Diario a dos (05/30: Iniciativa corta)

Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.

Un matrimonio compra una vivienda en una zona residencial. El marido descubre en la buhardilla un libro olvidado. En una reunión social con unos amigos, dan lectura a sus páginas. Esta es la historia de Avi y Ron.

DIARIO A DOS

Capítulo 5 (Iniciativa corta)

Octubre, después

No tardamos en llegar a la puerta de nuestra siguiente parada. Todo estaba hablado. Ella haría lo que yo le dijera. Por supuesto, tendría iniciativa propia. Eso era lo que yo quería. En el camino desde la cafetería hasta el local del sex-shop, traté de suavizar nuestro estado de ánimo. A ello, afortunadamente, contribuyeron las miradas lascivas con que fue obsequiada al abandonar el lugar de nuestra cena por los camareros. Se gustaba. Se sentía bien. Se sentía guapa, hermosa, segura…..deseada. Y eso la excitó. Lo vi en sus ojos. Sentirse admirada la partía en dos. Me paré en medio de la acera y traté de besarla. Ella toleró, y ahí pensé que Avi era más mujer de lo que yo pensaba. Mientras la besaba palpé sus pechos desnudos. Sus pezones duros clamaban gozo. Sin reprimirme, y aprovechando la oscuridad, deslicé mi mano muslos arriba hasta toparme con su grieta. Mojada. Caliente. Huí de inmediato de allí. No quería excitar más su cuerpo. La besé de nuevo y volví a sus pechos. Reconozco que me asaltaron las dudas, reconozco que estuve a punto de decir "Basta ya, vayámonos a casa y hagamos el amor", pero no lo hice. Ese momento quedaría marcado en mí para siempre.

La entrada al local era libre. No había que pagar nada. Pasamos ante la atenta mirada del vigilante de la puerta, que no se sorprendió mucho al vernos llegar en pareja, cosa a la que estaría habituado, o bien no le extrañó lo más mínimo, pues su gesto fue el mismo en todo momento. El de un besugo.

-Buenas noches. Dije mientras nos abría la puerta.

-Buenas noches señores. Contestó con voz de animal haciendo juego con su cara.

Franqueamos la puerta y rápidamente nos invadió una luz rojiza. Bajamos unas escaleras y salvamos unas cortinas de skay bastante pesadas y gruesas. Allí, lo primero que divisamos fue una chica en top-les, actuaba en la barra, dando vueltas al compás de una música no demasiado alta de volumen ni demasiado agradable a los oídos. Recorrimos con la mirada la estancia. Era espaciosa, de unos 150 metros cuadrados. Al fondo se encontraba una amplia barra de bar donde un camarero se afanaba en preparar alguna bebida. En el local habría unas 30 personas contando las 6 o 7 chicas que iban y venían a sus menesteres, que no eran otros que sacar una copa a algún cliente deseoso de ver sus encantos. Nos acercamos a la barra y pedí dos copas. Wisky para mí, y un refresco para Avi. El camarero nos atendió correctamente. Pagué las consumiciones, 20 euros las dos, y nos retiramos a inspeccionar el local. Franqueamos las cortinas con los vasos en la mano y pudimos ver un stand lleno de todo tipo de artilugios para la práctica del sexo. Consoladores, vaginas, penes de tamaño irreal, ropa interior, excitantes, preservativos de colores y así, un largo etcétera de ingenios que componían una estampa abrumadora. A nuestra izquierda se situaba otro stand. Este tenía todo tipo de máscaras, látigos, cueros y otras cuestiones muy propias para los sufrimientos del sexo. Justo en frente de las cortinas, se situaban unas 8 o 10 cabinas. Estaban destinadas a la visualización de películas porno. Me informé mediante una chica que pasaba por allí. En aquellas cabinas entraba la gente, echaba unas monedas y podía ver una peli porno mientras se masturbaban. Al observar 2 cabinas de un tamaño más grande, me dirigí a la misma chica que me había dado la primera información y pregunté con ignorancia fingida de cara a Avi.

-Disculpa…. ¿Esas cabinas para qué son? Pregunté.

-Son iguales que las otras, me contestó con acento ruso, pero esas dos son para parejas. Podéis entrar los dos. Pero tenéis que decírselo al encargado. Esas no van con monedas. Se alquilan.

Eso fue todo. Se alejó de allí moviendo sus tetas descompasadamente y se perdió tras una puerta, que después comprobé que era una especie de sala para el voyeurismo. Miré a Avi y de sopetón se lo solté.

-¿Entramos en una cabina de esas?

-¿Para qué? Contestó ella.

-Para ver como son. Para aprender. A eso hemos venido Avi.

-Ya te han dicho para que son. Contestó una Avi invadida por la novedad.

-Yo no digo para qué, digo para ver como son por dentro.

-Haz lo que quieras. Si quieres entrar…..entremos. Pero no me apetece mucho tu idea. Todo el mundo nos va a mirar. Se darán cuenta y me tomarán por puta. Ya me están mirando al verme con este escote. Seguro que creen que soy una puta que te acompaña.

-¿Y no te gusta que te tomen por fulana? Pregunté melosamente.

-No. Pero si eso te gusta….

Sin tiempo a que se volviera atrás la abandoné un momento para dirigirme al que yo suponía que era el encargado de aquello.

-Perdone, mi mujer y yo queríamos entrar en una cabina de esas. Dije señalando una de las dos. Lo de "mi mujer" debió parecerle una farsa. Su cara lo delató. Al menos eso pensé.

-¿Cuánto tiempo? Me preguntó él.

-¿Disculpe? Dije.

-Si, mire hay que comprar unas fichas y el precio de ellas varía según el tiempo que quieran ocupar la cabina. Oscilan desde la media hora hasta las dos horas. Sus precios son 50 euros, media hora, 75 la hora y 125 las dos horas. Las películas no duran más de dos horas.

-¡Ah bien, bien! Pues digamos que media hora

El tipo se alejó unos segundos e inmediatamente le tenía delante de mí con una llave en la mano y la palma de la otra abierta. Supuse que era para pagarle lo acordado, es decir 50 euros. Saqué un fajo de billetes del bolsillo, pues no quise llevar documentación ni cartera, y le entregué un billete de 50. El lo tomó y me dijo que le siguiera. Tomé a Avi de la mano y le seguimos. Abrió la puerta de la cabina y me entregó la llave recomendándome que cerrara una vez estuviéramos en su interior y advirtiéndome que si nos pasábamos en nuestra estancia allí, se nos cobraría el siguiente tramo de facturación, es decir, una hora. Un sólo minuto de exceso bastaba. Me dijo no obstante, que una luz azul en el interior de la cabina nos avisaría del tiempo cumplido. Si la veía de color rojo debería pagar 75 euros.

Avi y yo entramos en la cabina. Era espaciosa. Cerré la puerta con llave y me la guardé en el bolsillo del pantalón. Sería un sitito de unos 5 o 6 metros cuadrados. Tenía una especie de sillón para dos personas, su asiento era de plástico de color verde. Supuse que era de plástico para poder lavarlo y desinfectarlo cada vez que se usaba. ¡Cuantos culos se habrían sentado allí! Olía bien. Nos sentamos en el sillón no sin antes haber comprobado que se encontraba limpio, a lo cual contribuyó la luz clara que proyectaba el techo. A nuestro frente había unos botones y un monitor de gran tamaño. Pulsé un botón sin saber muy bien para que era y la luz clara se apagó dando paso a una luz verdosa muy oscura. La imagen del monitor hizo su aparición. Era una peli porno que ya estaba comenzada. Lo que vimos no nos gustó. Era una peli de zoofilia. Una joven muy demacrada andaba masturbando a un burro o a un caballo. Pulsé otro botón y pude comprobar que aquello era un selector de canales, pues ahora, cambió la peli, y esta vez era una pareja haciéndose una felación mutua. Cambié otra vez. Ahora eran dos chicas magreándose la una a la otra. Cambié otra vez y esta vez era un hombre que hacía un griego con una mujer. Insistí y cambié otra vez. No buscaba nada, excepto curiosear. Ahora lo que vi me agradó más. Dos parejas sentadas en un sillón hablando. Eso deduje sobre la imagen, pues no atiné a dar con el volumen del aparato. Miré a ambos lados del sillón y pude apreciar dos ceniceros y dos rollos de papel higiénico. Uno a cada extremo del sillón. Estaba claro. Podíamos fumar y lo hicimos, y en cuanto a los rollos de papel higiénico, también estaba claro. Estaban destinados a limpiar los efluvios del gozo.

-¿Te gusta? Pregunté a Avi.

-¡Qué sitios! Dijo ella en tono despectivo con gesto de asco.

-Supongo que alguna que otra pareja vendrá por aquí a hacer sus cositas en vez de ir a un hotel. Siempre les resultará más barato.

-¿Tu crees? Me preguntó ella.

-Hombre 50 euros media hora….

-Ya. Y 125 dos horas. Dijo ella. A cualquier hotel que te vayas, puedes estar por ese precio todo el día. ¡Fíjate si puedes echar polvos por 125 euros!

-Ya, pero no entra el acompañante en el precio. Dije a modo de broma.

-Depende. Dijo ella.

-¿Depende de qué?

-De quien te acompañe. Siempre puede ir una mujer con un tío y pagar el. A ella le sale todo gratis. Incluido el polvo y su disfrute.

-En ese caso, por supuesto. Dije cerrando la conversación, y aliviándome porque Avi volvía a ser Avi. La Avi de antes de salir de casa. La Avi de antes de entrar en el club donde palpé los pechos de Natacha.

Las parejas del monitor ya se habían quitado las ropas y deduje que estaban a punto de hacer una orgía o un cambio de parejas. La escena era muy excitante. Apagué mi cigarro en el cenicero a la vez que Avi hacía lo propio en el suyo.

-Bueno esto ya esta visto. Buenas pollas. Vámonos. Has tirado 50 euros. Dijo.

-¡Cómo que nos vamos!, al menos déjame que te meta mano. Dije a la vez que me acercaba a ella.

No tarde en hacerme con sus muslos. Mi mano fue directa a su raja y allí se sació de ella. La abandoné en el beso que nos dábamos y me puse en pie. Me quité la chaqueta, desabroché mi cinturón y bajé mi pantalón y mi calzoncillo. Mi cañón hizo su aparición hercúleamente duro. Ella lo aferró con su mano a la vez que yo seguía besándola y sobándola. La notaba excitada. Íbamos por buen camino. Era lo que tenía Avi. Se mojaba enseguida.

-Chúpamela. Le dije.

Me senté en el sillón y ella se venció a su lado izquierdo y se lo introdujo en la boca. Al poco estaba de rodillas encima del sillón y yo pugnando por levantarla el vestido, cosa que conseguí hasta dejar su culo al aire y así poder meter mano más placidamente. Entreabría y cerraba los ojos mientras miraba a la pantalla y veía a esas dos parejas follar intercambiados. Sentía la lengua de Avi en mi capullo absorbiendo, abrasándome con su saliva. Dejó de actuar y se sentó apoyando su culo desnudo sobre el plástico del asiento. Aquello me excitó más.

-Fóllame. Me dijo mientras comenzaba a quitarse el vestido.

-No. Ahora no.

-¿Y cuándo? Me preguntó. Ya van dos veces las que te has negado.

-Más tarde. Aún nos quedan cosas por hacer. Pero antes te daré algo.

Me agaché y lamí su hendidura hasta asegurarme que estaba a punto de correrse, momento en que abandoné tan exquisito lugar para mayor desesperación de Avi.

Ella gemía por el placer que proporcionaba mi lengua. Yo pude observar como una gota de semen escapaba de mi pene y con los dedos la toqué. No había duda. Era semen. Estaba a cien. Al igual que Avi. La abandoné allí en el sillón con las piernas abiertas esperando más mientras me recomponía subiéndome los pantalones.

-¿Me vas a dejar así? Me preguntó demasiado excitada y extrañada a la vez.

-Si. Ahora iremos a la barra y me darás mi primera ración.

-No te entiendo. ¿Cómo me vas a dejar así…. hecha polvo?

Termina. Haz que me corra. Métemela. Estoy empapada. Necesito correrme. Casi me suplicaba que la follara. Y aquello acrecentaba mis sospechas y mi teoría.

-Vamos a la barra, yo me siento en una mesa y tú te acercas a la barra. Se te acercará alguien. Seguro. Algún tipo de los que vagan por aquí. Quiero ver como eres deseada por otros.

-Pero… ¿Y si se me acerca alguien…que hago? Yo no soy una buscona ni una puta. Va a pensar que trabajo aquí.

-Lo que sea. Dale charla. Lígatelo. Haz que te desee. Dile que has venido sóla. Déjale que el conduzca. Déjale que….te meta mano si quiere.

-¿Qué me meta mano?, ¿Qué me manosee? Dijo ella. ¡Estás auténticamente loco Ron!

-Exacto. Déjale que haga lo que quiera. Yo estaré sentado en una mesa, cercana a la barra, e intervendré si lo creo necesario.

-¿Pero como voy a hacer eso Ron? ¿Cómo voy a dejar a un tío que me meta mano? ¿Estás loco? ¿Recuerdas acaso que no llevo bragas? ¡Y aunque las llevara!

-Si. Lo acabo de ver y eso es precisamente más sublime y más encantador, que estés desnuda interiormente. Que te ofrezcas y no opongas resistencia alguna. Recuerda lo hablado antes de venir a este lugar. Vamos a experimentar. Vamos a ver hasta donde soy, o mejor dicho, sómos capaces de llegar.

-¿Pero y si se pasa? y ¿Cómo voy a dejar que me toque?

-No importa. Recuerda, vamos a vivir nuevas experiencias, sean las que sean. Yo estaré mirándote.

-No me gusta esta idea. No me voy a dejar tocar por nadie. Que lo sepas. Puedo acercarme a la barra, si es lo que quieres, e incluso dejarme dar charla por algún hombre de los que hay ahí, pero no permitiré que ponga sus manos encima de mí.

-Quiero que las ponga dentro de ti. Eso es lo que quiero. Dije susurrando en su oído.

-No. No lo permitiré. ¿Sabes Ron? No sé porque hago esto. Yo estoy dispuesta a jugar con fuego, pero no me quiero quemar. Soy una chica tranquila. Y llevas tres meses intranquilizándome por momentos. Al final no estoy segura de lo que saldrá de esta historia.

-Saldrá algo grande Avi. Haz lo que yo te diga. ¿Confías en mí?

-¡Pues no lo sé Ron! Me das miedo. Me da miedo pensar hasta dónde quieres llegar.

-¡Vámonos de aquí! En la barra veremos el miedo que te doy.

Extracto del diario de Avi….

Evidentemente, yo ya estaba un poco fuera de sí. Reconozco que estaba salida. Excitada. Deseosa de sentirme tocada, penetrada, ultrajada y abandonada al placer. Pero todo esto quería que lo hiciera mi marido, no un extraño. Sea como fuere, y aún no sé como, me eché para adelante ante mi pasmosa pasividad y el asombroso desconocimiento que tenía de mi misma. Ni imaginaba lo que era capaz de sentir y de hacer. Sólo tenía clara una cosa, me hubiera ido al baño a masturbarme ya que mi marido no quería follarme y me habría quedado descansada y felíz. Pero el quería verme asaltada en la barra de aquel local. Quería ver cómo me ligaba un tipo. Quería que incluso le dejara meter sus manos en mis pechos. Quería que me dejara tocar mientras el lo veía. Sentía verdadera necesidad de sentir como el. Saber qué pensaba. Saber que le impulsaba a llegar a esos extremos. Con esas divagaciones fuimos dónde Ron escogió como mejor lugar para presenciar la escena que le excitara.

Salimos de la cabina, busqué al encargado, le entregué la llave, nos miró de arriba abajo y dio media vuelta. Parecía un tipo extraño, debía ser ruso o algo parecido. Franqueamos otra vez las cortinas gruesas de skay y entramos a los 150 metros cuadrados de aquella sala.

Ella se acercó a la barra. Al lugar elegido por mí. Yo me senté en una mesa a dos metros escasos del lugar que ella ocupaba. Avi me miró seria. Yo sonreí tratando de proporcionar las fuerzas y energías necesarias para tan difícil mandato. Era consciente de lo que podía ocurrir. Pero tenía ganas de consumarlo todo. Tenías ganas de que un tipo se acercara a ella y la acosara e incluso se propasara con ella. Deseaba ver su reacción, aunque lo mejor hubiera sido que ella no supiera de mi presencia allí. Tal vez más adelante pensara algo similar. Una situación en la que ella se sintiera sóla, si mí.

Extracto del diario de Avi….

Ron quería jugar a un juego un tanto peligroso. A mí, para ser sincera, no me gustaba la idea. Pero hice de tripas corazón y decidí acceder a sus caprichos. Yo tampoco sabía como iba a resultar el experimento, pero una vez puesta, no me importaba como terminara. El lo había querido así. Sobre todo no quería ninguna pelea en un local de esos. Por otra parte me gustaba la idea de estar ligando con un tío que no conocía de nada y que Ron lo estuviera viendo todo. No me podía sentir culpable pasase lo que pasase, aunque en principio, no estaba dispuesta a dejarme tocar por nadie, ¡Faltaría más!.. Ron quería eso y yo se lo iba a entregar en bandeja de plata .Además, a él no le importaba que alguien me viese las tetas, así me lo había demostrado en la cafetería donde estuvimos cenando, ni tampoco, según me decía una y otra vez, le importaba que alguien pudiera tocármelas, si yo le dejaba. No me importaba jugar un poco y que él se divirtiera, se excitara, eso me reportaría un mejor polvo. Yo también lo haría, yo también me excitaba con las ideas y con las conversaciones que habíamos mantenido, pero seguía pensando que de acostarme con alguien y él delante, nada de nada. No habría posibilidad alguna de un trío. Pero he de confesar que la sóla idea de que el me viera ligando con alguien me excitaba a mas no poder. Aunque yo ya estaba demasiado excitada. Que alguien viera mi cuerpo desnudo no me importaba mucho, ya que a Ron no le preocupaba en exceso, eso sí, dentro de sus límites y según en qué lugar, aunque yo no sabía cuales eran y dónde estaban los verdaderos límites de mi marido. Aún no lo sabía. Mis pechos ya habían sido admirados por muchos hombres…..en la playa. Si algún extraño tenía que divisarlos esa noche, no me iba a molestar. Pero yo no se los enseñaría. Sería su vista y su habilidad quien descubriera mis pechos. ¿O tal vez sí? Tal vez yo ahuecara mi escote para que el extraño admirara hasta mi pezón. Sería divertido ver su cara. Me sentía dolida al ver la facilidad con que él había echado mano a esas tetas de la chica del club de alterne. Quería pagarle de igual forma. Quería que sintiera lo mismo que yo. Pero Ron no sentía igual. Y yo no estaba dispuesta a dejarme sobar por nadie por mucho que eso le excitara.

No tardó en acercársele un tipo de unos 35 o 40 años. Estatura media, pelo negro según creo, con algunas canas. Ella estaba de pies en la barra con su refresco de limón...Una gota de orín escapó a mis calzoncillos. Los nervios se apoderaron de mí.

Extracto del diario de Avi….

-¿Hola, trabajas aquí? Preguntó el tipo.

-No. He venido a ver esto. Contesté.

-¿Y te gusta?

-No esta mal. Dije a la vez que me echaba una mirada significativa a mi escote.

-Permíteme que te invite a una copa. Dijo con altanería.

-No gracias. Ya tengo esta.

-Insisto. Dijo elevando la mano hacia el camarero que solícito sirvió un nuevo refresco que yo ni probé.

-Como quieras, pero no me lo voy a tomar. Con este tengo bastante. Dije.

-¿Sabes? Eres muy guapa.

-Gracias.

-Si. Y no estás nada mal. Tienes un cuerpo excepcional. Es una pena que no trabajes aquí.

-¿Por qué?

-Por que así podría pagar para verte esos pechos tan hermosos que tienes.

-Yo creo que ya se me ven bastante. Con este vestido que llevo…dije ahuecando mi vestido para que el vislumbrara aún más.

-Si. La verdad es que si. Ya se te ven….pero no lo bastante para apreciar su belleza por entero.

-Mala suerte para ti. Dije haciéndome la interesante a la vez que miré a Ron. ¿Sería el efecto del vino de 100 euros o era que yo había entrado en el juego de Ron?

-Efectivamente. Mala suerte. Tú lo has dicho. Replicó el tipo.

Miré a Ron de nuevo. Se le veía atento, a la expectativa de lo que pudiera pasar. El tipo se calmó levemente y encendió un cigarrillo. Ni se molestó en ofrecerme uno a mí.

-Me llamo Félix, ¿y tú?

-Avi.

-¿Avi? Qué nombre es ese.

-Avi. Simplemente.

-Ya. Un poco fuera de lo común. Y extraño. Nunca he conocido a nadie con ese nombre.

-Si. Discúlpame, tengo que ir al baño. Dije.

Cuando Ron observó que me dirigía al baño, se levantó de su asiento y me siguió sin llamar la atención para no levantar sospechas.

-¿Qué pasa? Pregunté acalorado.

-Nada. Se está enrollando conmigo. Dijo ella.

-Bien. Asentí. Vamos por buen camino. Me como de los nervios cielo.

-Dice que debo tener las tetas muy bonitas. Que es una pena que no trabaje aquí.

-¿Por qué?

-Dice que así pagaría y me las vería.

-Ya. Pues….. ! Enséñaselas! Dije. Ten un gesto de valentía y déjale que las vea. E incluso le puedes cobrar por ello.

-¡Ron!....!Como voy a hacer eso! Además ya me las ha visto.

-¿Se las has enseñado? Pregunté desecho de excitación.

-Ahuequé mi vestido y dejé que las viera……como sin darme cuenta. Dijo ella.

-¡Joder, joder, joder! ¡Eres increíble! Sigue así. Pero hazlo de nuevo, no me he dado cuenta de ello.

-No me gusta Ron. Va a pensar que soy una puta. Ya me ha confundido con una chica de estas.

-Venga, será divertido ver la cara que pone. Y a mí me excitaría una barbaridad. Déjale que te las toque.

-¡Estás loco!

-No. No lo estoy…. ¿O puede?, pero enséñaselas. Así le darás pie y creerá que te quieres enrollar con el. ¿No decías en la cafetería que si hubiera habido chicos en el local ese te hubieras dejado tocar?

-¿A ti no te importa, verdad?

-¿Qué se las enseñes, que te las toque o que se enrolle contigo?

-Las tres cosas.

-No. En absoluto. A eso hemos venido.

-Sabes Ron, no tengo ningún problema en que el tipo ese me vea las tetas, pero no quiero líos.

-Haz lo que te digo Avi. Será divertido. Enséñale tus pechos, o mejor, déjale que te los toque.

-¡Estás loco si piensas que me voy a dejar tocar!

-Te quiero. Sé que lo harás. Dije y me largué de allí dejando que ella sufriera mis palabras.

Tomé asiento y observé a ese tal Félix como miraba con impaciencia hacia la puerta del baño esperando el regreso de mi Avi. Ella salió del baño y se encaminó otra vez al lugar que ocupaba en la barra. El estaba allí y la recibió con una sonrisa llena de dientes amplios y blancos.

Extracto del diario de Avi….

-¡Ah, ya estás aquí! Oye…Avi…. ¿has venido sóla?

-Si. ¿Por qué?

-Por nada. Me pareció verte con un hombre en la puerta del baño.

-Exacto. Se me acercó aquél que está allí sentado, dije señalando a Ron.

-¿Te molestó? Porque si te molesto yo me….

-No. En absoluto. Me dijo un piropo. Lo normal.

-Querría ligar contigo. Dijo envalentonado y sintiéndose propietario del caramelo que no iba a probar jamás.

-Seguramente. ¿Quizá como tú, no? Vosotros, los hombres, veis a una mujer en un sitio de estos y os creéis que es una buscona.

-Yo no pienso eso, pero no me negarás que es un poco raro ver una mujer por aquí. Y además sóla. Y para serte franco, si, no me importaría ligar contigo. Eres una preciosidad. Para los hombres como yo no están hechas las mujeres como tú.

-Puede. Dije.

-¿Quieres que nos sentemos en una mesa?

-No. Estoy bien aquí. Gracias. Me apetece estar de pies.

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Adelante.

-¿Te gustan las mujeres?

-¿A mí? Dije con extrañeza. ¿Qué te hace pensar eso?

-Si…..lo digo….por que como aquí hay muchas chicas….

-No sigas. No. No me gustan las mujeres. Naturalmente me gustan los hombres. ¡Qué tontería!

-Discúlpame. ¡Hay cosas tan extrañas que uno ya no sabe….!

-No tiene importancia.

-¿Te gusto yo?

-¡Vaya, esta si que es buena!

-Contéstame por favor. No quisiera molestarte. No te negaré que si me he acercado a ti es para entablar conversación….

-Y lo has conseguido. Estamos hablando. ¿No?

-Si, pero no quisiera estar molestando. No me gusta ser pesado. Molestar a la gente no es lo mío.

-No. No lo haces. Tranquilo.

-Me alegro. Pero no me has contestado.

-¿A qué, a que si me gustas?

-Si.

-No te conozco para saber si me gusta tu forma de ser.

-Me refiero a si te gusto. Mi apariencia. Yo.

-No estás mal. Dije para terminar con la encuesta.

-¿Eso es un si?

-Interprétalo como quieras.

-Me alegro. No quiero que estés incómoda soportando mis rollos.

-Cuéntame algo de ti. ¿Qué edad tienes Félix?

-Soy bastante más mayor que tú. 37 años.

-Eso lo sé. ¿Estas casado?

-Si.

-¿Y que haces aquí que no estás con tu mujer? ¿Una canita al aire?

-Buscando lo que ella no me da. Dijo en un alarde de sinceridad.

-¿Lo que no te dá?

-Si.

-¿No haces el amor con ella?

-Alguna vez. Generalmente una vez cada dos meses. No me avergüenza reconocerlo. Lo hacemos en descuidos. Cuando la pillo descuidada.

-¡Vaya! ¿Y cómo es eso? Dije interesándome en aquello.

-Lo he hablado con ella. Sin resultado alguno. Ella se encierra en si misma y ya está. No quiere saber nada de sexo. La vez que nos acostamos lo hace a regañadientes. Le cuesta mucho. Y creo que lo hace por mí.

-¿Lleváis así mucho tiempo si no es mucho preguntar?

-Si. Demasiado. Unos 4 años. Desde que yo tenía 33. Curioso, la edad de Cristo. ¡Quizás sufra tanto como él!

-¡Vaya! ¿No has pensado que a lo mejor ella tiene un lío por ahí? No es normal que una mujer joven esté haciéndolo cada dos meses una vez y sin ganas.

-Eso he pensado. Pero no lo puedo averiguar.

-Pues Félix, perdona que te diga, pero tienes un gran problema.

-Lo se. Por eso vengo a estos sitios.

-A ver si te cae algo ¿no? Aunque aquí me imagino que se paga por todo.

-Bueno, llámalo como quieras. Si tengo que pagar, pues pago. No me importa. Yo no soy como mi mujer.

-¿Qué edad tiene ella?

-33. Es mayor que tú. ¿Cuántos años tienes?

-25 ¿Tenéis hijos?

-No. No podemos.

-Tal vez ese sea el problema. Los hijos. A lo mejor ella está reprimida porque piensa que no sirve para tener hijos. Y….

-No es ella. Soy yo.

-¡Ah, eres tú!

-Si. Yo soy el que soy estéril.

-Ya……Dije pensando lo que iba a decir a continuación….Tal vez te tenga rabia o manía por que no puedes tener hijos.

-Puede ser. Eso si lo he pensado alguna vez. He pensado que ella dirá "Para que me voy a acostar contigo, estéril de mierda, si no puedes darme lo que deseo". Seguramente sea eso. Dijo él con resignación.

-¿No habéis pensado en adoptar uno?

-No. Ella no quiere. Ni yo tampoco.

-Pues tienes un problema.

-Si, y gordo. Dijo amargamente. Alguna vez pienso si no será mejor divorciarnos.

Avi encendió un cigarrillo y le ofreció otro a Félix. Este lo tomó y lo encendió del mechero que Avi le tendió. Al encenderlo, puso su mano encima de la de Avi, como para protegerse de la llama. Sintió el calor de Avi. Y ella también sintió el calor de aquel hombre que estaba, ahora sí, hundido en sus pensamientos más oscuros y tristes. Ella lo notó.

Extracto del diario de Avi….

-Lamento haberte hecho hablar de ese tema. No era mi intención que te molestaras.

-Tranquila. No lo estoy. Se me pasa enseguida. Siempre que vengo a un sitio de estos me pasa igual. Me pregunto qué hago aquí. La respuesta es simple. Busco lo que no tengo. Al menos es lo que me respondo tal vez para justificarme.

-¿Y generalmente…. encuentras lo que buscas?

-Siempre que pago. Dijo él lacónicamente.

-¿Hoy vas a pagar? Pregunté.

-Supongo. Siempre lo hago. A eso he venido. A ver algo que en mi casa no veo. A tocar algo que no toco en mí casa. A estar con una mujer, aunque yo no la importe.

-¿Y que quieres tocar?

-Todo. A una mujer….quiero……bueno dejémoslo ya. Siento molestarte con mis problemas.

-No lo haces, pero no quiero que por haberme dicho esto te pongas triste.

-Se me pasa enseguida. Ya te lo he dicho. Es igual. Ella no quiere sexo conmigo, pues yo lo busco fuera de ella. Al menos hasta que de el paso del divorcio. Por que lo he pensado y tal vez lo haga antes de lo que ella se imagina. Por que ella también se imagina que cualquier día la dejo. A lo mejor así se puede ir con ese rollo que tenga por ahí, si es que lo tiene.

-Deberías averiguarlo.

-Si. Debería. Pero hablemos de ti. Ya hemos hablado bastante de mí. Seguro que tú tienes una vida bastante mejor que la mía.

-No sé. Cada vida es distinta.

-Eso es cierto. Los problemas para mí son de una forma y para otro que los tuviera iguales, serían de otra forma distinta.

Aquél hombre, en principio, no me disgustaba. Tenía un problema. Al menos yo lo creía. El estaba dispuesto a pagar por lo que yo no le podía dar, aunque he de ser sincera, en otras circunstancias de mi vida se lo hubiera dado. Me gustaba. Era sincero. Eso parecía. Me lo imaginaba dentro de la cabina en la que había estado antes con Ron, desnudos los dos y él apretándose contra mí para después del deseo dar paso a la consumación del placer. No sabía muy bien que hacer, así que ante la duda opté por lo fácil. Decir la verdad. Seguramente no me iba a creer. Pero no importaba. El se marcharía y Ron quedaría servido viendo como me enrollaba con un tío en su presencia, aunque no pudiera oír nuestras palabras. Miré alrededor. Una chica joven y esbelta bailoteaba agarrada a una barra y parecía que se lo pasaba muy bien. Eché un vistazo a Ron. Seguía impasible. Fumando un cigarrillo y absorbiendo la bebida que le quedaba en el vaso de tubo. Estaba sólo. Por suerte no se le había acercado ninguna chica. Extraño. Y si alguna lo había hecho, el la habría despachado. Supongo que no quería perderse nada de cuanto aconteciera en la barra, donde estábamos ese Félix y yo. Recordaba como había tocado a Natacha en el club aquel. No se había sonrojado siquiera. Creo que disfrutó tocando aquellos pechos en mi presencia. Si. Eso creo. Creo que más que sentirlos, lo que le gustó fue hacerlo en mi presencia. No sé que pasó por mi mente, pero me lancé por el tobogán sin dudar. Las dudas vinieron después, pero ya era tarde. Y claro, Félix, no era como yo suponía. ¡Si hubiera sabido que no llevaba bragas!

-¿Qué te ocurre, te has quedado muy callada?

-Pensaba. Dije.

-¿En qué? si puedo saberlo.

-Nada. Tonterías sin más.

-Cuéntamelas. Yo no sé que contarte. Dijo Félix.

-No me creerías.

-¿Tan grave es?

-Puede. Al menos raro.

-Prueba. Admito todos los formatos. Dijo él.

-¡Qué gracia! Dije sonriendo.

-¿Qué tiene gracia?

-Lo de "Admito todos los formatos".

-Si. A veces me inspiro.

-Yo también estoy inspirada y te voy a contar lo que hago aquí. Prepara tus oídos por que lo que vas a escuchar no es habitual.

-A lo mejor me sorprendo y todo….

-Seguramente. Mira, ¿ves a aquel hombre que esta sentado en aquella mesa, la de la derecha, esa que esta ahí al lado?

-Si. Ese que está fumando. Que está sólo…..si….ese….ese es el que se te acercó cuando fuiste al baño.

-Es mi marido.

-¡No! ¿Es posible?

-Si. Se llama Ron.

-¡Ah ya!.... ¿Y estáis enfadados no? Dijo Félix empezando a no creerse nada de lo que le decía.

-No. Hemos venido aquí porque a él le gusta verme como me enrollo con otro tío en su presencia.

-¡Ah ya!.... ¿Es masoquista?

-No. No…Que va. Al menos yo no lo tengo por tal cosa. Le gustan las situaciones raras. Le gusta verme con otro. Eso es todo.

-¿Todo?

-Si. Eso es lo que pasa. Comprendo que es raro de creer, pero es cierto. Ahora nos está mirando.

-¿Qué pasa, vacilas conmigo?

-¡No! No estoy de vacile. Te digo la verdad.

-¿Sabes lo que creo?

-No.

-Creo que eres una puta que te has colado aquí. Andas buscando algún cliente que te pague por tus servicios.

¿Cuánto cobras? ¿100, 200?

-¡Estás equivocado! No soy ninguna puta.

-¿Cuánto quieres por que te folle? Sé de un lugar dónde podemos ir. No está muy lejos. E incluso podemos ir a una cabina doble.

-Adiós.

Avi trató de marcharse de la compañía de Félix. Este la tomó por su brazo desnudo y la retuvo. Vi la escena y aguanté unos instantes. Algo no iba bien. Logró zafarse de él y regresó donde yo me encontraba. Félix al ver que Avi se acercaba a mi mesa y se sentaba, salió disparado de allí.

-¿Qué tal estás? ¿Qué ha pasado? Pregunté con inquietud.

-¡Ehhh….ehh…..Oooohhhhh….joder! Me ha tomado por una puta.

-¿Te encuentras bien? Pregunté de nuevo.

-Si…si…..me encuentro bien., ¿Y él, se ha marchado? Me ha tomado por una puta. Te lo dije Ron. No me gusta esto. Trató de pagarme.

-¡Cálmate y cuéntame que ha pasado!

-Lo que se suponía que iba a pasar. Parezco una puta así vestida. Enseñando todo.

-¿Qué te ha dicho?

-Nada. Al principio hemos estado hablando normal. Luego me he cansado de esta historia y le he dicho la verdad. Le he dicho que tú eres mi marido y el no se lo ha creído. Me ha dicho que era una puta que me había colado en este local y que cuanto costaba follarme, 100 o 200.

-Ese ha sido el fallo. Le has desvelado la verdad. Por eso salió mal.

Avi me contó con detalle todo lo que había ocurrido entre ellos. La tomé de la mano y se la acerqué a mi entrepierna para que palpara el volumen de mi pene.

-¿Estas empalmado? Me preguntó. ¡No me lo puedo creer!

-¿Tú que crees que es esto? Dije.

-¡Pues si que te pones a cien!, no se como puedes….

-¡Pues claro! De eso se trata de ponerme a cien "so puta".

-Es la primera vez en mi vida que me toman por puta. Dijo ella.

-¿No te ha gustado?

-No.

-Deberías estar orgullosa. Yo lo estoy. Estoy orgullosísimo de ti. Lo has hecho muy bien.

-¿Por qué iba a estarlo?

-Porque has demostrado una madurez excepcional y me has demostrado que me quieres más de lo que yo pueda llegar a creer.

-¿Porqué no nos vamos? Preguntó ella.

-Si. Marchémonos de este lugar. Demasiado humo. Dije.

-Vámonos a casa. Follaremos como perros. ¿Sabes? A mí también me ha excitado esto. Te cobraré 200 euros……o 500. ¿Pagarás?

-Pagaré 1000. Pero te follará otro.

No quise tentar la suerte. Había conseguido varias cosas esa noche, llevar a mi mujer a un club de alterne, pagar 30 euros a una chica y tocar sus pechos en presencia de Avi y al final, arrastrarla a un mundo de sexo incontrolado. A un mundo de vicio y deseo. Y lo más importante para mí y mi plan, verla flirtear con un extraño en aquél local. Me podía dar por satisfecho. Si forzaba la situación, probablemente perdería. Tocaba irnos a casa y follar como perros, como dijo Avi, allí masticaría la segunda fase de mi plan mientras me cabalgaba. Allí pensaría cómo otro hombre la manosearía. Aunque siendo sincero, hubiera pagado a un tipo porque se la follara. Pero ese no era mi plan. No era lo que buscaba. Quería que ella lo deseara.

Por el camino de regreso a casa no hablamos nada. Íbamos en silencio. El taxista pensaría que estábamos enfadados. Cada uno iba meditando sobre lo ocurrido. Por fin bordeamos nuestra calle y el taxi se detuvo. Pagué con la correspondiente propina y miré el reloj del taxi. Las 4,30 de la madrugada. Me despedí cortésmente del taxista y salimos del vehículo. Al entrar en casa encendí la luz del salón y me quité la chaqueta. La lancé encima de un sillón. Me desabroché la camisa, dos o tres botones y me dejé caer en el sillón.

Al poco rato estábamos en la cama follando como perros. Las palabras groseras salían de nuestras bocas sin dilación. "Fóllame hijo de puta" "Metemela hasta que me ahogue cabrón" "Fóllame cornudo" o "Te vas a enterar puta" "Te la voy a clavar como a la puta que eres" "Ahora te vas a enterar como te joden zorra" "Me voy a cobrar lo que te voy a pagar a pollazos, puta" fueron frases que salían de nuestras bocas llevados por el entusiasmo y el fragor del polvo que nos echamos. Avi se descontroló y manifestó todo su deseo sin inhibiciones de ningún tipo. Por mi parte traté de estar a la altura de ella. Ambos conseguimos un orgasmo maravilloso. Si hubiéramos vivido en un piso, los vecinos habrían escuchado nuestros gritos en el momento culminante. Aquella casa que habíamos comprado hacía poco tiempo escuchó una rapsodia de placer extraña. La melodía del deseo se desencadenó con las sólas paredes de nuestra habitación como testigos. Nuestras mentes grabaron nuestros pensamientos más oscuros.

Continuará

Coronelwinston