Diario de un Traidor I - El comienzo

Unas cuantas lágrimas se deslizaron por mis mejillas cuando sus bolas por fin tocaron mis nalgas, ¡estaba en el cielo! Sentí cada centímetro de su polla palpitarme en el culo, quería que se moviera, me desesperaba tenerlo allí, ¡quería ser cogido!

Estimado lector, el siguiente relato es una versión modificada y perfeccionada de otro relato publicado en esta página –ambos de mi autoría–  que en su tiempo me sirvió de piloto para determinar si mi vocación por escribir daba frutos. Un año después de la publicación de aquel nefasto borrador que gustó mucho, basándolo en lo que me estaba sucediendo en ese momento, hoy, después de tanto tiempo, les presento el primer capítulo de una historia completamente real y personal que iré publicando a la medida de lo posible. He decidido publicar esta historia debido a la receptividad y buena crítica que tuvo en su capítulo piloto, por ende ,y al igual que en ese tiempo, me encuentro abierto a recibir sus críticas, correos y opiniones en función de mejorar aspectos de historia, espero que la disfruten tanto como yo lo he hecho redactándola. La continuación será publicada en unas semanas.


Febrero 14, 2014

- 7:05am

Algo habría hecho vibrar mi teléfono. Lo saqué de mi bolsillo y leí el SMS que había llegado:

-          Hey… ¿ya entraste a clase?

-          No, la profe no ha llegado.

-          Mi casa está sola hoy.

-          ¿Acaso me estás invitando?

-          No sé, tómalo como quieras haha

-          Arréglate… voy para allá.

Guardé mi teléfono tan rápido como pude y recogí mis cosas de la mesa donde estaba sentado. El  aula de clase seguía un poco desocupada cuando me dispuse a abandonar la universidad.

-          ¿A dónde rayos crees que vas? – me dijo Ángela cuándo me vio salir del aula

-          Iré a comprar algo en el cafetín y vuelvo –logré decir rápidamente  – ¿Te traigo algo?

-          ¿Y te llevas todas tus cosas para ir al cafetín? –me preguntó curiosa

-          Es que me da como cosa dejarlas allí solas sabes… –me estaba sonrojando un poco

-          Vale, tú y tus vainas raras… si puedes me traes un pastel de jamón y un jugo de naranja que aquí te pago todo –dijo un poco dominante –No te demores, ¿ok?

-          Sí vale, no te preocupes… –le hice un ademán con la cabeza y me encaminé hacia la salida

Atravesé el pasillo principal, el estacionamiento y finalmente llegué a la parada de taxis. Afortunadamente había uno disponible y quizá hasta esperándome; le indiqué la dirección y me dirigí hacia mi cita.

-7:20am

Allí estaba yo. De pie en la calle, justo al frente del edificio donde vivía él. Vi cómo entraban y salían madres, padres y algunos abuelos del preescolar que estaba cerca; se escuchaban las risas de los niños que jugaban, algunos lloraban porque no querían que los abandonaran allí y, fue inevitable recordar esa época para mí…. siempre fui un niño caprichoso pero muy humilde.

Un viento frío me despertó de mi pequeño flashback y me recordó que hacía yo en ese lugar. Observé una vez más el edificio y respiré hondo, tomé mi teléfono y entré en el chat.

-          Estoy afuera–logré teclear rápidamente

-          Vale, ya bajo

Su respuesta fue rápida y tan seca como siempre. Crucé la calle con mi mochila y me planté a la espera frente a la reja negra del condominio. Era sin duda alguna un lugar muy agradable, verde y sobre todo, muy tranquilo.

Giovanny sin duda alguna era el tipo de chico por el que perdía el aliento y, lo supe en el mismo momento en que abrió la reja del condominio y me recibió con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios. Pude notar como sus ojos me examinaban hasta el alma, tenía una mirada en la cual podía pasar perdido todo el día sin ningún problema, aquellos ojos color miel me erizaban la piel.

Caminamos sin mediar palabra y en silencio por las escaleras del edificio donde sólo se escuchaban nuestros pasos en el piso húmedo. Hacía frío y había llovido más temprano, era un clima encantador y perfecto para aplacar mis nervios. Llegamos a una pequeña estancia donde había un pasillo amplio; unos pasos más adelante, abrió la reja oscura y luego la puerta de madera con un pequeño 32 reluciente en la parte superior. Me invitó a pasar, era un lugar acogedor a mí parecer, bien decorado y sencillo. Tenía entendido que allí vivía él y su abuela la cual ese día no se encontraba. Me di la vuelta luego de entrar y allí estaba Giovanny, un chico alto, de piel clara, de cabellos oscuros y de mirada soñadora; al parecer no había hecho gran cosa desde que despertó, tenía una camiseta blanca un poco ya desgastada por el tiempo y su short rojo de renos blancos con los que solía dormir.

-          Hola… –dije algo tímido

-          Hola… –me devolvió con un poco de cariño en su voz

-          ¿Cómo has estado? –me aventuré a decir mientras me acercaba un poco sin dejar de mirarle

-          Muy bien… –sonrió– más ahora que te tengo aquí –me dijo con suavidad, no me quitaba la mirada de encima y me hacía temblar las rodillas.

Saqué mis manos de la sudadera vinotinto y me descolgué el bolso a medida que me iba acercando a él, estuvimos unos segundos mirándonos fijamente a los ojos guardando silencio. Dejé mi bolso en el suelo y le rodeé la cintura con mis manos, podía sentir como las suyas se dirigían hacia mi cara, suavemente y con cuidado me rodeó las mejillas, me acercó hacia él y me besó en los labios, sentí su respiración sobre mí! Su olor! Su calor! Me encantaba como olía, no era perfume, no era jabón, olía a hombre recién levantado, un olor que era mezcla de su respiración con un poco de sudor nocturno y calor corporal;  era un olor tan fuerte que me hacía sentir lleno y a la vez insaciable.

Me siguió besando con suavidad, buscando mis labios entre los suyos, poco a poco mi boca se fue abriendo para dar paso a su lengua. Nuestras respiraciones se iban acelerando y decidí hacer lo mismo, introduje mi lengua con cuidado para que jugara con la suya. La encajaba y no dejaba espacio sin tocar, se buscaban, se revolvían con pasión y cada vez la metía más y más. Mis manos no habían perdido el tiempo, ya estaban bajo su camiseta tocando su cuerpo delgado, su abdomen caliente y sentían como la piel se le erizaba. Con mucha sensualidad me quitó la sudadera vinotinto y la lanzó al suelo, lo tomé por la cintura y lo llevé hasta el sillón donde me senté sobre su entrepierna que ya empezaba a sentirse un poco más dura. Le rodeé la cabeza con mis brazos y seguí besándole desesperadamente, deseaba que estuviera dentro de mí en todas las maneras posibles, sus manos tocaban mis nalgas y mi espalda, acariciándome con malicia mientras introducía su lengua en mi boca.

Me empecé a mover descaradamente sobre su entrepierna mientras mis manos buscaban algo en mi bolsillo con rapidez

-          ¿Estás seguro de esto? –me preguntó un poco incrédulo con su mirada dulce.

-          Muy seguro –dije mientras le enseñaba el preservativo que acababa de sacar de mi bolsillo y le sonreía pícaramente

-          Está bien… pero aquí no, vamos a un lugar más cómodo –dijo sonriendo.

Nos seguimos besando sin control y, sentí como sus manos tibias se adentraban en mi camiseta verde y empezaban a tocar mi abdomen. Mi piel fría estaba empezando a agarrar temperatura. Con facilidad me arrebató la camiseta y se deshizo de ella, me tomó por la cintura y me dijo “agárrate”, se puso de pie y me levantó con él –sorprendido por su fuerza–, yo sólo me solté a reír mientras besaba su cuello y sus orejas. Al llegar a su habitación bajó un poco la intensidad de la luz, cargándome como a un niño pequeño, me deslizó con cuidado sobre la cama y me miró con sus ojos penetrantes. Yo seguía con mis piernas cruzadas alrededor de su cintura cuando se quitó la camiseta blanca y dejó al descubierto su pecho, era delgado y sus clavículas resaltaban en la oscuridad, sus pezones se alzaban en medio de una pequeña aureola más oscura que su piel y su ancha espalda estaba adornada con una bóveda de pecas que me hicieron suspirar. Volvió a mí y empezó a besar mi cuello, lo cual incrementó mis ganas de tenerlo más cerca. Cerré mis ojos y dejé que sus labios carnosos hicieran un festín con mi piel, su chiva y su barba de tres días me hicieron retorcer de placer cuando se detuvo a comerme los pezones, su lengua se movía salvajemente haciéndome ahogar pequeños gemidos. Subió hasta mis labios nuevamente y con cuidado empezó a desabrochar el botón del blue jean, se deshizo de mis botas negras y de mi pantalón con rapidez. Cuando volví a poner las piernas alrededor de su cintura sentí y esta vez con más fuerza su miembro chocar contra mis nalgas, mis ganas aumentaban con mis movimientos y sin duda alguna quería que se deshiciera de mi virginidad ese día.

Me tocaba como si no creyera que estuviera allí con él, me besaba como un animal metiendo su lengua salvajemente en mi boca y, me hacía gemir restregando su polla contra mis nalgas. Besó mi cuello, mis clavículas y poco a poco fue bajando por mi abdomen, llegando a ese vello que va desde el ombligo hasta perderse en mi slip, el cual arrastró hasta mis pies para deshacerse de él. Mi polla, a punto de explotar, saltó golpeando su rostro y ágilmente se la metió toda a la boca, empezó a mamar de una manera increíble, jugaba con mi cabeza y chupaba cada centímetro poseído por la lujuria, sentía como llegaba hasta el fondo de su garganta y volvía a salir rápidamente, aceleró el ritmo de la mamada y lo detuve con mis manos.

-          AHHHG PARA! Para por favor… –dije entre gemidos

Me miró con malicia y me sonrió como planeando algo, en una milésima de segundo me dio la vuelta y ahora mis blancas nalgas estaban a su disposición, no tenía escapatoria… ya era suyo. No supe en qué momento se quitó su short rojo pero, cuando volvió a mí sólo sentí su respiración en mi cuello y una palpitante verga entre mis nalgas, estaba muy caliente y se la sentí muy grande y palpitante, me la imaginaba como una salchicha en un pan. Me besaba el cuello y las orejas haciéndome gemir. Mientras con una mano me agarraba el cuello, con la otra rozaba su gran polla entre mis nalgas, estaba masajeando mi culito virgen, mi agujero se expandía y se cerraba de la excitación, pidiéndome a gritos que la pusiera adentro.

Me restregó su cabeza en mi aún virgen ano, sintiendo como el precum me humedecía el agujero. Estaba extasiado y fuera de mí, cuando fue bajando con sus labios por mi columna besando suavemente cada centímetro de piel, hasta que llegó al lugar que más deseaba, tomó mis nalgas con sus manos y sentí como su respiración se acercaba a mi culo, puso su cara entre mis nalgas y soltó las manos dejando que las mismas abrazaran su cara, introdujo su lengua en mi esfínter haciéndome gemir y levantar el cuerpo para pegarlo más a él, necesitaba tenerlo allí, sentía como su lengua se metía sin permiso por mi cavidad anal de manera exquisita; abrió con sus manos nuevamente y se separó un poco esta vez para escupir en mi culito, sentí como su saliva se escurría por mis nalgas y me humedecían las bolas. Cuando se detuvo, supe que había llegado el momento.

-          Ya estas casi listo cariño –me dijo

Escuché como desenvolvía el preservativo, lo enfundaba en su polla y la ponía en mi entrada. Era grande y cabezona, tomé mis nalgas con las manos y las separé ofreciendo mi esfínter rosadito y palpitante, empezó rozándola un poco contra mí, me estaba poniendo a mil, mi respiración estaba muy agitada y mi cuerpo pedía a gritos que lo hiciera.

-          METELA POR FAVOR –le dije entre gemidos

Su cabeza fue presionando poco a poco contra mi agujero y, sentí como se trataba de abrir paso en mis entrañas, empujó suavemente sin detenerse, introduciendo cada centímetro de su miembro en mi interior. Se sentía muy caliente y me dolía como si me quemara por dentro pero aun así no quería que se detuviera.

-          Sigue… ahhhgg no pares por favor... cógeme –le dije suplicante

Unas cuantas lágrimas se deslizaron por mis mejillas cuando sus bolas por fin tocaron mis nalgas, ¡estaba en el cielo! Sentí cada centímetro de su polla palpitarme en el culo, quería que se moviera, me desesperaba tenerlo allí, ¡quería ser cogido!

-          Entonces te gusta la polla, ¿ahh? –me preguntó coqueto

-          Sii ahhg... –suspiré– ¡me encanta! –gemía y hundía mi cara en la almohada

Se empezó a mover suavemente y, si antes había tocado el cielo, ya no sabría cómo decir lo que sentí. Su verga empezó a follarme el culo de una manera increíble, su cabeza me perforaba el hasta entonces virgen agujero sin piedad, lo metía hasta el fondo –mientras gemía– y jalaba mi cabello castaño y lacio para agarrar impulso.

-          ¡Ahhg sí! –gritaba– ¡follame! –le pedía suplicante

-          ¿Te gusta el guevo perrita? – me decía al oído susurrante

-          ¡Me encanta! ¡AHHGG SÍ! ¡DAME DURO! –seguía pidiéndole

-          ¡Te cogeré como la perra que eres! –me susurró

Bajó una mano hacia mi abdomen y en un dos por tres me tenía en cuatro, se subió encima mío y metió una vez más su verga por mi culo –luego de yo ofrecérselo– y, siguió desvirgándolo esta vez mucho más fuerte que la anterior, cada estocada me gustaba más, sentí las venas de su verga en mi esfínter, su glande masajeando mi próstata, sus bolas chocar contra mis nalgas y su vello púbico chocar contra mi espalda. El sonido que producía era estremecedor, parecían aplausos descoordinados el choque de su guevo contra mi culo, me dio como Dios manda. Me dio la vuelta y esta vez puso mis piernas sobre sus hombros y me dejó descansar un poco; Se veía hermoso sudado y sonrojado con la respiración agitada mirándome, esperando por mí.

-          ¿Listo? –preguntó

-          Sí, follame de nuevo –le dije mientras ponía yo mismo su verga en mi culo y la dejaba entrar

-          Ahhhhg tu culito virgen es mío, que rico lo tienes –me confesó

-          Es todo tuyo –le dije en un tono muy orgásmico, su polla volvía a bombearme salvajemente

-          ¡Te daré tan rico que no podrás ni caminar!

-          Ohh… ¡SÍ!….. ¡¡sigue!! ¡¡SIGUEEE!! –grité– ¡Quiero toda tu polla dentro de mí!

Volvía a hundirla sin pena alguna y sentía como me tocaba el alma, como con su grosor expandía mi culo con cada movimiento salvaje.

-          Vamos… –gemí– ¡AFF AHHHGS SIGUE! –me estaba destrozando– ¡SOY TU PERRA!

-          ¿Ah sí? –dijo con los dientes apretados– ¿Eres mi perrita? –me pellizcaba los pezones mientras me decía esto

-          ¡Ohhh sí! ¡soy tu perra! –decía sin mesura– ¡cógeme! ¡quiero que me llenes de leche!

-          ¡Te preñare como la perra que eres! –dijo mirándome con furia.

El vaivén se hacía cada vez más rápido y nuestros gemidos ya eran incontrolables. Pegaba con sus bolas de toro en mis nalgas cada vez que me embestía y me penetraba con su verga gruesa, mi agujero era insaciable, mi cuerpo me pedía comer más y más guevo, ese hombre me estaba haciendo suyo, su cuerpo ya brillaba por el sudor y un exquisito olor a sexo inundaba la habitación; su mirada penetrante seguía clavada en mis ojos dejándome inmóvil ante su cogida. Él me masturbaba con una mano y con los dedos de la otra llenaba mi boca como si de una verga se tratara, no tardé mucho en venirme sobre mi pecho, retorciéndome aún con su polla adentro, sentí como la presionaba con mi esfínter durante cada trallazo de leche y, entre los gemidos que se ahogaban con mi boca llena de sus dedos.

Su ritmo aumentó mucho más y mi culo era embestido con todo, estaba siendo brutalmente follado por mi amante. Mi ano estaba recibiendo su merecido, lo que me gustaba, una polla bien gruesa y gorda, cabezona y deliciosa, palpitante y caliente, veía cerca su maravillosa corrida mientras me seguía bombeando.

-          ¡SIGUE! ¡AHHHG SÍ! –grité– ¡DUROO! ¡COGEME! –le decía implorando más.

-          ¿Quieres que te preñe perrita? –me preguntó con tono de satisfacción

-          ¡Sí! ¡PREÑAME! –suspiré– ¡LLENAME DE LECHE!

En una milésima de segundo sacó su miembro de mi agujero, se retiró el condón y lo volvió a meter de un solo golpe corriéndose brutalmente en mi interior. Sentí cada uno de los chorros de leche –unos 7 pude contar– entrar por mi culo y golpear contra las paredes de mi ano, con cada embestida que daba para que su semen llegara lo más lejos dentro de mí, ¡me sentía lleno!

Cuando sacó su polla un poco flácida de mi culito, cayó sobre mi lado y sentí un vacío en donde minutos antes había tenido su polla tiesa, me abrazo por detrás y me quedé dormido entre sus brazos.

- 12:00pm

Riiiinggg Riiiinnnnng….. Riiiinggg Riiiinnnnng….. Riiiinggg Riiiinnnnng…..

Desperté en la oscuridad y escuché mi teléfono sonar, me asusté pues pensé que sería mi mamá o pero aun… mi papá. Corrí a la sala, aún desnudo y, busqué el teléfono en la mochila, mi ropa estaba por todos lados y sentí un gran vacío por dentro.

-          ¿Aló? –dije un poco desconcertado

-          ¿¿DÓNDE HIJUEPUTAS ESTA MI DESAYUNO MALDITO BECERRO??? –escuché al otro lado del teléfono

-          Hey Ángela… estemmm –no sabía que decir –mira me tocó salir de emergencia, lo siento…

-          ¡AL MENOS HUBIERAS AVISADO!–bramó–ME ESCUCHARÁS CUANDO TE VEA –me amenazó

-          Lo siento, hablamos luego –colgué mientras escuchaba los gritos al otro lado.

Devolví mi teléfono a la mochila y, cerrando mis ojos me incliné sobre la barra de la cocina para refrescar la memoria. Mientras revivía lo ocurrido unas horas atrás en mis pensamientos, pasé una de mis manos por mi abdomen y noté como el semen de ambos se había secado, dejándome la sensación de que la piel se había pelado en esa área. Otra de mis manos se dirigió rápidamente hacia mi culo al sentir que algo me escurría entre las piernas, había un pequeño hilo de líquido blanco bajándome por los muslos que me hizo estremecer de pies a cabeza; busqué a mi alrededor algo con que secarme cuando escuché su voz a mis espaldas.

-          Has dormido como un bebé –me decía Giovanny mientras me sujetaba por la cintura, abrazándome por la espalda.

-          Ha sido fantástico, ¿sabes? –le dije mientras apoyaba mi cabeza sobre su hombro y noté que se había bañado.

-          Para ser tu primera vez me dejaste muy sorprendido haha –comentó, haciéndome sonrojar.

-          Me alegra que también la hayas pasado bien, no sabes lo feliz que esto me hace –le dije sonriendo y besándole el cuello

-          ¿Tienes que volver a clases? –me preguntó con tristeza, sacándome de mi trance.

-          Sí, debería estar en la universidad para cuando mi papá llegue a buscarme –mi tono era débil.

-          Me gustaría que probaras otra cosa antes de irte – me dijo apoyando su polla dura contra mis nalgas

-          ¿Ah sí? Haha –vacilé– ¿Qué se te ocurre ahora? –le pregunté juguetón

Me dio la vuelta y me miró a los ojos, su mirada dulce como la miel me hacía sentir tan estúpido…. Soltó el nudo de la toalla que cargaba y apareció una vez más su polla morcillona y gruesa, me sonrió pícaramente mientras dirigía su mirada hacia allí, era claro lo que quería. Tomó una de mis manos y la llevó suavemente hasta sus bolas, era la primera vez que tocaba unas ajenas a las mías! Eran tibias y velluditas, grandes y compactas. Me hizo acariciárselas mientras me comía la boca, introduciendo salvajemente su lengua, haciéndome sentir suyo.

Siguió moviendo mi mano y esta vez me hizo agarrar su guevo, era tal y como lo había sentido en mi ano horas antes, grande, cabezón y grueso, muy grueso… me separé de sus labios y mire lo que estaba masturbando, era precioso, una verdadera creación de la naturaleza, un guevo muy delicioso! Me quedé observándole y pajeandole por un buen rato, me percaté que sus manos ahora estaban en mis hombros, haciendo presión para que bajara un poco más, quería que se lo chupara.

-          Hey… sabes que nunca lo he hecho –dije sonrojado– me da pena –murmuré bajando la mirada.

-          Siempre hay una primera vez para todo –me dijo en su familiar tono seco mientras me hacía arrodillarme.

Fui bajando lentamente, hasta quedar de rodillas frente a la verga que hace unos instantes me había partido el culo. La hizo palpitar un poco como ofreciéndomela, la veía tan grande, tan jugosa y tan perfecta. La tomé suavemente con mis dos manos y aún sobresalía un pedazo de verga, empecé a masturbarlo lentamente mientras decidía que hacer primero, no quería meter la pata! Saqué con curiosidad mi lengua y puse su verga sobre ella, empecé a moverla un poco y parecía fácil, le besé la cabeza y suavemente comencé a introducirla en mi boca, sabia rico… no tenía un sabor exacto porque acababa de salir del baño, pero sí estaba muy caliente. Seguí lamiendo y chupando, esta vez me la tragaba toda hasta el fondo haciendo ruido con la garganta, estaba como poseído, noté que Giovanny puso sus manos detrás de mi cabeza y comenzó a llevar el ritmo de la mamada; Me estaba follando la boca literalmente, sentí como la baba me escurría por la comisura de los labios mientras su polla escarbaba mi boca y taladraba fuertemente, chupaba y chupaba, la saque un momento para respirar y seguí con sus bolas, me llevé una a la boca y luego la otra y seguía chupando, veía hacia sus ojos dulces y me estremecía su cara de satisfacción. Una vez más tomó el control de la situación y me hizo tragármela hasta el fondo y tenerla allí por unos segundos, aunque fueron eternos no quería que la sacara, lamia su glande, jugaba con su prepucio con mi lengua, le escupía la punta y chupaba como un becerro, sentí que palpitaba una vez más.

-          ¡Ahhh! –gimió– ¡Que rico la mamas putitooo! ¡ahh sí! –me decía– ¡Me voy a correr sigue así!

Seguí mamando y mamando hasta que sentí como la leche inundaba mi boca, estaba caliente y espesa, tenía un sabor amargo, su corrida había sido descomunal! Tenía la boca absolutamente llena! Por un momento pensé en vomitar hasta que vi su cara.

-          Ni se te ocurra… –me dijo desafiante – ¡TRAGA! –me ordenó con mirada seria.

Hice caso y de un solo golpe me trague todo el semen que había dejado en mi boca, no sin antes limpiar bien su polla, me levanté y le di un apasionado beso de esos que dicen “Me gustas” y, me quede observándole… sus ojos dulces una vez más me desnudaban aunque esta vez ya estaba desnudo. Rompió el silencio diciendo despreocupado:

-          Se te va a hacer tarde –me recordó mirando el reloj de la sala

-          ¡Cierto! Tengo que llegar cuanto antes a la universidad –dije recogiendo mi ropa del suelo

Me limpié y me vestí tan rápido como pude, él también se había puesto de nuevo su camiseta blanca y su short rojo. Lo miré con cariño y me abrazó, le besé una vez más pero esta vez fue muy diferente, era con amor. ¿Cómo una persona que tenía dos meses conociendo me había convencido de hacer todo lo que había pasado esa mañana? –Ni siquiera en mis más aventurados pensamientos llegué a imaginar lo que era capaz de hacer– alguien a quien sólo había visto una vez, ahora era mi amante. Me dispuse a dejar su apartamento, tomé el primer taxi que vi pero, tomé una ruta diferente, todo había salido de acuerdo al plan.

-1:00pm

Me bajé justo en frente de aquella casa roja que ya conocía desde hace meses, toqué el timbre y mientras esperaba saqué de mi bolso una rosa roja, chocolates, un pequeño oso de felpa y una tarjeta. Una chica muy sonriente me abrió la puerta y me saludó con un beso en la boca.

-          ¡Feliz San Valentín amor! –dije con felicidad y una sonrisa.