Diario de un Despertar Zombie -Camino y Dolor
Sigue el viaje de nuestros protagonistas para conseguir un lugar seguro... recuperándose de la muerte a Anni
-Anni, tienes que salir con Juan, lleva dos semanas llamándote y buscándote, no entiendo porque no le das una oportunidad.- Le dije a Anni, mientras veíamos Amanecer de los Muertos, por treceava vez.
-Apoyo la moción de Rosy, estoy cansada de escuchar ese bendito teléfono hasta los domingos.- Exclamo Flor, con la boca llena de doritos.
-Si no lo haces tú, te lo robo.- Agrego entre risas Paula, mientras entraba al cuarto y se acostaba sobre nosotras.
-Por dios chicas, Juan es mi mejor amigo, nos conocemos desde muy jóvenes, no quiero dañar la amistad, por más que me guste.- Respondió Anni, mordiéndose la lengua con la última parte de la oración.
-Ajaaaa, pero si te gusta… - Le grito Paula, provocando risas en todas.
-Si dios, me gusta mucho, pero me da miedo perderlo.- Confeso por fin Anni, completamente ruborizada.
-No te puede dar miedo, algo que todavía no pasa Anni.- Le dije, mientras me incorporaba para mirarla a los ojos.- Mi padre tenía un dicho para eso… “No puedes temer a caer del caballo, si todavía no te has montado”.- Termine de decirle.
-El papa de Rosy y sus refranes, deberíamos sacar un libro sobre ellos.- Exclamo entre risas Paula, mientras me abrazaba, me encanta cuando lo hace, no solo es su olor, me siento… protegida.
-Dioooos chicas, está bien… pero si todo se arruina, las hare pagar.- Termino rindiéndose Anni, al tiempo que agarraba su teléfono y le mandaba un rápido texto a Juan.
-¿Qué le escribiste?- Pregunto curiosa Flor.
-Que si… - Respondió una risueña Anni, mientras su teléfono sonaba en respuesta pero con una llamada.
Gritos de Juan de pura alegría se escuchaban desde el auricular del Nokia de Anni.- Cálmate mi tonto, te espero.- Término de decirle Anni, mientras colgaba.
Todas abrazamos a Anni, sabíamos que ambos se querían mucho, y se merecían el uno al otro.
-No pensaras recibirlo en piyama Anni.- Le dijo Paula señalando la manchada camiseta del Rey León que traía puesta Anni.
-Ya sé lo que necesitas.- Grite, buscando un vestido de tiras negro, que había comprado para una ocasión especial, y sin duda, esta era una.
Corriendo entre de nuevo al cuarto, y se lo entregue a una confundida Anni.- Toma, esta nuevo, quiero que lo uses.- Le dije, todavía sin recuperar el aliento.
-No Rosy, no puedo usarlo, es tuyo.- Me contesto intentando devolvérmelo.
-No seas tonta, tu eres mi hermana, y quiero que te veas espectacular esta noche.- Le dije, haciendo que los ojos de Anni se cargaran de lagrimas.
-Tengo los zapatos perfectos para ese vestido.- Exclamo Flor, mientras salía del cuarto.
-Y yo te maquillare.- Le decía Paula, mientras buscaba su enorme kit de maquillaje.
Cuando Anni estaba casi lista, parecía una modelo de revista, su hermosa piel morena, resaltaba sus ojos, y ese vestido le quedaba como nunca me hubiera quedado a mí.
Juan llego en ese momento, con un enorme ramo de rosas y prácticamente hiperventilando, me toco a mí abrirle mientras Anni terminaba de alistarse.
Se veía muy guapo con una camisa blanca manga larga, un pantalón de vestir negro, y su corte militar.
-Juan, se que quieres mucho a mi amiga, pero si le haces daño, entre todas te haremos arrepentirte de haber nacido hombre.- Le amenace, haciendo que el chico, que siempre había sido rudo, tragara hondo de puro miedo.
En ese instante Anni salió sostenida de Flor y Paula, nunca había usado tacones tan altos, por lo que no estaba acostumbrada.
Juan que no noto ese detalle, estaba impactado con la visión de Anni, sus ojos brillaba, y por un instante, dejo de respirar.
-Te ves hermosa.- Pudo decirle Juan, acercándose a Anni para entregarle las rosas.
Anni estaba nerviosa, y justo cuando las chicas la soltaron para que recibiera las rosas, intento acercarse, resbalando con sus tacones y cayendo sobre Juan.
Ambos quedaron frente a frente, a punto de besarse…. BANG BANG BANG. –Maldita sea.- Grite mientras Paula y yo nos despertábamos, por esos disparos.
-¡Aura! Debemos llegar a ella rápido.- Le dije a Paula mientras nos incorporábamos y vestíamos.
Ya en la sala estaba María sosteniendo el fusil de Juan.- Rosy, Paula, los disparos vienen de la entrada del pueblo.-
BANG, BANG, BANG, tres disparos más rompieron el silencio de la noche, haciendo que las tres nos agacháramos.
Doyexi salió tropezando del cuarto.- Niña, toma un arma y quédate, cualquiera que entre a la casa que no seamos nosotros lo matas.- Le grite, mientras me incorporaba para salir de la casa.
Aura y Flor estaban tras nuestra camioneta, disparándoles a no menos de veinte zombies que estaban entrando al pueblo por la calle principal.
Dos ancianos que acaban de salir de una de las primeras casas, luchaban cuerpo a cuerpo con ellos usando sus escardillas como armas.
Las tres corrimos hacia la camioneta.- Flor, María, vengan conmigo, ayudaremos a los viejos cuerpo a cuerpo, Aura y Paula, no dejen que ninguno de esos seres nos pase.- Les ordene, abalanzándome luego hacia esos seres.
Flor y María luchaban ya como profesionales, usando las culatas de sus armas para tumbar a los zombis, para luego rematarlos con un disparo certero en sus cráneos, mientras yo usaba mi velocidad para acercarme hasta ellos y poder dispararles sin errar.
Justo cuando teníamos todo controlado, pude ver una moto estacionada a las afuera del pueblo, como observando que pasaba.
Por un momento me sentí tentada a tomar la camioneta y perseguirla, pero sería imposible alcanzarla, además, si eran hombres del Coronel, no tendría oportunidad contra ellos, no sin Juan o Cassandra sanos.
-Es la noche más emocionante que hemos tenido en décadas.- Dijo uno de los ancianos mientras aplastaba el cráneo del último de los zombies que entraron al pueblo.
-Lo dirás por ti, pero yo estoy muy viejo para esto.- Le contesto el otro anciano, escupiendo algo parecido al chimo sobre uno de los zombies.
Cuando todo terminó, la moto se dio vuelta y regreso por el camino, sabía que no tendríamos mucho tiempo, debíamos irnos ya, si queríamos tener alguna posibilidad.
-Gracias señores, son muy valientes.- Les dije, mientras seguía mirando el camino que tomaba la moto antes de perdérseme de vista.
-Caray valiente son ustedes, a nosotros ya no nos importa si estiramos la pata, ustedes por otro lado están empezando a vivir.- Me contesto uno de los viejos, antes de que entrar a su casa.
-Chicas, vamos dentro, debo decirles algo, pero primero quiero la opinión de Cassandra y Juan.- Les dije a todas mientras iba caminando hacia dentro de la casa.
Entre al cuarto donde estaban Cassandra y Juan recuperándose, ambos despiertos por los disparos.- ¿Qué fue lo que paso?- Pregunto Cassandra exaltada.
-Tranquila, solo eran unos cuantos zombies, ya nos encargamos.- Le conteste, mientras tomaba una silla y me sentaba frente a ambos.
-Lo que realmente me preocupa, es que pude ver una moto a lo lejos, observando el pueblo mientras todo pasaba, creo que es algún rezagado de los hombres de tu padre.- Les explique, esperando que ellos me dijeran que hacer.
-Es verdad, si lograron localizarnos, es probable que tengan exploradores por todas vías cercanas a la capital, debemos partir lo más rápido posible.- Respondió Cassandra, intentando incorporarse visiblemente dolorida.
-No podemos viajar de noche, ninguna de las chicas tiene experiencia con el volante como para arriesgarnos a agarrar carretera.- Pudo decir Juan, mientras agregaba.- Además, ya no hay telefonía celular, y los radios que tenían son de corto alcance, todavía tenemos unas cuantas horas de ventaja, antes de que pueda informar de nuestra ubicación.
-Tienes razón, así le damos tiempo a los viejos para que se preparen a acompañarnos.- Dijo Cassandra, sorprendiéndome que fuera ella quien pensara en ellos.
-Ellos no van a venir Cassandra, si no abandonaron el pueblo cuando sus hijos se fueron, no se irán por más que les digamos que el infierno vendrá por ellos.- Le dijo Juan, mientras me pedía que lo ayudara a incorporarse.
-Prepara todo para salir nada más aclare un poco Rosy, con suerte, Cassandra podrá manejar aunque sea las primeras horas.- Termino de decirme, mientras me incorporaba para salir y comunicar lo que haríamos a las muchachas.
Puede que a Doyexi y a Aura no les gustara la idea de ir a la carretera nuevamente, pero entendieron que solo así tendríamos oportunidad, fui a comunicarle a la señora Celina que nos iríamos bien temprano, y fue exactamente como dijo Juan, en ningún momento hubo comentario alguno, sobre la posibilidad de irse con nosotros, ellos morirían en esas tierras antes de salir de allí.
Cuando pude salir de la casa de la señora Celina, me sorprendió ver a María sentada en el capo de nuestra camioneta mientras sostenía una de las pistolas.- ¿Qué haces aquí?- Le pregunte, sentándome con ella, y sintiendo la fría brisa del campo, pegar contra mi rostro.
-Releve a Aura en la guardia, como tú nos ordenaste Jefa.- Me recordó, mientras me miraba con sus enormes ojos y su cabello negro azabache.
-Cierto, lo había olvidado, ¿Estas lista para irnos en un rato?- Le pregunte, intentando no mirar el enorme escote que su franela de tiras dejaba ver.
-Si Jefa tranquila, ya incluso cargamos las dos camionetas, no creo que al hermano de Cassandra le importe que la tomemos prestada.- Me contesto María mientras me la señalaba.
-Tampoco lo creo, pero mejor no hacemos ese tipo de chistes mañana cuando ella esté con nosotros.- Le dije mientras le daba un beso rápido en su mejilla, y me incorporaba para irme.- Ten cuidado… pasante.- Termine de decirle yendo hacia la casa.
-Tranquila mi Jefa sexy.- Me contesto con esa voz picarona que me siempre me calentaba.
Fui directo al cuarto, queriendo meterme en mi cama, Paula ya me esperaba, y me acosté de nuevo con ella, para intentar descansar, no hablamos, ni paso nada entre nosotras en toda la noche, solo nos dimos calor, apoyo y cariño.
Un par de horas más tarde, ya estábamos paradas y listas para irnos, el sol empezaba a salir por el horizonte cuando todas estábamos montándonos en las camionetas, Cassandra pudo recuperarse lo suficiente para manejar, por lo menos por unas horas, Juan Doyexi y yo iríamos con ella, mientras Paula manejaría la otra llevando a María, Aura, Flor y los niños.
-No te preocupes Doyexi, Aura cuidara bien a tu hermano.- Le dije mientras empezábamos a salir del pueblo, ambas estábamos en el asiento trasero de la camioneta.
-Lo sé, pero han pasado tantas cosas, mi hermano, su novia, tu amiga, todos ellos muertos tan rápido, todavía no lo digiero.- Me contesto con mucha sinceridad Doyexi.
-Todos ellos se fueron, pero tu estas acá, tienes que vivir por ellos, y sobreponerte por tu hermanito, todavía estamos lejos de estar a salvo.- Le dijo Juan desde el asiento del copiloto, que a pesar de su juventud, parecía tener siempre las palabras correctas para todo.
-Juan, ¿Hacia dónde vamos? Después tendremos chance de ponernos sentimentales, pero debemos alejarnos lo más rápido que podamos.- Le pregunto Cassandra, recordándonos el contexto donde estábamos.
-Cierto.- Contesto Juan, mientras miraba un mapa que habían conseguido de la camioneta de los hombres del Coronel.- Debemos girar hacia la izquierda en la intersección, intentaremos rodear y tomar caminos alternos para evitar que nos sigan el rastro.- Término de decirle.
-Duraremos muchos tiempo para llegar a Adicora de esa forma.- Le recordo Cassandra visiblemente preocupada.- Incluso nos tocara buscar refugio esta noche.
-Puede ser, pero es lo más seguro, además, sería un suicidio atravesar sitios muy poblados, tanto por los zombies como por las personas.- Le contesto Juan, a lo que Cassandra asintió inmediatamente.
-Debemos evitar a las personas… ¿Por qué?- Pregunto confundida Doyexi.
-Simple, cualquiera que hoy este vivo, tiene, o mucha suerte como ustedes, o es un psicópata como mi padre.- Contesto Cassandra.- Y no tenemos tiempo para adivinar cuál de los dos será.- Término de decir, haciendo que en esta oportunidad sea la chica quien asintiera.
Mientras tomábamos una ruta de tierra para intentar acercarnos a Morón, empezó un interrogatorio total de Doyexi hacia todos, incluso sobre Cassandra, que al final tuvo que ceder.
-Por Horus, que niña más necia, yo tengo treinta años, luego que muriera mi madre, viví en Alemania varios años donde me licencie en psiquiatría, hasta que todo esto empezó y regrese, ¿Ya es suficiente?- Le grito una cansada Cassandra, para responder todas las preguntas que pudiera hacerle Doyexi.
-Pero… yo solo quería saber ¿Dónde aprendiste a defenderte así?- Le pregunto una apenada Doyexi, ruborizada por la reacción de Cassandra.
-Mi padre niña, mi padre me hizo aprender a defenderme muy joven.- Le contesto, suspirando.
Durante todo ese camino, en algunos poblados apartados, pudimos ver varias personas con vida, incluso una familia que todavía vivía en su pequeña parcela, en algunos casos nos vimos tentados a ayudarlos, pero Cassandra solo aceleraba.
En una carretera apartada ambas camionetas hicimos cambio de chofer, mientras comíamos algo para reponer energías, todas estábamos muy cansadas por durar tanto tiempo rodando, pero no podíamos quedarnos mucho tiempo a la intemperie, por lo que agarre el volante y seguimos en el camino.
Estábamos ya muy cerca de Morón, pero el sol empezaba a ocultarse, y todavía faltaban unas horas para llegar hasta Adicora. -Debemos conseguir donde resguardarnos, mientras más nos acercamos a la ciudad, hay más zombies en el camino.- Les dije a todos, mientras evitaba un hombre joven, obeso con medio rostro comido, pero recientemente convertido.
-Esta difícil, la única manera será quedarnos en las afueras con las camionetas, no será muy cómodo, pero si seguro.- Contesto Juan muy tranquilo, mientras ponía su fusil entre sus piernas.- Yo hare la primera guardia, duerman y descansen, busca un buen lugar donde estacionarte lejos de la carretera.- Termino de decirme, mientras giraba buscando salir de la carretera, tomando algún camino alterno.
Conseguí un terreno abandonado donde podíamos aparcar, lo que nos permitiría una visión periférica de todo a nuestro alrededor, me estacione y me baje, para avisarle a la otra camioneta que pasaríamos la noche allí.
-Ya está oscureciendo, es mejor que pasemos la noche dentro de las camionetas, una de ustedes que se quede despierta unas horas para hacer guardia.- Les dije a todas en la camioneta, que no pudieron evitar poner una cara de desagrado.
-¿No estaremos muy expuestos?- Me pregunto Aura, mientras abrazaba a los niños.
-Sí, pero no podemos acercarnos más a la ciudad, y cualquier emergencia, solo prendemos las camionetas y nos vamos.- Le conteste, mientras gotas de lluvia empezaban a caer sobre mi cabeza.
-¿Cómo te sientes? ¿Cómo están Juan y Cassandra?- Me pregunto Paula visiblemente preocupada, mientras agarraba mi mano.
-Estoy… Bien… solo muy cansada.- Le conteste, apretando su mano.- Juan está más fuerte, y Cassandra ya puede moverse sin tanto dolor.- Termine de responderle.
-Ándate a la camioneta, no vaya a ser que con nuestra suerte, termines con una neumonía.- Me grito Flor, mientras cerraban los vidrios por la lluvia que ya arreciaba.
Corrí para entrar en la camioneta, empapada por la fuerte lluvia, lo primero que vi, fue la mirada morbosa de Cassandra fijada en mis senos, que se marcaban perfectamente en mi franelilla.- Camisetas mojadas, qué más puedo pedir antes de dormir.- Me dijo Cassandra provocando que mi rostro se prendiera ruborizado, mientras Juan negaba con una mueca de sonrisa, y Doyexi bajaba la mirada con vergüenza.
No le conteste nada, mientras me acomodaba para descansar, creo que a todas nos costara conciliar el sueño, a pesar del clima de lluvia, pero sabíamos que debíamos descansar, todavía nos queda camino que recorrer, esta historia solo está empezando.