Diana y Luis Fernando

Lo de Diana y su amiga resultó un fracaso, pero fue compenzado por un fin de semana en una cabaña en las montañas, con Luis Fernando y su hermana Luz Elena, mi hermana Rosario y yo...

Diana y Luis Fernando.

Continuación de:

No me lo esperaba...

La amistad entre Luis Fernando y yo, incómoda por unos días, continuó como si nada hubiera pasado y no volvimos a tocar ese tema. Nuestras actividades diarias se desarrollaban de igual forma, notando que la única diferencia era que Luis Fernando evitaba ducharse con los compañeros del equipo de fútbol al que pertenecíamos. Un sábado cuando estábamos dispuestos a entra a un cine, nos encontramos con Diana y su prometedora amiga, que no fue de mi agrado. Luis Fernando las invitó a que pasaran por su casa el domingo, pues su padre prepararía una parrillada y podríamos pasarnos el día en la piscina. Quedó en confirmar su asistencia, antes de las nueve y media del domingo. Ese día recibí una llamada de Luis Fernando, donde me dijo que Diana había cancelado, pero que si me apetecía ir a su casa, también invitaba a mi hermanita Rosario para que le hiciera compañía a su hermana Luz Elena. Aunque eran de la misma edad, 14 años cumplidos, estudiaban en diferentes colegios y tenían un grupo de amistades distintas. Le consulté a Rosario y ella aceptó a acompañarme. Se puso una tanguita blanca nueva, que le había traído del Brasil mi tía Carmen y además, un lindo pareo multicolor hawaiano, que le había regalado mi madre. Se veía espectacular, pues la tanguita le hacía resaltar sus paradas y duras nalguitas, y el color blanco hacía contraste con su piel dorada por el sol.

Con las toallas en la mano caminamos hasta la casa de Luis Alfredo y cuando llegamos, encontramos a sus padres preparando el horno para el asado. La madre de Luis Fernando tenía un bikini amarillo y todavía, a sus 38 años, mantenía su cuerpo esbelto. Luis Fernando y Luz Elena, que estaban nadando, se salieron de la piscina para saludarnos. Luz Elena no estaba tan desarrollada como Rosario; tenía puesto un bikini azul eléctrico muy ajustado que le hacía resaltar su abultadito pubis, dejando muy poco para la imaginación, De senos pequeños y duritos, sus pezones se podían apreciar a través de su sostenedor. Morena, de cabellos lacios castaño claro largos y con dos pares de ojitos verdes que parecían dos esmeraldas; Su boquita, con su labio superior levantadito era una tentación y provocaba besarlos.

Nos ubicamos en una mesa a un costado de la piscina y estuvimos charlando por un buen rato. Entre las cosas que hablamos, surgió la posibilidad de pedirle a los padres de Luis Fernando, que nos permitieran pasar el siguiente fin de semana en una cabaña que tenía en las montañas, a dos horas de nuestro pueblo. Podríamos viajar en autobús y al llegar al pueblo, tomar un taxi para que nos llevara a la cabaña. Ese viaje coincidiría con un viaje de negocios a la capital, que tendrían que hacer los padres de Luis Fernando. Quedamos en que nos confirmarían el jueves y si todo se daba, viajaríamos el viernes en las horas del medio día. Pasamos un día muy agradable, las carnes que preparararon estuvo deliciosa y lo que para mi fue muy alentador, fue la compatibilidad aparente entre Rosario y Luz Elena, que en repetidas ocasiones fueron al baño juntas. Se demostraban afecto y cuando conversaban, se miraban a los ojos como para no perder palabras. Entusiasmados, al final de día. partimos para nuestra casa.

Las cosas salieron mejor de lo que esperábamos y el viernes, con mochilas al hombro comenzamos nuestra aventura. Llegamos a la cabaña siendo las cuatro de la tarde. Estaba ubicada en una pequeña colina y su acceso estaba bordeado de árboles de eucaliptos. La cabaña estaba al borde de un sector que había sido clasificado como reserva forestal y era un lugar paradisíaco. Escasos diez minutos duramos dentro de la cabaña, los necesarios para ir al baño, cambiarnos los vaqueros por unos cómodos "shorts", camisetas y zapatos especiales para caminar. Salimos y comenzamos nuestra caminata por un angosto e idílico sendero cuesta arriba, cubierto de árboles de todas las especies, predominando el pino, el roble y el eucaliptos. Media hora después, llegamos a un paraje digno de una película de Hollywood, pues consistía de un riachuelo de aguas cristalinas que caía en pequeñas cascadas, formando las rocas piscinas naturales. Nos sentamos a descansar y a fumarnos un cigarrillo. El calor era agobiante y nuestras camisetas, transparentes por el sudor lo demostraban. Luis Fernando se levantó y sin preguntar se quitó sus zapatos, sus shorts y su camiseta y entró al agua. Luz Elena parecía muy sorprendida con la acción de su hermano, pero se limitó a preguntar si el agua estaba fría. ¡Está deliciosa¡ le contestó Luis Fernando y de inmediato preguntó: ¿ Quien se anima y a quien le apetece acompañarme ? Como un resorte me levanté, me quite la ropa y entré al agua. Luz Elena miraba a Rosario como preguntando que hacer, pero Rosario no le dio tiempo y despojándose de su ropa entró al agua. Luz Elena, tímidamente, no se decidía, hasta que Luis Fernando le dijo que no fuera mojigata, que aprovecháramos pues nadie lo sabría, ya que todos estábamos en el mismo cuento. Ella procedió lentamente a quitarse el short y la camiseta, y caminado despacio, para no resbalarse, comenzó a entra en el agua. Sus braguitas semitransparentes que permitían adivinar lo que trataban de ocultar, pero su infantil pubis con escasa vellosidad que lo cubría, permitía ver parte de la rajita de su conchita. Como un resorte mi pené se paró, pero afortunadamente al estar dentro del agua nadie podía percibir mi erección. No era profundo el lugar donde estábamos y sentados, el agua nos llegaba al cuello.

A todos nos tomó por sorpresa cuando Luis Fernando se quitó sus interiores lanzándolos a la orilla. Se zambulló y cuando lo hacía se le vieron sus nalgas. Los ojitos de Luz Elena se le querían salir y estaba roja como un tomate. Siguiéndole el juego a Luis Fernando hice lo mismo, pero levantándome intencionalmente para que todos pudieran ver mi erección durante el momento en el que lancé mis interiores a la orilla. Me senté en el agua tratando de comunicarme con los ojos con Rosario, para que esperara a que Luz Elena se desnudara primero, para poder tener culpabilidad compartida y no fueran a pensar que nosotros éramos los corruptos del paseo. Sin entender lo que yo pretendía decirle, Rosario le dijo a Luz Elena que le quitara el sostén, que ella se lo quitaría después; procediendo Luz Elena a quitárselo sin pensarlo dos veces.

Los senos de Rosario parecían dos duraznos grandes duros y tiernos, con sus pezones rosados y erectos. Se dio vuelta y comenzó a quitarle el sostén a Luz Elena. Los pechos de Luz Elena demostraba el comienzo de la pubertad, pequeños, duros y con unos lindos pezoncitos erectos por la situación que estaba viviendo. Al verlos, Rosario los tomó con dos de sus dedos y le preguntó si estaba cachonda, poniendo a Luz Elena más roja que un tomate. Todos nos reímos y Luis Fernando y yo comenzamos a gritar; que se quiten todo, que se quiten todo. Se agacharon y dentro del agua se quitaron las braguitas. Yo estaba sentado en una roca dentro del agua, cuando comencé a sentí que mis nalgas eran picadas por lo que parecían mosquitos. Al buscar el origen de las picaduras me encontré con pececitos tropicales de todos los colores que pretendían darse un banquete con mis nalgas. Llamé la atención de todos para que los vieran y Luis Fernando caminado dentro del agua con el pene visiblemente erecto se acercó con las muchachas. No lo podían creer y en realidad, era un espectáculo verlos. Tomé de la mano a Luz Elena, e hice que se agachara a mi lado, sentándola en medio de mis piernas y en la roca semi-sumergida donde yo estaba sentado, con el pretexto de que se podían ver mejor ; sorpresivamente y dócilmente lo hizo. Sentía sus nalguitas tocando mi pene erecto y sus piernas que se aferraban a las mía muy calientes, como si tuviera fiebre. Las mordeduras de los peces llegó a ser desagradable y al ver que la luna llena ya nos estaba alumbrando, decidimos salirnos y regresar a la casa. Cuando nos vestíamos, le dije a Luis Fernando que en el camino hablara con su hermanita, para estar seguros de que no estaba molesta y le pidiera que guardara el secreto de lo que habíamos vivido. Le dije que yo haría lo mismo con Rosario. Comenzamos en silencio el viaje de regreso, retrazándome con Rosario para poder hablar con ella. Le dije a Rosario que estaba muy excitado, pero que teníamos que tener mucho cuidado y dejar que ellos tomaran la iniciativa, pues no quería levantar la menor sospecha de lo que había pasado entre los dos en aquellas vacaciones; además, le dije, que si había llevado una camisa corta de dormir o una bata como la que tenía puesta el día que bailamos en aquellas vacaciones, que se la pusiera por la noche y motivara a Luz Elena si era tenía algo parecido que se la pusiera. Me respondió que ella también estaba excitada y que trataría de condicionar a Luz Elena, para ver que podía pasar esa noche.

Durante la caminata de regreso pudimos ver entre los árboles uno que otro ciervo, con grandes y asustadizos ojos y eso nos hizo relajarnos un poco y reducir la tensión sexual que nos tenía nerviosos. Hay que entender las sensaciones de ansiedad, frustración y desconcierto de cuatro adolescentes en busca de experiencias sexuales, que han sido condicionados por la sociedad con la anuencia tácita de sus padres, que dejan descuidadamente en sus escritorios y dormitorios revistas como Playboy u otras aún más explícitas que inducen a ese tipo de comportamiento. Taquicardias producto de la ansiedad por hacer lo que supone prohibido y tabú, y que aunque desestabilizan incrementan el deseo de probar la fruta prohibida.

Llegamos con mucho hambre y nos dedicamos a preparar emparedados y refrescos. Felices por haber encontrado en la alacena cuatro botellas de vino blanco, procedimos a ponerlas en el congelador para beberlas bien frías por la noche. Parecía que la noche tenía mucho futuro. Abrimos una de las botellas y aunque no estaba completamente fría, acompañamos los emparedados con ella. Cuando terminamos les dije que me pondría la pijama para está cómodo y procedí a ir al dormitorio que hasta el momento nos habían asignado a Rosario y a mi. Había llevado dos pijamas y escogí la más delgada y de pantalón corto, pero no me puse calzoncillos ni la camisa ya que el calor era insoportable. Teníamos los abanicos de techo funcionando, pues los aires acondicionados los prenderíamos cuando nos acostáramos. Me ubiqué en el pequeño estudio donde estaba la televisión y el equipo de sonido, no si antes haber pasado por la cocina a servirme una copa de vino. Les dije a Luz Elena y a Rosario que buscaran un recipiente, lo llenaran de hielo y pusieran la botella para que estuviera más fría y se mantuviera fría.

Prendí el televisor y me encontré con un programa que me pareció interesante y me dispuse a verlo. Al rato, con una copa de vino en sus manos, llegó Luis Fernando. Coincidencialmente, se había puesto una pijama parecida a la mía y tampoco tenía la camisa puesta, pero de inmediato noté que se cargaba tremenda erección. Se sentó en el sofá al lado mío y nos pusimos a ver el programa. Le pregunté si había hablado con su hermanita y me dijo que sí, que no me preocupara, pues ella parecía dispuesta a "jugar" a lo que propusiéramos esa noche y que hasta el momento nada le había disgustado. Eso hizo que mi verga reaccionara, pues la simple perspectiva de "jugar" me excitaba, aunque todavía no sabía a que......

Media hora pasó y las niñas no llegaban. Luis Fernando me preguntó si quería más vino, o si quería algo más fuerte; que tenía un tabaquito, pero que tendríamos que fumarlo solamente los dos, pues no quería que su hermanita lo probara, ni que supiera que los dos fumábamos ocasionalmente. Me pareció muy sensato Le dije que primero quería una copa de vino. Sirvió dos copas, y procedimos a salir a la puerta de la cabaña para fumarnos el cachito. La noche estaba espectacular, con la luna llena alumbrando y el cielo estrellado. Nos sentamos en el césped a admirar la noche, a fumar y a tomarnos la copa de vino que teníamos. No habían pasado diez minutos cuando llegaron las niñas vestidas con unas camisas de algodón bien cortas que nos permitían ver parte de sus bragas; al vernos tomando vino, se fueron a buscar la botella y sus dos copas.. Regresaron y se sentaron con nosotros. Rosario al lado de Luis Fernando y Luz Elena al lado mío. Hablábamos de todo un poco y a medida que pasaba el tiempo comencé a sentir los efectos del cachito que me había fumado. Me acosté en las piernas de Luz Elena para mirar las estrellas y los demás se quedaron sentados mirando lo que yo no podía ocultar, ni ya me importaba ocultarlo. Buscando el pretexto de hablar con Rosario apoyaba mi cara sobre las piernas de Luz Elena, sintiendo su calor y su aroma, dándole discretamente besitos en sus muslos. Llegó el momento de entra a la cabaña y nos fuimos directo al estudio. Rosario buscó unos discos, encendió el equipo de sonido y comenzamos a escuchar la música. Luis Fernando buscó otra botella de vino que en esta ocasión si estaba deliciosamente fría y se sentó en el sofá con Rosario. Yo me acosté en la alfombra, apoyando nuevamente mi cabeza sobre las piernas de Luz Elena, que se sentían hirviendo. Desde donde estaba podía mirar las piernas de Rosario, que al notar mi mirada las abrió un poco, pudiendo observar su braguita." Tu amor prohibido" era el nombre de la canción que motivó a Rosario a sacarme a bailar. Luis Fernando hizo lo mismo con su hermana y las dos parejas comenzamos a bailar. Los recuerdos de aquellas vacaciones donde por vez primera bailé con mi hermana se hicieron presente, produciendo en mi una erección que no podía controlar.

Mi hermanita y yo estábamos viviendo nuevamente el mismo momento, pero con más experiencia y menos nerviosismo. Al bailar de frente a Luis Fernando, podía verlo bailar con su hermana y con la espalda de Rosario cubriéndonos de su mirada, me atreví a subirle la camisa, me subí los shorts de mi pijama todo lo más que pude, dejando salir mi verga por la boca pierna; se la puse entre sus piernas para que ella apretara y pudiera frotarle su conchita. Nos quedamos petrificados bailando pero sin voltearnos para que ellos no nos pudieran ver. Mi cuerpo ardía y mi corazón palpitaba desbocadamente, cuando vi a Luis Fernando besar en la boca a su hermanita y a los dos moverse como si estuvieran follando. La canción termino y todos volvimos a nuestro lugar. Afiebrados por lo sucedido, quedamos mudos por un rato. Se rompió el silencio cuando Luz Elena habló diciendo: ¿Quieren más vino?, pero les anticipo que solo queda una botella en el congelador. Todos dijimos que sí, pero la que se levantó fue Rosario y nos rellenó las copas. Luis Fernando me pidió que lo acompañara a la puerta de la cabaña; Sacó la chicharrita que quedaba y la encendimos de nuevo. Con voz ronca me dijo que les pidiéramos que nos hicieran un Show sexy, o un striptease, pues Luz Elena estaba excitada con Rosario y que le había dicho que quería verla desnuda, pero que yo debía comenzar el juego. Aproveché y le dije que lo había visto besar a Luz Elena y que eso me había excitado, pues yo quería hacerle lo mismo a Rosario. Para ver que me decía, le pregunté si alguna vez le había chupado la conchita a Luz Elena. Me dijo que no, pero que sí lo deseba, preguntando de inmediato si yo lo había hecho. Le dije que no, pero que cuando estábamos bailando me había sacado la verga y se la había puesto entre sus piernas.Me dijo que el haría lo mismo si bailaba nuevamente con ella. Quedamos en que cada uno comenzaría el juego con sus respectivas hermanas Al regresar nos servimos otras copas de vino y nos sentamos en el sofá. No sabía como comenzar a decirles que nos hicieran un striptease, pero le pedí a Rosario que pusiera un disco de rock; Con voz ronca y casi inaudible les pregunté si ellas dos se atreverían a hacernos un show sexy..... Se quedaron mudas, pero al momento Luz Elena dijo que ella sí lo haría, pero si a Rosario le apetecía.... mi corazón se quería salir de la excitación que sentía y para romper la tensión dije que no comenzaran, pues tenía que ir al baño; que lo hicieran a mi regreso. Las manos me temblaban, pero me lavé la cara y regresé.

Pusieron el disco y comenzó el show. Las dos se movían sexualmente rotando las caderas, cuando Rosario se le acercó por detrás, la abrazó y le comenzó a levantar la camisa lentamente hasta que se la quitó, quedando Luz Elena en sus braguitas y mostrando sus senitos; de inmediato Luz Elena le quitó la blusa a Rosario. Al compás de la música se fue arrodillando, besándola por el estomago y poniendo su cara sobre la conchita de Rosario y le fue bajando las bragas hasta dejarla desnuda y sin esperar, se quitó las suyas. Comenzaron a bailar muy pegadas frotando sus conchitas, hasta que Rosario la tomó por la cabeza y comenzaron a besarse en la boca y estando en esas se terminó la canción. Se apartaron y se sirvieron una copa de vino. ¿Y eso es todo? Preguntamos, y Luz Elena nos respondió que no era justo que estuviéramos todavía vestidos y que no seguirían, sino nos desnudábamos también.

Sin pensarlo y más rápido que un rayo, Luis Fernando y yo nos quitamos el pantalón de la pijama, dándome cuenta que tanto él como yo, no nos habíamos puesto calzoncillos. No era solamente yo al que le gustaba exhibir su erección. Quedamos en pelota con la verga parada y sin saber que hacer. Le pedí a Rosario que pusiera el disco de Armando Manzanero que tenía varias de mis canciones favoritas, entre ellas: "Voy apagar la luz" y "Esperaré"con Café Quijano", la misma canción que habíamos bailado la primera vez y que cuando la escuchaba, me hacía recordar esas vacaciones inolvidables. Comenzamos a bailar bajo el embrujo de la voz de Armando Manzanero diciendo; Voy a apagar la luz para pensar en ti, y así dejar soñar a mi imaginación" Apretándola, le puse mi verga entre sus piernas, tomando con mis dos manos su cabeza para darle un beso que nos hizo estremecer; las lenguas entraban y salían de nuestras bocas, el aroma de su dulce aliento y el calor de su cuerpo me inflamaban, sintiendo con mi verga la vellosidad húmeda de su conchita mojada con la miel saladita que ya había probado, y por el liquido viscoso que corría por la punta de mi verga. Le decía susurrándole al oído que muchas noches había apagado la luz para pensar en ella; poniendo su mano sobre mi verga y besándome me contestó que ella hacía eso con frecuencia cada vez que se hacía la paja; que no podía olvidar esa noche tan linda que pasamos juntos Por estar a punto de correrme me aparté y miré buscando a la otra pareja para ver lo que estaban haciendo y para cerciorarme de que tanto podían haber visto. Estaban acostados en la alfombra muy entretenidos, con Luis Fernando con su cabeza entre las piernas de Luz Elena chupando su conchita. Rosario y yo servimos cuatro copas de vino y nos sentamos en la alfombra para mirar. Al vernos Luz Elena se asustó, pero de inmediato Rosario le acarició sus cabellos y le dijo que estuviera tranquila hasta que se viniera. Acto seguido se agachó y comenzó a besarla en la boca, acariciando sus senos y sus pezones. Eso precipitó su orgasmo, y moviendo sus caderas y aprisionando con sus piernas la cabeza de su hermano, gimiendo y gritando ya me vengo, ya, ya me vengoo, ya, ya, ya.....hasta que los espasmos de su cuerpo cesaron ....

Reaccionaron, se sentaron en la alfombra y comenzaron a tomar su vino. Me pareció prudente dejar a las muchachas solas y le dije a Luis Fernando que me acompañara a la puerta de la cabaña para tomar un poco de aire puro. Era un pretexto para preguntarle si tenía otro cachito y preguntarle como le había parecido. Me dijo que esperara y entró a la cabaña a buscarlo. Al momento llegó y se sentó a mi lado. Teníamos las vergas flácidas y húmedas, y estábamos agotados, no tanto por el ejercicio pues no habíamos hecho ninguno, sino por el nervio que aún sentíamos. Me dijo que había sido extraordinario, mucho más de lo que por mucho tiempo había soñado, pero que estaba muy asustado. Fumando el cachito nos comenzamos a tranquilizar y seguimos conversando. Le dije que debíamos continuar, pues entre más cosas pasaran, Luz Elena estaría más comprometida a mantener su boca callada; que dejáramos pasar la noche, para ver que seguía pasando. Ocultándole que yo tenía uno en mi billetera, le pregunté si tenía condones y me contestó que no, pero que cuando entráramos buscaría en la recamara de sus padres para ver si tenían algunos escondidos. Se nos acabó el vino y entramos a buscar más. Yo me dirigí a la cocina a buscar la botella que quedaba y algunas picaditas para comer, y el salió para su cuarto a buscar los condones. Regresamos al mismo tiempo y Luis Fernando me dijo que no había encontrado nada. Las niñas estaban acostadas en la alfombra conversando. Nos sentamos a sus lados, nos servimos las cuatro copas de vino, y comenzamos a comernos las papitas fritas, que fue lo único que encontré disponible. Estábamos desnudo y nos comportábamos con la mayor naturalidad. La traba que tenía no se me quitaba y de pronto se me ocurrió un juego que nos podría levantar del letargo en el que estábamos. Esperen, les dije, y fui al dormitorio a buscar una almohada y un pañuelo. Propuse que le tapáramos los ojos a Rosario, que se acostara poniendo su cabeza sobre la almohada y que nosotros, sin que ella supiera de quien eran las manos, la acariciaríamos por todo su cuerpo hasta que se viniera.. Accedió entusiasmada, le tapamos los ojos y se acostó. Luis Fernando y yo nos pusimos a su lado, mientras que Luz Elena se sentaba enfrente de ella y comenzamos. Yo le acariciaba suavemente el seno izquierdo, le pasaba despacio el dedo por su pezón, mientas Luis Fernando hacía lo mismo del lado derecho. Luz Elena, ni corta ni perezosa, le pasaba sus delicadas manos por la barriguita, por los muslos y alrededor de su conchita, pero sin entrar en la rajita. Rosario comenzó a mover las caderas y entre más cerca de su conchita los dedos de Luz Elena sentía, más se movía. Extendió su brazo derecho y sin saber a quien agarraba le agarró la verga a Luis Fernando. Luego extendió su brazo izquierdo e hizo lo mismo conmigo. Al ver eso, Luz Elena le comenzó a pasar suavemente los dedos por la rajita y alrededor del clítoris sin tocarlo. Rosario levantó sus piernas y Luz Elena, humedeciendo sus dedos con su boca, le pasó el dedo por el culito. Rosario haló hacia ella la verga de Luis Fernando y pasando su lengua por la cabeza se la introdujo en la boca. Luz Elena, mordiéndose los labios, y mirándome fijamente a los ojos, acercó su boca a la conchita de Rosario, sacó su lengua y enterró su cabeza sobre la conchita húmeda y abierta de Rosario. Me retiré y me acerqué por detrás a Luz Elena, y arrodillado comencé a pasarle la lengua por su conchita, lamiendo la miel saladita que le fluía y que quemaba mi lengua, metiendo un poco mi dedo por su rajita que estaba roja y empapada. Su clítoris era mucho más grande que el de Rosario y cuando lo tocaba con mi lengua, rotaba sus nalguitas, empujaba mi dedo para que le entrara más, se movía se estremecía y de pronto cayó fulminada sobre el cuerpo de Rosario. Pensé que eso era todo, pero ella puso su conchita sobre la de Rosario y comenzaron a frotarse y a moverse como si estuvieran follando un hombre y una mujer. Desde mi privilegiada posición veía las dos conchas rojas que se restregaban empapadas y abiertas, por donde rodaban gotas blancas y viscosas. Sus gritos de placer enervaban mis sentidos, pero estaba paralizado y no querría interrumpirlas Levante los ojos y vi a Luis Fernando con una gigantesca erección masturbándose y observando ese espectáculo nunca visto por nosotros. Los movimientos se tornaron violentos, hasta que con un alarido las dos se corrieron. Quedaron agitadas y sin poder controlar la respiración, hasta que poco a poco comenzaron a respirar tranquilas......Nos quedamos los cuatro acostados en la alfombra y descansando, pues estábamos exhaustos. Miramos el reloj y apenas eran las once y media de la noche. Siete horas habían pasado desde que llegamos a la cabaña, pero parecían minutos......y además, el viernes no había terminado y faltaba por llegar el sábado, pues estaríamos de regreso el domingo en las horas de la mañana.

En el próximo relato narraré la culminación de ese fin de semana....

Andrés Eter.....