Diario de un salido (3)

De casa de mis padres a follar en un coche.

Diario de un salido.

Capítulo 3

Miércoles 5 de Abril.

Resulta que el día de hoy ha sido muy productivo. Me he llevado hasta la bronca de mi madre porque dice que no la voy a visitar mucho. Y aprovechando que yo estaba mazo de cachondo, que mi novia tiene la regla y que además no soporta a su suegra pues decidí ir a ver a mis padres y de paso llamar al pavo del coche para ver si podía quedar y vernos un rato.

Me pasé por casa de mis padres sí, pero cinco minutos. El tío me llamó al móvil y quedamos en una plaza cercana. Y allí estaba yo. El tío venía en su coche que reconocí al instante y sin bajarse insinuó con un gesto que me montara. Así lo hice.

Por cierto, ¿cómo te llamas? – pregunté en un intento de romper el hielo.

Me llamo Pedro, pero podría llamarme perfectamente Paco.

Ya… No, si yo lo digo por saber como dirigirme a ti cuando te llame al móvil.

Da igual, lo único interesante aquí es si tienes ganas de que te folle mi polla.

Hombre, pues sería interesante…¿Dónde?

Pues aquí, en mi buga. Me da morbo.

Y siguió carretera adelante hasta meterse en una especie de calle sin salida con aires de parking al aire libre. Y eran las diez y media sumidos en la oscuridad de la noche cuando Pedro (o Paco) me empezó a meter mano al paquete. Yo me dejaba hacer.

Frotó un par de veces su chándal contra mi vaquero. En un periquete ya estaba yo cachondo perdido. Me agarró de la cabeza y la llevó hasta escasos diez centímetros de su boca. Me escupió y yo me sorprendí. Acto seguido saqué la lengua y empecé a restregar lo que quedaba de su gapo y a metérmelo dentro de la boca. Pedro (o Paco) sonreía, parecía gustarle.

Saca la lengua- me ordenó.

Obedecí, no quería causarle mala impresión. Fue entonces cuando él también sacó su lengua y la pegó a la mía. Bruscamente. Me la metió muy fuerte. Yo empecé a forcejear también con la mía. Aquello parecía un combate de lenguas dentro de mi boca. Flipante. Me llevó la cabeza a sus pantalones de chándal y apretó fuerte contra su paquete. Yo no podía escapar por más que me estuviera asfixiando. El apretaba y apretaba. En un plís plás se bajó los pantalones. No llevaba ropa interior. Y casi sin querer me cogió de los pelos y tiró hacia arriba. Él se agarró el rabo y lo empinó hacia mi boca. Quedábamos a escasos diez centímetros otra vez pero esta vez no era su lengua lo que me esperaba.

Abre la boca, puta.- me dijo firme.

Era la primera vez que se la comía así que decidí emplearme a fondo. Tragué toda su polla a piñón. Él guiaba mi cabeza con su mano. La dirigía. Sacó su polla de mi boca y volvió a hacerme inclinar la cabeza. Volví a tragar. Hasta el fondo. Cuando no podía respirar era cuando más notaba la presencia de una mano ajena sobre mi cabeza. Hacía mucha fuerza el cabrón. De repente cogió sus dos manos y me sujetó fuertemente la cabeza. Inclinó su pelvis unas 400 veces en menos de dos minutos. 400 veces que su polla chocó contra mi paladar. "Traga, me decía".

Hubo un momento en que creí que se corría y creo que hasta él se lo creyó porque paró de golpe. Volvimos a porrearnos y a sonetearnos. Hubo incluso una sección dedicada a los lapazos. La verdad es que nos pusimos muy guarretes.

Pedro (o Paco) cogió su rabo y lo soltó de golpe sobre su camiseta. Y haciéndome un gesto con la cabeza me dijo que me sentara sobre ella. Yo lo hice. Cómo no. Me dolió un poco la primera sacudida pero poco a poco le fui cogiendo el tranquillo. La polla de aquel tío estaba a reventar. Y yo quise hacerle disfrutar por eso me desboqué y empecé a trotar muy fuerte y rápido sobre su polla. A mi culo ya no le importaba nada, solo quería sentir un rabete como aquel entrando y saliendo sin parar. Hay situaciones y situaciones. Aquella lo merecía. De repente veo por el espejo retrovisor dos luces al fondo. Inquieto paro de jadear y moverse.

¿Qué pasa, porqué paras?- me preguntó él.

Que viene alguien, tío.- dije nervioso.

Da igual, tu sigue – me ordenó.

Y yo seguí, pero con la incertidumbre de no saber si te verán o no. Estaba muy nervioso y las dos luces se acercaban cada vez más. Y más. Hasta que adiviné que se trataba de una camioneta de las de "Madrid limpio y verde". No se porqué me dio la impresión de que cuando pasaba a nuestro lado (mientras Pedro me daba cachetes para que le follara el rabo más rápido) aquel vehículo que yo tanto conocía pasaba tan despacio. Curiosos que se sorprendieron al ver el percal.

Cuando los de la camioneta se largaron de allí yo estaba a punto de correrme. Pedro (o Paco) cambió de postura ágilmente y me puso a cuatro patas en los asientos de atrás. Esta vez tardó un poco más en clavármela porque le apeteció juguetear un poco con su rabo y mi agujero.

Dime un número.- me dijo mientras soltaba un lapo que caía por la raja de mi culo.

¿Cómo?

Qué me digas un número.

El 8.

Y el tío empezó a hacer como si me metía la polla hasta siete veces entrando cada vez más dentro de mí. A la octava me la enchufó entera. Sus cojones chocaron contra los míos. Aquella embestida me mató y me empecé a correr sin tocarme. El tío al ver eso empezó a follarme fuerte y rápido. Tanto que al final se acabó corriendo. Me besó y eso me sorprendió. Nos vestimos y nos sentamos en los asientos de adelante. Él se encendió un piti y me ofreció a mí. Yo acepté. Arrancó y me llevó hasta mi casa. Sin decirnos nada.

Cuando estaba en la puerta de mi casa y me bajé del coche él no se piró. Se quedó esperando y cuando vio que entraba en el portal me llamó. Salí y él bajó su ventanilla.

Por cierto, me llamo Paco.

Y se piró.

Cuando subí a casa mi novia estaba viendo la tele y no le dije ni qué haces ahí. Cuando está en esos días, lo mejor que puedo hacer es jartarme a porros y pasar de ella.

En fin, hasta mañana.