Diario de un gigolo (02)

Sí, era Marta, pero como siempre piensa más en su interés que en el corazoncito del pobre Johnny. Para aliviar su desencanto sigue recordando su pasado.

Su voz, suave y tan dulce como su boca, resultaba inconfundible aún al otro lado del hilo telefónico. Sonaba muy alegre, casi obsequiosa. Ese era el tono que empleaba conmigo cuando necesitaba algo, no cualquier cosa precisamente sino algo especial, muy especial. Contesté con la delicadeza que habitualmente empleo con ella y esperé su petición...

-John, querido John, entiendo que estés enfadado conmigo, te he tenido abandonado mucho tiempo, más del que tu puedes soportar, ¿verdad querido?. Son estas malditas obligaciones sociales. Tu ya sabes a qué me refiero...¿Estás libre esta noche?. ¿No quiero hacerte quedar mal.

-Sabes que hoy es mi día libre. ¿O te habías olvidado?.

-No sigas con tu malhumor. Mi gatito...gatito de mamaita. Te compensaré por lo que has sufrido. Te lo prometo. Y no será muy tarde, ya verás. No te llamo por mí, ¿sabes?. Tengo una amiga, amiga íntima por supuesto, ya me entiendes. Acaba de descubrir que su marido le pone los cuernos. No es tan grave, ya lo sé, a todos nos sucede alguna vez. Pero ella es así... un poco ingenua, muy romántica...Ya me entiendes. Y eso no es lo peor. Por lo visto tiene un hijo con su secretaria -¡qué ordinariez!. ¿Puedes creerte que formaban una familia, y muy unida?. Algo muy raro, pero una familia. A Esther, así se llama mi amiga, casi le da el pampurrio. Me llamó esta misma mañana y desde entonces no ha cesado de llorar y llorar sobre mi hombro. La he aconsejado una veladita contigo. Eres el mejor aliciente para desear seguir viviendo. Tú siempre animas y haces renacer hasta la vitalidad más dormida. ¿Verdad, mi gatito?. ¡Si lo sabré yo!. Me ha costado convencerla pero ha accedido con la condición de que yo os acompañe. Es muy pudorosa la pobre, muy a la antigua y estando yo presente se atreverá a desahogar la rabia que la consume, espero que su deseo de venganza muera entre tus brazos. Vas a tener que ser muy cariñoso, más de lo que en ti es habitual o me temo que saldrá corriendo. ¡Qué no hará una por las amigas!. Así que nos tendrás a las dos, pero sobre todo a ella, aunque tendremos toda la noche y espero que te quede alguna energía para mí, gatito mío. Pero tú esmérate con Esther, no es tan guapa como yo, ja.ja... pero tiene un bonito cuerpo, te lo garantizo, se cuida mucho. ¿Bien qué te parece?. Podemos quedar para cenar en un sitio discreto. Donde siempre si a ti te parece bien. Puedo llamar por teléfono y dejarlo todo encargado. ¿A qué hora te viene bien?.

Desencajé la mandíbula para contestar. Llevaba esperando todo aquel tiempo su llamada y ahora tendría que compartirla con un adefesio. Estos son los momentos malos en la vida de un gigolo. También los hay, se lo aseguro. Marta me lanzó uno de sus largos y empalagosos besos por cable y yo se lo devolví con un cierto resquemor mal disimulado.

Regresé al baño y eché más agua caliente. Decidí que pensar en Marta me haría mucho mal, así que continué desenredando el hilo de mis recuerdos. Volví a poner a Bach desde el principio y recliné la cabeza sobre la esponja que acostumbro a colocar bajo mi nuca para que el bordillo no me moleste. Nada mejor para recordar o para soñar que las variaciones Golberg, se lo aseguro.

Lilian, Lily para los amigos, me exprimió durante siete noches mas, sin un solo día de descanso, no dejó vivo nada en mi cuerpo que pudiera darle ese placer que libaba como una ansiosa abeja reina. Es para probar si tienes aguante para este trabajo, mi ratoncito. Pero Lily, ¿no tendré que trabajar siete noches a la semana, verdad?. No ratoncito, tendrás tus descansos, pero habrá épocas, sobre todo en verano, en que tendrás que dar de ti todo lo que tengas y hasta lo que no tengas. En verano nuestras clientas más escogidas aprovechan las vacaciones para despistarse un poco de sus maridos y familias y entonces su despiste las lleva siempre hacia aquí, supongo que un picor íntimo guía sus pasos.

Adoraba la forma de expresarse de mi querida Lily, podía serlo todo menos remilgada. Su sinceridad no por esperada en su condición de celestina no dejaba por ello de ser apabullante. La última noche me hizo acompañarla a las cocinas donde se podía dar de comer a un pequeño regimiento de clientes por lo que pude ver. Al lado de las cocinas una puerta disimulada y muy cerradita daba acceso a una especie de almacén frigorífico al que Lily me hizo pasar con una sonrisita de conejo que me escamó un poco, lo confieso. En las estanterías toda clase de medicamentos y bolsitas con hierbas de nombres exóticos, así como los perfumes más exquisitos, desde incienso a otros con nombres que no había oído en mi vida. Me hizo recorrer toda la estancia, incluso abrió alguna cámara frigorífica donde conservaba medicamentos que necesitaban del frío para no estropearse.

-Ratoncito Johnny, esta es mi cámara secreta, muy pocos conocen de su existencia. Puedes agradecerme que tú seas uno de los pocos privilegiados que han pasado de la puerta. Eso te convencerá de lo mucho que te aprecio. He invertido parte de mi fortuna en varias multinacionales farmacéuticas a cuyos consejos de administración no incordió nunca con la condición de que me hagan llegar gratuitamente todos los afrodisiacos, anticonceptivos, productos retardantes para el varón y estimulantes para la hembra. Aparte de eso les he obligado a la creación de un departamento con varios laboratorios exclusivamente dedicados a la investigación de productos para hacer del sexo lo más seguro y placentero que puedan conseguir los mejores especialistas del ramo. Los medicamentos que recibo no son conocidos y no los encontrarías en ningún establecimiento del ramo. Solo están disponibles para mis chicas y chicos que guardan el secreto bajo pena de muerte. Solo alguna especialisima clienta tiene a su disposición de vez en cuando algún producto estimulante que debe pagar caro, muy caro. Te he traído porque quiero que te lleves algunos productos retardantes y otros estimulantes para que los vayas probando y me digas cuál de ellos te viene mejor. Puedes probarlo con alguna de tus amiguitas, si quieres, sino encuentras ningún conejito de laboratorio puedes venir conmigo, me encantará ver los efectos que producen en ti, jaja...

Regresamos al dormitorio y ante mi sorpresa me pidió que me quedara a dormir con ella, solo a dormir. Nos embutimos en el lecho y Lilian se abrazó a mí como una pulpa de diez mil tentáculos, no me dejaba respirar. En cuanto se quedó dormida aflojé la presión pero esa noche dormí poco y mal. Lily era una gran fumadora y sus bronquios rechinaban como frenos gastados. Incluso roncaba aunque suavemente, ninguna mujer ronca como un carretero empapado de cazalla, ¡no por Dios!, quién se atreverá a decir nunca que una mujer ronca y sin embargo varias veces fui despertado por sus suaves ronquidos y por sus brazos que me buscaban con desesperación en sueños.

Dormimos, es un decir, hasta la hora de comer. Lilian me permitió bañarme con ella en un gigantesco yakuzi preparado en una parte del sótano cercana al almacén a donde solo tenían acceso algunos privilegiados, me volvió a repetir como si quisiera convencerme de que yo era el más privilegiado de todos ellos. Allí, me dijo, se organizaba de vez en cuando alguna que otra orgía para gente muy, muy importante o simplemente para regodeo de la dueña. Ya me invitaría a la próxima orgía romana, lo pasaríamos muy bien. Lily intentó reanimar mi asfixiado pajarito pero tuvo que conformarse con que acariciara su cuerpo en un masaje sin fin. Fue entonces cuando me habló de un masaje oriental que debería aprender. Lo llamó Shiatsu y me dijo que viajaríamos quince días hacia el sur donde una buena amiga japonesa me enseñaría las nociones más elementales, el resto lo tendría que aprender practicando. Ella me dio la primera lección pero el pajarito no revivió, lo había reventado la muy canalla y encima se quejaba.

Comimos tarde pero muy opíparamente. Antes de despedirme me entregó un cheque y me dijo que me lo gastara con mi amiguita llevándola a algún lugar "chic", necesitaba aprender buenos modales a toda prisa. Dije que sí pero yo pensaba otra cosa, tenía una semana apenas para preparar los exámenes finales y no quería darme por vencido sin lucha. Estaba muerto de cansancio, apenas había dormido en toda la semana, pero mi rabia por conseguir acabar la carrera me dio el suficiente vigor para aguantar en pie, gracias sobre todo a las anfetas que me pasaron mis colegas. Me fui a la sierra y en un buen hotel dormí casi veinticuatro horas seguidas luego me dediqué estudiar como el empollón más rápido del oeste.

Los resultados fueron mediocres pero mejor de lo esperado dadas las circunstancias. Con las notas en el bolsillo de la americana me presenté en casa de Lily a la hora convenida. Ella me recibió con el cariño que siempre me demostraba y ya en el salón se puso a aleccionarme sobre las duras semanas que me esperaban como un entrenador haría con sus pupilos antes del gran partido. El plan era el siguiente: pasaría tres noches con la mejor de sus pupilas, Venus de fuego, que me enseñaría todos los trucos que se pueden enseñar a un hombre para que pueda hacer disfrutar a las mujeres aún en las circunstancias más adversas. Con ella probaría algunos potingues más. Me preguntó si lo había hecho con mi amiguita y le dije que estaba demasiado cansado para probar nada. Se rió suavemente con risa de conejita excitada. Bien pues los probarás todos, déjate guiar por ella, es muy experta, y no te pases porque no me gustaría perder a mi mejor pupilo por un infarto a destiempo. Luego su mejor semental, Cary (por Cary Grant, no me gustó nada aquel sacrilegio) me daría unas charlas amistosas sobre los diferentes gustos de nuestra clientela, los problemillas o manías de cada una y sobre los trucos que empleaba él con cada una. Aguanté como pude las sesiones, no me caía bien, era muy basto a pesar de que Lily lo hubiera pulido hasta donde era posible. Lo peor de todo fue aguantar, escondido en un cuartucho desde donde se divisaba muy bien el lecho, el comportamiento íntimo de "semental" y una de sus clientes. Lily me dijo que aquella lección era imprescindible y me la tuve que tragar.

Además de Venus de fuego Lily me obligó a probar a Anabel, una deliciosa mulata, todo exuberancia y alegría. Nos hicimos buenos amigos. Fue ella quien me comentó que lo que Lily estaba haciendo conmigo no era muy normal. La disculpa de prepararme para una clienta muy especial de la que necesitaba un gran favor solo podía engañar a alguien que no la conociera bien. Lilian estaba por mis huesos y estrujándolos se estaba dejando un poco de su corazoncito en el camino. Era la primera vez que le sucedía al menos desde que ella la conocía y eso era algo peligroso, todos lo sabían, esa era siempre su primera lección: nunca te enamores.

Curiosamente no me obligó a trabajar enseguida con las clientas. Me ordenó descansar. Parecía estar muy preocupada porque mi físico se resintiera. Por lo visto "la guinda" era una nueva clienta, muy especial en todos los sentidos y Lily necesitaba desesperadamente ese favor del que no me quiso hablar. La notaba preocupada y un poco distante, había oído algún rumor y no me hacía gracia que cualquier día la tirotearan en el coche camino de su restaurante favorito o de visita a las casas que tenía estratégicamente distribuidas por la ciudad. Ella notó en mi rostro la ansiedad y me acarició el pelo como a un adolescente temeroso de que los fantasmas le arrebaten sus sueños eróticos.

Antes de darme cita para una tarde concreta me aleccionó sobre mi primera clienta. Marisa era una mujer gorda y bastante repelente pero su marido tenía una saneada fortuna y para Lily esta era una cualidad que no se podía despreciar en modo alguno. Me enseñó una foto de su tercer álbum, allí guardaba a los equipos de tercera división. La foca, como la llamó, no saldría nunca de allí. Ni su fortuna era tanta como hacía creer ni sus modales daban para más. No la descendía de categoría porque ya no había más categorías por debajo. Era mi primera experiencia como auténtico gigolo y ella deseaba especialmente que saliera bien librado. Si eres capaz de hacerla feliz ninguna otra se te resistirá, puedes creerme. Tal vez tuviera razón pero yo no las tenía todas conmigo.

Continuará....