DIARIO DE UN HETERO, Un secreto a varias voces(11)

Luca, un abogado de 29 años comparte piso con Joel, un chulito de 22. Los dos, heteros, ególatras y arrogantes se ven abocados, por una apuesta de gallos, a toda una serie de acontecimientos relacionados con el mundo de la dominación sexual que no esperaban. ¿Serán capaces de controlar la situación?

Viernes, 23 de Febrero del 2018

Cuando Aiden volvió de lavarse las manos en el baño habilitado en aquella sala, o mazmorra, como él la denominaba, yo estaba agachado buscando la manera de soltar a Joel. Tarea imposible. El modelo de las esposas eran similares a las que usa la guardia civil y, por tanto, ya podía hacer mucha fuerza, que no iban a soltarse.

  • No me tomes por un aficionado de la dominación. Esto no es solo un juego - dijo Aiden al verme intentando soltar aquello mientras se colocaba bien los puños de la camisa por debajo de las mangas de la americana.
  • Pues suéltale tú - dije yo con un tono de voz neutro. No quería mosquearlo. Él sabía lo que hacía, a pesar de su juventud, y encima, estábamos en su terreno.
  • ¿No confías en mí? - me dijo haciéndose el sorprendido mientras miraba como me levantaba.
  • No te conozco de nada para tener que hacerlo. Además, te recuerdo que la primera vez que nos vimos me trataste como a una de tus mierdas - dije señalando al esclavo que estaba en la jaula debajo de la cama y que se había acercado a donde estábamos nosotros para ver qué pasaba.
  • ¿Me dejas recordarte que eras tú quien estaba hurgando en mi bolsa sin permiso? - comentó con una risa inocente en sus labios. Me agarró del brazo e intenté retirarlo - No voy a hacerte nada - dijo estirando suavemente de mi brazo, remangándome y poniendo su reloj digital en mi muñeca - La puerta se ha bloqueado a las 19.47 y son y 53. A partir de las 20.47 podrás abrirla y salir de aquí de dos maneras; o con tu amigo e iros a casa, o conmigo y te invito a una rica cena preparada por mi esclavo dejando a tu colega aquí dentro. Tú eliges - terminó de decir mientras se ahuecaba los rizos del flequillo hacia un lado.
  • ¿Crees que voy a dejar a Joel aquí? Estas loco, dije apartándome de los dos y caminando hacia el baño.

La cara de Joel era de intentar entender la conversación. Claramente no estaba entendiendo ni media palabra y yo no se la traduje. Entré en el baño y me lavé las manos como había hecho Aiden. Estaba sudando. Hacía bastante calor en esa habitación y el sofoco que estaba sufriendo me dio por pensar en la posibilidad de alguna otra forma de salir de allí. Si hubiera algún problema, un incendio, alguna urgencia o ocurría cualquier cosa grave y la puerta estaba bloqueada te imposibilitaba salir con rapidez. Por tanto no era de extrañar que hubiera otra salida. Y más con los meticuloso que era ese chico. Empecé a agobiarme un poco. Nunca había tenido claustrofobia ni nada parecido, pero tener la sensación de no poder escapar de un sitio me estaba provocando sudores fríos. Cerré la puerta del baño y empecé a respirar hondo. Y a intentar sacar de mi cabeza todas aquellas ideas que me estaban produciendo angustia y estrés. Tras unos segundos de ejercicios respiratorios me solté la corbata y la metí en un bolsillo de la americana. Ya no me acordaba de que horas antes había estado en un juicio del que salí corriendo por la llamada de Joel. Intenté recordar lo que ocurrió en los juzgados para dejar de pensar en mi situación actual. Pero imposible, solo me recorrían ideas sobre todo lo que estaba pasando, no solo en estar encerrado; sino en Joel, en nuestro comportamiento actual con relación a otros tíos, en las humillaciones y en Aiden y su extraño pero “adictivo” carácter. Me quité la americana y la camisa y comprobé, como me temía, que ambos cercos de sudor en ella confirmaban mi situación de nervios y agobio. Pensé en aprovechar la hora y ducharme, pero no quería dejar mucho rato solo a Joel con Aiden, así que descarté la idea a pesar de haber todo un catálogo de diversas toallas, jabones y productos de baño perfectamente ordenado en un armarito blanco. Me fijé también en las cuatro argollas de la ducha en las que seguramente ataría a sus esclavos para lavarlos y/o torturarlos con agua, lo que me ayudó a descartar la ducha por completo. Daba escalofríos. Dejé la americana y la camisa sobre el bidé y volví a abrir el grifo para echarme agua por el cuello y refrescarme la cara y la cabeza. Las gotas de agua corrían por mi pecho y mi abdomen, perdiéndose en mi pantalón, así como las de la espalda se perdían en la parte trasera. Ya, más relajado y más fresco, volví a ponerme la camisa sin secar las gotas de agua de mi cuerpo y, a su vez, mojando un poco la camisa con estas. Agarré la americana con la mano izquierda y salí de baño. Entonces comprobé otra característica de aquel lugar. La insonoridad. El baño, con respecto al resto de la “mazmorra”, estaba insonorizada, y cerrando la puerta se dejaba de escuchar lo que pasaba en la otra habitación. Deduje que lo mismo ocurriría con el interior y el exterior, que desde la habitación de Aiden nada se escucharía de lo ocurrido dentro de la mazmorra, y viceversa. No me sorprendió. y todo esto lo deduje porque Aiden había cambiado de postura a Joel; más bien lo había colocado de pie en la misma columna, pero si antes estaba sentado en el suelo apoyando la espalda en los barrotes de la jaula bajo la cama, y sus manos estaban esposadas a la parte inferior de la columna a la altura del colchón, ahora sus manos estaban atadas a las mismas esposas, pero esta vez enganchadas en otro aro en la parte alta de la columna, obligando a Joel a estirarse completamente desde los brazos hasta los pies. Estos tocaban el suelo sin problemas pero no estaría muy cómodo, ya que al estar completamente estirado, el cansancio aparecía temprano. Me di cuenta que cada columna tenía un aro en la parte inferior como superior. A aquel lugar no le faltaba un detalle.

  • ¿Estás bien? - me preguntó Joel nada más verme salir del baño, observando la nueva escena.
  • Tú eres el que está atado -le respondí mirándole a él primero y después a Aiden en busca de una explicación que no llegó.
  • Estaba más cómodo sentado, pero bueno, al parece mi opinión cuenta poco - dijo con un tono relajado. La camiseta se le levantaba a mitad de abdomen y dejaba ver parte de su tatuaje púbico.
  • ¿Vas a dejarlo toda la hora así? - pregunté a Aiden cambiando al inglés.
  • ¿Por qué? - preguntó extrañado- ¿Lo ves incómodo, acaso?

La verdad es que la incomodidad de Joel parecía provenir mayormente de la postura que de la situación, pues a pesar de que los músculos sí los tenía agarrotados, la expresión facial no proyectaba agobio, enfado, frustración o miedo. Sentimientos lógicos ante una situación así. Por otro lado, Aiden no se estaba comportando como un capullo integral. Vale, había atado a mi compañero de piso cuando intentó salir, pero estaba siendo muy educado conmigo y me daba confianza, tanto con expresiones y formas de tratarme como con gestos como el ofrecerme su reloj para que cuando fuera la hora saliéramos de allí.

  • Entonces, pasada la hora, sueltas a Joel y nos vamos de aquí, ¿ese es el trato no?
  • Claro, si esa es la decisión que quieres tomar, esa será - dijo agarrándome la americana que aún sostenía en mi mano y llevándola cerca de la puerta donde la colgó en un gancho de madera. También se quitó la suya y allí mostró una camisa blanca completamente ajustada a su cuerpo donde se apreciaban a la perfección, biceps, triceps, abdominales, pectoral, hombros… claramente la camisa se la habían hecho a medida porque se ajustaba a la perfección a una musculatura propia de un ganador de fisioculturismo en la que las ondas de sus músculos no resquebrajaron los hilos de la prenda y se acoplaban a ella como una tela elástica. Como una segunda piel.

Arremangado la camisa hasta la mitad del brazo, fue hasta el chico al que Joel había azotado y que él remató con un solo golpe y, tras un puñetazo en el estómago que hizo que se doblara todo lo que las argollas dieron de sí, le quitó la bola de la boca y soltó las cuatro argollas de sus muñecas haciéndolo caer al suelo por el dolor infligido por el golpe. Y arrastrándolo del pelo, obligó a aquel chaval a gatear rápidamente chocando sus rodillas con sus brazos hasta ponerlo frente a Joel. Chasqueó los dedos y el esclavo se puso de rodillas dándome la espalda y mirando fijamente a mi colega. Entonces Aiden se separó y fue al lateral opuesto de la cama donde nosotros estábamos. De uno de los cajones de la mesita de noche sacó una llave y abrió una puerta que no llegué a ver. Una puerta de la jaula bajo la cama y, como al primero, arrastró al segundo esclavo aún más joven junto a su compañero. Chasqueó y se colocó de la misma manera que el primer sumiso. Los dos frente a Joel, atado a la columna de la cama.

  • Mira sus caras - dijo Aiden a Joel que intentaba buscar una buena postura al ver que eso iría para largo. Traduje sus palabras.
  • Para estar tan bueno no sé dónde haces el casting de sumisos, dejan bastante que desear - dijo Joel haciéndose el gracioso antes de escupir a la cara un lapo bastante grande al que había azotado previamente y que ahora esperaba órdenes completamente inmóvil. Volví a traducir aquello a Aiden.

No le contestó. Una de sus sonrisas controladoras. Se volvió a dirigir a mi.

  • Una de estas dos caras le debería ser conocida - me dijo no sé si a la espera de que le tradujera o como nota informativa hacia mí. Decidí traducir y vi como Joel achinaba los ojos en señal de concentración mientras pasaba de una cara a otra.
  • Me suena el que has sacado de la jaula, pero no sé de qué - dijo por fin con cara de sorpresa y preocupación.

Los jueguecitos de Aiden eran muy estudiados, y solo nos había hecho falta unas horas para saberlo.

  • A esta zorra - volvió a hablar Aiden apoyando una de sus manos sobre el hombro del esclavo al que se referían, al que había estado en la jaula bajo la cama - le conociste en el hospital. Seguro que recuerdas cómo le pediste que te dejara pasar antes a la consulta de ITS alegando que tenías prisa y que se lo pagarías con una copa, y sutilmente con sexo, indicándole el nombre del bar donde trabajas. Bueno, un nombre falso, ya que el pobre chico estuvo buscando ese bar que no existe en todo Madrid. ¿te he refrescado ya la memoria?

Joel entonces se acordó de aquel momento. Es verdad que había pedido a un chaval que dedujo que era marica para pasar antes a la primera consulta de ITS a la que luego acudimos los dos y de la que se desprendió todo lo demás. También recuerdo que me lo había contado por encima. Joel se asustó un poco e intentó disimular su gesto.

  • ¿Qué eres? ¿otro perturbado?- le inquirió Joel a Aiden al ver que era realmente aquel chaval que ahora bajaba la cabeza humillado - ¿Cómo has sabido eso?

Yo también me asusté. Otra vez no, por favor. Tenía miedo que en cualquier momento saliera el médico loco de algún lado. Aiden vio mi gesto asustado y se acercó frente a mi con cara de ángel y de no haber roto un plato y me puso su mano derecha en mi cintura tapándome la visión a los otros tres; y con la otra mano agarró una de las mías. Bajó el tono a “encantador”,

  • Tranquilo, recuerda que no quiero hacerte daño, de verdad - sonrió dulce-. Ese capullo al que llamáis médico loco no lo conozco personalmente, y estando a mi lado no te volverá a hacer daño.

Su palabras era como si las dirigiera a un niño, y estaba dirigiéndose a mi, una persona mayor que él. Era muy raro, pero sí proyectaba tranquilidad. No sé por qué pero le creí. Volvió a darme otro beso en la comisura y escuché un bufido de agotamiento en Joel.

  • No sé qué cojones te ha dicho ni qué se propone pero en cuanto se abra esa puerta nos largamos - dijo Joel.

Pero Aiden no pidió con la mirada que le tradujera, simplemente continuó hablando y volviendo a la posición cercana a sus dos esclavos.

  • Se llama Jaime - dijo esto mirando a Joel por si recordaba el nombre con el que se hizo pasar en la consulta para entrar primero- Tiene 22 años y estudia magisterio. ¿Correcto? - dijo Aiden esta vez mirando al chico que temblaba de nervios.
  • Ehh..sí… sí Amo- dijo asustado.
  • Y esta perra - continuó hablando Aiden poniéndose al lado del que habían azotado ambos - es Guillermo, 35 años, ingeniero químico. Y te estarás preguntando qué hace él aquí. Eso es lo más divertido de todo, esta zorra a la que tu amigo a intentado provocar algún dolor y que ahora tiene tan cerca, es la actual pareja de vuestro mayor enemigo.

“Exacto” dijo Aiden a los pocos segundos, tras ver nuestras caras de asombro. Yo no sabía si creérmelo o no. Si era realmente el novio del médico loco o nos estaba engañando, pero hasta ahora Aiden no había mentido, y ya nos había demostrado los contactos y la capacidad a la que podía llegar en todas estas cosas. Vi como Joel me miraba y me entró un cabreo en el cuerpo de niveles insospechados. Recordé todo lo que ese hijo de puta nos había hecho pasar, y allí teníamos a su novio, de rodillas, a las órdenes de Aiden y a un palmo de mi. Podía coger cualquier objeto de esa sala y molerlo a palos. Pero claro, era el novio, no el médico. Pero… podría ser una forma de venganza indirecta. No lo pensé al ver la cara de Joel que ahora proyectaba dolor e ira. Di dos pasos y me acerqué a los 4, cogí a ese cabrón por el cuello y empecé a apretar fuerte hasta que Aiden me apartó agarrándome de mis brazos y diciéndome que lo soltara. El otro chico de 22 se apartó asustado y Joel jaleaba que continuara, pero la fuerza de Aiden era mayor que la mía y consiguió apartarme, llevarme hasta la pared opuesta de la habitación e intentar relajarme. Aiden volvió a agarrarme de la cintura, esta vez con las dos manos y obligarme, por la distancia de no más de 2 cm de su cara, a mirarle a los ojos. Noté como ambos dedos gordos rozaban lentamente mis crestas iliacas de arriba a abajo mientras su cara se suavizaba y terminaba por sonreírme. Yo seguía tenso y malhumorado, pero con el paso de los segundos y su forma estática de calmarme pude respirar y dejarlo pasar, por el momento. Se acercó apretando un poco más firme sus manos en mi cadera y, al odio, me dijo que me relaja que todo llegaría a su tiempo justo. Me agarró de la mano y volvimos al mismo lugar de antes. No sé por qué razón permitía todos esos gestos por su parte, pero la verdad es que todos me provocaban una sensación de paz y control. Joel cada vez que hacía un gesto así bufaba indignado. Aiden pegó un chasquido y ambos esclavos se colocaron en la posición anterior a que yo fuera a degüello con el novio del médico.

  • Por dónde estaba…. ah sí - dijo más teatral que real- Los tres, tanto estas dos zorras, como tu amigo, tienen un secreto que te puede interesar saber, y que ninguno de los tres quiere contarte. Tu amigo, porque tiene miedo de las consecuencias que puedas tener hacia él, y mis dos zorras, por las consecuencias que pueden tener conmigo.

Se fue hacia el armario donde tenía todo el material bdsm, y aproveché para gesticular y preguntar a Joel de qué mierdas iba todo eso, pero él solo movió los hombros todo lo que pudo en señal de “ni puta idea, colega” y cara de “este está loco, no le hagas ni caso”. Aiden se dio media vuelta y volvió con una bandeja. En ella tres elementos: una vara fina de madera acabada en un mango barnizado, un aparato electro, y una máscara con un tubo de plástico.

  • Hasta que la puerta se desbloquee tienes una media hora larga para que el secreto salga a la luz. Estos tres elementos - dijo moviendo la bandeja un poco hacia arriba - te ayudarán a conseguirlo. Puedes usarlos con quien quieras, destinando un elemento a cada uno de ellos. Y tienes libertad en torturar a uno, a dos o a los tres para conseguir que te digan ese secreto.
  • ¿Por qué crees que voy a hacer esto? Es estúpido - bufé. Vi que Joel no estaba entendiendo nada y su cara estaba cambiando de intriga a miedo.
  • Porque seguramente te interesará saber que el secreto lo guarda tu amiguito tiene relación con médico loco como habrás podido imaginar. Ese que tanto miedo y asco os da. Si no juegas, probablemente Joel nunca te lo cuente y seguirás en la mentira. Si juegas, puede que consigas sacárselo a cualquiera de los tres; Si Joel te lo cuenta será divertido ver tu reacción, si mis esclavos te lo cuentan mi tortura hacia ellos triplicará lo que tú les puedas hacer. ¿Qué habrá hecho tu amigo que no quiera contarte? No os podré ayudar con vuestra venganza si entre vosotros no hay suficiente confianza.

Traduje resumido lo que estaba ocurriendo y Joel aseguraba rotundamente que se lo estaba inventando.

  • Luca, mírame - dijo intentando separarse de la columna - no te he mentido, de verdad que se lo está inventando. Te quiere provocar. No le hagas caso.
  • ¿Y por qué ha descubierto al novio y al tío al que le quitaste la vez en la sala de espera? Tú me lo contaste y no has negado que sea este- dije mirando al chico de 22 que aún mantenía la postura de sumisión de rodillas- Algo les has contado.
  • Hablé con su sumiso, el de fuera. Les hable del médico loco cuando me quería vengar de él y de los 5 tíos del Boyberry. Luca, por favor, no te mentiría. No lo conoces está jugando con nosotros.

¿Le debía creer?

Empecé a dudar. Y si realmente había algo que estaba escondiendo. Joel insistía constantemente en seguir con el juego de apuestas autodestructivas, el chico que estaba a pocos centímetros de mi era el chico de la consulta, Joel llevaba semana y media sin dar señales de vida… Pero, por otro lado Aiden, quien me estaba dando confianza y seguridad tenía todo demasiado bajo control, me había usado como lubricante… ¿Qué hacer?

Cogí la máscara de la bandeja que aún sostenía Aiden en la misma postura.

  • Luca, piensa un poco por favor, no lo hagas - me volvió a decir Joel cuando me vió decidido cogiendo aquel instrumento de tortura.

Me adelanté y por la espalda coloqué con algo más de trabajo de lo esperado la máscara al supuesto novio del médico, al que previamente había intentado ahogar. Y ahora, ahora sí lo podía ahogar de verdad y Aiden no parecía querer pararme. Joel respiró tranquilo al ver que no era para el.

  • No voy a hacerte nada, Joel - le dije al terminar de colocar la máscara a ese tío. Intentó que no se la pusiera pero un silbido de Aiden hizo que se detuviera en su intento de liberarse - Pero si es verdad que hay algo de lo que no me he enterado, puede que estas mierdas me lo digan. Y si no hay nada, eso que me desahogo - dije terminando de colocar la máscara bien. Era completamente negra a excepción de la parte que cubría la cara. Esta parte era de un plástico del mismo material, pero transparente, lo que dejaba ver la cara de sufrimiento del sumiso. En la parte de la boca, aquella máscara que se adhería como una segunda piel a toda la cabeza y parte del cuello, tenía un círculo por el que el esclavo podía respirar. Un orificio muy similar a las máscaras de gas por donde se empalma un tubo. Tubo, que aún estaba en la bandeja.
  • Luca, déjalo, no sabemos ni si es su novio - dijo Joel para que desistiera en mi intento. Frase que me dio más razón para seguir. ¿Y si Joel escondía algo que ellos no querían que dijera? Si quería conseguir esa información debía aplicarme, porque Aiden los había amenazado con que, si se les escapaba ese supuesto secreto, él los torturaría mucho más.

No le respondí y cogí el tubo de la bandeja que Aiden seguía sosteniendo mientras miraba mis movimientos y lo empalmé enroscándolo a la parte del aro por donde podía respirar haciendo que ahora el oxígeno pasara por el tubo. Cuando lo coloqué, me puse a la derecha de ese tío, frente a Joel y Aiden dejó la bandeja en la cama. Fue al armario y volvió con un Fesseln; un artilugio de 4 esposas enlazadas entre sí por una sujeción firme que ató a manos y pies por detrás del sumiso dejándole indefenso con los cuatro extremos atados en la espalda. Se podía escuchar a través del tubo cómo su respiración empezaba a acelerarse y unos pequeños sollozos los acompañaba. Estaba inmóvil y sabía que ahora el control de su respiración iba a depender de mi.

  • Luca, déjalo, Aiden se lo está inventando todo, ¿No ves que está jugando contigo, tío?
  • Si no escondes un secreto que no deba saber, ¿qué más da, no? - dije serio y sin dejar de mirarle a los ojos. Puse la palma de mi mano sobre la parte extrema del tubo tapando la entrada de aire a los pulmones del supuesto novio del médico loco.

Al notar que el aire dejaba de entrar por el tubo y que no había otra forma de aspirar oxígeno, el esclavo empezó a moverse angustiado. Creería que no lo iba a hacer, pero mi mano apretaba fuertemente el agujero del tubo tapando cualquier entrada de aire en él. Joel me miraba negando con la cabeza, pero no se atrevió a contestar a mi órdago. ¿Se habría callado porque realmente no tenía nada que esconder? O por el contrario ¿se tenía que callar para no descubrirse? A él no le importaba que pudiera ahogar a ese capullo, pero supongo que tenía una parte de duda sobre si luego iría a torturarlo a él. Realmente no tenía ninguna intención de hacer eso. Todo el rato pasaba por mi cabeza si aquello era un juego de Aiden o si estaba haciendo lo correcto. Me sentía libre y marioneta a la vez. Eso ayudó a que fuera muy cruel con ese capullo. Cuando pasaron unos 30 segundos sin respirar, noté como el esclavo intentaba relajarse bajando sus pulsaciones y entrando en una fase de relajación completa. Yo que nadaba habitualmente sabía que controlar la respiración era una cuestión más de relajación que otra cosa, y cuanto más bajara sus pulsaciones y más tranquilo estuviera, más podría aguantar. Intenté adaptar su tortura a los tiempo que yo aguantaba debajo del agua. Llegados más o menos al minuto, miraba obsesivamente el reloj que Aiden me había puesto en mi muñeca, fue cuando el esclavo empezó a aspirar el poco aire que quedara dentro y el plástico de su cara se le pegaba a la piel haciendo más incómodo la situación. Joel lo veía de frente e intentaba apartar la mirada, pero por alguna razón no podía y observaba cómo el plástico se le adhería a la cara y cómo se le despegaba por los soplidos entrecortados. Aiden se puso detrás de mí y pasó su brazo derecho por el agujero que formaban mis dos brazos; uno sujetando el tubo con firmeza, y el otro haciendo fuera para que la mano tapara completamente la entrada del aire. Pasó su otro brazo por el lado izquierdo y apoyó sus manos en mi pectoral.

  • Respira - me dijo apoyando sus labios sobre mi oído izquierdo- Nota como el aire entra por tu tráquea, baja hasta los pulmones y vuelve a salir victorioso. Siente esa libertad que tú le estás negando. ¿no es maravilloso?- Noté en mi culo como su polla se hinchaba en su pantalón y a esas palabras y esa sensación también me la puso muy dura - ¿No es fascinante cómo la entrega del ser humano podría a llegar a ser su mayor perdición?

El esclavo empezó a mover su cuerpo mucho más brusco hasta caer al suelo tumbado pero con manos y pies doblados hacia su espalda por el sistema de esposas que Aiden le había colocado. Mantuve el tubo firme para que sus movimientos no le dejaran alejarse mucho y obligándole a quedarse tumbado. Aiden tampoco movió su postura y siguió apoyando sus manos en mis pectorales, lo que me mantenía la excitación. Notaba todos sus músculos detrás de mí. El esclavo llevaba casi dos minutos sin entrada de aire y se estaba agobiando muchísimo. Lo que le estaría pasando por la cabeza me excitaba aún más…

  • ¿Cuánto más eres capaz de aguantar? - me dijo Aiden sin separarse bajando una de sus manos a mi abdomen y apoyando más firmemente sus labios en mi oreja.

Veía cómo se retorcía agobiado como intentando zafarse de gente que le estuviera apaleando. 2 minutos y tres segundo. Aiden no dejaba de notar mi respiración controlada entrar y salir, mientras que yo notaba la suya en mi oído. Las dos al mismo tiempo. Y sin embargo, aquel esclavo llevaba más de 2 minutos sin gota de aire. Cada vez convulsionaba más y se ahogaba entre sus propios soplidos que adherían y expulsaban el plástico de sus labios. Apretaba los puños y contraía el estómago muy rápidamente. Apenas se le veía ya, el vaho que el cuerpo estaba expulsando opacaba el plástico transparente y como en una burbuja sin aire, alguien, ahí dentro se estaría arrepintiendo, tal vez, ¿de no querer contarme el supuesto secreto?

  • Luca, SUÉLTALO - dijo gritando Joel- Lo vas a matar.

Vi la cara de Joel completamente asustado y me evadí de la zona de relax que Aiden me estaba creando tras de mi. Era como si con él hiciera que no me importara que ese capullo se estuviera ahogando. Su contacto físico me producía seguridad y placer. Solté mi mano y un sonido profundo atravesó el tubo. Los cuatro notamos perfectamente un aire entrecortado y ahogado volver a respirar. Aquel esclavo dejó de convulsionar en el suelo e intentó ponerse de rodillas pero no era capaz. Solo tosía. Solté el tubo de mis manos y cayó a su lado. Aiden me soltó y me agaché a retirarle la máscara. Los pelos alborotados, el sudor por toda la frente, cara y cuello y un calor como bocanada de aire salieron al soltar la máscara de plástico.

  • ¿Algo que decirme? - le dije esperando que pudiera retomar el aliento casi a punto de ahogarse y decirme qué había pasado con Joel y ese secreto.

El esclavo me miró y negó con la cabeza. Aiden sacó una sonrisa y se llevó la máscara y el tubo al armario.

  • Te ha engañado - dijo volviendo hacia nosotros-. Aún eres débil. Demasiado bueno, tal vez - dijo acercándose y tocándome el hombro - 3 minuto y 20 segundos ha sido lo que más a aguantado conmigo. Te has dejado llevar por la empatía. Pero eso no es malo, solo que has perdido una oportunidad.

Aiden se agachó donde el esclavo y, con una mano, sujetó el centro del artilugio que ataba manos y pies en cruz a la espalda y lo levantó en el aire como si ese capullo no pesara nada. Pero debía pesar por lo menos 65 kilos y Aiden lo estaba levantando como quien levanta una bolsa del súper. También es verdad que estaba acostumbrado a esos pesos. Lo llevó hasta una esquina de la habitación, le soltó las esposas y le dijo que se quedara ahí.

  • Tienes otras dos oportunidades - dijo Aiden volviendo a coger la bandeja y poniéndola frente a mi.
  • No te confundas - le dije- Una. No pienso tocar a Joel.
  • Como tú quieras. Una oportunidad entonces. ¿Vara o electro?

Cogí aquel aparato. Un pequeño rectángulo negro, del tamaño de un walkie del que sobresalen dos botones; el amarillo servía para modificar la fluencia del golpe eléctrico, si continuo, discontinuo o una mezcla de los dos a diferentes intervalos rítmicos. Por otro lado, un botón rojo disponía la cantidad de electricidad desde un nivel 1 suave hasta un 6 bastante potente. A este aparato estaba conectado, a través de dos cables del mismo color, tanto un plug como dos pinzas de metal.

  • Yo soy más tradicional - dijo Aiden al ver mi elección.
  • ¡No por favor! - dijo Jaime al ver que dirigí las pinzas a sus pezones.
  • ¿Otro que también hace un papel? - dije dirigiéndome hacia Aiden.
  • No lo sé, para mí este también es nuevo. Veamos jajaj

No sabía si creérmelo o no, pero yo también estaba interesado en probar. Total, en ese punto de no saber qué era verdad y qué no…

Metí el pequeño plug por el culo del esclavo que apenas le costó que entrara y me senté en la cama junto a la columna donde Joel estaba. Esta vez quería ver bien las expresiones tanto del niñato como las de Aiden detrás de él.

  • ¿Algo que decirme?

El esclavo no respondió, solo puso su mayor cara de miedo.

  • ¿Y tú? - pregunté a Joel.
  • ¿Realmente crees que hay un secreto Luca? No seas inocente

5, mix. El choque de la electricidad, tanto de las pinzas como del glande, a ese nivel y para empezar hicieron gritar como no había escuchado a nadie hasta el momento. Hasta tal punto que Aiden tuvo que agarrarle las manos detrás de la espalda y taparle la boca con la otra mano para que ni se moviera ni gritara tanto. Vi cómo el paquete de Aiden aún no había decrecido y quedaba a la altura de la cara de chaval. El dolor de la electricidad restallando en su ano y sus pezones a ese nivel, de golpe e inesperado, habían hecho que a ese tío se le saltaran las lágrimas y pegara un bote en el suelo.

  • No sé qué creerme ya, Joel - dije nada más ver cómo ponía cara de póquer al ver que su respuesta fue aplacada con un golpe contundente de electroestimulación heavy al chico de 22 - Y, ¿esta habitación no está insonorizada? - pregunté en inglés a Aiden al ver que le tapaba la boca.
  • Claro, buen ojo, pero odio los gritos de este niñato. Me pitan los oídos con esa voz de pito- dijo riéndose - Ni yo hubiera elegido la intensidad 5 de primeras.
  • Pero yo no soy tú - le respondí no sabiendo muy bien qué significaba eso.

Bajé al 3 al ver que no soportaba tanto dolor. Sus pocos músculos pasaron de un agarrotamiento extremo a relajarse, aunque el culo era lo que más le estaba doliendo, y podía apreciar cómo los pezones vibraban con el paso de la electricidad por las pinzas. Cuando se relajó al acostumbrarse al 3, puse el modo continuo y subí a 6 de golpe, lo que provocó que diera otro espasmo mucho más grande que el anterior suficiente como para hacerse daño él mismo con el cuerpo de Aiden. Cuerpo que sujetaba su boca y sus manos. El grito volvió a ser agudo e intenso debajo de la mano del sueco. No paraba de moverse, el sudor le bajaba desde el pelo recorriendo toda la cara y el cuello hasta perderse por su cuerpo. El pecho le vibraba a un ritmo trepidante mientras que pegaba pequeños botes con el culo al notar las intensas vibraciones en el interior de su ano y cómo estas le subían por todo el cuerpo. Intentaba hacerse un ovillo hacia delante por el dolor pero los brazos férreos de Aiden no dejaba que se moviera más que para respaldar aquella carga enérgica de dolor. Estaba sacando tanta fuerza aquel cacharro que notaba la vibración del chisme entre mis manos. Sus ojos se clavaron en mí como esperando indulgencia. Bajé al 1 y su cuerpo se dejó caer en los brazos de Aiden. Sin cortar una pequeña e intermitente ráfaga de electricidad, dije a Aiden que lo soltara.

  • ¿Y ahora? ¿Si hay una mierda de secreto me lo vas a contar o vuelvo al estado de hace unos segundos?. Puedo subir la apuesta mojándote los pezones...

El chico se giró mirando a Aiden con cara de cordero degollado. No hablaron, pero era como si él le pidiera permiso para contarlo sin que luego hubieran represalias, pero la cara seria de Aiden no le debió convencer.

  • De verdad que no puedo contarte el secreto, si no mi amo luego será mil veces peor - dijo intentando pronunciar perfectamente todo en ingles. Miró a Joel y volvió a mirarme - ¿Recuerdas cuando te lo follaste en la consulta? El médico te puso un tensiómetro. No podías bajar de las 120 pulsaciones. ¿Y recuerdas la cifra exacta de pulsación por segundo que tenías cuando te corriste dentro? - dijo aquel chico pronunciado cada palabra entre espacios para sostener la tensión de la electricidad continua.

Le miré extrañado por tener toda esa información, pero Joel le podía haber contado eso al esclavo doméstico. éste a Aiden y ellos al chico. Que supiera eso, no contrastaba que Joel me hubiera ocultado nada, solo que se había ido de la lengua, cosa que le perjudicaba más a él que a mi, porque fue el follado.

  • Sí- respondí subiendo la intensidad a 3 y viendo cómo empezaba a mover otra vez su cuerpo para controlar el dolor.
  • ¿Si te digo la cifra… ah ah... exacta que solo tú y el médico… joder... podrías haber visto, y no Joel por estar boca abajo….uff... en la mesa, pararas? por favor- suplicó diciendo todo entre cortándolo con frases de dolor - Al menos para demostrarte que…. que... uff….sé cosas y que el secreto existe y no te lo puedo decir.

Si eso era verdad y ese niñato sabía la cantidad exacta de pulsaciones por minuto a la hora de correrme era porque sí había algo en todo eso que se me escapaba. Y no era cien por cien fiable que Joel hubiera hecho algo que no me quería contar, pero me dio confianza aquel chico. Por qué iba a mentir. Asentí con la cabeza. Se estaba arriesgando a ser torturado luego por Aiden.

  • 152 pulsaciones por segundo.

Subí de nuevo al 6 y a intensidad continua. El chico volvió a gritar y Aiden volvió a taparle la boca.

  • Te he….joder….ahhh… te he contado algo - dijo como intentando excusarse para pararlo.

Realmente había acerado. Y la rabia de acertar y no ser suficiente me dio por torturarlo más. Estaba sujetado por Aiden de nuevo, sufriendo, sudando, con los pezones y la cara rojas…

  • Mira el móvil….ahhh. para…. joder…. mira el móvil de Joel.

Bajé la intensidad a un 4

  • Mira el móvil de Joel. Si tiene dos llamadas al médico es porque tiene un secreto. Una llamada que te ocultó, la segunda….ahhh joder... la segunda para coger cita directamente como si no le hubiera llamado antes. Si tiene dos, es por que hay un secreto, ¿no?.... ufff...para... para por favor- dijo llorando.

Apagué el cacharro aquel.

Me levanté y me puse frente a Joel.

  • ¿Sigues insistiendo que no tienes que contarme nada? - le dije muy cabreado.
  • Luca, por favor, no sé qué quieren que te diga, es todo una locura- Su cara mostraba arrepentimiento.
  • Entonces hay algo, ¿pero no sabes qué es?
  • Luca...por favor
  • CONTESTA - le dije gritando.

Agachó la cabeza y volvió a decir que nos fuéramos de allí. Miré al reloj. La puerta llevaba desbloqueada más de 6 minutos. Me giré hacia Aiden,

  • ¿Me ibas a invitar a cenar no? - le dije sin cambiar mi expresión de cabreo, frustración y dolor. No sé qué era, pero Joel me estaba ocultando algo.
  • Claro, podemos irnos - dijo Aiden yendo a por las dos americanas que había dejado junto a la puerta.

Con un movimiento rápido me volví a girar hacia Joel y le pegué un puñetazo enorme en los abdominales haciendo que sus piernas se elevaron para poder inclinarse hacia el dolor ya que los brazos seguían sostenidos en la parte alta de la columna. Le salió un sonido de dolor profundo.

  • Ahora mismo estamos entre las 20.53 y las 20.55. Si quieres que nos vayamos a casa sal por tu cuenta…. amigo…. - dije.

Fui a la puerta donde Aiden ya me esperaba, metí la hora exacta y la puerta se abrió.

  • Luca, espera, por favor, yo solo llamé…

El final de la frase se ocultó tras una puerta blindada que daba paso de nuevo al vestidor de Aiden que, agarrándome del hombro, me acompañó fuera de su habitación.