Diario de Florencia (04: Un novio prodigioso)
Yo me acerqué, abrí las nalgas de mi criada de par en par, para ayudarlo a mi esposo. Dejé caer saliva, en aquel ano deseoso.
Diario de Florencia (04: Un novio prodigioso).
En nuestro último relato mi marido les ha contado cómo ayudé a nuestro pequeño vecinito, Hernán. Les debo decir que tanto padre e hijo me han propinado una orgía antológica. Hasta el momento, si bien había practicado penetraciones dobles, no había ocurrido que dos pijotas, me conmovieran a tal grado.
En esta ocasión volveré a hablarles de Roxana, nuestra criada, que en el transcurso de los últimos meses, se ha convertido en una parte integral de nuestra familia. Por lo tanto, este relato, irá dedicado a ella. Sé Roxana, que quedarás muy conforme y que te masturbarás en frente de la pantalla del ordenador, mientras lees. Me encantaría que así fuera. Espero poder hacerte gozar, tambíen así.
Pero antes quiero hablaros a ustedes, los fieles seguidores de nuestras aventuras. Si quieren comunicarse con nosotros, podeis hacerlo sin inconvenientes. Pero les aclaro, yo soy una mujer fiel a mi marido, y sólo en circunstancias extraordinarias, me veo impulsada a complacerme con otros tíos. Así que por favor, si sois hombres, no os molesteis en querer pautar un encuentro conmigo. Si, en cambio, podeís escribirnos, para hacernos comentarios o sugerencias. No nos pidan fotos. Mi esposo y yo somos personas muy conocidas en nuestros ámbitos y la sociedad es demasiado mojigata, aún, para que descubramos nuestros rostros, sin estar seguros de recibir represalias. En cambio, si sois mujeres o parejas, las esperamos con los brazos y las piernas abiertas. En caso que deseis enviar fotografías vuestras, serán bien recibidas. Cuanto más deshinibidas, tanto mejor. Recordad, para mí no hay nada mejor, que ver un jugoso chochito cuando reviso mi cuenta de mail.
Roxana es alta. Tiene el cabello ensortijado y rasgos fuertes, casi felinos. Sus tetas son estupendas, redondas. Sus pezones poseen aurelos grandes y pálidas. Es delgada. Tiene una cintura de avista y el choco rasurado. Ya les había contado de nuestra iniciación. Debo advertiros, que ella no lo tomó con naturalidad. Durante las dos semanas posteriores, trató de evitar mis miradas. Era evidente, se sentía incómoda. Una buena noche, hablé con Gastón, mi esposo y le sugerí que no estaría mal hablar con ella.
Mi marido llegó del trabajo. Faltaban a penas una minutos para que Roxana quedara libre y era un buen momento para dialogar con ella. Yo escuché la conversación que sucedía en la cocina. Gastón es un hombre de pocos escrúpulos y decidió no dar ningún rodeo e ir al grano. « Roxana, después de la cojida del otro día, te noto mal. No veo por qué te sientes avergonzada ». « No, señor Gastón », contestó ella, en un tono bajo, « no siento verguenza. Me gustó mucho lo que pasó. Pero no entiendo por qué no me han vuelto a buscar. Mire, yo tengo un novio, pero no es lo mismo estar con un hombre y una mujer al mismo tiempo. Es muy feo que a una le enseñen algo y después se lo quiten ». « Ah, eso eso, lo hubieras dicho. Mira, cada vez que quieras una buena jodida, sólo tienes que pedirlo. Florencia, amor, ven, nuestra criada necesita que ya mismo le lamas la vagina. Es urgente ».
Entré a la cocina. Roxana tenía las mejillas encendidas. Su sonrisa angelical me deslumbró. Acaricié su melena con mis manos y la abracé. Busqué se lengua por afuera de su boca, en suspenso en el aire. La lengua de Gastón se unió a las nuestras. Sentí sus pechos que se endurecían frente a los míos, que también hacían lo suyo. «Ven, vamos al cuarto », la tomé de la mano y la senté en la cama. Comencé a acariciar su cuerco, sus piernas. Mi manos ganaron espacio por debajo de su pollera. Encontré su agujero rosado, por encima de bombachita, ya un poco húmedo y resbaloso, inexorablemente tibio.
Gastón la tenía dura, pero prefería mirar nuestro juego. Ella me desabotonó la camisa. Sus deditos apretarón mis pezones, sobre mi corpiño negros, hasta endurecerlos y dejarlos como dos rocas. Ciertas fatalidades son inevitables, sonó la campanilla de la puerta. Roxana se apartó de mí y comenzó aprolijarse la ropa. Era su novio. « Señora, es mi chico, rápido, ayudeme a que no se note que nos estuvimos besando ». Roxana se frotaba el cuello para sacarse las marcas de rimmel. « Quedate tranquila, Roxana, si tu problema era la carencia de orgías, ahora tendrás una increíble ». Gastón cerró la puerta del cuarto y fue atender.
Era fácil oír la conversación detrás de la puerta. « Hola, tío, yo soy el patrón de tu chica, ¿cómo te llaman ? » « Paco, me llamo, Paco, mucho gusto ». « Pasa, adelante, con confianza. Escucha. Te gustan mucho las mujeres, ¿no ? ». « Claro, por supuesto ». « Y qué opinas de las mujeres que son bisexuales ». Paco bajó la voz, no quería que Roxana lo escuchara. Aún no sabía que ella estaba tumbada en mi cama, que yo estaba sobre ella, que su respiración enfrentaba la mía, que ella estaba tensa, preocupada, pero que yo tenía una mano sobre la tela de su tanga, todavía mojada, caliente. Mis tetas estaban sobre las suyas. « Mi sueño es estar con dos zorras de esa calaña, como todo hombre ». « Bien, Paco, te has ganado la lotería. ¿Qué ocurre si te comento que mi señora esposa está en nuestra habitación conyugal haciendo el amor con Roxana y que me encantaría que vayas y forniques con ambas ? » «¡No lo puedo créer ! Si no es una broma, me gustaría ir ya mismo. » Y vinieron de inmediato.
El novio de Roxana, como no podía ser de otra manera, era apuesto. Bien armado físicamente, grande, de manos gruesas. Morocho. Saludó a su novia y se quedó de pie, sin saber como actuar. Mi esposo se tiró al lado nuestro. « ¿Seguro que no te enfadas ? », preguntó Roxana. « Para nada », aseguró Paco. Entonces ella comenzó acariciar mi culo, mientras me desprendía la ropa de manera rabiosa. Yo me frotaba contra una de sus piernas y buscaba con mi rodilla su fuego interior.
Gastón había sacado afuera su chipote y se tocaba. Roxana me puso boca a bajo y encontró mi bajina con su lengua. La comezó a lamer. Sus lenguetazos eran desaforados, veloces. Estaba caliente. « Eres una, perra Florencia. Hace días que me masturbo mientras pienso que te chupo el coño ». Decidí que era prudente dejar que Roxana permaneciera caliente, para propinarle una acabada magistral. Así que solamente le di caricias en las caderas, mientras yo me corría por primeras vez.
« ¿Te gusta ?, Paco ». « Sí, señora ». « Pero, no es justo que se toquen sólo las chicas ». « Señora, no se ofenda, me gustan sólo las mujeres ». « Lo mismo decía mi esposo tan sólo hace algunos días ». « Ven a la cama, que te la quiero mamar », le dije.
Paco se sacó el pantalón. Tenía una erección tímida. Roxana volvió a incurcionar en mi vagina, mientras me llevaba el rabo de su esposo a la boca. Ella estaba desorbitada, me mordía y me atacaba con una furia insólita y con un dedo avanzaba por mi raja. Intuía que era un juego previo y que pronto me metería uno de sus hermosos dedos en el ojo del ano. Paco había cerrado los ojos y comenzaba a respirar con placer. Su pija no era demasiado grande, pero al caso, ya estábamos todos exitados.
Al ver que no se daría cuenta. Le hice una seña a Gastón. Como no podía ser de otra manera, entendío que quería que se encargara del falo, sin que Paco se apercibiera. Los hombres son magníficos cuando chupan rabos. La verga de Paco se endureció de inmediato, una vez que entró por la boca de mi esposo.
Roxana estaba ardiente. Se había instalado en mi culito. Me humedició el agujero y empezó a penetrarme. Yo iba por mi segundo orgasmo. Decidí que era tiempo de que ella tuviera uno. Le estiré el clítoris con mi lengua. Le introduje un dedo en el coño y la comencé a fornicar con entusiasmo. Ella se movía, buscaba el reingreso de mi mano. Sus flujos era abundante y tenía toda la cara empapada. Las dos gritábamos y nos convulsionábamos. « Si, señora, que bien que la chupa, como me gusta romperle el culo ». « Sí, puta, mi culo es todo tuyo ». Al oírme, Paco advirtió que el que se la chupaba era mi marido. Fue una buena lección.
Gastón sonrío. « Ven, amigo. El culo de mi esposa necesita una verga. Te lo presto. Es necesario que ayudes a Roxana en ese 69 ». Sentí que aquella carne tiesa que se abría en mi canal. Se iba ganando espacio, de a poco. Era aquel dolor, que formaba parte de un placer mayor. Roxana, entonces, se dedicó a mi chocho. Yo permanecí en el de ella. Y gastón buscó con su verga la boca de Paco, tan sólo para demostrarle el error que había cometido. Paco la recibió con agrado y en verdad, tener aquel enorme chipote en sus fauces, parecía exitarlo de manera increíble. Por lo menos, de inmediato, la velocidad de sus golpes, aumentó. Cuando tuve oportunidad, entre tanto placer, de volver a mirar hacia atrás, vi como mi esposo, lo poseía de manera contundente. Tomaba su nuca y guiaba su cabeza, para que cubriera, tal cual lo deseaba, su verga inflamada, ya roja. « Roxana, voy a tener un orgasmo. Ahh. Con el rabo de tu Paco en el culo ». «Si puta, goza, goza con esa pija . Yo también me corro». Acabamos juntas.
Paco y Gastón, como correspondía. Se dedicarón a Roxana. Ella se subio sobre Paco y respiró con alivio. Necesitaba una pija en su culo. Gastón la tomó de los cabellos, tal cual fueran las crines de una yegua. Comenzó a acariciar con su capullo el ojo de su culo. Ella se movía con intensidad. Yo me acerqué, abrí las nalgas de mi criada de par en par, para ayudarlo a mi esposo. Dejé caer saliva, en aquel ano deseoso. Ella no soportó más aquel juego histérico y se tiró hacia atrás, tragándose la pija de un sólo tirón. « Al fin, ahh ». Me puse atrás de mi esposo, lo abracé. Lo besaba en la lengua y guiaba sus movimientos. Roxana tuvo un orgasmo múltiple. Tres estallidos al hilo. Paco se corrió de inmediato. Quizás por verguanza no retiró la polla del coño de su chica, ni nos avisó. Lo cierto es que cuando Gastón, sacó su pene y buscó la boca de Roxana, para inundarla, el muchacho ya estaba rendido.
Roxana lamió aquella pija que había quedado con pequeños restos de mierda, después de haber sufrido una acometida feroz. Advertí que aquello no le repugnaba, sino que la exitaba. En vista que podía hacerla gozar, busqué su chocho y le introduje tres dedos, que resbalaron cuando se toparon con la lechada de Paco. Gastón se corrío. Cinco borbotones de leche blanquísima llenaron la cara de Roxana. Ella me avisó que siguiera, con pequeños gemidos. Me conmoví al verla huntarse los dedos de semen y lleverselos a la lengua, para saborearlos. Pude sentir su vagina estremecerse. Era el final de nuestra orgía y estabamos todos cansados. Sobre todo, Paco, quien había descubierto un nuevo placer y recobraba el aliento limpiándole la pija a mi esposo con su boca.
Pero si Roxana era un volcán, esta había sido una erupción menor.