Diario de Lizzie 3
Como prometí, les cuento punto por punto lo que hice en la fiesta de disfraces de mis tarados condiscípulos. Al fin habré encontrado un digno compañero de juegos? Lo necesito.
Sábado, 1ro. de noviembre de 1989.
Hola de nuevo. Qué bien dormí, lo poco que pude. Me levanté a las 11:20 a.m. y eso porque mi mamá me despertó, quieren que los acompañe a casa de un compadre de ellos, porque cumple años, qué horror, por supuesto que les dije que tenía mucha tarea para el lunes, parcialmente verdad, pero más que nada, necesito plasmar en papel mi aventura de anoche, ahora que mis recuerdos siguen frescos en mi memoria y en mi puchita adolorida, acabo de ir al baño a revisarme con un espejito, a gatas para ver mejor mis labios vaginales y descubrí que la pobrecita está bastante enrojecida, me ardió cuando hice pipí.
Prometí a mamá que ordenaría un poco la casa, ya saben, tender camas, barrer, sacar la basura, limpiar la arena de mis gatos y que no se preocupara por nada, yo me haría el desayuno y la comida-cena si hacía falta, a veces me gusta hacer solamente dos comidas al día, porque no me atrae la idea de engordar, además hoy iniciaré una rutina de ejercicios para fortalecer mi cuerpo, espero se me haga costumbre, no quiero llegar a los 30 y verme como mis tías, gorda y flácida, es una de mis peores pesadillas, qué boba soy, verdad?
Cuando decidí dejar mi cama, tuve la precaución de vestirme con mi pijama cuando me levanté a orinar, por supuesto, escuché a mis papás que salían y subían al coche, al fin, sola.
Confieso que tengo otra costumbre medio extravagante, cuando me quedo solita, me gusta andar desnuda por la casa, al fin que siempre me dejan encerrada con llave y todas mis ventanas tienen cortinas así que no hay ningún peligro de que algún depravado se masturbe observando a una pequeña aprendiz de putita sin más que su propia conciencia cubriéndola.
Así que, cuando terminé de desayunar y de escombrar la casa, me coloqué frente al espejo de cuerpo entero que está colgado en uno de los corredores de mi casa y procedí a desnudarme completamente. Al despojarme de la blusa de mi pijama, me dí cuenta de que tenía mis chichitas amoratadas, de hecho, tenía marcas de dedos alrededor de mis pezones, con razón me sentía como resfriada, me duele todo el cuerpo, tengo marcas de dedos también en el interior de mis muslos, ese Chris sí que es un salvaje, creo que me estoy enamorando. Casi olvidé lo torpe que se comportó conmigo.
Recuerdo que anoche decidí quitarme las mallas rojas que llevaba para no parecer tan descarada en la fiesta, ya pasaban de las 8:00 p.m. estaba bastante oscuro y la mayoría de mis tarados compañeritos estaban bastante ocupados apostando quién se emborrachaba más pronto, esto incluía a 3 de mis compañeras de clase, de las que de mamona no me bajan precisamente, qué suerte la mía, pensé.
Tania, Claudia y Anita, las tres pendejas comadres que no paraban de cuchichear cuando me acerqué a ellas.
- Algún problema? Les dije
- No, ninguno, contestó Anita, - tremenda bola de grasa y le gusta que la llamen así-comentábamos lo linda que te ves hoy, pareces, mayor.
- Si? Gracias, ustedes se ven muy bien vestidas de brujitas se pusieron de acuerdo las muy ridículas para disfrazarse igual, en fin- bueno, las veo luego.
Sentí sus miradas cuando pasé a su lado, claro que me estaban criticando, cosa que no me interesó, no creo que me veía como prostituta o algo así, solamente que no acostumbro a maquillarme nada y anoche enmarqué mis ojos con delineador negro y por primera vez supe lo que era pintarme las pestañas, mis ojos son pequeños pero almendrados y me gustó cómo me quedaron, como de gato. Le pedí a mamá un carmín rojo que ella ni usaba porque no le gustó nunca y mis labios lucían muy sexy, siempre he tenido boquita de mamadora, debo reconocerlo, mis labios piden verga a gritos también, qué le voy a hacer.
Total que llegué a donde había dejado a Chris y lo encontré celebrando las bufonadas de dos de sus amigos, también mayores, como él, al parecer los invitó a unirse a nuestra fiesta para no aburrirse con nosotros, menores que él.
No sé si pude disimular mi disgusto al constatar que había perdido su atención, pero me retiré a un sillón de la sala a rumiar mi descontento con un vaso de ron con cola que alguien me ofreció, el primero que probé ni supe dónde quedó, de seguro uno de estos payasos se lo había empinado, parecían tener urgencia de embrutecerse, cambiaba eso el hecho de que eran vírgenes y que ni siquiera a las chicas de su edad como yo les interesara en lo más mínimo estar con ellos? No cabe duda, maduramos más pronto nosotras, es un hecho.
Ahí estaba yo, con un vestido rojo, corto y entallado, con botitas largas a media espinilla, carita de mujer-niña y una tanga nueva rojo sangre, bien ensartada en la hendidura de mi culo, sola y aburrida.
Casi estaba a punto de pedir el teléfono prestado para hablarle a mi papá y decirle que estaba lista para regresar a casa cuando sentí que alguien se sentaba en el brazo de mi sillón-refugio, era Christian, por supuesto.
- Lizzie, Lizzie, dónde estabas? Te busqué, pensé que te habías ido a casa por la forma en que hablaba, intuí que también había bebido, su dulce aliento había cambiado, pero no me fue desagradable, al contrario.
- Pensé que estabas ocupado con tus amigos, no quise interrumpir contesté frunciendo mis labios como hacen las chicas de mis películas porno, quise que visualizara su verga entre ellos, no sé si resultó, pero lo cierto es que no me quitaba la vista de encima-.
- Qué va contestó- estos chicos solamente quieren contar los mismos chistes que ya nos sabemos todos para poder decir palabras como verga y pucha y sentirse muy machos, ups, perdón Lizzie, he sido un grosero, discúlpame se veía tan lindo, avergonzado de decir semejantes palabrotas delante de una niña condiscípula de su imberbe hermano, ja, ja, cómo aguanté reírme, de verdad-.
Fingí un pudor que estaba muy lejos de sentir, con una risita nerviosa y tapándome la cara con ambas manos; crucé mi pierna derecha, muy arriba del muslo contrario, de manera que constatara lo corta que era la falda de mi vestidito nuevo. Quise transmitirle mentalmente que llevaba puesta solamente una tanguita interpuesta entre mi ropa y mi panocha, que podía acariciarme cuanto quisiera, pero obviamente tenía que apartarlo de la raza. Me quemaba por sentir el roce de sus dedos, probar su sabor, ya que su olor me atraía tanto como un imán, feromonas o solamente es que soy muy facilita? Importa acaso? Antes de hoy, yo no andaba por la vida buscando quién me la metiera ni mucho menos, tengo que decir que me he reprimido bastante teniendo en cuenta lo caliente que soy.
Afortunadamente, él debió tener también sus planes, puesto que me tomó de la mano y me preguntó si ya había visto todo el jardín que bordeaba su casa, contesté que sí pero que encantada de dar una vuelta, pues me sentía algo mareada, mentira vil por supuesto.
Nos encaminamos a la parte posterior de la casa, que da a otras casa que están en construcción y es una parte muy bonita y cuidada de su jardín, con una banca como las del parque y un par de columpios, solamente nos alumbraba el foco de la puerta trasera de su casa y la luna que anoche estaba verdaderamente grande y resplandeciente, como queriendo atisbar qué me proponía a hacer yo.
Nos sentamos en la banquita que según me dijo, estaba recién pintada, yo dí un salto, pues tontamente pensé que me iba llenar el culo de pintura blanca, él solamente se rió y me jaló hacia él diciéndome que no me preocupara que si quería, podía sentarme en su regazo para "no mancharme" que a él poco le importaba si se echaba a perder su pantalón, y yo, tan ingenua como soy, obedecí y me senté de ladito en sus piernas. Quise rodear su cuello con mis brazos, pero no me pareció apropiado aún, me moría de curiosidad por descubrir su siguiente movimiento. Él, por el contrario, procedió a acomodarme a su antojo, poniéndome más erguida, de manera que mi tetita derecha quedara casi en su boca, Dios, qué sensación. Casi me muerdo la lengua para no besarlo apasionadamente, fue mi primer impulso, pero lo dejé hacer las cosas a su ritmo, lo sentí algo cohibido por la diferencia de edades y lo que eso conllevaba.
- Así que estás en el mismo salón que Chuy, Lizzie?
- Ssssí, ya no te acuerdas de mí? dije en un hilo de voz que él atribuyó al alcohol que seguramente yo había bebido, pero era delirio puro por sentir unas manos masculinas tocando mi virginal cuerpo, sus dos manos pasaban de mi cintura a mis nalgas ahora, suavemente, como tanteando el terreno, previniendo no asustarme de seguro -he venido a hacer trabajos de equipo aquí, con tu hermano.
- Te recordaría, créeme fue su contestación- Lizzie, Lizzie, hasta tu nombre es bonito, -decía mientras besaba delicadamente mi cuello, yo ya no soportaba más, quería que me apretara contra su cuerpo, mis fluídos vaginales ya estaban empapando mi tanga, mi botoncito de pasión me reclamaba por caricias y quizá lengua, sentía que mi corazón latía a mil por hora de la emoción, de la espera, al fin ocurriría? Por fin tendría un orgasmo no provocado por mí?
- Chris, qué haces,- susurré en su oído mientras acariciaba su nuca suavemente con mis manos, obligándolo a notar cómo sobresalían mis pezoncitos aprisionados en mi nuevo sostén, se endurecieron tanto clamando por sus dedos, su lengua, sus labios, incluso quise sentir sus dientes mordisqueándome toda.
Él solamente suspiraba y gemía, murmuraba cosas como, preciosa, chiquita, etc. Me acariciaba sutilmente por encima de mi ropa y yo? Pues comencé un rico frotamiento de mi culito con el sabroso bulto que ya sentía en su pantalón, el vaivén hizo que mi falda se subiera aún más y él lo notó, y para mi placer, una de sus manos se deslizó por mis muslos, los cuales yo abrí más, en ese punto comencé a besarlo dulcemente, volteé su rostro hacia el mío y presioné mis labios contra los suyos, él pareció sorprendido por mi iniciativa, pero me dijo que le estaba estorbando la hebilla de su cinturón, así que se las arregló para sentarme en su regazo, frente a frente, de modo que ya podía sentir su verga erecta tanto en mi panochita como en mi culito, qué delicia. El sabor de su lengua me fascinó, de los besos tiernos y húmedos, pasamos a frotar nuestras lenguas como gatitos lamiendo leche de su plato, qué rico.
En esa posición, solamente tuve que seguir frotándome de adelante hacia atrás y animada por sus manos, daba yo pequeños brinquitos sobre su miembro parado, aún dentro de su pantalón. Sus manos ya estaban en mis pechitos, de alguna manera logró bajar la parte de arriba de mi vestido, que tenía bastante licra por lo que veo y ni siquiera notó mi bonito sostén, el pobre terminó hecho un lío en el pasto del jardín junto con mi cola de diablita, esa sí, jamás apareció, apenas hoy en la mañana mi mamá preguntó por ella, le dije que jugando a las sillas la había perdido, sí a las sillas calientes .
Realmente es indescriptible el placer que sentí y temo no poder plasmarlo adecuadamente en este escrito, pero escuchar gemir a un hombre por primera vez, es algo que no voy a olvidar jamás, estoy segura, casi me vine al escucharlo jadear, gruñir, gemir, murmurar,- Lizzie, Lizzie, qué rica tu vaginita, Lizzie- al escuchar eso, casi me desmayé de emoción, sus dedotes ya estaban abriéndose paso a través de mi tanga, yo solamente gemía y decía quedito, no, por favor, no, pero no soltaba su nuca ni paré de besarlo en el cuello, los labios e inconscientemente, meneaba el culo como verdadera puta en celo, que es lo que parecen las actrices porno, quise estar a su altura y no creo haber quedado tan mal, para ser la primera vez. El colmo fue cuando sus dedos comenzaron a frotar mi clítoris, lo hacía como tanteando el agua antes de meterse a nadar.
Solamente contesté, -te gusta mi cosita?- tonta de mí! Y el contestó claro que sí, me la muestras, Lizzie?- Caray, me separé un poquito de él y le pregunté si en serio quería verla, asintió con la cabeza y me desmonté de él. Me paré frente a él mientras se acomodaba en la banca para apreciarme mejor. Claro que sentí cierto dejo de vergüenza porque nadie del sexo opuesto me había visto desnuda ni mucho menos le había mostrado mi puchita a nadie antes de anoche, pero pensé, qué demonios, a lo que vine, así que, me quité la tanga jalándola por ambos laterales y se deslizó hasta mis tobillos Me la prestas, Lizzie- pidió él, medio confundida por la petición, la recogí y se la entregué, él la tomó y la observó como si fuera algo de otro planeta y después me miró a mí diciendo Wow, Lizzie, es bonita, pero anda, súbete el vestido y muéstrame esa cosita tan rica que tienes ahí abajo.
Yo no atiné a moverme y solamente me acerqué más a él, cosa que interpretó como yo quise y me alzó él mi vestido, hasta arriba de la cintura, pensé que vería escurrir mi humedad profusamente por mis muslos y de pronto quise cubrirme pero solamente era lo que yo percibía; él, pensativo, sosteniendo la falda con una sola mano, empezó a tocarme torpemente el exterior de la vagina, no me gustó su inexperiencia, finalmente fue eso, y lo tomé de la muñeca llevándome su mano a mi boca, comencé a lamer su dedo índice sin dejar de verlo a los ojos, qué cosas se me ocurren!
Él estaba atónito, creo que hasta violado se sintió y solamente dijo: Pequeña Lizzie, eres virgen, verdad? -Asentí con la cabeza sin dejar de mirarlo y sin dejar de chupar su dedo índice, que después cambié por el de en medio, que es el que debe hacer las veces de verga y explorar la panocha según tengo entendido.
Le cambió la mirada de repente y se abalanzó sobre mi personita, yo casi perdí el equilibrio pero afortunadamente, topé con un bonito árbol del jardín de cuya existencia, ni siquiera me había dado por enterada. Me tomó con sus dos manos por los hombros y me apoyó aún más en el tronco del árbol, -Mira pequeña, esto que está sucediendo es muy delicado, entiendes? Le dije que sí otra vez con un movimiento de cabeza Quiero que comprendas que no debes decirle una palabra de esto jamás a nadie, entiendes? A nadie, o nos meteremos en un buen lío ya no contesté y me limité a buscar sus labios con los míos y coloqué yo misma sus manos en mi cintura, porqué hacía tanto lío? No me estaba forzando a hacer nada pero claro está, la gente mayor no iba a pensar igual, sobre todo sus papás y por supuesto, los míos.
Este torpe pero bello e inexperto ejemplar, comenzó a restregarse sobre mí con su pantalón de mezclilla puesto, no le dio la gana disfrazarse, era cosa de niños, según me había dicho antes, pero yo ya no llevaba la mínima protección de la tanga y me molestó un poco ese trato, pero estaba tan caliente que decidí dejarlo pasar, al final fue lo mejor, porque ni siquiera se sacó la verga, solamente sentí que se mojaba de adelante y es que se había corrido así, en seco, sobre mi vaginita. Antes de su corrida, sus manos ya estaban fuera de control y subían y bajaban, manoseando mis chichitas, mi barriguita, mi cintura y a veces se posaban en mis nalguitas, pellizcándolas. Yo quería unas buenas nalgadas, pero no me pareció prudente exigir.
Preguntó si alguien había mamado mis tetas, esas palabras me provocaron un estremecimiento, me decanto por el lenguaje vulgar por lo que veo, le dije que no, nunca y las tomé yo misma con mis manos, juntándolas, ofreciéndoselas para que las probara a su gusto.
Me dijo, -qué bonitas pechuguitas, mamita- y procedió a la tarea de babearlas, sinceramente no fue lo que yo esperaba, pero soy tan fantasiosa que recordé una escena de una de mis películas y me excité como al principio de la velada, pobre Chris, pero ahora que lo pienso, me sirvió solamente para recordar cosas que ya sabía, su desempeño dejó mucho que desear, espero que no todos sean así de impacientes y torpes. Yo quería besarlo, tocarlo, probar su verga, incluso se me ocurrió masajearla entre mis tetas, creo a eso le dicen rusa, pero no me dejaba ni mover, escasamente podía respirar, por lo que cuando finalmente se quedó quieto y sentí como estertores de su parte y posteriormente el frente húmedo de su pantalón, entendí que al menos para él, esto se había terminado.
Le pregunté si estaba bien, porque no se despegaba de mi cuerpo y pesaba bastante, me aplastaba contra el árbol, gruñó un sí, creo y me escurrí por un lado para arreglar mi ropa, casi eran las 10:00 p.m. no tardaba mi papá en llegar. Ni adiós le dije, y ni caso me hizo, voltée para ver qué hacía y seguía pegado al árbol en la misma posición. Unos minutos después ya estaba Lizzie bien arregladita, esperando a su papá, con sus mallas quita y pon y solamente había sufrido la baja de su cola de diablita en el jardín, perdida en acción. Siempre la recordaré. No consentí el sostén porque este animal me había lastimado bastante mis chichitas así que opté por guardarlo en uno de los bolsillos laterales de mi abrigo; llegando a mi casa subí derechito a mi habitación, tomé mi toalla y me dí un buen baño rápido porque sentía que olía a semen, a sexo, cosa que me excita aún ahorita pero no quería ser descubierta por algún descuido, para mi pesar, decidí desechar mi tanga roja como la sangre, así que la envolví en papel higiénico, mi masturbador primigenio y hasta nunca, querida y mojada amiga, cómplice de mi primera putería.
Hoy amanecí toda adolorida y con huellas de la batalla de anoche, pero no me arrepiento, para nada eh? Fuera de la brevedad y la falta de delicadeza con la que fui tratada, en conjunto me resultó una experiencia bastante placentera que voy a recordar estos días, para seguirme masturbando; claro está que en mi mente algunas cosas las voy a mejorar de manera que pueda gozar aún más. Estoy segura de que será mejor la próxima vez. Hasta entonces, los dejo porque no tardan en llegar mis papás y debo vestirme. Tengo que empezar a elegir toda la ropa que ya no debo ponerme porque se me marca mucho mi cuerpo, solía llevar tan a gusto mi colección de shorts y mis blusitas de tirantitos pero ya no me siento como antes. Tengo la impresión de que transpiro ganas y esto acentúa aún más mis formas, por lo que ya debo de pensármelo dos veces antes de volver a salir a la tienda como acostumbraba. La semana pasada un viejo idiota se me acercó a escasos metros de la tienda y me dijo: Qué delicia de chichis tienes, niña, no quieres verga? Acto seguido se frotó la entrepierna, qué ganaba con eso? Y hace unos días, llevaba yo un pantalón de mezclilla con un top no tan ajustado pero aún así, un par de babosos que pasaban en bicicleta e iban en sentido contrario a donde yo me dirigía, aminoraron la velocidad, se me cerraron cada uno a un lado y sin darme oportunidad de nada, me sobaron las nalgas a su antojo para después decirme que ya estaba buena para unas buenas cogidas, ambos idiotas se carcajearon y se fueron como alma que lleva el diablo.
Mentiría si dijera que esto no me excitó sobremanera, pero qué necesidad tengo de que cualquier pendejo me haga eso en plena calle? Mejor lo elijo yo y hasta putita le permito que me llame, suena rico, no? Para eso voy a necesitar otro espécimen más maduro y que realmente sepa lo que hace.
Espero que suceda algo digno de compartirles en estos días. Saludos a todos.