Diana y Miguel

un par de jovencitos hacen el amor en nuestro antejardin, los hacemos entrar a la casa y lo hacemos los cuatro.

Era sábado por la noche. Me despertó un fuerte dolor de estómago. Escuche en el antejardín de mi casa un par de voces, masculina y femenina conversando en voz muy baja; con mucho cuidado me asomé por un lado de la ventana y ví que se trataba de una vecinita mia que estaba sentada en el muro del antejardín de mi casa con su novio. Me sorprendió pues una pareja como a la una de la madrugada en un antejardín, no es normal, y a decir verdad tenía la esperanza de que protagonizaran una escena bien erótica, aunque fuera de caricias y besos, pues Diana, la verdad que está muy buena. Es una jovencita de unos 17 años, linda, con un cuerpo juvenil espectacular, buenos senos, piernas firmes y gruesas, un muy buen trasero, una cintura divina, que le dá paso a unas impresionantes caderas que lucen en todo su esplendor cuando se coloca ropa descaderada, ya sea faldas o pantalones, como el que llevaba aquella noche.

Mis impulsos voyeristas fueron más grandes que el dolor y en un momento no sentía ningún mal. Pasaron como 20 minutos en que solo se dedicaron a conversar y darse uno que otro beso. Para mi dicha, al estar mucho rato sentada, el descaderado de Diana se iba bajando de a poquitos hasta permitirme ver la diminuta tanga estilo hilo dental que llevaba puesta, un par de tiritas, la de la cadera y otra que se metía entre sus nalgas, fue mi primer recompensa a la espera soportada. Cuando ella se movía un poco para adelante podía ver más de su anatomía trasera, "tapada" por esa pequeña prenda, divina antes mis ojos.

Luego vino un largo beso, las manos del chico empezaron a acariciar la desnuda cintura de Dianita, ya que llevaba una blusa muy corta, que solo cubría su torso, poco a poco fue bajando las manos hasta tocar sus caderas, se encontró con la pequeña prenda que me tenía caliente, metió sus dedos entre ella y la haló un poco hacia arriba. Se pusieron de pie, sus bocas no se separaban, ella acariciaba el pecho del muchacho, desabotonó su camisa y empezó a besar y acariciar su piel desnuda.

Él correspondió metiendo sus manos entre la blusa de ella, se la subió por encima del brasier y le acariciaba la espalda, poco a poco sus caricias se trasladaron a los senos de mi vecinita; cuando él quiso bajarle el brasier, era un strapless blanco, del mismo color de la tanga, Diana se separó un poco, volteó a ver a todo lado y le dijo que los podían ver, mientras se arreglaba la ropa, se volvieron a sentar, el chico siguió acariciando la espalda de la chica, poco a poco la cariciaba más abajo, hasta que llegó al pantalón, metió la mano entre éste y al segundo volví a ver esa tanguita en las manos del afortunado novio, de nuevo los besos prensados, y él volvió a atacar los senos de su novia, esta vez los acariciaba por encima de la blusa, Diana no protestaba, al contrario parecía disfrutarlo mucho, nuevamente la blusa empezó a subir, y para mi sorpresa, en un rápido movimiento, el chico consiguió quitársela del todo.

Diana lo dudó un poco, volteó a ver hacia mi ventana, yo estaba en un ángulo en el que no podía verme, él le indicaba que no había luces encendidas; luego de una corta revisión entraron a mi antejardín y vinieron hacía mi ventana. Rápida, pero cuidadosamente dejé mi sitio de espectador y me hice a un lado. Pude notar sus sombras revisando que no los estuvieran viendo desde esa ventana, luego se dirigieron hacia una banca que tengo junto al muro, la cual utilizo muy seguido con mi esposa, pues el muro es como de unos 80 cms de alto, lo que no permite que de las otras casas vean que uno está tocando o penetrando a su pareja, además queda en todo el frente de mi ventana.

Cuando me volví a asomar ellos estaban sentados en el banco, besándose apasionadamente, Diana le quitó la camisa al chico y estrecharon sus dorsos desnudos, el chico desabrochó el brasier de ella, se lo quitó, yo estaba excitadísimo al ver desnuda de la cintura para arriba aquella linda niña, empecé a masturbarme, pues duermo totalmente desnudo al igual que mi esposa, el chico no perdió tiempo dirigió sus manos a ese par de preciosas tetas, medianitas, juveniles, coronadas por unos pezones casi negros que veía totalmente erectos, no era la primer vez que veía unos senos juveniles, pero los de Diana eran especiales, pues a pesar de no estar totalmente desarrollados, eran bien redondos.

Después de cariciar por un buen rato ese par de melones, pasó a saborearlos y chuparlos como si fuera un ternero huérfano. Estuvo chupándolos por unos 10 minutos, mientras ella acariciaba el resto de su torso desnudo, y de vez en cuando pasaba una de sus manos por sus muslos, e incluso por sus genitales.

Cuando él termino la chupeteada de senos, ella dirigió su atención al enorme bulto que se notaba en el pantalón del chico, bajó la cremallera y muy lentamente sacó un pene como de unos 20 cms, totalmente parado, ella empezó a acariciarlo a moverlo de arriba hacia abajo; en ese instante se me ocurrió despertar a mi esposa, para que gozara también del espectáculo que estaban brindándome ese par de jovencitos, la desperté suavemente, y al ver ella que mi miembro estaba a reventar me preguntó que que estaba soñando. –Ningún soñando, ven despacio y mira el espectáculo que tenemos.

Diana estaba de espalda a nosotros chupándole el pene a su novio, se veía casi toda su tanga y gran parte de sus nalgas, mientras duró la mamada Ana se dedicó a acariciar y pajear mi pene, mientras yo le metí un par de dedos por su vagina, y la masturbé un buen rato.

Diana se paró y su novio rápidamente le desabotonó el pantalón y se lo quitó, quedó ante nuestros ojos un culito divino, paradito, firme, totalmente sano, sin celulitis, flacidez o cualquier otra cosa de esas, un culito angelical que daba ganas de acariciar toda la vida. Mientras Diana se terminaba de quitar el pantalón, el novio ya le llevaba la tanga en las rodillas, en unos segundos quedó completamente desnuda. Yo dejé de masturbarme, pues con esa hermosa vista, no demoraría en correrme y no quería eso.

Ella se sentó y quedó de frente a nosotros, que muslos tan lindos, unidos en un perfecto triángulo todo peludito, el novio se sitúo entre sus piernas y empezó a hacerle sexo oral por un buen rato, mientras ella se acariciaba los senos o agarraba la cabeza de él. Yo estaba extasiado, Ana se masturbaba con mucho frenesí, introduje uno de mis dedos en su raja, y lo empecé a mover junto con el que ella tenía adentro, antes de que el chico terminara su minee, Ana se había corrido dos veces, dejando un gran charco en el piso.

El joven se sentó y con la ayuda de su novia se despojó del pantalón; cuando Ana vió bien ese tremendo pene, empezó a masturbarse con más ganas.

Ya totalmente desnudo, el jovén se empezó a pajear un poco, Diana no espero demasiado y se sento en su regazo, ella misma guió el pene de su novio hacia la entrada de su vagina, y poco a poco se lo fue enterrando en su bellísimo sexo. Empezaron a moverse de una manera sensasional, los gemidos pasaron de unos suaves y espontáneos jadeos, a unos alaridos fuertes, que hicieron que mi esposa se pusiera en cuatro y sin esperar a nada se lo metí hasta el fondo. Podíamos ver cómo entraba y salía ese gran pene de la jovén y hermosa rajita de nuestra vecinita, y cómo ésta ponía una cara de puta mientras su novio la bombeaba cada vez más duro. Un fuerte grito nos indicó el momento de un gran orgasmo en el cuerpo de Dianita, la cual al momento cambió de posición, se hizo de frente a él, con las piernas a cada lado suyo; nuestra panorámica nos dejaba ver un gran culo subiendo y bajando, y un enorme pene penetrando la cuevita de Diana.

Ana se puso de pie, aun con mi pene dentro, mientras yo acariciaba sus tetas y su clítoris, tomó el control remoto de las luces y sin contemplaciones encendió nuestro bombillo con una intensidad no muy alta, pero que seguramente permitía ver a quienes estaban afuera algo más que nuestras siluetas haciendo el amor. Me volteó a ver y sonrió, a nosotros nos encanta que nos vean en esas lides, y más si es otra pareja que está en las mismas.

No me quise quedar atrás, tomé las cuerdas que abrén las cortinas y de una sola las abrí de par en par, la sorpresa de los chicos fue inmensa, pues aunque aún ella estaba penetrada encima de él, estaban quietos, como esperando a ver si los habían descubierto.

Nosotros seguimos en nuestra follada, Ana se volteó hacia la ventana, quedando de frente a ellos, mientras mi pene no se salía de su cueva, al contrario le daba con muchas más fuerzas, ellos parecían no darle credibilidad a lo que veían, la primera en reaccionar fue Diana, se empezó a mover de nuevo, sin quitar sus ojos de nosotros. Así estuvimos unos diez minutos, en los que no quitábamos los ojos de la otra pareja.

De repente escuchamos el pito del vigilante, clara señal de que en unos pocos segundos estaría allí, los chicos se asustaron, inmediatamente salí y lo más rápido que pude abrí la puerta y les hice una señal para que entraran rápido a la casa; ellos no se lo pensaron, y antes de que el celador llegara, ya habíamos cerrado la puerta y ellos estaban a salvo.

Ambos se veían muy apenados e incómodos, trataban de tapar sus genitales con sus prendas, Ana salió a la sala, se acercó a la chica y la tranquilizó, igual hice yo con el muchacho.

Al cabo de un buen rato estabamos todos sentados en la sala charlando y riéndonos de la situación anterior. Dianita nos pidió el favor de que no le contasemos nada a sus padres, a lo cual le dijimos que no se preocupara, que a nosotros nos encantaba también toda esa clase de locuras, les contamos en qué lugares fuera de lo común lo hemos hecho, ellos un poco sorprendidos prometían intentarlo después, aunque nos comentaron que lo habían hecho en un ascensor, cosa que Ana y yo aún no podíamos realizar.

Les dije que yo aún no me había corrido, y que tenía muchas ganas de seguir tirando con mi esposa, ella se arrodilló en el sofá apoyando sus manos en el espaldar, me coloqué detrás de ella y se lo metí fuertemente, la seguí bombeando mientras acariciaba sus senos y su gallito, eso calentó a los muchachos, que al poco tiempo adoptaron la misma posoción que nosotros y ya sin ningúna pena se dedicaron a unos centímetros de nosotros a gozar de sus cuerpos.

Aunque me moría por tocar al menos las nalgas o los senos de Diana, y creo que Ana también quería sentir el pene del chico, no les propusimos nada por temor a asustarlos y terminar de mala manera una amistad que luego podría llegar más allá.

Miguel, no aguantó más y se corrió en las nalgas y espalda de Dianita, embadurnó su semén en toda la parte posterior de la chiquilla, la cual gemía de una manera formidable. Al poco momento, y viendo cómo Diana metía y sacaba sus dedos de su rajita tirada en la alfombra, lográndose un excelente orgasmo, sentí que me venía, saqué el pene de la vagina de mi esposa, hize que se acostara al lado de Diana, me sitúe en frente de ellas y pajeándome un poco, descargué una gran cantidad de semén en la grande y depilada raja de mi mujer, y la pequeña y peludita rajita de Diana, y en sus estómagos y senos. Ana se lo estregó por todo el cuerpo, mientras Diana , un poco asombrada dejó que su novio lo esparciera por su hermosísimo cuerpo.

Nos sentamos a charlar un rato mientras el semén se le secaba a las mujeres, ellos nos expresaron que a pesar de estar asombrados, pues nunca lo habían hecho en compañía de otra pareja, les gustaría hacerlo más a menudo, pues querían aprender de nosotros y volver a sentir lo excitante que fue para ellos lo de esa noche. Quedamos en volver a hacerlo en esa misma semana. Los chicos se vistieron, no sin antes, decirle a Dianita que desfilara para mí en ropa interior, ella lo hizo de una forma muy sensual, cosa que nuevamente llevó a que mi pene se pusiera como un riel, le pedí regalada la tanga, con gusto accedió a mi pedido. Se despidieron prometiendo el nuevo encuentro. Ana y yo salimos al antejardín y lo hicimos como una hora más, claro que cada 20 minutos teníamos que entrarnos cuando en celador pasaba. La tanga de Diana la tenemos entre nuestros recuerdos sexuales, y la segunda experiencia con Diana y Miguel nos hacía fantasear mientras hacíamos el amor.

Escribannos a davidcitomor@hotmail.com si quieren conocer otras de nuestras historias.