Diario de Florencia (01: Buenos amigos)

No puede más y monté a mi esposa mientras ella se la chupaba a los dos tíos que se deban besos de lengua entre ellos y se palpaban el pecho.

Una fiesta con amigos. (Diario de Florencia, episodio 1)

Florencia y yo llevabamos dos años de casados. Nuestra economía familiar no era mala. No obstante, cuando mi patrón me pidió que realizara una agobiante expedición comercial hacia Roma, a cambio de una comisión, decidí aceptar. No me gustaba demasiado dejar a mi mujer sola, pero con el dinero podríamos cambiar nuestro auto, que ya más de una vez nos había dejado de a pie.

En Roma trabajé con esmero. Casi no tuve tiempo de recorrer la ciudad. Recién pude relajarme el último día, cuando la cartera de clientes ya estaba asegurada. Me sentía feliz y no tenía nadie a mano para que compartiera mi éxito. Hablé con uno de los empleados del hotel y me consiguió una chica. La pasé estupendamente. No había sido infiel hasta ese momento y acariciar otro cuerpo después de tanto tiempo fue maravilloso. De todos modos, mientras regresaba, comencé a perseguirme. Si Florencia llegaba a sospechar de mi infidelidad, me las vería negras.

Así pensé que sería. Una vez que llegué a Madrid, Florencia se mostró fría, desangelada. Me recibió con indiferencia y cuando quise relatarle los diferentes episodios que había vivido en el extranjero, ella se levantó y se fue a la cama. Pensé que era aconsejable tomar el toro por las hastas. Algo debía sospechar y habría que esclarecer el asunto. Yo realmente la amaba. Fui al cuarto y la encontré boca a bajo. Sollozaba. Le acaricié el cabello. Ella se incorporó y antes que yo pudiera hablar, comenzó :

-Gastón, tenemos que hablar.

-Sí, ya lo sé, mi vida. Pero antes que tomes alguna desición, quiero decirte que realmente te amo.

-Yo también te amo. Pero no me pude contener. Te acuerdas de Enrique y Manolo.

Enrique y Manolo son mis dos mejores amigos. En forma regular nos encontramos en casa para mirar los encuentros deportivos.

-Vinieron a casa a buscarte. No sabían que te habías ido. Los dejé pasar, qué diablos. Al fin de cuentas, son amigos de la pareja y no me vendría mal sentirme acompañada en tu ausencia.

-Sí, entiendo.

-La cosa es que en el entretiempo nos embriagamos. Empezamos a apostar cosas y las cosas se fueron confundiendo.

-¿De qué modo ? – Interrogué, mientras me estaba poniendo nervioso.

-Apostamos cosas a cambio de proposiciones indecentes. Cuando me quise acordar, ya estaba enredada con los dos.

-Te juro que no entiendo.

-¡Qué me acosté con los dos, Gastón!

La situación lejos de parecerme repugnante comenzó a exitarme. Sentí mi polla hincharse debajo de mis pantalones. Le pregunté qué habían hecho. Ella se enjuagó las lágrimas y al ver que no me había puesto colérico comenzó a relajarse.

-Manolo ganó la apuesta y me pidió que se la mame. Respondí y le tomé el pedazo con los labios. Depronto sentí las manos de Enrique que me acariciaba las nalgas, sobre la pollera. El comenzó a buscar el interior y a masturbarme. Luego me montó. Ambos acabaron al mismo tiempo. Uno sobre mis labios, el otro en mi vagina. ¿Estás molesto ?

-No, qué va. Estoy caliente. Ven, invitalos. Vamos a repetir la escena, pero esta vez con tu marido presente.

Florencia llamó a mis amigos por teléfono. Se notaba que la seción de sexo había sido inmejorable. Puesto que no tardaron en llegar. Cuando me vieron en la puerta se pusieron líbidos y comenzaron a hablar de fútbol. Sin embargo, una vez que vieron a mi mujer paseando en ropa interior comprendieron a que habían venido.

Nos sentamos los tres en el sofá. Florencia nos bajó las braguetas y comenzó a sarandear nuestras pollas. Estaba realmente exitado y la tenía bien dura. Lo mismo ocurría con mis compañeros. De pronto, Florencia se detuvo.

-Esto es injusto, proclamó. Yo no puedo sola. Ustedes también tienen que intervenir.

Yo recién entendí a qué se refería cuando Enrique me tomó el pijote y se lo metió en sus fauces. Ahí tenía a mi amigo, mamándomela, lo que al principio me pareció asqueroso, pero que después comenzó a exitarme formidablemente. Florencia le lamía el ano, mientras Manolo le lamia la vagina.

No puede más y monté a mi esposa mientras ella se la chupaba a los dos tíos que se deban besos de lengua entre ellos y se palpaban el pecho. Iba de un pijote al otro, mientras suspiraba a cada embestida mía. Manolo se deslizó por abajo de Florencia y comiéndole los pechos, logró introducirle su verga petrea en la vagina. Sentí otro pene, que convivía con el mío, ferreo, a punto de estallar. Era maravilloso.

«Ven, Enrique » Dijo Flor, que es hora que mi esposo también pruebe tu sabroso rabo. Gastón se aproximó y me tomó de la nuca. Yo estaba demasiado exitado para oponerme y me comí sin reparos todo su manjar. Florencia me pidió que la penetrara por el ano. Se movía enérgicamente, como nunca lo había visto. Yo movía mi boca con celeridad y la montaba a ella con fuerza. Manolo la besaba en la boca y le exprimía los pechos con la mano y Enrique gemía de placer y me guiaba con sus manos.

Cambiamos de posición. Mi esposa se sentó sobre el falo de Enrique y recibió el enrorme vergajo de Manolo en el culo. Era tiempo de que Enrique me devolviera el favor y esta vez yo fui el que busqué se boca. Me la lamió un buen rato, mientras la veía gritar entre orgasmo y orgamo a mi fiel esposa.

Ella fue la que tomó por última vez la iniciativa. Me pidió que fuera sobre Manolo que le persistía taladrándole el ano y lo montara. Le mojé bien el ano y lo tomé. El se quejó al comienzo, pero inmediatamente, se exitó, porque comenzó a moverse un vigor inaudito. Fue el mismo Manolo quien advirtió que no daba más, que estaba por acabar. Nos pareció correcto a todos, y decidimos que era hora. Mi mujer tuvo un último orgarmos, atrevasada por los dos grandes caños. Yo le llené el ano a mi amigo con mi espesa leche, y ellos cubrieron de blanco el coño y el culo de mi mujer.

Luego nos quedamos charlando como si nada hubiera ocurrido. Cuando nos quedamos solos, Florencia me preguntó si la había pasado bien.

-Realmente bien. Amor.

-Bien, entonces, me gustaría que concretáramos una fantasía que tengo desde hace tiempo.

El relato de esta fantasía, vendrá en una próxima entrega.