Diario de un cornudo 1

Relato morboso de una vida sexual marcada por la infidelidad. Desde la adolescencia a la actualidad.

Yo tenía 18 añitos y aún era virgen. Ella tenía mi edad pero había estado ya con unos cuantos tíos. Me ponía mucho y cumplía los cánones de mi ideal de belleza por aquella época. La forma en que comenzamos a salir fue de lo más rocambolesca. Al parecer, su amiga estaba por mí (así es como lo decíamos) Se las ingeniaron para quedar conmigo un domingo por la tarde. Recuerdo que estuvimos bebiendo vino con anís y nos cogimos un buen punto. En el momento oportuno, la que a mí me gustaba dijo que se iba a casa. Al girarse para marchar, vi su precioso culo ceñido en sus vaqueros. Le cogí la mano y le dije que no se iba de allí. Acabamos en un parque tumbados sobre en la hierba. Yo en el medio, me morreaba con una y otra alternativamente hasta que la amiga (la que quería enrollarse conmigo), mosqueada, se levantó y se fue.

Así empezó nuestro noviazgo. Aquel primer día no pasamos de darnos, como decíamos entonces, una buena paliza. No tardó en desvirgarme. Ella tenía experiencia y de su mano aprendí todo lo necesario. A esa edad se coge todo con mucha euforia y, en cuanto pillábamos una casa o un sitio tranquilo donde estar, nos pasábamos las tardes enteras follando. Éramos muy calientes y yo muy curioso, así que en poco tiempo me había contado todas sus andanzas anteriores a mí (que, por cierto, no eran tantas como yo creía) Como éramos rojillos progres, ella tenía plena libertad de acción, cosa que no era muy normal en aquella época. Confiaba plenamente en ella y quedaba con sus amigos para tomar vinos sin que yo me mosqueara.

De las historias de sus exnovios, pasamos a fantasear mientras follábamos. Y de allí a vestirse provocativa para exhibirse en los locales calentado a otros tíos. Pronto planeamos una situación que rebasaba todos los límites hasta la fecha. Iríamos a una disco como si fuéramos por separado. Ella trataría de ligar con algún tío y llevárselo a los reservados. Establecimos que no pasarían de besos y tocamientos. Cuando la vi bailando con el elegido en la pista, la poya comenzó a ponérseme morcillona. Era un tipo más mayor que nosotros, lo que no me gustaba demasiado por si la cosa se ponía fea. Aunque aquello me excitaba y a pesar de nuestra ideología abierta, yo tenía los prejuicios propios de la época y de la educación. Me ponían aquellos juegos pero no admitía que mi novia pudiera pasar de ahí con otro. Poco a poco se iban rozando y él no tardó en cogerla de la cintura y darle un morreo. Cuando simuló ir al servicio y se acercó a mí, traía los ojos vidriosos por la excitación y yo ya tenía la poya como un canto.

.- Vamos a subir a los reservados. – Me informó mientras yo metía mi mano bajo su falda comprobando que sus braguitas estaban húmedas. – Para, no quiero que te vea.

.- Ya sabes cuál es el límite...

.- Que si, pesado. Ahora no habrá muchas parejas, así que me pondré donde hemos dicho.

.- Estaré vigilando. No te preocupes, si se pasa le parto la cara. – Dije haciéndome el chulito.

.- Tranqui..., que no pasará nada y verás cómo te vas a poner... No te pajees, que quiero que luego me folles bien, que seguro iré muy caliente.

.- Creo que ya lo estás. – Afirmé volviendo a rozar su vulva provocando que diera un respingo y saliera corriendo hacia los servicios.

Cuando les vi subir, ya tenía una buena visión del sofá donde se iban a sentar. Apenas lo hicieron, comenzaron a besarse y las manos del tío a magrear sus tetas. Ella no se quedaba atrás y amasaba su paquete por encima del pantalón. Primero fueron los botones de su blusa y luego la falda recogida casi en la cintura. Estaban dando un espectáculo increíble, aunque las pocas parejas que allí había estaban a lo suyo y yo completamente palote viendo la excitación que tenía mi novia. El tipo comenzó a comerle las tetas y vi cómo ella desabrochaba su cinto y le sacaba la poya. De repente, la cogió como si fuera una muñeca de trapo y la colocó a horcajadas sobre su regazo. Joder..., el tío tenía la poya fuera y ahora su verga estaría en contacto con las braguitas de mi novia. Aquello estaba yendo demasiado lejos. El corazón me iba a mil por hora. Esperaba que Pili le cortara de un momento a otro pero, lejos de eso, movía sus caderas alante y atrás frotándose contra él. Pensé que quizás ya se la había metido y me dio un vuelco al corazón. Sin pensarlo, me levanté y me fui hacia ellos.

.- ¡¡Pili!! – Casi grité tocando su hombro.

.- ¿Pe..., pero qué haces, Jonás...? – Preguntó sorprendida al tiempo que se bajaba de la grupa del tío tratando de cubrirse con la blusa. El tipo, más sorprendido aún, se apresuraba a guardar una verga que me dejó boquiabierto.

.- ¿Qué coño pasa? – Preguntó enfadado mientras abrochaba su cinturón.

.- Es..., es que es mi novia. – Dije temblando.

.- No querrás bronca... – Amenazó poniéndose en pie.

.- No, no, lo que pasa es que esto lo habíamos planeado juntos. – Se quedó de piedra.

.- ¿Es eso cierto? – Preguntó dirigiéndose hacia ella.

.- Si... – Contestó mi novia sin levantar la mirada mientras terminaba de abrocharse los botones de la blusa.

.- ¿Estáis chalados o qué...? – Y volvió a sentarse. Yo lo hice en un taburete frente a ellos.

.- Es sólo un juego y no queremos llegar más lejos. – Dije tratando de aparentar dominio de la situación.

.- ¿Entonces ya sobro aquí? – Sólo la miraba a ella. – Y me tengo que ir con el calentón, joder con los niñatos... – Hizo ademán de levantarse pero mi novia le detuvo.

.- No..., espera.

.- Si, ya estás sobrando. – Insistí.

.- Bueno, no te pongas chulo, eso lo tendrá que decir ella.

.- No sé..., - dijo agitando la cabeza, - la verdad es que eso era lo planeado...

.- Mira, a mí no me volváis loco con vuestros jueguecitos. Si quieres quedarte conmigo nos vamos ahora mismo.

.- No, – dijo firmemente, - no voy a dejar a mi novio aquí.

.- ¿Y qué quieres, que se venga con nosotros...? ¿Me habéis visto cara de panolis? – Hay que tener en cuenta que estas prácticas no eran muy habituales en esa época y creo que el tío pensaba que tratábamos de darle el palo. – Mira, me voy a pedir una copa y vuelvo a ver si os habéis aclarado. – En cuanto se marchó me senté a su lado y la abracé.

.- Joder tía..., ha sido un bombazo, todavía la tengo dura.

.- ¿Por qué coño has venido? – Dijo cabreada. – Lo has estropeado todo.

.- Habíamos quedado en no pasar de besos y tocamientos y ya estabas encima de él.

.- Te dije que no vinieras, que yo controlaba la situación.

.- Pero si la tenía fuera y...

.- No estábamos follando, joder..., no pasaba nada. – Se me quedó cara de tonto.

.- Yo creo que ya era suficiente...

.- ¿Has visto qué poya...? El tío no paraba de decirme que nos fuéramos a su coche...

.- ¿Y te habrías ido?

.- No, no quería dejarte aquí, pero estaba deseando chupar esa verga y que me la metiera.

.- Lo ves..., por eso he venido.

.- Pero no lo estaba haciendo... – Yo me estaba mosqueando. Aquello se me iba de las manos. Que mi novia hablase así de la poya de otro y ver las ganas que tenía de follárselo, me ponía muy celoso. – ¿Por qué no me esperas y me voy con él un rato a su coche?

.- ¡Qué estás diciendo! Había quedado muy claro cuál era el límite. – Yo estaba indignado.

.- Pero si no vamos a follar..., sólo deja que se la chupe.

.- ¡Ni hablar!

.- ¡Tú no mandas en mí! – Dijo enrabietada.

.- Muy bien, pero si te vas con él hemos terminado.

Estuvimos como diez minutos sin hablarnos esperando que el tipo volviera, pero no lo hizo. Durante ese tiempo, miraba de reojo a mi novia que, con el ceño fruncido, se mordía las uñas. Esta celoso y enfadado. Que mi novia se plantease ir al coche de ese tío aún a riesgo de nuestra relación, me cabreaba y al mismo tiempo me excitaba. La había visto moviéndose sobre su poya y sabía que si iba con él se dejaría follar. Imaginarla en el coche me mantenía empalmado. Cuando vio que no volvía, Pili comenzó poco a poco a acercarse de nuevo. Volvió a engatusarme y acabamos follando allí mismo en la misma postura que mantuvo durante unos minutos con aquel tipo al nunca volvimos a ver.

.- Se te ha puesto bien dura mirando cómo me besaba. – Me dijo para romper el hielo.

.- No puedo negarlo, estás muy buena. – Su mano acariciaba mi paquete.

.- La tienes bien gorda, pero ese tío la tenía tremenda.

.- Si no te paro te lo hubieras follado.

.- No..., sólo me gusta follar contigo. – Me estaba haciendo una paja con su mano dentro del pantalón.

.- No seas mentirosa, seguro que todavía tienes el coño mojado.

.- Siii..., me hubiera gustado, al menos, hacerle una buena mamada.

.- Eres muy puta..., tendré que atarte corto.

.- Siii..., un día tienes que atarme...

.- No me refería a eso, pero también.

Después de aquello estuvimos un tiempo sin hacer nada, hasta el día de su cumpleaños. Quedamos a las cuatro de la tarde. Era sábado. Hacía mucho frío y nos fuimos a un chamizo que teníamos en una vieja bohardilla. No tenía luz eléctrica pero si una estufilla de leña. Lo compartíamos con toda la cuadrilla más algunos que se presentaban sin avisar en cualquier momento. Consistía en un espacio de unos 20 metros cuadrados con la estufa y varios sofás y mesas viejas; una pequeña cocina inservible; un aseo destartalado y un pequeño cuarto con dos colchones en el suelo. Cuando llegamos no había nadie. Encendimos la estufa y nos acurrucamos para entrar en calor.