Diario a dos (26/30: Stella Mare)
Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.
Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.
DIARIO A DOS
Capítulo 26 (Stella Mare)
Agosto, martes 4
Ayer Avi se levantó de mal humor, yo lo entendí rápidamente y procuré no meterme con ella. Mi padre me llamó por teléfono hace unos días. La llamada que recibí la noche de marras no me traía buenas noticias. Lo intuí mientras sonaba el teléfono. Me anunciaba su visita a nuestro chalet. Mi padre es padre de dos hijos, mi hermano Froilán y yo. El vive en Francia. Es viudo, cosa que no le preocupa en demasía. El ya no piensa en mujeres, sólo quiere vivir despreocupado. Fue el artífice de que yo montara mi empresa y sigue siendo el mecenas de mi hermano. Mi padre tiene en la actualidad 61 años. Sus años están llenos de mal genio, mala leche y un gran carácter que se hace dificil soportar. Nunca quiso que me casara con Avi. Siempre me decía que esa mujer tan bella no me duraría a no ser que llenara su bolso de dinero. Tenía facilidad para profundizar en el interior de las personas. Cuando enviudó juró que jamás se casaría. Y ya va para 20 años. Tiene un hobby que le corroe. Coleccciona escudos de armas. El se llama Pelayo, como el rey asturiano, y para no faltar a sus ideales, los nombres de mi hermano y el mío propio están relacionados con lo que le mantine ocupado ahora. Sólo se le podía ocurrir a el, con la anuencia de mi madre, llamarnos Froilán y Favila. Omitiré decir quien se llevó el premio de llamarse Favila. Parece ser que a la muerte de Pelayo le sucedió su hijo Favila en el reinado de Asturias, hijo que murió durante una cacería luchando contra un oso. Espero que ese no sea mi final. Mi padre admira a Favila y por cojones yo tambien lo tengo que admirar. Siempre he ocultado ese nombre. Por eso todo el mundo me llama Ron. La terminación de mi primer apellido se ha convertido en mi nombre. Su visita era una escala de un par de días nada más. Su destino final, Canadá. Su misión, aumentar su cuenta suiza generada con las herencias de mis abuelos. Mi padre es un lince para el dinero. Calculo que debe tener al menos cuatro o cinco millones de euros sin contar sus propiedades. Mis abuelos eran poseedores de muchas tierras en Asturias. Tierras que el se apresuró a vender cuando estos fallecieron.
Me tenía que marchar a visitar una empresa ubicada a unos kilómetros de Madrid, en Guadalajara concretamente, y suponía que eso la había puesto de mal humor, eso y la próxima visita de mi padre. Y asi era, no le gustaba que me tuviera que ir. Y tampoco era receptiva a la visita de mi padre. Eso probablemente estropearía sus correrías sexuales. Mi padre es muy controlador, pero su visita durará apenas dos días. No conoce nuestra nueva casa y quiere aprovechar para visitarnos. Pero ayer lo que verdaderamente molestaba a Avi era que me tuviera que ir. Yo no pude hacer otra cosa, el empleado que tengo acaba de iniciar sus vacaciones. El 15 de agostó volverá y será entonces cuando pueda disfrutar olvidándome del trabajo por unos días. Si mi padre lo permite.
-No tengas esa cara, mujer. A las cuatro o las cinco estaré de vuelta. Bueno, si no hay problemas. Dije en tono conciliador.
-Ya. Pero yo aquí sóla todo el día. Y encima hoy es lunes y viene Miguel a regar. No me apetece quedarme sóla con él aquí. Aunque no ha hecho mención a lo que pasó, no quiero estar sóla cuando el viene.
-¡Joder, pues sal a comprar!, ¡Qué se yo! Ve a dar una vuelta. Vete a la piscina, no sé.
-Si mira. La piscina es buena idea. Me baño, tomo el sol y me libro de la presencia de Miguel.
-Estupendo, vete a la piscina y me esperas allí, llévate un bañador para mí y me esperas. Comemos juntos y nos damos un baño.
-Ya, ¿Y si no llegas a la hora de comer?
-Pues te llamo y te lo digo. En cuanto llegue sabré el tiempo que me va a llevar el tema. Te llamaré y te lo diré. Así sabrás si comes sóla o me esperas.
-Si, y ¿A qué piscina voy?, todas estarán llenas de gente. ¡Con este calor! Deberíamos haber instalado una de esas prefabricadas y
-El proximo año la instalaremos. Te lo prometo. Apenas hemos terminado con la decoración de la casa. Quiero descansar. En la próxima primavera llamaré a una empresa de esas que se dedican a su instalación y la tendremos.
-¿Pero a qué piscina me voy? Dijo mientras pensaba.
-Vete a la Stella Mare, está aquí mismo. Es cara y no va toda la gente de los barrios, no vayas a una municipal. Por algo es más cara. No está al alcance de todos los bolsillos.
-Ya, pero es pequeña.
-Mejor, menos gente. Además ahí también puedes tomar el sol desnuda. Tienen solarium para nudistas.
-No sé.
-Anda vete. Llamo a Miguel y le digo que salímos. El tiene llaves y regará y luego se marchará, no sin antes robarnos algunas manzanas ¡Qué cabrón!, ¡Podía pedirlas, yo se las daría! Es él quien las cuida.
-¡Venga sí! Me iré. Dijo más animada. Voy a preparar una bolsa y me voy, espérame y me acercas, no tengo ganas de ir andando.
-Vale. Pero no tardes.
Avi no tardó en tomar un minúsculo tanga, toalla y crema para protegerse del sol y salió corriendo al jardín donde la esperaba yo.
-Ya estoy lista. Dijo subiéndose al coche.
-Vale, pues vámonos. Te dejo en la puerta y me marcho ¿Eh?, no me entretengo. Dije.
-Bueno...bueno. Respondido ella.
Llegamos a la puerta de la piscina Stella Mare y paré el coche. No había nadie en la puerta. Ella tomó su bolso de paja y se despidió de mí con un beso en los labios.
-Pórtate bien. Dije fingiendo un cariño que ya no sentía.
-Lo haré. Llámame en cuanto sepas si llegas a comer.
-Así lo haré.
- Hasta luego.
Extracto del diario de Avi .
Dos cosas me joden enormemente. Las putas ausencias de Ron y la llegada próxima de mi suegro. El me odia. Puso muchos impedimentos para que nos casaramos. Al final no consiguió separarnos. Por suerte sólo va a estar dos días en mi casa. Soportaré su mal carácter y yo misma le llevaré al aeropuerto para librarme de el con urgencia.
Ron se ausentó a otro más de sus puñeteros trabajos. Me levanté de mal humor. Tenía grandes proyectos para ese día, pero Ron me los jodió. Sin Tami, sin Juan, sin Jimmy ..y sin Ron. ¿Qué podía hacer? Ron me dio la idea. La piscina Stella Mare me iba a mantener ocupada ese jodido lunes. El me dejó en la puerta. Yo le esperaría allí y el se reuniría conmigo a su vuelta de Guadalajara.
Me acerqué a la taquilla cuando Ron se perdio de vista. Había varios costos, iban desde los 9 hasta los 20 .
-Disculpe. ¿Cómo es que hay varios precios?
-Buenos días. La entrada de nueve euros es de terraza, la de quince de cubierta y la de veinte de vips.
-¿Y que diferencias hay? Pregunté al joven taquillero.
-La de nueve sólo da derecho a terraza, la de quince tiene una cabina individual y con la de veinte puede acceder al solarium y a una cabina individual más grande, con ducha dentro, y además tiene derecho a una hamaca en el césped y a otra en el solarium, si lo desea utilizar. Las hamacas están numeradas con el mismo número de la cabina. Respondió mecánicamente el muchacho.
-Está bien, déme una de veinte.
El chico me entregó la entrada y yo le dí un billete azul de veinte euros. Me encaminé hasta la puerta donde seccionaron mi entrada y me dieron una ficha. Ese hombre me indicó el camino de la cabina que me correspondía. Me alejé de allí y miré alrededor. No había mucha gente. Dos o tres bañistas nadaban en el agua bajo la atenta mirada del socorrista. Otros tomaban el sol tumbados sobre sus toallas en el césped. Observé que había muchas mujeres. Supuse que sus maridos estarían trabajando. Alcé mi vista y vi una terraza con una valla de cañas. Supuse que sería el solarium. Nunca había estado en esa piscina. Había oído que era pequeña. No soy amiga de piscinas públicas. Pasé cerca de tres mujeres que tomaban el sol con sus pechos descubiertos. Me sonrieron al hacerles yo una mueca. Ascendí unas escaleras y llegué a un pasillo en cuyos laterales se agrupaban varias puertas de madera. Busqué el número de mi ficha y dí con la puerta. Estaba a punto de acercarme a ella cuando la voz de un joven hizo que me girara.
-Disculpe. Me deja su entrada por favor. Un agradable muchacho más joven que yo, creo que tendría unos 19 o 20 años, se acercó hasta mí con mucha decisión.
-¿Me deja ver su entrada señora?, le daré la llave de la cabina que le corresponde ..si no, no podrá entrar a ella. Custodio las llaves.
Le entregué la entrada y el muchacho buscó en una cartera que llevaba atada al cinturón una llave con el numero 15.
-Sígame, se la mostraré. Me dijo el chico abriendo la puerta y entregandome la llave.
Traté de rebuscar alguna moneda para dársela de propina y el muchacho se percató de ello.
-No es necesario señora. No admitimos propinas. Estamos aquí para servirles. Gracias. ¿Sabe? nos lo tienen prohibido. Cuando termine, si lo desea me puede dejar la llave, no obstante si quiere llevársela, también puede hacerlo. En cualquier caso si me la deja a mí, no entrará nadie. Y si se la lleva usted, tampoco. Dijo sonriendo ante su ocurrencia.
El muchacho se alejó y entré en la cabina. Me pareció irreal. Un banco con baldas de madera, una ducha de plato, una percha con cuatro ganchos, una repisa que pensé sería para dejar los objetos personales y un inodoro tan blanco como la naca eran los componentes de tan servicial recinto. Dejé mi bolso sobre la repisa y saqué la toalla, la braga del tanga, el teléfono móvil, un bote de crema y unas zapatillas de playa.
Me apresuré a desnudarme. Saqué la camiseta de mi cuerpo y me turbé al ver mis pechos. Me gustan. Y mucho. Comprendo a las chicas que se hacen implantes. Me quité el pantalón corto que llevaba y después mis braguitas. Tomé el pequeño tanga y lo pasé por mis pies. Una vez ajustado a mi cuerpo me puse las zapatillas y una camiseta. Rebusqué el tabaco en mi bolso y no lo encontré. Supuse que me lo había dejado olvidado en casa con las prisas. Después de tomar el movil en la mano metí 50 en su funda y salí de la cabina cerrando con la llave.
De camino y mientras bajaba las escaleras pensé que debería haberme masturbado allí mismo. Mi desnudez me pervierte. Últimamente me paseo por mi casa desnuda muy asiduamente. Había decidido llevarme la llave de la cabina. Pasé al lado de las tres mujeres que se mantenían tomando el sol. Ante la falta de tabaco decidí ir a la cafetería a comprar.
-Perdone, ¿Tienen tabaco? Pregunté.
-Si. ¿Cuál desea?
-Camel. Y un mechero. Gracias.
Pagué con el billete de 50 y me alejé de allí. Observé como dos hombres charlaban animadamente mientras tomaban café. Uno de ellos me miró como si me conociera. No presté atención. Al salir de la cafetería vi a un muchacho uniformado con la vestimenta de la piscina y me dirigí hacia el.
- Perdona, ando buscando mi hamaca y
-¿Usted es la 15 verdad? Venga conmigo.
Eché a andar tras los pasos del chico. Pensé en cómo ese muchacho había descubierto que yo era la poseedora de la taquilla o cabina numero 15.
-Bueno señora, ¿Dígame dónde quiere que le lleve la hamaca? ¿Sol, sombra u otro lugar? ¿Debajo de los pinos, en la terraza.......?
-No, está bien. Ponla por favor debajo de los pinos, allí, a la sombra. Dije señalando el lugar.
El muchacho cargó la hamaca hasta el lugar que yo le dije y la extendió, la acomodó y le tendió un cojin encima.
-¡Bueno, pues ya está! Si quiere subir al solarium, es por esas escaleras, allá habrá otro compañero que le dará otra hamaca con el mismo número, el 15, pero aunque me imagino que ya lo sabe, allí tendrá que subir completamente desnuda, por respeto a los demás nudistas.
-¿Pero no es un soilarium?
-Si señora, pero nudista.,
-No me habían dicho nada. Dije simulando ignorancia.
-Lo lamento.
-Muy bien. Muchas gracias. Dije zanjando la conversación con el chico.
-De nada señora.
El muchacho se alejó y yo me tumbé en la hamaca. Abrí mi paquete de Camel y me encendí un cigarro. Corría una brisa agradable y comencé a relajarme. Había pasado una hora y sonó mi teléfono móvil. En la pantalla apareció el nombre de Ron.
-Dime.
-¡Se jodió! No podré ir a comer, a no ser que comamos a las cinco. Acabaré a las cuatro aproximadamente, mientras llego, las cinco.Come tú y esperame allí, tomaré un bocadillo aquí y luego cuando llegue tomamos café. Me dijo un tanto apresurado...
-¡Joder Ron, lo sabia! ¡Pues vaya mierda aquí!, sóla, aburrida y con sueño.
-¿Tienes sueño?
-Claro. Estaba medio dormida cuando ha sonado el móvil.
-¿Qué tal está eso?
-Bien, muy limpio. Hay poca gente....bueno poca....según se mire. Ahora estoy tumbada en una hamaca debajo de un pino a la sombra.
-¿Con tus tetas al aire, enseñándolas bien eh?
-No. No me he quitado la camiseta. Me he traído sólo la braga del tanga. No voy a bañarme, en la cabina hay ducha, luego me ducho allí. Es muy espaciosa y tiene una taza de water. Me sorprende la pulcritud de esta piscina.
-Eso está bien. Creo que había solarium para nudistas, ves a verlo.
-Luego iré a echar un vistazo.
-Oye te dejo, me llaman estos "paganinis". Unos cinco mil tienen la culpa.
-¿Cinco mil? Pregunté.
-Si. Eso es justamente lo que les voy a cobrar.
-Ganas más que las putas. Dije emocionada.
-A la puta ya la tengo en casa, no la hace falta trabajar. Me dijo Ron con su sorna habitual.
-Bueno aquí te espero. No tardes, chulo. Dije despidiendome de él en el mismo tono.
-Trataré de ir pronto. Te quiero.
-Yo más.
Dejé el teléfono y me encendí otro cigarro. Reparé en una pareja recién llegada. Eran de mi edad más o menos. Ella estaba en top less y se comía a besos a su pareja. Estaban ajenos a todo, nada les importaba. Ella restregaba sus tetas contra el pecho del chico. Pensé que podían haberse ido a la cabina y allí se hubieran dado la paliza. Giré mi vista a la izquierda y allí divisé, entre sol y sombra, dos hombres algo mayores que yo. Continué con mi repaso visual y me centré en el grupo de las tres mujeres "Serian lesbianas" pensé. Pero giré nuevamente la cabeza y me encaré con los dos hombres que me miraban. Yo los miraba y ellos me devolvían la mirada. Me daba la sensación que les conocía. Fijé mi vista en la pareja de jóvenes "salidos" y observé que seguían con sus arrumacos.
Los dos hombres se levantaron y se dirigieron hacia la cafetería, para lo que tuvieron que pasar por delante de mí a escasos dos metros. Observé como me miraban con insistencia. Estuve a punto de decir algo, pero lo evité. Volvi a centrarme en la pareja y observé como la chica era muy atrevida. Besaba a su pareja y por la pata del pantalón del bañador del chico metía una mano en busca de algo más. Los pezones de la joven estaban duros y eso me recordó que los míos también lo estaban. El joven trataba desesperadamente de bajar la boca hacia los pechos de ella para besarlos pero ella se lo impedía. En verdad me estaban proporcionando un entretenimiento añadido. Noté calor entre mis piernas. Cerré los ojos. A mi mente acudieron imágenes en cascada de momentos de sexo, momentos con Juan, con Ron, con Tami, mi amiga Tami...meti una mano bajo la camiseta y rocé un pezón. Me puse en pie y abandonando todas mis pertenencias excepto el tabaco, el teléfono y la llave de la cabina, me fuí a buscar el numero 15. Pasé al lado de un tipo que me dijo algo, pero yo estaba muy excitada y muy aturdida y no presté atención.
Al subir las escaleras recordé que ese tipo que se había dirigido a mí, era uno de los dos hombres que me miraban mientras hablaban. Abri la puerta de la cabina numero 15 y entré y cerré el pestillo. Dejé el tabaco y el mechero en la repisa junto a la llave y el teléfono. Me deshice de la camiseta y me bajé el tanga. Completamente desnuda, doblé la toalla y la puse encima del banco de madera asegurándome que no quedaran pliegues por medio. Me senté encima de la toalla, me giré hacia un lado y me tumbé con las piernas ligeramente encogidas. Las medidas del banco permitían que apoyara la espalda y el culo enteramente, e incluso que extendiendo las piernas, con ellas semiflexionadas, casi cupiera totalmente tumbada. Abrí mis piernas y llevé mi mano derecha hacia el lugar que me reclamaba. Con el dedo corazón terminé de lubricarme y justo cuando iba a profundizar en mi raja escuché un golpe seco. El golpe procedía de la cabina de al lado. Quedé inmóvil, con el dedo en la raja y la otra mano en el pecho derecho. Traté de incorporarme para oír mejor. Opté por quedar inmóvil, esperar acontecimientos, escuchar más. No oía nada, mi boca estaba abierta en forma de O, mis manos permanecían haciendo una pausa en el mismo lugar. Mis ojos miraban al techo como aguzando los oídos. Pero no oía nada. Así permanecí al menos dos interminables minutos. Oí otro golpe. "Ya está. Ya se ha ido quien sea". Quedé quieta unos instantes más y al no oír más ruido, aflojé la presión que hacía mi mano sobre el pezón y la trasladé con energía hasta mi raja. Poco tuve que presionar, pues pronto el dedo corazón se perdió en el interior de mi coño. Lo saqué una y otra vez acariciando en su recorrido el clítoris. Froté sin piedad, quería gozar rápidamente. Abandoné mi pecho y pensé que esa mano sería más útil en otro sitio. La llevé hasta mi ano y allí a la vez que frotaba mi clítoris, fui introduciendo las falanges de mi dedo más largo dentro del recto. Me abandoné al placer una vez más, y esta vez iba a ser definitiva, iba a gozar, me iba a correr. Me ilustré con imágenes de la pareja del jardín metiéndose mano. Un ruido violento me dejó petrificada. La puerta de la cabina de al lado sonó otra vez. Ahora extraje mis dedos de mi interior y me incorporé para escuchar mejor. Otro golpe y unos pasos alejándose fue lo último que escuché. Apoyé los pies descalzos en el suelo y miré por la pared detenidamente. Traté de descubrir algo y al fin lo hallé. Descubrí un agujero justo a unos diez centímetros del banco que yo había ocupado. Miré por el con precaución pero no vi nada. Volví a mirar y descubrí que ese agujero comunicaba con la cabina de al lado, allí pude divisar parte de la taza del water, un trozo de banco y una prenda colgando de la percha. Alguien había estado observándome ¿O no?, no lo sabía. Sea como fuera, me incorporé y me puse la braga del tanga, la camiseta y las zapatillas, abri la ducha y me lavé las manos, tomé el tabaco, el teléfono y la llave, y me marché de allí. Alguien, tal vez el chico de las cabinas, había jodido mi momento de placer. Estaba enfadada por la supresión del placer.
Llegué a la altura de mi hamaca y me senté. Miré a la pareja, que ahora parecían dormidos y me cuestioné si ir a la cafetería a tomar algo. Desistí. Pensé en subir al solarium. Los dos hombres de mi lado izquierdo seguían allí y hablaban muy acalorados. Traté de escuchar, pero no entendía nada de cuanto decían. Me incorporé y me alejé en dirección del solarium.
Subí las escaleras que daban acceso al restringido lugar y me giré en redondo y pude ver como los dos hombres hablaban y uno de ellos me señalaba con la mano. Supongo que mantuvieron una conversación similar a esta que me invento en base a los datos que obtuve después:
-Es ella. Te lo digo yo. Decía uno muy animoso.
-Si, puede que tengas razón, pero no sé....no acabo de estar seguro. Contestaba el otro.
-¿Cómo se llamaba?
-No sé no recuerdo bien....Nani....Tani. ! Qué se yo!, se que era un diminutivo pero no se cual.
-¡Joder, pues la tocaste el coño!, como para olvidarlo.
-No me acuerdo, además yo estaba un poco pedo.
-Cuando venga se lo podemos preguntar.
-¡Bah, déjalo! Te mandará a la mierda. ¿Y si no es ella? ¿Y si lo es, qué?
-Te digo que esa tía esta buscando algo, que la he visto hacerse una paja en la cabina, que además se ha metido el dedo en el culo, que la va la marcha......
-¡Vale, y qué!, ¿Qué la vas a decir cuando venga?, ¿Te he visto hacerte una paja y me he puesto cachondo? Además no sabemos si es ella.
-No. Claro. Pero nos podríamos enrollar con ella. A lo mejor la va la marcha. La podemos decir que nos suena su cara y esas cosas y a lo mejor.....
-Vale tío. Cuando venga te enrollas con ella. Yo me descojonaré mientras. Y elige el lado de la cara donde quieras que te de la ostia. Y si no te la da ella, tal vez te la de el maromo con quien esté. Aunque la hemos visto sóla. Pero nunca se sabe.
Retomo la narración de lo que viví. Me acerqué a la puerta del solarium y otro joven me interrogó.
-¿Desea pasar señora?
-No....no sé.
-Si lo desea, pase por esta puerta, desnúdese, deje la ropa en un banco y entre en el solarium nudista.
-Gracias.
Entré. Lo decidí enseguida. Me desnudé no muy segura de lo que estaba haciendo. Pensé que aquél lugar estaría lleno de mujeres pugnando por los rayos del sol. Dejé mi ropa en el banco indicado y atravesé una puerta de madera. Miré con descaro como el muchacho me observaba. Me turbé. El muchacho no. Debía estar acostumbtrado a ver cuerpos desnudos. Era descarado. Quince o veinte cuerpos desnudos yacían tumbados tomando el sol, boca arriba unos, boca abajo otros. Algunos incorporaron sus cabezas al oír la puerta y me miraron. Otros ni se inmutaron. Pese a mi desnudez no me sentí observada, pues las cabezas se dejaron caer de inmediato después de asegurarse que otro nuevo nudista había llegado.
Me fuí directamente a una esquina y me apoyé en la pared. Divisé un banco y me acerqué a sentarme en él. Al llegar, una sensación de asco se apoderó de mí al descubrir una mancha extraña en él. Decidí darme una ducha. Los chorros de agua templada cayeron y resbalaron por mi cuerpo. Cerré el grifo y quedé de pies tomando el sol hasta secarme. A través de mis gafas pude ver dos hombres ajenos entre ellos, tumbados ambos boca arriba, con sus penes flácidos tomando el sol. Me llamó la atención la forma del pene de uno de ellos. Estaba demasiado curvo hacia un lado. Miré a una mujer que tenía próxima a la vez que esta se giraba y pude descubrir que tenía su pubis depilado. Descubrí otro hombre que se giró también para cambiar de postura, y un enorme falo morcillón apareció ante mi vista recordándome a Jimmy, salvando las distancias. Me quité las gafas para verlo mejor. Era un hombre mayor, de unos cincuenta años, tenía alguna cana en el pubis, el hombre levantó la cabeza y me miró. Me sonrió. Cerró los ojos nuevamente y tumbó su cabeza mientras con una mano acomodaba aquella barra de carne sobre su ingle. Excitada, dí media vuelta y abrí la puerta del solarium y salí de allí. Al girarme después de cerrar la puerta sorprendí al muchacho allí, de pies, mirándome fijamente.
-¿Se marcha?
-Si. Hace mucho calor.
-Claro, aquí ya sabe...lo normal...
No escuché más. Salí con mi ropa todavía en la mano. Me sorprendí desnuda en la escalera. Me detuve y agachándome me puse el tanga y me metí la camiseta. El chico estaba allí, tras de mí.
-Señora, ¿la ha ocurrido algo ahí dentro?
-No. No. Todo está bien. Gracias.
Me alejé escaleras abajo y me fui directamente a mi hamaca. Allí estaba la pareja otra vez, haciéndose mimos. Y los dos hombres, mirándome, y las tres mujeres, dándose cremas unas a otras. Y un matrimonio con un niño de meses. Me abandoné al placer de fumar, cerré los ojos y me dejé llevar hasta que una sombra delante de mí hizo que los abriera.
-Perdona, creo que te conozco y le estoy diciendo a mi amigo que no se de qué.
-¿A mí?
-Si. Te conozco y no se muy bien de qué. Me suena tu cara. Nos hemos visto antes. Lo sé. Soy muy bueno para eso.
-Pues yo a ti no te conozco.
-¿Estas segura? ¿Si llamo a mi amigo querrías ver si le conoces a él?
-No es necesario. No te conozco.
-Haber....Déjame que piense.....te llamas....Paqui.
-No.
-Trini.
-No.
-Hummmm......Avi?
-Bingo. Has acertado. ¡Listo el joven! Dije sorprendida porque ese tipo supiera mi nombre.
-¡Claro, Avi!, ¡La misma, la del sex sop! ¡Oye Luis, es ella, es Avi, ven!
-¿Cómo...cómo....que...? Dije sorprendida ante la monumental sorpresa que me acababa de llevar.
-Claro mujer. ¿No te acuerdas de nosotros?, somos Javier y Luis, los que conociste en el sex sop cuando estabas con tu amigo. Nos dejaste tirados. ¡Joder salisteis de allí como alma que lleva el diablo!
-Me confundís. No soy esa.
-Si. Eres tú. ¡Joder lo bien que lo podíamos haber pasado! Dijo Javier.
-¿Vives por aquí? Preguntó Luis.
-No.
-¡Vaya, vaya sorpresa!, llevo toda la mañana diciendo a Luis que eras tú, y el que no, y yo que sí. Vente a tomar algo a la cafetería con nosotros. Dijo Javier.
-No. Gracias, he tomado ya una cerveza.
-Bueno nos quedaremos aquí contigo. Charlaremos un rato.
-Como queráis. Pero estoy esperando a alguien.
-¿A tu amigo? Preguntó Luis.
-Si. Eso mismo. Dije.
-¡Joder, que alegría volver a verte chica! Dijo Javier.
Siguieron llenándome los oidos de halagos y me contaron mil cosas de ellos. Y claro, llegó la parte del sex-shop, en la que tuvieron especial interés.
-¡Joder que bien lo podíamos haber pasado! Dijo Javier.
-¡Quien sabe! Dije.
-¿Has vuelto a ir por allí? Preguntó Luis.
-No.
-Pues cuando te marchaste, un tipo mayor, un viejo, se acercó a nosotros y nos acojonó.
-¿Un tipo mayor? Pregunto Avi.
-Si. Un jodido y extraño tipo mayor, un jodido cabrón. Nos dijo que nos olvidáramos de ti, que no te siguiéramos, que eras suya. Bueno nos acojonó tanto con la manera de decirlo y de actuar que eso fue lo que nos impidió ir tras de ti y de tu amigo. Yo creo que llevaba pistola. El muy cabrón. De verdad, nos acojonó.
-¿No sería el mismo que....? Me interrumpí en mi recuerdo.
-¿Le conoces? Preguntó Javier.
-No. Bueno es que veréis, cuando estuve allí, aquella tarde, fui al baño y un viejo se me acercó y me dio una tarjeta, que la tengo que tener por casa. Me dijo que le llamara que me iba a enseñar una cosa que me gustaría y un rollo así.
-A Luis le agarró contra la pared y le echó mano a los huevos y casi le desgüeva allí mismo. Era un tipo violento.
-Calla, calla...no me lo recuerdes. Dijo Luis.
-Darme vuestro teléfono y os llamo algún día para vernos.
Los dos me dieron sus números de teléfono y yo los anoté en mi móvil. Después de quedar en silencio durante unos instantes, Javier fue incisivo.
-¡Joder, como me pusiste en el sex sop! Exclamó Javier.
No hice comentario alguno. Recordé el billete de 20 euros que Ron dejó sobre la mesa. Sonreí.
-¿En qué cabina estás? Preguntó Javier.
-La 15. ¿Y vosotros?
-La 14. Dijo Javier.
-Que edad tienes Luis. Le pregunté por curiosidad.
-31.
-¿Y tú Javier?
-32.
-Yo tengo 26. Dije.
Con la revelación de mi edad iniciamos una conversación dónde ellos querían saber cosas de mí y yo sólo pensaba en la idea que se me acababa de ocurrir. Supongo que estuvimos hablando una media hora más o menos. En un gesto habitual por mi parte, pero perfectamente seleccionado en ese momento, me saqué la camiseta dejando mis pechos al decubierto. La cara de sorpresa de ellos se manifestó de inmediato. Mi plan estaba en marcha.
-¡Joder chica, vaya par ! Dijo un alborozado Javier.
-Gracias. Respondí.
-Eres muy guapa Avi.
-Muchas gracias.
Decidí jugar fuerte. Mi plan estaba decidido. Sólo tenía que ponerle en marcha. Descaradamente. En aquél tiempo que estuve con ellos sólo tenía una idea en la cabeza, dejarme follar por ellos. Sabía que estarían dispuestos. El juego se me había ocurrido mientras me hablaban.
-¿Teneis dinero? Les pregunté.
-Si si claro... ¿Te hace falta algo? Me preguntó Javier.
-No. Dije muy segura. Pero si queréis .por 100 euros ..podríamos .
Vi en su cara el estupor reflejado. Luis lo comprendió de inmediato. Javier fue más tardío en reaccionar.
-¿Qué quieres decir .que podemos .? Preguntó Luis.
-Si quereis. Podríamos subir a mi cabina.
Luis miró mis pechos como un niño mira un caramelo que están a punto de entregarle. Javier, vencida la sorpresa inicial, tomó el mando.
-¿En la cabina, por cien euros, los dos contigo?
-Si. ¿No queréis?
-¡Vamos! Exclamó un alterado Javier a la vez que se ponía en pie.
Sin remilgos de ningún tipo me levanté de la hamaca y me puse la camiseta. Javier estaba en pie. Debieron tomarme por puta. Y eso era lo que quería que pensaran de mí, que era una puta.
-Pero en las cabinas hay un chico que Decía Luis.
-¿Qué pasa, no nos va a dejar entrar? Le pregunté
-No sé. Pero sospechará algo y esta piscina tiene vigilantes de seguridad. Dijo Luis.
-Le daremos una propina si nos plantea problemas. Dijo Javier.
-No admiten propinas. Les dije.
-¡Vámonos de aquí! Podemos ir a mi casa. Vivo en Moratalaz. Dijo Luis.
-Dejarlo de mi cuenta.
Resueltamente eché a caminar. Los perros en celo me siguieron. Mi coño se había humedecido con sólo pensar que iba a cobrarles cien euros por follar con ellos. Una puta .y barata.
Continuará .
Coronelwinston