dos, con fuerza, casi con saña, intentando provocar mis quejas. Pero aguanté a pesar del dolor y todo lo que hice fue añadirle yo a ella otro dedo más. En una postura un poco forzada, los dos estábamos de pie, ella a mi derecha. Mi mano izquierda y la suya derecha, se cruzaban como podían para llegar a la polla del otro y masturbarla mientras mi sumisa novia nos las chupaba a los dos. Las otras manos, las que estaban más cerca del otro, se escondían detrás de nuestros traseros, dándonos una mutua follada digital en el culo. Isil comenzó a excitarse sobremanera y no se lo callaba:

-¡Sí, dios! Me encanta lo que estoy sintiendo por ahí detrás, joder. Ya casi no me duele, ¡me gusta! ¡Y tú, puta, chúpala más, así, así! ¡pero qué puta que eres!

La pequeña hermafrodita y yo nos mirábamos a los ojos mientras no nos dábamos tregua en el culo. Yo añadí un dedo más a la perversión anal. Ya eran tres los dedos que había alojado en su culo e Isil los resistía con poco esfuerzo.

-¡Oooooohhhhh, sí! ¡Cómo me lo estás haciendo, cabrón! Me vas a estrenar el culito como jamás había soñado hacerlo. ¡Quiero que me hagas una promesa! Cuando decidas probar algo más por el culo, escoge mi pollita, por favor. Me muero de ganas de metértela en el culo. Por favor, prométeme que me dejarás hacértelo algún día.

Y tras decir esto, intentó hacer lo mismo que yo, metíendome un tercer dedo, pero su inexperiencia le hizo hacerme daño y yo reaccioné de una manera instintiva. Le rugí fuertemente, enseñándole mis colmillos mientras estos crecían. Ella se asustó y sacó todos sus dedos de mi ano y se quedó inmóvil. Me había hecho bastante daño y, con ello, había provocado que mi lado vampiro brotara de mi interior, pasando a tomar el control de mi ser. Los tres sabíamos que una vez llegado a ese punto sólo había dos maneras de calmarme: con un derramamiento de sangre o con un derramamiento de semen. Así que Isil se dejó caer de rodillas y se colocó al lado de mi novia. Le pegó un tirón del pelo para sacarla de encima de mi polla y se la llevó a su boquita. Agarrada con cuidado por sus manos, mi polla comenzó a recibir pequeños lametones por parte de la lolita, que lo hacía mirándome sumisamente a los ojos, temerosa de que su culo fuera a recibir las consecuencias de mi ira.

-Tú, a mamar –le ordené a Isil con la voz distorsionada por la furia vampiresca que me gobernaba-. Y tú, levántate.

Mi novia se levantó y se puso a mi lado con la cabeza mirando al suelo. Ella también era consciente del peligro que suponía despertar las fuerzas más ocultas de un vampiro de mi nivel. Tras comprobar que tenía el coño bien empapadito, le metí tres dedos del tirón, arrancándole gemidos de placer contenido. Cuando fui quien de meterle un cuarto dedo, la levanté del suelo con todas mis fuerzas. Con una sola mano, la tenía totalmente elevada del piso. Sus ojos casi se le salían de las órbitas de la impresión. Cuando logró recuperarse de la brutal aunque sin duda placentera sorpresa, se puso a volar a la altura que yo le marcaba, posibilitándome poder follarla con cuatro dedos. Esto la volvió loca de placer y, asida alrededor de mis hombros, me lamía la cara y el cuello mientras me decía lo que sabía que necesitaba oír:

-¡Dios, qué bueno, mi amor! ¡No hay amante como tú! De todos los vampiros, tú eres el más macho de todos. ¡Nadie se te puede resistir! ¡Eres un auténtico demonio del sexo!

Mientras tanto, Isil me comía la polla con todas las fuerzas y habilidades que tenía, llevando su boca y su garganta a límites que nunca traspasara. La sujeté con fuerza de la nuca y, tras obligarla a engullirla entera, hice crecer mi polla hasta su máximo esplendor de 30 centímetros, provocando que Isil casi se partiera la mandíbula ante tal intrusión. Cuando ya no podía más y ya no luchaba por sacársela de la boca, resignada a ahogarse irremediablemente, hice descender mi polla y la solté, dejando que recuperara el aliento, entre arcadas y tosidos. Justo entonces, mi novia se corrió salvajemente en mi mano, llenándome el antebrazo de líquido vaginal. Entre los temblores del orgasmo, no pudo resistir el vuelo y se dejó caer sobre mi mano. Su equilibrio se había perdido, así que cuando lo consideré oportuno, solté mi mano y la dejé caer al suelo.

Juntas una al lado de la otra, las dos vampiresas que tenía esclavizadas recuperaban el aliento como podían, tras haberlo perdido por razones bien distintas. Me senté en el sillón, para intentar aplacar mi ira, pero no era capaz. Llevaba mucho sin correrme. Estaba follando con dos verdaderos ángeles del infierno, había bebido sangre de Súbubus virgen, había probado el semen de una hermafrodita y me había dejado follar el culo con sus dedos. Mi corazón latía con tal fuerza que parecía que se me iba a salir del pecho. Mi respiración era tan agitada que se oía rebotar por toda la sala. Mi ira, lejos de calmarse, iba a más así que no dudé en hacer algo al respeto.

-Tú, ven aquí. Quiero que me folles con tus tetas –le ordené a Isil, y es que tenía unas tetas, como ya os dije, que eran una obra maestra. Su gran tamaño, su forma de mantenerse erguidas y de rebotar con el movimiento para volver al mismo sitio, desafiando a la gravedad, sus pezones bien delineados, redondos y erguidos desafiantes... era tal su perfección que parecían hechas en un quirófano. Pero eran naturales y, poseídas por una pequeña adolescente, con esa redonda y angelical cara, y esa boquita grande de labios voluptuosos, eran lo máximo que uno puede imaginar.

Isil, sumisa y deseosa de recibir su estreno anal, no se hizo de rogar, y comenzó a subir y a bajar con sus tetas atrapando mi inmenso miembro. Llevé dos dedos a su boquita, para acariciarle los labios, pero la pequeña hermafrodita se los tragó enteritos y empezó a chuparlos con verdadera lascivia.

-Tú, ya basta de descansar –le grité a mi novia-. Quiero que le comas el culo a tu invitada. No escatimes en saliva y métele la lengüita tanto como quieras, pero no le introduzcas un dedo. Quiero que el agujero se mantenga cerradito y se olvide de que ya tuvo tres dedos dentro. Ese será el castigo por tu imprudencia –le dije mirándole a los ojos a la pequeña vampiresa-. Te voy a follar el culo a la caída. Ya no mereces más cuidados.

Su respuesta fue sin palabras. Me escupió la saliva acumulada sobre mi polla y sus tetas y siguió haciéndome una "cubana", poniéndome esa carita que ella tanto explotaba con su víctimas mortales: su boquita entreabierta, su cabeza ligeramente agachada, su mirada sumisa e infantil, sus ojos bien abiertos, al tiempo que pestañeaba coqueta, y su respiración ligeramente agitada, dejando que se le escaparan pequeños suspiros. Sabía adoptar el rol de niña mala, tímida y asustada ante el sexo que tanto nos pone a los hombres.

Tras unos minutos contemplando a Isil totalmente entregada a excitarme con sus armas de lolita y sus magníficas tetas, viendo que mi novia no había escatimado esfuerzo alguno en lubricar el virgen orificio de su compañera, decidí que ya era hora de consumar la desvirgación anal de Isil. Levantándola en el aire con mis manos, la llevé por los aires hasta encima de Selena. A ésta le di una patadita en el culo para que se adelantara. Mi novia no era tonta y sabía perfectamente lo que iba a hacer. Así que sin decir nada, ella sola se puso de rodillas frente al sillón, con los codos apoyados en el asiento y el culito en pompa. Coloqué a Isil tras ella, igualmente de rodillas.

-¡Venga, métesela!

Isil obedeció y penetró a su amiga sin compasión pero tampoco con ningún esfuerzo, porque lo hizo por el coño y mi novia lo tenía tan lubricado y tan abierto por haber recibido mi polla anteriormente, que la pollita de su amiga le entraba muy fácilmente.

-¡Por ahí no, joder! ¡Eres una zorrita estúpida! ¡Dale por el culo!

Isil, asustada ante mis gritos, le metió la polla en el culo a Selena como buenamente pudo, haciéndole sufrir un poco por su mala praxis. Así que había cogido algo de ritmo en la follada, yo me puse detrás de ella y flexioné mis rodillas para poner mi polla a las puertas de su virgen agujerito. Isil apretó instintivamente el culo, porque temía la inminencia de mi intrusión, pero yo sólo seguí jugando con mi hinchado glande alrededor de su orificio, pero sin hacer ademán de entrar. Mi novia, totalmente entregada a que aquella ceremonia se adecuara totalmente a mi gusto, llegó con sus dedos como pudo por debajo de su cuerpo hasta el coñito de Isil. Empezó a pajearla con velocidad, provocando con ello que su compañera acelerara el ritmo de su cogida y, entre ambas sensaciones, se abandonara al placer y se olvidara de que su culo iba a ser profanado por primera vez.

En esas estábamos cuando, con mi mano apuntando mi polla justo en el pequeño agujerito, durante varios movimientos acompañé el vaivén de las caderas de la hermafrodita, hasta que, en medio de un gemido suyo, adiviné el momento perfecto y se la ensarté del tirón, arrancándole un grito de sus entrañas:

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah, joder! ¡Joder, joder! No me cabe, no me cabe... ¡Jodeeeeeeeeeeeer!

Yo, a pesar de mi irrefrenable deseo de poseerla, había hecho que mi polla descendiera a un tamaño normal, de menos de veinte centímetros, para que la desvirgación del culito de mi nueva pequeña amante no se convirtiera en una pesadilla, sino que, por el contrario, lo disfrutara tanto que se quedara eternamente dispuesta a que se lo follara siempre que lo desease.

Todo el dolor que sentía Isil, lo aplacaba pegándole fuertes palmadas en el culo a mi novia y tirándole del pelo. Sólo se había quejado al principio y ahora ya había vuelto a moverse adelante y atrás, buscando acoplar nuestros ritmos, de la manera que al echarse para atrás recibiera toda mi polla en su culo para, acto seguido, descargar todo el dolor en el culo de mi novia, quedándose así sólo con el placer que mi enculada comenzaba a producirle.

-¡Sí, sí, qué bueno, joder! ¡Me está empezando a gustar! ¡Sí, me está empezando a gustar mucho! Sigue desvirgándome el culito, no pares. ¡Es tuyo, todo tuyo! ¡No pares!

Entonces, mi novia, desesperada por no ver lo que ocurría detrás de ella, aunó fuerzas en su mente y, telepáticamente, sacó de su sitio un espejo que había colgado en la pared del salón, y lo dejó suspendido en el aire, encima del sillón, ligeramente inclinado hacia abajo para que todos pudiéramos vernos en aquel maravilloso trío anal. Para excitarme aún más, mi novia le mordió en la muñeca a su amiga, llenando su boca de sangre, y comenzó a rugirme a través del espejo, dejándome ver sus afilados colmillos bañados en sangre. Las dos me gritaban al mismo tiempo:

-SELENA: Vamos, mi amor, fóllatela más duro, joder. Rómpele el culo, que es lo que se merece. ¡Y no sólo eso! Es que lo está deseando.

-ISIL: ¡Sí, joder, sí! ¡Rómpeme el culo mientras yo le taladro el suyo! ¡Somos tus dos putitas!

-SELENA: ¡Sí, somos tus dos putitas! ¡Hemos sido malas! ¡Castíganos como nos lo merecemos.

ISIL: ¡Sí, merecemos un castigo! ¡Sobretodo yo! Fóllame más duro. ¡Quiero que te corras en mi culo, cabrón!

La escena, viendo el perverso tren que habíamos formado a través del espejo, unida a las desaforadas palabras de mis dos vampiresas esclavizadas, me llevaron al cénit de mi potencia sexual. Me quedé un momento quieto y las dos chicas se pararon también, mirándome expectantes a través del espejo. De pronto, sin previo aviso, hice crecer mi polla hasta los 30 centímetros de longitud dentro del culo de la recién desvirgada lolita. La longitud de mi polla era casi lo de menos; lo que le estaba rompiendo el culo eran los 8 centímetros de diámetros, sobrepasando los 20 de circunferencia, a los que llegaba mi polla en su máximo nivel de excitación. Ante el fuerte dolor que sintió Isil, volví a bajar el tamaño y le di unas embestidas despacio para calmarla. Cuando lo logré volví a elevar el tamaño de mi miembro y otra vez le arranqué gritos de su interior. Pero no se quejaba amargamente, simplemente gritaba porque le era inevitable, pero apenas se quejaba. Mi novia, contemplando todo por el espejo, casi se bababa de la envidia.

Seguí follándome el culito de la pequeña hermafrodita con mi polla subiendo y bajando de tamaño. Al borde del orgasmo, aceleré al máximo mi ritmo pélvico. El ritmo de penetración que puede lograr un vampiro es mucho más rápido que un hombre, más rápido incluso de cómo follan los lobos y, por ende, los hombres lobo. Mi propia novia me había follado usando esa habilidad hace algo más de una hora y ahora yo había llegado a ese punto de excitación en el culo de Isil. Selena sabía lo que estaba a punto de ocurrir, así que dejó el coño de Isil y se dedicó al suyo propio, y frotándose con fuerza en el clítoris, acabó llegando al acantilado de un nuevo orgasmo. Mientras tanto, Isil, la hermafrodita, no daba crédito a nada de lo que le ocurría y llevándose un dedo a su propio coño para comprobar la ingente cantidad de líquido que de él salía y seguir frotándose el clítoris ella misma:

-¡Joder, no aguanto más! ¡Es demasiado! ¡Nunca nadie me había follado así! ¡Tan fuerte, tan rápido! ¡Oooooooohhhhhh! ¡Es demasiado para mí! ¡Me matas de placer! ¡Aaaaaaaaaaaaaaaah! ¡Me estás matando de placer, me estás matando...!

Entonces sintió como mi polla de repente se le había salido del culo y justo por el efecto de aquella veloz salida, con el estímulo que da una bola china al salir, pero elevado a la enésima potencia de mi polla vampírica, le provocó el mayor orgasmo que jamás había sentido. Tres orgasmos en uno: su coño comenzó a chorrear como si fuera una catarata, su recién estrenado culo se apretaba en convulsiones alrededor de mi polla y su polla, clavada en las profundidades del culo de mi novia, eyaculaba media docena de chorros de leche en su interior. Por su lado, mi novia había mantenido el orgasmo a punto de explotar mientras nos esperaba a los demás y en el mismo momento que sintió que Isil se iba, se pegó unas frotadas claves en su coño para llevarle a un nuevo orgasmo al tiempo que recibía toda la descarga de leche de su joven compañera en su culito.

Justo en el momento en que las dos explotaron de placer, yo volví a embestir el culo de Isil, esta vez con mi polla en su tamaño máximo, y al sentir la lucha de mi miembro contra su entrada primero y sus paredes convulsionando luego, me corrí salvajemente, rugiendo como el animal que era. Por culpa de la excitación a la que me habían llevado entre las dos, Isil con la entrega incondicional de su culo virgen y habiéndome provocado sacar mi lado más vampiresco con sus dedos en mi culo, y mi novia, dejándose esclavizar por los dos y con aquella gran idea del espejo y la sangre en su boca, tuve un orgasmo que un mortal sería incapaz de resistir. Solté tal cantidad de esperma que cuando aún no había acabado de eyacular, la leche ya le desbordaba del culo totalmente inundado de Isil.

Isil quiso decir algo, pero no podía. Había llevado su cuerpo y su mente a límites que jamás había imaginado. Ordené a mi novia que la durmiera de un mordisco. Esta se apresuró en hacerlo y, acto seguido, sin decirle nada, se puso a limpiar mi polla con su boquita. Cuando la tuvo limpia y después de dedicarle a mi miembro a mí mismo un sinfín de alabanzas, se puso a lamerle el culo a su pequeña compañera. Descansando en el sillón, vi que, mientras, literalmente, bebía mi semen del culo de Isil, éste le provocó una nueva excitación. No paraba de sacar leche del culo de la pequeña hermafrodita con sus dedos. Y se lo restregaba por la cara y por las tetas. El carácter afrodisíaco de mi semen la volvió a llevar al borde del orgasmo. Se frotaba el coño con fuerza y llevaba los dedos de la mano libre a su culo, recogiendo a su vez el elixir que Isil había dejado allí y llevándoselo a su boquita. Yo aún sentía que tenía un poco de leche en mi interior. Así que me pajeé un poco para ponérmela dura de nuevo y, sin avisarla, la penetré desde atrás por su coñito. Me recibió gratamente sorprendida:

-¡Oh, gracias, mi amor! No me atrevía a pedírtelo pero necesito correrme una vez más; sólo será un minuto.

En efecto, no había pasado un minuto cuando los dos ya nos acercábamos a nuestros últimos orgasmos del día, sacando de nosotros lo poco que quedaba dentro. Me levanté a toda prisa, puse mi polla en su boca y, en el mismo momento en que ella empezaba a chorrear litros de líquido en un impresionante squirting, yo me corrí en su boca, echando los cuatro últimos chorros de semen que me quedaban. Ella se cayó hacia atrás, presa de las convulsiones que le provocaba su "eyaculación" y apenas lograba hacer nada con mi semen: no lo daba tragado y se ahogaba, pero no lo quería desperdiciar. Al fin logró engullirlo y se quedó, temblorosa, encima del cuerpo de su amiga. Me acerqué a ella y le mordí con suavidad en el cuello, provocándole el sueño. Las llevé a ambas a la cama de matrimonio y yo me fui a la cama de invitados.

Al día siguiente me desperté pasadas las cuatro de la tarde. Ellas ya no estaban. Selena me informaba en una nota de que las habían llamado del Gobierno y se habían tenido que ir. Me levanté y, mientras me duchaba, comencé a pensar en mi trabajo. Tenía que comenzar a buscar una nueva víctima para ser convertida en vampiresa.

Tenía dos opciones: volver a visitar a la camarera de aquella discoteca que me había follado o ir a visitar a una joven empleada de una tienda de ropa joven que había visto hace unos días y con la que enseguida había conectado. Esta última tenía el inconveniente de que la tendría que seducir en su propia tienda, delante de las clientas y de sus compañeras, entre las cuales también había otras chicas que estaban muy apetecibles.

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