Diario de un cornudo 2

Cornudo desde la primera relación. Continúa la historia con Pili. Corían los años 80.

Después de aquello estuvimos un tiempo sin hacer nada, hasta el día de su cumpleaños. Quedamos a las cuatro de la tarde. Era sábado. Hacía mucho frío y nos fuimos a un chamizo que teníamos en una vieja bohardilla. No tenía luz eléctrica pero si una estufilla de leña. Lo compartíamos con toda la cuadrilla más algunos que se presentaban sin avisar en cualquier momento. Consistía en un espacio de unos 20 metros cuadrados con la estufa y varios sofás y mesas viejas; una pequeña cocina inservible; un aseo destartalado y un pequeño cuarto con dos colchones en el suelo. Cuando llegamos no había nadie. Encendimos la estufa y nos acurrucamos para entrar en calor.

.- ¿Qué me vas a regalar? – Preguntó melosa.

.- Sabes que no tengo un duro.

.- No se cumplen 18 años todos los días...

.- Ya... ya se me ocurrirá algo. Te daré una sorpresa cuando menos te lo esperes.

Estuvimos besándonos un buen rato y poco a poco fuimos entrando en calor. La puerta de la bohardilla no tenía cerradura. A veces la trancábamos para que nadie nos sorprendiera cuando follábamos, pero aquel día no lo hicimos. El calentón no nos dio opción y acabamos follando en el viejo sofá. Al terminar, Pili se fue al aseo y cuando me estaba recomponiendo la ropa, aparecieron dos tipos. Los reconocí enseguida. Uno era el hermano mayor del jefecillo de una pandilla con los que nos habíamos pegado el sábado anterior en el baile del instituto. Era un macarra bastante temido y el que le acompañaba era su lugarteniente. Me puse muy nervioso porque sabía que venían a vengar a su hermano. El pobre había ido calentito para casa. Cuando intenté levantarme, me hizo sentar de un empujón.

.- Quietecito donde estás. – Ordenó inspeccionando la sala con la mirada. – ¿Estás solo? ¿Dónde están tus amiguitos? – Yo no contestaba porque tampoco esperaba respuesta. Iban sigilosamente de un lado para otro mirando si había alguien más. – Menudo chamizo os habéis montado. Es una pena que estés solo, porque te van a tocar todas las ostias a ti.

.- Yo...

.- Calla, calla esa boquita que nadie te ha mandado hablar.

.- Cuando acabe contigo no quiero volver a verte por aquí. Este chamizo nos lo quedamos, ¿Verdad Juan? – En ese momento, mi novia, ajena a todo, comenzó a canturrear en el aseo. – Espera, ¿que es eso? Si el capullo no está solo... – No habían visto la puerta del baño porque quedaba detrás de un montón de cajas. El tipo se acercó y pegó la oreja. – ¿Es tu novia? – Preguntó en voz baja. Yo sólo afirmé con la cabeza. – La conozco, - dijo dirigiéndose a su amigo, - está buena la jodida y menuda pinta de puta tiene... – Los dos rieron contenidamente. – Mira por donde igual te libras de las ostias si te portas bien.

Buscaron entre el amasijo de cachibaches que poblaba la sala y con un rollo de cabe eléctrico me ataron a una silla. Antes de taparme la boca con un rollo de cinta americana, me dejaron bien claro que no hiciera el tonto. Me amenazaron con romperme todos los huesos a patadas si me ponía farruco y aseguraron que a ella se la iban a follar de todas formas. Traté de protestar. No fue más que un ruego lastimero para que no le hicieran nada pero me callaron de un tortazo. La verdad es que no hubiera hecho falta la cinta americana.

Yo estaba angustiado. Temía el momento en que Pili saliese del aseo. Se iba a llevar un susto de muerte y la pobre..., la iban a violar sin miramientos. Sin embargo, cuando me vio así y advirtió la presencia de los dos tipos, soltó una exclamación de sorpresa que me dejó helado.

.- ¡¡Hala...!!, menuda sorpresa... Esto si que no me lo esperaba. Qué callado te lo tenías... Este si que es un buen regalo de cumpleaños, eres un cielo... – Se acercó para besarme en la frente. – Yo te había pedido que un día me atases, pero esto es mucho mejor... – Los dos macarras se miraban sin entender nada mientras yo trataba de advertirle, abriendo los ojos como platos, de que aquello no era lo que se estaba imaginando. – No te esfuerces cariño, tú sólo observa cómo disfruto de tu regalo. – Añadió chupándose un dedo al tiempo que miraba seductora a aquellos bestias que poco a poco iban comprendiendo. El primero en acercarse fue el que llevaba la voz cantante.

.- Así que tienes ganas de fiesta...

.- Pues claro, para eso es mi cumpleaños.

.- ¿Y cuántos añitos cumples, monada?

.- 18, ya no soy una niña... – El tipo se paseaba alrededor de ella escrutando hasta la última curva de su cuerpo.

.- A la vista está..., menudo culo tienes, golfa. – Dijo agarrándoselo con fuerza.

.- ¿Te gusta?

.- Cómo no me va a gustar... Te lo voy a poner colorado. Y qué tetas... Estás para comerte entera.

.- Tú tampoco estás mal...

Llevó su mano a la entrepierna de mi chica y comenzaron a besarse con lujuria. El otro no tardó en arrimarse y pegarse a su culo. Se la comían como lobos, la magreaban por todas partes. Ella estaba en la gloria, sacaron toda la puta que había en ella. Al menos se me pasó la angustia viendo que iba a disfrutar, y la poya no tardó en apretarme dentro del pantalón. Se sentaron en un sofá frente a mí y se la estuvo mamando a los dos alternativamente. De vez en cuando me miraba sonriente, me guiñaba un ojo y me tiraba besitos. Los tíos se reían a carcajadas y ella seguía mamando. El gordo se corrió en su boca mientras Pili alcanzaba el primer orgasmo con los dedos del efe en su coño. Luego se la llevaron al cuarto de los colchones y ya sólo la escuché gemir y jadear como la golfa que era. No se las veces que se corrió pero sus gritos me ponían los pelos de punta. Ellos la insultaban y la azotaban, supongo que el culo. Yo sabía que todo eso no hacía sino encenderla más. Al final la cosa se torció un poco. La oí pedir que se corriera fuera, pero el tipo debió chorrearle el coño a sus anchas. Escuché como protestaba y cómo los tíos pasaban de ella. Al rato salieron los dos macarras entre risas. Sólo se fijaron en mi para darme un par de collejas antes de marchar. A los dos minutos salió ella poniendo morritos.

.- Joder con tus amigos..., se han pasado tres pueblos. ¡Qué brutos! – Aseguró tirándose en el sofá. Yo me agitaba para que viniera a soltarme. – Pero bueno, ha sido un buen regalo de todos modos. ¿Y tú..., lo has disfrutado? Lástima que no hayas podido ver cómo me follaban. Por eso gritaba más, para que me oyeras... Que si, hombre, que ya te desato. – Y empezó a hacerlo sin quitarme la cinta de la boca mientras seguía contándome cómo se lo había pasado.

.- Joderrrr...., que no era ningún regalo, ¿es que no sabes quién eran?

.- ¿Cómo que no era ningún regalo...? ¿De qué estás hablando?

.- Era el hermano del Mosca y otro de su banda.

.- ¿Qué Mosca...?

.- Joder..., el jefe de la banca con los que nos pegamos en el baile de insti. – Pili se quedó pensativa unos segundos. – Ese era el Harry, su hermano mayor.

.- ¿Ese era el Harry...? ¿Me he follado al Harry? Uuaaauuuuu... – Parecía entusiasmada de haber estado con el famoso Harry, temido en todas las discotecas de la ciudad. – Y cómo has hecho para prepararlo todo, ¿le conoces?

.- Que te digo que no estaba preparado. Que han venido a vengarse porque le partimos la cara a su hermano. Y bien que se han vengado...

.- ¿Qué estás diciendo...? Si yo creí que...

.- Ya, ya he visto lo que creías...

.- Perdona, mi amor... – Dijo abrazándose a mí. – Yo pensé...

.- No te preocupes, te hubieran follado te hubieses puesto como te hubieses puesto.

.- ¿Quieres decir que me habrían violado...? – Preguntó asustada.

.- Si, y a mí me habrían dado una buena paliza.

.- Pues te digo que casi ha sido una violación... – Aseguró.

.- Ya será menos, que he visto cómo se la mamabas...

.- Siii..., pero al final se han puesto muy bordes y me han hecho daño. ¿Sabes...? Ese Harry se ha corrido en mi coño, el muy hijo de puta... Le he dicho que la sacase pero nada..., menudo bruto...

.- Calla zorra, que bien que te lo has pasado...

.- Jajaja..., no te digo que no... Uufff..., me han dado bien... ¿Me oías gemir?

.- Siii..., la verdad es que ha sido muy excitante... Escucharte y no poder verte...

.- Vaya..., si aún la tienes dura... – Puso su mano en mi paquete. – Esto hay que solucionarlo.

Terminamos follando mientras me relataba todo lo que habían hecho con ella. Fue uno de nuestros mejores polvos y, para ella, creo que la mejor tarde de su vida.

Después de aquello, la relación se me fue de las manos. Pili se mostraba cada día más puta y cada vez parecían gustarle más los tipos malotes. Sin embargo, aunque en teoría la relación era liberal por ambos lados, si yo miraba a otra chica enseguida se celaba y me montaba una bronca por menos de nada. Una tarde que estaba en el parque con mis amigos, conocimos a unas chicas. En aquella época era típico el juego de la cerilla. Comenzamos a jugar y me besé con dos de ellas. Mientras lo hacía con la segunda, metí mi mano bajo su falda y palpé su vulva por encima de las bragas. Metía su lengua en mi boca como si fuera una culebra buscando ratones en una cueva. Ella también llevó su mano a mi paquete y, cuando mejor lo estábamos pasando, apareció Pili. Estuvimos toda la tarde de morros. Fuimos a la discoteca y poco a poco se le fue pasando el enfado. Apenas conseguí que aceptase uno de mis besos cuando apareció el famoso Harry. Se puso a hablar con ella y no tardó en comerse su boca. Se fue con él dejándome allí plantado. Se convirtió en la novia del malo de la película y ni se acercaba a hablarme cuando la veía con él. Al cabo de un tiempo tuvo un hijo. El Harry murió de sobredosis y el pobre niño también murió después de una larga y extraña enfermedad. Pili se fue a vivir a otro sitio y nunca más supe de ella.