Diario de un embaucador (Parte IV)

"A partir de ahora, cada vez que mi polla pida atención, te quiero de rodillas delante mío. Cada vez que sienta la necesidad de abrir un culito prieto, te quiero abierto frente a mí. Donde sea, cuando sea."

Desperté lentamente, sin demasiada voluntad de volver al mundo real. Había sucedido tanto en un solo fin de semana; me sentía exhausto a pesar de haber dormido... ¿cuánto? Busqué mi móvil en la mesita de noche, pero se había quedado sin batería. Intenté hacer memoria de la noche anterior. "Franco", pensé y enseguida noté que estaba solo en la cama.

Me puse de pie con un esfuerzo monumental y me dirigí a la ducha. Tampoco en el baño había rastro de Franco, pero el suelo estaba mojado, al menos sabía que había estado allí. Estaba desnudo, de modo que simplemente abrí la llave del agua caliente y me metí debajo. El agua me escocía, pero se sentía bien, podía sentir cómo me vigorizaba. Cerré los ojos y dejé que mis músculos se relajaran. Pensé en lo que me esperaba aquel día, le había prometido ayuda a David con química. Mi polla amenazó con despertar ante la expectativa. Apagué el agua y me envolví en una toalla.

Me agité un poco el cabello, me lo aparté de los ojos y vestí una camiseta y unas bermudas, seguramente haría un calor asqueroso. Salí a la cocina y, como había imaginado, Franco estaba ahí. Mi estómago gruñó al sentir el aroma a comida que inundaba el pequeño departamento. Franco iba y venía delante de un montón de utensillos que ni yo mismo sabía que tenía en la cocina. "Cuerpo espectacular, personalidad bonachona y cocina, el novio perfecto... si tan solo no fuera todo una farsa de la que solo yo soy consciente."

"¡Hey! Al fin despertaste. Estaba a punto de llamarte, ya casi está listo", dijo con su sonrisa bobalicona patentada y un beso casto.

"Hola", respondí con una sonrisa perezosa.

"Tuve que salir a comprar ingredientes para preparar algo decente, ¿cómo haces para vivir? No tienes una mierda en el refrigerador."

"Estoy seguro de que puedes encontrar algo de mierda si buscas bien", dije con sorna. "Vivo a ramen, deberías probarlo."

"Algún día me dirás cómo haces para mantener ese cuerpo."

"Con mucho, mucho sexo", pensé para mis adentros.

Franco había dispuesto todo para almorzar. Platos, cubiertos y hasta servilletas, ¿había comprado todo eso también? Estaba seguro de que nunca había visto nada parecido en mi cocina. Era tan jodidamente romántico. Las palabras de Gonza resonaron en mis oídos, pero no me provocaban nada. Simplemente me encogí de hombros y me dispuse a buscar el cargador de mi móvil.

"¿Tienes idea de qué hora es?", pregunté mientras Franco servía espaguetis, radicalmente diferente al ramen.

"Las tres de la tarde."

"Mierda", encontré el cargador y corría a mi habitación.

"¿Todo bien?"

"Quedé con David a las dos para ayudarlo en química", encendí el móvil y encontré varias llamadas perdidas y unos cuantos mensajes. Lo llamé de vuelta.

"Alex", respondió al segundo tono.

"Hey, David. Lo siento, me dormí. ¿Aún puedes llegar?"

"Si, claro. Estaré allí en media hora."

"Nos vemos entonces."

Volví a la cocina, Franco ya se encontraba devorando su plato. Me senté también e hice lo mismo. Hubo silencio por unos minutos, pero no era un silencio incómodo. Nunca lo era con él.

"¿Te arranqué la camisa anoche?", preguntó cuando terminamos.

"¿Qué?"

"Encontré botones en la puerta, pero no recuerdo haberte roto la camisa."

"Oh", imágenes de la noche del viernes pasaron rápidamente por mi mente. "Si, yo me la arranqué."

"¿No habías ido con Gonza a comprarla?", mi mejor amigo y sus sermones parecían estar bastante presentes aquel día.

"No, no encontramos nada. Usé una que ya tenía."

El timbre sonó y me libró de los recuerdos de la tarde anterior.

"¿Vas a quedarte?", pregunté intentando que no sonara tanto a una petición más que a una pregunta.

"No, bajo contigo. Nico va a acompañarme a casa a buscar algunas cosas y llevarlas a la suya. Sus padres no tienen problema en que me quede unos días. No te pases con David". Lo dijo como si yo fuera la persona más confiable del mundo. Como si subir con el hermano menor de su mejor amigo al departamento para "estudiar química" fuera justamente eso, una tarde de estudio y nada más.

Bajamos juntos y se fue mientras yo recibía a David. Nico no salió de su auto. Ese idiota siempre había sospechado de mí, estaba seguro de que le llenaba la cabeza a Franco... o al menos lo intentaba. Me encogí de hombros por segunda vez esa mañana. Mientras Franco continuara ofreciendo su polla para mi entretenimiento, no había nada de qué preocuparse.

David no paraba de pasarse la mano por el cabello, una clara señal de que él también era consciente de lo que estaba a punto de suceder. Me dediqué a sonreír en silencio mientras subíamos. Me adelanté para abrir la puerta y permitirle el paso; mientras lo hacía pude notar un bulto prometedor comenzando a notarse por encima de sus bermudas.

Era impresionante que luego de todo lo que había pasado en aquellos dos días, mi polla aún se emocionara ante la perspectiva de más sexo.

Pensaba que estaríamos un buen rato intentando fingir que le enseñaba química hasta que uno de los dos diera el primer paso y una cosa llevara a la otra. Pero David tenía otros planes. Apenas había cerrado la puerta cuando su boca se unió a la mía.

Me besaba con energía, como si hubiese estado esperando aquello por mucho tiempo. Probablemente así era. Era una agradable sorpresa descubrir que su lengua no intentaba dominar la mía, entraba a mi boca con timidez, se movía despacio. Era un cambio bien recibido. Enseguida tomé las riendas, entré a su boca con brusquedad y enredé mi lengua con la suya. Recorría su boca sin encontrar ninguna oposición, acaricié su paladar y pude sentirlo temblar antes de morderle el labio inferior y arrancarle un gemido.

Mientras tanto sus manos también habían encontrado con qué entretenerse. Se habían infiltrado debajo de mi camiseta y recorrían mi cuerpo completamente, como si intentaran grabarlo en sus palmas. Luego de unos segundos descendieron y entraron debajo de mis bermudas, atraparon mi polla y mis huevos al mismo tiempo. Un movimiento lento de subida y bajada comenzaba a marearme mientras mis testículos se endurecían al contacto.

David se despegó de mi boca y se puso de rodillas.

"¿Estamos ansiosos?", dije con una sonrisa irónica.

"No sabes cuánto tiempo he esperado esto", dijo antes de hacer desaparecer mi miembro en su boca.

Un gemido gutural se escapó de lo profundo de mi pecho mientras apoyaba mi peso contra la puerta y cerraba los ojos. Saltaba a los sentidos que no era ningún novato. Se había introducido mi polla hasta la garganta a la primera. Una habilidad que requería cierta práctica según mi propia experiencia. Se retiró lentamente para tomar algo de aire. Con una mano comenzó a pajearme mientras lamía mi glande, pero ahora que sabía lo que podía hacer, quería más. Coloqué una mano detrás de su cabeza y volví a sumergirme en su húmeda boca.

Tenía los labios carnosos y sus ojos negros brillaban con excitación, como si fuera él mismo quién estaba recibiendo una mamada de primera. Por un segundo me pregunté si así es cómo se sentirían mis conquistas cuando yo les proporcionaba mis propios cuidados. Mi polla vibraba dentro de su boca con cada uno de sus gemidos y podía sentir su lengua jugueteando. Le permití retroceder una vez más y comencé a follarme sus labios. Entraba y salía a una velocidad cada vez mayor. Sus gemidos se sincronizaban con los míos, sus manos me recorrían el cuerpo, sus ojos mostraban deseo.

Decidí que lo ayudaría a cumplir lo que tanto había esperado. Con una última embestida, llegó la liberación. Me mordí el labio con fuerza mientras me vaciaba dentro de su boca. David tragaba como si le estuviera dando néctar. Continuó pajeándome un poco más, extrayendo hasta la última gota, y una vez hubo terminado, continuó lamiendo mi polla como si fuera la golosina más deliciosa que jamás había probado. Finalmente levantó la vista y me sonrió con satisfacción.

"No puedo creer que al fin lo conseguí", dijo mordiéndose el labio inferior, aún de rodillas. "Hacía mucho tiempo que quería devorar tu polla. Eres un cabrón por andar mostrándola en las casillas a cada oportunidad que tienes. Estás jodidamente bueno."

"Y aún no has visto nada", dije devolviéndole una sonrisa lasciva.

Lo puse de pie y lo llevé hasta la mesa de la cocina. Estaba vacía, Franco y yo habíamos recogido. David se dejó guiar sin mediar palabra. Una vez allí, lo acosté de espaldas sobre la superficie y le quité zapatillas y bermudas de un solo tirón. Tenía una polla delgada y estilizada, acabada en un brillante glande rojo bañado en precum.

Pero no me detuve en su polla, quería jugar a algo más. Le abrí las piernas para dejar su agujero al descubierto. Estaba rojo, como si hubiera sido trabajado hacía poco. Me acerqué y le di una lamida de prueba. Aún tenía sus piernas abiertas en mis manos y pude sentir cómo temblaban: estaba sensible. Sonreí con malicia y volví al ataque.

Lamía su entrada una y otra vez, recorría el borde con mi lengua haciendo círculos y arrancándole gemidos de profundo placer. Juzgando por cómo temblaban sus piernas, lo rojo que se encontraba y los sonidos que soltaba, diría que no podría haber pasado más de un día desde que una polla se encontraba entrando y saliendo de allí de la misma manera que ahora lo hacía mi lengua.

Entraba y salía una y otra vez, y una y otra vez los sonidos que salían de su boca se volvían más y más balbuceantes. Luego de estar así varios minutos, decidí que era tiempo de pasar a algo más... intenso. Dejé su agujero para recorrer el espacio que había entre su entrada y sus huevos. Lo hice lentamente, con parsimonia, asegurándome de aplicar la suficiente presión como para encontrar el resultado que buscaba.

"¡Ah! ¡Alex! ¡Ahí! ¡Por favor! ¡No pares!"

No lo hice, volví a bajar, desde sus testículos a su agujero y hacia arriba una vez más. Mi polla volvió a endurecerse bajo el pensamiento de que tan solo media hora atrás había estado comiendo espaguetis hechos por mi novio en esa misma mesa. El hecho de que ahora tuviera un cuerpo desnudo, gimiendo y rogando por placer era un contraste significativo.

"¡Alex, por favor!"

"¿Por favor?", pregunté con malicia.

"No pares, no pares", balbuceaba ahora la víctima de mis caprichos.

Mientras continuaba provocándolo con mi lengua, decidí añadir un estímulo más. Lentamente introducí el dedo índice en su ano y comencé a penetrarlo una vez más. Adentro y afuera, el movimiento seguía el mismo ritmo de arriba y abajo que realizaba mi lengua. David estaba al borde de la locura.

Introduje un dedo más y cambié de táctica una vez más. Mientras mis dedos entraban y salían, me puse de pie y levanté su camiseta con la otra mano, revelando su cuerpo blanco, marcado con años de futbol. Sus abdominales apenas resaltaban, decidí sentirlos con mi propia boca. Comencé justo encima de su miembro, otra zona en extremo sensible si era bien estimulada. Lo lamía suavemente y depositaba suaves besos mientras continuaba el ascenso. Pude sentir sus abdominales bajo mi lengua y mis labios, iba recorriendo su forma, imaginándomelos mientras cerraba los ojos.

Sus brazos se encontraban firmes a cada lado de la mesa, se agarraba con fuerza a los bordes, lo que resaltaba aún más su pecho y las marcas que ahí había. Mis dedos habían encontrado el mismo punto sensible que mi lengua había estimulado, esta vez desde adentro. Ahora golpeaba su próstata una y otra vez. David tenía los ojos cerrados con fuerza y la espalda arqueada.

Sentía curiosidad por saber con quién había estado. Tenía una cantidad importante de marcas alrededor del cuello y en los pectorales. Me preguntaba que pasaría si agregaba una más.

Me acerqué a uno de sus pezones y comencé a devorarlo mientras introducía el tercer dedo. Lo mordía con una fuerza moderada y lo lamía, moviendo mi lengua rápidamente. Los gemidos de David iban en aumento otra vez. Estaba sufriendo una sobrecarga de estímulos mientras cambiaba de pezón y me dedicaba a succionar y morder el otro mientras que con la mano libre continuaba pellizcando el que había dejado libre.

Comencé a acelerar el ritmo con el que mis dedos entraban y salían de su agujero, mordí su pezón con un poco más de fuerza y eso fue todo lo que necesitó....

Con una sinfonía de sonidos, se corrió espectacularmente derramando toda su leche sobre su húmedo abdomen. Su pecho subía y bajaba, lo había dejado exhausto. Una sonrisa de profunda satisfacción llenaba su rostro.

Lamí mi postre de su abdomen, asegurándome de limpiarlo bien antes de que me atrajera y compartiéramos su sabor en nuestras bocas.

"Eso ha sido...", dijo cuando nos separamos.

"Lo sé", respondí con una sonrisa de suficiencia.

Se puso de pie y luego de vestirse me atrajo una vez más a su boca. Fue un beso largo, profundo.

"La próxima vez quiero tu polla dentro mío", dijo apoyando su frente contra la mía y susurrando.

"¿La próxima vez?", dije burlón, separándome de él. "Por lo que he visto, tu ya tienes dueño. Me siento usado", dije fingiendo indignación con ironía.

David se ruborizó violentamente.

"Tu también tienes novio, eso no ha sido un problema", dijo como un niño pequeño, excusándose.

Me acerqué por detrás y le apoyé mi polla dura entre las nalgas. David era unos cuantos centímetros más bajo. Apoyé mi rostro en su hombro y le susurré al oído.

"No es un problema, es un incentivo", restregaba mi miembro descaradamente contra su culo trabajado. La tela volvía a interponerse entre nosotros, pero no evitó que lo escuchara suspirar con deseo. "He hecho una pequeña adición a tu colección de marcas. Ahora no me queda más remedio que competir. Quiero que seas de mi propiedad y, como sabrás, suelo conseguir lo que quiero. A partir de ahora, cada vez que mi polla pida atención, te quiero de rodillas delante mío. Cada vez que sienta la necesidad de abrir un culito prieto, te quiero en cuatro delante mío. Donde sea, cuando sea. No quiero ver más marcas que no sean mías. A partir de ahora eres mío, ¿entendido?"

David asintió y se separó con una expresión que era una especie de mezcla entre satisfacción y confusión.

Lo cierto es que yo también estaba algo confundido. Era como si esas palabras hubieran salido de la boca de otra persona. ¿Desde cuándo buscaba continuidad? Mi primera norma era no repetir, nunca. Era mi modo de defenderme contra tonterías como sentimientos o cosas por el estilo. Franco había sido mi única excepción, e incluso así, solo le había permitido entrar por su cuerpo y su forma de coger.

Franco era sobresaliente, eso era lo único que le había permitido permanecer conmigo al principio. Luego había encontrado que devorar otros cuerpos mientras él iba por ahí feliz y campante confiando ciegamente en mí, era muy, muy excitante. Pero eso era lo único que lo había mantenido a mi lado hasta ahora.

Ahora me encontraba preguntándome qué era lo que mantendría a David. Sin duda había sido una buena mamada, y la escena sobre la mesa le daría material de paja por meses a la más experimentada estrella porno. Pero nada de eso justificaba lo que acababa de hacer. Lo que yo buscaba era traicionar al que creía poseerme, no poseer a alguien más. La imagen de David arrodillado frente a mí, mirándome con sus ojos oscuros y brillantes, lo que había sentido al ver sus marcas, su voz gimiendo mi nombre y pidiendo más, cruzaron por mi mente rápidamente.

"Supongo que lo intentaré, siempre puedo dejarlo si no funciona", pensé para mis adentros. Aunque en lo profundo de mi mente, sabía que algo había empezado a cambiar...


Un día más, un relato más. Espero que lo disfruten! Había planeado postear éste y un capítulo más desde el punto de vista de Franco, pero no tuve tiempo. La vida social llama. Prometo sacar el otro capítulo mañana y sorprenderlos. Saludos!