Diario de un vampiro (3)

Nuevo capítulo en el que el vampiro protagonista recibe a su novia y a su compañera, una vampiresa lolita que guarda un excitante secreto.

Al día siguiente no me podía quitar de la cabeza a aquella increíble niña. Tantas vueltas le di a la cabeza que acabé llamando a un contacto que tengo dentro del departamento de "Selección, Transformación y Reproducción". Yo, que trabajaba en Selección, le había hecho multitud de favores, así que le pedí uno: quería que me pasara información sobre los movimientos y evoluciones de aquella maldita niña, con el fin de no perderle la pista y, tras un tiempo prudencial, intentar establecer un contacto con ella; algo que teníamos totalmente prohibido. En fin... la muy zorrita me había dejado con ganas de más y pensar en ella me había puesto cachondo. No me apetecía bajar de casa y follarme a cualquiera. Necesitaba algo más, algo diferente para contrarrestar el efecto que en mí había provocado la futura vampiresa.

Así que empecé a excitarme yo solo y a intentar que mi polla creciera hasta donde pudiera. Pronto llegó al punto de que me tuve que quitar el pantalón y, aprovechando que hacía un calor imposible, me desnudé totalmente y me semi-acosté en el sillón que está frente a la puerta de la terraza, abierta de par en par. Me serví un whiskazo y mientras me liaba un porro de hachís pakistaní, volví a concentrarme en el volumen de mi miembro. Mis pensamientos me llevaron inevitablemente a la noche anterior con la chiquilla insaciable. Quizá nunca me había crecido la polla tanto como con aquella niña y sólo recordar como pude follar su prietísimo culo, volando por toda la habitación, con el suelo lleno de fluidos y que ella, a pesar de la sangre que le salía de su recién roto trasero, me pedía más y más...

Al abrir los ojos para buscar el mechero, me asusté al ver dos sombras a contraluz que me miraban desde la terraza. Me levanté amenazante y cuando ya me disponía a atacarlas, oí unas risas femeninas. Dieron unos pasos adelante y las reconocí. Eran mi novia, Selena, y su nueva amiga Isil. Selena, como era su costumbre, vestía con un mono de cuero, apretadísimo, con cuello mao, que llegaba de sus muñecas hasta sus tobillos. Los zapatos, puntiagudos y con un gran tacón, eran obviamente del mismo color. Isil, por su lado, tenía tendencia a vestirse de un modo gótico-colegial: camisa blanca remangada y desabrochada lo suficiente para que casi se vea más de lo que se insinúa, chaleco abierto, negro y con cadenas plateadas, minifalda entablada de escaques negros y grises, y unas botas de cuero con hebillas y tacón alto. Mi novia fue la primera en hablar:

-Parece que me echabas de menos, Murat.

Yo, me reí y miré a Isil. Ésta tenía la vista fija en un punto que, al seguirla, la llevaba directamente a mi polla. Tras constatar este hecho, volví a mirarla y le espeté:

-¿Qué pasa? ¿qué nunca habías visto una?

-Sí, pero no una tan, tan, no sé... –respondió con ingenua sinceridad.

De mi novia ya les conté en el primer capítulo que era una vampiresa ninfómana, con excelentes dotes para la lucha y trabajaba en el departamento de Seguridad, protegiendo a los individuos más valiosos de nuestra especie. Gracias a su buen hacer, le habían ofrecido participar en algunas misiones especiales y le habían asignado a Isil como compañera. Isil había sido producto de antiguos experimentos en los tiempos de guerra y se había puesto de nuestro lado. Dichos experimentos le impidieron crecer lo normal en los vampiros, por lo que eternamente tendría la forma física y la psique de una adolescente, por lo que, a pesar de ir aprendiendo año tras año, siempre tendría el raciocinio de una niña de diecisiete años. Estaba muy, muy buena. Su rostro era angelical, precioso, ancho y redondo, con una boca grandísima, adornada sutilmente con un lunar junto a sus labios. Tenía unos pechos escandalosamente grandes para su edad física y un culito redondito, prieto y respingón, excelentemente parado. Un cocktail capaz de volver loco a cualquier hombre; un arma perfecta para manejar a los mortales a su antojo. Ese era su cometido en las misiones con mi novia y disfrutaba de su papel, pues nada le gustaba más que enloquecer a cualquier macho, vampiro o mortal, con su voluptuoso cuerpo y su carácter de lolita. Además de todo esto, Isil tenía una sorpresa escondida, oculta a los ojos de los demás.

-Mira la muy zorra, cómo se ha quedado embobada con la tranca de mi novio... –dijo levantando la voz mi novia.

-Perdona, Selena –contestó Isil mientras no apartaba la mirada de mi polla-, no puedo evitarlo. Jamás pensé que podía existir una tan grande y que a la vez no pareciera un bruto trozo de carne.

-Pues no sabes nada, bonita –le susurro al oído Selena, situándose tras ella-. Ahí donde la ves no es nada. ¿Cuánto crees que mide? –le preguntó mientras deslizaba una de sus manos por el interior de su camisa, rozando el gran canalillo que formaban sus pechos.

-No sé... unos 20 centímetros, supongo.

-Sí, más o menos –le contestó mi novia con una voz tan sugerente que rozaba el jadeo y acto seguido le mordió el lóbulo de la oreja, haciendo que se estremeciera-. Pues te vas a llevar una sorpresa. Los dos os vais a llevar una sorpresa esta noche.

Yo permanecía de pie, en silencio, contemplando como mi novia intentaba sibilinamente excitar a su joven compañera. Ella también debía venir cachonda y con ganas de marcha de su viaje, pues no había perdido la ocasión de aprovechar que su linda socia estaba totalmente hipnotizada con mi polla, para atacarle sigilosamente, apoderándose de su cuello con sus labios y acariciando sus pechos. Isil debía estar igualmente cachonda, porque a cada roce de los labios o de los dedos de mi novia, se estremecía y se pasaba la lengua lentamente por los labios o llevaba un dedo a su boca, con el que jugaba chupándolo y mordiéndolo. Sí, estaba bien cachonda, y comenzaba a adoptar su rol de lolita pasivo-agresiva. Y así, entre los jadeos de la pequeña vampiresa, mi novia intervino:

-Cariño, ¿crees que si te seguimos poniendo cachondo le podremos enseñar esa habilidad tuya tan especial?

No hizo falta contestarle. Se abalanzó sobre el cuello de la niña, besándolo, chupándolo, mordiéndolo. Le fue desabrochando la camisa hasta abrirla de par en par. La zorrita de Isil llevaba un wonderbra que realmente desafiaba la ley de la Gravedad y que se abrochaba por delante. De un gesto rápido y certero, Selena logró hacer saltar el broche. Comenzó a recorrer con sus manos los grandes pechos de la chiquilla, sin apretar, haciendo espirales que nunca llegaban a sus pezones, erectos esperando ser tomados. Al ver que mi polla empezaba a palpitar sin que yo la tocase, atrapó con sus manos las tetas de Isil, apretando con sus palmas los pezones y con sus dedos tanto como podía abarcar del resto de aquellas dos deliciosas protuberancias. Esto hizo que la lolita se estremeciera y emitiera un gemido que intentó ahogar sin éxito, llevando una de sus manos a la nuca de mi novia y la otra a uno de sus muslos, acariciando las cercanías de su entrepierna. Ante la pasión de Selena, Isil acabó por buscar su boca y empezaron a besarse y a jugar con sus lenguas, todo sin perder de vista mi palpitante polla. Selena, sin embargo, me miraba a los ojos, con lascivia, invitándome a que nos comiéramos a su jovencísima compañera y buscando mi aprobación. La encontró cuando, tras concentrarme unos segundos y sacando las fuerzas de la excelente escena lésbica que me estaban dando, comencé a hacer crecer mi polla hasta casi treinta centímetros. Isil, se escapó de la boca de su compañera, y no pudo acallar un grito de admiración e incredulidad.

-Es gigante. ¡Joder, qué grande! ¡Es increíble!

Mi novia se reía con ganas mientras le pellizcaba los pezones y, a sabiendas de que la niña estaba fuera de sí, dispuesta a todo, decidió tomar las riendas del asunto.

-Pues venga, preciosa, vamos a ver si sabes manejar eso tan bien como a los mortales. Una cosa es el talento que tienes para poner cachondo a un hombre y otra es conseguir que un Incubus se corra. Yo voy a ponernos unas copas, a hacerme un porro y a quitarme esta ropa. Cuando acabe, si no has conseguido que se corra, yo te voy a enseñar. Pero sólo puedes utilizar tu cuerpo de las caderas para arriba: tu boca, tus manos y tus tetas.

Así soltó mi novia a Isil, ésta vino hacia mí con premura, casi corriendo, y me dio un empujón que me hizo caer al sillón. Antes de que yo pudiera decir "esta boca es mía" ella ya tenía la suya ocupada. Agarró mi polla con sus dos manos y empezó a darme lametones en la punta. Mientras tanto, mi novia se quitaba el mono de cuero sugerentemente: primero se bajó la cremallera muy lentamente, desde el cuello hasta el ombligo, y el espectáculo de sus pechos brotando de su prisión me dejó boquiabierto; al ver que había captado mi atención, se giró y comenzó a sacarse la parte superior del mono, dejándolo caer hacia atrás como un neopreno de surf. Al darse la vuelta, me llevé una gratísima sorpresa; la muy cachonda se había puesto unos piercings en los pezones, uno de barrita con dos bolitas plateadas en los laterales y el otro un aro apuntando al suelo bajo el que descansaba un brillante. Al ver mi cara de sorpresa y mi sonrisa de aprobación, se sintió satisfecha y, después de dejar caer un poco de saliva en los dedos índice y pulgar de cada mano, se frotó los pezones muy sensualmente.

De pronto noté un cambio en la actividad de Isil. Había dejado los lengüetazos y se había puesto a chupar mi capullo. A pesar de la gran anchura de mi miembro, la vampírica lolita no tenía problemas con ello, pues tenía una boca bien grande. Selena nos contemplaba mientras agitaba la coctelera, provocando todo un espectáculo con el bamboleo de sus tetas. Tras verter el contenido en tres vasos de medio litro, comenzó a explicarnos el cocktail:

-Un poco de hielo bien picado mezclado con pulpa de limón. Un chorrito de vodka, otro de ron añejo y uno más de ginebra. Y el toque especial: un litro de sangre de la mejor calidad, una Sucubus aún virgen, dificilísimo de encontrar.

La sangre de Sucubus tenía propiedades afrodisíacas y si ésta era virgen, el efecto era aún mayor. Era tan difícil de encontrar que un solo litro podía venderse por más de 2.000 euros. Por su lado, Isil tragaba polla con verdadera pasión, logrando introducirse casi la mitad. Me miraba a los ojos y forzaba su garganta al máximo, hasta que no podía más y se echaba hacia atrás aguantando las arcadas, y así que lograba coger aire, me escupía toda la saliva acumulada en su boca, para volver a tragársela, avanzando centímetro a centímetro con la ayuda de la lubricación de su propia saliva. Mi novia, una vez acabado de poner los copazos, se agachó dejándome ver la excelsa redondez de su culito cubierto de cuero mientras se bajaba el mono poquito a poco. No llevaba nada por abajo, estaba totalmente desnuda y su enorme y brillante cabellera negra caía sobre sus pechos, llegando a sus recién agujereados pezones. De esta guisa se acercó a nosotros y al verla, Isil se dio cuenta de que había perdido mucho tiempo disfrutando de mi polla, sin centrarse en cumplir el reto que su compañera le había puesto: provocarme un orgasmo. Así que acabó de quitarse la camisa enredada en sus antebrazos y aprovechó la saliva acumulada durante los últimos minutos para dejarla resbalar directamente de su boca hasta sus pechos. Entonces agarró mi polla, la atrapó entre sus enormes tetas de adolescente y comenzó a subir y a bajar tan rápido como le permitían sus caderas, pajeándome con sus tetas. La estupenda cubana que me estaba haciendo mereció la aprobación de mi novia que, al pasar junto a ella, le dio un cariñoso tirón de pelos. La niña estaba totalmente enrabietada, viendo que el tiempo se le acababa, y me pajeaba con todas su fuerzas.

-Vamos, cabrón, córrete en mis tetas. Vamos, vamos... quiero tu lechita. Córrete, cabrón, córrete. Quiero que te corras ya, hazlo donde quieras pero ya. Dámela, cariño, vamos... –me decía con su voz más sensualmente infantil.

-Lo siento, pequeña, pero se te ha acabado el tiempo de exclusividad –interrumpió mi novia, mientras acercaba una silla hasta detrás de Isil-. Es momento de beber estas delicias.

Me dio mi copa, me invitó a brindar y, tras ello, bebimos el suculento cocktail de sangre. Deliberadamente dejó caer un poco de contenido sobre sus tetas y me las acercó para que pudiera saborear aquella exquisitez en sus adornados pezones. La mezcla era increíble: me excité al máximo al probar sus nuevos piercings bañados en sangre de la mejor calidad. No pude evitar la tentación de morderle el que tenía el piercing de la barrita horizontal, arrancándole un grito de dolor que, lejos de molestarle, le encantó, porque se rió maliciosamente a carcajadas. Al ver que por aquel entonces yo ya me acercaba al orgasmo, se fijó en que Isil había vuelto a comerme la polla, dejándose ayudar por mis manos en su nuca, y la apartó con un fuerte tirón de los pelos.

-Zorra, no seas desobediente. Y menos cuando te estoy ofreciendo una delicia como ésta –le gritó mientras, sin dejar de agarrarla fuertemente del pelo, obligando a la lolita a arquearse hacia atrás, le vertió el contenido del vaso en su boca, desde una altura de veinte centímetros. Ésto provocó que Isil, a pesar de sus esfuerzos por no perder ni una gota, quedara totalmente embadurnada de sangre, desde su cara hasta las piernas, pasando por sus pechos.

El efecto afrodisíaco de la sangre fue instantáneo para los tres, pero para la pequeña Isil resultaba tan fuerte que intentó abalanzarse sobre mí. Selena se lo impidió, obligándola por los pelos a sentarse en la silla. En circunstancias normales su fuerza hubiera sido suficiente para contener a su compañera, pero la pequeña vampiresa se resistía con todas sus fuerzas. Así que me pidió que la ayudara, enseñándome un par de esposas. Entonces me levanté y blandiendo mi polla en la mano, se la introduje en la boca a Isil, que la recibió abriéndola de par en par. Tras unos segundos, se relajó lo suficiente para que mi novia le esposara las manos por detrás del respaldo de la silla y los pies a las patas. Se levantó y me forzó a retirarme de la boca de la mamadora, lo que me costó un poco debido a lo excitadísimo que estaba.

Isil, al verse atrapada, se quejaba como un caballo desbocado:

-Suéltame, zorra. ¿Qué coño haces? Eres una puta. Primero me traes aquí para que me encuentre el pollón de tu novio, me pones cachonda, me dejas probarlo y me das a beber sangre de Sucubus. ¡Y ahora me esposas! Eres una zorra calientapollas. ¡Suéltame ya!

Viendo que mi novia no le hacía ni caso, intentó cambiar de táctica:

-Ey, Murat. ¿Por qué no me ayudas? Si me sueltas podré seguir chupándotela y haciéndote una cubanita. Lo que quieras. Me encanta tu miembro y quiero tratarlo como se merece. Vamos, suéltame y haré lo que desees.

El ofrecimiento era tentador, pero debía seguirle el juego a mi novia. Selena se situó entre los dos y a mí me agarró la polla y a Isil le subió una pierna por encima de su hombro, apoyándola en el respaldo de la silla, situando su coñito totalmente depilado justo delante de la carita de su compañera. La agarró por la cabeza y la obligó a que le comiera el coño. Isil quiso resistirse, pero el olor del coñito empapado de mi novia era tan embriagador, que cuando se quiso dar cuenta, estaba chupándoselo con todas sus ganas.

-Cariño, te he echado mucho de menos, ¿y tú a mí? –me preguntó mi novia, que como respuesta inconfundible se encontró con mi lengua atacándola dentro de su boca-. Y he echado mucho de menos esta polla creciente que tan feliz me hace.

Mientras me pajeaba con un ritmo perfecto y yo le comía sus pechos, le mordisqueaba su cuello y le lamía sus pezones, siguió hablando:

-Hoy quiero que sea una noche especial, para los dos. Tengo una sorpresa para ti y espero que te guste. Si te parece mal, me lo dices y lo dejamos. Pero creo que te gustará; eres tan pervertido como yo.

Dicho esto, bajó su pierna de la silla y dejó a Isil con ganas de más coño. Me hizo sentarme en el sillón y me dio la espalda. Intenté meter dos dedos en su rajita pero no me dejó:

-No, lo quiero intacto para tus treinta.

Se llevó un poco de saliva al coño y comenzó a descender sobre mi polla, tragándose centímetro a centímetro, hasta la mitad. Selena era una experta amante y su ninfomanía le había llevado a follar con miles de hombres y vampiros en sus más de trescientos años de vida. Sin embargo, mi polla estaba demasiado grande como para cogerla de un solo envite sin antes haber preparado el terreno. Se paró a descansar un poco, pero yo no la dejé y, empujándola por los hombros, le hice bajar de golpe, sintiendo como mi polla se clavaba en sus entrañas.

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah! ¡Cabróóóóóóóón!

Pero poco le duró el dolor, porque enseguida comenzó a subir y a bajar. Se inclinó hacia delante y tiró de las patas de la silla para atraer a Isil hacia nosotros. La recibió con un tremendo beso en la boca y estrujándole las tetas, en especial los pezones. Sin que yo me diera cuenta, le sacó las braguitas a Isil y me las pasó por su espalda. Al llevarlas a mi nariz y olerlas me pareció un olor totalmente diferente a cualquiera que hubiera olido, ya fuera un coñito humano o vampiro. Al mirar hacia delante, mi extrañeza aumentó al ver la cabeza de mi novia subiendo y bajando ante la entrepierna de la pequeña Isil. Echándome un poco hacia delante, le agarré de los pezones y la traje hacia atrás y entonces vi mi sorpresa.

-Ahí la tienes, cariño.

Isil tenía polla. Una polla muy larga, de unos 18 centímetros, pero muy estrecha. Era un palito largo y estrecho, sin un solo pelo, palpitante debido a las chupadas de mi novia, que había dejado un poco de saliva brillando en la punta de la polla de su compañera. Estaba alucinando, no me lo esperaba, pero no todo había acabado ahí. Mi novia, que se movía en círculos alrededor de mi polla, con sus manos apoyadas en mis piernas, me dijo susurrando:

-Fíjate, cariño. No tiene huevos, sino un precioso coñito que nace bajo su pollita y muere junto al agujerito del culo. ¡Es hermafrodita!

Era cierto. Isil era hermafrodita. La base de su polla remataba en un pequeño bulto, su clítoris, y bajo él se extendía un coñito de grandes labios sin un solo pelo.

-¿Qué te parece? ¿Sí o no? –me preguntó.

La así por las caderas y, sin sacarle la polla de su interior, nos coloqué de rodillas en el suelo, ella a cuatro patas y yo tras ella. Empecé a metérsela y sacársela así, en lentas pero fuertes embestidas. Y le contesté:

-Chúpasela.

Mi novia comenzó a reírse estrenduosamente. Como ella decía, yo era tan pervertido como ella, y al ver que, por extraño que me pareciera lo de su compañera, no podía decir que no a un ofrecimiento así, le dio por descojonarse de mí. A mí no me hizo gracia del todo, así que le pegué un cachete con todas mis fuerzas, que ella recibió con dolor y sorpresa.

-Chúpasela, te he dicho –le dije con seriedad mientras me la follaba con todas mis fuerzas desde atrás.

Selena empezó a comerse con ganas la polla de su compañera hermafrodita. Ésta me miraba con una mezcla de vergüenza y excitación. Por un lado le daba mucha vergüenza que la gente descubriera su secreto, pero claro, con la espectacular mamada que le estaba dando mi novia y viendo mi enorme miembro entrar en su ensanchadísimo coño, estaba lejos de dejarle indiferente:

-¡Oooohhhhh, Selena! Me la chupas de maravilla, me encanta. Estaría así toda la vida dejándome que me la chuparas pero, por favor, déjame probar ese pollón.

-¡Cállate, guarra! Esta noche no eres tú quien tiene el control –le espetó Selena-. Aquí se va a decir lo que él diga. ¡Y no quiero oír ni una queja!

-Pero... –intentó hablar Isil, pero mi novia le soltó un bofetón en toda la cara, se levantó desencajándose de mi polla, y le pellizcó salvajemente los pezones.

-No aprendes, niñata, no aprendes –le dijo mi novia-. No aprendes y te vamos a castigar con el peor castigo que puedes tener después de beber sangre de Sucubus: te quedas fuera del folleteo; sólo podrás mirar, nada más. ¡Te jodes, por tonta!

Mi novia se giró hacia mí y viendo que yo me reía viendo su severidad dentro del juego, me guiñó un ojo. Me hizo ponerme de tal manera que quedaba puesto de lado, a menos de un metro de la inmovilizada lolita vampiresa y se arrodilló ante mí. Empezó a pasar su lengua por toda la extensión de mi polla, la cual, entre las paradas y demás, había bajado de tamaño hasta los 25 centímetros. Me escupió en la polla y, con cara de zorra, le dijo a su maniatada compañera:

-Mira qué cosa más rica. No sabes lo buena que está. Es dura, pero tremendamente jugosa. Nunca podrás echarte nada mejor a la boca. Y te lo vas a perder por niñata.

-¡Zorra! ¡Eres una zorra! ¡Puta, no me hagas esto! Por favor, por favor... Estoy empapadísima, no me dejéis fuera, por favor. Lo siento. Lo siento mucho. Por favor, ¿no veis lo cachondísima que estoy? Estoy chorreando, por favor, desatadme...

Mi novia, lejos de sucumbir a sus ruegos, seguía chupándome la polla con lascivia, pasando su mirada de mí y a su compañera. Haciendo todos los ruiditos que podía, al succionar, al escupir, al chocar la punta con su garganta; todo para sacar a Isil de sus casillas. La chiquilla seguía rogando, pero mi novia no le hacía ni caso, estaba disfrutando más que nadie de su juego. Se movió a un lado, dejando su culo en pompa, de tal manera que sus dos agujeritos quedaban directamente delante de los ojos de Selena.

-Vamos taládrame el coño y prepárame el culito que ya lo tengo pidiendo guerra –me dijo con verdadero deseo. Y al notar algo en sus pies se giró y vio que sus dedos casi chapoteaban con la increíble cantidad de flujo que había resbalado por las piernas de la lolita y la silla, formando un charco en el suelo.

-Vaya, vaya, como tenemos a esta zorrita... –comenté, mientras flexionaba mis rodillas y apuntaba con mi polla al coñito de mi novia.

Se la puse justo en el agujerito y comencé a jugar con mi gruesa punta por todos los alrededores. Me escupí en la punta y le llevé la saliva a su culito. En cuanto volví a apuntar hacia su coñito, Selena hizo un hábil movimiento con el que se engulló todo mi capullo, agarrándolo con fuerza con sus entrenadas paredes vaginales. Me encantó eso y se lo agradecía comenzando un mete-saca lento pero profundo y metiéndole un dedito en el coño. Desde atrás, Isil no perdía detalle y había cambiado el objetivo de sus ruegos:

-Murat, mi amor, por favor, desátame. No aguanto más, por favor. Me tengo que correr, por favor. Necesito correrme y no puedo. Ayúdame, por favor. Si me ayudas seré toda tuya para lo que quieras.

Mi novia, sin necesidad de echar la vista a atrás, se dio cuenta de que la pequeña hermafrodita me estaba tentando demasiado y que estaba a punto de darme la vuelta. Así que sin más miramientos, se sacó mi polla de su conejito y la puntó a su culito y contraatacó:

-Venga, métemela ya. Apenas está ensanchado con tu dedo. Con sólo un dedo y sin lubricar está todavía bien prietito, como a ti te gusta (había que reconocer que la muy zorra me conocía perfectamente). ¡Vamos, métemela! No me importa que me hagas daño. Reviéntame el culito.

La moví un poco, para asegurarme que Isil podría ver todo perfectamente, cogí del pelo a mi novia con una mano y con la otra apunté mi polla a su culito y di una fuerte embestida. Pero su culo estaba bien cerradito, ciertamente, y mi polla se escurrió hacia arriba. Al ver la tensión en el cuerpo de Selena, me di cuenta de que, a pesar de toda su experiencia, tenía cierto temor a una penetración de mi miembro sin lubricación en su agujerito. Volví a apuntar al centro de la diana y esta vez no fallé. Se la metí con decisión, ganando terreno en su cueva poco a poco. Mi novia se mordía su labio inferior para no gritar, pero se notaba que le dolía. Se la saqué un poco, hasta la mitad, y esta vez sí que se la metí con fuerza al mismo tiempo que le tiraba del pelo hacia atrás. Viendo que ahora Selena estaba sufriendo un poco, Isil volvió a abrir la boca:

-¡Sí, sí! ¡Rómpele el culo a esa zorra! ¡Taládraselo!

Viendo que a Selena le costaba resistir el ritmo de mi penetración, decidí jugar un poco con ella. Comencé a descender y elevar el tamaño de mi polla, viajando de los quince centímetros hasta casi los treinta cada cinco segundos, al mismo tiempo que entraba y salía de su culito a un ritmo pausado. Esto la volvió loca, como nunca la había visto ponerse:

-¡Oooooohhhhh! ¡Dios mío! ¿Qué me estás haciendo? ¡Aaaaaaahhhh! Esto es nuevo, ¡me encanta! ¡Qué bueno, qué bueno! ¿Cómo no me lo habías hecho antes? ¡Me encanta! ¡Oooooooooooohhhhhhhhhh! –gritaba enloquecidamente mi novia.

Se la saqué del culo y, con mi polla en estado pequeño, se la metí en el coño. Comprobé que la había subestimado, porque estaba tan sumamente mojada que mi polla entró con mucha facilidad. Así que se la saqué, hinché mi polla de nuevo, poniendo especial interés en que la pequeña hermafrodita lo viera todo claramente, y se la metí en todo su esplendor. Mi novia comenzó a gemir al sentir el mismo modus operandi en su coño. Hinchaba, deshinchaba, metía y sacaba.

-¡Yo también quiero! –intervino Isil-. ¡Dámelo a mí también así! Jamás había visto algo así. ¡Por favor, yo también te quiero! Murat, por favor, dámela a mí también. No me hagas sufrir más. Te regalo mi culo virgen. Es tuyo. Nunca me dejo pero de hoy no pasa. Es tuyo para que me lo estrenes.

Tal revelación me dejó boquiabierto y centró toda mi atención. un culito virgen, de una lolita vampiresa hermafrodita... Lo más de lo más. Pero de pronto Selena irrumpió con un salvaje orgasmo que nos anunció a gritos:

-¡Me voy, me voy! ¡Oooohhhhhh! ¡Me voy a correr, cabrón!

Le metí dos dedos en el culito y, con mi polla en su tamaño máximo, le di las últimas embestidas necesarias.

-¡Me corro, me corro, me corrooooooooooooooooooooo!

Y al hacerlo se tiró hacia delante y con su coño aún abierto por la recién follada, comenzó a expulsar una cantidad de líquido impresionante. Nunca había visto que pudiera hacer squirting y me quedé alucinado, oyendo sus desaforados gritos mientras contemplaba como me llenaba las piernas de líquido. Treinta segundos después seguía convulsionándose en el suelo, gritando tanto obsecenidades como alabanzas hacia mí. Y cuando Isil ya comenzaba de nuevo a pedirme que la desatara, Selena consiguió deslizarse hacia mí y besarme. Colgada a mi cuello, no paraba de besarme y lamerle por la cara y el cuello, diciéndome lo mucho que se había corrido.

-Y ahora te voy a dar la mejor mamada que jamás he hecho, porque quiero que te corras y ahora mismo mis otros dos agujeritos están fuera de juego.

No es que la tentación no fuese apetecible, pero ver a Isil cabizbaja, resignada a quedarse fuera y desesperada por no poder correrse estando al límite de su excitación, me hizo tomar otra decisión.

-Ya me la chuparás luego. Quítale las esposas a Isil –le dije a mi novia.

-Luego, luego, se las quito luego –me contestó mientras intentaba llegar con su boca a mi polla-. Ahora déjame que te la chupe y cuando te corras la desposamos.

-No –le respondí taxativamente-. Aquí, ahora, mando yo. Y te digo que se las quites.

Al ver la severidad de mi rostro, se levantó y se fue a buscar las llaves de las esposas. Yo me acerqué a Isil y le acaricié el rostro. Ella me dio las gracias por mi intervención y enseguida volvió a tomar su pose de lolita, poniendo cara de niña mala, pasándose lentamente la lengua por los labios y mirándome de reojo. Yo bajé mi vista y pude ver como su coñito no había parado de chorrear, haciendo el charco casa vez más grande a sus pies. Además, en la punta de su larga y estrecha polla, había un largo hilo de líquido preseminal que caía por su pollita hasta unirse a los de su coño. Me arrodillé ante ella, dispuesto a darle placer. Agarré su pollita con mi mano y le di un par de pequeñas sacudidas. Isil, loca por la espera, ante este mínimo contacto, se estremeció de arriba abajo. Empapé dos de mis dedos con el líquido que anegaba el suelo y, sin previo aviso, se los metí en el coño tan profundo como pude. En el mismo momento en que Selena consiguió quitarle las esposas a pesar de lo mucho que se movía su compañera, yo pajeé con fuerza la polla de la pequeña hermafrodita, mientras le clavaba en su punto G mis dedos corazón y anular y le frotaba el clítoris con mi pulgar.

Y resultó que Isil estaba bastante más cachonda y cerca del orgasmo de lo que yo pensaba, porque en el mismo momento en que yo me inclinaba para comerle sus pezones, ella se corrió estrepitosamente. Por difícil que pareciera, su coño aún tenía más flujos por echar y empapó mi mano mientras yo le seguía pajeando. Entonces, cuando parecía que su orgasmo vaginal estaba ya in drescecendo, le sobrevino un nuevo orgasmo, imponiéndose al anterior como una ola arrasa la marea que vuelve de la orilla. Ella no hacía más que gritar mientras mi novia trataba de dominarla encima de la silla, agarrándola por sus inmensas tetas. Yo no daba crédito, no sabía qué coño le pasaba y así, me cogió por sorpresa:

-¡Joder, joder, me corro, me corro, ahora sí que me corro de verdad!

"¿Me corro de verdad? ¿qué quiere decir?", me preguntaba y entonces, la muy zorra se corrió. ¡Eyaculó! Alcanzado con su media docena de chorros mi cara y me pecho, dándome un susto que te cagas, haciéndome cerrar los ojos, mientras recibía su último gran chorro en el medio de mis labios. "Menos mal que tenía la boca cerrada", pensé.

Cuando pude quitarme un poco de leche de mi ojo, los abrí y vi de nuevo la escena: Isil estaba cayéndose de la silla, incapaz de contener un orgasmo vaginal combinado con tremenda corrida de su polla, después de haber bebido sangre de Sucubus y aguantado esposada mientras Selena y yo follábamos delante de su cara. Entonces, mi novia se lanzó hacia mí, arrodillándose justo en frente.

-No, no te lo quites –me rogaba-, déjame que te lo quite yo. Jamás pensé que llegarías tan lejos. No sabes lo cachondísima que estoy viendo tu cara llena de esperma.

Me quedé quieto y dejé que me lamiera, que me chupara, que jugara con la leche que me embadurnaba. Después de recoger un buen chorro de mi pecho, se levantó hacia mi cara, blandiéndolo en la punta de su lengua, invitándome a que probara la corrida de la lolita hermafrodita. "De perdidos al río", pensé. Una vez llegado hasta ahí, no iba a parar. Me comí su boca, lechita de Isil incluida. Dejé que me acabara de limpiar mientras jugaba con su clítoris y con uno de sus pezones. Al calmarnos, reparamos en que Isil seguía en el suelo, con su cuerpo aún recibiendo descargas eléctricas. Parece que estaba sumida en un eterno estado post-orgásmico.

-Joder, cómo está... –comenté.

-Sí, no puede parar –me contestó mi novia-, parece ser que es difícil que un hermafrodita tenga los dos orgasmos al mismo tiempo y, cuando los tienen, es más fuerte de lo que ningún mortal podría resistir. En este caso, aquello de los franceses de la petit morte cobra verdadero significado.

-Pues algo habrá que hacer, digo yo.

-La voy a dormir. Así perderá muchísima energía.

Selena se acercó a su compañera y toda la severidad con la que la había tratado antes era ahora cariño y cuidados. Se arrodilló junto a ella, la movió con tacto y cuando la hubo colocado correctamente, le mordió en el cuello. No sólo tuvo que morderla, porque no paraba, sino que tuvo que drenarle una buena cantidad de sangre para lograr dormirla. Cuando se levantó de su lado y se giró, vi que dos hilillos de sangre se le caían por la comisura de los labios. Su mirada había cambiado. La dulzura de hace un momento había desaparecido. Había tragado algo de sangre y le había hecho inmediato. Se lanzó hacia mí, gruñendo y enseñándome los colmillos y al llegar, me levantó en el aire haciendo gala de su inmensa fuerza, llevándome en bolandas hasta el sillón.

Una vez allí me dio de beber la sangre de Isil que había guardado en su boca y mi reacción ante la sangre de la chiquilla hermafrodita no se hizo esperar. Mientras Selena me clavaba sus uñas en mis hombros, ambos sentimos como mi polla se empalmaba a una velocidad fuera de lo normal, quedando atrapada entre nuestras barrigas. Mi novia, totalmente fuera de sí, se levantó, poniendo sus pies en el sillón y flexionando sus rodillas lo justo para llevar mi polla recién erguida a la entrada de su coño. Nos mirábamos a los ojos, los dos los teníamos enrojecidos, totalmente afectados por el subidón con la sangre. Nos rugíamos el uno al otro, excitándonos mutuamente, hasta que mi novia se dejó caer sobre mi polla, clavándosela por completo en un certero ataque.

Próximamente el resto de la noche. Si les gusta, dejen sus comentarios, por favor.