Diario de un Prisionero IV: y todo dio un giro...

¿Dónde estarás, mi amado Pablo?

Antes de empezar, quiero disculparme por la tardanza, pero este capítulo ha sido todo un reto para mí, ya se verá por qué, por no decir el inconveniente de no tener ordenador propio, además, es uno de los más largos que escribo, así que compensa un poco jajaja sin más, mis doncellas, caballeros:

Diario de un Prisionero IV: y todo dio un giro inesperado…

[Para este relato, “La nena” de Arjona, para seguir la costumbre jajaja]

A San José  8 de mayo de 2020

Mi muy amado Pablo,

Hoy fue el peor día de mi vida, te lo contaré y así recordarás por qué estoy yo escribiendo tu diario, cuando deberías escribirlo tú.

Como tus padres estaban fuera habíamos dormido en tu casa, bueno, realmente no dormimos, pero lo disfrutamos mucho, me hiciste tuyo y todavía tenías ganas para pedirme que te hiciera mío, sabes que yo haré todo lo que me pidas, así que te complací. Pero bueno, eso ya no importa mucho, la verdad. Al final nos levantamos cuando sonó mi celular, lo que indicaba el final de nuestro paraíso bajo las sábanas y el inicio de un nuevo día.

No sé por qué, si siempre te acompaño, pero hoy decidí no ir contigo, no tenía clases y aunque luego el chofer me llevaría donde yo quisiera, hoy pensé que mejor me quedaba con mi suegrita y le ayudaba a prepararte un almuerzo de lujo, un almuerzo que nunca comiste…

Te fuiste con el chófer y en cuanto el carro entró a la autopista, justo enfrente del parque de la Sabana, oímos un disparo y el golpe de un carro contra un árbol, no sabíamos qué hacer, pero Sergio y yo corrimos a la puerta, en espera de ver qué había pasado, esperando en el corazón que no tuviera que ver contigo.

Pero, desgraciadamente, sí tuvo que ver contigo: el carro estrellado era el tuyo. Intentamos correr a buscarte y auxiliarte, pero mi suegrita nos lo impidió, dijo que era mejor que no interviniéramos para no entorpecer el trabajo de los cruzrojistas y bomberos y, mucho menos, el de la policía. Al final tuvo razón y no pudimos hacer otra cosa que acercarnos a la escena e identificarnos. Al principio no nos hicieron mucho caso, había otra cosa más importante: ¡no estabas! Pero uno de los bomberos era Marco y él sí que se fijó mejor y vio que la puerta junto a tu asiento estaba medio cerrada, como si alguien la hubiese abierto y no la hubiese podido cerrar después. Eso era muy sospechoso y nos preguntaron si sabíamos de alguien que te persiguiera; de inmediato los tres dijimos “Quique”. Nos pidieron datos, que entre Sergio y yo los facilitamos, incluso les dimos su número de teléfono y ellos se fueron murmurando entre sí…

El resto del día ha sido espantoso, llamadas a tu familia, a la mía, incluso a la de mi suegrita, pero sólo para informar que desapareciste, ninguna acerca de tu paradero. Sergio y yo nos encargamos de tus amigos y compañeros de la universidad, pero aun así ha sido pesado para todos. Pero por fin ya nos hemos retirado a dormir, fue cuando encontré este diario y pensé que te gustaría continuarlo, así que ahora que no estás, lo haré yo por ti.

Te extraño,

Andrés.

A donde sea, el día que sea…

Mi amado Andrés:

Desde que me secuestraron, mi vida ha sido una tortura, ya no se ni en qué día vivo ni nada, sólo sé que te amo y te extraño. Mi secuestrador usa un modificador de voz, así que supongo que es alguien que conozco y no quiere que lo descubra.

Sólo sé que después del disparo que mató al chofer, pobre Luis y pobre su familia, él no se lo merecía, era buena persona y no hacía nada mal. Pero en fin, que después del disparo, cuando el carro se estrelló contra el árbol, una mano con un guante de cuero que sabía a pólvora (supongo que del disparo, lo averigüé cuando intenté morderlo para que me soltara); en resumen, he logrado deducir que trabaja solo. Te preguntarás cómo le hago para escribir, pero bueno, en realidad es sencillo: él sabía de mi diario, cosa que no sabías ni tú, quien fuera, me ha vigilado demasiado bien. No tengo idea de él más que su altura, es un poco más bajo que yo, pero me domina con un arma…

Ahora vivo en un pequeño cuarto de 4 x 3 en dónde lo único que hago es llorar y decirte que te amo mientras acaricio tu fotografía: tenía una en la billetera y no sé por qué fue lo único que me dejó conservar. Me dijo que hoy era 27 de mayo, o sea, nuestro segundo mes y no estaré contigo, perdóname, mi vida, de veras que quiero estar contigo, pero este hombre nos lo impide…

Pero lo peor vino cuando, según mis cálculos, sería la noche de ese día, puede que incluso fuera la misma hora en que me hiciste tuyo por primera vez,  la misma noche que quisiste ser mío. Es algo tan horrible que no puedo describirlo en una sola palabra, necesito contártelo todo, por doloroso que sea:

Estaba llorando, viendo tu foto y pensando lo lejos que estás cuando él entró en la habitación y me vendó los ojos y me dijo que me tenía una sorpresa, pero que al menor signo de resistencia ¡bang!, iba a tener una onza más de plomo en mi cuerpo. No tuve otra opción, lo vi venir, pero era aguantar eso o morir y, para serte sincero, tengo la esperanza de volver a estar a tu lado, así que me la “banqué” como dicen los argentinos y cuando su polla quiso irrumpir en mi boca, la dejé entrar, preferí comérsela, a lo mejor con eso se contentaba, pero no, después de que me hizo tragarme su lefa, me arrancó la ropa y recorrió todo mi cuerpo, besándolo, haciendo que cada poro de mi piel gritara al ver mancillado el cuerpo que siempre había sido tuyo y que ahora era profanado por esa boca lujuriosa que buscaba saciarse sin importarle mucho lo que yo sintiera.

El hombre este, al ver que mi polla dormía el sueño de los justos, se enfundó un preservativo y abrió la boca por primera vez:

-Ya que no quieres mi virginidad, te poseeré, pero no confío en tu noviecito, así que mejor me protejo… -usó un tono tan despectivo para referirse a ti que pensé que era Quique y entonces volvieron a mi cabeza todos los recuerdos de él vigilándome, pero él no había terminado de hablar- ¿lo quieres por las buenas o por las malas?

Ya que me iba a violar, preferí que me hiciera el menor daño posible, así que me puse en cuatro, pero al tener los ojos vendados, no podía ver por dónde me vendría, así que me sorprendió cuando me tomó delicadamente por la espalda y me hizo girar hasta que quedé mirando hacia otro sitio. “Te mueres por una verga de verdad, pero no sabes ofrecerte”, me dijo. Me sentí fatal, porque muero por una verga, sí, pero la tuya; pero, ¿cómo podía comprender eso alguien que me estaba violando?

En fin lo que menos me esperaba, fue que el hijeputa me preparara, primero me dio un beso negro y cuando sentí su lengua en mi culito me sentí el hombre más sucio del planeta, mi cuerpo era poseído y no por el hombre que amo, en el momento que sentí sus dedos intentar dilatarme empecé a llorar, no pude evitarlo, me follaban y no era mi novio, me sentí la peor basura del mundo.

En el instante en que me penetró, fue tal el asco que sentía de mí mismo que me vomité, sé que no soy el hombre que te mereces, pero te amo y sentirme poseído contra mi voluntad me hizo sentirme todavía peor. Pero él no fue indiferente a mi reacción y me golpeó en la nuca y me dijo que estaba bien que me gustara que era lo que los dos hemos deseado toda la vida, pero no lo expresara así, que mejor gimiera y gritara que le amaba. Volví a llorar, ¿cómo podía creerse este tipo que lo amo? Pero, dijo que “era lo que los dos habíamos deseado toda la vida…” entonces es… pero no es posible, no, no puede ser… mientras yo le daba vueltas a todo eso, el terminó, por suerte se había puesto condón, así que no me hizo sentir peor de lo que ya estaba, tu semen es el único que conoce mi culito. Él se vistió y se fue, no sin antes decirme que esta no sería la única vez, porque de ahora en adelante sería suyo y de nadie más que él.

Amor, tengo miedo y quiero salir de aquí,

Pablo.

A San José, 27 de septiembre de 2020

Mi perdido Pablo,

Han pasado casi cinco meses desde que te secuestraron, pero no he tenido corazón para escribir tu diario, sólo ver tu escritura me hace llorar, pero tengo que hacerlo me prometí que no dejaría que tu diario se volviera historia y esta es la segunda vez que te escribo…

Al mes o así de que te secuestraran, llegó una carta anónima pidiendo un rescate por ti, pedían 125 millones de colones, unos 250.000 dólares, una suma exorbitante que ni entre tu familia y la mía podíamos pagar. Dimos aviso a la policía y rastrearon la llamada, no nos dijeron de dónde venía, pero nos dijeron que ya tenían un sospechoso muy probable. Mientras tanto, mi padre me dijo que era evidente que había amor entre nosotros, porque el secuestro no me impedía amarte, así que él aprobaba la relación y podía irme a tu casa mientras fuera necesario.  Desde entonces paso las noches en tu habitación, llorando y abrazado al osito de peluche que te regalé, así durante el día puedo ser fuerte y enfrentar a los preguntones.

Las cartas siguieron viniendo, puntualmente, cada dos semanas la carta pidiendo el rescate, pero aumentando 5 millones de colones (10 mil dólares) cada carta, con lo que ya son 150 millones (320 mil dólares), estábamos locos, no sabemos qué hacer, tu pobre padre está que vende hasta lo que no tiene, pero la policía no lo deja; tu madre, siempre tan fría, va a psicólogo casi todos los días, por otra parte, mi suegrita se la  pasa llorando y Sergio tiene los nervios destrozados, reacciona a casi todo con violencia, yo me siento solo, abandonado, te extraño, te amo y daría lo que sea por estrecharte entre mis brazos otra vez…

Resulta que ayer nos llamó la policía, que habían encontrado un almacén donde era muy probable que estuvieras y que hoy inspeccionaron, nos pidieron que fuéramos por si estabas tú, para acogerte. También dijeron que el sitio se encontraba en muy mal estado y pedirían ayuda a los bomberos para evitar cualquier accidente…

Todo dispuesto, tus padres, Sergio y yo estábamos en la delegación policial en que nos citaron para ir al almacén, tu madrecita no quiso venir, dijo que no estaba segura de poder resistirlo y que además así podría hacerte una lasaña como pocas. Lo entendimos perfectamente, la impresión sería demasiado fuerte para ella si no estabas, o estabas herido. Pero bueno, al final, subimos a las patrullas y salimos hacia el aeropuerto. De repente, las patrullas (y la ambulancia y el carro de bomberos que venía preparado para cualquier cosa), se pararon en medio de la nada y tomaron las precauciones necesarias para continuar a pie. Así pues, nos internamos en un terreno valdío y a como dos kilómetros el terreno bajaba, de forma que no se veía el almacén desde la autopista, a simple vista le di la razón a los policías, el edificio estaba que se venía abajo al menor soplo del viento, sólo podía esperar que, si estabas ahí, estuvieras bien. Los bomberos y policías rodearon el almacén, ojo avisor a lo que sucediera, en cambio, nosotros nos quedamos con los de la ambulancia enfrente de la entrada principal. Dos policías, que estaban con sus pasamontañas, igual que los demás, se internaron en el almacén. Fue la peor media hora de mi vida, todo era silencio, todos expectantes mirando a la puerta, de pronto, sonó uno de los radios pidiendo refuerzos y seis policías más entraron, unos minutos después, salió un policía contigo abrazado y los demás rodeaban al secuestrador, era Antonio. No lo podía creer, ¿no se suponía que Antonio te amaba? ¿Cómo te hizo esto?

Yo me moría por abrazarte, por decirte que todo estaba bien, pero no quise adelantarme a mis suegros, a fin de cuentas, son tus padres y tienen todo el derecho del mundo, pero tú me viste y te lanzaste a mí, me abrazaste, me besaste y me dijiste que me amas. Yo sólo pude abrazarte y hacer que te sintieras cómodo, lloraste un poco, pero pronto dejaste de llorar y me volviste a besar, entonces, se acercó el sargento a cargo de la operación y nos dijo que Antonio había dicho el porqué del secuestro: si tú no eras suyo no serías de nadie, mucho menos mío, así que se trataba de un delito de índole pasional. Así mismo, nos dijo que nos debía una explicación y llamó por señas al policía que te traía abrazado, el sargento le ordenó quitarse el pasamontañas (era para que no lo identificara Antonio, no nosotros), en cuanto el chico lo hizo, Sergio, tú y yo nos quedamos de una pieza: ¡era Quique! ¡No lo podía creer! Está bien, Quique siempre me pareció que no necesitaba el ejercicio, cuando se incorporó al equipo, a inicio de año, ya estaba en forma, aunque no le dijimos nada porque nunca está de más cuidarse, pero esto no me lo esperaba. De inmediato le interrogamos sobre su actitud y dijo que tu papá había puesto una denuncia porque un cliente suyo que no resultó satisfecho con una compra amenazó con matarte, pero que mientras te vigilaba vio que Antonio se comportaba muy sospechoso respecto a ti. De hecho, cuando estuvo en su casa, lo que pretendía era averiguar dónde te conoció y demás, pero no consiguió nada. Sergio, tú y yo nos lanzamos a él y lo abrazamos dándole las gracias por todo, incluso le diste un beso en la mejilla y le despeinaste un poco, lo que lo puso completamente rojo.

Sergio lo abrazó de nuevo, agradeciéndole el haberse preocupado por ti, su hermano, cuando oímos una voz “Sergi, me pongo celoso o me alegro porque valoras nuestro trabajo”, era Marco, nos contó que, en cuanto supo para qué los quería la policía, se ofreció voluntario y estaba a cargo de la unidad presente. Una nueva ronda de abrazos para él (Quique también repitió jajaja) y le hicimos prometer a Quique quedar para un café, le dijimos que queríamos ser sus amigos de verdad.

Al final te diste cuenta de que no le habías dicho nada a tus padres, así que nos dirigimos a ellos y la cosa fue extraña para los que no los conocen: tu madre sólo te dio un beso y te dijo que se alegraba de verte bien y tu padre te estrechó la mano sin abrir la boca. De un cabeceo, mi suegrito indicó que podíamos irnos. Los de la Cruz Roja te llevaron a la Corte (tenían que hacerte un chequeo para el juicio), me fui contigo en la ambulancia y todos se fueron a casa, para preparar el recibimiento. En la ambulancia les dijiste que estabas bien, que Antonio pese a todo te había cuidado, el único daño que tenías eran las violaciones. Mientras tanto, los cruzrojistas midieron tus signos vitales y corroboraron que estabas bien, entonces uno de ellos, Camilo, según dijo, te dio una Coca-Cola asegurándote que era la mejor medicina que conocía. Fue muy gracioso y nos reímos hasta llegar a la Corte, allí te hicieron todas las pruebas, incluidas las de violaciones; que dio positivo, te había violado el ayer.

Finalmente volvimos a casa, mi suegrita se te tiró encima y te llenó de besos, tu padre te abrazó por segunda vez en su vida y también te llenó de besos, hasta soltó un casi inaudible “te amo, hijo” y tu madre te abrazó, cosa rarísima en ella. Entonces pediste de comer y la nana dijo que todo estaba pronto; nos fuimos al comedor y hasta habían sacado la cubertería de plata, porque era el día más importante de nuestras vidas, yo reparé en que habían más puestos que personas (y eso que Sergio y la nana comerían con nosotros), pero te veías tan radiante ante la mesa puesta que no me importó, justo íbamos a sentarnos cuando sonó el timbre y la doméstica trajo consigo a mis padres, a Marco y a Quique;  “bueno, ya está la familia completa” dijo tu madre, radiante. Mi suegrita hizo lasaña (la ocasión lo ameritaba), con lo que te comiste cinco platos y te robaste parte del mío, pero estabas tan contento que nadie se fijó en eso. Después subiste a bañarte y es el momento que aprovecho para escribir esto, aunque ya te oigo terminar y me daré prisa para que no lo notes, o al menos no lo tomes a mal.

Feliz de encontrarte y eternamente tuyo,

Andrés.

A San José, 28 de septiembre de 2020

Mi amado Andrés,

Cuando Quique me liberó ayer, no podía creerlo, porque nada más salir de ahí y verte, fue lo mejor, no me importó nada más, después de lo que ese hijueputa de Antonio me hizo, te necesitaba, necesitaba saber que me perdonabas las violaciones, el desaparecer, que todavía me amas. Y lo demostraste. Cuando salía del baño, te encontré con mi diario en la mano, me preguntaste que qué era ese libro, pero viendo que tenías un bolígrafo en la mano, supuse que habías escrito algo, así que te dije “es mi diario” y te lo arranqué de las manos, vi las dos páginas que habías escrito y pude ver que todavía me amas, que mi caballero es todo un héroe. Tuve que besarte, es que te amo tanto, que si no te beso, estallo. Cuando dejé de besarte, pude ver que había algo en mi cuarto que no estaba antes: había una estantería sobre mi escritorio en la que habían cinco ositos de peluche, cada uno decía te amo en un idioma diferente (o eso pude leer en español, inglés, italiano, francés y portugués), cuando me volví a preguntarte por ellos sacaste uno de tu mochila, este venía en catalán: “T’estimo”, te besé de nuevo y me dijiste que cada uno representaba un mes en que te había hecho el hombre más feliz del mundo por dejarte amarme. Me derretí y te dije mostré la página que te había escrito durante mi “cautiverio” y la guardaste entre el diario y luego me dijiste que eso no importaba, lo importante es que nos amamos y lo demás puede irse mil veces al carajo, entonces te dije que ya que no había podido comprarte nada, te regalaba mi cuerpo, mi vida, mi corazón y todo lo que soy. Tú, siempre tan detallista, te desnudaste, me desnudaste y nos acostamos en la cama, recostaste mi cabeza en tu pecho, de forma que me abrazabas y me hacías sentir todo tu calor, de alguna forma cubriste nuestros cuerpos con una sábana y me dijiste "ya que eres mío, te cuidaré y hoy, más que sexo, necesitas amor". Me derretí, es la verdad, y busqué tu boca y me dejaste besarte todo lo que quise hasta que nos dormimos.

Hoy el día ha sido un poco complicado, me la he pasado todo el día en los tribunales, la policía, los psicólogos, psiquiatras, terapeutas y demás especialistas que determinarán la mejor forma de ayudarme a solucionar esto. Lo bueno es que estuviste conmigo todo el día y me sacaste muchas sonrisas y besos que alegraron mi día. También pasamos por la estación de policía y le llevamos una moto a Quique que convencí a mi padre para regalársela en agradecimiento por todo lo que hizo, debo reconocer que fue tu idea, pero es que pega tan bien con su forma de ser, ese aire rebelde y travieso que deja entrever en su ternura que no se me ocurrió nada mejor.

Por la tarde visitamos a la familia de Luis, el chofer, y les dimos el pésame y llevamos un ramo de rosas blancas a la tumba, me sentía fatal por su muerte, era lo mínimo que podía hacer. Lego fuimos a cenar y volvimos a casa, hoy tampoco quisiste dejarme solo y dormiste conmigo, aunque no hubo sexo hoy tampoco, cosa que te agradecí, porque todavía me siento sucio de Antonio y no me siento como para estar contigo.

Tu feliz y amado novio,

Pablo.


Gracias por leer!!! Este es un capítulo que ha sido un reto para mí, porque nunca había escrito una violación, pero tuve ayuda: Roth Halliwell, Inexperto18, Samdr y la inspiración que me da el amar a mi esposo Camilo Andrés, claro está… también debo agradecer a Unlinked, que me dio una idea de cómo presentar la violación en su último capítulo de Kindan no Koi.

No creo que necesite decir nada más sobre el capítulo, sólo os agradezco que os toméis la molestia de valorar y comentar, que así sé si os ha gustado…

Anderson