Diana y Cecilia. amigas del Colegio (4 de 6)
Pronto intervendrá el padre de Diana.
Diana y Cecilia. Amigas del Colegio IV
Capítulo IV
El sábado siguiente Diana llegó a la casa temprano. Lucía ya se había ido, dejando expresamente dicho que volvería muy tarde. Comenzaron los juegos entre Carlos y las dos jóvenes. No estaban totalmente desnudas cuando los tres se dirigieron al sótano.
En una semana, desde la última visita de Diana al lugar, el aspecto había cambiado. Ahora estaba más ocupado con muebles. Carlos dirigiéndose a ambas les dijo:
-Ambas alumnas se han portado mal y voy a castigarlas por eso. Además voy a registrar todo en video para que recuerden la lección. Primero será el turno de Cecilia. Acércate al cepo que te fijaré en él.-
Cecilia, que vestía en ese momento sólo las bragas y el sostén, se acercó a los maderos y ubicó su cuello y muñecas en los agujeros. Carlos cerró y trabó el cepo. Cortó los breteles del sostén que cayó al suelo. Le bajó las bragas quedando el culo expuesto. Se dirigió a Diana a la que ató sus muñecas con una cuerda y las fijó a una viga del techo. Los brazos de la joven quedaron sobre su cabeza. También cortó las tiras del sostén y le quitó las bragas.
Ambas muchachas estaban ahora desnudas e inmovilizadas, motivo que aprovechó Carlos para tomarle algunas fotografías antes de azotarlas, para poder comparar los cuerpos antes y después del castigo. Tomó una fusta y se dirigió a Cecilia.
-Mereces diez azotes en el culo y diez en la espalda.-
Cecilia había sido cogida reiteradamente pero nunca azotada. Tuvo un poco de miedo. Primero recibió los diez azotes en el culo y luego en la espalda. Las veinte marcas se visualizaban nítidamente sobre su piel muy blanca. Acto seguido Carlos procedió a penetrarla, haciendo una rápida incursión en el culo para luego entrar en su vagina y acabar allí. Por su parte Cecilia soportó los azotes en silencio y gimió de placer al sentirse penetrada.
Carlos se dirigió dónde estaba Diana que acababa de contemplar el castigo y la cogida de Cecilia.
-Ahora es tu turno, niña malcriada. Te daré diez azotes en el vientre y diez en las tetas.-
-No!. ¡En las tetas no!. ¡En las tetas no!-
-Silencio!. Yo soy el que decido y si te sigues quejando en lugar de diez en las tetas te daré veinte.
Diana calló. En la situación en que estaba no podía defenderse. Al mismo tiempo notó que su concha estaba muy mojada. Recibió los primeros diez azotes en el vientre con un ligero quejido, pero ahora vendrían los de las tetas. Contuvo el aire y cerró los ojos.
Carlos descargó la fusta diez veces sin mucha fuerza en los globos de Diana que quedó con marcas color rosa. Había soportado el castigo sin quejarse. Le separó las piernas y la penetró, descargando también su leche en la vagina. Luego tomando nuevamente la cámara fotográfica procedió a registrar el culo, la espalda y la entrepierna de Cecilia. Justamente de la concha le brotaba el líquido blanco que un rato antes Carlos había descargado en su interior.
Luego se dirigió donde estaba Diana atada. También le tomó fotos de las tetas, el vientre y la entrepierna. De la vulva también fluía el líquido blanco, que se deslizaba por la pierna de la joven. Carlos tomó un vibrador de pequeño diámetro y se lo introdujo en el culo mientras le masajeaba las tetas. Diana se estaba calentando nuevamente. Los pezones cada vez estaban más grandes. Carlos bajó su cabeza y comenzó a chuparlos y morderlos. Diana creía que iba a enloquecer de placer.
Luego se dirigió al cepo que mantenía a Cecilia inmovilizada. Le colocó otro vibrador en el culo y comenzó a masajearle también las tetas. La reacción de sus pezones no fue tan notable como los de Diana pero también se endurecieron. Continuó luego acariciándole la concha.
Ya contaba con buen material fotográfico y de video. Liberó a ambas jóvenes de sus restricciones y les ordenó que con sus bocas le provocaran una nueva erección. Ambas, a pesar de su inexperiencia, se dedicaron a la tarea con verdadero interés. Poco después Carlos estaba nuevamente en condiciones de penetrar a una de ellas.
-Para decidir a cuál de ustedes se la meto, van a hacer ofertas. A ver tú Diana, si te hago acabar nuevamente, ¿Qué me das?.-
-Veo que te gusta azotar y dominar a las chicas. Si me coges a mi te permito que me cuelgues de las muñecas sin apoyar los pies y me des veinte azotes en la parte del cuerpo que quieras.-
-¿Y tú Cecilia?¿Qué puedes ofrecerme?-
-Que me ates los tobillos y me cuelgues cabeza abajo durante media hora, azotándome en el culo nuevamente.-
-Aceptaré la oferta de Cecilia. Mientras tanto Diana tendrás que tomar fotos mientras penetro nuevamente a tu amiga y luego la cuelgo cabeza abajo.-
Poco después terminaba la sesión de ese sábado.
Diana corrió a su casa con el video. Las copias de las fotos las tendría unos días después.
-Mamá, quiero que veas este video. Carlos llegó hasta azotarme en las tetas. Mira cómo las tengo.-
Diana desnudaba la parte superior de su cuerpo para mostrar las marcas de la fusta. Marta miraba con detenimiento, pero quiso ver también las marcas del vientre. Pasó la yema de los dedos por las marcas que estaban bastante más abajo del ombligo. Sintió cierta envidia de su hija
-Vamos a ver el video, pero es importante que esté tu padre. Quiero que pueda apreciar la educación que su hija está recibiendo.-
Se sentaron los tres frente al televisor. Se repetían las escenas antes descriptas. Diana, ya bastante caliente, no pudo evitar pasar su mano debajo de la bombacha e introducir su pulgar en la vagina. Momentos más tarde se estremecía por el orgasmo logrado con la pajita.
Marcelo, padre de Diana, hizo comentarios respecto de la profesionalidad de Carlos y del destacado cuerpo de Cecilia y de su hija, al que no veía desnudo desde que era pequeña. Al finalizar el video comentó:
-Me parece muy bien lo que está haciendo Carlos. Veo que te excita mucho ya que al volver a ver las escenas has tenido necesidad de masturbarte. Quizás deba retribuir sus atenciones ocupándome algo de Cecilia. Marta ¿Crees que debería cogerme a Cecilia?-
-No creo. Ni siquiera has cogido a Diana. Me parece inapropiado que se la metas a la amiga. Deja que Carlos se ocupe. Por otra parte no quiero que gastes tu semen con otras mujeres que no sea yo misma.-
-Sin embargo algo debemos hacer para retribuir a Carlos. Lo llamaré para ofrecerle cogerme a su hija. Tiene lindo cuerpo y será un placer clavársela bien adentro.-
Papá, llama para cogerte a Cecilia pero dime ¿No tienes ganas de cogerme luego de lo que has visto?. Me acabo de hacer una paja porque ya no podía más.-
-Mira, los lunes, jueves y domingo los tengo ocupado con tu madre. No tengo veinte años para ocuparme en ese aspecto de ti los otros días ni me parece apropiado que te coja. Deja que Carlos te la meta una vez por semana. Por lo que he podido ver usa adecuadamente tus tres agujeros. Es suficiente para ti una vez por semana. Lo que sí creo es que debería ser un poco más estricto en los castigos. Recuerda que tienes 17 años y puedes recibir unos buenos azotes en la concha. Yo solamente me ocuparé de coger a Cecilia una vez ór semana.-
-Hay papá, los azotes en la concha me van a doler mucho.-
-No creas. Los azotes en las conchas de las mujeres si son suaves, las predisponen muy bien para el polvo que sigue. Si se quiere ser muy riguroso con los azotes en ese lugar, entonces puede que al recibir el miembro varonil, sientan un poco de dolor, pero también deben pasar por esa experiencia.-
-Ahora llamaré a Carlos para acordar cuándo cogeré a su hija.-