Diario de un Hetero: A solas con el enemig (cap.4)
Luca, un abogado de 29 años comparte piso con Joel, un chulito de 22. Los dos, heteros, ególatras y arrogantes se ven abocados, por una apuesta de gallos, a toda una serie de acontecimientos relacionados con el mundo de la dominación sexual que no esperaban. ¿Serán capaces de controlar la situación?
Jueves, 1 de febrero
Era casi la hora, las 19.50. teníamos 10 minutos para prepararnos. El maricón de las fotos llegaba a las 20 y teníamos que ser sus putas. Obedecerle en todo y ser lo más sumisos posibles. Lo dejó claro en varios mensajes a lo largo de la semana. Quería que estuviéramos a sus pies, le comiéramos el rabo, sobre todo yo, y follarnos a los dos. Le dijimos que por eso último no pasaríamos, pero no cedió. Teníamos que hacerlo todo bien para que no se la liara a Joel.
Apenas cuando quedaban 3 minutos sonó el timbre de abajo.
- “Soy el amo, putitas” dijo por el interfono riéndose.
Dejamos la puerta entreabierta y como él nos indicó nos pusimos de rodillas en el salón, dándonos la espalda entre nosotros, manos atrás y con nuestros cinturones en la boca. Joel no parecía nervioso, yo no las tenía todas conmigo.
Se cerró la puerta decías tras él.
- Miradas al suelo zorras - dijo. Agachamos las cabezas.
Mientras se acercaba empezó a resonar en mi cabeza la conversación que tuvimos con él aquella mañana en que me encontré a Joel tan seguro de sí mismo, esperando a que me despertara para aceptar ser sus putas.
- No pienso ceder a eso Joel, estás loco si te crees que me voy a poner a los pies de ese capullo por salvarte el culo una vez más.
- ¿Una vez más? Si quieres te recuerdo cuando te lo salvé yo a ti con el tema de tu curro. No está bien atar a la hija de tu jefa en su propio despacho y reventarle el culo. Me debes una gorda desde entonces, así que siéntate aquí y vamos a llamarlo - dijo con un tono tan autoritario que se sorprendió a sí mismo.
- No es justo que saques eso ahora y que lo uses de arma. Esa zorra se acercó a mi en el ascensor y casi lo reviento si no me hubieras parado, ¿crees que voy a aguantar 3 minutos de rodillas delante de él? Estás zumbao. Antes le parto la cara y por las malas que borra esas putas fotos - dije ofendido.
- Va, no seas idiota, se razonable, siéntate, ya te he contado cómo lo vamos a hacer. Y con una resaca a mi costa el finde próximo se te olvidará todo, hazme caso. ¿Confías en mí , no? - me preguntó agarrándome del brazo y tirando de él para que me sentara.
- Cada día estoy más convencido de que tienes ganas de que un marica te reviente. Lo vas buscando.
- Todavía no existe un tío, tía o molusco en este sistema solar que no haga lo que a mí me salga de los huevos; mírate, ya estás sentado esperando a que llame al “amo” - dijo esto último con un movimiento de manos exagerado, que simulaba una reverencia mientras en su cara se asomaba una sonrisa con tonos bastante maquiavélicos.
Cogió el teléfono y lo puso en manos libres. Al tercer tono la voz de ese marica resonó al otro lado del aparato.
- ¿Os lo habéis pensado ya? Solo has tardado en llamar… creo que lo que he tardado yo en hacerme dos pajas viendo tu video comiéndome la polla.
La mala hostia de inicio de conversación me hizo levantarme del sillón. Joel me agarró de nuevo el brazo y haciendo mucha fuerza me volvió a sentar. Me miró muy serio y me hizo un gesto para que me mantuviera en silencio.
- Lo sé, quería que Luca no estuviera en casa. Prefiero que no sepa nuestro trato.
Miré a Joel, no entendía nada. ¿Qué trato era ese?
- Vaya, le comes el rabo a dos gays, tienes novia y te zumbas a saber a cuántas, le mientes a tu compañero de piso para que él se coma tu marrón… eres una joyita tú, eh, tu novia te tiene por un santo, pobrecita - dijo la voz del tío a través del teléfono.
Quería saltar y preguntarle qué cojones pasaba pero Joel acababa de poner su mano en mi boca. No quería que interviniera.
- Te recuerdo el trato; llegas, los dos te obedecemos y te cebas con Luca, le follas el culo, la boca y te corres en él, alguna hostia si quieres, y de mi pasas un poco más. Te lo ablandaré para ese día. Y tú, cuando terminemos, me das tu móvil, borro todo del teléfono y de la nube y te conviertes en una tumba. Si mi novia se entera o si haces algo con esas fotos como duplicados en otros lugares o cosas similares y me entero, todo se volverá negro para ti, ¿trato?
Le quité la mano de Joel de un golpe y fui a hablar pero me agarró los hombros con sus manos echándome para atrás en el sillón y puso su cara frente a la mía. Muy bajito me dijo que me mantuviera callado. Su boca estaba a 5 centímetros de la mía y su mirada verde me penetraba con mucha dureza.
- Trato- dijo el otro.
Esa fue la conversación que resonaba en bucle en mi cabeza mientras estábamos allí, los dos, de rodillas, con la cabeza agachada y esperando que él se acercara a nosotros.
- Buenas perras, ¿cómo cambiáis de marchitos alfa a zorras musculosas en un minuto cuando alguien os tiene por los huevos, ¿no?
No respondimos. No sabíamos que debíamos hacer en ese momento.
- ¿Aparte de zorras sois sordas y no sabéis saludar al amo? - continuó.
- Perdón Amo … Hola Amo - dijo Joel como quien contesta “Sí señor” en una instrucción militar. A mí me costó más. Me agarró el cuello con las manos, me elevó la cabeza y la dirigió a su cara; tenía una aire distinto, aquella noche era un tío relajado, pasivo, amigable, ahora su expresión se había tornado dura y muy marcada. Me escupió en la cara. Quería levantarme y reventarle ese jeto de marica, pero me tenía que aguantar.
- Hola Amo - dije consciente de que el tono no era el adecuado. Me soltó la cabeza.
- Mucho mejor; al principio es difícil, pero con el tiempo según recibas un lapo mío tendrás ganas de irte a un espejo a relamértelo excitado- “Contra un espejo te empotraba tu careto, pensé yo”. Me calmé a mi mismo. Y empecé a repetirme que esto no iba a durar mucho. Fue un mantra continuo.
Nos chasqueó los dedos y nos ordenó que le besáramos las zapatillas. Joel me hizo un gesto con la cabeza para que fuéramos los dos y a cuatro patas caminamos un poco hasta donde se había posicionado para inclinar la cabeza y besarle la puntera.
- Limpiarlas, zorras. Mañana tengo una cita y las quiero limpias.
Sacamos la lengua y mientras yo aguantaba mis arcadas, Joel lamía el lateral de la zapa sin apenas importarle lo que estaba haciendo, tenía la misma cara que cuando metía las cosas en el lavaplatos. Absoluta indiferencia.
- Perra - me dijo- mira a tu compañero cómo lo hace e imítale, para ser un chorlito de playa se le ve muy cómodo. Igual es que tu novia te obliga a lamerle los tacones, ¿no? - terminó de preguntar esta vez mirándole a él y que concluyó con una hostia en el culo de Joel.
- Gracias Amo - dijo Joel con la misma cara tras el golpe - ¿Quieres que te las quite?
- Sí, y mientras lo haces, que tu amigo se desnude aquí y me vaya a por una coca-cola - su mirada fue inquisitorial.
Me levanté y tragué saliva, tenía la lengua seca de lamer su asquerosa zapatilla, me puse bien el pelo y empecé a quitarme el jersey blanco que llevaba encima.
- No, no. Mucho más despacio y muévete bien, casi como si fuera un strip-tease. ¡Vamos! - Me estaba poniendo muy de mala hostia y mis músculos estaban agarrotados de la tensión y de las ganas de pegarle la paliza de su vida. Me empecé tocando la parte abdominal mientras movía mi cintura delante y atrás a un ritmo que mi cabeza no sabía detectar, pero acompasado; siempre me había movido muy bien. Mi ex novia me decía que tenía actitud de striper. Le hice su show. Me quité el jersey muy despacho alzando los brazos y sacándomelo por mi cabeza mientras flexionaba las rodillas y metía el pubis para dentro, sacando culo para, al elevarse el jersey, se llevara consigo un poco de la camiseta y viera mi increíble abdomen bien trabajado y duro por la posición. Enseguida noté cómo algo se empezó a mover en su pantalón. Le estaba creciendo el rabo a la muy puta.
Seguí con la camiseta pasándomela por un brazo primero y luego por otro, la arrugué y me la deslicé desde el cuello hasta pasarla por el rabo para, finalmente, tirarla en el sillón. Me empecé a tocar el paquete abriendo levemente la bragueta del pantalón para desviar su mirada de mi cara, debía de mostrar enfado y odio, y no quería empeorar las cosas.
- Ven aquí y quítame el resto desde ahí - Dije yo. El marica me miró pero yo ya había cambiado mi cara a complacencia y vio que no me refería a él sino a Joel, quien no se esperaba eso de mi Vamos, el amo me quiere ver desnudo, ponte las pilas- terminé diciéndole mientras chasqueaba los dedos para darle más celeridad. Joel se encaminó hacia mí desde el suelo sin levantarse.
Me miró a los ojos con cierta incredulidad y se irguió a la altura de mi rabo para soltarme el botón del pantalón y abrirme la bragueta sin dejar de mirarme. El marica no dijo nada. Agarró sus dos manos fuertemente a la parte de mi pantalón que rozaba mis caderas y estiró rudo hacia abajo bajando los pantalones de un tirón a pesar de ser unos pitillos ajustados que remarcaban todos los músculos de mis piernas. Y no calculó bien, porque su cara se quedó justamente de frente a mi paquete. Flácido, pero ciertamente abultado por mi genética. No se sorprendió, ya lo tenia visto, no era raro que anduviera en bóxers por la casa, y él lo tenia 10 veces más abultado, así que no cambió su expresión. Volvió a bajar todo su cuerpo al suelo y el marica pudo apreciarme completamente.
- No has terminado - le dije a Joel subiéndole a su posición anterior agarrándole suave de su pelo - sigo teniendo ropa ¿no? . miré al marica que asintió.
- Vamos, quítaselo con la boca, despacio - dijo él. No me esperaba lo de la boca y suspiré por dentro. Tenía que controlar mi juego porque podía salir perdiendo en momentos así. Joel, al escucharlo, me miró y me hizo un movimiento de cejas como diciendo “te lo has buscado tú solito chaval”.
Joel buscó uno de los laterales del bóxer blanco, donde estaba mi ilión izquierdo, y aprovechando el triángulo que se creaba hacia mi pubis metió la boca y noté sus labios en mi piel. Agarrando con los dientes metió un poco de bóxer dentro de su boca y empezó a deslizarlo para abajo, pero mi rabo no le ayudaba a deslizarlo completamente lo que le llevó a tener que buscar el otro lado del slip. Cuando consiguió tenerlos paralelos y, creado un hueco más ancho en el centro justo a los laterales de mi rabo por tener la goma del bóxer por encima de él, acercó su boca al centro y por el hueco derecho entre la goma y mi piel metió la boca y, esta vez, su comisura izquierda rozó mi rabo desde el tronco hasta casi la punta cuando fue bajando. Mi rabo iba apareciendo poco a poco rozado por sus labios. La siguiente parte fue menos íntima, agarró más fuerte con los dientes y empujó el bóxer hasta que cayó a mis pies. Con uno de ellos lo sujeté y lo lancé al sofá.
El marica tenía el rabo que le iba a estallar y se estaba tocando desde el pantalón al ver aquello. Joel no me volvió a mirar a la cara después de que cayeran mis bóxers al suelo y hasta que no les di la espalda y me dirigí a la cocina a por su puñetera coca-cola completamente desnudo.
Volví al minuto y Joel estaba ya casi desnudo, había oído hablar al marica pero no sabía que le estaba pidiendo que se desnudara. Seguía en el suelo, pero esta vez solo con el slip verde que tanto le gustaba ponerse. Era el que más marcaba su pedazo rabo. Y cómo no, el tío lo había pensado todo al detalle.
- Acércate- me dijo cuando me vio volver con su bebida. Joel me había pedido que pasara por unos chinos a comprar la coca-cola, al parecer se la había pedido ya, y me hizo comprar un botellín de los pequeños, unos caramelos y papel que no había. Lo de los caramelos no lo entendí porque no le gustaban pero serían para el marica. Estaba en lo cierto, iban a ser para el marica - Tú y yo tenemos algo pendiente- me volvió a decir cuando ya estaba frente a él. Le sacaba casi dos cabezas al muy marica. Me agarró de la mano, sujetó la coca cola y sin abrirla la dejó en la mesa - En el ascensor no te portaste muy bien conmigo y me debes un buen morreo, zorra. Luego te dejaré que te comas mi rabo como recompensa. A tu amigo le encantó, ¿verdad puta?
- Sí Amo - respondió Joel
Era el momento de comerle el rabo, el momento que Joel tanto me había concienciado a tener en cuenta, pero antes tenía que morrearlo. Pensé en mi ex, puse una mano en su cintura, la otra en su cuello llegando con los dedos a la parte trasera de la cabeza y empujé su boca hacia la mía. Era la segunda vez que besaba a un tío, la primera aquella vez con 19, borracho, en la uni. Aquel pasaje que Joel había descubierto en mi diario a través de un colega que lo leyó.
No recordaba mucho de la primera, pero esta no me pareció tan distinta al morreo con una pava. Él movía la lengua más de la cuenta, lo que me estaba produciendo una sensación de asquerosidad inmensa, pero intenté aguantar el beso casi un minuto. Lo peor fue cuando su mano se posó en mi culo y fue acariciando desde la nalga derecha hasta buscar mi rabo flácido. Deslizó sus dedos desde la punta hasta el tronco y sujetándolo con toda la mano me lo empezó a pajear. No consiguió ponérmela dura un milímetro, pero le daba igual, él seguía hasta que ya le aparté.
- Tu rabo es más importante que el mío - le dije soltando su mano- si quieres puedo agacharme y comértelo un rato, ¿Quieres?
- Por supuesto zorrita, ya tienes ganas eh - me puso su mano en mi hombro y me indicó que me agachara mientras él continuaba mi bajada con su mano.
Me coloqué de cuclillas en vez de rodillas - era más sencillo así- y empecé a desabrocharle el cinturón y la bragueta. Vi que Joel se levantaba y se ponía a su lado. Le besó en el cuello y le susurro al oído:
- Me excitaría que grabáramos a mi colega comiéndonos el rabo a los dos si quieres, Amo. Nunca ha estado así de puta y esto le humillará mucho y lo harás tuyo.
El marica sonrió.
- ¡Qué dices tío!, no hagas esto Joel, porfa - dije yo mirado con cara de pena.
- Tú a callar coño, harás lo que nuestro Amo diga, mejor que tenga algo para disfrutar en su casa cuando borre mis videos. Y tú siempre sales mejor en cámara. Me encanta la idea, perra. Tener en vídeo de un hetero comiendo polla por primera ve no tiene precio.
Yo ya había soltado la bragueta y bajado un poco el pantalón. Su rabo golpeaba la punta del bóxer gris que llevaba y en ella se había acumulado bastante presemen. Algo que me dio mucho asco. Cuando sacó su móvil del bolsillo para grabarme comiéndole el rabo me ordenó que se los bajara junto al bóxer y su polla salió despedida como un resorte hacia mi. No me tocó, pero un poco de presemen del glande fue a parar a mi mejilla por el bote al salir del bóxer. Me la limpié con la mano y me preparé delante de la polla mientras miraba cómo él manipulaba el móvil para desbloquearlo. Su rabo delante de mí y él apunto de grabar, era el momento exacto.
- Cógela con una mano y empieza a mamar, maldita zorra - dijo autoritario apuntando con la cámara del móvil.
- Eso tío, cógele - dijo Joel mirándome y asintiendo con la cabeza con un solo golpe.
Entonces fue cuando, aún de cuclillas -porque era más sencillo-, separé un poco sus piernas y vi que Joel acababa de quitarle el móvil de las manos. Metí mi cabeza entre ellas y me puse de pie haciendo que él quedara boca abajo en mi espalda con las manos colgando y mientras lo sujetaba desde las piernas como un saco de patatas.
- Venga, hazlo ya - dije.
Joel sacó de debajo del cojín del sillón una cinta americana y le ató las manos y la boca para que no gritara. Se puso delante de mí, me agaché un poco y ató sus tobillos. Ya era nuestro. Lo lancé al sofá y vi su cara de miedo.
Nos seguía mirando como esperando una explicación. Joel ya con su móvil en la mano y hurgando en él, empezó a contarle un poco cómo se iba a dar la resolución de toda esta mierda,
- Nunca debes meterte con quien no puedes. Has cometido un delito y lo vas a pagar a nuestra manera. Primero voy a borrar las fotos y el video de la nube y te cuento; estarás deseoso de saber qué te va a pasar. Primero, vas a tener que disculparte conmigo por grabarme y porque por tu culpa he tenido que ir a donde vais las zorras para mirar que no os hayan pegado nada de cosas maricas. En segundo lugar, vas a tener que pedirle perdón a Luca- se rascó el rabo metiendo la mano dentro del slip. Era el único con él puesto aún.- porque el pobre se ha tenido que tirar a la foca… como se llamaba …
- Marta - dije mientras colocaba al marica sentado en el sofá ya que él no se podía mover.
- Eso, marta la foca. ¿Sabes de quién te hablo, no? Tu amiga íntima, a esa a quien le cuentas tus cosas, como por ejemplo que.. joder, ¡qué memoria tengo!, ¿cómo era, Luca? - me preguntó riendo.
- Cosas como por ejemplo tus cuernos a tu novio o tus problemas con el fisco… no sé, son cosas que tu amiga la foca ha depositado en mi tras darle bien por ese coño ancho que tiene, y que podría hacer que se te cayera el pelo legal y emocionalmente. Me costó tirármela, pero claro, todo por salvar el culo a mi colega - dije esto remarcándolo.
- Y por supuesto ninguno de nosotros va a decir nada, porque ni tú nos has conocido nunca, ni nosotros a ti. Según salgas de esta casa tendrás un ataque de amnesia inducida, espero. Y el paripé de hacer de tus perros… bueno primero por joder a Luca un poco - le di un puñetazo de colega en el abdomen- y segundo, porque necesitábamos tu código de desbloqueo. Pero para que todo quede bien guardado en tu memoria y que no vuelvas a molestarnos más y, mi novia quede al margen de mi vida de no santo, vamos a hacerte unos cortos muy divertidos con mi móvil. Dos cortos, dos experimentos. Dos perdones.
Cuando Joel terminó de borrar todo lo que le implicaba, lanzó el móvil encima del sofá y se acercó a nosotros. Yo agarraba al marica de los pelos para que no se moviera, pero no hacía falta. Entre las manos atadas atrás y los tobillos de igual manera, había que sumarle los pantalones y los bóxers por los tobillos también, lo que hacía más incómodo sus movimientos.
- Primer experimento - dijo Joel bajando el slip y machacándose el rabo hasta ponerlo completamente duro. Se acercó a su boca de marica y le puso el rabo desproporcional delante de su boca tapada con cinta americana negra. - Cuanta más fricción en mi rabo más leche sale, así que aguanta tu boquita abierta cuando te digamos.
Yo también me empecé a tocar mientras me imaginaba situaciones para ponerme aún más cachondo aunque a los pocos minutos ya estaba muy duro y me di cuenta que había algo en esa situación, que estábamos viviendo, que me la ponía dura aunque no hubiera una tía al lado. No por ser tíos, sino por la misma situación. Nos estábamos pajeando frente a su cara y la diferencia de las dos pollas era notable; aunque nunca me había quejado del tamaño de mi rabo, ponerla junto a a la de Joel era minar la autoestima de cualquiera porque me sacaba algo menos de media polla el cabrón. Nunca las habíamos tenido duras juntas.
Joel ya estaba sudando, y las gotas de sudor le bajaban del pelo y por el abdomen muy fibrado. El mío estaba más seco. Ninguno nos dimos cuenta, o si Joel se había dado cuenta, no se movió, pero su pie rozaba con el mío y estaba algo inclinado encima del mío. Notaba el sudor de la planta de su pie en el empeine del mío. No apretaba, solo mantenía su pie ahí, pero tuve la sensación de que él estaba controlando la situación, como cuando me follé a una tía por el culo a cuatro patas y puse mi pie sobre su cuello aplastándoselo en la cama. Era como si su pie, un poco sobre el mío, realmente se apoyara en mi cuello aplastándomelo, y a pesar de sacarle centímetros de altura, me sentía más abajo espacialmente hablando.
Cuando estuvimos a punto de corrernos, le quité la cinta y antes de que pudiera decir nada Joel le metió su rabo en la boca. Con unos pocos centímetros más allá del glande ya se notaba que se estaba ahogando, o al menos tenía los carrillos inflados de aire como un hámster guardándose comida.
- Métele el tuyo, le cabe tu polla enana, tranqui - me dijo Joel en tono de burla y riéndose.
Nunca había metido mi rabo en una boca de un tío pero no me iba a costar, la cosa era que el rabo de Joel estaba dentro. No me lo pensé, moví su barbilla un poco hacia arriba y entonces Joel se movió un poco sin sacar su rabo, lo que hizo que dejara de tocarme con su pie. Metí mi rabo poco a poco. La punta entró bien aunque la fricción con su comisura y con el rabo de Joel hacía que mi rabo se sintiera aplastado por todos los lados. Eso me dio más placer. Eso y la humedad de su boca. El pobre no podía casi ni respirar y Joel no hacía más que decirme que la metiera más, que si esa zorra tenía que esforzarse por tragar que lo hiciera. Así lo hice, la seguí metiendo despacio pero sin detenerse, casi hasta la mitad. Al marica le saltaban las lágrimas. Joel empezó a grabar su cara con nuestros rabos dentro. Y empezamos a movernos a ritmo para meterlas y sacarlas sin hacerlo completamente.
Entonces sucedió, noté un líquido caliente rodeando mi polla y su boca y Joel suspirando entre cortado, sudando mucho más y mirando hacia arriba. Se había corrido dentro con mi polla.
- No la saques, métesela entera y que restalle tu leche en su garganta, voy a preparar eso.
Agarré fuerte de su cabeza y metí mi polla hasta el fondo, le supuso un par de arcadas pero no la saqué. No paraba de moverse, pero mi fuerza era infinita en comparación con la suya y más estando atado. No me quedaba mucho por correrme así que apreté fuerte su polla y noté que golpeaba con el final de la cavidad bucal. El glande rozaba con la pared de fondo y segundos después mi leche golpeó contra esa pared varias veces; hasta cuatro sacudidas de leche salieron de mi glande y se deslizarían hacia la tráquea de la perra. Tapé su nariz, saqué la polla húmeda y con algo de corrida, tapé su boca de nuevo con cinta para que no tuviera otra que tragarlo todo y me limpié la polla usando su camiseta. El pobre era un cuadro, pero quien con fuego juega…
Joel ya tenía todo preparado y nos lo llevamos a la ducha.
- ¿Querías coca cola y caramelos no? Como una niñata de colegio en vez de pedir cerveza…madre los maricones como sois. Bueno, pues yo te he traído unos caramelos muy especiales - dijo Joel mientras lo soltaba en la ducha y lo colocaba a cuatro patas con el culo en pompa.
El no sabía lo que estaba pasando porque le pusimos mirando a la pared pero Joel le dijo lo que le iba a ocurrir.
- Segundo experimento, ¿sabes qué pasa cuando entra en contacto un poco de coca cola con un caramelo “mentos”? Seguro que sí- terminó diciendo mientras le metía dos caramelos de esos dentro del ano - ¿listo, Luca?
Afirmé. Cogí la botella de coca cola, la abrí y le metí el cuello de la botella pequeña por el ano para rápidamente sujetarla con la mano y Joel sujetar de la cadera al marica para ponerlo boca abajo subiéndole las piernas y forzándole a hacer el pino. La coca cola se deslizó hacia el interior del ano de la zorra y yo aguanté un poco la botella dentro de su culo hasta que la presión era notable y el pobre marica no dejaba de hacer gritos sordos por la cinta americana que tenía en la boca y de movimientos bruscos de picor y dolor. Cuando creí suficiente, solté la botella y salió disparada en la ducha junto a un chorro que ya no tenía mucha propulsión, pero que aún así salía a borbotones de su ojal. Joel cogió el móvil que había dejado grabando en el lavabo y salió del baño.
En tres minutos la zorra estaba en el descansillo de la escalera con la ropa en el suelo y lleno de coca cola y bien humillada.
- ¿Por qué el otro día cuando hablaste con él por el teléfono me hiciste creer que iba a ser su puta y te ibas a aliar con él? - pregunté a los pocos minutos de cerrar la puerta tras dejar a la marica en el descansillo.
- Por la misma razón por la que tú ahora has querido que yo te bajara el pantalón y tu bóxer - porque eres igual de engreído que yo y te encanta verme puteado. Ah, y ahora me toca retarte a ti… hemos llegado a esto por tu rato de las tías del bar, y conozco un médico marica que estará encantado de que le comas el rabo jajajaj