Diario de un salido (1)

Se narran las peripecias de un tio que dedica su tiempo libre única y exclusivamente a follar.

Diario de un salido.

Capítulo 1

Lunes 3 de Abril.

Siempre me ha parecido una chorrada esto de los diarios y tal pero resulta que mi novia se enteró de que yo no tenía y decidió comprarme uno. Como bien dice ella es una herramienta que ayuda a la gente a conocerse un poquito mejor. Y lo mejor de todo es que nadie tiene acceso a la información que en él se deposite. Es decir, todo un confesor de mis peripecias diarias extra-heterosexuales. Porque sí, yo me considero hetero básicamente porque jamás me he podido enamorar de un tío pero en realidad me follo a cualquiera que me ponga cachondo.

Por ejemplo hoy. Acabo de trabajar (soy jardinero en Madrid) y cojo el coche para pirarme a mi keli. No se porqué pero siempre que me detengo ante un semáforo me da cierto morbo observar a los conductores de los vehículos que tengo al lado. En el primer semáforo no había nadie interesante, un par de cincuentones a mi derecha y una chavala bastante pija a mi izquierda. En el segundo que paré solo tenía un coche a mi derecha. En su interior iba una pareja. Parecía que escuchaban música porque ella hablaba sin mirar al chico, que por cierto estaba muy bueno. No tendría mas de 25 años, rapao y con un tatuaje en el brazo que sujetaba la ventanilla. La piba se coscó de que estaba observándoles y le dijo algo al chaval que automáticamente me miró. El semáforo se abrió y yo pasé de largo. El coche de la pareja se puso detrás de mi y en el siguiente semáforo noté un ligero golpe. Sin pensarlo me bajé del buga y fui directo a ellos mazo de cabreao. El chaval bajó la ventanilla.

  • ¿Qué pasa?- me preguntó el chaval ante la atenta mirada de la piba.

  • No, que hostias te pasa a ti. Me has zumbao por detrás.- Contesté de mala hostia.

  • Se me fue el freno tío.

  • Pues que no vuelva a pasar.

Y me volví. El semáforo se abrió y ambos continuamos nuestro camino. Yo no podía quitar ojo de aquel volvo rojo que me perseguía. Así fue como observé que el coche se paró y la tía se bajó de él dándole antes un muerdo en la boca al pibe.

Y fue en el siguiente semáforo cuando a mi izquierda tenía al volvo rojo con el chaval con pinta de baboso mirándome fijamente. Bajé la ventanilla. Él hizo lo mismo.

  • ¿Qué? - pregunté.

  • ¿Te mola que te follen?

La pregunta me dejó tonto. No supe que contestar ni qué cara poner. Solo dije "Sígueme".

A los veinte minutos estábamos entrando en mi keli (vivo solo). El tío no abrió la boca na más que pa comerme todo el rabo porque yo, nada mas abrir la puerta me despojé de los pantalones y los calzoncillos.

  • Me gusta comer polla pero no es lo que más me pone. ¿Me dejas petarte? – dijo el chavalote.

  • ¿Y es que no que?

  • Te petaré de todas formas.

Opuse resistencia y el tío me puso a cuatro patas, sus brazos me dominaron por completo y en dos movimientos rápidos me empezó a comer el culo. Yo flipé, ni mi novia me lo come tan bien. Buscó algo en su bolsillo, algo que no pude ver qué era pero si sentirlo, porque en medio minuto lo introdujo por completo dentro de mi culo dilatado. El tío empezó a aplaudir.

  • Lo tienes todo dentro. Muy bien. Ahora sácalo.- me ordenó.

Me cogió de las nalgas para ver bien mi agujero y haciendo esfuerzos lo saqué. Se trataba de un llavero con forma de bola de plástico. El tío me cogió de la cabeza y la aplastó contra el suelo. No lo podía creer, estaba en el descansillo de mi keli a dos patas y con la cabeza haciendo el equilibrio contra el parquet. En dos segundos noté la primera enculada. Me la metió de golpe y ni me dolió. Le podría medir perfectamente 17cm y no era muy gorda pero con la primera embestida llegó a tocarme la próstata y casi me corro. El tío se volvió loco.

  • ¿Te gusta que te follé rápido o lento?

  • Como sea pero hasta el fondo.- respondí.

El tío empezó a follarme metiéndome todo su rabo hasta el final. Lentamente y haciendo fuerza al final cuando sus huevos chocaban contra mis cachas.

  • ¿Eso es todo lo que sabes hacer? - le pregunté con sorna.

De repente la marcha cambió y aquel conductor de aquel volvo que me había encontrado aquella tarde en la m30 con su piba me empezó a insultar.

  • Cabrón te vas a enterar ahora quién manda aquí.

Y el tío empezó a follarme a una velocidad que ni yo mismo recuerdo. Y sin dejar de rozarme con la punta del rabo lo más profundo de mi cuerpo. Con tres sacudidas lentas y fuertes se corrió.

  • Lo ves putón, mira como sale mi lefa por tu culete...

Me giré sin dejar la posición de cuatro patas y pude ver como el chaval estaba apuntando a mi culo con un móvil. No le dije nada.

A los dos minutos se levantó, se puso los pantalones y yo también hice lo mismo.

  • Me piro que esta noche tengo que rendirle cuentas a la parienta. ¿Me das tu teléfono?

  • Sí.

Se lo di y se piró.

Creo que es una buena forma de relajarse después del curro. Y también una buena forma de estrenar mi diario.

Hasta mañana.