Diario a dos (22/30: Vangelis)

Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.

Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.

DIARIO A DOS

Capítulo 22 (Vangelis)

-¡Joder, ya están aquí! Le dije una hora. Exclamé.

-Si se han dado prisa, si. Ponte aunque sea una camiseta y un pantalón. Dijo Avi al verme desnudo por completo.

Hice lo que ella me dijo y abrí el portón que daba acceso al jardín. Les seguí a través del video portero con la vista hasta que llegaron a la puerta donde les recibí.

-Hola. Dijo el negro.

-Hola, Contesté sin más. Pasar.

-Buenas noches. Dijo el muchacho que le acompañaba.

Pasaron dentro de la casa y Avi miró la cara que se aproximaba hacia ella. Yo traía un rostro disgustado. No estaba demasiado convencido de aquello. Entrar a dos extraños en mi casa me provocaba recelo. Los seiscientos euros que había de pagar eran lo de menos. Avi estaba muy interesada. No alcanzaba a comprender el papel del muchacho que acompañaba a ese Jimmy. Se saludaron y tomaron asiento en los blancos sillones de nuestro salón, sillones que ya tenían escuela en sexo. Me puse de inmediato en guardia.

-¿Habéis venido sólos por lo que veo? Pregunté.

-Si. Mi amiga no podrá venir hasta dentro de dos horas. Dijo Jimmy.

-¿Dos horas? Pregunté otra vez.

-Si. Es imposible que llegue antes.

-¿Pero, dos horas, y que haremos mientras? Insistí mirando el reloj.

-Oh, si no os importa, podemos empezar sin ella. Dijo Jimmy.

-Bueno es que no se...si... dudé un instante hasta que la mirada de Avi me alejó de mis dudas y recelos.

-Tranquilo, empezaremos sin ella. Dijo otra vez Jimmy. ¿Os puedo llamar por vuestros nombres? Preguntó.

-Si. Lo había olvidado, disculpa, mi mujer se llama Avi y yo soy Ron. Dije como el que trata un negocio normal y corriente. Sin estrecharlos la mano. Sin demasiada cordialidad.

-Este es Pitu, le llamamos pitufo por lo joven que es. Dijo Jimmy forzando una risa. Que no por lo pequeña que la tiene….añadió.

-¿Queréis tomar algo? Pregunté.

-Si. Yo un limón por favor. Dijo Jimmy.

-Y yo un Wisky, si no es molestia. Pidió Pitu con los ojos semi cerrados. Pero no debido al sueño, no, el tenía esos ojos.

-¿Sólas ambas cosas? Pregunté.

-Si. Contestaron al unísono los dos a la vez que pensaba en emborrachar a ese tal Pitufo cuya presencia en mi casa no entendía.

-¡Te has puesto cómoda Avi! Dijo el negro advirtiendo que ella iba vestida sólo con una bata de raso.

-Si. En la calle hace calor. Aquí se está bien.

Serví las bebidas con mucho hielo. El negro vestía de la misma forma que le habíamos visto hacía apenas una hora.

-¿Y bien, de que se trata, que tenemos que hacer? Pregunto Jimmy.

Hubiera preferido tratar este asunto con él directamente sin la presencia inoportuna de Pitu. Pero yo estaba en mi casa. No me iba a venir abajo por la seguridad del negro. Yo era el pagador y mi mujer la mercancía. Si, yo pagaba por ver a mi mujer follando con otro. Contrariamente a lo que se pensara allí, la mercancía era ella. Ni Jimmy ni Pitu. Ellos eran los acreedores.

-¿No lo sabes? Pregunté.

-Lo imagino. Quieres que me acueste con tu mujer ¿No?

-Para eso estás aquí. Aunque no se muy bien el empeño en traerte a este joven. Dije con aire de desprecio.

-Este joven nos ayudará. Respondió Jimmy un tanto agresivo.

-Mira Jimmy, nosotros tenemos claro lo que queremos. No pago para que te traigas a un regimiento a mi casa.....Estaba diciendo cuando Jimmy evadió mi presencia y mis palabras y se dirigió a Avi.

-¿Pareces muy joven? Preguntó dirigiéndose a Avi.

-Tengo 26 años.

-¡Ah si, es verdad! Lo había olvidado. ¿Podríamos ducharnos? Preguntó Jimmy.

Lógicamente lo entendí a la perfección. Hasta yo se lo hubiera recomendado de no haberlo pedido el. Les acompañé hasta el cuarto de baño que nunca utilizábamos, teníamos tres, y les dejé a sus anchas volviéndome con Avi. Antes, Jimmy me dio una recomendación.

-Se van a duchar. Me ha dicho que cubramos los sillones con unas sábanas.

-¿Para qué? Me preguntó Avi.

-¡Y yo que cojones se! Supongo que para no ensuciarlos.

Colocamos unas sábanas en los sillones y ellos regresaron de inmediato. Desnudos. Ambos.

-¡Jesús, Jesús! Oí exclamar a Avi en voz baja al descubrir aquellos penes de dimensiones exageradas el de Jimmy y mas que aceptable el del muchacho.

-¡Bien, ya estámos frescos! Dijo Jimmy a la vez que tomaba asiento. Nuestras ropas las hemos dejado en el baño. ¿Os importa?

-No, no. Está bien. Dije un tanto violento al ver aquellas figuras desnudas.

Tomaron sus vasos y bebieron un sorbo de los líquidos que contenían. Pensé que Pitu se iba a coger una cocida de cuidado. Su cuerpo era menudo. Jimmy tenía el vello de su pubis casi rasurado en su totalidad. Calculé que se lo había depilado y que llevaría ya unas tres semanas creciendo. Pitu, al contrario que Jimmy, tenía un cuerpo más bien blanquecino, ese muchacho no había tomado aún mucho sol, pero el desparpajo con que se manejaba nos sorprendió por igual a Avi y a mí. Gozaba de un pene curvado, grandote, adornado con dos bolsas prietas a los lados y lucía un estupendo vello púbico negro, tosco y rizado. Su vientre era liso por completo y tenía marcados algunos músculos en brazos y piernas. Avi seguía mirando al hombre negro.

-¿Te gusta? Pregunto Jimmy a Avi.

-¿El qué? Dijo ella.

-Esto. Dijo él tocándose su morcilla negra.

-En verdad la tienes grande. ¡Qué barbaridad! Dijo ella. Nunca había visto algo así.

Extracto del diario de Avi….

Me quedé mirando aquel trozo de carne negro. Nunca había visto nada igual. Ahora, sin ropa que ocultara sus verdaderas dimensiones, me parecía más gigante. Jimmy tenía un cuerpo excepcional. En su cabeza se reflejaba la luz de la lámpara del salón. Brillaba y eso le daba un aspecto más impoluto. Mostraba una gran dentadura blanca. Su pecho parecía duro. No marcaba músculos pero daba la sensación de ser de una dureza soberbia. Unos muslos fuertes iniciaban el comienzo de sus largas piernas. Pero lo que más me llamó la atención, a parte de su pene, fue su culo respingón. Me mojé de inmediato.

Ron se mostraba reservado con aquellos tipos. Estaban en nuestra casa y si hubieran pretendido causarnos algún daño lo hubieran tenido fácil. Ellos eran dos, y fuertes ambos. Pero estaba segura que la cantidad que les iba a pagar Ron les atraía más que cualquier otra cosa. Estaba deseando que ellos iniciaran el baile sexual. Estaba excitadísima y me imaginaba constantemente penetrada por aquella vigorosa polla negra. La presencia de Pitu no me incomodaba tanto como a Ron, pensé que tal vez me follaran los dos. Ron tendría una escena de lo más excitante. Me sentía halagada. Sería para los tres. Esta dispuesta a entregarme en cuerpo y alma al sexo. Ocho días sin follar representaban para mí una eternidad.

Jimmy tomó el mando. Al menos a mí me lo pareció. Con una extraordinaria tranquilidad reflejó con claridad lo que ellos estaban dispuestos a ofrecer por los seiscientos que yo iba a pagar.

-Mirar, yo ya estoy de vuelta de muchas cosas como bien podréis suponer. No me escandalizo de nada. Nada me sorprende ya. Se tratar estos temas. Llevo dedicado a esto desde que tenía la edad de Pitu, 20 años. No será la primera vez ni la última. Normalmente me llaman mujeres sólas y…….quisiera saber si tu presencia aquí, dijo dirigiéndose a mí, marcará de algún modo la forma de conducirnos.

-No. Contestó Avi adelantándose a mi respuesta. Mi marido nos acompañará pero tú dirigirás lo que pase. Nosotros no sabemos como va esto. Sólo te hemos hecho venir para tener sexo.

-Eso está claro. Sólo quiero algunas aclaraciones más. ¿Queréis algo especial, algo que os guste más?

Avi tomó la iniciativa de nuevo. En cierto modo me sentí como el mecenas que está dispuesto a pagar, nada más. Mi voz no contaba. Yo era el patrocinador de aquello.

-No. No hemos pensado en nada. Lo que hagáis normalmente. Dijo ella.

-¡Oh, jojo…hacemos muchas cosas! Todas. Y además….

Tras observar como Avi se adelantaba en las respuestas, opté por agregarme a esa conversación interrumpiendo a Jimmy.

-¿Por el dinero que te pagaré que haríais?

-Todo. Todo lo que queráis. Contestó el. Sin límite de tiempo. Quiero decir, sin prisas y creando en todo momento un clima agradable. Somos serios. No os defraudaremos.

-En ese caso lo dejo en tus manos. Dije. No queremos ningún tipo de violencia. Ni física ni verbal. Actuaréis como acostumbréis a hacerlo normalmente. Ya se que es delicado, pero no es necesario que andemos con preguntas una vez empecemos. Yo no intervendré. Me mantendré al margen hasta que llegue tu amiga. Pero estaré presente en todo momento. Ahora os enseñaré un certificado médico de Avi y….

-¡No es necesario! Se ve perfectamente que estáis sanos. Eso del SIDA es una gilipollez como otra cualquiera. Creo que la iglesia ha intervenido activamente. ¡Ni los actores que se dedican al porno temen por un posible contagio! Aunque ellos también se hacen análisis periódicamente. Pero yo no me creo nada. Es un riesgo. Nos dicen hasta cómo tenemos que follar fuera de la pareja. De seguir así tendremos que sacar un certificado médico cada vez que iniciemos una nueva relación. No tenemos enfermedad alguna. Si tenéis dudas…..podemos dejarlo aquí.

-No será necesario. Contestó Avi tal vez pensando con el coño exclusivamente.

-Yo he traído preservativos. Dijo el mirándome.

-Eso es cuestión de Avi. Dije pasando la pelota a ella que me miraba con ojos centelleantes.

-No serán necesarios. Dijo ella ante mi estupor.

Ciertamente, desde que Avi había follado con Zusko Petrov y yo con Lauri, decidimos hacernos unas analíticas periódicamente. No es que nos hubiéramos prodigado mucho pero entendimos que debíamos tomar ciertas medidas. Yo estaba de acuerdo con Jimmy en que aquello del SIDA era una soberana mentira, al menos en la forma en que nos la contaban, pensaba que era una manera de meter el miedo en los cuerpos y sujetarlos para que no se dieran al goce a su libre albedrío. Y estaba de acuerdo con él en que la Iglesia había tenido mucho que ver en ello. En cualquier caso, aún siendo importante, no era lo más primordial para nosotros. Avi compartía mis ideas al cien por cien. Y yo creo en la suerte.

-Ahora, no estaría mal que nos enseñaras tu cuerpo. Dijo Jimmy a Avi.

Ella se levantó del sillón donde estaba sentada y me miró a la vez que desató el cinturón de su bata. Separó sus pliegues y ofreció en primicia la imagen de su cuerpo totalmente desnudo. El negro meneó la cabeza con signos de aprobación. Miró al muchacho y le guiñó el ojo. Aquello me molestó, ya que no entendía muy bien la presencia del chico allí ni esa complicidad exhibida por ambos.

-Pezones estupendos. Se limitó a decir.

-¿Pezones? Preguntó Avi sonriendo.

-Si, quiero decir que son estupendos. Es en lo primero que me fijo de una mujer, bueno cuando la tengo desnuda. No cabe duda que los pezones son como las bujías de los coches, sueltan la chispa. Comentó Jimmy.

Aquella imagen de Avi con su bata abierta mostrando su cuerpo a unos desconocidos desencadenó en mí la excitación a la que ya me había acostumbrado últimamente. Pasaba porque ella viera e incluso palpara alguna polla en mi presencia. Que la vieran desnuda, mostrándose sin pudor, que alguien pusiera su mano encima de su cuerpo con el consentimiento de ella, soliviantaban mi ya enferma mente.

Avi se limitó a sentarse nuevamente cerrando su bata. El negro dio una palmada en la espalda del muchacho que casi provoca que vomite el Chivas Regal que tenía en la boca.

-¿Nos os importa que yo también fume? Dijo Jimmy.

-No. Estás en tu casa. Dije.

Y lo estaba. Se sentía demasiado cómodo en aquella situación. Me lo demostró de inmediato. Se levantó y se alejó al baño donde hacía un rato se habían duchado. Volvió con una pitillera metálica en las manos. Se sentó y la abrió. Observé que habría unos cinco o seis cigarrillos liados. Tomó uno y lo encendió.

-¡Oye!, ¿Eso es lo que me imagino? Pregunté.

-Es un porrote. Para dar ambiente. ¿No te molestará verdad?

-No me hace gracia. Dije. Nosotros no consumimos.

-¡Vaya, es un simple cigarro! Te suelta. Dijo Jimmy mirando a Avi. Te destensa, te hace desinhibirte. Debes probar uno Avi. Lo pasarás mejor.

-Tal vez luego. Dijo ella.

La miré sin dar crédito a lo que oía. Atónito. Eso era nuevo. Ahora iba a fumar hasta un porro.

-Bien, deberías desnudarte tú también. Me dijo Jimmy. Aunque no participes activamente. Al menos de momento.

Me desnudé ante la mirada suplicante de Avi. Dejé mis ropas en el suelo y tomé asiento para recibir las indicaciones del dueño de la casa.

-¡Se acabó la música! Me advirtió.

Sin decir nada me incorporé del sillón y coloqué en la bandeja del equipo un CD Mp3. El primero que tomé. Sin buscar algo especial.

Las primeras notas del CD brotaron con lentitud. En ese CD yo había aglutinado la mejor música de la discografía de Vangelis. Nadie protestó, nadie dijo nada. Esa música, sobre todo el corte del CD titulado "Odas", me acompaña desde entonces cada vez que recuerdo. Como ahora, mientras escribo.

  • ¿Qué tal si ponemos a la dama caliente, Pitu? Dijo Jimmy después de expulsar el humo de sus pulmones.

El muchacho le miró como si supiera lo que quería de él. Pitu se puso en pie y empezó a estirarse el pene con movimientos acompasados. No tardó en tomar forma. Aquellas venas se llenaron de sangre rápidamente. Su glande descubierto y su prepucio subiendo y bajando halagaron la mirada de Avi, que seguía atentamente las evoluciones mientras fumaba un cigarrillo rubio. Ese muchacho tenía buen tipo y parecía fuerte, aunque su cara demostrara todo lo contrario. Mientras tanto, Jimmy acariciaba sus genitales con la mano. Seguía fumando y tomó un trago del limón con hielo que le había servido yo. Se puso en pie con ese monstruo colgando y se acercó a Avi. La tomó de la mano y la llevó hasta el centro del salón. Abrió su bata y la dejo allí de pies, en espera. Tomó por el brazo a Pitu y lo situó a su lado. El muchacho enjuto de nalgas se acercó con su pene empinado.

-No cierres la bata. Baila con Pitu. Dijo Jimmy.

-¡No entiendo! Dije a punto de perder los nervios. No entiendo esto.

-Tranquilo. Esto no ha hecho más que empezar. Ahora bailarán. Nos ofrecerán un buen espectáculo. Luego vendrá mi amiga y prepararemos un entretenimiento para ti, pero ahora, deja que sea tu mujer la receptora del momento. Déjanos hacer a nosotros, sabemos lo que hacemos. Somos profesionales del sexo.

-¡Esta bien! Vosotros sois los expertos. Dije despectivamente, pero Jimmy no se amilanó.

-No lo dudes. Contestó. Ahora te lo demostraremos.

Pitu tomó a Avi por su cintura desnuda. La rodeó con sus brazos y comenzó a moverse acompasadamente iniciando un baile al ritmo de la música que brotaba del equipo. Avi permanecía con los brazos caídos dejándose mover, hasta que Jimmy la ordenó que abrazara el cuerpo desnudo del chico. Ella lo tomó por los hombros, ligeramente separada de él para que no se tocaran los cuerpos, algo casi imposible, pues el empalme del chico hacía que de vez en cuando ella tuviera que separarse en contra de su verdadero deseo.

-Abrázale sin temor Avi. Apriétate contra su cuerpo. Cúbrele con tu bata. Dijo Jimmy mientras yo seguía atentamente los movimientos de los dos.

Sin esperar la iniciativa de Avi, el muchacho agarró a esta por la cintura más fuertemente y la atrajo contra sí. Su pene empinado se posó en el vientre de ella. Notó el calor que emanaba de aquella carne joven. Sus testículos se rozaron con los muslos de ella una y otra vez, sus pechos se oprimieron contra el pecho del joven, sus pezones se perdieron, se diluyeron clavados en la carne del muchacho. Ella notó calor entre sus piernas y apoyó la mejilla en el hombro del chico. Ahora sí abrazaba aquél cuerpo con el que se sentía cómoda. Al girar frente a mi, pudo ver que yo no quitaba ojo al encuentro del pene con el vientre de ella. Una masa negra y rizada envolvía los genitales de ambos. Yo estaba empalmado. Fumaba y miraba con atención hacia la pitillera de Jimmy que reposaba encima de la mesa. Jimmy se acercó por detrás de Avi y quitó su bata enteramente, para lo cual ella tuvo que soltar los brazos del cuerpo del chico. De inmediato volvieron a abrazarse. El pene del negro colgaba hacia abajo y se situó detrás de Avi. Abrazó su cuerpo a la vez que abrazaba el del muchacho también. Avi quedó prieta entre los dos hombres. Por delante sentía el calor del pene de Pitu apoyado en su vientre, y por detrás, apoyado en sus nalgas, el de Jimmy, que aunque flácido, desprendía un calor infernal. Jimmy abrazó los pechos de Avi con sus manos y se entretuvo en sus pezones largamente, provocando en estos una turgencia incisiva y rápida. Deslizó su mano por la espalda de ella, y abriéndose paso entre sus nalgas, acarició la raja en su parte más trasera. Avi sentía que sus piernas se doblaban al sentir la mano del negro y casi sin fuerzas se dejó caer. La mano del negro lo impidió. Yo, simplemente no sabía lo que sentía al estar viviendo aquello delante de mis narices. Trataba de analizar a mi mujer. No lo conseguía. Después de todo, no debía sufrir, yo lo había querido así. ¿Tal vez lo que yo perseguía era sufrir?

-¿No te apetecería mamársela a Pitu? Preguntó el negro.

Avi parecía olvidada de mí, se arrodilló ante el pene de Pitu y se lo metió en la boca sin dilación. El chico echó la cabeza ligeramente hacia atrás y se entregó por completo a la felación. Jimmy, también se agachó. En el medio de ambos, de frente a mí, situó su mano encima del vientre de Avi y fue bajándola poco a poco, enredándola entre el poco vello de ella, hasta dar con el comienzo de la abertura donde, con simpleza y tranquilidad, se apoderó del clítoris y lo frotó levemente. Avi mordisqueaba el pene de Pitu, tocaba sus cojones, acariciaba su vientre, pasaba una mano por sus nalgas mientras recibía las caricias de Jimmy. La voz enronquecida de Pitu, avisaba que la eyaculacion, de seguir así, estaba próxima. Jimmy separó a Avi de la carne y la puso en pie. La ofreció las dos ultimas caladas del porro que se estaba fumando y ella aspiro sin rechistar. Notó de inmediato un ligero pero agradable mareo. El, con la mano en sus hombros la agachó nuevamente de rodillas y la ofreció aquella porra negra.

Ella la tomó con sus manos blancas y se introdujo el glande en su boca. La carne del negro, al sentir el calor de la boca de Avi, fue adquiriendo el grosor y dureza precisos. Avi cerró los ojos mientras notaba la dureza que estaba imprimiendo a aquella polla. Cuando los abrió nuevamente, se encontró frente a una barra negra, brillante y dura, muy dura. No pudo por menos que sacárselo de la boca y exclamar...

-¡Jesús, Jesús, que barbaridad!, Dijo mirando al negro, que a su vez la miraba sonriente y complacido.

-Ahora deberías poner a tu marido en órbita también. Dijo Jimmy.

No era necesario. Mi pene explotaba. Se había hinchado enrojeciéndose en su parte más alta. Aquello comenzaba bien. Me habían servido una escena de la que difícilmente me podría olvidar. Ver a mi mujer entre aquellos extraños destruía mi mente en mil pedazos.

Me acerqué a los tres y Avi se entregó, ahora con amor y lujuria, a una felación exagerada sobre mi pene. El negro contemplaba la escena como si tuviera que emitir un juicio al final. Parecía una talla de ébano negra, allí, inmóvil. Una vez conseguida la erección de los tres penes, Avi se levantó ayudada por Jimmy, que la acompañó al sillón más grande y la hizo sentarse. Avi se encendió un cigarro y él se arrodilló delante de ella. Tomó sus pies por los tobillos y levantó sus piernas hasta dejar la planta de los pies apoyados en el borde del sillón. En aquella postura separó sus piernas. De su enorme boca asomó una lengua roja que se posó sin más criterio que el del placer encima de su rosado coño. Jimmy la acercó al borde del sillón para así exponerla más a la lamida, lamida que hizo extensiva hasta el ano de mi mujer. Pitu, sentado al lado de Avi, tocaba y besaba sus pechos. De vez en cuando agachaba la cabeza y posaba sus labios en el vientre de ella provocando un estado de excitación insólito en su cuerpo. Avi me miró. Su cara reflejaba un rostro con una sóla expresión, el del placer, sólo veía, no relacionaba, no analizaba. Me miró con la vista perdida y me hizo una seña para que me acercara. Yo acerqué lo que ella quería, mi pene. Ella lo tomó entre sus labios otra vez y succionó aquella verga conocida, aquel amigo que tanto placer había proporcionado en su cuerpo. Avi reposaba sentada en el sillón, con su culo apoyado en el borde exterior del mismo, la lengua de Jimmy actuando con delicadeza en la raja de ella, los labios de Pitu entretenidos en sus pezones…… y con mi pene en su boca.

Continuará….

Coronelwinston