Diario de un vampiro (4)

Continuación de la noche de sexo entre los 3 vampiros: el prota, su novia y una pequeña lolita hermafrodita.

DIARIO DE UN VAMPIRO 4

Hacía un minuto que mi novia había mordido a su amiga hermafrodita para dormirla, drenándole un poco de sangre para compartir conmigo. Selena cabalgaba sobre mi polla, con los pies sobre el sillón, flexionando las rodillas a toda velocidad. Cada vez que le pellizcaba uno de sus pezones me rugía y clavaba sus uñas en mis hombros. Estábamos follando como animales, dejando imponerse a nuestro lado vampiro sobre el humano; mi polla se mantenía dura y enhiesta, soportando los ataques de mi novia, mientras su coño, a pesar de estar bien abierto, sufría el castigo continuo de un mete-saca salvaje. En un momento en que el dolor era lo mismo que el placer y los dos nos acercábamos inexorablemente al orgasmo, Selena comenzó a levitar en el aire, ascendiendo 20-30 centímetros de altura desde mi polla, para luego caer en picado velozmente para volver a clavársela bien adentro. Me encantaba cuando mi novia hacía eso y ella lo sabía: pocas cosas había más placenteras que que una vampiresa como ella, fuerte y peligrosa, te follara utilizando su don de volar, suspendiendo su cuerpo en el aire para follarte como ningún mortal podía hacerlo.

Cuando ya ni nos mirábamos a los ojos, pues yo los tenía cerrados y Selena movía la cabeza de un lado a otro, provocando un verdadero espectáculo cinético con su inmensa cabellera azabache, una sombra surgió por su espalda. Un fuerte grito de mi novia, que rompía el rítmico jadeo que venía manteniendo, hizo que abriera los ojos. Detrás de ella estaba Isil, que había despertado inesperadamente de su letargo. Con sus dos manos agarrando la boca de Selena, movía su pelvis atrás y adelante: indudablemente, le estaba follando el culo a su mentora. La pequeña vampiresa parecía una bestia enloquecida cuyo único objetivo era clavar su estrecha y larga polla en lo más profundo del culo de mi novia. Ésta, tras el susto inicial, se abandonó a disfrutar de la sorpresa:

-¡Sí, qué bueno! Lo estaba deseando, sí. ¡Aaaaahhhhh! Me encanta sentiros dentro. ¡Dadme duro que he sido muy mala!

Acerqué mi boca a la suya y me recibió con verdaderas ansias. Comenzamos una ardua lucha, lengua contra lengua, intentando atraparnos los labios, mordiéndonos... Isil no decía ni una palabra, estaba concentrada en embestir a mi novia y había llevado sus manos a sus tetas para jugar con sus recién estrenados piercings. Me di cuenta de que aún no había probado los carnosos labios de aquella vengativa lolita así que me eché hacia delante y la atraje hacia mí, atrapando a Selena entre nosotros, mientras nos comíamos la boca aquellos que la follábamos. Con nuestras lenguas entrelazadas nos sorprendió el orgasmo de mi novia que, comportándose como un volcán, comenzó a temblar desde dentro, emitiendo un jadeo gutural continuado hasta que explotó, sacudiéndose sobre nuestras dos pollas y ensordeciéndonos con sus gritos:

-¡Ooooooooooooohhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Joder, me parto en dooooooooos! ¡Me muero de gusto, aaaaaaaaaahhhhhhhhhh! ¡Cabrones, me corrooooooooooo! ¡Me matáis, me encanta!

Tanto Isil como yo nos habíamos quedado quietos, intentando mantener nuestros miembros dentro de lo más profundo de Selena, para que disfrutara de ellos en su máximo esplendor mientras se corría. Cuando acabó, se dejó caer como un peso muerto sobre mí, totalmente exhausta. La pequeña hermafrodita la agarró por debajo de las axilas y la desenganchó de mi polla, para acabar dejándola semiacostada en la alfombra. Acto seguido, se dirigió hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja. Me besó dulce y lentamente, disfrutando de cada movimiento, de cada roce. Poco a poco fui introduciendo su lengua en el juego. Agarró mi polla y empezó a sacudirla despacio.

-Nunca había visto nada así –me susurró al oído-, quiero que me folles de todas las maneras que sepas. Y cuando tengas a bien, házmelo por el culo. Te regalo mi virginidad anal. Tómala como quieras.

Sólo un segundo después de su última palabra se dejó caer sobre mi polla, engulléndola con su coño no sin esfuerzo.

-¡Joder, qué ancha es...! –se quejó levemente.

Sin embargo, tras unos segundos, ya se había clavado dos tercios en su interior. Entonces comenzó a subir y a bajar poco a poco, llegando hasta casi sacársela del todo para luego volver a descender otra vez. Disfrutando como mi capullo frotaba todos los pliegues de sus paredes vaginales, sintiendo cada una de mis venas hinchadas, Isil me miraba a los ojos con cara de dolor, casi de pena. Era una de esas jovencitas que gritan mucho y se les pone cara de que lo están pasando mal, pero nunca dicen que pares y ¡ay de ti! como pares o te corras antes de tiempo...

Su polla chocaba con mi barriga cada vez que ella bajaba y, lejos de molestarme, me puso más cachondo. Hasta el punto que acabe cogiéndosela y masturbándola con mi mano derecha, mientras que con la izquierda le ayudaba a subir el ritmo de la penetración. Cuando Isil ya me cabalgaba al galope ella misma se me ocurrió un cambio de postura. Le hice levantarse, no sin tener que utilizar un poco de fuerza para vencer sus reticencias, para que girara 180º. Una vez que la tenía de espaldas, no perdí ni un momento en poner otra vez mi polla a las puertas de su coño, invitación que ella aceptó de buen grado, pues se dejó caer con todo su peso sobre ella, arrancándonos a los dos un grito unísono de placer.

Agarrándola por las caderas, le marcaba un fuerte compás de subida y bajada. A estas alturas tenía el coño tan abierto y empapado, que ya podía sacarle la polla del todo y volver a metérsela apuntando apenas, ya que su coño atraía todo hacia sí como un agujero negro. Volví a pajearle su pollita, esta vez con toda la velocidad que me permitía mi práctica. Viendo que la llegada de su orgasmo, ya fuera femenino o masculino, se acercaba, aproveché mi mano libre para meterle dos deditos ensalivados en el culo. No uno, sino dos del tirón. La intrusión en su agujerito virgen le hizo escaparse hacia arriba, así que yo reaccione levantando el vuelo, llevándomela a ella de viaje sexual por toda la habitación. Poco tiempo después su culo ya aceptaba mis dos dedos con cierta facilidad y todo sin una sola queja:

-¡Qué bueno follar volando! ¡Me encanta! Eres un auténtico crack. Sigue follándome con ese pollón y trabajándome el culo para ponerlo a tono, cabrón.

Llevándola por el aire hasta situarnos justo encima de mi novia a un metro de altura, la hice ponerse en paralelo al suelo, mientras yo me la follaba verticalmente desde atrás, con mis pies a escasos centímetros del suelo. Entonces comencé a ejecutar la misma técnica que antes había utilizado con mi novia y que a la lolita tanto había gustado: hice que mi polla, al mismo tiempo que entraba y salía de su coño, subiera y bajara de tamaño rápidamente. Esto acabó volviendo loca a la hermafrodita, que me jaleaba:

-¡Sí, qué bueno! ¡Eso, eso! ¡Házmelo asííííííí, que me encanta! ¡Joder, esto es lo mejor que me ha pasado en mi vida! ¡Oooooooooooooohhh! ¡Siento cosas que jamás había sentido! ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhh!

Aproveché su éxtasis para meterle un tercer dedo en el culo, el cual recibió sin inmutarse. Elevé el ritmo de mis oscilaciones de tamaño al tiempo que me empleaba con más dureza en las embestidas, llevándola a un orgasmo que se anunciaba espectacular. En el preciso momento que sus interminables "sí, sí, sí, sí, sí...." pararon un segundo, le clavé la polla hasta el fondo del coño y lo mismo con los tres dedos de su culo y, con dos dedos de mi mano libre, le presioné en la unión de su hermafroditismo, justo entre la polla y el coño, donde su clítoris y su perineo eran todo uno. Estalló con tal violencia en su interior que su grito debió escucharse en toda la ciudad, perdiendo su equilibrio en el vuelo. La agarré por sus tetas para que no cayera, mientras su orgasmo la hacía temblar de placer intermitentemente, hasta que, precisamente en el instante en que vi que Selena se despertaba de su letargo por culpa de los gritos de la orgásmica lolita, ésta eyaculó una serie de seis o siete chorros de esperma que fueron directamente a la cara de mi novia. Se habían cumplido mis intenciones: Isil se había corrido y eyaculado y mi novia se había visto bañada en semen, como una pequeña venganza que le debía después de lo ocurrido anteriormente.

Volé hacia atrás, llevándome a Isil conmigo, pues todavía la tenía penetrada, hasta recostarnos en el sillón, para contemplar la cara embadurnada de Selena. Mientras ésta despertaba llevándose el semen esparcido por todos lados a la boca, Isil me dijo:

-Increíble. Nunca había eyaculado sin que me estuvieran tocando la polla –me miro con una expresión entre atónita y agradecida y retomó la palabra-. Ahora quiero que me desvirgues el culito, hijo de puta.

Agradezco y agradeceré sus comentarios.