Diario de Sonia 2

Confesiones a mi diario, ya que cuando una se sale de lo establecido, te crean problemas. Hasta ahora las chicas no podemos seguir manifestando nuestra libertad ni nuestro deseo. Sigo contando mis aventuras después de lo de mi hermano y de prometernos seguir cada cual con sus vidas.

Mi vida siguió su curso. La de mi hermano tambien. Nos veíamos lo imprescindible y procurabamos evitar lo inevitable. Pero de momento cada cual hacía su vida. Yo había quedado con Mónica, una compañera de estudios, a la que tenía gran cariño; éramos muy buenas amigas. Era morena, ojos negros y boca grande y sensual, de labios gruesos y carnosos. Era muy alegre aunque algo infantil e ingenua, pero a mi me caía muy bien; su optimismo y su manera de ver siempre el lado bueno de las cosas, me gustaba.  Algo mas baja que yo, tenía un pecho ni muy grande ni muy pequeño, de esos que los chicos alardean al decir que les cabe en la mano. Sus pezones marrones de aureolas grandes, cuando estaban duros eran muy salientes, como si pidieran que los chupasen. Un culito respingón, que a mi me gustaba mirar, adornaba su figura cuando estaba de perfil o de espaldas. Era la típica andaluza. Un bomboncito, pero sobre todo, mi mejor amiga. Las dos juntas lo pasábamos muy bien. Nos fuimos haciendo inseparables. Todo nos lo contábamos, bueno, todo, todo.... he de reocnocer que no. Yo me guardaba mi secreto incestuoso y ni me imaginé contárselo nunca. Todo tiene su límite. Esa tarde-noche, empezaba el calor del verano, nos fuimos de pendoneo, como a ella le gusta decir. estuvimos tomando una copa, bailando, haciendo las gamberras un poco, con otras amigas más y con algún que otro chico. Vamos, lo normal. Que si un contoneo, que si un roce, en la pista, allí todos apretados, pero oliendo a animales hormonados, bufando como los toros en celo, esperando la ocasión de echar un buen polvo. Mónica y yo, jutno con el resto del grupo bailamos, bebimos, mas de la cuenta como suele ser normal, nos reímos, vimos a algunos y a algunas pasarse de la raya con sobeteos, besos y tocamientos, vimos tambien esnifar algunas rayas y alguna nos ofrecieron. Monica y yo compartimos una; de esa manera podíamos controlar, menos de lo desable, pero algo, sí. Ibamos contentas, alegres, más desinhibidas, sueltas y contentas, riéndonos más por todo. De esa manera pudimos, a su debido momento, pensar en marcharnos. No pdía dejar que mi amiga se fuera a su casa sola y le pedí que se viniera conmigo a casa. Cosa que aceptó; la juerga no de debe cortar por lo sano y continuamos riendonos y comentando todo lo que nos había pasado a cada una.Llegamos a casa; mis padres no estaban, habían ido a visitar a mi abuela y no vendrían hasta el dia siguiente. Mi hermano estaba con sus amigos y para ellos la noche era siempre joven; así que no lo esparaba hasta el amanecer.

Mi amiga llamó a sus padres para que no se preocuparan; aún no eran las 12 de la noche y podía llamarlos sin preocuparlos. Pasamos a mi habitación y decidimos acostarnos. Nos quedamos en braguitas, dado el calor que estaba haciendo, y seguimos riéndonos y comentando. Estabamos pegadas una a la otra; la cama nos obligaba a estar asi. Me volví de lado hacia ella para oir mejor lo que me decía y ella también se volvió hacia mi para su confidencia. Nuestras tetas se rozaron, los pezones se pusierton de punta con el roce, denunciando nuestro estado de excitación. Mi pierna rozó la suya, mi muslo se subió sobre el suyo, restregandose ligeramente. Era  tonto negar lo evidente. Nuestras bocas se acercaron y nos besamos. Las lenguas empezaron a jugar dentro de las bocas. Mi mano empezo a acariciar su muslo y a dirigirse a sus bragas. Noté como se estremeció y un leve gemido se le escapó. Estabamos muy calientes. Lo necesitábamos. Mis dedos rozaron sus abultados labios por encima de la tela, recreándome en hacerlo, despacio, con deseo, sin prisas, haciendola gozar. nuestras bocas seguían juntas saboreándose. Su mano tomo mi teta y la apretó. La acarició, rozo mi pezón con sus dedos y lo retorció un poco. Me calentó mucho que lo hiciera. Se incorporó y empezó a chuparmelo. Mientras mi mano la dedeaba con mas fuerza. Levanté su lateral de la braga y la dedeé sin tela interpuesta. Estaba muy mojada. La masturbé con ganas, cada vez mas rápido, mas fuerte. De vez en cuado le metía los dedos en la vagina, en un metesaca contundente. Empezo a gemir mas fuerte. Sentí sus gemidos en mis pezones y me excito mucho mas. Me levante, le pedí que hicieramos un 69 y me puse sobre ella pero acostada al revés, para que nuestras bocas comieran el sexo de la otra. Nos chupamos, metimos la lengua, sorbimos los jugos ajenos, follamos con la lengua, lamimos los clitoris ya salientes y gruesos, muy sensibles y beimos el orgasmo que cada una tuvo de pronto. Acabado el primero, me arrodillé entre sus piernas y se lo vovlí a comer, esta vez con ganas, con fuerza. Tantas que se volvió a correr de manera tumultuosa. Y yo volví a saborear el sabor de sus jugos calientes. Después nos dormimos profundamente. estabamos agotadas y felices.