Diario a dos (10/30: El despertar de Avi)

Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.

Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.

DIARIO A DOS

Capítulo 10 (El despertar de Avi)

Diciembre, sábado 20, ¿O domingo 21?

Aquello simplemente era espectacular, y si me apuro un poco, diré que no me causó una buena sensación. Un hall en cuyo interior había dos puertas separadas por escasos diez centímetros. Una para los hombres, otra para las mujeres. Un tabique en medio. Cinco hombres desnudos. Pegados a la pared. Con sus penes dentro del agujero que le correspondía. Saludé. Alguno me miró pero no dijo nada. No quise ser menos. No me iba a quedar mirando. Me arrimé a un agujero de los diez que había que estaba libre. Metí mi pene por el. Flácido. Pero no era plan de alegrarle con la mano. Mi cara reflejaba expectación. Lo notaba. Me sentía observado por los demás. No obstante observé las caras de los hombres allí reunidos para ver si alguno tenía el gesto de placer que yo buscaba en sus rostros. Nada. Como me puse en un rincón y apenas me podían ver, me giré de costado y aplique unos toques a mi pene. No era el único que empleaba tales mañas. Los vi hacerlo a todos. Pero después de mí. Quizá yo corrí demasiado. Rápidamente me respondió con una erección aceptable. Ahora, ya más seguro, lo introduje y me dispuse a esperar. Eché una mirada a los cuerpos que se apretaban contra esa pared de madera. Traseros desnudos, nalgas peladas, espaldas curvas, me pareció patético. En otro momento me hubiera ido de allí. Sin decir adiós. Pero la sóla idea de imaginarme a Avi del otro lado de la pared, engullendo un falo de uno de los allí acompañantes, me impedía alejarme de aquel lugar. Enseguida pude observar un ruido procedente del numero 3. Su gesto cambió y nos miró con satisfacción. Se pegó más a la pared. Se fundió con ella. Pensé que el muy cabrón la iba a atravesar. Nos miró y nos sonrió delatando que una amable mujer se la estaba chupando. Por si había alguna duda, lo dijo en voz alta.

-¡Ah, he tenido suerte, ah! ¡Que maravilla! ¡He tenido suerte!

El muy cretino tenía un cuerpo obeso, pero debía tener buena herramienta para que una mujer de las del otro lado se hubiera fijado en ella. Yo sabía ¿Sabía?, que Avi no era. Empecé a dudar. Pero no obstante, me hice a la idea de que lo que pasaba allí dentro de aquella sala, era reservado. Por eso había una pared por medio. Para que ellas se la mamaran a los hombres que quisieran sin ser vistas.

La imagen que rondaba por mi mente era la de Avi agachada con sus carnosos labios lamiendo el capullo a un tío de esos. Me empalmaba esa imagen. No hubiera necesitado darme unos toques. Sólo con mi imaginación lograba que se me pusiera todo lo dura y arrogante que yo deseaba mostrar mi polla a la boca deseosa del otro lado de la pared.

Algo me tocó. Pensé mientras pegaba mi cuerpo a la pared de madera que tal vez alguien mordiera mi polla. Me asustó aquella idea. ¿Podría darse el caso, no? Pero no, no me mordían. Era una mano. Una mano que sopesó mi pene. ¿Y si me tiraba de la polla? No me empezaba a gustar estar con mi polla dentro de aquél agujero. Luego la soltó. Me hice a la idea de que allí nadie osaría a hacer daño a nadie. ¿Pero y si la mujer en cuestión estaba ebria? La mano se posó de nuevo en mi pene. Una mano fría. Lo aferró con determinación. Quedé a la espera de sentir el calor de su boca. Pero nada. Me tendría que conformar con una toma de peso. De pronto, el hombre de mi lado, el numero 2, también denotó actividad. Me miró y me lo dijo.

-¡Me la están chupando! ¡Joder, me la están chupando! Parecía más novato que yo.

Me importaban tres cojones lo que le estaban haciendo. ¿No iba a ser yo el afortunado que se llevara el mordisco de la noche? Decidí retirar mi hercúleo de allí justo en el momento que una boca me invadió el glande con su saliva y su calor. Me quedé paralizado esperando el mordisco. Me obsesionaba eso. Instintivamente miré hacia abajo. No podía ver nada lógicamente. La boca estaba caliente. La lengua se paseaba por mi glande y mi agujero en redondo. La mano que pertenecía a esa boca, sujetaba mi tronco mientras hacia su felación. Esa boca sabía lo que hacía. Me olvidé del supuesto bocado y me dejé llevar. Pensé en Avi. ¿Sería ella? Traté de evadirme y centrarme en sentir para así poder saber si era ella la que había descubierto mi pene allí dentro y lo había tomado. La boca se aplicaba más y más. Noté como se golpeaba la cabeza contra la madera en su afán de engullir todo lo que podía. Me estaba provocando un estiramiento serio. Me estaba dando placer esa lengua. De pronto la incertidumbre me hizo alejarme del gozo. Pensé en Avi de nuevo. ¿Sería ella? No podía averiguar por nada, no tenía referencias, si era su boca. Aquello me laceró el alma. Pero el sexo lo puede todo o casi todo. Comencé a sentir más y más placer. El energúmeno de mi lado se lo estaba pasando pipa. El de su lado, el numero 3, arrugó la cara y hacía aspavientos con las manos dando golpes en la pared. Era un poema verle apretando sus nalgas y formando dos hoyuelos en sus glúteos en su afán de arrimar su cuerpo a la madera. No resistió el envite. Emitió lo que parecía un gesto de dolor, frunció su cara y se dejó llevar por el placer inminente de la eyaculacion que estaba produciendo su pene. Me quedé paralizado. La boca que me pertenecía seguía lamiéndome con entusiasmo. El numero tres se quedó con su flojera de piernas apoyado en la pared y susurró algo así como "Gracias por esta felación Dios mío". Todos le miramos. Le bauticé como "el desangrado". La boca que se había adueñado de mi pene seguía erre que erre. Traté de no demostrar el placer que sentía. La notaba gorda. Tensa. Dura. Reventota. Me iba a correr. Opté por retirarme para no eyacular. No quería que Avi lo supiese. Bastaba que alguien me la hubiera chupado en la intimidad. Bastaba con eso. No me quería correr. Así no. Si lo hacía, había jurado que debía ser con mi mujer delante. Presenciándolo. Me costó trabajo liberarme de la boca, pero lo conseguí. Creí escuchar del otro lado un "Que te jodan". Justo cuando sacaba mi pene del agujero de marras, no pude controlar mi eyaculacion. La corrida fue dolorosa. No la gocé. Y no la gocé por intentar retenerla. Me manché las manos. El vientre. El pene. Salí de allí oyendo como el personaje que estaba a mi lado era recibido probablemente por la boca que yo había abandonado. No obstante, aún mantuve el tipo y mi pene se quedó duro. Me hice el remolón unos minutos mientras me fumaba un cigarro y así de paso conseguía que mi pene se pusiera morcillon para salir al encuentro de Avi.

Salí de la sala diciendo un "Hasta luego" que hasta a mí me sonó extravagante. Nadie contestó. Allí, a lo que se veía, se hablaba poco. Al menos cuando se hacía sexo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando al salir no vi a Avi. No me quería alejar del lugar por si aún permanecía dentro. Me separé unos pasos y miré hacia la barra del bar. Tenía que fijarme en su cara, pues el resto era carne. Una gran masa de carne. No la vi allí. Estaba apunto de marcharme en su busca cuando la puerta se abrió y apareció una mujer al estilo de María. Estuve tentado de preguntarla por Avi pero ella no la iba a conocer. Aunque hubiera bastado con decir que era una chica muy guapa, con buen tipo y muy joven. Tal vez la mujer se diera por aludida y me contestara un improperio. Decidí callar para no deteriorar mi imagen. Era aún pronto y nos quedaba mucha noche. Tal vez a lo largo de la misma nos encontráramos y soltara por esa boca come pollas que exhibía que yo la había preguntado. Permanecí ligeramente separado de la puerta, pero mirando constantemente hacia los demás lugares por si veía a Avi. Pensé en Juan y Maria. Tal vez ellos. Tal vez estuviera con ellos, pues eran las únicas personas con las que habíamos intimado allí. Pero había quedado con Avi en la puerta, allí mismo. Ella no se alejaría sóla. Y yo no había tardado mucho en salir de la disparatada sala.

Cerca de diez minutos o más estuve en la dichosa puerta hasta que esta se abrió y apareció Avi, lo cual me impresionó. Su cara la conocía bien. Esa cara….

-¡Has tardado! Dije.

-¿Llevas mucho tiempo aquí? Preguntó ella.

-No tengo referencias, pero al menos 15 minutos dije exagerando. Me he fumado un cigarro. Por eso calculo que un cuarto de hora.

Me miró el pene. Lo tocó. No dije nada.

-¿Qué tal ahí dentro? Pregunté.

-Vamos a tomar algo. Lo necesito. Me dijo ella.

-¿Ocurre algo Avi?

-No. Vamos a tomar algo. De paso iré a orinar. ¿Vendrás conmigo?

-Por supuesto. Vayamos a la barra. Pedimos algo y nos vamos al baño mientras nos lo sirven.

Caminamos hacia la barra donde Pili se afanaba con las botellas. Pedimos un bourbon y un ron con miel, el segundo de Avi, lo cual me extrañó. Pedí dos toallas a Pili para usarlas en el baño. Dimos un sorbo y nos fuimos al baño.

-¿Te encuentras bien Avi?

-Si. Estoy bien. No como tú. Al menos no tan bien como tú.

-¿Por qué dices eso? Pregunté.

-¿Qué ha pasado en la sala de los hombres Ron?

-Nada. ¿Qué quieres que pase?

-¿Qué te ha pasado a ti?

-¿Por qué?

-¡Te has corrido verdad! No te has resistido y has metido tu polla por el agujero de los cojones y te la han chupado y te has corrido. Me dijo con acritud.

-No Avi. Yo he estado….

-No justifiques nada. La llevas aún pringosa.

-¿Pringosa?.... ¿Que quieres decir?..

-Que te has corrido Ron. La llevas pringosa. No puedes negarlo. ¿O te has dado un homenaje y has invitado a tu polla a un ron con miel?

Me quedé pensativo sin decir nada mientras nos encaminábamos al baño. Pasaba de las miradas que echaban al culo de Avi los hombres por allí congregados. Me había pillado. ¿Y qué? Era un club liberal. Y esa sala era una sala íntima. Pero ella era mi mujer y se había asegurado que yo me había corrido. Debí haberme corrido del otro lado de la madera, tal vez en la boca de esa mujer que se afanó en darme lengüetazas hasta hacer que me perdiera en los fuegos del sexo. Debí haberme limpiado mejor. ¡Pero qué cojones, yo no veía nada con aquella luz rojiza!

Llegamos al baño y Avi decidió que tenía que orinar sin más. Pasamos entre dos cuerpos desnudos de ambos hombres. Uno de ellos se rozó conmigo afortunadamente, pues si lo hubiera hecho con Avi a saber que hubiera pasado. Estaba enfadada. Se quedó de pies esperando que esos dos tipos se fueran del baño. No tenían prisa. Esperaban para verla mear. Aproveché la circunstancia y eché una meada para ver si mientras la dejaban sóla y podía orinar. No fallaba, después de correrme siempre meaba. Avi estaba de pies, desnuda, mostrando su pubis sin rubor alguno. Creía que estaba enfadada conmigo por lo que había descubierto. Sólo la faltaba tener que orinar con aquellos dos tipos allí. Terminé de mear y con una leve sacudida di por finalizada la eyaculacion urinaria. Miré a Avi.

-¿Volvemos luego? Pregunté en un tono que no denotaba que me molestaban los tipos.

Entonces ella hizo algo que no podía imaginar. Se encaró con los dos hombres. Me moría de vergüenza. Quise irme por el desagüe del inodoro.

-¿Qué esperan, a verme mear? ¿Esperan ver como lo hago?

Aquello era demasiado para mi. Me había corrido. Avi estaba enfadada y se la notaba y ahora para más vergüenza, se había encarado en un lugar liberal, con esos dos tipos que podían ser como nuestros padres. Pero mi sorpresa fue en aumento cuando uno de ellos abrió la boca.

-Desde luego joven. Esperamos para verla. Ya sabemos que a usted no le importa.

No quería pensar lo que iba a soltar por la boca Avi. La tomé del brazo para sacarla de allí antes de que abriera la boca nuevamente. Tarde. Sus pechos balancearon a la vez que se desprendía de mi mano y hablaba.

-¡No, déjame! He venido a mear y voy a mear. Al menos por aquí hay alguien que quiere ver algo interesante. Yo se lo voy a ofrecer.

Alucinaba. Avi fuera de si. Yo sabía de qué era capaz en ese estado. La tenía respeto. Y miedo.

Se acercó al urinario. Una plancha en el suelo sin taza. Me miró fijamente. Después miró a los dos hombres que se miraban entre sí felicitándose por lo que presumían que iban a presenciar. ¡Como hubiera deseado tener mi copa de bourbon conmigo para mojar, aunque fuera con alcohol, mi lengua! Mi boca seca y mi lengua pastosa en un instante me rebelaban lo que iba a ver. Avi de pies, abrió sus piernas dejando ver su sexo y su perfil velludo, y luego sonriente, se agachó en cuclillas sentándose sobre sus gemelos y con las piernas en uve para dejar bien a la vista su sexo. Para dejar bien a la vista el manantial por donde iba a brotar el líquido amarillento de su interior. Un chorro fuerte, cuantioso, hizo su aparición. Los hombres se miraban con los ojos como platos. Luego a ella. Luego entre ellos. Después a mí. Terminado el orín, ella se puso en pie y dejó sus piernas separadas para que sus últimas gotas se perdiesen en el inodoro.

-¿Les ha gustado? Preguntó llena de ofuscación.

-Simplemente excepcional. Dijo uno de ellos a la vez que pensé que deseaba que la micción hubiera sido encima de su pene. Se hubiera corrido allí mismo. Su cara de excitación así lo reflejaba.

Salimos de allí como si tal cosa. La seguí. Caminaba segura. Fuimos a la barra. Dimos un sorbo a las copas y me miró.

-Coge tu copa y vamos al Yakuzzi.

-¿Al Yakuzzi otra vez?

-Si. Así te lavarás. Pringas. Bueno tú no, tu polla. De paso me lavo el coño. Me dijo molesta y vulgar.

La seguí al Yakuzzi.

-¿Te has corrido bien?

-Avi yo….entre en la

-No me des explicaciones Ron. Se que entraste. Se que habrás puesto tu polla en algún agujero y se que alguien te la habrá chupado. Allí había 6 mujeres para chupársela a todos los tíos que hubiera contigo en esa sala. No te lo reprocho.

-Y ¿tú has hecho algo? Dije cambiando su acusación para tomar de nuevo la iniciativa.

-No. He mirado simplemente. He visto como a una mujer se la corrían en la cara. Otra se lo ha metido en la boca todo.

-¿De verdad no has hecho nada?

-No.

En ese momento descubrí una mancha en su pelo. La toqué. Era semen.

-Avi, esto es semen. Dime la verdad. No me mientas.

-Me habré manchado en ese lugar. Había lo menos cinco o seis pollas y alguna a escupido más lejos de la cuenta.

-Dime la verdad. Has tardado mucho en salir.

-Te estaba dando tiempo a que te pudieras correr.

-No niego que he metido la polla por un agujero. No. No lo niego. Ni niego que me haya corrido. Pero te juro que la he sacado del agujero y en ese momento ha sido cuando me he corrido.

-Peor para ti Ron. Haberla dejado en la boca de quien te la estuviera chupando y habría sido todo más limpio.

-No te enfades Avi. No podemos estar así toda la noche. ¡Así es una mierda!

-No Ron, no me enfado. Te lo aseguro. Entiendo lo que te ha sucedido. Olvidémoslo. Será mejor para los dos. Te lo aseguro. Y te lo digo en serio. Y estoy de acuerdo contigo, no podemos estar así toda la noche. Nos liberaremos y dejaré de ser la estúpida y recatada Avi. A veces traiciono mis deseos y me dejo llevar dando lugar a estas formas. Pero lo superaré. ¡Ya lo creo que lo superaré!

Salimos del Yakuzzi y nos dirigimos al baño. Yo iba tras ella como un perro en celo. Admiraba sus piernas, su culo, su espalda. Iba pensando en su mentira. Seguro que había chupado la polla de alguien. No me fiaba de ella. Ya no.

-Por cierto, lo del baño con esos tipos….

-¿Te ha gustado?

-No se que decirte. Me he quedado con la boca seca.

-Querían verme mear. Tú dices que estamos en un lugar liberal. Yo he meado delante de ellos

-Pero de que forma lo has….

-Si. En eso tienes razón. He abierto bien mis piernas y me he girado un poco para dejar que me vieran bien de frente. ¿Sabes Ron?, ya me voy acostumbrando a este lugar. No me gustaba su tono. Ni sus palabras.

-Eso esta bien Avi. Por un momento pensé que te habías enfadado conmigo.

-¿Te enfadaste tu cuando te conté lo del sex-shop? ¿Sentiste celos con lo que pasó?

-Pues la verdad es que no.

Entonces ella hizo algo que marcó un antes y un después. Me besó en la mejilla.

-Yo tampoco me enfado porque te la hayan chupado. Me hubiera gustado ser yo quien lo hiciera, pero a lo mejor luego te la puedo chupetear. Duchémonos y vayamos a ver que hace esa pareja de viejos. Ahora quiero que nos divirtamos. Tal vez las dos copas que he tomado me estén dando fuerzas para hacer lo que tanto te gusta.

-¿Y que es lo que me gusta? Pregunté como un bobo con inquietud.

-Que me muestre, que me toquen, que me deseen, que me follen……y que tú lo estés viendo. ¿Es así o me equivoco en algo?

-¿Te ha pasado algo ahí dentro Avi? Te noto extraña.

-No. No me ha pasado nada ahí dentro. Sólo que ahí dentro, como tú dices, me he excitado, he pensado en el lugar en el que estamos, lo que hacemos aquí, lo que se hace aquí y he decidido que ya basta de remilgadas. Si no te vuelves atrás, te ofreceré en bandeja de oro, no de plata, lo que no olvidarás jamás. ¿Tú quieres que yo sea accesible? Pues lo seré. ¿Tú quieres que yo sea liberal? Pues lo seré. Seremos liberales. Pensaremos sólo en el sexo. En la excitación. Veo que tú vas muy en serio con esto. ¡Y no te dejaré sólo!

Me quedé mosqueado. Anonadado por la charla que acababa de recibir. No sabía que decir. Avi me superaba con creces. Pero yo no lo quería ver. Había despertado esa otra Avi que llevaba dentro. Durante la ducha, que la hicimos juntos y sin visitantes afortunadamente, pensé en la escena del baño. Avi meando delante de esos tipos. Estaba demasiado nervioso para excitarme. Me gustó. Me gustó verla mear delante de otros. Me excitaba ahora que lo pensaba. No en el momento en que se produjo. Yo mismo y mis nervios, nos robamos el placer que me podía haber proporcionado esa escena. Pese al agua que me caía, y que estaba templada, noté como me erectaba al recordar las imágenes de ella abriendo sus piernas y dejando su coño expuesto a la vista de esos dos viejos. Pero me mentía. Había estado chupando la polla de alguien en aquella sala. Seguro.

Extracto del diario de Avi….

Aquello del Glory Hole me resultó gracioso…..y excitante. Ron había cambiado de actitud respecto a ese matrimonio que nos acompañaba. En cierto modo se debió a ellos, que no cesaban de ser amables y graciosos, pues Ron poco puso de su parte. Nos encontrábamos bien con ellos, si bien es cierto que Juan parecía sabérselas todas. Su experiencia en ese lugar estaba fuera de discusión. Su mujer no quitaba ojo a Ron. No sé a ciencia cierta si el se daría cuenta de cómo le observaba María, pero en cualquier caso no le prestaba más atención que a su marido. Al menos eso me parecía. Juan tenía una polla de tamaño medio tirando a grande. Algo aceptable. Compensaba su fealdad con la amabilidad y gracia de las que hacía gala constantemente. Reparé en el. Me miraba mucho. Estoy segura que le gustaba y hubiera deseado follarme esa noche. Soy mujer y lo sé. Sin discusión.

Ron y sus prisas por todo nos llevaron al Glory Hole. Más o menos sabía que era eso. Nunca lo había probado, pues tampoco había ido a un lugar en el que pudiera darme a ello. Si bien es cierto que me apetecía visitar ese lugar, no era menos cierto que no quería mostrar mi interés delante de los otros. Especialmente de Ron.

La imagen que se me ofreció al entrar me resultó dantesca, los cuerpos desnudos de unas mujeres, creo que 4 o 5, revoloteaban sin sentido en busca de una polla que llevarse a la boca. Celebraban con algarabía, como chiquillas, cada vez que un nuevo miembro se introducía por alguno de los agujeros. Estuve un rato observando aquello. Su funcionamiento. Pude ver a una mujer que después de lamer un pene, se cambió de lugar y se fue a otro que al parecer le gustaba más.

Entré en ese lugar sin ir dispuesta a hacer nada. Por conocerlo. No había sido sincera con Ron. En pocos momentos de la noche lo fui. Pero era mi estrategia. Ya hacía tiempo que tenía DECIDO participar en la clase de sexo que deseaba mi marido, es decir, follar con otro. Simple y llanamente. Por placer. El así lo deseaba. Me asaltaba la sensación de que Ron no creía nada de la aventura que tuve con Zusko y eso me dolía, pues me daba la impresión que el no me creía capaz de una cosa así. Hería mi personalidad y mi inteligencia. No es que tuviera prisa por demostrárselo, pero me iba a encargar, con su estimable ayuda, de que ocurriera lo que él tanto deseaba.

Poco a poco me animé al ver lo bien que se lo pasaban las mujeres sentadas en sus banquetas con aquellas pollas en la boca. Me noté húmeda. Como una niña traviesa me acerqué a un agujero y sin sentarme toqué una polla con mis manos, pero cometí el error del principiante. Abandoné ante las dudas que sentía y otra boca más dispuesta ocupó mi lugar.

Alguna mujer me miró extrañada al ver que no hacía nada. Descubrí una banqueta libre y tomé asiento en ella. Un miembro arrogante, algo moreno, duro, y de tamaño más que aceptable, asomaba su cabeza por aquél agujero. Lo palpé. Lo acaricié bajando y subiendo su prepucio. Parecía divertido. Sin pensar mucho cómo, me vi con aquel pene en mi boca. Hacía la mejor felación que podía. Me recordaba a Zusko en aquella cabina del sex-shop. Me desinhibí por completo. El ron con miel, pensé.

El tipo no tardó mucho en hacerme notar los momentos previos a la eyaculación. Tenía experiencia adquirida en las mamadas que le hacía a mi marido. Lo supe en seguida. Aparté mi boca de aquel glande y las salvas comenzaron a dispararse. Una de ella casi me alcanza en el rostro. Fue la que se alojó en mi pelo. La que más tarde descubrió Ron haciéndome ver que no era tan fácil engañarle.

En realidad no sé muy bien aún, porque ese empeño en negar, en no ser sincera con el ni conmigo misma. Hubiera sido más sencillo decirle "Me has traído aquí para que juguemos con el sexo, pues vamos a jugar. Quiero que me folle otro. Y no me importa que te folles a otra." Pero como dije antes, no estaba muy dispuesta a descubrir mis deseos y mucho menos a ser sincera. Al menos de momento. Jugaría mis cartas a mi antojo. Mi desliz con Zusko no sólo me dejó satisfecha sexualmente, si no que me mostró cuanto le importaba a Ron que otro me hubiera follado. Nada.

Observé a una mujer que ofrecía su coño por los ventanucos que había debajo de los agujeros para los hombres. Rápidamente unas manos tocaron aquella vagina. Ella estaba tumbada en la banqueta con las piernas en alto. Me quedé mirando por si el hombre del otro lado la penetraba. Una segunda mujer se animó al ver la escena y ella también se colocó ofreciéndose de esa guisa. Me quedé con sus caras. Pensé que al salir de allí observaría sus movimientos.

Ella sintió como se apoderaban de su sexo y sonrió mirándome. Después varias manos entraron por las ventanas ávidas de tocar. Yo ignoraba que Ron ya se había marchado de aquella sala. Al final, sólo quedaba yo por acercarme a un ventanuco de esos. Todas me miraban como si fuera una extraña por permanecer quieta. Opté por lo que me apetecía hacer. Arrimarme yo también. Unas manos se acercaron y me palparon el sexo. Estaba mojada. Como siempre. Cerré los ojos y me mordí los labios cuando un dedo del atrevido, osó penetrar en mi vagina. Frotó lentamente mi clítoris. Sentía placer. Me estaba haciendo una paja un extraño al que no podía ver y eso me daba morbo. Mucho morbo. Cercana al placer definitivo, las manos me castigaron y me abandonaron. Me llevé mi propia mano a mi sexo para acabar lo que esa mano extraña había empezado. Pero al verme sorprendida por la mirada desconcertada de una de las mujeres, abandoné la idea y salí de allí encontrándome a mi marido en la puerta con un cigarrillo en las manos. No se lo iba a decir. Yo le había descubierto a el, pero él no a mi. Empecé a darme cuenta de lo que estaba pasando en ese lugar al que me había llevado Ron. Empecé a ser consciente de lo que se jugaba allí. Sexo al más puro estilo romano. Aquello me excitaba en demasía.

En el baño tuve una experiencia grata. Me llenó y rellenó de osadía y excitación. Dos tipos presenciaron como orinaba. Y mi marido estaba delante. Fue extraña, rara, impensada aquella manera de comportarme en el baño. Es como si mi otro yo hubiera salido en mi ayuda para enfrentarme a esos últimos metros difíciles y costosos de recorrer antes de darme al juego liberal. Me descubrí en un instante como una persona más activa, más sensual, más bella, más deseosa, más viciosa, más liberal, pero sobre todo más ansiosa de sexo, de probar otros hombres. Con Ron o sin Ron.

Recuerdo como me situé delante de aquellos dos viejos. Me miraban descaradamente. Yo quería orinar. Me preguntaba si me atrevería a hacerlo. Me giré cara a ellos. Abrí mis piernas dejando ver la grieta de mi raja enteramente. Soy joven. Ellos presumiblemente no habrían gozado de una imagen como la que yo les ofrecí. Tanteé si me reprimía la presencia de Ron para llevar a cabo aquello que pensaba hacer. Decidí que no me iba a afectar. El necesitaba esas cosas. Y yo quería ofrecerle algo majestuoso. Me agaché separando mis piernas todo lo que abarqué y mostré mi coño por entero a la vez que miraba a esos dos hombres. Sus rostros impasibles me desanimaron por un momento. Cuando la micción comenzó sus gestos cambiaron. Se mostraban como solidarios conmigo misma. Confabulados los tres en un rito en el que mi marido jugaba la parte más importante para mí, ofrecí mi coño más. Luego fui más lejos. Les pregunté si les había gustado. En ese momento casi me corro de placer. Sentir lo que yo sentía por hacer lo que estaba haciendo casi hace que me desmoronara de deseo. Por suerte nos fuimos de allí. A la ducha. Allí cavilé, allí recapacité, allí decidí.

Tal vez las dos copas de ron con miel, tal vez mi excitación, tal vez la angustia de Ron, tal vez…..demasiados tal vez. ¿Quién era yo? ¿Una puta? ¿Una viciosa? ¿Una recatada? ¿Una palurda como decía Ron?, No. Yo era Avi. Soy Avi. Una joven de 25 años, con buen cuerpo, bonitos pechos, guapa, admirables piernas, labios carnosos, sobrada cultura, dominante de dos idiomas, francés e Inglés, amante de mi marido, puta para el, cariñosa y melosa con quien me quiere, desinhibida en el sexo dentro del matrimonio y con fantasías propias de toda mujer. ¿Qué estaba haciendo yo en ese lugar? Nada. No hacía nada. Y eso era lo que pensé. Al final de aquella ducha decidí que ya era la hora de Avi, era la hora de mostrarme ante Ron como Ron se mostraba conmigo. Era la hora de ser liberal, de darme al sexo por puro placer, de excitar a mi marido como el quería, nada más. De jugar con mi marido a ese juego que tanto le pervertía y le excitaba. Y sobre todo y ante todo, de no mentirle más. Me juré que a partir de ese instante haría las cosas que Ron deseaba. Su trío, su intercambio, lo que el deseara. Serían sólo polvos. Sin sentimientos de amor. Estaba dispuesta a arriesgar de la mano de mi marido. Con confianza en el.

Luego nos fuimos al encuentro de Juan y María. Aquél banco con aquella mesa era el lugar idóneo para sorprender a mi marido. Era el momento, era mi tiempo.

Continuará….

Coronelwinston