Diario de Alexa (3)

No sólo sexo...

DIARIO DE ALEXA (III)

El primer día de internado le dio la bienvenida un profesor esquelético y feo que lo condujo con su equipaje hasta su zona de descanso. Era una sala con dos literas, lo cual significaba que iba a compartir la habitación con otros tres, le explicó. Luego le enseñó donde estaban las duchas, los baños, el comedor, las clases y el patio. Acababa de llegar y ya quería escapar de aquel lugar. En las clases es donde estaban todos cuando el llegó y luego el profesor le guió de nuevo hasta la habitación y le instó a que deshiciera el equipaje y se ordenara sus cosas.

Álex estaba en ello cuando oyó una especie de timbre que parecía el indicador del final de clases. Tres chavales llegaron a allí mientras él seguía ordenando. Había uno un poco canijo de estatura pero guapo que parecía valiente por su forma de hablar, uno muy alto y delgado con cara de sueño y otro sin demasiados rasgos distintivos excepto que parecía tener músculos bien marcados.

–Eh, tú, el nuevo –levantó la voz el guapo y Álex se dio la vuelta– Si vas a dormir aquí por lo menos dinos como te llamas –dijo calmadamente.

–Álex –respondió levantando las cejas.

–Me gusta tu nombre Álex, yo soy Dani –se acercó y le ofreció la mano. Álex accedió. Tenía las manos pequeñas y cálidas– y bueno, soy el que manda en esta zona, así que no te pases o te las verás conmigo –su tono no era nada serio pero Álex tuvo el temor del novato al oír aquello.

–¿Y cuales son las reglas? –preguntó curioso.

–No hay –respondió rápidamente Dani– solo no hagas nada que no me guste –Álex asintió con la cabeza– y bueno, estos son Marc –dijo señalando al más fuerte– es un salido –añadió en voz baja– y Jim –señaló al flacucho con cara de sueño– en realidad no se llama así, pero lo llamamos Jim desde siempre y si quieres conseguir cualquier medicamento o droga él te lo consigue seguro –rió como si fuera un chiste.

El resto del día lo pasaron en el patio y en la zona de ocio charlando. Todos parecían buena gente y enseguida se cayeron bien. Jim realmente tenía drogas que le pasaba a algunos chicos. Marca hablaba todo el rato de chicas, le comentó que la zona femenina estaba separada por un muro, pero ellos en ocasiones se escapaban. Dani le caía especialmente bien por como hablaba, tenía el rostro suave y unos labios finos que le daban ganas de besar cada vez que le miraba.

La primera noche, mientras escribía en su diario, vio que Marc era el que se acostaba debajo de él, Dani arriba de la otra litera y Jim debajo de Dani. Cuando Marc se quitó la camiseta vio que realmente hacía pesas o algo parecido. Álex no podía dormir y los demás parecían troncos, pero a media noche oyó las sábanas de la litera de abajo moverse insistentemente. Álex se asomó con precaución y vio que Marc se estaba masturbando cubierto por la sábana. Aquello empezaba a gustarle más y hubiera dado cualquier cosa por vérsela, pero no creía tener suficiente confianza ni intimidad.

–Oye, ¿me estás mirando? –dijo en voz baja Marc deteniéndose y mirando a Álex que había sido descubierto. Álex se volvió de nuevo a mirar el techo sin decir nada– Oye –insistió Marc en voz baja y Álex volvió a mostrar su cabeza desde arriba– ¿Quieres hacérmela tú o que? –preguntó sorprendentemente.

Álex no respondió pero tampoco se movió y entonces Marc estiró hacia atrás la sábana mostrando su pubis desnudo gobernado por una polla pequeña y gorda que aún no tenía todo su tamaño. Marc hizo un gesto para que Álex bajara y este lo hizo cuidadosamente. Marc sonrió y Álex se arrodilló y se la rodeó con la mano. Marc hizo un gesto de nuevo con la cabeza instándole a que empezara y Álex empezó a masturbarle. Aquella polla empezó a crecer dentro de la mano de Álex que casi la cubría. Marc le acarició el cabello largo en la oscuridad y los pendientes. Álex cambió de mano y con la otra ahora le acariciaba los huevos.

Pasaban los minutos y no se corría. Álex aceleró sus movimientos al tiempo que manoseaba los pectorales de Marc. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando una mano de Marc entró por debajo de la camiseta de Álex acariciándole la espalda y tocándole el culo. Álex la tenía casi dura en aquella posición sintiéndole y de repente empezó a brotar semen sobre la mano de Álex. Se limpiaron y cuando Álex iba a subir de nuevo a su litera habló Dani.

–¡Espera! –gritó en voz baja. Álex pensaba que ya había vuelto a hacer algo mal por culpa de sus deseos –Marc, os he visto, dale a Álex y explícale –añadió.

Álex se sorprendió y miro a Marc extrañado. Este le dio un billete y le dijo que en aquel internado como no había chicas se le pagaba a los gays que se dejaban por sus servicios. Álex se guardó el dinero pero insistió en que no era gay y que simplemente le gustaba ser la chica deseada.

–Muy bien, entonces te llamaremos Alexa –rió Dani. Todos rieron en voz baja, incluso Álex que se sintió cómodo con su nueva personalidad.

Aquella fue la primera vez que alguien le llamó de forma femenina, Alexa, y había sido Dani. Llevado por el momento y la tensión sexual se acercó a Dani antes de acostarse y le dijo que si él quería servicios se los haría gratis. Dani negó con la cabeza.

–Anda acuéstate que a mi no me va eso –dijo– a mi solo me gustan las chicas –añadió.

–Pero yo soy como una –insistió Alexa– ¿Cómo sabes que no te gustaría? –preguntó mientras volvía a su cama, pero Dani no respondió.

Se había forjado aún más si cabe su nueva identidad de Alexa y su diario fue el primero en saberlo. En los siguientes días se corrió la voz y algunos de los chicos pasaban por la habitación en momentos varios para encontrarse con Alexa. Estaba empezando a prostituir sus manos y su boca entre los compañeros y no le desagradaba, además de que según decían, ganaba más dinero del que cualquiera de los chicos gay había hecho hasta entonces. Jim aunque decía que Álex estaba loco, le consiguió, algunas veces, hormonas femeninas que no resultaron muy buenas, pero si se percibía un ligero aumento de pechos. A ella le gustaba enseñarlos, con una camisa entreabierta, para excitarlos a todos.

Se había convertido en una reina privada. Ella los masturbaba y a algunos se la chupaba pero nunca permitía que la penetraran, aunque a todos los dejaba con las ganas de follársela y a ella le gustaba pensarlo. Los rumores decían haber llegado incluso a profesores, pero ninguno de ellos le dijo nunca nada. Y así entre pajas y mamadas llegó su cumpleaños como si nada. Alexa ya tenía diecisiete años y facilidades de dinero. Si no podía escaparse antes, a los dieciocho pensaba marcharse de allí, porque a esa edad no la podían retener ni los del internado, ni su tía Emi. Dani le dijo que si alguna vez quería escapar podía ofrecerle ayuda importante, pero ella se sentía bien en aquel momento, aunque fantaseó escribiendo en su diario como sería escaparse de allí con Dani.

Una de las noches que hacía frío, había una reunión global de profesorado, que significaba que iban a reunirse todos los profesores de la zona masculina y de la zona femenina. Esas ocasiones las aprovechaban para quedar los chicos con las chicas y escaparse a tener sexo por rincones del patio. Las más zorras acudían al pasadizo que habían hecho los chicos cortando una valla y haciendo un pequeño túnel. Dani le dijo a Alexa que si fuera con ellos que había una chica que había dicho gustarle Álex. El ya no se sentía él, se sentía más ella y pasaba un poco de chicas aunque accedió porque una idea fabulosa le cruzó por la cabeza.

Después de salir por la puerta trasera sin que les viera el conserje llegaron a la valla y allí se vieron chicos y chicas antes de juntarse. Una chica de cabello castaño y rizado muy mona era la que le dijeron a Álex que le gustaba. Corrieron todos para encontrarse en el pasadizo. Eran seis chicos y cuatro chicas. Todos se besaron y se sobaron, algunas se alejaron hacia los árboles con más de uno y la chica del pelo rizado se quedó frente a Álex quieta. Él decidió cogerla de la mano y llevarla hacia otra esquina del muro entre arbustos. Se llamaba Sara. Allí se besaron mientras Álex le desabrochaba la blusa. Ella quería que la penetrara cuanto antes, ya que no tenían mucho tiempo y por eso iban al grano todos.

–Desvístete –dijo Álex a su oreja.

–Pero no es necesario –dijo Sara abriendo más las piernas y separando sus braguitas.

–¿Quieres que lo hagamos o no? –se alteró Álex.

Sara accedió sin perder la sonrisa pícara y empezó a quitarse toda la ropa con la ayuda de Álex. La puso de espaldas a él contra el muro mientras le bajaba la falda corta y las bragas, y cuando estuvo completamente desnuda Álex recogió el sujetador, su blusa, la falda y sus bragas y echó a correr hacia su pabellón. Sara se tapó avergonzada y sabía que no podía chillar, así que corrió llorando para volver por donde había venido antes de que la pillaran. Alexa ahora estaba completa, con la ropa de Sara iba a causar estragos entre sus machos.

Al día siguiente todos querían correrse sobre su falda, su blusa y sus bragas. Ganó mucho dinero del que los papás daban a sus hijos y nadie entendía como los profesores no se daban cuenta de que pasaba algo, pero la alegría duró solo ese día. Al día siguiente, de buena mañana, los profesores despertaron a todos, contaron el caso de la ropa robada a alguien del pabellón de las chicas que no había confesado nombres. Amenazaron con que sino salía el culpable iban a dar vueltas al patio sin comer hasta que se supiera, pero nadie dijo nada. Les obligaron a todos a salir al patio y a correr dando vueltas para que alguien confesara, pero nadie lo hizo y estuvieron sin comer y corriendo durante tres horas sin parar. Al final les enviaron a las duchas porque aquello no funcionaba.

Cuando estaban en las duchas donde Alexa disfrutaba cada día de ver las pollas de todos los que no había visto, apareció Ben. Ben era un chico extranjero bastante fuerte y de los más dominadores. Cogió a Alexa del cuello y la puso contra la ducha.

–Así que no has querido confesar ¿eh putita? –habló encolerizado– pues yo no voy a volver a pasar por los castigos por tu culpa –algunos chicos le animaban y Alexa se sintió sola pero no ofreció resistencia ni dijo nada– vamos a comprobar si te gusta tanto ser una putita –aquellas palabras le recordaron a su padre. La toalla de Ben cayó y su polla casi dura le sentía entre sus nalgas frotándose. Algunos rieron y ella intentó escabullirse pero Ben era demasiado fuerte– no vas a ninguna parte, voy a follarme el culito ese tan protegido que tienes y así a ver si te pasan las ganas de seguir siendo Alexa la zorra –dijo apretando los dientes.

–Te haré lo que quieras gratis, pero follar no –dijo Alexa desesperadamente.

–Haremos lo que yo quiero y ahora –le empujó de nuevo y su polla estaba más dura que antes.

Ben hizo un gesto y los pocos chicos que había allí les dejaron solo y se fueron a la puerta a vigilar. La fricción de la polla de Ben entre sus nalgas excitaba a Alexa aunque no era una situación que le entusiasmara. Ella no quería que aquel fuera el primero que la follara, pero su polla ya la sentía en la entrada de su ano que estaba resbaladizo por el agua. Ben empujaba y apenas entraba porque Alexa no se relajó.

Un puñetazo de Marc fue suficiente para apartar a Ben y que cayera sentado en las duchas. Dani lo cogió del cuello mientras aún e salía sangre de la nariz y le advirtió que no tocara nunca más a Alexa. Acababan de entrar al ver que pasaba algo y le habían salvado, eran amigos de verdad. Dos profesores irrumpieron seguidamente al oír el jaleo y cuando vieron la escena gritos de otros chicos señalaron a Álex culpable. Los profesores se lo llevaron a ver la chica y comprobaron que había sido él y lo encerraron en la habitación de los castigos.

La habitación de los castigos estaba en un pabellón apartado de todos y solo tenía la luz de una pequeña ventana muy alta. Allí servían menos comida y se dormía sobre un colchón viejo en el suelo y también había un wc. allí mismo, era como una celda. A Ben lo encerraron en otra igual pero solo para dos días. Alexa iba a estar allí sola una semana según el profesor. La tristeza la invadió porque ahora era más Alexa que nunca y no podía volver a cometer errores de ese calibre. Ahora solo deseaba escapar de todo y de todos. Sintió que su vida seguía demasiado desorganizada y lloró con lágrimas cristalinas de mujer, pero el segundo día cuando se estaba haciendo de noche algo ocurrió.

–Alexa… Alexa… ¿me oyes? –dijo alguien desde algún sitio que no comprendía– soy yo –reconoció la voz de Dani y se alegró muchísimo– ¿ves un mueble atornillado que hay al lado del baño? –Alexa lo vio y contestó afirmativamente emocionada– quítale los tornillos y apártalo –y mientras decía esto un destornillador caía dentro por la pequeña ventana.

Cuando desatornilló aquel mueble, vio como se levantaba en la pared una de las chapas metálicas hacia atrás. Era un hueco pequeño pero Alexa cabía. Sintió sus pechos aprisionados al salir y sonrió de alegría y libertad. Dani le ayudó a salir y le contó que no es la primera vez que lo habían hecho, habían ayudado a otros a escapar incluso fuera del internado. Dani sacó una llave y la puso en la mano de Alexa, junto con su dinero y su diario. Además le ofreció su chaqueta que llevaba un zumo y unas chocolatinas en los bolsillos.

–Si realmente quieres fugarte de aquí es el momento –dijo mirándola fijamente.

–¿Y porque no lo haces tú también? –preguntó Alexa.

–En dos meses cumplo dieciocho y mis padres ya me tienen planeado un buen futuro para cuando salga –dijo calmadamente.

Los ojos brillantes de Alexa en la oscuridad eran embrujadores, pero no tanto como los de Dani para ella. El silenció fue cómplice de una pasión irreversible. Alexa besó suavemente los finos labios de Dani y sus lenguas se encontraron húmedas en un juego breve de gemidos. De repente se apartaron casi los dos a la vez y Alexa corrió a la puerta principal, la abrió, cerró y bordeando el muro le devolvió a Dani la llave lanzándola desde el otro lado. Era tarde, se oían grillos y hacía frío, la chaqueta le vendría muy bien. Empezó a correr nerviosa por caminos que no conocía, mucha gente que recordaba quedaba atrás, era una locura, pero también era el destino más libre de los que había tenido nunca, y eso era lo que buscaba.